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Dónde Está Madara por Silvia_Riffie

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Notas del fanfic:

NUEVO FIC DE NARUTO

Parejas: MadaMina - HashiMada

Secundaria Sasu/Naru

Notas del capitulo:

Nuevo fanfic, solo espero que les guste a todxs, espero sus comentarios, jijij


Ahora me voy a dormir 3:00 am.

 


Madara Uchiha tiritaba de frío, toda su ropa estaba mojada, la frase “Calado hasta los huesos” era muy adecuada para lo que estaba viviendo.


La gente lo miraba caminaba solo con una polo blanca, unos jeans desgastados y unas zapatillas lonas que chapoteaban por el agua, sí tuviera alguien con quien hablar, le diría que en la manera en la que estaba en esos momentos,  rodeado por una fea tormenta, donde su ropa destilaba, y parecía un desastre con patas. Básicamente eso era su estado mental, ni siquiera sabía hacia dónde caminaba.


Cualquier destino sería mejor que su casa, donde estaba su pareja, con su desagradable asistente, los hermanos de su pareja, y un par de “amigos” que lo eran más de su pareja que de él, y un terapeuta que no él no conocía. Una maldita intervención, una maldita intervención, como si él necesitase eso, pero claro él debía estar loco, porque como tenía un T.O.C y algunas fobias como la Agorofia, Cainolofobia, fobia social, rupofobia, y cuánta fobia más.


Aceptaba para él que su carácter no era el mejor, en el mejor de los casos le dirían que era un excéntrico, solo permitido porque era un gran artista, un Da Vinci de la época, un inventor de sueños lo catalogaron. Si no fuese un artista sería una pésima persona, estaba al tanto de ello.


No era una persona que hablara relativamente mucho, y tampoco le gustaba demasiado sociabilizar con otras personas “Un rasgo familiar” como dijo su pareja. Ciertamente su familia era callada, las comidas era casi silenciosas, más allá de una que otro intercambio de palabras, quizás una de las personas más sociables en familia, era Mikoto la esposa de su hermano mayor Fugaku y su hermano menor Izuna. No encontraba para nada malo su “rasgo familiar”  porque nadie se metía en la vida del otro, no había exigencias, nadie dentro de su familia, que no era ni de lejos tan acomoda que la familia de esposo Hashirama Senju, pero lo suficientemente bien económicamente como para tener una sirvienta, nadie en la familia pensó que Fugaku se casaría con ella, pero aunque algunos como Hashirama y su familia se horrorizaron al saberlo en su tiempo. Sus padres y la familia en general no dijeron nada, no era algo por lo cual espantarse. Aún así Hashirama dijo que lo mejor era no mezclarse con Fugaku y su esposa.


Permitió que Hashirama lo apartara de su familia, de sus pocos amigos, porque Hashirama era además de ser su esposo su mejor amigo, quién mejor lo comprendía, permitió que dominara su estilo de vida, a él no le importaba, solo estar en cómodo mientras creaba y poder estar con el amor de su vida.


Amaba a Hashirama su manera única de animarle, no le importó las burlas y las discriminaciones que de niño sufría de hostigamiento por sus fobias, algunos pensaban que era un “Mongólico” Horrible palabra para referirse a un niño con aptitudes diferente, ahora donde muchas cosas eran desdeñables y censuras. Pero en el pasado había pase libre a la hora de usar palabras para burlarse cruelmente de un niño. Mongólico, retrasado mental, loquito, autista, entre otros peyorativos.


Hashirama Senju pasó por alto todo lo malo que decían de él  y se volvió su mejor amigo, desde que eran pequeños, pasaron primaria, secundaria, preparatoria y hasta casi la universidad juntos. Solo que él, Madara, estudió Arquitectura, mientras que Hashirama Construcción civil, para que juntos fundaran una empresa, pero luego Madara quiso estudiar otra carrera al terminar arquitectura, diseño industrial, además de tomar muchos talleres de pintara, dibujo y otros más, amaba crear.


