Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¿Por qué no se lo has dicho? por Yakaylex2

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Digimon… y todos los personajes y nombres utilizados, son propiedad de sus respectivos autores (Akiyoshi Hongo y anexos). Fanfic sin ánimo de lucro. Hecho por una fan, para fans.

Notas del capitulo:

Hola amigos, después de meses de no escribir, aquí estamos con una nueva historia de mis digielegidos favoritos. ¿Qué por qué Digimon otra vez? ¡Porque me encanta shippear esta serie!  

Estoy enamorado de Yamato.


Siempre lo he estado. Desde que era un niño. Desde que pasamos nuestra infancia en el Digimundo. Y ahora que estamos otra vez reunidos apoyando en sus aventuras a Daisuke y a los demás, vuelvo a confirmarlo. Me gusta mucho. Su porte, su seriedad, e incluso su frialdad. Pero eso es una máscara que siempre muestra para no verse débil o frágil. Sin embargo, yo que lo conozco un poco más, sé que es un chico genial, alegre, divertido e incluso un poco bromista. Tiene la mente abierta en todos los sentidos. Y eso a veces hace que me sienta un poco tonto. Lo veo tan maduro pese a sus catorce años, que desearía ser como él. Tal vez así sabría cómo decirle mis sentimientos sin parecer un gran imbécil.


- ¿Y para que quieres parecerte a mí, Taichi? - Me preguntó con una mueca.


- Pues... tengo mis razones, Yamato. - Le contesté vagamente. Estábamos en el Digimundo, aun con nuestros uniformes puestos. Yamato iba pulcramente vestido, con su saco escolar bien planchado y sus zapatos escolares brillantes. En cambio, yo solo llevaba mi camisa desfajada y unos tenis azules. Era bastante la diferencia. Me preguntaba si esa era la razón por la cual yo siempre tenía problemas con los profesores.


- Esa es la respuesta más estúpida que podías haberme dado. - Lo miré.


- Lo siento, Yamato. Pero si quieres que te diga que es porque te considero un chico genial, atractivo, en onda y del cual estoy completamente enamorado, ni lo sueñes. - Le dije en tono bromista. Jamás me había preguntado sobre eso ya que lo consideraba un juego. Aunque yo supiera que era la verdad.


- Te faltó decir que soy mucho más inteligente y maduro que cualquier chico de mi edad… Especialmente más que cierto tipo de cabello castaño alborotado y ojos de color chocolate. - Me dijo burlonamente. Le mostré mi lengua y comenzó a reír. Después de un momento me abrazó de los hombros y se recargó en mí. - La verdad es que a mí me gustaría ser como tú.


- ¿Por qué? - Le pregunté mientras me detenía. No tenía la menor intención de separarme de él.


- Ah, no Taichi. - Movió su cabeza de un lado a otro. - Si piensas que te voy a decir que es porque eres demasiado genial, buena onda, relajado, sonriente, carismático y porque estoy perdidamente enamorado de ti, estás muy equivocado.


- Te faltó decir que soy más guapo y sexy que tú. - Le dije sonriendo.


- Eso no te lo puedo negar. - Lo miré sorprendido. Nuestros ojos se encontraron por un segundo. Era el momento de que pasara algo genial... pero no pasó. - Se nota con toda la fila de chicas que mueren por ti.  - Le di un empujón molesto. Era lo peor que podía haber dicho.


- Eres un idiota, Yamato. - Seguí caminando mientras trataba de relajarme. Mi corazón saltaba en mi pecho con fuerza. Estaba molesto porque no me dijo lo que deseaba escuchar. Después de unos momentos, Yamato corrió hacía mí y me tomó del brazo.


- Oye, solo era una broma. - Me dijo suavemente. - No te enojes por favor, Taichi. - Lo miré y vi sus hermosos ojos azules llenos de preocupación. Nuevamente sentí que mi corazón se saldría de mi pecho. Era mi oportunidad de decirle que de verdad estaba enamorado de él, que me importaba un cacahuate que las chicas quisieran conmigo cuando yo solo quería con él. Que me encantaría quedarme en el Digimundo para no tener que esconder del mundo entero mis sentimientos, que desearía...


