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Miradas perdidas por aisaka-san

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El viento levantaba gentilmente los pétalos en el suelo, meciéndose en el aire en una dulce danza que era igualada únicamente por el aroma que desprendían las rosas que fueron gentilmente cultivadas justo para este momento inigualable.

 

Las mejillas de Ash estaban tintadas de rosa casi igualando al cielo vespertino en los atardeceres en Kanto, su mirada brillaba de una forma tan intensa que sabía que no podría volver a tener en el futuro por más que lo intentara.

 

Nuevamente recordó como había sucedido todo, empezando en el momento donde descubrió el sentimiento que lo haría feliz y miserable al mismo tiempo.

 

¿Se arrepentía de algo? Probablemente si.

 

Se arrepentía de no aceptar sus sentimientos mucho antes.

 

Cuando su mirada se cruzó con la de Gary Oak, su amigo y rival de la infancia, después de varios años sin verse, supo que había algo diferente en él.

 

No había esa pizca de superioridad que el castaño siempre presumió, tampoco la típica arrogancia que solía cargar consigo a todos lados donde iba. Se saludaron con tanta alegría que Ash supo que simplemente había algo diferente en el ambiente entre ellos dos, había algo especial que lo mantuvo atento a los gestos de Gary y feliz de estar a su lado aunque fuera un simple encuentro casual entre dos amigos.

 

Quizás Ash también había cambiado un poco.

 

Después de su inesperado encuentro con Gary en el Bosque Verde, ambos regresaron juntos a Pueblo Paleta; un suceso simplemente extraño pues a pesar de llevar tanto tiempo conociéndose, en realidad no permanecieron juntos en un viaje, incluso si era uno tan corto. Sorpresivamente el ambiente entre ellos era muy dinámico, funcionaban tan bien acampando y hablando sobre Pokémon que parecía que no les faltaba nada más en el mundo.

 

Un encuentro encantador.

 

Dos días de viaje bastaron para que ambos se acostumbraran a la presencia del otro, por lo que al llegar a Pueblo Paleta empezó a ser un hábito que se buscarán mutuamente. En ocasiones Ash iba al laboratorio Oak a buscar a Gary y hablar de mil cosas y ninguna, a veces era Gary quien se tomaba un descanso de sus investigaciones e invitaba a Ash a escaparse a alguna región y simplemente desaparecer por una semana o dos a una aventura más.

 

Eran esos viajes los que ponían más nervioso a Ash.

 

Sentía su pecho arder y el ritmo de su corazón descontrolarse cada vez que estaba cerca de Gary, en un espacio íntimo y privado donde cualquier cosa podría pasar ya fuera en un campamento al aire libre o en algún hotel hospedandose.

 

Y una noche simplemente sus sentimientos salieron a la luz, incluso antes de asimilarlos.

 

Gary lo miró con una sonrisa y le regaló una rosa cuando entró a la habitación del hotel; recordaba perfectamente como su Pikachu saltó de su hombro y fue a jugar con el Umbreon de Gary a otra habitación mientras él simplemente procesaba lo que sucedía. Sin pensarlo mucho tomó la rosa y la acercó a su rostro, sonriendo ante el dulce aroma que desprendía y sintiéndose firmemente enamorado.

 

Se lanzó hacia su acompañante y lo llenó de besos que fueron bien correspondidos.

 

Quizás no fue una confesión dramática como en las películas ni fue tan elaborada como alguna vez imaginó que sería su primer amor, mucho menos se visualizó a sí mismo con Gary de está forma. Pero supo que no habría nadie más para él por el resto de su vida cuando despertó a la mañana siguiente, abrazado piel con piel con Gary con una ligera sábana cubriendolos de los rayos del sol.

 

La palabra “novio” no fue pronunciada por ninguno de ellos en mucho tiempo.

 

Pero aun así no pararon de salir juntos, coqueteandose recatadamente y en ocasiones con un descaro total con el que muchas parejas solo soñarian llegar a tener. Aunque no se atrevían a darle un nombre formal a su relación, se sentían completamente cómodos como estaban.

 

O al menos así lo pensó Ash.

 

Con el viento frío golpeándolo en el rostro Ash recordaba detenidamente. Puede que aquellas veces en las que encontraba a Gary mirando al cielo con tanta melancolía, no eran en realidad él “nada” que el castaño le respondía cada vez que preguntaba en qué estaba pensando.

 

Tal vez Ash debió ser más accesible con él en aquellas ocasiones donde sus manos rozaban una con la otra cuando caminaban juntos; debió tomar la mano de su amado entre la suya y adorar sentir el calor ajeno que después convertirian en uno solo. Debió acceder a arriesgarse un poco e intentar darse uno que otro beso en público, sin el miedo a ser descubiertos y juzgados; solo pensando en que eran afortunados de tenerse el uno al otro y amarse de aquella manera tan especial mientras ignoraban que el tiempo que compartían juntos se agotaba.

