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Just Lies por Sora_kun

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Notas del fanfic:

Disclaimer

 "Just Lies" y todos sus personajes correspondientes son propiedad intelectual de Sora_kun [PHS]; se prohíbe su producción, reproducción, distribución o comercialización, así como su adaptación, transformación y comunicación directa al público sin previa autorización por escrito de la autora. La violación a la prohibición antes dicha constituye un delito así como una violación a los derechos de autor.

 Todos los personajes y situaciones de la siguiente historia son ficticios, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los nombres, marcas, programas, cómics, mangas, series, películas y videojuegos mencionados en esta historia y que constituyen copyrights y marcas registradas de sus respectivas compañías son únicamente utilizados con fines informativos, bajo los estatutos constitucionales de la libertad de expresión y prensa.

Advertencias:

  • Relación homosexual
  • Relación heterosexual
  • Lemon
  • Violencia
  • Palabras mal sonantes
  • El tabaco perjudica la salud, al igual que las drogas y el alcohol

 

Notas del capitulo:

Feliz cumpleaños a mi, feliz cumpleaños a mi... (8) 19 tacos... que vieja soy...

En fin, ¿qué decir? Una explicación, supongo. El otro día corregí un capítulo de Just Lies y me disponía a editarlo en la página, con tal despiste que fui y sin darme cuenta le di a borrar. Sin pensar, le di al "sí" ese hermoso que viene bien grande y cual fue mi sorpresa al darme cuenta de que se había borrado la historia completa...

Fue una absoluta decepción...

Durante casi una semana he estado dandole vueltas al tema de si merecía la pena volver a subirlo, pues me motiva más bien poco encontrarme reviews de una linea pidiendome que lo continue pronto... o que se valoren poco los originales... Pero finalmente he decidido volver a subirlo por las personas que si que me leían y les gustaba y me apoyaban... En fin... gracias porque porque por vosotros podreis terminar de leer esta historia.

Antes de volver a empezar, quiero aclarar varios puntos:

Primero, yo escribo XP siento mucho decir que no vais a hacer que cambie lo que yo ya tengo pensado. Aunque, por supuesto, se aceptan criticas CONSTRUCTIVAS. Gracias.

Segundo, gracias a los que siempre me leisteis y bienvenidos a los que entran por primera vez ^^

Tercero, pido paciencia para los antiguos lectores, pues tardará un tiempo en volver a estar al día, aunque ya llevo escritos dos capitulos más de los que estaban publicados. Y lo siento por vosotros y por los que la tenian en favoritos.

Y por ultimo, esta historia va a tener fin. Lo digo por si alguien piensa que la voy a abandonar o algo. Me temo que he gastado en ella dos años de mi vida y no quiero que sea otro episodio fallido...

Gracias para quien ha leido esto ^^

 

Concert on the roof

 

  - ¿Estas listo, Pat?

  - ¡No, no lo estoy! - gritó el chico - Y como vuelvas ha llamarme Pat, te juro que te arranco todos los piercings que tengas de cuajo.

  - Te tirarías toda la vida para arrancarlos, - se rió de él su compañero - son demasiados.

  - Maldigo el día que me convencisteis para hacer esto.

  Patrick estaba conectando los cables de los instrumentos de cada uno del grupo a los tremendos amplis que se situaban en cada esquina de aquel espacioso tejado. Terminó, por fin, con el último, conectándolo a su querida guitarra eléctrica de un brillante rojo sangre.

  - Estamos listos - comunicó a los chicos del grupo para que se acercaran cada uno a su instrumento.

  El que parecía más mayor y el de complexión más normal, aunque el más alto, se acercó al micrófono aclarándose la voz. Parecía emocionado, y cada vez un poco más, agarrando su pelo castaño con las dos manos y echándolo hacia atrás en un gesto compulsivo, permitiéndole ver todo a su alrededor cuando sus ojos, también castaños, estuvieron libres de obstáculos. Se le notaba larguirucho, pero no era el más delgado del grupo. Él, que había respondido al nombre de Gaby, tenía las orejas repletas de pendientes de todo tipo y también un piercing en forma de aro en su fino labio inferior.

  Luego, Víctor, bajo y enjuto, era el que tenía el pelo más corto, color castaño rojizo y de ojos castaños. Tenía un agujero en su oreja derecha debido a un pendiente dilatador de unos 10 milímetros. Cogió su bajo azul eléctrico, viejo y gastado, del suelo con sus grandes manos, y se lo colgó al hombro preparado para tocar, crujiéndose los dedos justo después.

