Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

S-Crew por Hotaru

[Reviews - 230]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo: Espero que les guste el capítulo es la siguiente, muchas gracias por leer.

Presentación.

07: It was calm, then… I got hit by lightning.

Tengo muchas cosas en la cabeza. No sé si preocuparme o simplemente dejar que todo se desarrolle sin intervenir… de todas formas, no por alterarme se van a solucionar mis problemas.

Temo que Seth se aburra de mí y me deje solo nuevamente. Que sí, no hace ni más de ocho horas que lo conozco, pero por ahora lo considero una barrera entre el mundo y yo.
También el asunto del casillero me tiene de nervios… pero es lo de menos. Seguramente terminaré dejándole el casillero completo a Scott para ahorrarme problemas. No pasa nada si tengo que llevar todas mis cosas en la mochila. Una espalda lastimada no es lo mismo que una costilla rota.
En realidad, lo que más me preocupa es la presencia de Spencer… si se entera de algo, o si malentiende algo… más tierra sobre mí.

La casa de Seth me pareció bellísima… es de tres pisos, en cambio la mía es de dos. No parece mucha diferencia, pero la suya además es más amplia que la mía. Mi familia no tiene mucho dinero, pero eso no importa… ¿para qué me fijaría yo en el dinero de un posible amigo?, la riqueza es lo de menos.
Su habitación es acogedora, está bien distribuida y hay armonía de colores. En su mayoría hay grises de distintos tonos y alguno que otro detalle en plata, como el cerrojo.

Cuando se quitó la mayoría de su ropa frente a nosotros, no pude evitar pasear mi mirada por su torso… no es liso; el chico es delgado pero se marca muy bien su abdomen.
Luego sus piernas. Creo que lo que más me gusta de un hombre es que tenga bien formados los muslos. Claro, aparte de la actitud y cosas por el estilo. Y Seth… Seth tiene piernas perfectas; apenas y bronceadas, como el resto de su cuerpo que se me permite observar, lo suficiente para darle un escaso tono dorado.
Estoy seguro que ése bóxer no se vio mejor nunca antes, aunque tal pensamiento sea imprudente en su totalidad.

No puedo negar que deseé a Seth por unos instantes, pero en cuanto recordé lo que afirmó acerca de Stuart todo se fue a otro plano. ¿Gustarle?... ¿Stuart?, ¿también a él?
Preferí no decirle nada acerca del pasado con Stuart, nada sobre lo que me hizo, absolutamente nada tiene que saber.

- - -


– Sólo esperen a que termine de enviar un mensaje de texto… – pide Sabine, con el tono casual que apenas le conozco.
Se concentra por menos de un minuto en la pantalla y los botoncitos de su móvil. Se muerde el labio inferior, hace gestos de disgusto, sonríe, y luego lo guarda.
– Listo, ahora sólo esperen a que reciba una respuesta. – nos sonríe amablemente y comienza a ponerse de pie.

No tengo idea de qué quiere Seth con ella, muy fácilmente pudo haberle dicho que no estaba invitada… y eso sería grosero, pero sospecho que a Seth no le importaría.

Mientras esperamos, y para no cansar a mi cabeza con suposiciones estúpidas, decido buscar con la mirada algún sitio al qué llevar a Seth.
El centro comercial es enorme. Los pasillos son amplios y, donde no se ven tiendas, se observan paredes de roca pulida que dan la apariencia de mármol. Hay algunas lámparas en ciertas secciones de pared, y enormes focos cuelgan del techo de lámina pintada de blanco.
¿Una tienda de esotérica?... probablemente no. Seth no se ve como alguien que cree en la magia. Además ni la necesita… parece ser autosuficiente; con su mente ya tiene bastantes fuerzas oscuras a las cuáles recurrir cuando decida desatar una guerra en el instituto.
¿Tiendas de ropa?... tampoco. Tiene el clóset a explotar; y no es que sea fisgón, pero en su habitación hay cajas destapadas llenas de mucha más ropa. Igual ocurre con las tiendas de zapatos. Algo que me sorprende de Seth es que tiene buen gusto para su ropa y un estilo no muy común en Armitage… creo que se debe a que es un fuereño adinerado.
Me sentí tentado a pedirle ropa para no venir con el uniforme, específicamente la camiseta azul que sacó antes de decidirse por la blanca… ése tono de azul es mi color favorito, aunque no tengo idea de cómo se le llame… ¿azul marino?