- ¡Oigan, amigos! - Los gritos de Daisuke me sacaron de mi ensoñación. Yamato me soltó de inmediato. - Encontramos más agujas de control en aquel campo.


- Yo iré. - le dije con la voz más firme que tenía mientras Daisuke y Yamato me miraban sorprendidos. - ¡Agumon! - Mi Digimon iba un poco más adelante charlando con Gabumon.  Se volvió a mirarme y asintió una sola vez. Digievolucionó en su forma de Greymon y me tomó en su mano. - Vamos para allá. - Alcancé a escuchar a Daisuke mientras le preguntaba a Yamato si yo estaba enojado. No alcancé a escuchar la respuesta.


- ¿Por qué no se lo has dicho? - Greymon trataba de hablar lo más bajito que podía.


- No tiene caso intentarlo, Greymon.  -Suspiré. - Seguramente su respuesta será un gran “No” o un "eres un maldito enfermo, lárgate de mi vida".


- No lo sabrás si no se lo dices, Taichi. - Dijo mientras me dejaba en la copa de un árbol. - Tal vez pase todo lo contrario. - Y se alejó.


Si, claro. Como si fuera tan fácil.


><><><><><><><><><><><><><><><><><><><><><><><>< 


Llegamos a casa completamente exhaustos. Hikari tomó rápidamente un baño y después fue mi turno. Si alguien me hubiera dicho que pasaría mi verano reconstruyendo los destrozos que había dejado el emperador de los Digimon, no lo hubiera creído. Para empezar ni siquiera me hubiera imaginado que un niño se pondría ese título. Me gustaba ayudar el mundo que me vio crecer, que me hizo conocer amigos tan especiales como los que tengo ahora. Pero no sabía manejar el miedo de que algo más le pasara al Digimundo junto con el miedo de que Yamato se enterara de lo que siento por él.


- ¿Por qué no se lo has dicho? - Hikari se encontraba sentada en nuestro viejo escritorio. Yo estaba recostado en mi cama.


- Se lo he dicho como un millón de veces. - Le respondí molesto.


- El piensa que es un juego. - Me miró firme. Tenía once años, pero parecía más madura que yo. Siempre había sido así. - Por eso no le toma importancia. Pero si se lo dijeras de una forma un poco más convincente, quizá te haría caso y no estarías aquí sufriendo.


- O puede que me deje de hablar para siempre y yo me sumerja en un pozo lleno de miseria y soledad. - Me sonrió con tristeza.


- ¿Qué hay del portador del valor que solías ser?


- Perdí mi valor cuando Daisuke se convirtió en el nuevo líder. - La miré y pude notar la tristeza en su rostro. -  Es la verdad, Hikari. No sé si significa que crecí o que pasa, pero he perdido el coraje para hacer las cosas.


- No has perdido el coraje, hermano. - Se acercó y me abrazó con fuerza. - Es solo que ahora piensas más las cosas que antes.


- Si... - Le dije triste.


- Pero creo que ahora estás pensando demasiado. - Dijo en un murmullo.


No respondí, no sabía a ciencia cierta a que se refería. Pero agradecía esa infinita comprensión que mi hermana siempre me brindaba.


><><><><><><><><><><><><><><><><><><><><><><><>< 


  - ¿Taichi? - Me preguntó inquisitivo. Él siempre había sido así, pero ahora lo escuchaba con un poco más de confianza y firmeza en su voz.


- ¿Qué? - Le pregunté.


- ¿Por qué no se lo has dicho? - Miraba concentrado la pantalla de su computadora.


- ¿Es necesario que te vuelva a responder, Koushiro? - Le dije molesto.


- Es necesario que te pongas a pensar en una mejor respuesta. - No dejaba de teclear. - Llevas meses así, ¿tan siquiera has comido bien?


