Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

I've been waiting for you por N3K0-Ch4N

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo: Autora: N3k0-Ch4N.
 
Género: Romance/Hurt-comfort.
 
Pareja (o parejas en este caso): Alberto Scorfano/Original Male Character (muy leve) y Alberto Scorfano/Luca Paguro (tomará mayor relevancia a medida que avanza el one-shot)
 
Advertencia: Ninguna, salvo que te puede provocar extrema diabetes o ganas de llorar a quien lo lea, así que recomiendo tener pañuelitos a mano.
 
Canción de fondo: I've been waiting for you_ ABBA (no reproducir hasta la segunda parte) [https://www.youtube.com/watch?v=MtIefyYtjBg&list=RDMtIefyYtjBg&start_radio=1]
 
Nota: Originalmente este iba a ser el primer one-shot con el que le daría mi entrada al fandom de la película LUCA, pero parece que el destino no tenía en mente dejar que hiciera eso, así que ahora lo dejaré como mi cuarto one-shot que escribo para este fandom.
 
A diferencia del primero, este one-shot se centrará un poco en Alberto y su vida unos años antes de conocer a Luca (unos dos o tres años atrás aproximadamente), veremos cómo se enamoró a primera vista de alguien sin conocerlo en su totalidad, como esta persona lo hirió rompiéndole el corazón y como eso afectó sus emociones y lo desilusionó al grado de no querer involucrarse con nadie nunca más, bueno, o al menos así fue hasta que sucedieron los hechos de la película que conocemos actualmente.
 
Vendría a ser como una especie de precuela a la película original, y también debo mencionar que este one-shot tendrá como música de fondo una de las canciones de ABBA, misma que se uso para su segunda y última película "Mamma Mia! Here We Go Again" del 2018, pero eso lo verán más adelante, dejaré la letra para que se guien al escucharla y también dejare la letra traducida de la forma más literal posible para quienes no entiendan inglés.
 
Además, cabe mencionar que este one-shot estará enteramente basado en un par de experiencias personales mías en cuanto al tema de tener amores pasajeros o enamorarse de una persona a primera vista sin conocer del todo su personalidad o como es y va a ser tu vida con dicha persona en un futuro.
 
Espero que disfruten del one-shot, no tengo ninguna advertencia más que quizás pueda llegar a darles un ataque de diabetes por todo su contenido dulce y sobre todo por la canción, o puede que tal vez lloren de lo conmovedora que les resultara la trama.
 
LUCA no me pertenece ni sus personajes, son propiedad del director Enrico Casarosa (director del cortometraje La Luna) y Pixar animation studios, la canción usada para este one-shot es propiedad de ABBA pero el fanfic es de MI propiedad.

Introducción.

Todos hemos llegado a pasar o incluso llegar a sentir en nuestros corazones aquel sentimiento de felicidad, anhelo y dicha o también hemos llegado a tener un cosquilleo en el estómago cuando vemos a alguien que nos gusta o se acerca a nosotros alguien que nos atrae mucho y no solo físicamente, algunas veces hemos llegado a sentir que nuestras manos tiemblan o sudan, o las palabras se atoran en la garganta al querer hablar, estos síntomas no son representación de ninguna enfermedad conocida, sino que son señales de enamoramiento.

Es común presentar este tipo de señales cuando se está enamorado, y a diferencia de los seres humanos, los monstruos marinos o gente del mar, cuando se enamoran de alguien ya sea de su misma especie o de un ser humano, es para siempre y rara vez encuentran a su alma gemela luego de enamorarse por primera vez; no obstante, este no es el caso que se presenta en Alberto Scorfano quien tuvo que esperar un largo tiempo para poder encontrar al amor de su vida, pues tuvo la mala suerte de enamorarse de alguien que siquiera le correspondía.

Y aquí es donde comienza la historia…

Prima parte.

Un pequeño niño que no tendría más de doce años se encontraba jugando por los alrededores de la torre que era su hogar, su nombre es Alberto y la razón por la que se encontraba jugando allí era porque esperaba a un amigo, mejor dicho, a que su crush llegara porque ese día le había prometido que pasarían lo que restaba de la tarde juntos, el pequeño había estado impaciente un largo rato, por lo que su padre le dijo que saliera a esperar a su amigo afuera, obviamente ya estaba cansado de la ansiedad e impaciencia del menor.

Ahora Alberto estaba sentado en una roca observando el sol ocultarse detrás del mar, pensando en lo mucho que su vida había cambiado al haberlo conocido a él.

El chico del cual se enamoró a primera vista era tan solo tres años mayor que él, quince alcanzado los dieciséis, cabello oscuro, ojos ambarinos como los de una lechuza, y puedo asegurar que si las miradas mataran, probablemente muchas chicas hubieran caído ya rendidas a los pies de ese atractivo joven junto con algún que otro chico que, en secreto, lo envidiaba o deseaba. De seguro muchos se estarán preguntando ¿quién es aquel chico que de algún modo conseguía hechizar a la mayoría de las jóvenes que lo admiraban e idolatraban? Bueno, el nombre de este chico era Enzo Rinaldi, hijo de uno de los pescadores que trabajaba en la aldea humana, un sitio que Alberto jamás había tenido la oportunidad de conocer, solo su padre iba allí de vez en cuando a hacer pequeños trabajos que se le encargaban, pero, por algún motivo que desconocía, el pequeño sintió que esta vez las cosas serían diferentes.

Un día que su padre salió de la torre temprano para ir a la aldea a trabajar, Alberto se despertó minutos antes que él y espero pacientemente a que saliera, apenas escuchó las pisadas del adulto caminar hacia donde se encontraba la escalera improvisada que daba acceso a la torre, el niño bajó de un salto de la hamaca donde dormía, se dirigió a la escalera, comenzó a bajar, aterrizó con un salto en el césped y se echó a correr en dirección a la playa, se ocultó detrás de una roca para evitar ser visto por su padre, asomado por un costado de la roca, Alberto vio a su padre tomar su forma marina la cual era de un color similar al suyo apenas su cuerpo entro en contacto con el agua. Cuando terminó de sumergirse en el mar, Alberto entro en el agua y nado siguiendo a su padre unos metros más atrás para no ser visto, ya casi llegando a la costa, el pequeño tomó un camino diferente al de su padre y se dirigió a una pequeña playa, al salir del agua se seco revelando su forma humana y una vez hecho esto comenzó a caminar hacia el muelle con la intención de buscar, conocer y tener nuevos amigos, no entendía porque su padre no quería que fuera con él cuando salía a trabajar, siempre le decía que lo hacía para evitar que llamara la atención de los humanos pero el pequeño ya estaba cansado de jugar solo todos los días, puesto que el único adulto que vivía con él casi ni le prestaba atención, estaba tan distraído y perdido en sus pensamientos que no se dio cuenta de que un joven de cabello oscuro y ojos ambarinos iba en su misma dirección cargando un cajón de madera repleto de pescados, ambos chocaron y el cajón cae a un costado del suelo, desparramando su contenido.

-Cazzo, no puedo creer que haya dejado caer el cargamento de hoy-murmuró aquel joven levantando el cajón de madera con una mano mientras que con la que tenía libre se ocupaba de volver a poner el pescado que se había caído de éste, Alberto solo se quedo sentado en el suelo observando al chico guardar el pescado hasta que éste se percató de su presencia y lo miro con el ceño fruncido-¡oye, tu! ¡non fissar mi y ayúdame con esto!-el pequeño parpadeó un par de veces, sacudió la cabeza y ayudó a aquel chico a terminar de guardar el pescado, por suerte, no tardaron mucho, solo un par de minutos, cuando acabaron el chico de ojos ambarinos se secó el sudor de la frente con el dorso de su mano y volvió a ver a Alberto-phew, bien, creo que eso es todo. Muchas gracias, niño, sin tu ayuda no habría terminado a tiempo-se puso de pie al tiempo que tomaba el cajón de madera y lo colocaba bajo su brazo-bueno, nos vemos-comenzó a caminar alejándose de allí pero no dio un par de pasos siquiera que recordó algo y se rió ligeramente-oh, mis disculpas, creo que no te dije mi nombre, io sono Enzo-añadió al tiempo que se daba la vuelta y extendía su mano-¿come ti chiami?-Alberto se alejó un poco dudoso de querer corresponder su saludo y la sonrisa en el rostro de Enzo se desvanece-¿por qué te alejas? No voy a hacerte daño-se acercó un poco más al niño y le ofreció nuevamente su mano-vamos, toma mi mano, ti auto ad alzarti-Alberto sin pensarlo tomó la mano de Enzo y éste lo jaló ayudándolo a ponerse de pie-ora, ¿vas a decirme cómo te llamas o solo vas a quedarte viéndome?-

-¿Q-qué? sí, seguro…-respondió el menor, bajó su mirada hacia su mano aún aferrada a la del chico de pie frente a él-yo me llamo…-pronunció al tiempo que un ligero sonrojo teñía su rostro-m-me llamo… me llamo Alberto-

-Bueno, fue agradable conocerte, Alberto-le dijo Enzo tras separar sus manos, reacomodó el cajón de madera y ahora lo sujetaba con ambas manos-pero ahora debo irme, mis padres me están esperando y debo llevar este cargamento, nos vemos-

-Sí, claro, nos vemos…-le dijo Alberto, apenas el chico de ojos ambarinos se alejó caminando de allí, el pequeño comenzó a correr de regreso a la pequeña playa de donde había salido, al llegar se detuvo un momento para recuperar aire al tiempo que un fuerte sonrojo teñía sus mejillas ¿qué había sido eso? ¿por qué se quedó viendo a Enzo como si fuera algo fascinante? Sin dudas eso le pareció extraño ya que nunca antes había vivido algo así, pero entonces ¿por qué se sonrojó apenas tomó su mano y su voz se tornó nerviosa? El sonrojo podía justificarlo a que había entrado en calor al correr de regreso al lugar por donde vino pero el nerviosismo… bueno, eso no lo podía justificar.