  Yun, de raza asiática, ojos negros como la noche y pelo azabache, ligeramente ondulado, miró a Patrick de forma significativa, conectándoles por un segundo, infundiéndose ánimos mutuamente e instándose a continuar. Sin duda él era el más fuerte de los cuatro, de espalda ancha y músculos desarrollados bajo una piel tostada. Con una sonrisa ladina se dirigió a la batería, en un segundo plano, y se sentó en el taburete con un par de baquetas en las manos, esperando la señal.

  El menor de todos ellos, al que habían arrastrado hasta ese lugar sin saber cómo, el que sin duda estaba más asustado y el que menos preparado se sentía, cogió su flamante guitarra roja y al igual que el bajista, se la colgó del hombro, pero, al contrario que el cantante, al bajar la cabeza para mirar las cuerdas de esta, su lacio pelo negro calló casi en cascada sobre su frente, dejando difusa la raya hecha a un lado. Miro en todas direcciones con sus enormes ojos azules, nervioso, a través de su pelo, y luego mostró su cara de niño bueno a todos sus compañeros, aunque los dos aros que perforaban su grueso labio inferior endurecían sus dulces facciones.

  - ¿De verdad tenemos que hacerlo? - preguntó, aun asustado.

  - De hecho, Pat... - Gaby se ganó una mala cara del más joven - tenemos que hacerlo...

  - No te preocupes - le animó Yun, guiñándole un ojo - No va ha pasar nada...

  De nuevo, los miró a todos. Observó sus sonrisas y su cara de decisión, y sin dudar una vez más, este obligó a su guitarra a entonar un acorde demasiado forzado, que hizo rechinar los altavoces de forma desafinada.

  En ese momento absolutamente todo el instituto alzó su vista hacia el tejado más alto. Allí vieron a los cuatro chicos a punto de comenzar a tocar. Se creó un ambiente de expectación e incredulidad en sólo un segundo.

  Yun empezó marcando el ritmo con la batería y enseguida le siguieron Víctor y Patrick. La voz de Gaby se escuchaba desgarradora por todo el recinto estudiantil, los chicos y chicas que les observaban fijamente alababan la osadía del grupo, algunos empezaban a crujirse los nudillos en busca de pelea por semejante afrenta y los pocos que los apoyaban corrían por los pasillos buscando un lugar donde poder oír mejor.

  Yun empezó a oír cómo golpeaban la puerta y, emocionado, tocó con más pasión. La voz de Patrick apoyaba a la del cantante principal.

  En unos minutos, todo terminó con los gritos quejumbrosos de los dos muchachos, quedando todo en un silencio mortal salvo por los incesantes golpes en la puerta de la azotea principal.

  En ese momento, Patrick se alegró por haberse dejado convencer por la banda porque se sentía mejor que nunca, con la adrenalina a tope y deseoso de más. Todo el instituto les había escuchado, y lo mejor era que era imposible que les hubieran ignorado. Totalmente imposible...

  - ¡Tíos! - Yun se había levantado y señalaba a la puerta de la azotea. Se abrió de un golpe y por allí entraron el director, la subdirectora y un séquito de tres profesores más.

  - Caballeros... - comenzó a decir el director, que estaba completamente rojo de ira - ¡Están todos castigados!

  Patrick y Yun se miraron cómplices, el primero con fastidio y miedo y el segundo con culpabilidad por haber arrastrado a su primo a hacer una gamberrada.

  - Acompañadme al despacho del director - dijo la subdirectora poco después de que el hombre saliera por la puerta soltando improperios acerca de la actitud de sus alumnos más rebeldes.

  Dos de ellos dejaron sus guitarras en el suelo con cuidado,  notando como el sudor de sus frentes comenzaba a enfriarse, convirtiéndose en una capa gélida. El menor miró los instrumentos, temeroso por dejarlos allí solos y siguió a la subdirectora y a sus amigos.

 

  No tenía ni idea de qué había sido eso. Un grupo de chicos se había puesto a tocar en el tejado del instituto. Le parecía la cosa más hilarante del mundo, aunque debía admitir que no podía evitar admirarlos por semejante proeza. Él no se habría atrevido ni aunque le pagaran, pero también era cierto que no tenía amigos que le empujaran a hacerlo.

  Soltó el humo de su cigarrillo de forma dejada y apagó la colilla en el escalón en el que estaba sentado. Para ser su primera semana estaba bastante sorprendido: profesores maníacos, alumnos demasiado extravagantes (demasiado, incluso para él), músicos flipados que daban conciertos en los tejados... Sí, estaba gratamente sorprendido...

