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"Virgen a los Treinta" por Chaotic Kittie

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Notas del capitulo:

Kureru toma una mala decisión, y se ve en serios problemas. Como siempre gracias a su endemoniadamente lindo, Yume.

Les invito a leer la segunda parte de Un san Valentín, bastante fuera de lo normal.

“Artes de Seducción”

 

 

“Virgen a los treinta”

By Chaotic Kittie

 

 

“Un atrasado San Valentín”

Parte 2

 

¡Me quiero ir!

De verdad que este tipo de lugares no me agrada en lo absoluto.

No tiene caso, esto no junta ni pega conmigo en ningún tipo de aspecto

Estaba en la barra algo desconfiado, luego de haberlo hecho entrar entre mis brazos, las luces, el olor y todo lo que se encontraba allí, había comenzando a atormentarme.

Solté a Yume una vez que estuvimos adentro, y él, risueño se alejo de a poco mientras varios chicos se le acercaban. Resignado llegue hasta la barra en donde me senté, sin pedir nada, mis ojos estaban posados en la delgada espalda de mi acompañante.

Si hablamos de Yume, parece un niño de unos catorce años, siendo que debería estar entre los dieciséis o diecisiete. Su cabello, liso y di flecado, caía siempre ordenadamente sobre su nuca. Acompañado continuamente de ese aire natural en el rostro que llamaba terriblemente la atención.

Me fijo en su espalda, su estatura, sus piernas, sus brazos. ¿Siempre vestiría de esa forma?

Esa duda de poso en cabeza por un par de segundos, como explicarlo de manera clara, el era gay me lo había dicho y lo había confirmado de muchísimas maneras posibles, pero no se trata de una persona que lo anduviese gritando a los cuatro vientos o que se avergüence de ello.

El es raro, si muy raro.

Aunque yo no soy la persona más correcta para estar juzgándolo, más bien clasificarlo de raro, es algo a lo que no tengo mucho derecho.

Desvié la mirada hacia el barman que me ofrecía algo para beber, y aunque lo pensé por varios segundos terminé cediendo ante un vicio del que no era muy amigo.

“Solo por esta noche”

La copa llego hasta mis labios al elevar mi brazo derecho, en un movimiento rápido, tome de un sorbo todo el líquido que contenía en su interior.

Yume se había  ido a bailar en medio de la pista, y yo no me perdía ningún movimiento, absolutamente ninguno.

Realmente el era hermoso. Aunque decirle a un hombre hermoso es algo bastante osado, aún así lo era, sinceramente hablando, creo que los tragos me están haciendo efecto.

Así que en un par de minutos ya me encontraba formando una cara ridícula y con una pequeña mueca, como si mi lado oscuro saliera a flote. << ¡Oh! Por un momento me sentí en la guerra de las galaxias. >>

Debo admitir, eso sí, que es una ventaja esto de haber bebido.

No es que me sienta mal o algo parecido, solo siento un impulso que se hace realidad sin siquiera dudar.

Me paré del asiento, creo que dos copas de tequila y un vaso de vodka no eran compañeros, estaba bastante ligero de cuerpo y ya había aguantado demasiado ahí.

Ya no estaba cohibido, tampoco estaba mareado.

Esto es gracioso encontré la solución al problema con mi antisocial persona.

Toda la gente que estaba allí se veía extraña, tratando de buscar experiencias, amores, pasiones. ¿Quién sabe? Las intenciones en cada persona se vuelven ocultas una vez que te infringes en este mundo, o al menos eso yo creía antes de entrar a este antro de perdición.

Es decir aún lo sigo creyendo.

Pese a lo hermoso que encontraba a Yume físicamente y a toda la superficialidad que arrojaba de sus poros, había algo más profundo que llamaba mi atención.

Si, porque al fin y al cabo, había descubierto algo más y era que yo podía hacer una gran diferencia, era hora de intentarlo.