Me crispo al escuchar un sonido bastante alto de volumen. Sabine por fin ha recibido su mensaje.
Se le nota preocupación en los ojos, y además tuerce los labios, por lo que no puede ser nada bueno. Es obvio que algo le pasa… eso se puede adivinar sin conocerla bien.

– ¿Necesitas más tiempo? – suspira Seth, para nada presionándola… por supuesto que no.

No sé si sea por la pregunta de Seth o porque se arreglaron las cosas, pero Sabine guarda el aparato en su bolso y le sonríe amablemente a Seth. Creo que no es una sonrisa amable en todo el sentido de la palabra… ¿se puede sonreír con sarcasmo?
Seth le devuelve la sonrisa, pero desvía la mirada y alza las cejas. Algo trama… y me muero de curiosidad. Pero vaya, sé que no me dirá nada aunque le pregunte. Como dijo en clase de historia, no somos amigos. No tengo derecho a reclamarle nada.

Antes de avanzar, Sabine mueve la cabeza en varias direcciones, como intentando organizar sus ideas o algo. Talvez esté meditando.
– Primero que nada, ¿qué haces tú aquí? – interroga Sabine a Spencer, haciendo una mueca de confusión. – Con nosotros casi nunca quieres salir…
¿Por qué con nosotros accedió tan rápido?, ya me imaginaba yo, él quiere que Seth resbale para amarrarlo al suelo y no permitirle levantarse nunca más. No es que Spencer no sea un experto en eso.

Spencer se encoge de hombros y desvía la mirada a la pared detrás de Sabine, como si tratase de restarle importancia al asunto.

– No te preocupes, no le contaré a nadie… no soy como tú. – termina por enunciar Sabine de una manera ruda y burlona, talvez espera que no se tome en cuenta su comentario.
No puedo evitar esbozar una débil sonrisa. Y es que Spencer se merece eso y más. Me siento contento de que alguien lo ponga en su lugar… o simplemente un poquito cerca.

– Ya lo sé, no me preocupo. – responde Spencer.
Parece ser que se empeña siempre en mantenerse en equilibrio. O lo que sea que se llame eso donde está él, porque equilibrio seguramente no. A veces para protegerse habla de más y tumba a otros para hacerse camino. Probablemente somos igual de inseguros… pero él tiene alma de combustible, a cualquier chispa se enciende. Si para algo se esconde es para tantear terreno reconocer las características del adversario, no para pasar por desapercibido ni porque tenga miedo… más bien, como si tratara de descubrir los puntos débiles de todo el mundo por si en algún momento alguien decide hacerle frente.
En cambio yo… yo sólo soy cobarde. Mi inseguridad se refleja en mi reserva, pero con eso no derrumbo gente ni me entero de nada de lo que ocurre a mi alrededor.

– Quiero un helado, muero de calor… – suspira Seth al mismo tiempo que se echa aire con una mano. Estamos en verano, y además, siendo Armitage una ciudad costera, se pueden entender las ansias de Seth.

Sabine recibe otro mensaje a su móvil antes de llegar a la tienda de helados. Se queda quieta y nosotros seguimos caminando… pero luego nos alcanza corriendo y pone sus manos sobre el hombro izquierdo de Seth y el derecho de Spencer, ella iba caminando entre los dos.
– Perdón, pero ha surgido algo… ha sido una lástima no poder conocerte bien, si tan sólo hubieras aceptado la invitación de Scott a sentarte con nosotros… – le comenta a Seth, luego suspira. – Pero ya… hiciste bien. Nos vemos Sammy, luego… a ver si luego hablamos. Y adiós a Spencer, fin. – le da una palmada en la espalda a éste último y se retira así sin más, pero luego regresa. – Estoy jugando, nunca te trataría así. – le revuelve el cabello al castaño y le deja un fugaz beso en la mejilla antes de desaparecer.

Seth no dice nada, pero al mirarlo me percato que tiene una amplia sonrisa marcada en los labios. Si tan sólo supiera interpretar sus gestos.
– Ella… ésa chica está mal de la cabeza. – murmura, divertido. – Deben ser las secuelas de juntarse con el tipo ése. Me refiero a Scott, no a Spencer; por si no se entiende…
Debo memorizar ésa sonrisa y ésa mirada. Así sabré identificar cuándo está de buen humor.