 

Cuando finalmente Gary le pidió salir formalmente no estuvo listo, fue algo impredecible y aún tenía miedo de que la gente lo juzgara, que al verlo con un hombre lo odiarán y no pudiera volver a mostrar su rostro en público.

 

Sonrió mientras sentía unas cuantas lágrimas caer de sus ojos, fue tan estúpido en esos tiempos por creer eso.

 

Recordó la forma tan fría en la que se alejó por meses de Gary, arduos meses en los que sus amigos más cercanos lo hicieron entrar en razón para pensar mejor las cosas.

 

“¿Qué importa el resto del mundo? Tú eres feliz Ash”, recordó que le dijo May mientras admiraban el océano en Hoenn.

 

“Puede que te de miedo, pero ¿no estarías más seguro de ti mismo si estás con la persona que más amas en el mundo?”, le dijo Misty en un restaurante pequeño donde ambos almorzaban después de una batalla amistosa que compartieron.

 

“Las personas que te queremos solo esperamos verte feliz, si él te hace feliz no hay nada a qué tenerle miedo”, fue lo que su madre le dijo cuando le confesó sobre sus sentimientos y su temor.

 

No necesito más para armarse de valor y buscarlo; tan solo esperaba que Gary aún lo siguiera esperando.

 

Grande fue su sorpresa cuando entró a la mansión Oak y lo encontró trabajando en el desolado laboratorio, parecía estar un poco más delgado y pálido. Cuando sus miradas nuevamente se encontraron Ash sintió culpa por las grandes ojeras que se marcaban bajo sus ojos.

 

Pero no vio nada de ira en esos ojos verdes que tanto amaba. Solo encontró el alivio que había perdido en todo este tiempo.

 

Se lanzó a sus brazos disculpándose una y mil veces por todo lo que había sucedido, Gary lo arropó y quitó la gorra de su cabeza, besando su frente con cariño mientras le decía que lo entendía, no había de qué disculparse.

 

Nuevamente el tiempo pasó entre ellos pero está vez Ash sintió que todo iba mucho más rápido, la felicidad que compartía con Gary cada vez parecía más insuficiente por cada día que pasaba, por cada noche en la que se separaban y tener que esperar hasta el amanecer para volver a encontrarse. De alguna u otra forma sabía que el castaño se sentía igual.

 

Por lo que pedir la mano en matrimonio del otro fue algo simplemente natural.

 

Fue una noche mágica en la costa de Alola, su segundo hogar donde recién había aterrizado, esperando por darle una sorpresa a su familia aloliana al presentarles a Gary.

 

Llegaron sin avisar a nadie, por lo que tuvieron que hospedarse en un hotel para no molestar a altas horas de la noche con su presencia. Ahí todo ocurrió.

 

Solo tardó unos segundos en reaccionar antes de dar el sí.

 

Su emoción fue tal que no le contaron a nadie la gran noticia; corrieron presurosos de la costa al hotel, arrastrándose el uno contra el otro en una oleada de besos apenas entrar a la lujosa habitación que había alquilado; Ash pensó por un momento que Gary había planeado que todo ocurriera de está forma desde el inicio de su viaje, pero no tenía ningún problema al respecto.

 

Una noche llena de pasiones consumadas y promesas por cumplir lleno esa habitación; una noche que al poco tiempo, Ash deseo que durará eternamente.

 

Antes de que su vida cambiará nuevamente.

 

Al amanecer, Ash quería quedarse un poco más de tiempo, descansar con su persona favorita en el mundo y simplemente pasar este tiempo juntos pero Gary insistió en apresurarse para conocer a su familia.

 

La idea de sus papás dándole el visto bueno a su relación y a Gary lo hicieron sentir emocionado, así que no tardó mucho en hacer caso y comenzó a prepararse para ir al encuentro.

 

En el camino fue Gary quien conducía el auto, atravesando los paisajes más hermosos de la región y Ash disfrutaba de la vista.

 

—¿Qué tanto miras? —preguntó Gary con una sonrisa divertida, sin dejar de mirar al frente.

 

Ash se tardó un poco en responder y le sonrió con calidez.

 

—La vista en Alola siempre ha sido hermosa, pero contigo aquí siento que es un lugar único en el mundo.

 

El castaño sintió su rostro enrojecer pero no dejo de sonreír, miró brevemente a Ash y le guiño un ojo.

 

—Vaya, si que estas enamorado de mi —rió un poco antes de continuar—. Pero si alguien resplandece entre nosotros, ese eres tú Ashy.

 

El tono coqueto que usaba el castaño seguía teniendo el mismo efecto en Ash como el primer día, su estómago revoloteo y una sonrisa enamorada se plantó en sus labios. Sin pensarlo mucho puso su mano en la pierna de su ahora prometido y se permitió soñar despierto.

 

—Cuando nos casemos me gustaría vivir aquí —confesó desde lo más hondo de su corazón, Gary lo miró de reojo.