 

  Se sentaron en las únicas cuatro sillas que había frente al despacho y la joven secretaria del director les miró. Se mordió el labio inferior, esperando a que la subdirectora desapareciera, y cuando lo hizo, se inclinó hacia ellos y en un susurro les felicitó con febril entusiasmo por la canción.

  - Las canciones las escribe y compone Patrick - le susurró Gaby a la chica, atento por si venía algún otro profesor - nosotros solo tocamos lo que él hace.

  El chico le dio un codazo en las costillas a su compañero y se cruzó de brazos, algo enfurruñado. Estaba molesto por haber dejado los instrumentos solos, y sobretodo, por la que iba a caerle encima.

  Esperaron diez minutos mientras el director se tomaba sus pastillas para el corazón y una aspirina para remitir su dolor de cabeza. Y después de hacerles esperar otros veinte minutos, salió por la puerta de su despacho completamente malhumorado y sin esperar una explicación ni ninguna escusa, proclamó su veredicto ahí mismo

  - ¡Un mes castigados después de clase! No quiero escuchar quejas ni berridos.  Y espero que os sirva de lección para no volver a repetirlo, porque si no os advierto que el castigo será peor. Por el momento me he limitado a llamar a vuestros padres - Patrick, al escuchar esto, se mordió el labio presa del pánico - y agradeced que no haya llamado a la policía por escándalo publico...Ahora haced el favor de ir a recoger vuestras cosas de la azotea y lleváoslas de aquí.

  - ¡Un mes! - se alarmó Gaby mientras subían por las escaleras - Que exagerado... Menos mal que solo tocamos una canción...

  - Lo que tú querías es dar un concierto.

  - Soñar es gratis...

  Al llegar a la azotea, los cuatro suspiraron aliviados al ver que sus instrumentos estaban bien, alguien se había encargado de cerrar la puerta con llave. Por suerte, desmontar era más fácil que montarlo. Y por eso, Patrick se alegraba de haber utilizado los ratos muertos en enseñar a sus compañeros como tirar los cables y conectarlos a los amplificadores. No sabía cómo podía haberse agrupado con semejantes inútiles. Ellos sólo sabían tocar, pero él tenía que tocar, componer, escribir... y por suerte, ya no tenía que montar el cableado solo. Y además, daba gracias de que no se tenía que ocupar también de administrar al grupo, porque entonces ya sería una locura; era el callado Víctor el que hacía el papel de manager.

  Patrick empezó a desenchufar todos los cables mientras los demás recogían los instrumentos y los bajaban con cuidado a la furgoneta de Yun. Era una suerte que Yun y Gaby fueran al tercer curso, ya que ya tenían carnet de conducir y gracias a ellos podía entrar a tocar en ciertos clubs donde normalmente no les dejarían por la edad. Víctor aun iba a segundo y Patrick acababa de entrar en el instituto y estaba en primero y muchos le tenían por el tierno chiquillo que toca en una banda sin pintar nada en realidad. Era muy delgado, era verdad, tenía los brazos muy finos y se le notaban los huesos de las muñecas y las costillas. Pesaba muy poco y sus amigos le levantaban con facilidad, en cambio, tenía bastante fuerza, una ventaja de cargar con los enormes amplificadores de un lado para otro. Por suerte, su cara no parecía tan delgada como su cuerpo, y gracias a ello y a sus ojos, era un chico bastante guapo. Parecía bastante aniñado y por eso solía taparse la cara con el pelo y llevando ropas oscuras y preferiblemente anchas. Por último, llevaba dos piercings en el labio inferior, dos aros plateados, uno en el lado izquierdo y otro en el derecho. También se había perforado varias veces las orejas, a él le gustaba, pero lo hacía especialmente para fastidiar a su padre. Cada vez que le miraba a la cara, le decía que se quitara esos aros del labio. Y, en ocasiones, se pintaba las uñas, para que su padre le dijera que parecía una chica y que le había salido un hijo marica. A ese hombre... no le gustaba nada de Patrick, o al menos eso era lo que pensaba.