Seguí avanzando haciéndome camino entre la multitud. Luego de un par de minutos en los que me desorienté, llegue hasta donde el demonio.

—Yume —dije entre todo el bullicio.

El se giró de manera habitual con una sonrisa indescifrable en sus labios, mientras sus mejillas acompañadas por un color carmín claro, hacían un exquisito juego seductor con el que ya no quería pelear, tan solo disfrutar.

Lo tome por la cintura, haciendo que sus dos acompañantes me mirasen a muerte, era ahora o nunca, sano nunca me hubiera acercado, creo que mi radar de peligro se descompone fácilmente.

El comenzó con ese movimiento de caderas, bajando y subiendo, mientras sus manos se movían al compás, a veces al lado de sus caderas, otras por encima de su cabeza, yo me apegaba un poco más, haciendo que un estimulante choque eléctrico nos conecte a ambos.

Otra vez estoy exagerando, pero así lo sentía en aquellos momentos.

—Vaya, creí que no tenías dotes artísticos —susurro al alzarse y quedar enredado entre mi cuello y mi lóbulo izquierdo.

—Sorpresa —sonreí— Tengo muchas cosas que no conoces, aún así este lugar no me gusta.

— ¿A si?, que raro, no se nota en absoluto.

—Pues que te quede claro, entonces.

Esta conversación tan extraña que habíamos entablado entre medio de todo el ruido de la noche de “pecados” no mantenía ningún sentido coherente, pero el solo tenerlo cerca, susurrante, como si estuviera hablando secretos prohibidos, marcaba una extraña atmósfera entre los dos.

No me di ni cuenta cuando ya estábamos rodeados por otras parejas, tan o más indecentes que nosotros.

Claro que para mí era una falta de recato y moral estar tan pegados en un lugar público pero las otras parejas, por dios eran una cosa muy, pero muy distinta.

Desvíe mi mirada, abarcando toda la pista de baile, habían varios chicos semidesnudos, frotándose indecentemente en los rincones, otros haciendo cosas que me son difíciles de imaginar, y Yume estaba ahí llamándome con su presencia a que vaya por más.

Volvió a engatusarme entre el aroma a cigarrillos y su fragancia a duraznos.

Mis manos comenzaron a bajar, mientras la electrónica, un ritmo que me gustaba por el eterno movimiento activo que producía, se entonaba en varios ritmos distintos que el Dj de la pista manejaba.

Finalmente mis manos llegaron hasta su parte trasera, no me pregunten como, pero de un momento a otro lo tenía a horcajadas sobre mí dándome un pasional y sediento beso.

Y lo peor de todo, es que yo lo estaba contestando, tan o más desesperado que él.

Eso era absurdo, de seguro era que realmente estaba algo borracho.

 

Cuando acabó el beso, Yume observo con picardía mis ojos, mientras sus brazos delgados y fuertes se mantenían apretados alrededor de mi cuello, tampoco lo solté nos quedamos así por un rato y luego de eso, él beso mis labios, a lo que conteste adentrando mi lengua de forma brusca en su cavidad.

Nunca había dado un beso ingles tan exquisito.

¡Por dios! Que estoy diciendo…

 

—kureru —susurro mi nombre de forma suave.

— ¿Yume? —logre palabrear torpemente.

Mis ojos se encontraban entre abiertos.

—Nos están mirando —dijo luego de acercarse peligrosamente, pero sin consumar su cometido.

— ¿Y eso te molesta?

— No, pero normalmente a ti sí.

— Normalmente…—repetí perdiéndome nuevamente en sus facciones.

—Kure chan ¡Estas borracho!—siseo entonce meditando su próxima frases— ¡Ahora si que estas perdido!

 

“¿Era una advertencia?” No alcancé ni a preguntarlo porque se bajo de mis brazos.

