Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Un día en la vida de los gemelos por Lady_Setsuka

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Dramático, como todo lo que escribo, pero en fin, espero les haya gustado.

Kanon entró a la habitación que compartía con Saga y Aioros con la plena seguridad de que su hermano no le seguiría, esta ocasión sí que había sido una pelea épica, contuvo un sollozo seguro de que si dejaba a las lágrimas fluir, no podría pararlas. Con las peleas finalizadas, la bondad de Athena (¿o quizás fue remordimiento?) les dio otra oportunidad para vivir, todos, inclusive Shión y Aioros se encontraban con vida, parecía que ahora los pecados y sufrimientos anteriores eran redimidos… los asesinatos, las crueles muertes de antaño.
-¡Rayos!-Suspiró siendo consciente de cómo una salada y cálida lágrima se deslizaba por de su mejilla… ¡ya había empezado!, ¡genial!, ¡ahora no sería capaz de parar!- ¡Saga tonto!, ¡ni siquiera sé porqué te amo!, ¡no debería amarte!- gimió desesperado al tiempo en que las demás lágrimas que tanto luchaba por contener se liberaban con rapidez-Y esas cosas que dices… ¡no tienes idea de cuánto me dañan!, ¡tonto!- Gimió sintiendo que sus sentimientos colapsaban, ¡que se quebraba!
-Se daría cuenta si le hablaras claramente-Aquella voz interrumpió de súbito sus lágrimas, Kanon jadeó en sorpresa, ¿¡es que la habitación no estaba vacía?!, ¿¡cómo se le había ocurrido liberar de ese modo sus sentimientos sin estar seguro de su soledad!?
-¿¡Aioros?!, ¡No sabía que estabas aquí!- Respondió intentando evadir el tema distrayendo al Sagitario.
-Sí, es evidente, de lo contrario no hubieras dicho todo lo que dijiste… -La simple respuesta de Sagitario denotaba seguridad, tranquilidad, y, un poco de fastidio. Kanon permaneció en silencio tratando de evadir una conversación y su consecuente sermón por parte del arquero, y es que, por más que lo intentaba, aún no era capaz de detener las lágrimas que lo anegaban.
-De todos modos, no deberías hacer ningún comentario acerca de esto, Atena te lo prohibió-Aquella acotación era todo menos amable, y Kanon lo sabía, pero no detuvo sus palabras, se hallaba en el límite y se había declarado incapaz de detener la tormenta de sollozos que le acometía, lo que era más, apenas estaba comenzando.
-Sí, tienes razón, pero da la casualidad de que se le ocurrió ponerme a compartir habitación con ustedes dos, ¡y ya los he aguantado bastante, yo también me encuentro en mi límite!, ¡se la pasan discutiendo, día y noche!
-¡Pues no te preocupes!, ¡me voy de esta habitación y no tendrás que escuchar nuestras discusiones porque no habrá más!-Las palabras de Sagitario hirieron a Kanon aún más, sentía como si su reciente discusión con Saga se viese reafirmada, ante aquello, lo único que atinó a hacer fue tomar una pequeña maleta y comenzar a meter algunas pertenencias.
-Ahora sí que fue fuerte, ¿no?-Aioros habló luego de unos segundos de silencio, mientras observaba a Kanon guardar sus objetos personales. El marina se detuvo un momento al escuchar la cuestión.

-P…Por qué preguntas eso-Respondió curioso por la pregunta.

-Estás llorando delante de mí, por lo general acostumbras contenerte más y llorar en privado-Ante aquella alusión, Kanon no pudo mas que enrojecer violentamente-Y además, está tu súbita decisión de abandonar la habitación, no creo que te vayas porque te importe mucho si me molesta o no que ustedes peleen todo el tiempo.
-Me dijo que no me soportaba-Respondió el gemelo menor sin preámbulos, las lágrimas continuaban inundando su rostro, contuvo un gemido al recordar, aún sin desearlo, el rostro enfurecido de su gemelo, la ira y el odio presentes en él. Se sentó en su cama tapándose la cara con ambas manos-¡Y había tanto rencor en su mirada esta vez!. Entonces, supe que siempre le he estorbado, me he entrometido en su camino todo el tiempo, ¡ahora lo mejor sería desaparecer!-Kanon continuó sollozando, sabía de antemano que aquello era demostrar demasiada vulnerabilidad ante Aioros, ¡pero ya no podía ni quería contenerse!, ¡aquello le carcomía por dentro de una manera espantosa!, ¡el pensamiento de estorbar a su hermano y ganarse su odio siempre le causó aquel doloroso efecto! El arquero suspiró sin saber qué hacer, había dejado de ver aquellas tormentas emocionales de Kanon hacía demasiado tiempo.
