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Matrimonio por amor por LeeLawlietTakarai

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Notas del fanfic:

Queda prohibido, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción (parcial o total),
distribucción, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la
autorización del titular de la propiedad intelectual.
La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual.

"Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia"

Notas del capitulo:

1. He regresado con un fic Gakuhai. Muajajajaja, esta vez que se cuide Hyde, a él le toca sufrir. Aunque también lo hice universitario como en Bufanda... lo hice sin pensarlo U.U

2. Espero que esta historia les guste.

3. Disfrútenla.

Matrimonio por amor
Por: Lawliet Hiwatari Takarai

Iniciado el lunes 17 de Enero de 2011. A las 03:28 am

Capítulo I

El cielo estaba nublado, la clase de día que a él le gustaba, en esos días se sentía realmente de maravilla a pesar de que a muchas personas las deprimía, se alegraba de no ser ese su caso. Amaba los días en los cuales el sol no hacía acto de presencia… nada mejor para augurar la buena suerte que ese día lo acompañaba, o al menos eso había pensado al despertar aquella mañana, por fin y tras ocho largos años de espera la fortuna le sonreía y el futuro parecía mucho más claro. Ya no tenía que fingir nada, podría confesarse sin preocuparse por ninguna clase de promesa, había llegado el día en que Hideto Takarai sería total y completamente suyo. ¡Nada más para él!

Mientras bajaba de su elegante automóvil y le daba indicaciones a su chofer no pudo evitar sentirse un poco, pero solo un poco nervioso y una traviesa sonrisa apreció en su rostro, ¿Cómo era posible que todo su temple se viera desquebrajado por aquel delgaducho estudiante universitario recién egresado? Las ironías de la vida, él era todo un hombre de negocios perfectamente bien posicionado en el mercado internacional, sabía manejar a todas las personas que estaban bajo sus órdenes y las que no, las hacía obedecer muy a su manera, pero cuando se trataba de Hideto toda esa seguridad, confianza, poder y demás cualidades que lo hacían un hombre respetado e incluso temido se iban por la borda. No servían pues ese jovencito lo convertía en un hombre sin gracia, sin chiste, común y corriente. Era como cuando un ratón derrota a un enorme elefante. Sencillamente patético.

Llegó hasta la puerta de aquella elegante casa estilo occidental rodeada de un hermoso jardín que desembocaba en un precioso y nada profundo lago artificial que conocía tanto o incluso más que la suya debido a los lazos de amistad que había establecido hacía ya tiempo con la familia Takarai. Sus visitas a esa casa se incrementaron por los negocios que había empezado a hacer con el señor Touya Takarai, el padre de la criatura más hermosa que hubiese visto jamás, Hideto, un pequeño y divino niño que era menor por ocho años cuando lo conoció y que ahora era todo un joven de veintidós años mientras que él ya había entrado en los treinta.

Sabía que se presentaba a esa casa sin previo aviso o invitación, así como que estaba al tanto de que el señor Touya no se encontraba en la ciudad de Osaka por lo que todo estaba perfectamente planeado. Nada podía salir mal, y menos si lo había calculado el grandioso, Gackt.

-          ¡Gackt – sama! – la voz del mayordomo denotó sorpresa. Sorpresa que ya se esperaba aquel joven magnate puesto que su visita a aquella casa no era esperada

-          Es una agradable sorpresa tenerlo en la casa – comentó el mayordomo con su habitual cortesía – pero me temo que el señor Touya no se encuentra en la ciudad en estos momentos

-          Descuide, al ser mi visita inesperada es normal que algo así haya pasado lo que es una lástima por que tenía muchas ganas de ver a Touya - san – dijo Gackt fingiendo verdadera tristeza

-          Pero está el joven Hideto, estoy seguro que lo recibirá encantado – comentó dejándolo pasar

-          Ignoraba el hecho de que Hideto estaba ya en Osaka – comentó Gackt

-          Regreso solo hace un par de días de Tokyo, su padre está muy orgulloso por que ya se gradúo de la universidad –

-          Me imagino que sí, pero ¿A qué se refiere con que regresó solo? –

-          Pues que no vino con el chico ese que decía que era su novio – platicó el sirviente – un joven que trajo consigo la navidad pasada

-          Oh – fue lo único que atinó a contestar Gackt pues ignoraba por completo el hecho de que SU Hideto hubiese salido con alguien. Le molestaba, pero se alegraba de que todo estaba terminado, de otra manera aquel joven estaría con Hideto ¿O no?