- ¿Me lo preguntas tú que solo se la pasa trabajando con el ordenador y luego ni siquiera se alimenta? - Le pregunté molesto. Escuché un suspiro de su parte.


 - ¿Por qué me evades con tus preguntas, Taichi? - Cerró de golpe la tapa de su computadora. Me sorprendí demasiado. Él amaba a su máquina más que a cualquier cosa. - Y para que lo sepas, tomo suplementos alimenticios.


- Mira Koushiro. - Traté de mantenerme sereno. El solo tenía trece años. - Sabes bien que no puedo hacerlo. - Cerré mis ojos y esperé un rato para volver a hablar. - Tengo miedo. - Admití después.


- Has enfrentado a enemigos poderosos, has cuidado de todos los niños elegidos. - Me dijo sorprendido.


- Pero no lo he hecho solo. Han estado ustedes, Agumon, Sora...


- ¿Y por qué no le pides su consejo? - Volvió a encender su computadora. - Ella siempre te ha ayudado.


- Porque sabes muy bien que a ella le gusta Yamato. - Le dije cabizbajo. - Tiene mejores oportunidades que yo en ese sentido. - Suspiré.


- ¿Y por qué no hablas con Mimi? - Me dijo con calma.


- ¿Mimi? - Hice una mueca. - Ella solo es una princesa caprichosa y consentida. - Le dije evocando lo vivido en el Digimundo.


- Te equivocas, Taichi. - Me dijo con una voz algo molesta mientras se ponía de pie. - Cierto que Mimi solía ser así pero ha cambiado mucho su personalidad. Aunque siempre ha sido muy amable, bondadosa y cariñosa.  - Lo miré sorprendido. Él jamás había dicho algo así.


- ¿Te gusta? - Le dije por lo claro. Para mi sorpresa su rostro se tiñó de carmín.


- Claro... claro que no... no... - Mentía por supuesto. Lo miré burlonamente. Movió la cabeza de un lado a otro y volvió a poner su misma pose de chico serio. - Como sea, estamos hablando de tu vida amorosa no de la mía. - Suspiré nuevamente.


- Creo que... - lo pensé un momento. - Que me voy a dar por vencido.


- Es tu decisión, Taichi.  - Volvió a tomar asiento y encendió su computadora. Era la señal de que la charla se había terminado. - Solo no vengas lloriqueando como una princesa cuando hayas perdido tu oportunidad, porque yo no te voy a consolar. - Sonreí un poco. Era el mismo discurso que yo le daba cada vez que trataba de acercarse a una niña.


Aunque ahora la enormidad de esas palabras me calaba hasta los huesos.


><><><><><><><><><><><><><><><><><><><><><><><>< 


- Taichi, ¿podemos hablar? - Giré sorprendido. Ni siquiera sabía que ella también estaba en el Digimundo.


- Claro, Sora. ¿Qué pasa? - Le dije preocupado. Últimamente Sora había cambiado mucho. Se veía más madura que antes pero también más triste.


- Yo... quería decirle a Yamato... ya sabes. Que me gusta... - Su rostro estaba ruborizado, pero su voz se escuchaba triste.


- ¿Pero...? - Le pregunté tratando de parecer tranquilo. - ¿Por qué no se lo has dicho?


- Porque sin querer escuché una conversación suya con Gabumon. - Agachó la mirada. - Y me enteré que ya está enamorado de alguien más.


- ¿Quién...? - Le pregunté exaltado.  Sora me miró confundida. - Qui...quiero decir... ¿quién no se fijaría en una chica tan amable y centrada como tú?


- Pues al parecer Yamato. - Me contestó sabiamente. Sabía que en algún momento yo había estado enamorado de ella, así que en automático me descartaba. - Al parecer la persona que le gusta es alguien genial, buena onda, relajada, sonriente y con un gran carisma. - La miré sorprendido. ¡Era exactamente lo que me había dicho en su juego a mí! - Posiblemente sea Mimi.