– Me ataca la duda de nuevo… ¿por qué estás con el grupillo ése?, la roja parece interesante de conocer… pero después de ella, ninguno de los cuatro tipos… simplemente no. – Seth rueda los ojos y tose un poco – Perdona, te he incluido entre los no-interesantes… en fin, ¿qué me responderás?

Si el plan de Seth es separar a Spencer de sus amigos y del resto… no puedo negarme. No tengo ánimos para aislarme durante toda mi vida. Es tomar el grupo de tres que probablemente trama Seth, o quedarme solo.
Eso sí… estar con Spencer sería… bueno, en realidad no creo que acepte estar con nosotros. ¿Irrelevancia o Desprecio?... tiene que decidir entre eso. Porque claro, hay gente que tiene la oportunidad de decidir por sí mismos lo que quieren hacer.

En lo que Spencer piensa una respuesta, llegamos al establecimiento de helados con el nombre de “75”… ¿por qué será?... ah sí, un pedazo de poca originalidad basado en que, curiosamente, tienen setenta y cinco sabores de helado.

Por primera vez en la tarde, Spencer sonríe. Y también por primera vez, no esconde su cuello con los hombros.
– Es difícil de explicar… la verdad no es interesante. Pero tengo mis razones. – comenta de manera apagada, como si le dolieran las palabras al salir. Da la sensación de que lo amenazan para que esté con ellos… pero dudo que sea posible.

Seth da vuelta los ojos nuevamente, pero esta vez su rostro refleja desesperación.
– Vaya si me he topado con dos tipos que son el uno para el otro. – Suspira – Ya vuelvo, necesito comer algo que no sea tan patético como ustedes. – se aleja de nosotros y toma parte en la fila de la heladería. Sus palabras nos hacen entender que no quiere que lo sigamos.

– No respeta nada, ¿verdad? – murmura Spencer en lo que yo percibo como un intento de hacer conversación.
Niego con la cabeza casi inmediatamente, aunque mi intención inicial era decirle “No tengo nada que hablar contigo”… pero soy muy cobarde para eso.

– No te agrado mucho… – recalca lo obvio.

Me encojo de hombros. No tengo ánimos de tratar asuntos del año pasado; con el que me persigue ya es suficiente.

– Te entiendo… porque bueno, así me sentiría yo si alguien me hiciera lo mismo de lo que me crees responsable. Nunca hablamos de eso… bueno, nunca hablamos mucho. – dice en voz baja. No lo miro directamente, pero por las orilla de un ojo puedo ver que revisa de vez en cuando que Seth no regrese. – Mira, no te pido que seamos amigos… mucho menos que confíes en mí. Creo que pedirte que creas lo que te digo es también esperar demasiado, pero en serio, lamento mucho todos los problemas que te haya causado cualquier chisme; haya sido divulgado por mí o por alguien más. Yo simplemente te pido perdón, lo que quieras creer es tu asunto y me parece perfecto… ahora… talvez podríamos empezar de cero.

Lo primero que cruza por mi mente es preguntarle por qué eso y por qué ahora. ¿Por qué tan de pronto quiere arreglar las cosas?, ¿por qué de la nada se preocupa por el daño que causaron sus estúpidos comentarios?, ¿por qué espera que le crea?, ¿por qué quiere verme en el suelo?… ¿qué quiere de mí?, ¿por qué les urge tanto a él y a sus amigos el verme destrozado? Que para su información, ¡ya lo estoy!

Me siento mareado. Me cubro la cara con una mano, tratando de calmar un repentino dolor de cabeza.
– Necesito espacio. – apenas y se me escucha, pero estoy seguro que comprende el mensaje.

