Se sentó fuera de su cabaña y no pudo evitar respirar hondo al cerrar los ojos. Necesitaba desconectarse de todo, pero era imposible con toda la aldea hablando de lo mismo, el compromiso del príncipe. En un par de días el palacio anunciaría oficialmente el compromiso del heredero del trono de Wakanda con la elegida de una de las tribus. La tradición dictaba en el cumpleaños número veinticinco del heredero al trono cuatro de las tribus presentaban una candidata para ser la esposa de este. Las otras dos eran la tribu dorada, que era la familia real, y la tribu de la cual provenía la reina en ejercicio
- Debo irme antes de esa fecha – se dijo a sí mismo en voz baja
- ¿Te iras? – pregunto una voz a su lado
- Alteza – dijo el americano poniéndose de pie y haciendo una reverencia
- Te he pedido mil veces que me digas T´Challa cuando estemos a solas – dijo este – ¿o no somos amigos?
- Perdón – dijo el americano – es el profundo respeto y admiración que te tengo. Habla más alto que yo. ¿Nervioso por la proclamación?
- Algo – dijo el príncipe mientras se sentaban nuevamente – ¿Cómo van tus cabras?
- Celestina ya tuvo a su cría – dijo Bucky sonriendo
- ¿Y qué nombre le pondrás? – dijo el príncipe con una sonrisa
- No lo hare – dijo Bucky sin mirarlo por lo que la sonrisa del príncipe se desvaneció
- ¿Por qué?
- Ya soy un adulto T’Challa – dijo Bucky sin mirarlo –, lo he discutido con mi baba y creo que ya es tiempo volver a los Estados Unidos
- Dijiste que este era tu hogar – reprocho el moreno –, dijiste que eras Wakandiano ¿mentiste?
- No – dijo Bucky
- ¿Entonces? – pregunto el príncipe
- Alteza – dijo una morena acercándose sonriendo junto a un anciano y haciendo una venia – bienvenido
- Nakia – dijo el príncipe – Negus. Buenas noches
- Mi señor – dijo el hombre
- Baba – dijo Bucky – iba a ir un rato a tu casa para entregarte el dinero de la venta de las verduras
- Ese dinero es tuyo, hijo – dijo el hombre sonriendo – el rey te cedió ese campo para que te puedas sostener
- Negus tiene razón – dijo T’Challa –. No estás obligado a darle nada
- Alteza – dijo Nakia – ¿le gustaría dar un paseo? La noche esta preciosa. Y conozco un lugar donde podemos ver el firmamento. Hoy hay un eclipse y…
- Es un poco tarde – dijo Bucky – buenas noches
- Que descanses lobo blanco – dijo Negus mientras el príncipe solo asentía
- ¿Nos vamos? – pregunto la chica
- Perdóname Nakia. Yo también me retiro – dijo T´Challa – es un poco tarde también para mí – y miro disimuladamente hacia la cabaña –. Mañana tengo compromisos que cumplir. Permiso – y se alejo
- A veces creo que huye de mí – dijo Nakia –. No lo entiendo, babba
- Entonces no entiendes nada del amor, hija mía – dijo el anciano alejándose también
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El sol apenas despuntaba entre las nubes cuando él ya estaba en pie. Acomodo la choza, preparo el desayuno y algo para el almuerzo. Era tiempo de sembrar por lo que pasaría todo el día en su campo. Había sido cuando tenía ocho años. Su familia había viajado durante sus vacaciones a Nigeria para ayudar en una comunidad aislada.
Ya llevaban tres semanas cuando un grupo de cazadores llego a la aldea. El líder les había dicho que la caza estaba prohibida en la zona, sin embargo un par noches después habían sido atacados por los mismos cazadores que buscaban los rinocerontes que tenían en la aldea. El ataque había terminado con varias casas incendiadas, tres lugareños heridos y los esposos Barnes muertos. Bucky había huido en busca de los asesinos pero solo había logrado perderse en la jungla. Al amanecer Negus lo había encontrado y llevado a su casa.
Se suponía que debía haberse puesto en contacto con la embajada norteamericana, pero habían surgido complicaciones y el niño había terminado siendo adoptado, aunque no legalmente, por la familia del líder de la tribu del rio
El correr del tiempo, y la posición de su padre adoptivo, había facilitado el surgimiento de la amistad del chico con el príncipe. Era común verlos en los jardines conversando o en el gimnasio del palacio entrenando mientras sus padres sostenían interminables reuniones en el concejo. Crecieron juntos, aprendiendo el uno del otro y moldeando sueños donde uno gobernaría y el otro seria su más fiel general, aunque en esta última parte había un pequeño gran inconveniente, Wakanda solo aceptaba mujeres entre las filas de su temible ejército, la Doras Milaje
- ¿Por qué parajes anda vagando tu mente? – dijo una voz desde la puerta de su choza
- Buen día babba – dijo Bucky girando y acercándose para besarle el dorso de la mano – ¿Cómo está tu rodilla?
- Igual de dolorida que los últimos tres años – dijo el anciano sonriendo – espero que ya hayas desayunado. Necesito que me acompañes al palacio
- ¿Y Nakia? – pregunto el chico buscando ropa para la ocasión
- Tu hermana tiene otras obligaciones – dijo Negus – vamos apúrate. Con suerte y puede entrenar un rato con el príncipe
- No creo que siga siendo buena idea que continúe entrenando con él – dijo Bucky colocándose su bata
- ¿Y eso? – dijo Negus intrigado – ¿paso algo que deba saber?