Alberto salió de sus recuerdos y dirigió su mirada nuevamente hacia el sol, el cielo poco a poco estaba adquiriendo un tono anaranjado-amarillento, en eso, metió una mano en el bolsillo de su short y sacó un papel con el nombre "Enzo" mal escrito, dentro de éste había un dibujo a crayones hecho por él mismo ¿adivinaron lo que estaba pasando? sí, el menor tenía planeado no solo pasar la tarde jugando con su amigo, también estaba decidido a decirle que lo quería, llevaban mucho tiempo juntos conviviendo como amigos y Alberto pensó que quizás era momento de expresarle lo que sentía a Enzo.

Tras esa pésima presentación de camino al muelle, el pequeño no se dio por vencido e intentó volver a hablar con Enzo al día siguiente, esta vez se dirigió nadando al pueblo donde el chico trabajaba con sus padres durante el día, salió del agua de un salto y se secó mostrando su forma humana, una vez que terminó de secarse, Alberto se alejó de la playa y comenzó a caminar buscando a su nuevo amigo, por suerte no le tomó mucho tiempo, por el cajón de madera que el chico cargaba ayer, supuso que estaría en el muelle trabajando aprovechando que el sol no era muy fuerte a esa hora de la mañana, por lo que se dirigió hacia allí, lo único que iba a hacer al llegar era fingir que caminaba casualmente y si lograba encontrarse con Enzo, lo saludaría y le preguntaría (inocentemente) si quería jugar con él en cuanto terminara de trabajar.

Ya en el muelle, Alberto se escondió detrás de unos cajones vacíos y una red, elevó un poco la cabeza para poder encontrar a Enzo desde su posición, a lo lejos, pudo ver uno de los botes pesqueros no muy lejos de la costa, notó la silueta de un hombre dejando caer las redes al agua y tras hacer eso, un chico de cabellos oscuros salió de la cabina donde estaba el motor llevando dos cubetas en cada mano ¡ese era Enzo! Notó como el rostro del adolescente estaba algo rojo por el calor y el esfuerzo de tener que cargar dos cubetas, además de que su cabello se encontraba ligeramente despeinado. El menor no pudo evitar sonrojarse él también, su corazón latía con fuerza dentro de su pecho y sentía una extraña sensación en su vientre con tan solo verlo, en eso, salió de sus pensamientos al escuchar voces y gritos no muy lejos de donde estaba, al desviar la mirada se topó con un pequeño grupo de hembras humanas que miraban y trataban de llamar la atención de aquel chico ya sea gritando su nombre, haciendo señas con las manos o saludándolo.

Alberto pensó en ir y colarse entre ese pequeño grupo e intentar llamar la atención de su amigo, afortunadamente, su padre no se hallaba cerca de ahí así que podía acercarse sin problemas, comenzó a caminar hacia donde estaban aquellas féminas pero para su mala suerte su pie se enredó con una de las redes de pesca que habían sido colocadas allí, lo que provocó que tropezara y cayera de bruces contra el suelo, incluso algunos cajones le cayeron encima, fue un alivio que nadie notara lo que acababa de pasar porque estaría muy nervioso y avergonzado, con dificultad y algo de torpeza logró empujar los cajones que estaban encima de su cuerpo, llevó sus manos a su pie derecho y comenzó a desenredar la red amarrada en éste, una vez que logró liberarse, se acercó al grupo y se puso en medio de éste pensando que Enzo lo notaría.

-¿Enzo?-dijo Alberto, más no fue escuchado debido al grupo de féminas alrededor de él-Enzo-volvió a intentar otra vez obteniendo el mismo resultado, el chico estaba muy concentrado en su trabajo como para poner atención a su séquito de admiradoras-¡Enzo!-

Por más que el menor le hablara o lo llamara por su nombre, no había forma de que el joven lo notara o alcanzara a oír su voz entre tanto griterío, así que tuvo una idea, sería arriesgado pero debía hacer algo para que Enzo lo notara. Aprovechando que nadie lo estaba viendo, Alberto se alejó de aquel grupo de hembras humanas, corrió unos metros lejos del muelle y se metió al mar, adoptando su forma marina, ya en el agua nado buscando el bote donde estaba su amigo de cabello oscuro y mirada ambarina.

Por otro lado, Enzo depositó las cubetas en el suelo de madera del bote al tiempo que secaba su sudor con un paño, llevó su mano a su cabello despeinándolo un poco más, desvió la mirada hacia su séquito de admiradoras, les sonrío y saludó con su mano libre haciendo que muchas de ellas comenzaran a chillar o gritar de emoción; sin embargo, el momento no duró mucho ya que sintió agua fría caerle en la nuca, desvió su mirada hacia otro bote donde estaban un par de gemelos conocidos como los hermanos Serra, ambos un chico y una chica respectivamente, a quienes les encantaba molestar a Enzo y su padre cuando éstos trabajaban.

-Oigan ¡oigan!-gritó Enzo llamando la atención de los gemelos quienes dejaron de lado sus cosas para ver a su enemigo-¿quieren dejar de hacer eso?-

-¿De qué estás hablando?-preguntó el gemelo mayor confundido-nosotros no hicimos nada-

-Agh, no te hagas el que no sabe nada, tú sabes muy bien lo que hiciste.

-No sé de qué me estás hablando, Rinaldi ¿podrías tratar de ser más claro?

-¡Tú mismo deberías saberlo, idioti!

-Oye ¿cuál es tu problema con mi hermano, stupido? Si él no tiene idea de que fue lo que pasó, entonces debe estar diciendo la verdad-habló la gemela menor queriendo defenderlo.

-No vengas a tratar de proteger a tu hermano y fingir que tu también eres inocente porque eres menos inocente que él.

-¡¿Qué acabas de decirme?! ¡acércate para que arreglemos las cosas de una vez!

-Seguro, pero mejor ven tú aquí prime…-Enzo dejó de hablar apenas sintió que otra vez salpicaban agua sobre su nuca, mojando un poco más camisa y molestando aún más al adolescente-¡basta ya! Esto no es gracioso-

-¡Te digo que nosotros no hicimos nada!-exclamó el gemelo mayor con un tono molesto en la voz.

Debajo del bote, Alberto llegó a escuchar una buena parte de la discusión, no pudo negar que en parte se sentía culpable ya que él había sido quien empezó la discusión, dio la vuelta y se alejó nadando de allí, intentó llamar la atención de Enzo salpicándole agua con ayuda de su cola pero su plan salió mal y solo consiguió molestarlo aún más.

Más tarde, el pequeño de ojos verdes se encontraba sentado en la arena de la playa por la cual había llegado a la aldea humana el día anterior, observaba las olas moverse en el mar hasta llegar a tocar la orilla donde estaba sentado, pero por suerte no llegaron a mojar sus pies revelando así sus escamas azul violáceas. No podía negar que se sentía un poco mal por haber hecho enojar a su primer amigo y lo más probable es que si éste llegaba a enterarse que había sido él quien lo mojó quizás se molestaría con él y no querría hablarle después de eso, pero una parte de él le decía que no pensara en lo negativo del asunto y que quizás Enzo lograría entender porque razón hizo lo que hizo hace un par de horas atrás. En eso, el menor salió de sus pensamientos al escuchar unos pasos caminar hacia la playa donde estaba sentado contemplando el mar, desvió su mirada hacia atrás y pudo ver que se trataba de Enzo, éste siquiera lo miró ya que iba caminando cabizbajo, con ambas manos metidas en los bolsillos de su pantalón y con un semblante que parecía ¿molesto? ¿angustiado? ¿enfadado? Cual sea que fuera la expresión, Alberto no podía identificarla muy bien. El chico de cabello oscuro soltó un largo suspiró frustrado y se sentó de un salto en la arena no sin antes patearla un poco con su pie izquierdo mostrando así lo molesto que estaba ese día, ya sentado, cruzó sus brazos sobre sus rodillas y apoyó su mentón sobre éstos mientras observaba a un punto fijo en el horizonte; sin embargo, ese momento no duró mucho, pues sus ojos ambarinos se desviaron hacia cierto niño que estaba sentado allí junto a él y se sobresaltó ligeramente al verlo.