 

—Quizás sea posible, después de todo aquí vive parte de mi familia también. No creo que tengamos ningún problema en instalarnos —dijo el castaño con calma, concentrándose en el camino pero deseando abrazar a Ash y soñar con él—. Además, sería interesante vivir como toda una celebridad teniendo al campeón de la región como mi esposo.

 

Ash bufó divertido, al poco tiempo ambos rieron ante la idea que esperaban convertir en una realidad.

 

Un pokemon se atravesó en su camino.

 

Literalmente.

 

El pánico no se hizo esperar, Ash soltó gritos desesperados para que Gary se moviera del camino pero por más que Oak lo intentaba, el auto no reaccionaba lo suficientemente rápido.

 

Afortunadamente lograron esquivar al pokémon que ni siquiera habían logrado distinguir bien.

 

Lo único que Ash supo después fue que una gran oleada de fuertes golpes los rodeó mientras el auto volcaba en algún lugar. Todo sucedió tan lentamente, las cosas en la guantera salieron volando por todos lados, sus pokeball, las maletas de alguna forma terminaron en la parte de enfrente y rodaban en el pequeño espacio golpeandolos aún más. En ese momento de una manera extrañamente racional agradeció el hecho de que justo está vez dejó a Pikachu al cuidado de su mamá en Kanto.

 

Dejaron de rodar, el auto no quedó boca abajo así que sus cuerpos cayeron pesadamente sobre los asientos casi destrozados, la bolsa de aire y los cinturones de seguridad habían logrado su deber pues no salieron proyectados en ningún momento.

 

Ash miró a todos lados; intentando salir noto que estaba mal herido, un líquido caliente bajaba por su cabeza y todo le dolía. Aun así siguió tratando pero era inutil, la bolsa de aire no lo dejaba moverse como quería y la poca fuerza que tenía tampoco ayudaba para poder empujar la puerta deformada por el accidente.

 

Por primera vez tuvo el instinto de buscar a Gary, su corazón casi se congela cuando lo miro. Sus ojos estaban cerrados, su cabeza caía al frente y estaba notoriamente mucho más herido que él.

 

Su cuerpo se volvió rígido de repente, se forzó a sí mismo a llevar sus manos y tocarlo, verificar con todo el miedo de su corazón que él no estuviera…

 

Sintió a su corazón latir sobre la palma de su mano a través de su camisa manchada de sangre, sus ojos se llenaron de lágrimas al ver que aún había tiempo pero quizás no era mucho. Rápidamente recordó a la pokeball que salieron por todos lados y busco una aunque fuera; al hallarla soltó al pokemon que estaba dentro.

 

Gracias a Arceus era el Pidgeot de Gary.

 

Pidgeot se impactó por la escena frente a él, su maestro y su pareja estaban malheridos en un auto destrozado, se acercó con las intenciones de ayudarlos a salir pero Ash se lo impidió.

 

—¡Busca ayuda! ¡Necesitamos que nos saquen con cuidado! —pidio desesperadamente amarrando un trozo de tela ensangrentada a la pata del ave, a Pidgeot no le quedó otra opción más que obedecer y se fue volando lo más rápido posible.

 

Ash lo vio irse, empezó a sentirse débil pero no se permitio flaquear ni un poco; se quedó esperando ahí, cuidando a Gary con recelo sin dejar de verificar los latidos de su corazón.

 

Por más que lo intentó no pudo soportarlo más, se sentía mareado y muy débil, empezó a sentir mucho sueño.

 

Tomó la mano de Gary; lo último que escuchó antes de sumergirse en las penumbras fue el sonido de las ambulancias acercándose.

 

Despertó agitado.

 

El pitido constante que provenía de algún lugar retumbaba en su cabeza adolorida, pero eso no lo detuvo para levantarse y empezar a quitar los incómodos cables que estaba conectados a su cuerpo, el pitido solo se alargó más pero eso no le importó.

 

Él solo quería verlo.

 

Doctores y enfermeras entraron a su habitación, lo recostaron forzosamente en la cama y le explicaron su delicada situación, aun así se negó a permanecer ahí recostado y nuevamente intentó ponerse de pie.

 

Justo en ese momento entró Kukui a la habitación; Ash al verlo se calmó un poco logrando que los doctores les dieran un tiempo a solas.

 

Después de un largo abrazo y de que Kukui le dijera lo aliviado que estaba de verlo sano y salvo fue que Ash finalmente se atrevió a preguntar.

 

—¿Sabes algo sobre Gary? ¿Está bien? —pregunto con temor en su voz, Kukui lo miró confundido y luego recordó.

 

—El chico que venía contigo, ¿verdad? Él está bien —dijo para el alivio de Ash quien finalmente se dejó caer de lleno en la cama.

 

—¿Puedo verlo? —preguntó con una voz débil a lo que Kukui sonrió y negó.

 

—Resulta que de los dos, tú fuiste el que sufrió más daños. Debes descansar.

 

Ash suspiró cansado, no le gustaba para nada ese plan; pero al ver a su padre tan preocupado por él sabía que no tenía opción más que aceptar los hechos. A su vez, Kukui entendió los sentimientos de Ash y decidió proponer algo.