Entonces me agarro por el cuello de la polera sin mangas que llevaba y me jalo, pasando del bullicio y la cantidad de gente exorbitante, a una pequeña salita, que tenía tenues luces y en la que se escuchaba levemente el sonido de la música. “Clientes VIP” Divise por lo alto antes de que mi cuerpo desapareciera junto al apetecible Yume, al que quede viendo con una cara de desconcierto indescriptible por un par de minutos.

Luego, una carcajada del tamaño de las batas de mí querida madre, inundo la tranquilidad que había aparecido de un instante a otro.

Yo sé que no la conocieron, pero sus batas eran grandes, si, muy grandes.

Y no estoy borracho, solo algo tomado.

 

Mi acompañante elevo una ceja, en signo de incredulidad, para más tarde levantar sus hombros con indiferencia y sentarse de lado sobre el sofá de cuero.

Aunque yo creo que era cuerina, pero quien sabe en realidad.

Su cabello cayó de forma descendente sobre su cara pálida, mientras sus piernas juntas de acurrucaban hacia su cuerpo, su mano izquierda apoyada sobre la superficie, le hacia ver como Cleopatra.

Ese aire místico que derrite el hielo y tapa el sol, que no necesita de nada para verse celestial y divino. Sin embargo esa sonrisa juguetona, llena de una picardía inhumana, te confundía, en realidad me confundía a mí, haciendo que inconciente, pase la lengua por mis labios, como si estuviera saboreándome algo, incluso antes de probarlo.

Sin pensarlo me abalancé sobre él.

¡Que estoy diciendo!, simplemente estoy siendo honesto, literalmente me coloqué sobre su cuerpo, con hambre, con ansías, con ganas de tenerlo por completo.

 

¡Ok! Lo admito si estoy borracho.

Y con esa necesidad enorme mordí su labio inferior y saboreé el superior, agarrando su cintura para elevarlo hasta mi cuerpo, provocando un roce espeluznante, candente, haciendo que cada partícula de mi cuerpo se sintiese extasiada.

Seguí con mi camino.

Ahora no besaba sus labios, si no su cuello el que lamí con devoción, satisfaciendo mi hambruna. Como un caníbal en busca de carne, yo había encontrado la de mayor calidad.

Seguí mi camino, mordiendo la parte sobresaliente de su clavícula y un sonoro gemido salio de lo profundo de su garganta, y ese tan solo fue el comienzo de un concierto de nuevos sonidos que me deshacían sobre el.

Era la imagen perfecta del infierno, tapizada con el material del paraíso.

Yume tan solo se afirmaba de mí, con fuerza, con una fogosa necesidad de más contacto, el que ya no estaba dispuesto a negarle.

El contacto se hizo más rápido y con ello mi conciencia comenzó a hacerse difusa.

Y hasta ahí recuerdo…

Si, lo siento se me borro la película de un instante a otro, eso quiere decir que…

 

Me desperté con una jaqueca horrible, estaba sobre el suelo. Gire mi cuerpo hacia un lado del que provenía un calor familiar y le vi ahí, Yume estaba semidesnudo, apoyando su cabeza sobre los brazos.

Observe mi reloj de pulsera, como buscando algo que hacer antes de que despierte de mi somnolencia, las cinco de la madrugada.

Cerré los ojos fuertemente tratando de recordar que había hecho.

Pero absolutamente ninguna imagen se venía a mis recuerdos.

Lo único que puede haber pasado es que… ¡Yume se aprovecho de mí, borracho!

¡Maldito engendro! ¡Mocoso tentador!

Caí en sus garras…

 

Lo sacudí para que se despertara cuando yo ya me encontraba con la ropa medianamente arreglada, también estaba casi denudo.

Quizás que habríamos hecho y yo no me acordaba de absolutamente nada.

¡Nunca más! ¡Lo juro, nunca más!

Realmente me había urgido, ya que lo peor sería no recordar algo que es importante, yo en realidad deseo hacer el amor con Yume, no tener un sexo desenfrenado y candente. ¡No soy así! Quizás un poco.