-¡Whoa!-exclamó Enzo, casi se cae hacia atrás pero supo afirmarse con una mano evitándolo, Alberto lo miró un poco confundido ¿es que acaso era tan feo para que se asustara así?-lo siento, no quise hacer eso pero… tampoco me esperaba encontrarte aquí ¿qué estás haciendo aquí?-

-¿Y-yo? uh, nada, supongo…-respondió Alberto con un poco de timidez mientras se ponía a jugar con la arena semihúmeda de la playa-solo… estaba aquí observando el mar ¿y tú? ¿q-qué estas… quise decir, que haces tú aquí?-

-Me gusta venir aquí si tuve un día difícil, a veces suelo quedarme a pensar y reflexionar sobre lo que me ha pasado-le dijo Enzo, desvió su mirada de la del menor y volvió a enfocarse en el cielo azul del mediodía-y creo que hoy es uno de esos días…-

-¿Qué fue lo que te pasó?

-Bueno, estaba trabajando con mi papá, tenía que sacar agua del bote porque se estaba inundando y él me pidió a mi hacer esa tarea porque al parecer tengo la medida exacta para bajar al cuarto donde está el motor-le contó el chico de cabellos oscuros, Alberto no dijo nada, siquiera lo interrumpió o mostraba estar desinteresado en su relato, al contrario, quería escucharlo y tal vez le diría lo que en realidad pasó apenas terminara de hablar-estuve sacando agua un largo rato, hasta que decidí detenerme a descansar porque estaba entrando en calor y sudaba mucho jejeje… la cosa es, que mientras estaba intentando relajarme, mojaron mi cuello con agua fría empapando un poco mi camisa, me molesté porque no sabía bien quien lo había hecho, así que pensé en mis principales sospechosos, los hermanos Serra y decidí confrontarlos y pedirles que dejaran de molestarme pero al parecer los muy idioti decidieron fingir que no habían hecho nada. No tengo dudas pero tampoco pruebas ¡yo sé muy bien que fueron ellos los que me mojaron!-

-Uh, o-oye… sé que quizás se oiga raro lo que diré, p-pero… n-no fueron ellos quienes te hicieron eso…-respondió Alberto con un ligero nudo de nervios en la voz, sentía su corazón latir con fuerza dentro de su pecho y sus manos temblar mientras éstas se aferraban a la arena creando pequeños surcos en ella.

-¿Ah no? entonces ¿sabes quién fue el que me mojó? Si lo sabes ¡dímelo, per favore! Necesito saberlo.

-B-bueno, la persona que te mojó fue… en realidad fui yo-respondió Alberto, rápidamente desvio la mirada un poco temeroso de la reacción de su amigo.

-¡¿Qué?!-exclamó Enzo al tiempo que se ponía de pie y miraba al menor con una expresión de shock y asombro en el rostro-¡¿tú fuiste quien me mojó?! ¿por qué no me lo dijiste antes? ¡me habría ahorrado la molestia de contarte todo lo que me pasó hoy!

-¡No quería decírtelo hasta que terminaras de hablar! lo siento…-se disculpó el niño de ojos verdes sin levantarse de su lugar en la arena-¡por favor, no te enfades conmigo! solo quería llamar tu atención y saludarte… pero veo que solo hice que te pelearas con tus amigos, tampoco fue mi intención que algo así sucediera, de verdad lo siento-

-Descuida, no estoy enfadado-respondió el chico de cabello oscuro volviendo a tomar asiento junto a Alberto en esa pequeña playa-y además, los Serra y yo no somos lo que podrías llamar "amigos" por así decirlo, no nos soportamos, es más, ellos siempre están buscando algún motivo para molestarme o molestar a mi papá cuando trabajamos y ¡son tan odiosos! No puedo evitarlo pero hay días en que logran sacarme de quicio-desvió la mirada hacia el menor sentado junto a él-por eso vengo aquí cuando puedo al terminar de trabajar, para no tener que lidiar con ellos y también me gusta observar el mar y pensar en todo lo que me pasa en el día-

-Hmm, supongo que en eso no somos tan diferentes…-pensó Alberto sin dejar de ver a su amigo con una pequeña sonrisa en el rostro mientras recordaba cuando se quedaba despierto hasta tarde en el techo de la torre pensando en todo lo que había hecho durante el día, al menos hasta que su padre le gritaba que debía entrar a dormir y que no le haría bien permanecer tanto tiempo en la intemperie, ambos permanecieron allí sentados disfrutando del silencio y de la mutua compañía del otro, hasta que el menor volvió a hablar para romper la tensión entre ellos-y… um… ¿no quieres ha-hacer algo?-

-La verdad no, me gusta estar aquí contigo-respondió Enzo quien se recostó en la arena colocando sus manos sobre la cabeza a modo de almohada, Alberto lo vio e imitó su acción-es agradable tener algo de compañía a veces, no siempre tengo que estar pasando mi tiempo solo aquí pero ¡vamos! cuéntame algo de ti, ya te hablé de lo que me pasó hoy y yo no sé nada de ti ni que haces durante el día, me gustaría saberlo, si queremos ser amigos necesitamos conocernos un poco más-

-Seguro, uh… ¿por dónde empiezo?

Así pasaron los días, ambos chicos se reunían en el mismo lugar a la misma hora todos los días, Alberto se aseguraba siempre de estar esperando a Enzo en la playa y éste llegaba apenas terminaba de ayudar a su padre con su trabajo. Apenas se veían, se dedicaban a pasar la mayor parte del tiempo juntos, ya sea jugando al escondite con lo que pudieran encontrar allí, caminando juntos o hablando mientras ambos observaban el sol ocultarse tras el mar, con el paso del tiempo, el pequeño monstruo marino azul violáceo comenzó a desarrollar otro tipo de sentimientos hacia el adolescente, si bien, no negaba que disfrutaba mucho de su compañía y de pasar gran parte del día con él, no podía evitar sentir que un ligero calor se formara en sus mejillas cuando éste colocaba una mano en sus hombros de forma amistosa, lo atraía hacia él en un abrazo cuando se saludaban o que cientos de peces nadaran en su estómago cada vez que estaba cerca de él.

Al principio Alberto creyó que estaba enfermo y que quizás se estaba contagiando de algún tipo de virus peligroso y le preocupaba poner en riesgo la salud de su amigo, pero luego de un tiempo se dio cuenta de que lo que sentía no eran síntomas de ninguna enfermedad en específico, al menos no formaban parte de las enfermedades humanas de las que le mencionaba su padre, sino que era algo diferente, aquel sentimiento que tenía hacia Enzo era amor, pero no el que debería sentir normalmente por un amigo, sino más bien como ese que siente un hombre cuando amaba a una mujer ¿qué haría ahora? ¿debía decirle a Enzo que estaba enamorado de él o simplemente debía guardarse esos sentimientos dentro de sí? lo más probable era que si se lo decía ahora mismo, probablemente el chico de ojos ambarinos como las lechuzas se disgustaría de tal confesión o lo rechazaría, y era algo que Alberto temía, no soportaría la idea de ser rechazado por aquella persona que se había convertido en su primer amigo y que además de todo era un humano, ahí estaba el problema, se había enamorado de un humano y él no era un humano, era un monstruo marino ¿cómo reaccionaría si lo supiera? Probablemente se espantaría o se alejaría de él al saberlo, ahora no solo debía esperar el momento indicado para confesarle a Enzo sus sentimientos, sino que también debía ocultarle el hecho de que es un monstruo marino, afortunadamente, no habría problema con ello, mientras se mantuviera lejos del agua estando con el adolescente de cabello oscuro, todo estaría bien. O al menos eso fue lo que pensó hasta que ocurrió ese incidente que cambió un poco las cosas entre ellos.