-No digas esas cosas- Fue lo único que salió de sus labios-él no te odia-Terminó palmeando la espalda del peliazul en un pobre intento por tranquilizarlo-¡vamos ya!, ¡no seas cobarde y enfréntalo!-Continuó- Ve a lavarte la cara y deshaz esa maleta antes de que Saga llegue, si la ve, va a empezar a gritar como loco, ya lo conoces ¿no?-Terminó con una sonrisa. El gemelo menor asintió lentamente, no es que se hallara muy convencido, pero no tenía otra opción, ¿qué excusa le iba a dar a Athena para poder cambiarse de recámara? Por otra parte, parecía que ella les había colocado en el mismo lugar adrede, con la única intención de que ellos aprendieran a llevarse mejor, de que hicieran las paces. Se levantó y con un suspiro se dirigió al baño, lavaría su rostro e intentaría lograr que las lágrimas pararan su recorrido por su rostro.
**
Saga suspiró decidiéndose al fin al subir las escaleras, había permanecido en la planta baja durante largo rato luego de una discusión con Kanon. Ni si quiera recordaba el móvil de la disputa, sabía que había sido cruel, sabía que las palabras dichas eran puras mentiras, pero el rostro del marina nunca le mostró alguna señal de dolor o malestar, eso, para Saga, significaba que a su gemelo no le importaba en absoluto lo que le dijera, no le dolía, y por consiguiente, no le quería, ¡ni siquiera le odiaba!, ¡y aquella carencia de sentimientos respecto su persona hacía que el dorado se comportara más violento cada día! Volvió a suspirar con cansancio, ni siquiera importaba si se disculpaba o no, de todos modos, a Kanon de seguro ni le había interesado lo dicho hacía tan sólo unos minutos. Ante aquel pensamiento, apretó los dientes y terminó por decidirse a subir a su habitación, ¡lo que tuviera que pasar, que pasara de una vez!
**
Kanon se miró fijamente al espejo del baño durante unos segundos más, había logrado detener (casi milagrosamente) el flujo de sus lágrimas, por ahora la única prueba de ellas eran sus enrojecidos ojos y mejillas. Suspiró aún dolido, ¡se sentía cansado al extremo!, aún debía salir y desempacar porque si Saga llegaba y veía la maleta seguro se buscaba otra disputa, ¡y era lo que menos quería a esas alturas!, estaba seguro, lo único que le traería una nueva confrontación con Saga era que sus lágrimas lo volvieran a traicionar y esta vez lo más seguro era que no sería capaz de detenerse.
Salió del baño resignándose a su suerte: debía permanecer en aquel lugar y tratar de evitar las discusiones, el único objetivo sería impedir que Saga y él se asesinaran… optaría por seguir con la misma actitud de desenfado que lo había enmascarado hasta ahora: la indiferencia.
-Err… Hola Saga, pensamos que tardarías más en subir…-Kanon dio un respingo ante la aseveración de Aioros: justo cuando salía del baño para dirigirse a la maleta y deshacerla entraba su gemelo. El silencio reinó en la habitación, el marina supo que a su espalda, Saga debía tener la vista clavada en el equipaje que descansaba en la cama; apretó ojos y los puños consciente de lo que venía y de que no sería capaz de aguantar otra riña sin explotar en lágrimas, se sintió frustrado, cansado.
-¡Vaya!, ¡veo que al fin has decidido dejar de honrarnos con tu presencia!-Saga habló al fin tras un breve silencio, el gemelo menor sintió las palabras estremeciéndole todo su ser, las lágrimas se agolpaban rápidamente en sus ojos y por ello no se atrevió a hacerle frente al mayor.
-De hecho, hace unos minutos le hice ver a Kanon que aún le faltaba bastante por desempacar, por eso-Aioros pareció notar su estado y, contra lo que acostumbraba, intentó intervenir en su defensa, ¡el arquero estaba también en el límite de la paciencia en cuanto a las peleas de los gemelitos aquellos!
-Más bien, creo que es la mejor decisión, la verdad es que no aguanto tu presencia, y lo más seguro es que Aioros tampoco te tolere mucho- Saga respondió ignorando a propósito el comentario de Sagitario, las dichas eran palabras crueles en extremo, y lo sabía, pero en ese momento se sentía herido, ¡y el caballero dorado de géminis era un verdadero demonio cuando se sentía de esa manera!