Fue el primer encontrón que tuvieron real, entre ellos, porque Hashirama se sentía furioso por no decirle sobre la decisión de estudiar, pero es que él sentía que era su decisión y opción no de Hashirama, nunca lo obligó a estudiar construcción ni que lo apoyara en sus proyecto y cuando se lo dijo su para entonces ya novio no le habló semanas.


Tuvo que pedirle perdón y prometerle que jamás nunca iba a tomar una decisión sin consultarlo por él.


Había discutido con Izuna hace tan solo unos días por aquello, su hermano le culpaba por dejar todo en manos de Hashirama, porque así era más fácil, tanto así que ni siquiera tenía control de su dinero.


Qué iba hacer ahora


*


Hashirama había pasado gran parte de la tarde y noche buscando a Madara y no fue capaz de encontrarlo, dolía su vientre, seguramente el colón, porqué Madara había escapado, solo querían hablar, mejor dicho que su esposo escuchara lo que tenían que decirle.


Trató de llamar a la policía pero su hermano menor lo detuvo, le dijo que le diera espacio a Madara que seguramente iba a volver, pero ya eran más de las diez de la noche y su Madara no volvía a casa, había escapado por la ventana de su habitación, sin llaves, documentos, dinero ni una chaqueta.


Pensó que en cuanto estuviera de nuevo sano, le regalaría algo con gps para poder rastrear donde esta, Madara siempre lo preocupaba tanto.


- Avísale a su familia ¿Puede que este con ellos? – Tobirama Senju su hermano menor le habló, observo como su hermano alto de cabellos negros y tez morena, fornido de treinta y cinco años negaba con la cabeza – Diablos Hashirama, solo llámalos, estás desesperado porque no está aquí, quizás está con ellos – Odiaba cuando se ponía así.


- No puedo hablar con esa familia – No era un misterio que se llevaba horrible con los Uchiha, escuchó a su hermano bufar – No está con ellos – Dijo seguro.


- Cómo lo sabes –


- La sirvienta me hubiera llamado –


- Qué – Tobirama lo vio sin poder creerlo – Estás loco, tu amor por Madara, se ha vuelto una insana obsesión.


- No es eso, es que Madara no se puede valer por si solo – Insistió – Necesito estar seguro que está bien, nadie lo cuida como yo –


- Hablar contigo es una pérdida de tiempo – Sacó su teléfono, demasiadas peleas sobre como su hermano manejaba su vida amorosa con Madara, quien no era su persona favorita en el mundo, pero hace muchos años sentía que su hermano se había pasado más de tres pueblo, casi un continente mejor dicho con sus medidas hacia Madara – Hola Izuna –


Hashirama miró furioso a su hermano de cabellos blancos y ojos carmín, llamar a su peor enemigo el hermano menor de Madara. – Cómo pudiste – Se quejó dolido.


- Izuna por casualidad, Madara está contigo, o quizás en casa de Fugaku – Consulto con voz alta para evitar escuchar los insultos de su hermano – Hashirama hizo una intervención para Madara pero salió mal, tu hermano se escapó – Tuvo que callar al escuchar la risa de Izuna al otro lado de la línea telefónica.


Hashirama le quitó el teléfono furioso con las mejillas sonrojadas por la vergüenza que su hermano le hizo pasar al escuchar la risa de su cuñado, cortó el teléfono.


- Deja de hacer cosas estúpidas, te dije que la sirvienta no lo vio en todo el día y que nadie de esa casa, a excepción de los hijos de Fugaku salieron hoy domingo de casa –


- Tranquilo señor Hashirama – Dijo una tercera persona que estaba muy feliz de que Madara no estuviera ahí, mejor si lo había arrollado un camión. – Su esposo debe estar por volver –


- ¿Tu crees Mito? – Miro a su hermosa asistente Mito Uzumaki de cabellos cobrizos, ojos café y sonrisa bonita.


