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YERRO por Doki Amare Pecccavi

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Notas del fanfic:

NOTAS 

 

— Yerro, es un error o atentado que se realiza ante las leyes  o normas religiosas, y comúnmente este acto se realiza por un descuido o por ignorancia. 

 

— Esta historia acabo de sacarla de un antiguo baúl, por lo que iré corrigiendo un poco la redacción, aunque no quiero quitarle la esencia que le di, cuando la realicé, ya que fue de mis primeras historias y le tengo mucho cariño a cada uno de los sucesos.

 

— La historia está situada en el siglo a mediados del siglo XV, en algún lugar de cualquier Reino, es decir, ningún lugar real en especifico.

 

— Historia publicada también en wattpad: Leer aquí

 

 

 

Sin más, espero les guste la historia.

 

♥ ¤°.¸¸. ·'¯'» Doki Amare Peccavi«'¯'·.¸¸. °¤ ♥

 

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Cap. 1: Yerro

 

— Desde hoy, Camille vivirá con nosotros, tenemos que mantenerlo seguro por lo menos hasta que cumpla el año, si nadie se entera de que está aquí tal vez el rey Jean se olvide de que el niño está perdido, fueron demasiados los acusados, tal vez ni siquiera le tomará importancia.

 

— Eres demasiado ingenuo, todos sabemos que el rey a quien busca es a este niño y hará lo imposible por encontrarlo, ¿Crees que vale la pena arriesgarse por él?

 

— No estás obligado a nada, tampoco quiero que te pase algo…, yo fui quién dio la palabra de protegerle

 

I

 

Era poco más de medio día, la primera vez que se vieron. Uno frente al otro con la respiración agitada.

 

— Hola soy Yves ¿Cuál es tu nombre?

 

— No le importa saberlo. No hay ningún motivo. — Respondió recuperándose un poco, el cabello oscuro se le removía un poco sin embargo no dejó de prestar atención a su acompañante. 

 

—Sólo quiero saber cómo se llama el sujeto a quien acabo de salvarle la vida. —Había un tono autoritario en su voz, algo demasiado pedante. — Ahora, has lo que digo y dime ¿Cómo te llamas?

 

— No le he rogado por ayuda. — Respondió seguro. — Aun así, se lo agradezco, si esto no le satisface será mejor que me denuncie.

 

— No tengo intención de hacerlo, ni, aunque trataras de matarme — Yves se acercó lentamente, un movimiento rápido hacia el chico frente a él. Le tomó por la barbilla en cuestión de segundos y rozó sus labios con los de aquel sujeto, renuente a pronunciar su nombre.

 

— ¡Maldito asqueroso! — Sin aviso, Yves fue empujado al suelo, azotó su trasero directo en el lodo y antes de que pudiera decir nada, la punta fría de una espada rozó su mejilla.

 

II

 

En la casona grande y vieja, llena de historia y antigua gloria. 

 

— Madre estoy de regreso.

 

— ¿Por qué hasta tardado tanto?

 

— Tuve algunos problemas, pero todo ha salido bien, por ahora no se preocupes todo estará bien.

 

— Explica, ¿Qué tipo de problemas? — cuestionó exaltada la madre.

 

— Fui a la casa de ese ministro, necesitaba encontrar la carta de la que me hablo Gabín, tenía la intención de entrar a su casa, pero unos guardias lo notaron y me hubiesen llevado al palacio de no haber sido por alguien me ayudó, supongo que era el hijo del ministro porque los guardias le obedecieron apenas pidió que me… dejaran. 

 

— ¡Hijo mío! Te he rogado demasiado para que no vuelvas a hacer esas cosas ¿Cuánto rencor más piensas retener en tu corazón? ¿No puedes entender que la venganza no trae nada bueno? Juliel por favor, no sigas con esta tonta venganza, deja atrás tus rencores.

 

— Lo haré madre, pero primero debo terminar lo que mi padre empezó, si no su sacrificio no habrá servido de nada.

 

— Sí, lo sé, pero puedes ser confundido por un rebelde.

 

— Eso no va a ocurrir madre, lo prometo.