 

—¿Qué tal si él viene aquí para verte?

 

La mirada de Ash se iluminó, Kukui sonrió al atinar en su idea.

 

Las horas después de eso pasaron lentamente, sus amigos de Alola entraron uno a uno a ver como estaba. Agradeció tanto tenerlos ahí, ellos siempre saben como sacarle una sonrisa ya fueran con sus amables obsequios o con un chiste disparatado. Pero aunque agradecia su presencia, realmente solo esperaba ver a una persona en especial cruzar por el umbral.

 

Y cuando distinguió su cabello al abrirse la puerta, su corazón saltó en su lugar.

 

Pero casi se detiene en seco cuando cruzaron miradas.

 

Algo estaba mal, Ash lo sintió desde el fondo de su corazón.

 

La mirada de Gary era nerviosa, distante, casi indiferente. No había preocupación, no había cariño, no sentía esa conexión que compartían desde hace años.

 

¿Estaría enojado con él por lo ocurrido? Seguramente debía ser así para mirarlo de esa forma tan extraña; si no era eso ¿qué otra explicación había?

 

—Hola —saludó el azabache con timidez, Gary saltó un poco en su lugar y devolvió el saludo.

 

—Ho-Hola —dijo ¿nervioso?, Ash parpadeó varias veces incrédulo. Recordó que la única vez que vió a Gary nervioso fue el día que se le confesó pero nunca pasó eso ni antes o después de empezar su relación.

 

—¿Te sientes bien? —preguntó Ash realmente intrigado.

 

—S-Si… yo, eso creo —respondió Gary usando el mismo tono, Ash cada vez estaba más confundido pero no cuestiono más.

 

—Bueno, es un alivio —dijo intentando ser casual, luego se miró a sí mismo y lo miró con resignación—. No puedo decir lo mismo de mi, esos doctores quieren verme aquí postrado todo el día, ¿puedes creerlo?

 

Bromeó ligeramente para calmar el ambiente pero notó que no lo logró cuando Gary no se rió con él ni nada, su expresión no cambió en absoluto.

 

—Oye, ¿estás seguro que está todo bien? —preguntó Ash está vez con más seriedad, Gary miró al suelo por varios segundos que parecieron horas y finalmente negó.

 

Se sentó al lado de Ash, en la misma silla que todos sus amigos habían usado cuando entraron a verlo pero ahora que tenía a Gary ahí parecía un sitio inhóspito, como si la zona alrededor de él estuviera fuera de su alcance lo cual terminó por ponerlo nervioso.

 

—No quise decirle esto a nadie porque me pareció una locura, más bien pensé que era un error —dijo el castaño cerrando los ojos con una sonrisa amarga en el rostro. Ash se tenso instintivamente, de alguna manera sabía que lo que vendría después de eso serían malas noticias—. Pero… yo no tengo la mínima idea de quién eres.

 

A partir de ese momento, Ash sintió que el tiempo se detuvo.

 

Oía la explicación de Gary, le dijo que recordaba viajar a Alola para conocer a alguien que parecía importante pero tampoco parecía recordarlo; durante el accidente recordó estar solo, igual con los meses pasados, con los años que compartieron juntos. Solo recordaba su investigación, también faltaban unos cuantos eventos que parecían ser importantes pero sí recordaba a otras personas en su vida.

 

Ash oía la explicación que el doctor intentó darle después de que Gary fuera analizado.

 

Pero no podía entenderlo.

 

No tenía sentido alguno para él. Se supone que fue la persona más importante para Gary en todo este tiempo de relación. ¡Iban a casarse!

 

Pero ahora no había nada de eso.

 

Ni siquiera los recuerdos de infancia de Gary y él estaban ahí.

 

Por supuesto que intentó explicarle a Gary, decirle quién era él en su vida pero no supo cómo hacerlo. ¿No sería extraño que de la nada llegará alguien que no conoces y te dijera: Hola, hemos sido pareja por casi siete años? Incluso si intentara hacer esa locura, no había nada que le garantizara que Gary se lo tomara a bien y deseara retomar su relación.

 

No cuando Ash miraba como el castaño le coqueteaba ocasionalmente a alguna joven enfermera. Su pecho ardía en celos.

 

No podía hacer eso.

 

Al poco tiempo llegaron los familiares de ambos, claramente el profesor Oak fue directamente con su nieto y su madre con él, ahí le contó lo sucedido.

 

—No sé qué hacer mamá —dijo Ash angustiado, las lágrimas surcaban libremente por su rostro—. Él no me conoce, siento que perdí a mi alma gemela para siempre.

 

Su madre posó su mano gentilmente en su hombro, lo reconfortó y lo incitó a que no renunciara.

 

—Ash, los conozco a ambos desde que nacieron y si algo sé con certeza es que no importa que pase, nada los puede separar —dijo su madre con suavidad—. No puedo garantizar que el te recordará en algún momento, pero si ya lo conquistaste una vez, ¿por qué no intentar hacerlo de nuevo? Justo como eres ahora, demuéstrale que eres el amor de su vida.