- Por supuesto, el señor Madara no sabe hacer nada sin usted –


Tobirama rodó los ojos, esa era una de las tantas cosas qué no comprendía porque dejaba que su asistente casi viviese en casa de ellos. Muy en lo personal pensaba que Madara tenía muchas razones para mandar todo al carajo.


Le escribió un texto rápido a Izuna con la información que había ocurrido ese día y que por favor le avisara si tenían noticias de Madara.


*


Izuna envió mensajes a sus padres y hermanos informando que Madara estaba desaparecido, no podía creerlo aún que Madara con lo “Fobioso” (como le llamaba por tener tantas fobias) que era, había dado un paso fuera de su casa, cosa que solo hacía si era extremadamente necesario, ni siquiera iba a las premiaciones en las que era nominado.


Madara a pesar de sus fobias y cosas, era una persona de genio corto y odiaba profundamente que lo molestasen, se imaginaba la pelea que debió armarse o lo iracundo de ira que estaba su hermano para escapar por una ventana.


- No te rías tío, no le veo lo gracioso, está lloviendo puede estar pasándola mal – Itachi su sobrino mayor de diecisiete años lo reprendió.


- Lo siento pero es imposible no hacerlo, Hashirama debe estar loco – Dijo sonriendo – Conozco a Madara estará bien, llegará ya sea aquí o a su casa en cualquier momento –


- Espero que sea así – Dijo Sasuke su más pequeño sobrino de trece años, mientras jugaba en su nintendo – Pero quizás no venga, solo para no darte el gusto de decir te lo dije, y tampoco a casa del idiota de su esposo porque para escapar por una ventana debía de estar más que iracundo –


Izuna se quedó en silencio pensando en las palabras de sus sobrino, vio como la madre de estos, volvía al comedor. Una dulce mujer de cabellos negros, ojos del mismo tono de casi cuarenta años.


- La policía dicen que no pueden hacer nada, más que colocar una constancia, pero la persona salió por su voluntad del hogar, que esperemos las setenta y dos horas, que es lo mejor, o por último hasta mañana –


- Gracias Mikoto – Sonrió a su adorable cuñada,  ya nervioso, porque Sasuke tenía razón, Madara no iba a presentarse ahí, entonces dónde estaba.


- Ojala esté bien – Mikoto dijo preocupada por su cuñado, y cómo no estarlo cuando Madara era tan tiquismiquis con todo, muy pocas cosas le gustaban y sobre todo odiaba demasiadas cosas para su propio bien y entre ellas la lluvia, solo esperaba que estuviera protegido de la lluvia, era un tremendo aguacero a esas horas de la noche.


Todos pensaron en su familiar, pidiendo al cielo que fuese clemente con el hombre y estuviera a salvo.


*


Madara detuvo su andar, dónde diablo estaba, solo camino y camino todo el día, tratando de evitar la gente, tratando de evitar tantas cosas, que había caminado sin un rumbo fijo y ahora estaba en medio de arboles, se giró en trescientos sesenta grados y solo habían árboles, cómo había llegado ahí.


Él y sus lapsus mentales, le había pasado en varias ocasiones el extraviarse por estar tan inmerso en su fuero interno creando algo que nunca llevaría a cabo, porque miles de razones que él se daba del porqué iba  hacer un desastre y porque Hashirama no estaba de acuerdo de viajara por el mundo creando aquellas infraestructuras.


Esta vez le pasó por mañoso, demasiado tiempo auto-compadeciéndose  de sí mismo, caminó ya más atento al paisaje oscuro, a sus pisadas, había mucho barro, pero gradecía a las hojas de los pinos que se mezclaban con el barro creando una capa protectora así no se enterraba en él, pero no eso no quitaba el hecho que podría caer en cualquier minuto. Sus oídos se agudizaron escuchaban el rugir del cielo, truenos, ¡Fantástico! Con la suerte que tenía posiblemente podría caerle un rayo, la guidan de la torta.