Doy un par de pasos torpes hasta que mi andar se vuelve un poco más decidido hasta llegar a mi destino, las fuentes de agua. Tomo un poco del vital líquido e intento captar su frío para que mi cuerpo reaccione…
No puedo simplemente cambiar algo que he creído por tanto tiempo. No se va así de la nada. No hay nada qué aclarar, absolutamente nada. Aún odio a Spencer, aún lamento la manera tan patética en que reaccioné aquella vez en la que pude hacer otra cosa; y encima, ahora lamento la forma tan patética en la que estoy actuando justo en éste momento. Si tan sólo fuera un poco más seguro de mí mismo nada hubiera pasado, no estaría en el suelo.
Tengo muchas cosas qué reprocharle al Samuel que ha invadido mi vida desde que le diagnosticaron leucemia a mi madre. Tengo tanto qué reclamarme, tanto qué decirme… tantas cosas y yo sin ganas de oírme a mí mismo.
¿Qué culpa tengo yo de ser débil?... mis acciones fueron y son de impotencia, no tengo a quién recurrir; mi padre es una sombra, nunca está, nunca se preocupa por mí, y si me dirige la palabra es sólo para saludarme de vez en cuando. Mi madre… cuánto la extraño… ella era mi compañera, mi confidente; y si fue una sombra, fue la mía. ¿Por qué una enfermedad se empecinaría en llevarse lo único y todo lo que tenía?

¿Qué culpa tengo yo de que mis compañeros no comprendieran mi dolor ni se compadecieran de mi sufrimiento?... se burlaban de mí cuando no quería realizar alguna actividad, me hacían más dura la existencia sólo por ser una persona aislada. Intentaba alejarme de ellos para que no me lastimaran, pero aún así me seguían para agredirme de cualquier forma. No me dieron tiempo de llorar la ausencia de la única persona que me entendía; en cambio, lloraba de frustración, de impotencia, de soledad… lloré por lo que ella representaba, no por ella. Porque ellos no me lo permitieron.

Busqué formas de aplacar mi dolor y cometí errores, dos de ellos muy graves, pero cada uno con muy distintas consecuencias; uno que destrozó los escombros de mi vida, y otro que sembró las nuevas bases de ella.
El primero fue confiar en el mundo nuevamente, abrirme a alguien más… pero sólo trajo desgracias. Mis amigos se alejaron de mí, perdí la oportunidad de convivir sanamente en el instituto, y perdí la oportunidad de amar y recibir amor.
El segundo fue aún más grave. Pero logré algo bueno, pues al menos mi padre comenzó a preocuparse más por mí. Talvez no esté satisfecho con la larga lista de medicaciones… talvez las pastillas no alivian mi dolor, pero al menos me distraen al tener que ir de un lado a otro con un vaso lleno de agua en la mano.

– ¿Qué pasa, te sientes bien? – pregunta Seth a mis espaldas. Lleva en la mano un vaso pequeño repleto de helado color rosa que puede ser de cualquier sabor, variando desde fresa, frambuesa y arándano rojo, hasta pétalos de rosa o fruta milagrosa.

Asiento suavemente.
– No ha pasado nada. – digo con seriedad, y luego me paso una mano por la cara como si con eso intentara despertarme.

Seth hace una mueca de desagrado y seguidamente rueda los ojos.
– Anda, que dejaste solito a tu pareja ideal. – que diga eso ya ni me importa; no me lastima, no me incomoda. Probablemente sea por la negatividad que desprende el evocar algo que pasó no hace mucho; pero no importa lo que sea, porque me siento fuerte… lo veo de esta manera… si ya no hay nada qué destruir, ya no hay nada que pueda doler.

Nos sentamos los tres en una banca de metal junto a una jardinera con plantas artificiales. Seth se siente sobre el respaldo de la banca, y como consecuencia queda por encima de mí y de Spencer.
– ¿Ya me dices por qué te juntas con esos tipos?... que ya, digo… ¿no será para espiarlos en las duchas? – insiste Seth, y luego le propina un puntapié en el hombro a Spencer.
Nos sentamos los tres en una banca de metal junto a una jardinera con plantas artificiales. Seth se había sentado sobre el respaldo de la banca, y por lo tanto quedó por encima de mí y de Spencer.

– ¿Por qué te interesa tanto? – evade la pregunta una vez más. No puedo decir que él sea patético, pues hace un esfuerzo por no caer… en cambio yo me escondo en un mar interno y espero hasta casi ahogarme para tomar un respiro.