-¡Bien!, ¡te evitaré la molestia de verme!-Respondió el gemelo menor atragantándose con las lágrimas, sintiendo un nudo en la garganta presionando firmemente, Aioros suspiró, una vez que Kanon respondía a las provocaciones la pelea iniciaba de nuevo ¡ahí iban otra vez!
Ante las palabras hirientes de Saga, Kanon comenzó a vaciar más ropa y cosas en la maleta, pero, no era el ex marina el único que estaba fuera de sí, Saga colaboraba a la histeria arrojando también lo que consideraba era propiedad de su gemelo, sin miramientos y sin considerar si eran cosas delicadas o pequeñas. El límite para el menor llegó cuando, entre las cosas que arrojó el dorado, algo que estaba finamente envuelto en un pañuelo (y que Saga había tomado de uno de los cajones de Kanon) cayó al suelo y, a juzgar por el ruido que se oyó, se hizo añicos. La mirada del marina se posó en el lugar en el que había caído aquel objeto, Saga ni se dio por aludido y continuó arrojando cosas a la valija.
-E… eso fue…- Gimió quedamente, imperceptiblemente, con la vista clavada el aquel objeto que había cubierto tan cuidadosamente en días anteriores-¡Eres de lo peor!- Explotó finalmente y las lágrimas se abrieron paso, presurosas, por su rostro.
-¡Claro!, ya sabes que en eso nos parecemos- Replicó el mayor. En otro momento, hubiera sido más que patente para Saga la situación en la que se encontraba su gemelo, pero habían tenido cerca de seis discusiones en ese día, y, para ambos, aquello había sobrepasado ampliamente el límite: por lo tanto, el dorado ni siquiera notó las intensas lágrimas que comenzaron a bañar el rostro de su gemelo-Por ello, comprenderás que polos iguales se repelen, ¡así que vete ya porque no te soporto ni un minuto más!.. Además…
-¡Ya basta, Saga!-Fue Aioros quien, también al límite de su paciencia, tuvo que intervenir-¡Déjalo ya!, ¿¡no ves cómo está!?-Dijo el arquero tomando a Saga firmemente por el mentón y dirigiéndole el rostro hacia su gemelo-¿Saben qué?, ¡ya me tienen harto!.. ¡tú Saga, con esa actitud ofensiva que tiene como único objetivo llamar la atención de tu hermano!, ¡eres un infantil!, ¿no se te ha ocurrido que podrías haber intentado platicar con él en vez de atacarlo?... ¡y tú Kanon, llora!, ¡es lo mejor que puede hacer!, ¡haber si con eso el menso de tu gemelo se da cuenta del efecto que tienen sus groserías!.. ¡Yo me largo, y más les vale que arreglen hoy sus problemas porque a la próxima pelea, no me voy yo, ni se va uno!, ¡sino ustedes dos de la habitación!-Con aquellas palabras, Aioros dejó la habitación dando un sonoro portazo.
**
El intenso silencio que los invadió, sólo era cortado por los insistentes y suaves sollozos de Kanon; Saga alzó la vista un poco más centrado y consciente.
-Lo… que Aioros dijo ¿es cierto?-La pregunta le sonó estúpida juzgando el estado actual de su gemelo.
-Www… y-yo…-Saga suspiró, se daba cuenta de que esperar una respuesta era inútil, y su gemelo, por más que hiciera no estaba en condiciones de dársela.
-Debemos hablar Kanon-Respondió serio, no sabía cómo reaccionar ante aquella situación ¡¡lo único que realmente deseaba era abrazar a su hermano y pedirle perdón hasta cansarse!!
-Y-yo… voy a…- Ante el invitación de Saga, Kanon finalmente se animó a hablar, ¡por su puesto que no iba a desperdiciar su única oportunidad de platicar con su gemelo sin discutir!-… la cara…- terminó su indicación sin ser capaz aún de articular algo coherente, pero le pareció que el dorado comprendió su propósito de ir a lavarse la cara para intentar tranquilizarse.