Mordí mi labio inferior mientras el comenzaba a despertar, de a poco se fue deslizando aún con los ojos cerrados, tratando de encontrarme lo que finalmente logro. Me rodeo con sus brazos de forma serena, ya no existía esa fogosa pasión, solamente la ternura de un niño que buscaba calor.

En realidad me había enamorado.

Yume, el excéntrico, el peculiar, el demonio, el ángel.

Amo a ese niño en cualquiera de sus facetas, y eso realmente era… Preocupante.

 

—Yume, tenemos que irnos —dije mientras volvía a moverlo suavemente

— ¡No quiero!

—Ya, ponte algo de ropa, te vas a resfriar —suspiré, separándolo de mi cuerpo

—Como son las cosas, ayer me sacabas la ropa y hoy me quieres ver vestido—alegó en su defensa, mientras buscaba su pantalón.

— Eso es totalmente diferente.

— Claro, ahora niégalo —terminó de colocarse su polera, mirando desafiante.

Ya había quedado atrás toda pizca de sueño o de ternura, ahora me observaba alguien astuto que colocando una cara parecida a la de un zorro al acecho, seguía cada uno de mis movimientos.

Tan solo atiné a quedarme en silencio, para después huir como un cobarde. Eso si, solo hasta el estacionamiento.

Pase por la salida de emergencia, el antro todavía estaba funcionando. Pude observar algunas parejas aún bailando en el centro de las pistas, moviendo la cabeza fui hasta mi destino

.

Tenia que acordarme de algo, es que a mi solo me pasan estas cosas.

¡Dios, si estas ahí, contéstame! ¿Qué hice anoche?

Por lo que más quieras ilumina mi camino

¡Esperen! Soy un enfermo.

 

En fin llegue hasta un auto y pesadamente me apoye sobre el. Dirigí mi mirada hacia el camino por donde venía Yume a paso lento, con la mirada perdida en alguna parte y con ese aire inalcanzable alrededor.

Lo sentí solitario, hundido en su mundo.

En fin, posó sus manos en la cintura y se paro frente a mi, luego se acerco peligrosamente y en un movimiento inesperado me  robo un beso.

Hasta ahí quedo el aire extraño…

 

— ¡Yume! —alterado le llame la atención.

— ¿Quep? —respondió divertido, sin salir de encima.

— Nada de”que”, deja de hacer eso, pueden vernos.

Puse mis dedos sobre mis sienes, tratando que el dolor de cabeza no aumentara.

— Ayer no te importo nada, cariñito —susurro, con ello finalizaba su frase de indirectas.

Indirectas que no entendía en absoluto.

Y empecé a imaginar cosas externas a cualquier contexto. Como si fuera un animal, manteniendo a Yume en cuatro bajo mi propio cuerpo.

Esperen y si a lo mejor no era mi imaginación, y eso realmente había pasado.

Quise darme de bruces contra el auto pero al final lo deje estar y comenzamos a caminar lo bastante lejos, el uno del otro, incluso para creer que veníamos juntos.

Me sentía algo incomodo, si me había pasado con él no me lo perdonaría, aunque fuese por voluntad propia, no tenía ninguna gracia el no recordar nada de la mejor noche que puedes haber tenido, incluso si era con un hombre, incluso si era menor de edad.

Realmente me he vuelto un poco más tolerante, será que ando tan baboso por este engendro que no puedo evitarlo.

¡Soy un enfermo!

 

Le veo de reojo y el también me mira, como sabiendo lo que estoy pensando, eso realmente me atemoriza, al final sigo siendo un libro abierto para un niño que tiene algo más que la mitad de años que tengo yo.

A veces se me olvida ese punto, que el es un niño, incluso te engaña con esa madurez auto infringida que tiene.