 

— Juliel, por supuesto habrás agradecido a la persona que te ha ayudado.

 

— Sí, lo hice —Por supuesto que sí, le había perdonado la vida, a pesar de aquel acto tan repulsivo.

 

III

 

— Príncipe Jean, le he buscado toda la maña — El sirviente hizo una pequeña reverencia al príncipe, enseguida se le notaba el apuro en las palabras.

 

— ¿Y es ese mi problema? ¿Es que acaso es esto un reclamo?

 

— No, no, nada de eso, mil disculpas su majestad, no confunda mis palabras. Ocurre que su padre, el rey, deseaba merendar con usted y le ha estado esperando para dar el mensaje, lamento no haberme expresado de manera correcta, disculpe majestad, tiene un sirviente torpe.

 

— Retírate y di a mi padre que estoy indispuesto, no quiero hablar con nadie, así que diles a todos que nadie se atreva a interrumpirme hasta que no haya pedido que alguien venga.

 

— Como usted ordene— El sirviente salió de la habitación a toda prisa y Jean recostado en su cama con apenas un pijama de seda.

 

IV

 

— Juliel, yo tampoco entiendo que estabas haciendo en esa casa — Y Juliel miró a su prometida, preocupada y hermosa como siempre, le sonrió enseguida notó la preocupación en su rostro, pero ella no aceptó aquel simple gesto sin explicación. — ¿Por qué no confías en mí? Es por esto por lo que no has pedido mi mano con mi padre y… yo no sé si en verdad hay un motivo o sólo estás aplazando nuestra unión Juliel. 

 

— Te lo he dicho, una vez que todo concluya, me reiré de lo que ahora nos acongoja, y entonces te lo contaré, no antes, no después.

 

— No, tú no me tienes confianza. Tú has abusado de mi confianza, pero no eres capaz de decirme nada. ¿No es ese el deber de una esposa? ¿Calmar el corazón del hombre a su lado y amenizar sus pesares? ¿O es en verdad que no me quieres a tu lado?

 

— No, Brigitte, no piense esas cosas.

 

— ¡Entonces dime! ¿Por qué tanto odio a los hombres del rey?

 

— Porque ellos mataron a mi padre…— Comenzó a narrar Juliel casi en susurro — El ministro ha hecho alta traición al reino, ha dado las posiciones del ejercito al reino de Enguerrand, y los guardas y otras personas se enteraron, intentaron contarlo todo al rey Jean-Philippe, pero él no hizo más que confrontar a las personas con el ministro.

 

— Pero fue el ministro quien se llevó toda la gloria de haber encontrado a la persona que llevaba la información a Enguerrand.

 

— Un chivo expiatorio, Brigitte. El ministro se encargó de encontrar un falso culpable,

 

— ¿Y tú cómo supiste todo esto? ¿Más gente lo sabe?

 

— Algunas personas en el pueblo lo sospecharon, pero era su palabra contra las del rey.

 

— ¿Estas basando tu venganza simplemente en sospechas?

 

— Mi padre no era ningún traidor, yo lo sé, además, Gabín…

 

— ¿El hombre que trabaja en las caballerizas?

 

— Sí — Juliel se exasperó un poco por las constantes interrupciones de su prometida— Él escuchó cuando el ministro, un poco pasado de copas le contaba su hijo dicha anécdota, y le escucho decir que mantenía aun contacto amistoso con el rey de Enguerrand, hoy fui porque Gabín me dijo que el ministro tenía en su recamara una carta en la que el rey de Enguerrand le pedía nuevamente y como un gran favor.

 

— Pero esto es riesgoso Juliel… no quiero que tengas ningún problema, no quiero que hagas lo que estás haciendo. ¿Por qué no olvidas todo esto?

 

— No lo entiendes Brigitte, ¿Sabes qué pasaría si alguien supiera verdaderamente quién es mi padre? Mis hijos también tendrían que pagar por la traición en la que involucraron a padre. Quiero que nuestros hijos no tengan nada de qué avergonzarse o de qué huir.

 

 

  

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«. ·°·~*~' Había una vez '~*~·°·. »
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