Lo bueno es que su ácido humor no lo había abandonado, qué tan terrible podría ser pasar una noche en el bosque, no creía que tanto. Su preocupación iba porque la lluvia caía como si tuviera que castigar a todos los pecadores.


El frío también era lo que le preocupaba si bien él tenía buena forma, y  era alguien que raramente  sentía frío, se llevaba mejor con él, que con el calor.


- Mierda – Salió de su boca un taco al resbalar – Mierda – Volvió a gritar botado en la tierra, ahora no solo estaba mojado, sino que embarrado – Maldito Hashirama – Gritó más enojado que cuando vio a todas esas personas para una intervención.


Entre sus malditas fobias, odiaba la suciedad necesitaba quitarse esa suciedad sobre él, comenzó a sentir un hormigueo por todo su cuerpo, trató de obviar la agarofobia de estar en un lugar descomunalmente grande en la noche, pero ahora tenía que lidiar con todo el lodo que estaba sobre sus ropas, y brazos. Si tuviera a su esposo aquí lo mataba.


Ni siquiera comprendía para qué mierda una intervención si ya de por sí hacía todo lo que su esposo quería. No, ese era el problema últimamente no lo hacía, no desde que se había apegado a su sobrino Sasuke, con quien salía a todas partes, y el chico entraba y salía como si fuese dueño de su casa, haciendo enfurecer a su esposo que no gustaba del hijo de un “Criada” en la casa, idiota esnobista. Sasuke era brillante, como si fuese un viento fresco, una gran llamarada de fuego, era divertido estar con él, podía ser como era sin preocupaciones, no lo obligaba hablar, ni hacer nada que no quisiera. Itachi por otro lado era grato estar con él por las mismas razones, además Itachi tenía una mente privilegiada, era bueno en todas sus asignaturas y ya en su penúltimo año de preparatoria ya las universidades se lo estaban peleando.


Lo quería como un hijo, y todo se debía porque cambió su testamento dejándole todo a Sasuke y a Itachi, además de exigir poder tener control de su dinero,  y poder tomar un maldito analgésico si le dolía la cabeza, quizás solo quizás se había sobrepasado con sus medicamentos pero quién no se había olvidado de no tomarlos  y luego beber una copa de vino.


Se levantó como más dificultad de la que pensó, se puso en marcha nuevamente, casi se vuelve a caer por un palo, pero luego de maldecir su suerte, lo tomó como una ayuda de apoyo, así tener mayor estabilidad. A pesar de la oscuridad trataba de hallar un lugar para guarecerse de la lluvia.


Sintió los sonidos de pesadas pisadas de un animal, ¡Diablos! Trató con ahínco buscar la fuente del sonido, al menos la dirección, pero entre la lluvia, el viento no podía encontrarlo.


Los sonidos se hicieron más y más cercanos, una parte de él quería correr como si no hubiera un mañana, pero a qué dirección, habría más, ¿podrían ser lobos? ¿Osos? Existía una parte así en Tokio, la ansiedad se estaba apoderando de él.


-¡¡Aaah!! – Gritó cuando un rayo cayó, al tiempo que era iluminado por una ceguera luz y el sonido de cómo entre ladridos y aullidos se escuchaban.


- Hola, se perdió verdad – Una suave y amable voz escuchó sobre todo el ruido que estaba siendo la tormenta – Venga conmigo, hay techo y comida –


Madara no podía ver a la persona de voz bonita, podría ser un loco asesino, además que había un animal a su lado.


- Señor me oye – Insistió caminando hacia él, el hombre iba con un traje amarillo contra agua.


- Sí – Respondió aún tratando de saber si confiar en esa persona o no.


El hombre caminó hacia el aún con la linterna apuntando hacia donde estaba Madara, cuando estuvo cerca, el Uchiha pudo ver un poco el rostro del hombre, parecía más joven que él, y extremadamente bonito, de facciones suaves  y apacibles, parecía que sonreía mucho.


