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Un bebé en camino por Kirah69

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Stiles reunió a toda la manada en la nueva Mansión Hale (Derek insistía en que ese no era su nombre y que ni siquiera era una mansión, pero, para su desgracia, el nombre había calado entre los demás y ahora todos la llamaban así). Todos estaban algo molestos porque les hubiera hecho ir en un día de diario, pero estaba demasiado emocionado como para preocuparse por eso y tampoco es que tuvieran nada importante que hacer, todos tenían la tarde libre. Scott trabajaba por la mañana en una cafetería después de que sus notas no fueran suficiente para entrar en la escuela de veterinaria; Malia había conseguido superar el instituto por los pelos y ahora trabajaba en el almacén de un centro comercial; Liam estaba repitiendo el último curso en el instituto y, como siempre, a ninguno de los Hale se le conocía trabajo. Los demás miembros de la manada estaban en la universidad, algunos aún en California y otros fuera del estado.

—¿Puedes darte prisa?—gruñó Liam cuando Stiles se plantó frente a ellos vibrando con energía.

—He pensando en un montón de formas de decir esto, pero creo que la mejor es: ¡VOY A TENER UN HIJO!

Todos ellos se quedaron mirándolo con la boca abierta, incluido Derek.

—¿Es que no sabes lo que es un condón, Stilinski?—le dijo Malia con el ceño fruncido.

—Te recuerdo que fui yo quien te enseñó lo que eran los condones. Y fue incómodo de narices—replicó señalándola con el dedo—. Usamos condones, pero no son cien por cien efectivos y con mi suerte por supuesto que me tenían que fallar a mí.

—¿Y quién es la desafortunada?—preguntó Liam.

—Se llama Aurora-.

—¿Has dejado embarazada a una princesa Disney?—se burló Peter.

—El hecho de que conozcas su nombre cuando todo el mundo la llama Bella Durmiente dice más de ti que de mí—replicó Stiles y continuó como si no hubiera dicho nada—. La conocí cuando volví a la uni y salimos un par de semanas, pero no encajábamos bien y ya había decidido dejar la uni de todos modos. Quedamos como amigos y la verdad es que no esperaba volver a oír de ella.

—¿Entonces vas a volver con ella? ¿Os casaréis y seréis papás juntos?—preguntó Scott con un tono casi ilusionado.

Stiles le miró con los labios fruncidos.

—¿No has escuchado cuando he dicho que no encajábamos bien? No voy a volver con ella.

—¡Pero tendréis un hijo en común!—exclamó confuso.

—Ese no es motivo suficiente para estar con alguien. Además—continuó antes de que Scott interrumpiera—, ella no quiere saber nada del niño. Sus padres no dejaron que abortara porque son unos de esos retrógrados que van contra el aborto, pero tampoco quieren que se quede al niño para que no arruine su futuro así que iban a darlo en adopción.

—Porque no hay suficientes niños ya que necesitan un hogar—murmuró Peter molesto.

—Auri tampoco quiere eso para el niño, pero no está preparada para cuidar de él así que me llamó para ver si quería hacerme cargo—se encogió de hombros y sonrió—. Y acepté. No estoy en contra de la adopción, pero puedo hacerme cargo del bebé y sé que no tendré que hacerlo solo. Si puedo evitar que mi hijo entre en el sistema... ¿por qué no?

—Será más difícil que encuentres novia con un bebé—comentó Liam.

Stiles arqueó las cejas incrédulo. Desde que Hayden lo había dejado para vivir su vida al otro lado del país, el lobo menor solo podía pensar en encontrar otra novia (o cualquiera con quien acostarse). Sus relaciones no duraban más de una semana, todas se alejaban cuando veían sus problemas de ira. Chicas inteligentes.

—Te dejaré a ti lo de encontrar novia. ¿Cómo te va, por cierto?—Liam se puso rojo en un instante, si era por vergüenza o por enfado no estaba seguro—. De todos modos, aún quedan dos meses y medio para que dé a luz. Podría cambiar de opinión y decidir quedárselo. Aunque fuera así, lucharía por la custodia compartida.