- ¿Mimi? - La miré confundido.


- Ha cambiado mucho su personalidad caprichosa pero siempre ha sido genial. - Me dijo triste. Tenía toda la razón. Pero ¿Mimi?, ¿en serio? Comencé a sentir que una pequeña llama se encendía dentro de mi pecho. Podía darme por vencido sabiendo que Yamato se quedaría con la chica más amable y buena del planeta, pero que se quedara con alguien tan engreído y narcisista como Mimi - aunque ahora todos dijeran que era más buena que los mismos ángeles, - eso no lo iba a permitir. ¡Oh, no! 


- No estés triste, Sora. - Me miró y le sonreí de la manera más amable posible. - Mira bien a tu alrededor y te darás cuenta de que hay muchos chicos que mueren por salir contigo. - Como por arte de magia, apareció Joe a lo lejos. Levanté mis cejas varias veces y entonces Sora entendió.


- Hola, amigos. - Nos saludó a ambos. Yo lo recibí con una enorme sonrisa burlona y Sora con el rostro pintado de un rojo intenso.


Tal vez podría funcionar.


><><><><><><><><><><><><><><><><><><><><><><><>< 


- ¿Yamato? - Le pregunté discretamente mientras comíamos alrededor de la fogata. Habíamos puesto un campamento en el Digimundo, en caso de que en la noche el emperador de los Digimon atacara. Durante todo el día no había podido cruzar ni dos palabras con él. Así que estaba listo.


- ¿Qué pasa, Taichi? - Me preguntó mientras engullía su enorme hamburguesa. Me miraba directamente a los ojos y entonces supe que había llegado el momento.


- ¿Sabías que estoy realmente enamorado de ti? - Le pregunté sin rodeos. Me importaba muy poco las implicaciones de lo que había hecho. Me importaba mucho menos que a él le gustara Mimi. Quería decírselo y allí estaba mi oportunidad. De inmediato comenzó a toser fuertemente, mientras se atragantaba con la comida. Todos se levantaron preocupados y comenzaron a escucharse sus voces al mismo tiempo. Joe se acercó por detrás y realizó algunas maniobras para salvarle la vida a Yamato. Yo me sentía mal por haber sido el culpable de que el amor de mi vida casi muriera asfixiado por una hamburguesa... pero también me parecían muy divertido los gestos que Yamato hacía al tratar de vomitar. No sabría explicarlo a ciencia cierta. Tal vez estoy enfermo o soy demasiado infantil.


- "¿Estás bien?"  Comenzaron a preguntar todos. - "¿Quieres agua?", ¿quieres recostarte?" -  Yamato solo negaba con la cabeza.


- ¿Qué le hiciste, Taichi? - Me preguntó Sora molesta. Joe me miró enojado. Los demás estaban sorprendidos y alguno que otro estaba molesto. Solo Daisuke me miraba con preocupación en su pequeño rostro. Me sentí como un delincuente frente al gran jurado. 


- Le hice una pregunta inocente y comenzó a ahogarse... - Tartamudeé. - No fue mi culpa.


- Si Taichi dice que no fue su culpa, no lo fue. - Daisuke parecía mi abogado. - Caso cerrado.


- ¿Se puede saber que pregunta era, Taichi? - Maldito Koushiro. Sabía exactamente lo que le había dicho en realidad.


- No... - Yamato habló con voz ronca. - Es algo que tengo que hablar con Taichi en privado. - Lo miré sorprendido. ¿Quería hablarlo?, ¿para qué?, ¿cuál era el sentido? - Gracias a todos por preocuparse por mí. - Se inclinó un poco avergonzado.  -Y ahora tú, - me tomó molesto del brazo, - sígueme. - Comencé a caminar mientras una ligera risilla se escuchó a mis espaldas. Tal vez había sido Agumon, quizá mi hermana o probablemente ese maldito Koushiro. Como fuera, estaba en serios problemas.