- Vamos, tomé mi mano con confianza, aquí se pone demasiado lodoso y es fácil caer – El chico le estiró la mano, pero Madara no la tomó – Señor le juro que no quiero hacerle daño, solo sacarlo de aquí, puede confiar en mí –


- Lo sé – Dijo preocupado – Es que no soy bueno con el contacto – Informó incomodo.


- Entiendo, pero creo que debe hacer un esfuerzo por controlar aquello unos minutos hasta que lleguemos bajo techo – El sonrió, mostrando una hermosa sonrisa a Madara – Además le aseguro que no estoy sucio, había tomado un baño antes de salir por el ladrido de mis perritos y mis zorritos, cuando todos se ponen a chillar es porque algo pasó en el bosque – Explico.


Madara tomó la mano del chico, mientras se decía que era la mano de Sasuke, uno de los pocos que dejaba que lo tocaran, sus manos eran de piel casi blanca, no tanta como la de su familia o la suya propia, pero más que clara que Hashirama por ello pensó en su sobrino.


Caminaron a paso firme y rápido, el Uchiha solo se dejó guiar por en medio del bosque de pinos, y otros árboles que no podía diferenciar por la oscuridad. En poco tiempo y gracias a la expertis del muchacho llegaron a un paramo, había una casa medio de él, bastante amplia, para ser una casa en medio de la nada, pero no se fijo en más.


Al entrar había un Gekan para quitarse los zapatos y los abrigos, vio como un lado había un jardín interior de bambú con piedras  en el suelo, y el mismo jardín habían colgadores que imitaban plantas de bambú, vio al chico que le ayudo quitarse el traje contra agua, primero la chaqueta amarilla mostrando al fin al muchacho, tenía el cabello rubio y los ojos azules. Luego se quito las botas y las dejó también el mismo camino de piedra y los pantalones amarillos, quedando con una calza deportiva azul y una camiseta manga larga.


- Debes quitarte la ropa y tomar un baño – Advirtió – Soy Minato Namikaze –


- Madara Uchiha – Respondió


- Un gusto, sígueme, lo llevaré al baño –


- Mojaré y ensuciare tu casa – Dijo algo muy obvio, se sintió tonto, pero la casa era tan bonita, bueno solo el Gekan era hermoso, así que la casa también debería serlo.


- Para eso existe la mopa – Restó importancia al asunto – Su salud está primero, venga – Minato miró al hombre, era más alto que él, podía apostar que casi uno con noventa, tenía un cuerpo caliente, a pesar de su palidez, un cabello negro y salvaje, realmente un hombre como hecho para el cine.


Caminaron por un pasillo hermosamente decorado, tenía varias texturas, mosaico, enredaderas, madera, cemente, y algunos cuadros, ¿Qué casa era esa? Llegaron hasta lo que él creía era el baño, dos puertas de madera, el rubio las  abrió y encontró un baño de buenas proporciones, una tina, más allá un cubículo de ducha pero en vez de vidrio las puertas eran de vitral, la tina parecía antigua, tenía partes oxidadas y tratadas por restauración, el lavado de manos era un mueble antiguo, Un tocador para ser exacto con una fuente de loza circular y grifrería de cofre, hermosa pero antigua, el piso era de linoleó grueso que emulaba a un piso e mármol, y el inodoro no se veía porque estaba escondido detrás de una pequeña pared con mosaico que seguía el mismo concepto de los vitrales,  un paisaje marino.