– Digamos que, hipotéticamente, te quiero para mí… y no quiero que estés con esas personas. Pero no pienses que son celos… no, nada más me refiero a que te prefiero como mi amigo que como amigo de ellos; claro, si es que a eso le llamas amigos. – ¿amigos?... no sé por qué, bueno, creo que es demasiado obvio que Seth no espera tal cosa de Spencer ni de mí.

– Terminarás por cansarte si sigues preguntando, y es mi última palabra.

– Ya… ¿qué importa?... igual estaba mintiendo – remata Seth y se ocupa unos segundos en llevarse un poco de helado a la boca. – ¿Quién puede quererte como amigo?... talvez ése gorila que te agraza como si estuviesen jugando fútbol… o como si fueras una banana gigante.

– No creo, la verdad.
Las cosas ya parecen discusión. Es como si intentaran agredirse, pero de manera sutil, sólo lo suficiente para callar al otro.

– Seguía mintiendo, es obvio que nadie te quiere. – por fin Seth hace una mueca de fastidio y se enfoca en mí.

Lo miro con timidez por unos segundos hasta bajar la mirada.
– ¿Qué te ha pasado en el ojo?

Sólo faltaba que hiciera preguntas privadas. Lo que menos quiero es que Spencer se entere de que me ocurrió algo. No quiero que se lo cuente a nadie, no quiero que se lo cuente a Stuart.

– Me cayó un trozo de vidrio al ojo… tengo que usarlo por unas semanas más. – lo que digo es totalmente cierto, excepto que no he dado una explicación del por qué llegó el vidrio a mi ojo. No es como si el vidrio flotara.

Seth baja del respaldo y se queda en medio de los dos.
– Hablando de ti… ¿cómo se enteró todo el instituto de que eres gay?, ¿te follaron públicamente y suplicaste por más o algo parecido? – no me parece adecuado que toque mi vida personal como un tema cualquiera, mucho menos frente a Spencer.

Como es de esperarse, me quedo callado.

Pero como si lo hubieran llamado, Spencer comienza a hablar.
–… Supuestamente ocurrió algo con Stuart. No sé que haya pasado, todos dicen, incluyendo a Stuart que Samuel intentó propasarse con él en estado de ebriedad una noche y que después continuó acosándolo… – sí, eso dicen; me han dado el título de violador y borracho, sacando una imagen muy errónea de mí quién sabe de dónde. – La gente comenzó a fastidiar a Samuel con preguntas… hasta que un día supongo que se cansó. Estábamos en gimnasia y varios chicos le llamaron de nombres, ahí estaba Stuart y lo llamó un montón de cosas… algo como “Pedazo de marica ignorante, ¿no te enseñó tu madre a gustar de las chicas?... – ésas fueron sus exactas palabras, palabras que aún me lastiman… no por el contenido, no porque las haya dicho Stuart, sino por su crueldad al utilizar en contra mía la confianza tan especial que le tuve. Stuart ya sabía que mi madre estaba muerta desde Noviembre, y sé que por eso la mencionó, sé que buscaba lastimarme, y me duele saber que él quiso lastimarme cuando lo único que le entregué fue confianza. – Talvez te suene difícil de creer, pero Samuel lo tumbó al piso de un puñetazo y le gritó “Seré maricón, pero de la única forma en que te rompo el culo es a patadas”. Supongo que por eso más gente se enteró de que Samuel quiso violar a Stuart y…

Me pongo de pie bruscamente. Ya no puedo soportarlo más.
El dolor de cabeza me está matando y escuchar su venenoso discurso lleno de falsa información aumenta mi incomodidad.

– ¿Quién te preguntó a ti? – dice Seth a Spencer en un tono muy severo.
Spencer me mira apenado por unos segundos y después desvía la mirada a un punto imaginario en la pared.

– Me tengo que ir. – informo a Seth, y probablemente también a Spencer. Pero no quiero pensar en él, no quiero saber de él. ¿Qué tal si Seth le cree y deja de hablarme por la mala imagen que aporto a los demás acerca de la homosexualidad?

Casi corro por el centro comercial. Siento unas ganas terribles de vomitar.
Cojo el primer taxi que encuentro y le doy indicaciones de llevarme directamente a casa.

- - -


Ya no sé más de Seth, ni de Spencer, ni de Stuart… pero a Stuart simplemente no puedo sacármelo de la cabeza. Escucho sus palabras una y otra vez, la imagen de mi madre da vueltas en mi mente.