   Yun le detestaba, aunque fuese su tío, no tenía ninguna relación de sangre. La madre de Patrick era la hermana de su padre, pero aun así, tampoco tenía lazos de sangre con su primo, ya que él era adoptado, de ahí su aspecto asiático, provenía de china, pero había vivido desde antes de tener memoria con esa familia. Y además, adoraba a Patrick, le quería con todas sus fuerzas, y Patrick le quería a él de la misma manera. Ambos fueron juntos a hacerse su primer piercing, los dos acordaron formar un grupo de rock y los cuatro prometieron sacar a Patrick de casa en cuanto este fuese algo más mayor

  - Patrick... - le llamó Yun - ya hemos terminado de cargar los instrumentos - el chico estaba agachado, mirando hacia abajo, apoyado en la cornisa. Al ver que no reaccionaba, se acercó y le tocó el hombro con cariño - ¿Te encuentras bien, tío? - dijo preocupado.

  - Sí, claro - se apresuró a contestar - estaba pensando... en mi padre... el director dijo que habían llamado a casa...

  - Sabes que puedes quedarte esta noche en mi casa si quieres...

  - No te preocupes, iré si veo que se pasa demasiado.

  - Cuando llegue ese momento, ya no podrás escapar. Además, te conozco, sé que si lo hace, tú no vas a hacer nada por impedirlo y no moverás un dedo hasta que se quede a gusto... La próxima vez que lo haga te juro que lo denuncio.

  - Siempre dices lo mismo... - rió - no pasa nada, Estoy bien

  - Me gustaría que ella estuviese aquí - susurró Yun abrazando a su primo, que veía como sus ojos vidriosos empezaban a desbordarse, y así esperó hasta que dejó de oír su llanto ahogado y solo lograba escuchar unos ligeros hipidos.

  Patrick se levantó, limpiándose las lagrimas que aun quedaban en su rostro con la manga de su sudadera a rallas, y sonrió a su primo, demostrando que ya se encontraba mejor. El mayor le quitó el pelo de la cara, logrando ver al fin sus preciosos ojos y le dio un rápido beso en la frente y otro pequeño en los labios.

  - ¡Yun! - le reprendió tapándose la boca con las largas mangas, mirando hacia la puerta, por donde sus compañeros acababan de entrar. A Patrick siempre le daba vergüenza que Yun le besase delante de ellos.

  - Vamos, vamos, no pasa nada, no nos han visto...

  - Eso dices siempre...

  Mientras bajaban las escaleras, sonó el timbre de la última clase y un montón de adolescentes en estampida salieron de sus clases para largarse por fin a sus casas. El grupo apenas había asistido a las clases ese día entre subir a la azotea los instrumentos procurando que nadie les viera, montar el equipo de sonido, tocar, la bronca, desmontar... otro día perdido. Yun y Patrick recogieron sus mochilas y se dirigieron al aula de castigo. En la puerta, el cantante y el bajista ya les estaban esperando. Vieron a sus amigos acercarse y se fijaron en como Yun tenía un brazo sobre los hombros del menor, eso era un claro indicio de que Patrick había estado llorando.

  - Lo sentimos mucho, Pat - dijo Gaby revolviéndole el pelo, con cara apenado - No pensamos en ti...

  - Te he dicho muchas veces que no me llames así - le dijo enrabietado, pero aun así sonriente, demostrando su nuevo estado de animo.

  - ¡Hey! ¿Qué te parece si esta noche montamos jaleo en casa de Víctor?

  - No creo que sea buena idea - le atajó antes de que se emocionase - es mejor que vaya derecho a casa esta tarde...

  Los tres le miraron, cada uno con una expresión distinta, intentado distinguir que era lo que le pasaba a su amigo por la cabeza.

  - Vaya, pero si son nuestros amigos los músicos - dijo el profesor de guardia abriendo la puerta del aula de castigo - Muy bien, Gabriel Dallas y Yun Brandom delante, cada uno en una punta Y Víctor Summers y Patrick Evans, atrás del todo, igual que vuestros compañeros.

  Antes de separarse, Patrick pudo escuchar un débil (débil, a pesar de su ronca voz) "lo siento" por parte de Víctor, pero no culpaba a ninguno de ellos, ya que la idea de tocar en el tejado del instituto había sido aprobada por todos.

  Al cabo de un rato, el profesor había dejado de prestarles atención y se había centrado en el periódico que estaba intentando leer desde la mañana. Patrick miraba a sus compañeros, pensando en el grupo mientras cada uno estaba con sus cosas: Víctor hacía rato que se había puesto los cascos y escuchaba la ferviente música de su anticuado walkman y cuando se aburría, cambiaba la cinta; Gaby estaba escribiendo en un papel y el menor imaginó lo que estaba haciendo, intentaba escribir una canción mientras recordaba, como podía, las notas de la última melodía que había compuesto Patrick; y Yun intentaba ayudarle tamborileando el ritmo con los dedos. Cuando Patrick se dio cuenta de lo que estaban haciendo, empezó a silbar la melodía correcta.