- Acá hay toallas secas, traeré algo de ropa limpia para que puedas cambiarte – Habló el chico a su espalda – En el primer cajón del lavamanos hay cepillos de dientes nuevos, en el segundo hay esponjas extras para el baño, y pequeños jabones, también hay liquido, y shampoo, en el estante hay batas y yukatas limpias, las de color gris  son como para tu tamaño, tomese el tiempo que necesite –


Salió de ahí dejando a Madara que aún admiraba el baño, Minato sentía las mejillas calientes por la vergüenza, cuando el hombre se identifico, al instante pudo reconocerlo como el gran arquitecto y diseñador Madara Uchiha, a pesar de su juventud ya tenía un gran renombre a sus espaldas y él, Minato, seguía su trabajo, pesar que los últimos tres años no había creado ningún edificio.


- Papá – Una cabecita rubia se asomó por una esquina, era su único hijo, de trece años, de altura pequeña para su edad, ojos grandes y azules como los de un gatito  – Había alguien en el bosque –


- Sí, Naruto, había un hombre perdido –


- Seguro no es alguien malo – Inquirió el niño saliendo de la puerta del salón con su pijama de super man.


- No lo sé de hecho – Sonrió al recordar todas las entrevistas y artículos sobre él, en donde todos hacían énfasis en su “peculiar” personalidad.


-¿Nos va a matar? – Naruto se abrazó a sí mismo con cara de terror.


- No tonto, deja de ver películas slasher – Su padre rió, Naruto era tan expresivo con su cara y movimientos – Vamos, cocinaré, supongo que quieres comer –


- Claro que sí, quieres que te ayude – Parecía nervioso, se movía como una ardilla, sabía que su hijo no amigo de las tormentas, tampoco de extraños.


- Nah – Minato le dijo acariciando su cabello para relajarlo – Ve hacer lo que sea que estabas haciendo, ¿Sensei llegó? –


- Sip, ero-sennin, llegó en cuanto saliste, está cambiándose ropa –


- Que bien, no llego pasado a copitas ¿Verdad? –


- Solo un poquito, según él, buscaba “Inspiración” –


- Ya, seguro le dieron calabaza – Se rió pensando en su antiguo profesor de lenguaje y literatura, que era un viejo verde como le decían las chicas, aunque nunca se propasaba con ninguna menor, lo suyo eran las mujeres maduras, escribía novelas eróticas, por una y otra razón terminó viviendo con ellos. - ¿Los demás? –


- Yahiko y Nagato jisan y Konan-Nii, fueron de fiesta con sus compañeros de clases, así que estamos solitos –


- Genial – Fue a la cocina, que estaba junto con el salón y el comedor, la casa era concepto casi abierto, no había sido la idea original, pero la casa estaba en tan malas condiciones, que hacer más paredes saldría más caro, por lo cual decidieron hacer pilares y dejarla de un ambiente.


- Papá – Naruto miró un poco culpable a su querido padre, pero se hizo con toda la valentía que pudo y le dijo – Mamá me envió un correo, pregunta si me gustaría recibir llamadas de ella –


Así que por eso el nervioso estilo ardilla de Naruto, lo había notado algo nervioso pensó que era por el visitante, pero no se trataba de algo más importante que eso – Le respondiste – Consulto con voz tranquila no quería que su hijo se sintiera presionado o culpable.


- No, aún, quería hablarlo contigo – Miró a su papá como buscando un faro de luz en medio de la oscuridad.


- Hijo, sé que extrañas a tu mamá, ella no te hizo nada malo a ti, solo nuestro matrimonio no funcionó, si quieres puedes hablar con ella, no necesitas mi permiso –


- Pero aún te duele escuchar de ella –


- Sí, pero ya han pasado más de siete años, y tu jovencito necesitas a tu mamá, no seré yo quien te la quite, además yo aún la quiero mucho, deseo que todos a quienes quiero sean felices – Acarició el rostro ovalado del menor tan parecido en sus facciones a su madre Kushina Uzumaki.


- Gracias, entonces le escribiré – Besó el rostro de su padre, colocándose en puntitas para llegar a él, para después volar hacia su computadora y responderle a su madre.


Minato lo vio tan feliz por poder hablar con su mamá, lamentaba que su hijo se estresara por cosas como esas, si bien el matrimonio no funciono lo más hermoso había nacido de ellos, Naruto.