—¿No sería más fácil dejárselo a ellos?—preguntó Malia con expresión aburrida.

—También habría sido más fácil dejarte en el bosque transformada en coyote, pero aquí estás—replicó Stiles—. No os estoy pidiendo vuestra opinión, ni siquiera vuestra ayuda, solo os estoy informando de que, en unos dos meses, habrá un nuevo miembro en la manada. Es un niño, por cierto.

Se dio media vuelta y salió de la casa con los ánimos más bajos que cuando había llegado. Esperaba su sorpresa, pero alguna felicitación o al menos no tanta animosidad habrían estado bien. Estaba muy ilusionado. Después del shock inicial cuando se lo contó, no podía evitar estar emocionado, iba a ser papá. Que su manada no compartiera su entusiasmo ni lo más mínimo era bastante deprimente.

Al menos la reacción de su padre había sido bastante mejor. En un primer momento se había preocupado porque su hijo de veinte años fuera padre soltero, pero entonces le había dicho que estaba seguro de que sería muy buen padre.

Se subió al jeep y arrancó. La puerta del acompañante se abrió y Peter se deslizó dentro.

—¿Qué estás haciendo?—le preguntó al lobo con el ceño fruncido.

—Tienes dos meses para prepararlo todo, te vendría bien algo de ayuda y una tarjeta sin límite. Por cierto, enhorabuena.

Esta vez fue Stiles quien se quedó con la boca abierta. Peter era el último del que se esperaba esto. Bueno, no el último, pero aun así le sorprendía.

—Gracias, de verdad, pero no hace falta que... puedo encargarme de lo que haya que comprar.

—Por favor, esto es lo que hacen las manadas—Peter agitó la mano quitándole importancia—. Si esto fuera una manada de verdad, cada día habría un compañero o dos llevándote cosas para el bebé, no tendrías que comprar nada. Siendo las cosas como son, tendrás que conformarte conmigo.

—Yo no lo llamaría conformarme. Si quieres gastarte tu dinero en mi futuro bebé, no te voy a detener.

Sacó el coche del aparcamiento frente a la mansión y bajó por el camino que salía de la reserva. La nueva casa no estaba tan oculta como la antigua, pero seguía teniendo su privacidad entre los árboles.

—Gira a la izquierda—le dijo Peter.

—¿Mm? Pero el centro comercial está...—replicó indicando hacia la derecha.

—Iremos al de la ciudad vecina, al menos allí hay tiendas de diseño.

—Esnob—murmuró con los ojos en blanco.

Giró a la izquierda. Si Peter quería pagar el doble por cosas que hacían el mismo servicio era problema suyo. No se esperaba la primera extravagancia antes incluso de entrar en la tienda. Peter se acercó a un mostrador de atención al cliente, sacó su cartera y un momento después tenían a un chico joven yendo detrás de ellos con un carro para muebles.

—No voy a ir empujando un carro y, además, vamos a comprar demasiadas cosas y no cabrán en el coche, luego nos las llevarán—respondió Peter ante su mirada estupefacta.

—Eres de lo que no hay.

Fueron primero a por las cunas, una de las pocas cosas que Stiles sabía que necesitaría. Ya había hecho su investigación (la primera de muchas que vendrían), pero no esperaba ir de compras tan pronto así que aún no había hecho la lista de lo que necesitaba.

—Podríamos comprar un moisés además de la cuna—sugirió Peter.

—¿Qué es un moisés?

Peter le mostró uno de exposición.

—Una cuna para recién nacidos.

—Olvídalo, eso se le quedará pequeño enseguida—no era más que una cuna en miniatura.

—A los bebés les gusta estar en lugares estrechos, recogidos—explicó Peter.

—Mira esto, tienen cojines reductores. Harán la cuna más... recogida—tampoco iba a dejar que malgastara el dinero.