-Está bien… no te mojes, sé que el agua te pone un poco histérico - Saga le había detenido por el brazo justo cuando pasaba a su lado en dirección al lavabo- mojándote la cara no vas a detener tus lágrimas y lo sabes…-Kanon cerró los ojos con fuerza cuando una de las manos de su hermano se dirigió a su rostro-Kanon…-¡y sintió aquel llamado tan íntimo en sus labios!.. Jamás se esperó lo que siguió: la mano de Saga comenzó a limpiar sus lágrimas con inaudita gentileza, ante aquella inesperada muestra, el marina no pudo más que mantenerse quieto mientras su cuerpo lo traicionaba temblando sin parar.
-S…Sa…ga…- Murmuró confuso, sin darse cuenta, y en vez de parar, más lágrimas se sumaron a las anteriores.
-Ten… te espero hasta que te tranquilices- Saga le tendió un pañuelo y se apartó de Kanon sintiéndose un poco cortado al notar el insistente temblor en el cuerpo de su gemelo, la profusión de las lágrimas. No sabía cómo tratarlo, como cortar esos escasos centímetros cargados de años de peleas y distancia simbólica.
**
Habían pasado tan sólo unos cuantos minutos desde que Saga le dio su pañuelo, ¡y Kanon estaba desesperado!, ¡no podía detener sus lágrimas y si no lo hacía, perdería aquella preciada oportunidad de hablar con su gemelo!
Saga suspiró un poco frustrado y nervioso en extremo: sentado en su cama, miró de reojo a su gemelo hacer toda clase de esfuerzos para tranquilizarse; para él ahora todo era claro, que Kanon fingía indiferencia ante sus desplantes para encubrir sus verdaderos sentimientos lastimados…¡¡y él fue tan ciego que nunca lo notó!! ¡su terquedad era la única causante del estado actual de su gemelo! Desvió la mirada de Kanon sintiéndose cada vez más culpable y enfermo; terminó desenfocándose un instante y después dejó a su vista vagar por el piso de la habitación, recorrió las numerosas cosas que yacían el piso: todas pertenecientes a su hermano, habían terminado ahí como resultado de su encuentro hacía tan sólo unos minutos. Detuvo su recorrido visual en un misterioso objeto que se encontraba envuelto entre pañuelos: era uno de los últimos que había arrojado al suelo en medio de la trifulca.
-¿Qué… es?- Se preguntó para sí recordando que Kanon había perdido por completo la compostura al ver aquella cosa ser arrojada al piso: Se levantó de su cama y se dirigió discreto hacia el envoltorio tan cuidadosamente cubierto por su gemelo (y ahí radicaba el misterio, Kanon no solía ser cuidadoso con nada), acuclillado, desenvolvió lentamente el pañuelo que inútilmente había tratado de proteger al objeto en su interior, lo que vio al quitar aquellas telas le dejó pasmado: su vista se fijó en una antigua cadena y un dije de cristal de forma circular, estaba dividido por la mitad, del lado derecho conservaba su tono traslúcido, el izquierdo era negro; dos figuras se hallaban espalda contra espalda, de perfil, una del lado derecho y otra del izquierdo, el único punto de unión eran sus manos, entrelazadas (esa era la parte rota, así que ahora las manos estaba separadas); Saga recordó haberle regalado a su hermano menor aquella medalla, muchos años atrás… quizás en su décimo segundo cumpleaños o algo así; suspiró por milésima vez abstrayendo la vista en su nombre y el de su hermano claramente tallados en el dije, el suyo del lado derecho, el de Kanon del izquierdo… ¡¿lo había conservado durante tanto tiempo?!. ¿¡Después de todo el daño que se habían hecho!? Apretó los dientes sintiéndose más descompuesto, ahora aquella medallita se encontraba rota por la mitad.
-N… no veas eso!- La alterada voz de su gemelo lo sacó de su trance, alzó la vista para mirarlo: lo encontró pálido y desencajado, le miraba con temor, con vergüenza, Saga comprendió de inmediato que lo menos que hubiera querido Kanon era que él viera eso… que se diera cuenta del dolor que le producía su sola presencia ¡de cuanto lo extrañaba!, ¡de cómo aún ahora, después de tanto tiempo, guerra y dolor, le seguía demostrando aquel intenso fervor al guardar y atesorar sus regalos!
-Está bien Kanon, no te preocupes- Respondió el mayor con suavidad, finalmente detuvo su tensión, no se iba a contener más, así que poniéndose de pié se dirigió finalmente hasta el rincón en el que Kanon se encontraba sentado, llorando, éste retrocedió asustado al notar a su gemelo acercarse.