 

Ash se conmovió y decidió que lo haría, no dejaría ir tan fácilmente a la persona que lo enamoró y con la que aceptó pasar el resto de su vida.

 

Cuando el profesor entró a su habitación, él y su madre lo pusieron al tanto de la situación de Gary además de contarle de su plan para reconquistarlo. Samuel se lo tomó a bien y le deseo buena suerte a Ash, confiaba en que podría lograrlo.

 

Gary salió del hospital una semana antes que Ash, pasó a su habitación para despedirse y regresar a Kanto.

 

“No tiene sentido quedarme en Alola si no recuerdo a quien iba a ver”, recordó que le dijo aquello antes de partir, Ash sonrió sobriamente antes de decirle que lo vería en Kanto cuando saliera de ahí.

 

Grande fue su sorpresa cuando regresó a su hogar y no lo encontró.

 

Fue directamente con el profesor Oak y preguntó sobre el paradero de su amado.

 

—Está en Kalos —dijo Samuel con cierta tristeza—. Quiso tomar unas vacaciones en la ciudad, conocer más gente.

 

Ash no necesito escuchar más para saber a qué se refería, las lágrimas amenazaron con salir nuevamente de sus ojos pero no las dejo.

 

No perdió el tiempo e hizo sus maletas, cuando menos lo notó ya estaba en un vuelo hacia Kalos.

 

Sabía que iba a ser difícil, nunca antes había intentado conquistar a alguien; nunca pensó que tendría que competir con otras personas por alguien que ya le pertenecía, era suyo por derecho. Pero iba a dar lo mejor de sí mismo a como diera lugar, afortunadamente conocía a un par de personas en Kalos que podrían ayudarlo.

 

Su primera parada fue en la casa de cierta amiga que había vuelto a casa después de alcanzar la gloria justo como él hizo. Toco la puerta y fue bien recibido.

 

—Serena —exclamó saludando a la mencionada, ella lo abrazó apenas verlo.

 

—Hace tanto tiempo —dijo la chica con alegría.

 

Luego lo invitó a pasar, Serena ya conocía sobre el romance de Ash y por más que le doliera el hecho de que alguien más ocupaba un espacio en su corazón, ella siempre procuraria la felicidad de la persona que más amaba en el mundo incluso si lo seguía haciendo en silencio.

 

En ese tiempo en los que estuvieron a solas, Serena le dio los mejores consejos que conocía sobre chicos y el romance.

 

—Después de todo estamos en Kalos —comentó la chica con una sonrisa—. No hay lugar más romántico que este y creeme, estos consejos funcionan de maravilla. Incluso le he dado unos cuantos a mis amigas en Hoenn y ya me han invitado a sus bodas.

 

Ash rió divertido pero a la vez esperanzado, quiero creer que tenía la ventaja, que podía recuperar a su amado.

 

Sin aviso ni nada más de por medio, Korrina llegó a la residencia.

 

—¡Lo siento! Se me hizo tarde —exclamo la chica con nerviosismo, extendio ante ellos una caja de chocolates a modo de disculpas.

 

—No te preocupes, ya le di a Ash unos cuantos consejos —comentó Serena con picardía, Korrina sonrió y emocionada se acercó a ambos.

 

—Es un poco vergonzoso —dijo Ash sonrojado pero sincero.

 

—Tranquilo, todo saldrá bien —respondió Korrina sentándose, de su bolso sacó su teléfono y empezó a buscar algo—. Créeme, está chica me dio también algunos tips; hasta el chico más denso del mundo caerá ante esos encantos. En todo caso miren mi cita más reciente, ¡Lo conocí ayer y la pasamos genial en la ciudad!

 

La chica extendió el teléfono mostrándoles una foto de su cita más reciente.

 

Ash sintió que se le caía el mundo encima.

 

No tuvo que explicar nada para que ellas entendieran, la rubia se disculpó pero Ash sabía que no era su intención pues no conocía a Gary, no había manera en la que hubiera evitado tener una cita con él. Serena se preocupo ya que los ánimos de Ash habían bajado considerablemente.

 

—Nada de eso importa —dijo Serena con calma, miro decidida a Ash y continuó—. Tú puedes lograrlo.

 

Ash asintió, pero no estaba seguro de aquello.

 

Ahora que ya sabían sobre el paradero de Gary en Kalos, Ash se apresuró en dar con él, lo encontró tomando café en una cafetería muy popular de Luminalia. No lo pensó mucho cuando se acercó a él y comenzó una plática ocasional.

 

—Vaya, que pequeño es el mundo —le respondió Gary con ese tono que Ash tanto amaba, su corazón latió con intensidad dándole el valor de seguir con su plan.

