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Nuestra luz por aisaka-san

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—¿Buscar a Valt? —preguntó Kazuki incrédulo, recibió como respuesta un asentimiento entusiasmado de la chica—. Sabes que eso es prácticamente imposible, ¿verdad?

 

—Pero “prácticamente” no es igual a “seguramente”. —respondió con una amplia sonrisa, lo único que recibió fue una mirada entrecerrada de Kazuki, quien no podía siquiera entender que la propuesta de Hikari iba 100% en serio.

 

—Si, claro que sí, por supuesto. —dijo en un tono más que sarcástico, la mirada que Hikari le dio fue de molestia pura.

 

—¡Oye! Sabes que siempre quise ir al campamento para conocerlo si algún día iba ahí y no se, llevaba a sus hijos pequeños o algo así. Pero eso nunca pasó, ahora tengo que buscar por mi propia cuenta, ¿no crees?

 

El tono resignado en el que hablaba fue suficiente para que Kazuki se sintiera un poco mal por ella, por lo que se acercó más a ella y puso un brazo en su espalda en modo de consuelo.

 

—Lo sé y lo entiendo Hikari pero, ¿no crees que ya es momento de aceptar que quizás eso no sucederá? Si no lo has encontrado aún, incluso cuando te volviste campeona mundial, debe ser por algo. Quizás Valt simplemente no quiere que lo encuentren.

 

—¿Y por qué querría algo así? El fue un hito, es un icono, prácticamente es un símbolo del beyblade moderno y renunció a todo eso. ¿Para qué?

 

Preguntó la chica casi en desesperación a lo cual Kazuki no supo muy bien que responder, por lo que guardó silencio; ella continuó con su perorata.

 

—Él inspiró y motivó a tantas personas incluso cuando dejó de ser blader, me inspiró a mi en todo lo que he logrado. Al menos quisiera agradecerle.

 

Repentinamente se quedó callada, Kazuki la miró con sospecha pues pensaba que esto no solo se trataba de su fanatismo hacia Valt Aoi, más no dijo nada. Sabía que hablar sobre el tema terminaría por poner peor a la chica, por lo que le sonrió y propuso una actividad más banal.

 

—¿Qué te parece si vamos a comprar unos helados? Se que eso siempre te levanta el ánimo, ¿que dices?

 

Antes de que Hikari pudiera negarse a la idea de Kazuki, ambos escucharon como un auto frenaba escandalosamente y aparcaba fuera de su casa. Cuando el motor se apagó, Kazuki ya estaba en la ventana, mirando a través de las delgadas cortinas hacia el exterior; sintiendo el verdadero terror cuando su predicción se cumplió.

 

—No puede ser, ¡Es papá-Waki!

 

Su miedo fue contagioso para Hikari. Si bien era consciente de que el rubio había ido allí buscando a Kazuki, también sabía que le pediría explicaciones por su ausencia en la partida de la excursión de la mañana y, aunque eso no fue del todo culpa suya, temía a ver a un Wakiya molesto.

 

Después de una ligera y casi cómica confusión entre ambos, donde Hikari miro  todos lados asegurándose de que la casa estuviera limpia y sufriendo un ataque de pánico al ver que no era así, mientras que Kizaki se escondía detrás de un bote de basura a medio llenar, justo al lado de las plantas que lo podrían cubrir sin problemas. La puerta finalmente se abrió revelando a la persona de quien precisamente querían esconderse.

 

Wakiya entró sin invitación alguna, no la necesitaba, después de todo era uno de los viejos amigos confiables de Shu Kurenai por lo que por supuesto, tenía una copia de la llave del recinto (la cuál no dudaba en darle un mal uso justo como ahora).

 

No pasaron ni cinco segundos antes de que comenzara a dar órdenes a diestra y siniestra.

 

—¡Kazuki! ¿Cómo es eso de que te escapaste? ¡¿Cómo te atreves a hacer esto después de tantas semanas de planificación y esfuerzo?!

 

Se acercó a grandes pasos hacia su hijo y lo sacó de su mediocre escondite tomándolo por las solapas cuál niño pequeño. Sin darle la oportunidad a Kizaki de hablar, se dirigió rápidamente a Hikari quien ya se había resignado a un regaño.

 

—¡Y tú! Nos dejaste plantados en la mañana, se nota a leguas que eres hija de tú padre, él también es un irresponsable faltando a juntas, reuniones y demás desde siempre. Casi había que rogarle para ir y tú eres igual, al menos una carta, un mensaje o algo que nos advirtiera que no ibas a ir hubiera sido muy amable de tú parte, jovencita.

 

Hikari quiso responder que la mitad de su reclamo no fue culpa suya si no de su padre, pero no pudo decir nada antes de ser nuevamente arremetida.

 

—¡Y mira este desastre! Tú casa es un chiquero, seguro que Shu no está, él nunca deja así este lugar. Pero ustedes son un par de adolescentes insolentes, quizás aprendan algo si los espero en el auto mientras limpian impecablemente este lugar.

 

Y tal como dijo, dejó a Kizaki en paz y salió del sitio con indignación, mirando al frente y sin darle la oportunidad a alguno de ellos de justificar su actuar. Ambos chicos se miraron sin saber muy bien que había pasado.

 

Contuvieron una risa, al final resultó incluso algo gracioso ser regañados de aquella forma tan extraña.



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La cita con el médico de siempre había resultado bien, recetó algunos medicamentos para el dolor y continuar con su tratamiento de siempre. Para ser honesto, a veces pensaba que ir hasta allá era una pérdida de tiempo.

 

Pero la verdad es que fue solo a su consulta para darle a Hikari un tiempo a solas, sabía lo molesta que estaba con él por no ceder nuevamente a su petición.

 

Aunque siempre se decía a sí mismo que era por su bien, que no podría dejar a Hikari seguir persiguiendo un sueño del que no puede despertar. Ella debía resignarse de encontrar a Valt, justo como él hizo en el pasado.

 

Acomodó con sus manos la peluca de su cabeza sin ser tan evidente frente a otras personas. Odiaba esa cosa pero odiaba aún más que las personas se le quedarán mirando tanto al notar su ausencia de cabello.

 

Si eso pasaba, luego notarían más cosas en él. Como los lentes que apenas y cubrían las cicatrices alrededor de sus ojos o el cubrebocas que dejaba expuesta la piel de sus orejas que yacía igual de maltratada.

 

Todo por un maldito accidente que él mismo provocó.

 

Y cada vez que miraba las manos de Hikari, se sentía como si fuera una basura.

 

Pero ella le sonreía siempre, le daba fuerza para continuar, incluso si en ocasiones tenía uno que otro capricho adolescente.

 

Miró al cielo con un gesto enternecido, un pensamiento que casi a diario tenía se le escapó nuevamente.

 

<<Incluso si son tan diferentes, me recuerda un poco a ti, Valt.>>

 


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