Ambos se encontraban jugando en la isla donde Alberto vivía con su padre, el pequeño se había atrevido por fin a preguntarle a Enzo si quería jugar con él en el lugar donde vivía tras mucha insistencia de su parte y de finalmente lograr que el adolescente cediera a sus suplicas, éste le prometió ir en la tarde pues ese día tenía mucho trabajo por delante y su padre le había dicho que no terminaría hasta que el sol no comenzara a ocultarse detrás del mar (como a las cuatro o cinco de la tarde aproximadamente). Al volver a la torre, Alberto entró en la habitación que usaban él y su padre, pasó a un lado de éste quien se encontraba recostado boca abajo en la hamaca que usaba para dormir con un brazo tapando sobre la almohada cubriendo su rostro mientras el otro colgaba rozando el suelo, lo saludó pero apenas le respondió con un 'nngh' que se oía bastante angustiado, por el tono de voz con el que le respondió, el monstruo marino debió suponer que acababa de ser despedido de alguno de los tantos trabajos que tenía en la aldea humana, pero decidió restarle importancia a como se encontraba el adulto y en su lugar se ocupó de buscar lo que necesitaba ese día para pasar tiempo con Enzo. Buscó algunos papeles, lápices y crayones de colores por si ese día quería dibujar, luego tomó un par de varas de madera y unas ollas para usar a modo de cascos y salió de la torre con cuidado mientras cargaba todas estas cosas en sus brazos, para cuando terminó de bajar la escalera improvisada, pudo ver una silueta en un pequeño bote que se aproximaba la playa de la isla, el pequeño reconoció a su amigo enseguida, soltó todo lo que llevaba con él dejándolo caer al césped y fue corriendo hasta la playa para recibirlo.

-¡Enzo!-gritó Alberto, apenas el chico bajó del bote, desvió su mirada hacia la isla y se encontró con su pequeño amigo corriendo alegremente hacia él y antes de que pudiera decir algo, sintió cómo éste se abalanzaba contra su cuerpo abrazándolo, lamentablemente no pudo mantenerse de pie y cayó otra vez dentro del bote con el menor aferrado fuertemente contra su cuerpo-¡viniste! por un momento pensé que no cumplirías tu promesa-

-No digas eso, dije que estaría aquí al atardecer y aquí estoy ¿no lo ves?-le respondió Enzo-además, deberías saber antes que nadie que en mi familia nunca rompemos nuestras promesas-

-De acuerdo, lo tendré en cuenta-respondió el pequeño de ojos verdes, enseguida se incorporó y ayudo a su amigo a ponerse de pie, ambos salieron del bote y caminaron unos pasos alejándose de éste-aun así, estoy feliz de que hayas venido, pensé…-desvió la mirada un segundo hacia la torre donde estaba descansando su padre-pensé que tal vez terminaría jugando solo-

-Por supuesto que no, y… ya que estoy aquí ¿qué tienes planeado para hacer hoy?-preguntó Enzo mirando a Alberto con curiosidad y ganas de saber que es lo que tenía preparado el menor para poder pasar lo que quedaba de la tarde juntos.

-Uh, b-bueno yo… pensé que quizás podríamos pasar la tarde dibujando…-respondió Alberto en voz baja, llevó una mano a su brazo izquierdo frotándolo con un poco de pena al tiempo que un leve sonrojo aparecía en su rostro, por suerte, Enzo no lo notó-o quizás podemos jugar con estas varas a pelear uno con el otro-añadió al tiempo que iba a buscar las vara de madera y se las mostraba al adolescente-¿qué dices?-

-Hmm…-Enzo pareció meditarlo un poco antes de volver a hablar-¿sabes? tus ideas no son malas pero yo tengo algo mejor que podemos jugar juntos-minutos más tarde, ambos se encontraban de pie en la arena de la playa, mejor dicho, estaban de pie en lo que parecía ser una pista de carreras hecha con unas cuantas ramitas que el adolescente había recolectado para poder ponerle un cierto límite al circuito y una roca al final de la playa marcaba la meta de llegada-bien, seguro debes conocer este juego, vamos a hacer una carrera, como es tu primera vez no será tan complicada, será correr un par de vueltas de aquí hasta esa roca y viceversa, y quien llegue más rápido gana ¿entiendes?-

-Eh… s-sí, c-creo entender de que me hablas-respondió Alberto-y no te preocupes, no creas que por correr un par de vueltas me cansaré tan fácil, aún tengo energía de sobra y estoy seguro de que podré ganarte-

-Whoa, veo mucha determinación de tu parte pero ¿sabes qué? estoy seguro de que eso no te ayudará a ganarme-comentó el chico de cabello oscuro mientras se ponía en posición para correr, el pequeño monstruo marino lo vio e imitó su posición-cuando de la señal, empezamos a correr ¿de acuerdo?-Alberto asintió y enseguida ambos miraron hacia adelante afirmando aún más sus posiciones-preparato?-el menor asintió a la pregunta sin mirar a su amigo-prontoOra!-

Enseguida ambos se echaron a correr, obviamente Enzo salió segundos antes que Alberto por lo que tenía algo de ventaja sobre el pequeño monstruo marino, éste intento alcanzar al adolescente corriendo lo más rápido que podía pero ni siquiera dando su mejor esfuerzo logró hacerlo, acabó llegando a la roca que marcaba la línea de llegada poco después que él, Alberto lo alcanzó segundos más tarde, se detuvo un momento para recuperarse pero rápidamente regresó a la carrera apenas vio que Enzo se echó a correr primero otra vez, esta vez estaba decidido a alcanzarlo y a sobrepasarlo para ganar él la carrera; no obstante, tropezó con una de las ramitas que Enzo había usado para dibujar la pista en la que correrían esa tarde, cayendo de rodillas al suelo, de esa forma, el adolescente ganó otra vez la carrera, lo que molestó un poco a Alberto porque confiaba en que iba a ganarle.

-Oye, no es justo. No ganaste esta carrera justamente ¡quiero repetirla!-le dijo el pequeño monstruo marino a su amigo al tiempo que se ponía de pie y se quitaba la arena lo mejor que podía.

-Oh, por favor ¿hablas en serio? vi que te tropezaste-respondió Enzo acercándose al menor hasta quedar se pie frente a él-acéptalo, perdiste, no hay nada que puedas hacer al respecto-

-Claro que si puedo, y lo que quiero es repetir la carrera ¡quiero ganarte esta vez!-dijo Alberto exclamando aquella última frase, Enzo solo se limitó a reír un poco pero accedió a repetir la carrera todas las veces que fuera necesario.

Así transcurrieron un par de horas en las que ambos chicos se retaban a correr una carrera entre ellos en un desperado intento por querer superar al otro, o al menos eso pensaba Alberto, ya que Enzo no se tomaba muy en serio el juego y luego de ganar un par de veces, lo único que quería hacer ahora era divertirse, pero el pequeño monstruo marino no planeaba darse por vencido, quería ganarle a aquel chico de cabello oscuro e hipnotizante mirada ambarina… enseguida sacudió su cabeza para despejar esos pensamientos al tiempo que iba corriendo la séptima vuelta con Enzo llevándole la delantera, Alberto sintió el enojo recorrer su cuerpo y la sensación de tener que volver a perder contra el adolescente, y a su vez, el chico que le gustaba en secreto, así que haciendo uso de sus fuerzas comenzó a correr con más velocidad llegando a alcanzarlo, aunque se quedó un par de pasos detrás.

-Oh no, ni creas que dejaré que me ganes esta vez-le dijo Enzo, quien sin pensarlo comenzó a empujar levemente al niño para apartarlo de su camino, Alberto contestó con otro empujón que casi hace tropezar al chico de cabello oscuro, estuvieron así unos minutos y viendo que no faltaba nada para llegar a la meta, con un último empujón, Enzo logró derribar a Alberto haciendo que el menor cayera al mar, quiso levantarse para seguir corriendo pero una ola le pasó por encima empapándolo por completo. Enzo ni siquiera se molestó en detenerse a ver si su pequeño amigo se encontraba bien, simplemente le restó importancia, siguió corriendo hasta llegar a la roca y una vez que llegó, la golpeó con la palma de su mano-¡sí! ¡otra vez te volví a ganar! ¡wahoo!-dejó de festejar su triunfo al ver a Alberto tendido en el agua sin dar una señal siquiera de moverse-oh no… ¡Alberto!-rápidamente, Enzo se acercó a su amigo para ayudarlo a salir del agua-Alberto, lo siento ¡de verdad lo siento! no creí que yo…-sin pensarlo siquiera tomó el brazo del niño para así ayudarlo a ponerse de pie pero al tomarlo lo que sintió no fue piel sino escamas-pero ¡¿qué ra…?!-

No pudo seguir hablando, escuchó un pequeño sonido ahogado salir del menor.