 

—¿Has estado antes en Luminalia? —preguntó Ash con inocencia fingida pues sabía de antemano que no era así, por lo que cuando Gary negó sonrió y cuestionó—. ¿Quieres ir a echar un vistazo? Conozco un par de lugares donde abundan pokémon salvajes cerca de aquí.

 

Solo eso necesito para llamar por completo la atención del otro.

 

Y tal como dijo, Ash llevó a Gary a las afueras de la ciudad, pasaron el día observando a los pokemon. Ash le contaba todo cuanto sabía de ellos y Gary lo escuchaba atentamente, después comieron ahí en el bosque y continuaron hablando de los distintos pokemon en está y otras regiones.

 

—¿Cómo es que sabes todo esto? —preguntó Gary divertido, ambos se habían recostado en el pasto y miraban hacia el cielo. Ash se sonrojó un poco y respondió.

 

—Viaje por muchas regiones hace tiempo —explicó con nostalgia, miró a Gary y continuó—. Al principio seguía a un buen amigo, mi rival en ese entonces.

 

Suspiro un poco, miró nuevamente hacia las nubes y continuó.

 

—Creo que quería que me reconociera como un buen entrenador, tiene un "noseque" que me sacaba de quicio, no podía sacarmelo de la cabeza por varios días. Cuando entrenaba, a veces solía pensar en que podría llegar a impresionarlo con mis Pokémon y finalmente voltearia a verme; quizás empezariamos a viajar juntos y terminaríamos siendo los mejores del mundo.

 

—Hablas de eso como un sueño muy lejano, ¿Pasó algo malo entre ustedes dos? —preguntó Gary mirando a Ash, este le regresó la mirada y negó.

 

—No en realidad, él tomó otro rumbo distinto. No compartimos el mismo sueño así que tomó su camino y yo el mío.

 

—¿Lo extrañas?

 

Ash guardó silencio un momento, si el Gary de hace un mes le hubiera preguntado eso se habría negado en absoluto, pero este Gary era distinto.

 

Así que abrió su corazón.

 

—Si, lo extraño. Lo extraño mucho.

 

Después de un corto silencio, dejaron de mirarse y nuevamente miraron al cielo. Luego Ash susurró inaudiblemente.

 

—Te extraño.

 

No dijeron nada hasta que se dieron cuenta que empezaba a anochecer. Se levantaron de aquel lugar y emprendieron la marcha de regreso a la ciudad, Ash casi había olvidado los consejos de Serena para conquistar a Gary hasta que estuvieron a punto de separarse en el camino.

 

—O-Oye por cierto —La voz le salió temblorosa, se sonrojo por lo que tuvo que tomar el visor de su gorra y tirar de él hacia abajo, ocultando su rostro. Luego continuó—, por aquí hay un buen restaurante. Deberíamos ir y probar…

 

—Lo siento.

 

Ash se congeló en su sitio, levantó la mirada encontrándose con un Gary que lo miraba seriamente.

 

—Lo noté allá en el bosque cuando hablabas de tú amigo-rival —dijo el castaño con desagrado en la voz—. Yo no te juzgo ni nada de eso, pero créeme, yo no soy de "ese bando". ¿Me entiendes, no?

 

El corazón del azabache se aceleraba dolorosamente, golpeaba contra su pecho nerviosamente a la vez que se sentía ofendido. Era un cúmulo de sentimientos que no sabía bien cómo manejar, nunca espero está respuesta.

 

—Pero créeme, encontrarás a alguien —dijo el castaño, antes de darse la media vuelta lo miró e hizo uno de sus gestos clásicos con la mano—. Te veo luego  Ashy-boy.

 

Ash se sobresaltó al escuchar ese apodo, no pudo reaccionar a tiempo para detener a Gary por lo que se quedó ahí solo, en medio de ciudad Luminalia con una nueva esperanza naciente.

 

Nunca le había comentado a Gary que ese era el apodo con el que solía llamarlo de niño.

 

Quizás si era posible que recuperara sus memorias.

 

Las semanas pasaron con lentitud a partir de ese momento para Ash; incluso ahora se sentía algo dolido por el rechazo de su prometido pero eso no lo detendría, era una persona muy terca como para rendirse de este modo.

 

Así que continuó pensando en que podría hacer para recuperar los recuerdos de Gary, se le ocurrió invitarlo a algún viaje corto que le hiciera recordar sus momentos juntos cuando apenas empezaban a gustarse, o retarlo a una batalla para que recordara su época de entrenador y así entendería que él era su rival en ese entonces.

 

Pero aún tenía en mente el rechazo que Gary le había dado la última vez que se vieron.

 

Ahora que lo pensaba, el castaño en realidad nunca le había dicho cómo fue que se enamoró de alguien como él. Es decir, Ash se consideraba una persona simple, no era hábil en muchos ámbitos de la vida que no fueran las batallas y aun en eso continuaba fallando algunas veces. Nunca se había esmerado en hacer muchas cosas que no fuera crecer como entrenador, ni siquiera en el romance y de alguna forma, logró conquistar el corazón del joven Oak sin darse cuenta.