Se habían casado con tan solo quince años obligados por sus padres, al quedar embarazada Kushina, se amaron con una pasión desbordante de juventud que se comenzó a evaporar con los veinte años, con la universidad y un nuevo mundo. Kushina comenzó una carrera de modelo, ahora era exitosa, adorada por las masas a sus casi veintinueve años, tenía su propia línea de cosméticos, ropa, varios ceros en su cuenta corriente.


Nadie sabía muy bien de su pasado, y eso ambos lo agradecían porque ni ella ni él querían exponer a Naruto al hostigamiento de la prensa amarilla. Ella ayudaba económicamente a Naruto y también a él, a pesar que el pequeño al principio no quería saber nada de ella, porque sentía que lo había abandonado y también porque dejar a su padre con el corazón roto al enterarse por la prensa que su mujer tenía un amorío con un camarógrafo de modas.


Madara tomó una larga ducha, sus músculos lo agradecían, estaban demasiado entumecidos, y ahora al relajarse dolía. No podía creer que estuviese tomando una ducha en un lugar que no conocía, pero el lugar era hermoso y ese rubio parecía ser una buena persona.


Cuando terminó la ducha, fue en búsqueda de un cepillo de dientes, estaba asombrado y al mismo tiempo agradecía que hubiera incluso pequeños botes de dentífricos, acaso en esa casa también había alguien con algún TOC como el suyo.


Tomó una yukata en tonó rojo italiano, no tenía etiqueta, así que era fabricación casera, le quedó bien quizás un poco más ancha, pero nada que no se pudiera ajustar. Secó su cabello gracias al secador que estaba colgado al lado del espejo, era de eso típicos secadores de cabello de hotel, anclados en la pared, quizás estaba en un hotel o en un pequeño hostal ¿Podría ser posible?


Camino hacia el salón, se escuchaba el sonido de una canción muy animada y risas, la canción era pegadiza. Al entrar vio a un niño rubio bailar frenéticamente por todo el lugar haciendo reír al otro rubio que estaba en la cocina y un hombre mayor sentado en una mesa de escritorio, muy bonita hecho con madera en bruto y metal, sobre él un ordenador de escritorio.


El rubio pequeño se movia de aquí para allá sin reparar en su presencia, los otros dos hombres si lo hicieron, pero al parecer ninguno estaba dispuesto a decirle algo al niño para que parece o le bajara a la canción.


Minato se rió sin poder evitar la cara de Madara Uchiha era un poema parece que nunca había visto hacer el ridículo a un niño, Naruto escuchaba la canción Weapon of Choice de Fat Boy, el video era divertido un actor de cine salía bailando de manera divertida por un hotel, y Naruto trataba de imitar el baile. La canción llamada por su hijo el Shot de energía para días de celebración, pero la verdad era que había encontrado la canción en Youtube por casualidad peleando por qué escuchar con Yahiko, una de las ranitas de su profesor.


Yahiko, Konan y Nagato, eran huérfanos y nadie los quiso adoptar tenían seis años cuando el orfanato se quedo sin dinero y los niños iban a ser separados. Pero Jiraiya insistió en hacerse cargo de los tres niños que se habían criado como hermanos, más de once años, ninguno le decía papá a “Ero-Sennin” apodado así por Naruto, a Minato le decían papá a pesar que podía ser su hermano y a Jiraiya le decían Sensei aunque ahora todos le decían igual que Naruto.


- Oooh – Naruto exclamó al ver al hombre grande frente a él – Hola señor –


- Hola – No sabía comportarse.