-Agh…-Alberto lentamente se incorporó hasta quedar de rodillas en la húmeda arena y apenas estuvo frente a frente con Enzo, éste reaccionó y las pupilas de sus verdes ojos se encogieron ¡maldición! ¿cómo pudo dejar que esto pasara? Accidentalmente dejó que un humano lo observara en su forma marina. Al principio, el adolescente no supo como reaccionar ante la verdadera apariencia de su pequeño amigo, estaba sorprendido, en shock, tenía muchas emociones acumuladas dentro de él y lo único que atinó a hacer fue gritar en señal de pánico. El pequeño monstruo marino salió de su aturdimiento al escuchar los gritos del chico de rodillas frente a él en el agua-oh vaya… ¡oye, cálmate! No entres en pánico, estoy bien. Enzo…-rápidamente se acercó a él y lo tomó de los brazos con la intención de calmarlo pero éste solo se apartó-Enzo, por favor, tranquilízate y escúchame ¡ya te dije que estoy bien!-

-No, eso no es verdad ¡nada está bien!-exclamó el chico de ojos ambarinos zafándose del agarre del monstruo marino-¡¿qué rayos se supone que eres?! ¡a-aléjate de mí! y… ¿dónde está Alberto? ¡¿qué fue lo que hiciste con él?!-

-Enzo ¡escúchame!-exclamó Alberto, con sus pequeñas manos azul violáceas tomó el rostro de su amigo e hizo que lo mirara fijamente-tranquilízate ¿quieres? soy yo, Alberto-

-¡¿Qué?!-aquella exclamación aturdió un poco al monstruo marino por lo que tuvo que apartar sus manos del rostro del adolescente para frotar las aletas en los costados de su cabeza y así calmar el dolor-lo siento, no quise gritar así pero… es que no lo entiendo ¿realmente eres tú? ¿de verdad eres tú?-

-Sí, soy yo, realmente soy yo-respondió Alberto-e-escucha, antes de que entres otra vez en pánico, y-yo… puedo explicar esto…-

-¡No puedo creer que uno de mis amigos sea un monstruo marino!-dijo Enzo sorprendido-y por si te lo preguntas, no entré en pánico, ni estoy asustado, es solo que…-lo miró un poco molesto para luego empujarlo con fuerzas, esto provocó que el menor cayera de espaldas en el agua fría y salada-¡¿cómo pudiste ocultarme que eras una de esas… una de esas cosas?! ¡pensé que éramos amigos y que ya sabíamos prácticamente todo uno del otro! Pero al parecer nunca me dijiste esto ¿por qué?-

-¡Tampoco fue fácil para mi mantenerlo en secreto por tanto tiempo!-respondió el menor al tiempo que se sacudía para secarse y volver a su forma humana-y siento mucho no habértelo dicho antes pero es que… e-es que yo… no sabía cómo reaccionarías si me veías así…-murmuró desviando la mirada ligeramente apenado, ahora estaba más que seguro que su amistad con Enzo se fragmentaría luego de que éste descubriera por accidente que era un monstruo marino-de seguro debes pensar que te desagrado ahora que sabes lo que soy…-Alberto no pudo seguir hablando ya que sintió como el adolescente lo tomaba de los hombros y lo atraía hacia él en un fuerte pero cálido abrazo, el niño de ojos verdes no pudo evitar sentir su corazón latir con fuerza nuevamente al tiempo que un sonrojo aparecía en su rostro, enseguida reaccionó y correspondió lentamente al abrazo que le dio un poco confundido por aquella repentina acción-no… no lo entiendo, creí… creí que ibas a alejarme de ti-

-Solo porque sé que eres un monstruo marino no quiere decir que dejes de ser mi amigo-le respondió Enzo sin dejar de abrazarlo-me da igual lo que seas, monstruo o humano, para mí eres el niño más asombroso que alguna vez haya conocido-el sonrojo en el rostro del pequeño se incrementó más ante esas palabras, nunca le habían dicho algo así, sintió como el calor del cuerpo del adolescente se desvanecía de sí, Enzo se separó de su abrazo para verlo a los ojos-aun así… ¡no puedo creer que tú seas uno de ellos! Quiero decir ¡esto es fascinante!-se puso de pie en el agua y comenzó a caminar de un lado a otro-solo espera a que mi familia y mis otros amigos sepan de este descubrimiento ¿te imaginas la sorpresa que se llevarán cuando lo sepan? ¡espera! pero… si hago eso, entonces eso quiere decir que podrían llegar a capturarte, hacerte daño o quizás…-desvió la mirada hacia Alberto que lo observaba con una expresión triste en el rostro-quizás vayan a querer investigar y realizar experimentos contigo…-bajó la mirada hacia sus pies sumergidos en el agua mientras adoptaba un semblante serio-maldición…-volvió a mirar a Alberto quien seguía arrodillado en su lugar-no… no puedo decirle nada de esto a nadie ¿verdad?-el menor negó con la cabeza-va bene, haré lo posible para mantener tu secreto a salvo-

Lastima que aquella promesa no duraría para siempre.

El pequeño monstruo marino salió de sus recuerdos al ver un bote conocido aproximarse a la distancia y fue corriendo hacia éste, Enzo bajó de un salto y apenas vio a su amigo ir corriendo hacia él, le sonrió con ternura, llevaban ya tres días sin verse debido a que el adolescente tuvo mucho trabajo de pesca con su padre durante ese tiempo y no pudo siquiera pedirle permiso para visitar a Alberto. Pero, ahora, él estaba allí y podrían volver a jugar y pasar tiempo juntos como siempre lo hacían.

-¡Enzo!-exclamó Alberto y se abalanzó a abrazarlo, esta vez, Enzo pudo mantenerse de pie y aferró sus brazos alrededor de la pequeña cintura del menor para evitar que ambos cayeran pero esta vez en el suelo, tras unos segundos, se separaron y el monstruo marino azul violáceo en su apariencia humana lo miró fijamente a los ojos-¡te extrañe mucho! estos días fueron muy aburridos sin ti-

-Siento mucho no haber podido visitarte pero tuve mucho trabajo estos días-se disculpó el adolescente llevando una mano detrás de su nuca ligeramente apenado y lamentando el no haber pasado más tiempo con su querido amigo-en fin ¡dimentichiamo che sia mai successo! ahora podemos divertirnos juntos-

-Uh, s-sí… respecto a eso yo…-dijo Alberto con un pequeño nudo de nervios en la voz ¡maldición! nunca creyó que le sería tan difícil expresar sus sentimientos y menos hacia el chico que consideraba su primer crush-yo… um, hay algo que debo decirte… y…-sin pensarlo siquiera tomó la mano de Enzo apretándola fuertemente-a-acompáñame, no puedo decírtelo aquí ¡e-es algo muy importante y no puede esperar!-

-Oh ¿de acuerdo? y ¿a dónde ire…?-Enzo no pudo seguir hablando ya que Alberto comenzó a caminar rápidamente, arrastrando (no de manera literal) al chico de cabello oscuro que estaba detrás de él. Comenzaron a caminar alejándose cada vez más y más de la torre donde el pequeño vivía con su padre, Enzo seguía preguntándose a donde lo estaba llevando y creyó que estarían caminando por un largo rato pero resulto que solo llevaban unos diez o quince minutos caminando desde que se vieron en la playa, luego de caminar un poco más, Alberto se detuvo frente a lo que parecía ser una especie de caverna que estaba ubicada del otro lado de la isla y tras hacer esto, soltó la mano del adolescente-¿muy bien? ¿y ahora en dónde estamos?-

-E-este es un sitio especial para mí…-respondió el pequeño monstruo marino jugando con sus dedos en señal de nerviosismo-l-lo encontré un día explorando con mi mamá, fue hace mucho tiempo atrás, mucho antes de que te conociera…-

*Flashback*

Una joven mujer de piel bronceada y cabello castaño claro cobrizo caminaba por la playa de la Isola Del Mare buscando nuevos lugares para explorar con su pequeño hijo de siete años. Ambos estuvieron recorriendo la costa de la isla por un largo rato sin poder encontrar nada interesante, parecía que ya habían visto todo lo que ese lugar podía ofrecerles; sin embargo, mientras descansaban en un pequeño estanque cercano formado por las rocas y el agua salada del mar que se estancaba en la orilla de la playa, Chiara (así se llamaba la mujer) alcanzó a ver una entrada cubierta por una cortina de vegetación, supuso que quizás Alberto estaría bien jugando solo en el agua, después de todo, no estaba lejos de donde se encontraba y el pequeño sabía ir a buscarla si llegaba a perderla de vista. Decidida, la joven de piel bronceada movió un poco la vegetación dándose cuenta de que se trataba de una caverna, avanzó lentamente y comenzó a caminar en el interior del túnel observando a su alrededor, no era la gran cosa y tampoco era diferente de las otras cuevas y grutas que ella y su hijo habían explorado; no obstante, al continuar caminando un poco más, descubrió algo que la hacía completamente distinta a las demás: poco después de alejarse del túnel que llevaba a la entrada de la caverna, Chiara llegó a un lugar por donde caía una corriente de agua, investigó detrás de esa pequeña cascada y descubrió una escalera natural formada de rocas, sin perder un segundo, comenzó a trepar por allí cuidando de no resbalar en el camino, tras recorrer un complejo sendero en forma serpentinata y tomar una ruta lateral, la mujer encontró una gruta de cuyo techo colgaban grandes estalactitas brillantes, continuó su viaje a través de un estrecho túnel por el que no se podía ingresar si no era agachándose y cuidando de no golpear la cabeza contra el techo, al llegar al final de este túnel, fue a parar a un hermoso manantial.