 

¿Algún día podría preguntarle porque lo amo?

 

Esperaba que si.

 

O en todo caso, esperaba que este Gary también lo amara.

 

Ya lo tenía decidido, iría con todo está vez.

 

Afortunadamente encontró a Gary en la mansión Oak en está ocasión, así que no fue muy difícil acercarse nuevamente a él.

 

—Hola —saludó tímido a través de la ventana del laboratorio, Gary alzó la mirada hacia él y saludó distante—. ¿Qué hay?

 

—No mucho —respondió Oak regresando su mirada al ordenador frente a él—. Mi investigación está un poco estancada.

 

Ash se acercó silenciosamente, miró por detrás de Gary y ciertamente había avanzado poco desde la última vez que leyó su investigación más reciente, y eso había sido antes de su viaje a Alola.

 

—Es cierto, parece que has perdido tú inspiración —dijo Ash con seguridad, Gary lo miró y bufó molesto, rodando los ojos y mirando con fastidio al ordenador.

 

—Creo que he perdido incluso hasta el sueño, he estado soñando cosas extrañas —susurró esto último sin poder ser escuchado por Ash, lo miró molesto y preguntó agresivamente—. En todo caso, ¿qué haces aquí? Creí que vivías del otro lado del pueblo.

 

Ash rió por lo bajo y negó.

 

—No realmente, mi casa está muy cerca.

 

Caminó hacia el ventanal y señaló afuera.

 

—Además que aquí están casi todos mis pokémon, vengo uno que otro día a ver como se encuentran.

 

—Así que tu eres quien llenó el rancho de mi abuelo —dijo Gary con interés, Ash asintió.

 

Ambos miraron a los pokémon de Ash jugar y comer, algunos entrenaban y otros incluso se gastaban bromas que los hacían reír de a ratos. Ash volteó a mirar a Oak y le sonrió traviesamente.

 

—¿Quieres tener una batalla?

 

Gary no tuvo que responder cuando Ash lo tomó de la mano, arrastrándolo fuera con entusiasmo. Lo siguiente que supo fue que ya estaban uno frente al otro, ambos con seis pokémon para el encuentro amistoso.

 

—Yo no estoy muy seguro de poder hacer esto —dijo Gary inseguro—. Creo que no he tenido una batalla hace más de diez años.

 

—No seas un bebé —gritó Ash con diversión desde el otro lado—. Lo harás bien; tú equipo está balanceado, eres todo un perfeccionista en estas cosas.

 

Gary se sonrojó un poco pero Ash no pudo admirarlo, al poco tiempo la batalla comenzó.

 

—Te dije que no iba a lograrlo —dijo Gary agotado, sus pokémon estaban debilitados casi por completo, Ash a su lado le ofrecía un poco de agua.

 

—Lo hiciste muy bien —exclamó Ash con alegría—. Creo que es la primera vez que derrotas a más de la mitad de mi equipo en mucho tiempo.

 

Gary levantó la mirada y lo observó incrédulo.

 

—¿En verdad? —Ash asintió y Oak nuevamente se dejó caer en el suelo.

 

—Vamos, te invito a almorzar.

 

Gary ni siquiera pensó en negarse, después de un corto descanso ambos marcharon a la casa de Ash; su madre no estaba en ese momento dándole así a Ash la oportunidad perfecta para intentar otro acercamiento.

 

—¿Sabes cocinar? —preguntó Oak con incredulidad, Ash le sonrió.

 

—Puede que no sea un magnífico chef pero puedo alimentarte al menos —dijo regresando el rostro a la pasta que cocinaba, su rostro se manchó de rosa pues estaba muy avergonzado y feliz de tener a Gary nuevamente en su casa. De haberse quedado a mirar al castaño lo habría visto en las mismas condiciones.

 

Después de un corto tiempo en el que hablaron de muchas cosas relacionadas a los combates, se sentaron a comer.

 

—Un momento —exclamó Ash antes de que comenzaran, su rostro se tiño carmesí antes de levantarse e ir a la sala—. Mi madre trajo algo el otro día, quería que lo pusiera en la sala pero lo olvidé.

 

El azabache pensó que era la peor excusa que se le había ocurrido en la vida, aun así salió lo más rápido posible ante la mirada confundida de Gary.

 

Y cuando regresó a la cocina, un gran ramo de rosas fue colocado en la mesa.

 

Ash estaba tan avergonzado que quería morirse pero no se iba a retractar, incluso si era una súplica demasiado directa y descarada. Las manos le temblaban por lo nervioso que estaba y no quiso mirar a Gary en ningún momento, no pensó que podría soportar ver su expresión sin importar cual fuera.

 

Pero inevitablemente tuvo que pasar, posó sus ojos sobre un Gary que parecía anonadado por el ramo; pero en su expresión no había aprobación ni desaprobación al respecto, no por ahora.

 

—Bu-Bueno, comamos —dijo Ash con la poca cordura que le quedaba, sentía derretirse por una respuesta concreta de Oak.