- Quiere tomar asiento – Invitó con cariño el menor - ¿Le gusta el té o café? –


- Un café por favor – Pidió


Naruto asintió con la cabeza y corrió hacia la cocina se movía como un monito por aquí y por allá, volvió  a su lado con una bandeja de madera tallada y pintada de blanco, con hermosa porcelana blanca, y una tetera con café – Ojala le guste, es café de trigo, es hecho por nosotros – Dijo con orgullo – Tiene cascara de Naranja y canela –


Madara atacó las galletas en forma de lenguas de gato con un extremo con chocolate, estaban deliciosas se deshacían en la boca.


- Papá está haciendo comida, le gusta el Ramen – El rubio se sentó a su lado buscándole conversación.


- Sí – Se sintió intimidado por un niñito, no lo podía creer posible, mientras se servía el primer sorbo de café, el aroma era delicioso, nunca había probado café de trigo.


- Rico ¿verdad? – Naruto dijo orgulloso – Nosotros lo tostamos, es trigo de nuestra propia plantación – Informo.


- Sí, eso,  dónde estamos – Consultó sin dejar de observar el lugar era hermoso, una mezcla extraña entre decoración y estructura japonesa clásica, con decoración industrial y rustica, toda coexistía muy bien.


- En Tokio –Informó Jiraiya – Pero en la parte más rural de Tokio, esto es parte de mi terreno que me niego a vender, es nuestro pequeño paraíso, mañana podrás verlo mejor si lo deseas, soy Jiraiya, sé quién eres, te conocemos muy bien en esta casa, eres el ídolo de mi hijo Minato – No lo era pero lo consideraba uno.


- No tenía idea de este lugar –


- Es extraño, cuando tu esposo Hashirama me ha hostigado hasta el cansancio para hacerse con estas tierras – Replicó con acides.


- Ero-Sennin no seas pesados con nuestro invitado, es su esposo nada más, no tiene la culpa de que ese señor nos quiera echar de aquí –


- Yo no lo sabía, nunca me meto en los negocios que hace –


- Él lo sabe – Minato dijo con tranquilidad, llevando una charola con Ramen, para su invitado y para su hijo, sirviendo a cada uno un cuenco – Quieres llamarlo o alguien de tu familia –


- No – Dijo muy seguro – No quiero hablar con él, lo que si debo llamar a la policía –


- ¿Policía? ¿Alguien le hizo algo? – Preguntó inocente Naruto.


- No, pero seguro mi esposo puso una denuncia por presunta desgracias y no quiero que me busquen –


- Tenga – Madara vio como Minato usaba un spray para eliminar bacterias en el teléfono – Sé de sus fobias, su un seguidor de su trabajo –


- Gracias – Madara estaba impresionado por aquello, llamó a la policía e informo que estaba bien pero que no quería ser contactado por su familia. Aunque dijo eso terminó llamando a su hermano Izuna, para que calmara a la familia, le dijo que se encontraba a salvo pero que no quería que nadie supiese en donde estaba por un tiempo, aunque su hermano le pregunto cómo iba a vivir, aún no lo sabía pero algo se le ocurriría.


- Puede quedarse aquí – Dijeron juntos Minato y Jiraiya sorprendiendo a Madara.


- Sí, esta casota es grande, vivimos seis personas y quedan habitaciones libres – Agregó Naruto – Le hará bien un cambio de aire, cuando mis papás se separon, dejamos la cuidad, y nos vinimos a vivir a este bosque embrujado, entre todos comenzamos a levantar esta casa, todo lo que ve aquí lo ha hecho mayormente mi papá solito, los demás solo le hemos ayudado –


- No tengo dinero –


- Detalles – Jiraiya le paró el rollo al menor – Mañana verá como es este lugar, y le aseguro que no querrá irse.


- Está bien, muchas gracias por ofrecimiento –


Así Madara Uchiha se había topado con la familia más entretenida y ruidosa que él jamás soñó conocer, las cosas iban a cambiar en su vida y él aún no tenía ni idea, que se iba a enamorar irremediablemente de Minato Namikaze, y todo eso mientras se escondía de su marido en aquel pequeño paraíso.

Notas finales:

Nos vemos que estén super!!!


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