Antes de seguir con mi foco de pensamientos, el llega y arremete contra mi brazo colgándose de el con esa naturalidad, que a veces dudo que sea verdadera pero que aún así me encandila.

Seguimos caminando, ya llevábamos más de la mitad del trayecto y no habíamos dicho ni una mísera palabra.

El amanecer aún no daba señales de salir.

Supongo que el ambiente estaba tenso.

El aire frío hizo que me volteé a ver a Yume al instante, estaba tiritando, después de todo era de madrugada y el húmedo rocío de las mañanas estaba endemoniadamente helado.

Le coloqué mi chaqueta inmediatamente, soy un caballero después de todo y lo arrope con ella.

Entonces, me separé un poco y colocando las manos en esos apretados pantaloncillos, seguí caminando delante de Yume.

— ¿Dónde vives?

— Lejos —susurro molesto, o al menos eso creo.

—Yume eso no es una respuesta

—Lo sé, pero iré a tu casa primero —hizo una pausa— No puedo llegar así a casa.

— ¿Cómo así?

—Si me miraras sabrías de lo que hablo.

 

Con eso acabo nuestra conversación, tampoco hice el intento por seguirla, Yume daba miedo, si mucho miedo cuando se enojaba, a lo mejor ya se había dado cuenta que no recordaba nada.

¡Maldita sea!

Tampoco volví a darme la vuelta, seguía adelante, no deseaba ver esos ojos astutos, llenos de algo áspero.

Cuando al fin llegamos di un gran suspiro, nos adentramos en la casa. La que se encontraba completamente sola, observe el reloj, ese niño aún debía andar de juerga.

Tire las llaves en un rincón de la mesa que estaba en el pasillo y luego me arrepentí de haberlas tirado, así que las fui a ordenar donde correspondían.

Odio que mi casa este desordenada.

Yume había pasado por el lado, sentándose en el sofá más pequeño que se encontraba. Antes de ir a sentarme a su lado, porque era obvio que teníamos que hablar, prendí el equipo.

Me pose a su lado, con cuidado, como si fuera un niño regañado. Realmente ridículo, yo era un viejo, si un maldito pervertido, lo peor es que ese niño me tenía prendado a él. Con la buena suerte que tengo una canción que me identificaba, comenzó a sonar.

Él se dio cuenta enseguida, pero es que el engendro es tan perspicaz, otra vez tenía unas ganas de arrancar.

¿Dónde se había ido el enojo de hace un rato? A un traste.

Definitivamente no estaba acostumbrado a los cambios tan rotundos.


Un gato astuto, así se veía.

—“Eso que tu me das, es más de lo que espero” —cantó en mi lóbulo al engancharse a mi cuerpo.

—Yume —susurre precavido

—“desquíciame con tus caricias, ven y…” —dijo, dejando inconclusa la frase, pasando a rozar con sus dientes mi lóbulo.

De un minuto estaba siendo acosado, es que es inaudito.

Entonces, la música se fue escuchando más lejana, y no le había bajado el volumen, solo era que me había perdido en sus orbes, lamentablemente estaba hundido hasta el cuello.

— ¿Tanto problema hay en que te acuestes conmigo? —soltó, nuevamente sin pudor.

Soy tan fácil de leer, que decadente.

Trate de no hacerlo parecer una sorpresa, porque le había puesto todas las ganas, para que no se diese cuenta. Pero ya era tarde para eso, así que le corrí los cabellos que le tapaban las mejillas, las que acaricie luego tranquilamente.

“¡Soy un viejo verde!” Me recriminé pero era demasiado tarde.

— No es ese el problema —respondí, mirándole a los ojos.

Cuando es algo serio, doy la cara, no me gusta desviar la mirada, incluso si me avergüenza decirlo.

— ¡Entonces! —Alzó la voz, pero no me soltó— No te entiendo, enserio Kureru, eres un idiota.