—De acuerdo. ¿Algún color preferido?

—Mientras no sea todo azul, cualquiera me vale.

Estudiaron todas las cunas y terminaron escogiendo una blanca con los barrotes en color madera claro. También cogieron varias sábanas y protectores además de los cojines reductores y todos los accesorios que se le ocurrieron a Peter. Después cogieron un cambiador y un armario a juego con un montón de cajones, una papelera para pañales y dos bañeras, una ergonómica y otra «tummy tub» que supuestamente servía para evitar los cólicos y no sé cuántas otras ventajas, aunque no parecía más que un barreño pequeño de precio excesivo, pero Peter insistió.

Para entonces, el chico que los acompañaba tuvo que ir a por otro carro.

También compraron accesorios para el baño como toallas súper extra suaves de múltiples colores, capas de baño (unos adorables minialbornoces con diseños de animales que Stiles estuvo encantado de comprar), termómetro, cepillo, aspirador nasal, toallitas húmedas, cremas y dos paquetes de pañales de diferentes tallas para los primeros días. Después compraron todo tipo de biberones y complementos para estos como escobillas, un esterilizador, un escurridor y un calienta-biberones. Además, un montón de juguetes, un portabebés de Batman (muy a pesar de Peter) y una colorida hamaca que se balanceaba sola y, por supuesto, chupetes y un vigilabebés con más funciones que su móvil (le hacía bastante ilusión). Por último, compraron el cochecito, una especie de tres en uno que le serviría para todo. Era rojo y súper caro.

Para cuando terminaron, el chico que los acompañaba ya apenas podía empujar el segundo carro.

—¿Qué hay de la ropa?—preguntó cuando se dirigieron a la caja.

—Prefiero otra tienda para eso.

Peter pagó sin escuchar siquiera el precio e indicó la dirección de entrega. Fueron a otra tienda una planta más arriba, una especie de boutique para bebés que ni siquiera tenía los precios a la vista porque los que entraban allí ya sabían que pagarían un ojo de la cara por aquello.

—¿Serviría de algo que te diga que solo utilizará esta ropa unas semanas antes de que se le quede pequeña?—preguntó sin molestarse en susurrar (iban a pagar tanto que las dependientas no podían mirarles mal).

—No y lo compraré con tu beneplácito o sin él—respondió tranquilamente.

Stiles resopló.

—Vale, pero al menos uno de los trajes tiene que ser de cuadros.

Peter se giró y lo miró con ojos entornados.

—Solo uno. Búscalo. Que sea talla 1, la talla 0 se le quedará pequeña en un par de semanas.

Stiles sonrió y se puso en marcha. Tenía una misión: encontrar un trajecito a cuadros. Lo demás se lo dejaba a Peter. No es que no le importara, simplemente sabía que Peter tendría mejor criterio que él. No cuestionaba por qué sabía tanto de bebés, había tenido muchos sobrinos y al ser el hermano menor había cuidado de la mayoría de ellos.

Encontró el traje que quería y se sentó en un sillón mientras Peter recorría la tienda. Las dependientas incluso le ofrecieron un café (y aceptó) y se puso a buscar en el móvil lugares donde donar ropa infantil. Para cuando terminó, Peter había seleccionado entre treinta y cuarenta prendas además de complementos como calcetines y gorros.

—¿Cansado?—le preguntó mientras se encargaban en caja de su compra.

Stiles dejó el móvil y apoyó la cabeza en el respaldo.

—No sé dónde voy a meter todo lo que has comprado. Pensaba poner una cuna en mi habitación y hacer hueco en el armario para meter sus cosas. Tendré que repartirlo por la casa, aunque la mayoría acabará en el salón.

Apreciaba mucho lo que Peter estaba haciendo por ellos, pero necesitaría una habitación enorme o dos para meterlo todo y no tenía ninguna habitación extra en casa ni dinero para mudarse a un apartamento por su cuenta; aún estaba trabajando a media jornada en la comisaría en espera de pasar las pruebas para ayudante del sheriff.