  - ¡Callaos! - gritó el profesor al percatarse del jaleo - poneos a estudiar. Me tenéis ya frito con la musiquita.

  - Somos músicos - se defendió Gaby - no podemos evitarlo, lo llevamos en las venas... Tiene que admitir que somos buenos...

  Antes de que Gaby pudiera seguir con sus motivaciones, alguien llamó a la puerta. Esta se abrió lentamente y un chico alto pasó en silencio y se acercó a la mesa del profesor, tendiéndole un papel.

  - ¿Es tu primer día aquí? - preguntó el profesor, al no reconocer al muchacho, que negó con la cabeza - ¿Le has faltado al respeto a un profesor? - exclamó, extrañado al leer el papel.

  - No creo que le haya faltado al respeto a nadie - contestó educadamente con voz profunda y algo ronca, quizá por el tabaco - Solo he corregido a un profesor en un dato, y como insistí en que estaba mal, me castigó.

  - ¿Y estaba mal? - preguntó el profesor con interés.

  - Lo estaba...

  - Bueno, Johnson, siéntate en cualquier sitio. Por lo visto, nadie ha hecho una gamberrada que sobrepase la de la famosa banda de rock.

  El chico se sentó en un lugar entre Yun y Patrick, en la fila de las ventanas. El más joven se fijó en él, analizándolo de pies a cabeza. Tenía el pelo, castaño claro, un poco rubio y un poco moreno, pero pese a los variados colores, no parecía teñido. Lo llevaba algo desordenado, consiguiendo así que las ondulaciones de su pelo resaltasen de forma natural. No le había mirado directamente los ojos pero podía adivinar que parte del ondeado pelo se los tapaba ligeramente y además, que llevaba unas gafas con una gruesa montura negra. Tenía la espalda ancha y las piernas largas. La camiseta de manga corta dejaba ver unos fuertes brazos. También llevaba varios collares, y entre ellos pudo distinguir un rosario de perlas negras, y en los brazos, pulseras y muñequeras. En su cara no había visto ni un solo piercing, pero si se había perforado una oreja con un pequeño aro.

  Al contrario que los demás, el recién llegado sacó un libro de la mochila y se puso a leer hasta que sonó la campana que anunciaba el final del castigo, en cuyos cincuenta minutos, Patrick se había dedicado a memorizar su espalda de forma exhaustiva. Los cinco se levantaron, el último en haber entrado tardó un poco más.

  - ¿Quién era ese chico? - preguntó Patrick al salir del recinto, entrando en la furgoneta de su primo.

  - Va a algunas de mis clases - contestó Yun - ¿Cómo se llamaba? ¿Willson?

  - No - le corrigió Gaby - Wallace, pero al parecer, prefiere que le llamen Will.

  - ¿Qué pasa, Patrick? ¿Te gusta el chico nuevo?

  - A mí me gustan las chicas... - refunfuñó el pequeño, a pesar de que sabía que sólo había sido una broma - Sólo tenía curiosidad... ¡Eh, Yun! ¡Te has pasado mi casa!

  - Oh - consiguió articular con los dientes apretados - Lo siento - apenas se le entendió.

  - Pat, no va ha pasar nada si duermes en alguna de nuestras casas, sabes que siempre eres bien recibido.

  - Si me quedase con alguno de vosotros, la cosa se agravaría. No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy... - Les sonrió con algo de dolor y bajó del asiento del copiloto - tratad bien mi guitarra - les avisó antes de cerrar la puerta.

  La furgoneta de Yun se alejó lentamente, escuchaba a su primo, insultando a su padre a gritos por la ventanilla abierta. Suspiró pesadamente y se sujetó con fuerza la chaqueta, asegurándose de que no iba a caérsele en ningún momento. Suspiró de nuevo, con menos fuerza, para relajarse y se dirigió al bloque de pisos. Pulsó el botón del ascensor y esperó pacientemente a que llegara. Abrió la puerta y al entrar, pulsó el número 4. Se miró en el espejo de la cabina mientras subía los pisos y se apresuró a quitarse los aros del labio y los numerosos pendientes de sus orejas. Estaba listo... más o menos...

  Sacó de nuevos las llaves y las introdujo en la cerradura. Antes de girar la llave se aseguró que era su casa: 4º B. Sí, era su puerta, no había duda. Giró la llave, ahora seguro y al poner un pie dentro, escuchó la voz de su padre:

  - Patrick... Alexander... Evans...


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