Estoy acostado, no puedo dormir. No puedo olvidar lo que me dijo, no puedo olvidar lo que me hizo… me duele mucho que me haya hecho algo así.
No puedo dejar de llorar en silencio. No hay ruidos, no hay convulsiones causadas por el llanto, no hay gestos de sufrimiento. Simplemente escurre una parte de mi mar interno, el que ya no me sirve más como un escondite de mí mismo.

Concilio el sueño sin saber como. Probablemente, después de llorar, mis ojos secos se han mantenido cerrados por puro acto reflejo y se han mantenido así por algunas horas.

- - -


Han pasado más de dos semanas desde entonces. No he vuelto a hablar con Seth por decisión propia.
Desde el segundo día de clases llevo mi mochila y la dejo sobre la banca, en el lado que yo no ocupo, así Seth no se siente obligado a sentarse conmigo.

Es lo mismo otra vez. Bañarme, vestirme, desayunar y luego trasladarme al colegio caminando. Aguanto miradas como siempre… después de todo, soy el violador.

La primera clase del miércoles es historia. Me siento hasta el fondo del aula y observo a mis compañeros entrando y saliendo con total libertad, algunos me dirigen miradas de desprecio, pero los más amables ni siquiera me voltean a ver.

– Al fin… – suspira Seth y se sienta junto a mí. Me he olvidado de colocar la mochila junto a mí… no soy tan descortés como para pedirle que se retire, sólo evito mirarle como si fuera cualquier otro compañero. – ¿Qué, no vas a hablarme? – suena molesto. – Creí que habías tenido tiempo suficiente para aclarar tu cabecita.

Recargo la barbilla sobre la mesa, aunque sea incómodo para mi espalda, y dejo salir un largo respiro para intentar calmarme.
– Hola…

– ¿Ya fue suficiente para ti?... de evitarme, ¿ya tuviste suficiente?

Me encojo de hombros.
– Creí que no querrías hablar conmigo.

– Supuse que necesitabas tiempo para decirme las cosas a tu ritmo… yo no te exigí explicaciones… claro que el otro no entendió, pero ése ya es otro asunto. – se acomoda sobre la mesa de la misma manera que yo. – Igual no te sientas obligado a decirme la verdad… porque asumo que lo que dijo Spencer no es del todo cierto.

Niego con la cabeza, queriendo decirle que no se preocupe por eso.
Creo que contándole todo conseguiré su confianza, o al menos me aseguraré a mí mismo de que no tengo la culpa de nada.
– Fue a finales del curso pasado… mi mamá falleció en Noviembre, pero las cosas se fueron acumulando y yo simplemente no aguantaba más. No tenía con quién desahogarme, no había que me entendiera. Mis amigos no tenían la profundidad de emoción o la capacidad de empatía que yo necesitaba en ése momento; decían que las cosas se iban a arreglar… pero los muertos no vuelven, no se iba a arreglar como por arte de magia, ¿comprendes? – mi voz se quiebra, siento algunas lágrimas formándose bajo mis ojos.

Me paso las manos por la cara y trago saliva para aclarar mi garganta.
– Mi padre se volvió un autómata, no reaccionaba ante los impulsos exteriores, era como si mi madre se hubiera llevado sus ganas de vivir junto con ella… yo me volví su carga, su obligación… llegué a creer que era mi existencia la que lo hacía sufrir, pues hacerse cargo de mí era su llamada de vuelta a la realidad donde mi madre ya no existe. – hago una pausa mientras pienso en otras cosas que es mejor escaparme por ahorro de tiempo. Además, no quiero que forme una mala imagen acerca de mí.