Observó esto con asombro, nunca se imaginó que la Isola Del Mare escondería un lugar tan asombroso, en eso, se acordó de su hijo a quien dejó solo afuera de la caverna hacía ya un largo rato, desvió la mirada hacia la entrada del manantial y regresó por donde vino realizando el mismo camino, necesitaba salir y contarle de esto a Alberto, además de que quería enseñarle este sitio personalmente, sería algo así como su santuario secreto y estaba más que decidida a compartirlo con él. Cuando finalmente llegó a la entrada de la caverna, Chiara retiró la cortina de vegetación que la cubría y se encontró con su pequeño hijo quien fue corriendo a abrazarla llorando porque pensó que la había perdido de su vista y esta vez para siempre.

-Shhh, ya, ya, tranquilo, amore ¿qué tienes? ¿por qué lloras? Ya estoy aquí-le dijo Chiara acariciando la cabeza de su hijo para consolarlo.

-N-no te encontraba… y-y creí que te había perdido para siempre-le respondió el pequeño de siete años entre sollozos y el miedo que sintió por quedarse solo tanto tiempo.

-No sé porqué pensaste que iba a pasar algo así, además, bien sabes cómo encontrarme si nos separamos-le respondió la joven mujer de cabello castaño claro cobrizo-¿o acaso ya lo olvidaste?-añadió arqueando una ceja.

-Claro que no lo olvide, p-pero estuve buscándote por donde se que deberías estar y no te encontré por ninguna parte-dijo Alberto.

-Lamento haberte hecho pasar un mal rato y asustarte pero, es que encontré algo que de seguro te gustará.

-¿Huh? Y… ¿qué es lo que tienes que mostrarme, mamá?-minutos más tarde, Chiara llevó a Alberto al interior de la caverna, lo hizo recorrer el mismo camino que realizó ella y ambos llegaron al manantial que había encontrado mientras el pequeño estaba jugando afuera-whoa… mamá ¡esto es asombroso!-

-Me alegra que pienses eso, porque este lugar será nuestro secreto a partir de hoy-le respondió Chiara, Alberto la miró un poco decepcionado porque tenía muchas ganas de contarle a su padre lo que habían visto ese día, la mujer se dio cuenta de esto y tomó su rostro con su mano para hacer que la mirara-escucha, por ahora puede ser nuestro secreto, uno que mantendremos oculto de tu padre pero… debes prometerme una cosa-

-¿Q-qué?

-Prométeme que en cuanto llegues a encontrar a alguien a quien realmente ames o que pienses que está destinado a compartir el resto de su vida contigo, traerás a esa persona especial aquí y en cuanto lo hagas, le confesarás lo que sientes.

-¡¿Qué?! ew ¡mamá, no digas eso! ¿cómo puedes pensar algo así? ¡yo jamás compartiría mi vida con alguien más! ¡eso nunca!

-Alberto, todos tarde o temprano encuentran a ese alguien especial con quien compartir sus vidas. Así como yo encontré a tu padre, tú también tendrás esa oportunidad, pero debes prometerme que solo le mostraras este manantial a esa persona si esta realmente esta dispuesta a aceptar tu amor y a querer pasar su vida contigo-le dijo Chiara, extendió su dedo meñique frente al menor-¿me lo prometes?-

-Sí, lo prometo.

Con esto dicho, ambos entrelazaron sus dedos meñiques sellando de esta forma su promesa.

*Fin flashback*

Sin perder más tiempo, Alberto (de ahora doce años) guio a Enzo por la caverna intentando memorizar el camino hacia el manantial que le había enseñado su madre tiempo atrás, tardo un poco en recordar el sendero con exactitud pero luego de unos minutos recorriendo aquel frío y húmedo lugar, el pequeño monstruo marino logró llevar a su amigo hacia el manantial secreto, apenas llegaron, cruzaron la entrada, bajaron por una pequeña rampa hecha de tierra y rocas, y ambos se detuvieron quedando de pie junto a la orilla del manantial.

-Aquí estaremos más cómodos para hablar-le dijo Alberto a su amigo-de esa forma nadie tendrá que escucharnos, como dije antes, este sitio es muy especial para mí y mi mamá, mi papá no sabe de este lugar porque prometimos mantenerlo en secreto-

-Bien, pero eso no me explica del todo el porque me trajiste aquí. Y además ¿qué era eso importante que debías decirme?-preguntó Enzo, el menor no respondió, metió su mano en el bolsillo de sus shorts y de allí extrajo el papel doblado y se lo entregó al adolescente, éste reconoció su nombre mal escrito en él-¿es para mí?-Alberto asintió rápidamente sintiendo la vergüenza y la pena invadir su ser, no sabía si a Enzo le gustaría lo que había hecho para él, sin hacer más rodeos, el adolescente desdobló aquel papel y dentro de éste pudo ver un dibujo que Alberto había hecho de ellos mismos tomados de la mano, el medio había un corazón dibujado con lápiz negro que tenía las iniciales "A+E" escritas adentro. Enzo miró el dibujo detenidamente unos segundos antes de arquear una ceja-¿esto que quiere decir?-

-Uh… mira, yo… no soy bueno escribiendo notas, no estoy acostumbrado a eso…-habló Alberto con un nudo de nervios en su garganta-pensé que si veías ese dibujo lo entenderías p-pero… parece que tendré que decírtelo de todos modos… Enzo, t-tú… tú me gustas, me gustas mucho y no solo como mi amigo, desde hace mucho que siento esto por ti pero no sabía cómo expresarlo y-y yo… me gustaría que pudiéramos tener algo más allá de eso ¿quisieras… quisieras ser mi novio?-

-Uh, A-Alberto yo…-dijo Enzo, volvió a doblar el dibujo que le había regalado y lo sostuvo en su mano firmemente-escucha, me siento muy halagado, nunca había escuchado una confesión así, bueno, si es que incluyo a mis admiradoras, pero ellas no cuentan. A lo que me refiero es, que apreció mucho que sientas esto por mí pero, no puedo ser tu novio, lo siento mucho-

-¿Qué? ¿por qué no puedes ser mi novio?-preguntó Alberto con desilusión-es porque soy un monstruo marino que no quieres estar conmigo ¿no es así?-

-¡N-no! te equivocas-respondió el adolescente intentando calmarlo-escucha, me agradas, y mucho, no niego que eres el monstruo marino más genial que haya conocido pero… la razón por la que no puedo ser tu novio es porque por el momento no estoy interesado en tener citas o una relación seria, espero que algún día puedas entenderlo, de verdad lo siento y… por cierto, me gustó tu regalo, nadie me había hecho algo como esto y… ¡mira! lo voy a conservar en un lugar que sé que nunca lo perderé de vista-enseguida colocó el dibujo en un bolsillo que sobresalía de su camisa, justo cerca de su corazón-ya está ¿te sientes mejor ahora?-

-S-sí, un poco.

-Entonces ¿seguimos siendo amigos?-preguntó Enzo extendiendo su mano hacia el pequeño monstruo marino, Alberto lo miró un poco dudoso, no podía creer que el adolescente quería seguir siendo su amigo aún después de su confesión amorosa, aún así, le restó importancia y estrechó su mano con la suya.

-Por supuesto.

Luego de esta inesperada confesión, las cosas siguieron igual entre ambos amigos, ambos seguían jugando, tonteando y pasando el tiempo juntos, aunque ahora el comportamiento de Alberto para con Enzo había cambiado un poco, debido a que acepto y descubrió que estaba enamorado de él, cada vez que se abrazaban, el pequeño quería que sus despedidas duraran un poco más, incluso había veces que llegaba a rozar sus manos con las suyas por accidente cuando caminaban por la playa, también había ocasiones en las que quería estar sentado con su cuerpo pegado al suyo cuando descansaban viendo el sol ocultarse tras el mar. Enzo trataba de no darle mucha importancia a las acciones del pequeño monstruo marino, ya que pensaba que solo estaba teniendo un pequeño apego a él por pasar mucho tiempo juntos, pero luego de unos días, el chico comenzó a sentirse incómodo y avergonzado de las insinuaciones del menor, por lo que decidió que lo mejor que podían hacer era pasar unos días separados, al menos hasta que Alberto dejara de comportarse de forma tan cargosa con él, obviamente no le dijo nada de esto al menor para no lastimarlo, simplemente se le ocurrió hacerle una pequeña mentira y decirle que estaría muy ocupado pescando con su familia por lo que no podría ir a visitarlo, pensó que si ponía un poco de distancia entre ambos, éste se calmaría y desistiría de su comportamiento, de esta forma evitaría pedirle directamente que dejara de apegarse tanto a él y que lo hiciera sentir tan incómodo. Pero sucedió todo lo contrario, Alberto comenzó a preocuparse aún más por Enzo, pues llevaba ya una semana entera sin aparecer ¿y si le había pasado algo? lo mejor que podía hacer era tal vez ir a al aldea humana a verlo para verificar que estuviera bien.

