Notas de papel.
Cuestiones de amor.
By chaotic Kittie.
Ese ansiado amparo que nunca llega, ese método de auto-defensa que te hace impenetrable, aquella muralla parecida a la de Berlín que separa tu alma del cuerpo, todas aquellas instancias se desvanecen. Si, porque estando a su lado tú eres otro, te transformas en alguien que jamás has visto antes. Y eso te causa miedo, tanto miedo que escapas hacia un rincón en donde crees tener todo controlado y ridículamente, sólo das a conocer otra faceta tuya, pues el despierta tantas emociones como calzoncillos tienes en tu closet. Corres despavorido ahora que piensas en tus sentimientos, a pesar de todos esos años llevando a cuestas tanta sabiduría, jamás, has estado tan cerca de rozar la línea, lamentablemente ya no puedes escapar, te has enamorado como un estúpido, sin darte cuenta has cruzado el camino izquierdo y has parado en un callejón sin salida. No sabes que hacer pues nunca habías estado perdido, toda planificación se fue por un trasto y no hay más que aire, no puedes caminar, no puedes ver, no puedes sentir. Sólo puedes centrarte en él. ¡Loco! Te sientes mentalmente enfermo e incapacitado, y esa locura aumenta con cada gesto. Lo sabes el no te corresponde de la manera en que tu deseas, sin embargo, te da pequeñas señales, detalles que nadie más tiene contigo y eso te deja perplejo. Inadvertidamente te da permiso de entrar, poco a poco, y no muy convencido tu le sigues la corriente, baboso, inútil, descerebrado. El juego sigue, tú sabes que estás experimentando con ácido, un químico que se funde y deja huellas para toda la vida. No te importa, ahora sólo quieres abarcar más, y más, mucho más. Todo se hace poco, las miradas, las sonrisas, los roces inocentes, aquello ya no es suficiente, ya no te importa apostar más de lo que tienes, no te importa invertir en una empresa sin lucro, el ganó, él te dominó, sin saberlo estás a sus pies, él en cambio lo sabe bien y te utiliza como le place. Hay un tiempo en que te sientes conforme, crees que no necesitas más de él, tienes su atención y su compañía, dudas en seguir apostando pues has ganado más de lo que creías y terminas perdiendo el interés. El se da cuenta y sin prisas vuelve a enganchar la cuerda a tu cuello, firme, dura, domable, y de pronto, deja de hacerte caso y comienza a soltarte, como si fuese él quien está abandonándote. Es gracioso, su plan resulta, como si fueras paja seca te vuelves a prender y te sientes renovado, estúpidamente enamorado. Yo lo llamaría capricho pero quien sería capaz de dudar en tu palabra, después de todo, juras por tu madre que está en los cielos que le amas. Ahora ya no ves un callejón sin salida, sino miles de caminos que están a tu merced, lo que no sabes es que todos son falsos, ilusiones pasajeras que te harán chocar de lleno con una sólida pared, pero qué más da, en estos momentos estás ciego, sordo y mudo. Tus sentidos solo vuelven cuando él se acerca, cuando te deja probar un poco más de él. Sientes su aroma, escuchas su voz, pruebas sus labios, y no te basta con eso, pues pruebas cada mínimo rincón de su cuerpo. Excitado lo tomas, lo disfrutas, te haces de él; exploras en rincones olvidados y penetras en su ser como un animal, hasta ahí todo bien, el lo hizo consciente, premeditadamente planeado. Eres la pieza principal en su juego de ajedrez, de eso no cabe duda, te sientes más especial, más ciego, además de no ver tienes una capa sobre tu cabeza, más estúpido. Sigues experimentando sensaciones, a máxima velocidad doblas en las curvas y aprietas con fuerza el pedal que te llevará a la muerte súbita. El tiempo vuela, piensas una vez que todo está satisfecho, pero así como el tiempo las verdades salen a la luz, la vendas se caen, y el mudo, el ciego, el sordo, se recuperan. Te preguntas sobre la injusticia del mundo, reflexionas sobre el amor y el sufrimiento, te deprimes, pasa un lapsus en el que estás perdido, haz desaprovechado tantas oportunidades por alguien que no valía la pena, al menos eso dices ahora. Mientes y odias, tratas de parchar la herida con una gran cantidad de sal, admites tu derrota y te avergüenzas, te sientes idiota por caer en el encanto del enamoramiento y te repites que jamás volverá a suceder. Te curas, andas con más cuidado y paseas por los caminos reales con extraña paranoia, ya no eres el mismo, haz cambiado, hay más murallas, más bloques que destruir para conocerte, sin embargo no son indestructibles y vuelves a caer. El amor es así, te repites y él individuo a tu lado hace mayores esfuerzos por conquistarte, al final lo logra, y ya no es la misma experiencia que la vez anterior. Todo se vuelve complejo pues lo comparas con el pasado, entras en cavilaciones y sales de ellas afirmándote de cualquier cosa, vuelves a sentir la seguridad y el amor correspondido, lo que se convierte en rutina, haces un nuevo esfuerzo por no caer, por no resbalar en el camino y otra vez sientes que estás equivocado. Cierras los ojos, te obligas a ser mudo y ciego, sin embargo vuelves a fracasar y te sientes frustrado, así sigues desvariando entre lugares que no conoces. Al final, cuando te das cuenta que ya no hay más camino que recorrer, sabes y estás consciente, que todo lo que pasó en el trayecto sirvió para algo, que nada es en vano y que al fin de cuentas, la vida es así. Vacío o no, haz llegado hasta allí, sano o enfermo haz evolucionado y aunque cueste aceptarlo has crecido, te has vuelto un hombre con propios ideales que ha aprendido a amar sin diferencia de género. Haz llegado a ser lo que querías, haz hecho de ti el mejor hombre del mundo, pues eres tú.