><><><><><><><><><><><><><><><><><><><><><><><>< 


- ¿Por qué no me lo habías dicho? - Me preguntó serio. Estábamos cerca del muelle. Nuestros pies tocaban la fría agua. Las estrellas y el canto de algunos grillos nos acompañaban.


- Porque sí... - Le dije simplemente.


- Esa es la respuesta más estúpida que podrías darme. - Suspiró. - Quiero una respuesta clara antes de que te golpee por el hecho de que casi muero ahogado por tu culpa.


- ¿Qué quieres que te diga? - Lo miré y por un momento pude notar que no me miraba a mí, sino más allá hacia el horizonte. Seguí su ejemplo. - ¿Que moría de miedo?, ¿del miedo a que me dejaras de hablar?, ¿a que ya no fuéramos amigos? - Mi voz comenzaba a quebrarse un poco. - ¿Qué te lo dije cientos de veces pero que tú lo tomabas como un juego y que yo lo seguía con tal de seguir escuchando tu hermosa voz diciendo cosas bonitas por mí? - Agaché la mirada. - Lo siento, no quería decírtelo así. Ni siquiera lo pensé. Pero al saber que posiblemente tú estabas enamorado de Mimi no pude detenerme y...


- Espera, espera... - Sentí su mano sobre la mía. Mi corazón comenzó a palpitar fuertemente. - ¿Quién diablos te dijo que a mí me podía gustar Mimi? - Mi miró sonriente. - Cierto que es muy bonita y lo que quieras, pero no me gusta. - Movió la cabeza. - No es mi tipo.


- Pero es genial... - Le dije en un susurro.


- Nadie es tan genial como tú... - Me dijo de la misma forma. Giré mi cabeza al mismo tiempo que Yamato acercaba su rostro. Sentí sus tibios labios sobre los míos. Era mi primer beso. Y fue tan mágico como siempre lo había imaginado. Cuando nos separamos, lo primero que noté fueron sus hermosos ojos azules, que brillaban con la luz de la luna. - Te quiero, Taichi.


- ¿Cómo...? -  Le pregunté.


- Ah, no. - Movió la cabeza de un lado al otro. - Si quieres que te diga que te quiero como novio y que me gustas más que nadie en la vida, ni lo pienses. - Sonrió. - Confórmate con saber que te quiero y punto.


- Me parece que es la respuesta más adecuada que podías darme. - Le sonreí mientras apretaba fuertemente su mano. - Yo también te quiero. - Sonrió y de nuevo acercó su rostro hacia mí pero entonces...


- ¡Chicos! - Gritaron al mismo tiempo Agumon y Gabumon. Por el susto, ambos nos movimos como un par de tontos y caímos directo al agua helada. Salimos a la superficie torpemente pero aun sin soltarnos.


- ¿Qué les sucede? - Gritamos con fuerza. Agumon movió repetidamente sus ojos con una sonrisa burlona. De inmediato Yamato y yo nos soltamos mientras nuestro rostro se acaloraba.


 - Solo veníamos a decirles que los chicos ya están durmiendo y que les toca la primera ronda de vigilancia. - Dijo Gabumon amablemente. - Pero mejor vayan a cambiarse a su tienda y ya después vienen. Agumon y yo podemos arreglárnoslas solos por un rato.


- Gracias, Gabumon. - Le dijo Yamato mientras acariciaba su cabeza. Comenzamos a caminar hacía la casa de campaña que nos habían asignado.


- ¡Por cierto! - Gritó Agumon. - No queremos un "Secreto en el Digimundo", ¿entendido? - Ambos nos detuvimos en seco y como si fuera posible, nuestro rostro se puso aún más rojo.


- ¡Agumon!

Notas finales:

Bueno, hasta aquí esta pequeña historia. Espero que les haya gustado y disculpen que no hice honor a la fecha, pero había tenido la idea demasiado tiempo en mi cabeza y ni modo de que siguiera allí guardada, ¿correcto?


¡Nos vemos pronto amigos!


P.D. Coman muchos dulces a mi salud, ¿ok?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).