-Yo… puedo explicarlo… eso es, No… es… no… lo que tú piensas…-Tartamudeó sin sentirse capaz de armas una sola frase coherente. Volteó a todos lados de la habitación buscando una salida, una posible ruta de huída.
-Dije que está bien, cálmate- Continuó murmurando el dorado cuando ya los separaban escasos centímetros de distancia.
-¡Dámelo!, ¡D… dámelo!- gimió el marina al notar en la mano izquierda de Saga los fragmentos de aquel viejo medallón.
-Ya está bien, habrá otro obsequio, te lo prometo- Completó el mayor animándose a sostener a su gemelo en brazos al notarlo al borde de un colapso nervioso- Está bien Kanon, así que ya no te preocupes, ni te contengas… llora si gustas….
Kanon permaneció inmóvil por unos segundos, no comprendía bien la vuelta que estaban dando las cosas, y, aunque las lágrimas no se detenían ni de broma, tampoco era capaz de soltarse a llorar con la intensidad con la que hubiese deseado. Más bien, se sentía como trabado, preso en medio de la deriva de las lágrimas que no aumentaban ni se detenían, ¡horrorizado de pensar que el mínimo de sus movimientos pudiese romper el encanto y que en un pestañeo Saga no estuviese más abrazándolo, sino lejos de él, mirándole acusatoriamente!
-¿Ya no quieres llorar?, ¿te sientes mejor como para hablar?-Continuó Saga, agachándose un poco a la altura de su gemelo para tomarlo de la barbilla y limpiar gentilmente las lágrimas con el dorso de su mano.
Y fue el detonante, Los ojos de Kanon se llenaron de más lágrimas, y, entre prolongados estremecimientos, se abrazó al pecho de su gemelo murmurando su nombre una y otra vez.
Si Saga pensó en algún instante que tranquilizar a su gemelo iba a ser sencillo, muy pronto se dio cuenta de lo equivocado que estaba. Kanon permaneció llorando entre sus brazos largo tiempo, y el dorado no se atrevió a detenerlo porque supo, de una manera clara y precisa que su hermano necesitaba aquél desahogo, que tal vez llevaba guardando demasiado tiempo aquel dolor, que aquellos momentos de enlace: el uno en los brazos se otro eran lo que ambos necesitaban, deseaban, anhelaban. Suspiró cerrando los ojos lentamente, se mordió los labios; a decir verdad, él también necesitaba un alivio así que, estrechando el abrazo que mantenía hacia su gemelo, dejó caer silenciosas lágrimas que acompañaron a las de su hermano menor.
**
Cuando Saga despertó pasaban de la una de la madrugada; él y Kanon se habían quedado dormidos casi sin darse cuenta, buscó enderezarse sin hacer mucho movimiento, terminó apoyado en su codo izquierdo, dándole la cara a su dormido gemelo, quien descansaba hecho un ovillo.
-¿Cuánto tiempo te has guardado todo ese dolor?- Murmuró acariciando el rostro del menor: la luz de la luna se reflejaba sobre el cuerpo de Kanon haciéndolo parecer aún más angelical- ¿Por qué has guardado esto tanto tiempo?-Continuó preguntándose al tiempo que estiraba una mano al burocito más cercano y tomaba de él aquél viejo y roto medallón.
Las cuestiones en su mente las tenía respondidas, pero aún así se entretenía pensando en ello, sonrío un poco esperanzado cuando una repentina idea cruzó por su mente: elevó lenta y levemente su cosmos, concentrándolo en la mano que sostenía el medallón, utilizó sus dedos de tal modo que logró fundir y volver a unir sólo el fragmento que horas antes había roto en su arrebato de ira. Cuando terminó sonrió complacido.
-Ojalá nuestros lazos vuelvan a unirnos, como este medallón- Susurró mirando a Kanon al tiempo que volvía a colocar el recién compuesto medallón el buró.
-Saga…-Murmuró el marina despertando debido al movimiento de su gemelo, el marina abrió lentamente sus adormilados ojos- Saga ¡estás aquí!.. no fue un sueño!- Completó abrazándose de nueva cuenta al mayor, temblando de emoción, como si temiera que en un instante el mayor desapareciera de su abrazo.
-¿Cómo estás?-Preguntó el dorado aún cautivo en el abrazo de su gemelo. Kanon se separó levemente en respuesta, se encontraba mejor y estaba consciente de las implicaciones de eso: era necesario hablar. Asintió en respuesta.
-Yo, te he estado tratando de ignorar a propósito, me disculpo por eso- Dijo con una mezcla de consternación y pena en su rostro.