De modo que, al día siguiente, mientras su padre dormía, el pequeño salió de la torre donde vivía y se dirigió nadando hacia allí, al llegar a la pequeña playa por la que usualmente accedía, se secó quedando nuevamente en su forma humana y comenzó a caminar hasta que llegó a la aldea humana, una vez allí, comenzó a buscar a Enzo pero no lo veía en ninguna parte, siquiera lo vio en el bote pesquero donde trabajaba con su padre ¿en dónde podría estar? al no estar seguro de su ubicación, el pequeño decidió acercarse al muelle, dirigirse al bote donde estaba el padre de su amigo y preguntarle en dónde se encontraba, mientras caminaba pudo ver a los pescadores trabajando normalmente como todos los días, de vez en cuando, algunos se peleaban o se gritaban insultos pero Alberto decidió no distraerse con eso y siguió caminando, logró identificar el bote donde Enzo trabajaba, no vio al chico allí pero si vio a su padre quien estaba concentrado desenredando las redes de pesca, el pequeño monstruo marino se acercó al bote y se apoyó en este colocando sus manos sobre el borde de madera mientras miraba atentamente a aquel hombre que parecía estar muy enfocado en su trabajo como para prestarle atención; no obstante, éste se percató de la presencia del niño y desvió la mirada hacia él.

-¿Qué estás haciendo, stupido?-preguntó el señor Rinaldi al ver a Alberto apoyado en su bote-¡vete de aquí, no tengo nada para darte!-

-Hola, señor…-respondió Alberto-s-soy… yo soy Alberto Scorfano y quería preguntarle algo…-

-Oh, sí. Ahora sé porque se apellido se me hacía familiar ¿eres el hijo de Bruno Scorfano acaso?-preguntó el hombre, Alberto solo se limitó a asentir-no te preocupes, no le diré que estuviste aquí pero, aun así ¿qué estás haciendo aquí? ¿para y viniste a verme?-

-Uh, b-bueno… yo… soy amigo de su hijo, Enzo. ¿Sabe? él no ha venido a verme en más de una semana y me dijo que estaría ocupado trabajando con usted pero acabo de llegar y no lo vi aquí ¿tiene idea en dónde podría estar?-preguntó Alberto con la esperanza de que le diera una pista de donde encontrar al adolescente al que llevaba ya un largo tiempo sin ver.

-Escucha, no soy alguien que se entromete mucho en la vida de un adolescente ¿sabes? apenas siento que conozco a mi hijo-respondió el señor Rinaldi mientras llevaba una mano a la parte posterior de su cuello para masajearla un poco-siempre que terminamos de trabajar me dice que va a visitar a un amigo y ahora sé que eres tú, pero… si no estuviera contigo, lo más probable es que esté en casa o haya ido a ver a sus otros amigos que tiene por aquí en el pueblo-

-Entiendo, seguiré buscándolo entonces.

-Siento no ser de mucha ayuda, pero eso es todo lo que puedo decirte.

-No importa, ya lo encontraré ¡gracias por intentarlo!-le agradeció el pequeño monstruo marino, luego de esa breve conversación con el señor Rinaldi, se alejó del muelle y retomó su tarea de buscar a Enzo, lo busco por un largo rato y aun así seguía sin encontrarlo, estaba por rendirse pero, en eso, escuchó unas voces a lo lejos junto con unas risas, una de ellas le resultó familiar, era la voz de su amigo. Sin perder un segundo, Alberto se dirigió al lugar de donde venían aquellas voces, esto lo llevó a una plaza y lo que vio lo destrozado, sí, allí estaba Enzo pero se veía que estaba muy cómodo con una chica que no conocía, ambos estaban muy cerca uno del otro, el adolescente de forma descarada colocó su brazo alrededor de su frágil cintura atrayéndola más hacia él mientras ambos se reían y apoyaban sus frentes una con la otra, luego de unos segundos riéndose, Enzo se acercó más con la firme intención de besarla pero ella colocó su mano sobre su rostro y lo apartó ligeramente.

-Penso che non dovremmo farlo (creo que no deberíamos hacer esto)...-le dijo aquella chica queriendo alejarse del adolescente sentado junto a ella, intentó incorporarse pero Enzo afirmó más el agarre en su cintura.

-¿Por qué no deberíamos? ¿huh?-preguntó Enzo mirando a la joven con ojos suplicantes-andiamo, Fiorella ¿por qué me tratas así? tú nunca eres tímida cuando estamos juntos-

-Es que… tengo miedo de que mis padres nos puedan ver-le respondió Fiorella desviando la mirada ligeramente avergonzada pero Enzo colocó sus dedos debajo de la barbilla de la joven para que volviera a verlo a los ojos.

-¿Eso es lo que te preocupa? Ellos ni siquiera están aquí, fidati del mio amore y déjate llevar.

¿Mio amore? Si su italiano no le fallaba, Alberto tenía entendido que aquella palabra significaba "amor mío" no pudo evitar sentirse un poco celoso de tener que escuchar a su amigo decirle esas palabras a alguien más ¿acaso Enzo le había mentido? Todos estos días que pasaron, el pequeño monstruo marino había creído que su amigo estaba ocupado trabajando con su padre y que por eso no había tenido tiempo para verlo, pero resulto que solo fue una excusa para encontrarse con una hembra humana por la que al parecer sentía cosas por ella. Salió de sus pensamientos al ver como ambos jóvenes cerrar más el espacio entre ellos para luego terminar besándose con pasión ¡ya fue suficiente! no soportaría más aquella tortura visual, decidido, el menor salió de su escondite para confrontar a Enzo.

-¡Lo sabía!-exclamó Alberto haciendo que Enzo abriera los ojos y desviara su mirada encontrándose con su pequeño amigo de pie a unos metros frente a ellos, el adolescente se dio cuenta de que aún seguía besando a Fiorella y rápidamente se apartó de ella con un ligero sonrojo tiñendo su rostro.

-¡A-Alberto!-pronunció Enzo con un pequeño nudo de nervios en su voz-q-qué… ¡pero qué agradable sorpresa! ¡n-no sabía que vendrías!-desvió su mirada hacia Fiorella-oh, lo siento, me olvide presentarte a alguien-sin pensarlo mucho ayudó a la chica a ponerse de pie-ella es Fiorella, è una mia amica…-

-¿Amiga, huh?-dijo Alberto observándolos fijamente con los ojos entrecerrados un poco de sospecha, pero más que nada a Enzo quien comenzó a sentirse ligeramente intimidado por aquella mirada-como sea, no me importa-se acercó al chico de ojos ambarinos y tomó su mano atrayéndolo hacia él y alejándolo de Fiorella-si no estás ocupado entonces puedes venir a jugar conmigo ¿no es así?-

Sin siquiera importarle lo que pensaba aquella hembra humana, comenzó a caminar alejándose de allí sin soltar su mano de la de Enzo, al principio éste no hizo nada por detener al menor pero mientras se alejaban, desvió la mirada hacia Fiorella, por la expresión que puso, se notaba que estaba un poco triste de que los separaran, por lo que volvió a ver a Alberto quien seguía caminando sin prestar atención a nada a su alrededor y decidió hablar para intentar detenerlo y evitar que se lo llevara forzosamente a jugar con él a la isla donde vivía.

-Ahora que lo mencionas, yo… no puedo ir a jugar contigo-respondió Enzo mientras caminaba siendo (literalmente) arrastrado por Alberto, éste detuvo sus pasos y desvió sus verdes ojos hacia el adolescente-e-es que… tengo cosas más importantes que hacer hoy-

-¿No puedes o no quieres jugar conmigo?

-No puedo, te dije que tengo asuntos más importantes que atender hoy y por esa razón no puedo ir.