- No soy wakandiano, babba – dijo el menor – no quiero que la gente…
- ¿Alguien te ha dicho algo? – pregunto el anciano
- No necesitan hacerlo – dijo Bucky mirando sus manos – yo…
- James – dijo el hombre tomándole las manos – nacer en un lugar no es lo que te hace parte de él, sino los lazos que formas con él… con su gente, y tu mi niño me tienes a mí, a M´Baku, a Okoye… a la princesa Shuri… a… T´Challa
- Ya se para dónde vas, babba – dijo Bucky – y te equivocas, solo te tengo a ti, pero…
- ¿Hay algo me quieras decir James Barnes? – dijo el hombre mirándolo fijamente
- No – dijo este – nada. ¿nos vamos?
- Por esta vez fingiré te creo – dijo Negus saliendo seguido por su hijo
Unos días después T’Challa caminaba sin mucho ánimo por los pasillos del palacio. Debía ultimar los detalla de la fiesta de presentación, cosas que no lo entusiasmaba en los más mínimo. Respiró hondo haciendo uso de toda su concentración. No le molestaba cumplir con las responsabilidades que le imponía la posición en la que había nacido, pero si tan solo pudiese…
Iba a llamar a la puerta del despacho de su padre cuando esta se abrió sorprendiéndolo
- Mi príncipe – dijo Negus haciendo una reverencia
- Hijo – dijo T’Chaka unos pasos más atrás – te esperaba. Gracias por todo Negus. Ahora solo queda esperar el gran día
- No se preocupe, majestad – dijo el hombre – la tribu del rio se sienta honrada. Alteza – dijo mirando al joven y se retiro
- Bueno – dijo T’Chaka – empecemos a trabajar. Por favor pásame los tratados de Viena
- Si baba – dijo el joven y le paso una carpeta – aquí tienes
- Gracias – dijo el rey revisándola – el abuelo de mi abuelo hizo unos acuerdos con Nigeria. Búscalo por favor y revísalo. Yo ahora vengo – y salió del lugar
T´Challa se acercó al librero y empezó a revisar la colección privada de su padre. Había libros de todo tipo política internacional, tratados gubernamentales, libros sobre historia y geografía tanto del país como del mundo. Sin embargo hubo uno que le llamo especial atención, ya que no lo había visto antes
- ¿Qué es esto? – dijo el príncipe – “Ritos Wakandianos perdidos en el tiempo” – abrió el libro y lo hojeo – no puede ser…
- ¿Los encontraste? – pregunto el rey T’Chaka entrando al despacho
- Si baba – dijo – aquí lo tienes. Olvide que es hora de mi entrenamiento. ¿me prestas este libro?
- Claro, llévatelo – dijo su padre – pero date prisa. No hagas esperar a Ayo
- Siempre está desesperada por darme una paliza – dijo T´Challa haciendo sonreír a su padre – Permiso – y con una reverencia se retiro
Sin embargo se encamino a su dormitorio. Tenía mucho que leer
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La música se escucha perfectamente desde los jardines del palacio real cuando Negus llego acompañado de sus dos hijos. Nakia estaba visiblemente molesta, ya que a su parecer James no debería asistir, dado que no era wakandiano, mientras que este se sentía incómodo al tener que presenciar como la persona que a él le interesaba elegía a alguien mas
- Quiten esa cara ambos – dijo Negus en medio de una sonrisa – esto es una fiesta, no un funeral
- Negus – dijo la líder de la tribu minera acercándose – listo para emparejarte con la familia real
- Buenas noches… – dijo el hombre de manera afable mientras Bucky miraba a su alrededor desconectándose de la conversación de su padre
- ¡Por Bast, que cara tienes! – dijo una voz detrás suyo
- Alteza – dijo girándose y haciendo una venia en su dirección
- Definidamente soy afortunada al ser la menor – dijo la princesa Shuri – ¿te imaginas que mi pretendiente tenga tu cara?
- Yo también te quiero pero no lo demuestro tan abiertamente – dijo el Bucky y ambos sonrieron
- No te ves muy animado – dijo la chica
- Preferiría estar durmiendo – dijo el americano – mañana debo levantarme muy temprano
- Mi hermano es un imbécil – dijo Shuri – le advertí que si te secuestraba ganábamos todos
- ¿Todos? – dijo Bucky intrigado
- Solo piénsalo, James – dijo la chica – mi hermano estaría con la persona que realmente le interesa, tú volverías a América, yo sería reina, y Wakanda se libraría de los dos hombres más espantosos del planeta – James sonrió –. Todo sería perfecto
- Y nuestros padres tendrían un ataque cardiaco – dijo una voz muy conocida detrás de ambos
- Alteza – dijo Bucky haciendo una venia
- Estas muy apuesto – dijo T’Challa apreciando el traje característico de un guerrero de la tribu del rio
- Gracias mi señor – dijo Bucky sonrojado
- Yo lo vi primero – dijo Shuri colgándose del brazo de su amigo
- Entonces cuídalo – dijo el príncipe mirando fijamente al otro chico – puede que esta noche si me lo robe, y nunca más te lo devuelva – y su hermana lanzo una carcajada
- Le rogaría alteza, no hacer ese tipo de bromas, y menos el día de su compromiso – dijo Bucky con total seriedad – no vaya ser que alguien lo escuche e interprete mal sus palabras
- ¿y cual, según tú, sería una mala interpretación de mis palabras? – dijo T’Challa levantando una ceja
- Creo… que mi padre me está buscando, permiso – dijo James y haciendo una venia se alejo
- ¿Estás seguro de lo que vas a hacer? – pregunto Shuri mirando al chico alejarse
- Ahora más que nunca – le respondió su hermano
- Alteza – dijo Nakia acercándose y haciendo una venia – sé que sonare atrevida pero me invitaría a bailar
- Será un placer – dijo el príncipe sonriendo – hermana… – se alejaron de la princesa que sonreía divertida. Casi no podía esperar para que empezara todo. Se iba a divertir como nunca