— Lo sé —tenía que aceptarlo, pero por primera vez estaba relajado sin que estuviera tomado.

“Dame más, dame más… Desquíciame con tus caricias, ven y sedúceme… “Por un momento cuando me quede callado y le sonreí, se escucho eso detrás, como haciendo un tambaleo incesante en mi cabeza.

Y sentí extrañamente, con esa sonrisa que el se relajaba y repentinamente, me robo un beso fugaz, el que disfrute, más que todos los que habíamos probado en la madrugada.

— No hicimos nada, idiota —Se volvió a sentar normalmente en el sofá—. Te quedaste dormido, con la borrachera.

¡Que decadente! Ahora si quería llorar y estaba apurado por nada, soy un idiota, un estúpido. Este mocoso desgraciado es peor que yo.

Me desordene el cabello algo desesperado, aunque me sentí tranquilo también.

— Te encanta verme en problemas —reproduje, luego de un largo silencio, en el que me ponía al corriente de mi situación.

— Es inevitable —respondió. Parándose de su lugar volvió a mirarme—. Creo que por hoy mi diversión se acabo, ¡feliz San Valentín!.

Con soltura, sonrió y volvió a desordenarse el cabello.

— Espera —ordene sin intención, pero ya se dirigía hacia la puerta.

— Ya se que es tentador bañarse conmigo, pero siempre hay una nueva ocasión —me guiño un ojo, y desapareció tras la puerta.

Me quede varado ahí como un iceberg.

Definitivamente no se donde estoy parado, ni en que situación me metí, solamente se que soy un hombre, uno muy desgraciado. Sin embargo he encontrado algo que me llama la atención y pese a todo lo lógico que soy, ha desbaratado todo en lo que creía y lo que juzgaba

Yume eres mi perdición, y a la vez, eres quien me ha hecho disfrutar de momentos insospechables.

 

“Todos los turistas buscan un guía, pero el que yo me busque en este camino,
Fue el que cambio mi viaje por completo.”

Hayashi Kureru

 

 

 

Extra, dentro del extra.

Definitivamente alguien iba a morir hoy, y no, no era yo.

Marque el número de Moritsu, pero como ya tenía calculado, el desgraciado no me contesto, así que busque el celular de mi hermano. Tuve que meterme a su habitación.

Menos mal, que mi hermanito es relajado así que sin más, me fui a la sala cuando encontré el dichoso aparato.

Marque el número y espere a que contestaran.

El primer tono sonó, luego el segundo, el tercero… Ya me estaba cansando, justo cuando iba a cortar contestaron.

— ¿Quién? —preguntaron al otro lado de la línea y pensé que había marcado mal.

— ¿Moritsu? —es lo único que puedo decir, a lo mejor me equivoque de número. Lo único que me faltaba.

— Él está un —hizo una pausa pensando en las palabras, o eso supuse, que diría a continuación— algo ocupado.

— ¿Ocupado?, Pero… —antes que replique, escucho un suave jadeo.

— Tetsu, aún nos falta la segunda ronda —Escuche decir desde el otro lado, adivinen quien era.

El mismo, luego de eso colgó el teléfono. Más que avergonzado, me carcajeé hasta que no tenía energías ni para pararme.

Creo que no era el único con gustos extraños, era mejor dejarlo en duda y hacer como si no pasara nada. Por ahora.

La matanza la dejaríamos para más tarde, mucho más tarde…

Desde aquí, iban a comenzar muy buenos días.

 

Notas finales:

Muy bien, con esto termina mi serie de extras que he estado esparciendo por estos lugares, sigo estando frustrada, creo que me encantan los amores imposibles, eso es en cuanto a un comentario que hicieron hace tiempo. No sé que decir, además de que me demoré dos semanas, quizás tres, en hacer este capitulo, para mí eso es mucho tiempo. Así que espero lo disfruten, un beso, se cuidan y les agradezco el apoyo.


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