 

—Espera, ¿qué significa todo esto? —preguntó Gary, está vez parecía que empezaba a molestarse—. ¿Es esto una cita o algo así?

 

—N-No —respondió Ash rápidamente—. Solo es un almuerzo, te lo dije hace un rato.

 

Pero el azabache siempre fue un pésimo mentiroso, Gary no le creyó y rápidamente comenzó a negar en desaprobación.

 

—No, tú planeaste esto —dijo acusatoriamente, se puso de pie y empezó a retroceder—. Y-Yo te dije que no soy de esos.

 

Ash se puso de pie también, miró a Gary con seriedad.

 

—¿No eres de esos? —preguntó con un dolor en el pecho, le ofendía el claro rechazo que Gary sentía por sus sentimientos—. Yo sé que no es así, deja de pelear contra ti mismo.

 

Gary negó, se llevó las manos a la cabeza y cerró los ojos.

 

—¡No! Tú me confundes, solo es un error, mi mente me está engañando.

 

—No Gary, tú lo empiezas a recordar, ¿verdad? —Ash se acercó más a su amado, tímidamente rozó su mano para después envolverla en la suya—. Me recuerdas, lo nuestro.

 

Gary sintió su corazón arder ante el toque de Ash, la cabeza le dolía terriblemente, ni que decir de que su razonamiento fallaba miserablemente.

 

No pudo soportarlo más y alejó la mano del azabache.

 

—¡Ya basta de esto!

 

No lo pensó mucho cuando empujó a Ash contra la mesa, tirando el ramo y arruinando el arreglo, todo se había derramado sobre Ash. Gary no tuvo tiempo para sentirse culpable, estaba demasiado sofocado en sus propios sentimientos.

 

—¡E-Eres un raro! —dijo clavando una muy dolorosa estaca en el corazón de Ash—. ¿Sabes? No soy la misma persona que conociste, para los demás si lo soy pero está claro que para ti no. ¡Tú esperas algo que ya está muerto! No me interesas en este ni en ningún otro modo.

 

Ash lo miraba desde abajo, parecía que en algún momento se iba a soltar a llorar pero ni siquiera eso fue capaz de ablandar ni un poco el corazón del joven Oak.

 

—No vuelvas a buscarme, te daré una paliza si te vuelves a acercar a mi.

 

Sin más salió de la casa, azotó la puerta al salir dejando atrás a un Ash quien miraba incrédulo el panorama.

 

Alrededor suyo las cosas estaban tiradas, las rosas, la comida, incluso unos cuantos cubiertos se habían estropeado. Pero eso no era lo que más le importaba.

 

Se dio cuenta que está vez no había manera de arreglar nada.

 

—No importa que él me recuerde, ¿verdad? Nunca va a volver a aceptarme —dijo a la nada, su corazón ya estaba destrozado pero no podía procesarlo aun.

 

No estaba sintiendo nada.

 

Su pérdida fue tan grande que sus sentimientos empezaron a restringirse, no sentía tristeza, no sintió felicidad, no volvió a avergonzarse, no pudo sonreír incluso si intentaba forzarse por más tiempo que pasará.

 

Incluso el frío y el calor se habían ido.

 

Fue una última vez a la mansión Oak después de ese incidente, afortunadamente en está ocasión solo el profesor Oak estaba ahí; si lo miró preocupado no lo notó, Ash iba enfocado en tomar unos cuantos pokémon y partir una vez más de casa.

 

Cuando escaló el monte Plateado solo pensó en aislarse un poco, quizás poder encontrar lo que perdió con aquel rechazo y quizás volver a intentarlo en el futuro. No entendía bien porque su mundo se había despedazado con algo como un rechazo, muchas veces en el pasado había perdido en otros aspectos pero está vez se había derrumbado por completo.

 

Su corazón estaba más gélido que el frío que lo rodeaba, lo único que hacía ahí arriba era cuidar a sus pokémon, eso lo mantenía en pie. Pero a veces solo con mirarlos recordaba lo miserable que era, ni siquiera Pikachu lograba levantarle los ánimos.

 

Unas semanas más tarde, al pie del monte Plateado, un castaño lleno de arrepentimiento admiraba el inmenso y gélido panorama. Solo esperaba que la persona que había recordado hace poco tiempo tuviera compasión de él y lo aceptará nuevamente en su vida.

 

Cerca de la punta del monte, Ash miraba con un sentimiento extraño en el pecho a Arceus.

 

“Necesito que vengas conmigo”.

 

Cuando Gary subió, buscó a Ash por todos lados.

 

Pero jamás lo encontró.

 

Notas finales:

Esperaba hacer un final más triste, pero estos dos me hacen ser muy convaleciente.
Eso último fue un guiño a Pokémon Arceus (no lo he jugado, así que fue un guiño ligero).
Por supuesto los personajes no tienen sus edades de la serie actual (10 años), son más grandes y aunque no tengo definidas bien sus edades, yo propongo imaginarlos entre 25 y 27 años.



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