-¡Mientes!-le dijo Alberto quien soltó su mano de la de Enzo para verlo con el enojo y los celos reflejados en su rostro-no quieres venir a jugar conmigo porque prefieres pasar tiempo con ella ¿no es así?-preguntó haciendo énfasis en el nombre de la joven que Enzo estaba besando no hace mucho-no creas que no sé nada, pude ver que ella es algo más que una amica para ti. Todo este tiempo creí que no venías a verme porque estabas ocupado ayudando a tu papá con su trabajo y lo creí, pero ahora me doy cuenta de que solo me mentiste porque querías estar con Fiorella ¿o me equivoco?-

-¡Está bien! ¡ya basta!-gritó Enzo quien parecía estar a punto de explotar, su paciencia se estaba agotando y no soportaría mucho más los reclamos del menor-lo admito, sí, estuve mintiéndote todo este tiempo ¡pero fue por una buena razón! Lo hice para no tener que soportar más el extraño comportamiento que tienes conmigo-Alberto lo miró sin entender de que estaba hablando-oh, vamos ¡no finjas que no sabes de lo que hablo! ¿crees que no me daba cuenta de lo mucho que te apegabas a mi cada vez que veíamos el atardecer? ¿piensas que no me incomodaba que quisieras estar más tiempo abrazado a mí cuando nos despedíamos? ¿y qué hay de los roces de manos? Estoy seguro de que nada de eso fue hecho a propósito y para serte honesto, ya estaba comenzando a incomodarme lo cargoso que te has puesto conmigo-

-E-Enzo, yo…-dijo Alberto intentando contener las ganas de llorar, siempre creyó que sus muestras de afecto eran correspondidas por su amigo aun si éste le había dicho que no sentía lo mismo por él y que solo le agradaba, si bien, su amistad era algo muy preciado para el menor, no había perdido las esperanzas de que Enzo algún día cambiaría de parecer y se fijaría en él de la misma forma en que el pequeño monstruo marino lo hacía-lo siento, si hice eso fue… fue porque…-

-¿Por qué fue? ¿lo hiciste porque quizás creíste que algún día me daría cuenta de que sentía algo por tí? ¿pensaste que quizás correspondería a tus sentimientos?-preguntó Enzo, dejo de hablar por un momento al sentir una presencia detrás de él y al desviar la mirada se topó con Fiorella quien lo observaba con una cara de no entender que estaba sucediendo entre ambos chicos, la miró fijamente por unos instantes antes de desviar la mirada nuevamente hacia el niño de ojos verdes-¡por favor! ¡abre los ojos de una vez, Alberto! Si creíste que en algún momento me fijaría en ti y te correspondería pues… ¡estás muy equivocado! ¡yo jamás me fijaría en un monstruo marino como lo eres tú!-

-Enzo…-Alberto quiso decirle algo pero las palabras no salían de él, se sentía herido, engañado y lo peor de todo, traicionado, pero más que nada engañado, porque su amigo le había prometido que jamás le revelaría su secreto a nadie y lo acababa de hacer en frente de esa hembra humana; sin embargo, una parte de él se rehusaba a creer que lo que decía era verdad-no te creo, no creo nada de lo que dices, sé que lo que dices no es cierto, sé que mi amigo aún está ahí ¡vámonos!-tomó otra vez su mano mientras hacía un esfuerzo por contener las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos-el sol aún no se oculta, aún tenemos tiempo para…-

-¿Qué acaso eres sordo? ¡él dijo que no quiere tener nada que ver contigo!-dijo Fiorella interrumpiendo aquel momento, empujó a Alberto con ambas manos haciéndolo caer al suelo, finalmente no pudo contener más las lágrimas y estas comenzaron a caer por su rostro exponiendo parte de sus escamas de su verdadera forma, miró a Enzo esperando a que hiciera algo y lo protegiera pero el adolescente se puso del lado de aquella humana y fue con ella-¡ya vete de aquí, fenómeno!-

-Sí, es lo mejor para todos ¡vete!-le dijo el chico de cabello oscuro, Alberto quiso decir algo pero fue interrumpido por tercera vez ese día-¡vete de aquí de una vez! ¡nadie quiere tenerte cerca! eres desagradable ¡no nos gustan los que se ven como tú!-

-¿Qué rayos estás esperando? ¡ya lárgate!-gritó Fiorella, el pequeño monstruo marino lentamente se puso de pie, miró tanto a Enzo como a Fiorella una última vez antes de ir corriendo al mar, una vez allí se zambulló en el agua tomando su verdadera forma y se alejó de allí mientras oía como unas rocas caían al agua, Enzo y Fiorella se habían acercado a la orilla, tomado algunas rocas de la arena e intentaron golpear al pequeño con éstas pero no tuvieron mucha suerte, apenas vieron que Alberto se alejaba de allí hasta perderlo de vista, la chica desvió la mirada hacia Enzo-bueno, fue divertido y todo, pero ya debo ir a casa, se está haciendo tarde para que vaya a almorzar con mi familia-rápidamente se despidió del chico con un beso en la mejilla y se alejó caminando de allí no sin antes voltearse para mirarlo por última vez-¡ciao, mio amore!-

-Ciao-se despidió Enzo levantando una mano, Fiorella le sonrió, dio la vuelta y retomó su camino, por otro lado, el chico permaneció allí de pie, observando como las olas se mecían y el viento despeinaba ligeramente su cabello, estaba más que convencido de que Alberto ya no regresaría, al menos no por un tiempo, en eso, recordó aquel dibujo que le había regalado esa tarde en la caverna de la isla, sacó aquel papel y lo desdobló, observó el dibujo fijamente por unos segundos para luego romperlo en pedazos y dejarlos caer lejos, el viento después se encargó de recoger los pedazos de papel para llevarlos al mar y dejar que el dibujo se deshaga allí.

Tras nadar cinco minutos sin un rumbo fijo, Alberto llegó a la torre en la Isola Del Mare, miró hacia el cielo, ni siquiera supo en que momento se había tornado gris pero sinceramente ya no le importaba, apenas llegó a la orilla, salió del agua olvidando secarse y se dirigió corriendo al pequeño bosque que se encontraba cerca de su torre, siquiera fue a verificar como estaba su padre, de todos modos, no es como si realmente le importara, lo más probable era que quizás el adulto le respondería con un gemido angustioso o un simple "nngh" como siempre lo hacía, siguió corriendo internándose entre los árboles hasta llegar a uno en particular, una vez allí se detuvo, apoyó su espalda contra el árbol, se deslizó hasta quedar sentado en el suelo, abrazó sus rodillas y escondió su rostro azul violáceo entre ellas, un relámpago cruzó el cielo iluminando levemente los árboles de la isla, y al poco tiempo comenzó a llover, mojando aún más al pequeño monstruo marino que lloraba sin consuelo alguno.

Todo esto pasó por mi culpa.

Confié en ti, pensé que seríamos amigos para siempre, pensé que teníamos un futuro juntos.

Fui tan ingenuo al pensar que llegarías a sentir lo mismo por mí, que llegarías a amarme.

Pero veo que me equivoque.

Pobre de Alberto, no es como si hubiera podido esperar mucho de sí mismo o de los demás, a fin de cuentas, él solía pensar que las cosas saldrían bien y que todo era perfecto. Pensar que solo se angustió y comenzó a llorar desconsoladamente porque le rompieron el corazón por primera vez, y por alguien que evidentemente no valía la pena recibir su amistad y mucho menos su amor.

Notas finales: Bueno, hasta aquí llegó la primera parte del one-shot.
 
Espero que haya sido de su agrado y me disculpo ahora si llegaron a faltar detalles o hay huecos argumentales en la trama pero es que, por más que lo intenté, no pude rememorar al cien por ciento lo que me pasó la última vez que me enamoré de alguien, aunque en parte algunos datos coinciden con lo que le pasa a Alberto, no todo es precisamente exacto. Parece como si mi mente quiere que olvide esos dolorosos recuerdos y los tiene almacenados en una bóveda bajo llave en la parte más profunda de mi memoria de largo plazo.
 
Sé que esta parte les resultará un poco aburrida al comienzo pero créanme que necesitaba generar este drama si quiero que la segunda parte (donde va la canción) tenga más significado, por ahora no está del todo desarrollada, de hecho, estoy pensando y trabajando en ello, es mas, tengo pensado escribir algunas escenas basadas en headcanons, algunos fanarts que vi en Tumblr y Pinterest, y también en fanfics que he estado leyendo para tener ideas diferentes, ya que no quiero reescribir exactamente todo lo que paso en la película original y tampoco me dan muchas ganas de volver a verla en este mismo momento porque sé que después me voy a aburrir, ya me pasó eso mismo con WALL-E y no quiero que esa mala experiencia se vuelva a repetir.
 
Por ahora esas son todas las pistas que puedo darles de lo que pasará en la siguiente parte, no puedo darles mucho más porque sino les estaría arruinando la sorpresa.
 
En fin, en cuanto tenga un pequeño espacio o día libre para dedicarme a escribir, prometo que publicaré la segunda parte, pero hasta entonces diviértanse leyendo esta hasta que llegue.
 
Un saludo, un abrazo virtual y nos veremos pronto.
 
N3k0-Ch4N. 

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).