—Múdate a la mansión—replicó encogiéndose de hombros.

—¿A la mansión?—no esperaba esa respuesta, creía que podría convencerlo de devolver algunas cosas.

—Para eso está—se sentó en otro sillón junto a él y aceptó una copa de champán que le ofreció una dependienta o quizá la dueña de la tienda (había visto eso en realities sobre vestidos de novias, pero no se lo imaginaba en una tienda de ropa de bebé)—. No hemos construido todas esas habitaciones solo para Derek y para mí. Cualquier miembro de la manada que lo necesite puede mudarse y esto lo justifica más que de sobra. Además, así será más fácil cuando necesites que te hagamos de niñeras.

—No pretendía... No tenéis que hacer de niñeras, entre mi padre y yo...

—Stiles, tú mismo lo dijiste, no tienes que hacerlo solo. Tu padre trabaja turnos interminables y tú también tendrás mucho trabajo cuando empieces como aprendiz. Necesitarás niñera en muchas ocasiones, no lo veas como algo malo. Ser padre soltero es difícil, tan solo acepta la ayuda de tu familia.

Peter le apretó brevemente la mano, lo bastante para que sintiera un hormigueo en el estómago, y se levantó. Cambió la dirección de entrega y se fueron con una efusiva despedida de las dependientas. Pasaron por la primera tienda para modificar la dirección también ahí y salieron del centro comercial. Era ya muy tarde, la mayoría de tiendas habían cerrado ya. No pudieron evitar tragarse el atasco de salida.





Cuando llegó a casa, Noah ya estaba allí, sentado en el sofá viendo la grabación de algún partido. Cogió algo rápido para cenar y se sentó en el sillón.

—¿Cómo te ha ido con los chicos?—le preguntó sin apartar la vista de la televisión. Aún no se acostumbraba a llamarlos manada.

—Depende. En general, mal. O no muy bien. No mostraron mucho entusiasmo.

—¿Y en particular?

—Peter me felicitó y me llevó a comprar cosas para el bebé, con su tarjeta. Compró tantas cosas que no cabrían en esta casa.

—Mhmm—Noah giró la cabeza para mirarle y tenía esa expresión de sé que no me lo estás contando todo. O quizá Stiles solo estaba proyectando.

—Me ha ofrecido ir a vivir con ellos a la mansión—dejó el plato en la mesa para poder gesticular—. Sería más cómodo si necesito que alguien se quede con el bebé y allí tendría su propio espacio, toda una habitación para él.

—Stiles, lo único que me importa es si tú quieres ir—le interrumpió antes de que pudiera seguir dándole razones.

Stiles se mordió el labio y miró sus manos por un momento antes de levantar la vista hacia su padre.

—¿No te molestaría?—preguntó cauteloso.

—Hijo, solo quiero que hagas lo mejor para ti y para mi nieto—Noah se incorporó y se giró más hacia él. Lo miraba serio pero con esa emoción que reservaba para él—. Yo seguiré aquí para lo que necesites, pero sé que nunca he sido de gran ayuda—levantó la mano para callarlo cuando Stiles intentó interrumpirle—. Después de que tu madre se fuera, te criaste tú solo y saliste muy bien. Sé que lo harás igual de bien con tu hijo y esta vez no estarás solo. Si crees que vivir con los Hale te pondrá las cosas más fáciles, adelante.

No podía decirle que siempre había sido un gran padre porque durante años había sido peor que un padre ausente por culpa de su alcoholismo, apenas en los últimos dos años su relación había mejorado, sobre todo gracias a la distancia. Aun así, que creyera que sería un buen padre era muy importante para él.

—Iré a la mansión. Y que conste que creo que serás un gran abuelo—se levantó con el plato de su cena a medio comer en una mano y le dio un rápido abrazo con la otra—. Tengo que irme a la cama, mi jefe me hace entrar a trabajar muy temprano—bromeó para quitarle algo de emoción al momento.


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