-Déjalo, no tienes que disculparte, al contrario, yo… me he portado terrible- Kanon sólo asintió con la vista baja.
-Tenía miedo… cuando nos dieron la vida nuevamente y Athena nos colocó en esta habitación a los tres, no sabía cómo actuar, y decidí intentar ignorarte porque te veía molesto conmigo, agresivo…-El marina completó su explicación, ¿qué más podía decirle a Saga?, ¿qué se halló desesperado por tratar de llamar su atención?, ¿Qué la vergüenza no le permitió intentar ningún acercamiento?, ¿qué le daba un miedo atroz el ser despreciado por él?
-Supongo que nos malinterpretamos-Respondió el mayor,- yo… tenía la firme intención de hacer las paces contigo, de llevarnos mejor cada día, pero tampoco supe cómo acercarme, luego empezaste a ignorarme…¡y eso me dolió mucho!, ¡aquello hirió mucho mis sentimientos!. ¡sabes cómo me pongo cuando me siento así!, lamento haberte dicho todo lo que te dije, me disculpo por herir tus sentimientos por hacerte sufrir, me disculpo por todo Kanon… por todo.
El silencio que siguió a aquellas palabras se complementó con la intensidad de las miradas de ambos; Kanon se había enderezado a la par de Saga y ahora se observaban fijamente, algo indecisos de lo que podía seguir a aquella sincera disculpa.
En el pasado, luego de las disputas, los gemelos solían compartir castos besos en los labios… era como una costumbre que realizaban por inercia: como cuando te hieres y luego pasas la mano por la zona lastimada para aliviar el dolor, ¡tan reconfortante!
-¿Puedo…?-Pidió Kanon tímidamente, sabía que Saga comprendía su incompleta idea porque notó un rayo de entendimiento en los ojos de aquél. Es decir… ¡sé que somos un poco grandes para eso pero…!- No completó su idea porque Saga lo tomó brusca y repentinamente por la nuca atrayéndolo contra sí.
El universo… el cosmos, son inexplicables, con palabras, con imágenes; de igual forma, para Kanon resultó inexplicable el sentimiento que le invadió cuando su hermano deslizó lentamente su lengua entre sus labios, gimió fuera de sí, no era ese el tipo de beso al que estaba acostumbrado a compartir con su gemelo, pero no se quejaba, y aunque hubiera querido, ni siquiera tuvo un rayo de entendimiento en su confusa mente, ¡todo había ocurrido con una escalofriante rapidez aquél día!, en un momento estaban peleando, al otro se abrazaban y ahora, como si nada hubiera ocurrido y aún fueran un par de ingenuos adolescentes; se besaban, cálida, reconfortante, pero también intensa y demandantemente.
¿La eternidad en un segundo?, ¿aquel momento que permanece en tu mente por siempre?, ¿aquél en el que eres tan feliz que podrías morir? Morir en ese momento que eres tan abyectamente feliz…. Para no morir en circunstancias menos afortunadas: Kanon no tenía muchos de estos momentos, ni siquiera uno… hasta ese instante: con las manos prendidas fuertemente de la nuca de Saga, apretándolo fuertemente contra sí, con el gemelo mayor sobre sí, reclamándolo con calidez e intensidad; sus lenguas y saliva, compartiendo, fusionando, llevándose todos esos años de rencor, dolor y soledad.
Conectados como ahora, había un entendimiento mutuo, había comprensión momentánea de lo que ambos querían y estaban transmitiendo. Todos, incluyéndoles, tienen ahora una nueva oportunidad, una donde entienden que no se deben dejar llevar por la culpa o el miedo, una donde pueden remendar sus errores, y mientras el sol empezaba a salir, el beso compartido se llevaba años de peleas y horror, para abrir la oportunidad a un nuevo principio.
En la sala de la mansión, un Aioros enfurruñado, desvelando y con frío, ideaba una manera de librarse compartir habitación con Kanon y Saga, a juzgar por la calma en el cosmos de ambos gemelos, las cosas iban a mejorar entre ellos, así que, ¿y por qué no mudarse a campos mejores? ¿y por qué no? tal vez encontrar la manera de colarse a la habitación de Shura, ya era hora que él mismo, arreglara sus problemas sentimentales. Sonrió, mirando fijamente la puerta de la habitación que Shura, tenía exclusivamente para su uso antes de levantarse y colarse al interior, cerrando la puerta tras de sí.

Fin


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).