– Un día estaba en las escaleras al tercer piso, que si habrás notado, aún no terminan de construir. Me sentía seguro ahí porque nunca nadie iba… ahí lloraba sin preocuparme porque alguien llegara a pasarse frente a mí. Pero el día del que te hablo fue cuando Stuart se apareció ahí… al parecer había escondido un paquete de cigarrillos sobre la baranda. Se sentó a mi lado, me hizo preguntas a las que a veces no le respondía, pero en vez de molestarse e irse cambiaba el tema, incluso intentó hacerme reír. No me imaginaba cuánto tenemos… teníamos en común; su padre nunca estaba para él, y además él ni siquiera conoció a su madre… me dejé llevar por su encanto, creo que tantas similitudes me hicieron esperar que él también… que él también gustara de mí. Nunca estábamos juntos frente a los demás, pero cuando estábamos a solas era un mundo aparte… éramos una unión perfecta, reíamos juntos, llorábamos juntos, él me hacía sentir seguro, querido, me hacía sentir útil porque él decía necesitarme… eso dijo antes de besarme por primera vez…

– Espera, espera… ¿me estás diciendo que Stuart también es gay? – interrumpe Seth. Lo noto bastante confundido.

Me encojo de hombros. Realmente no lo sé.
– Jamás me atreví a preguntárselo; simplemente asumí que lo era. – me quedo callado por un rato, esperando alguna réplica por parte de Seth.
Hace una seña con sus manos para que avance. Creí que querría decir algo, pero al parecer no.


– Las cosas siguieron avanzando con el tiempo… estábamos en su casa o en la mía y era directamente llegar y comenzar a besarnos, hacer otras cosas… ir de la sala a la cama, y si estábamos en su casa incluso nos estábamos en la piscina. Igual nunca pasó nada serio…. Quiero decir, nunca tuvimos relaciones. – desvío mi mirada a la puerta, ahí está Stuart junto con Demian, riéndose de cualquier estupidez. – No sé por qué, pero con el tiempo eso llegó a afectarle. Me insistió varias veces, pero después de un rato se conformaba con los besos. La única vez que se puso violento fue la última… llegó a mi casa una noche y comenzó a exigirme que bajara a recibirlo y tuviéramos relaciones de inmediato. Stuart estaba ebrio, lo olí en su aliento en cuanto abrí la puerta para pedirle que no hiciera escándalo porque mi padre estaba dormido. Jamás he probado una sola gota de alcohol, el simple olor me asquea… pero no sólo por eso me negué, en realidad me sentí asustado por la forma en que me exigía que me acostara con él y además no estaba preparado. Comenzó a gritarme maricón, puta, huérfano, mierda… lo que más me lastimó fue que me dijera mal amigo porque… yo lo consideraba algo más que un amigo. Mi padre salió de la sala y obligó a Stuart a marcharse, porque hasta un borracho sabe lo que es la policía. Y se fue. Supongo que le dio miedo que yo le fuera a contar a alguien lo que pasó entre nosotros y se adelantó a contar todo a su manera… el resto ya lo sabes.

Sonrío, o más bien hago un intento por sonreír.
– Lo del ojo sólo fue un… incidente… lanzaron una piedra contra mi ventana cuando miraba a través de ella y me cayó un trozo de vidrio. – digo rápido. Estoy nervioso, mis manos tiemblan y de alguna manera me arrepiento de haberle contado todo a una persona relativamente desconocida.
Mejor me aseguro de mis secretos, aunque poco pueda controlar por medio de promesas ajenas.
– Por favor no le digas nada a Stuart… a nadie. Lo que pasó entre nosotros lo guardo con cariño… y a pesar de que ya no lo quiero, he decidido respetar lo que teníamos… o que creí que teníamos. – estoy consciente de lo ridícula que suena mi petición, pero es lo que yo quiero.

Se encoge de hombros.
– No te preocupes, te guardo el secreto… después de todo, eso hacen los amigos, ¿no? – suspira de manera pesada y me sonríe misteriosamente por un segundo.

Entonces, ¿significa que no me va a guardar el secreto, o quiere decir que ya somos amigos?... los nervios nunca se van.
Notas finales: Espero que les haya gustado el capítulo y que les esté gustando la historia.

Gracias a todos por su tiempo.

Me pasó nuevamente el error del servidor mientras trataba de contestar el comentario de Agesen, pero no me gusta dejar sin respuesta a la gente, aquí está:

Qué bien que te agrade Seth, eso indica que los valores en la juventud están decayendo (¿?), broma, gracias, me hace sentir satisfecho.

A mí me gustan exclusivamente los chicos, pero las chicas no me dan repulsión… será porque todas las personas importantes en mi vida son mujeres, jaja. A excepción de ése alguien. En fin, no te aburriré con mi vida.

Un enorme abrazo. Gracias.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).