-          Pero permítame un momento e iré a avisarle al joven Hideto que está aquí –

-          No, por favor permítame darle una sorpresa hace mucho que no nos vemos – mintió Gackt, pues hacía poco que había visto a aquel chico pero el encuentro había terminado mucho peor de lo que él se hubiera podido imaginar.

-          Por supuesto Gackt sama, el joven esta en su habitación – indicó el mayordomo

-          Gracias –

-          ¿Gackt sama? – llamó mientras Gackt subía por las fastuosas escaleras

-          ¿Si? –

-          Espero que pueda alegrar un poco al joven Hideto, desde que llegó esta muy decaído, sin ánimos y casi no quiere comer –

-          Es demasiado delgado como para que encima no quiera comer – comentó Gackt con sarcasmo – yo me encargo de ese chiquillo

-          ¿Quiere que les lleve algo de beber? –

-          No se preocupe, si necesitamos algo se lo haré saber –

Y sin esperar respuesta Gackt siguió su camino rumbo a la habitación de Hideto, ¿Y ahora que tenía ese singular chiquillo que lo había cautivado desde el mismo instante en que lo había visto por primera vez? Seguramente estaba deprimido por haber dejado la ruidosa capital del país y se había acostumbrado tanto a ella, que ahora Osaka le parecía terriblemente aburrida. Soltó un ligero suspiro antes de girar la perilla de la puerta de la habitación del joven, ni siquiera se había tomado la molestia de tocar como lo exigía el protocolo de etiqueta que era enseñado en las grandes y poderosas familias como la Camui y la Takarai, quería verdaderamente sorprender a Hideto y por como estaba el joven, seguramente lo lograría. Esa tarde, nada podía fallar puesto que hasta el clima estaba a su favor, se ganaría el corazón de Hideto, y podrían vivir felices por el resto de sus vidas. Si, tenía que reconocer que eso sonaba demasiado trillado y francamente ridículo puesto que no iba con su personalidad, pero en el fondo sabía que eso era lo que había querido por años, y que debido a una promesa que había hecho había tenido que soportar la tortuosa y larga espera de ocho años, ¡Maldito tiempo que no pasaba tan rápido como hubiese deseado! Pero todo aquello había quedado atrás. Ahora estaba a punto de conseguir el amor de aquel joven. Y confiaba en que los resultados serían positivos.

 

Desde su alcoba, Hideto había escuchado el timbre pero sabía de antemano que, Masafumi, su mayordomo, atendería y que solo lo llamaría a menos que fuera absolutamente necesario, y como ya había pasado un tiempo prudente era más que evidente que el mayordomo se había encargado del asunto. Se alegraba de aquella eficiencia puesto que no estaba de humor ni de ver ni de hablar con nadie. Su mente estaba ocupada en sus propios problemas como para agregar los problemas de su padre. “¿Qué es lo que voy hacer ahora?” se repetía una y otra vez, y es que por más que lo pensaba la solución parecía no querer llegara él.

Estaba sentado en un elegante y fino sillón de corte antiguo que a leguas se veía importado, pero era una exquisita pieza que armonizaba con el resto de los muebles y decoración de su habitación. En las manos tenía uno de los tantos libros de la biblioteca de su padre, se sentía mal por aquella obra pues desde que la había tomado de su estantería no había leído ni una sola palabra del contenido, pero cuando los sirvientes aparecían en su habitación era la excusa perfecta para no verles a los ojos, puesto que de hacerlo iban a notar las lágrimas acumuladas en ellos. Nunca en su corta vida se había sentido tan confundido, necesitaba ayuda eso era más que obvio, sin embargo en esos momentos no sabía a quién recurrir y la idea de hablarle a su familia de su problema quedaba por de más descartada y amigos… tampoco, no podía pues seguramente le contarían todo a su familia. “¿Qué hago?”, lloraba internamente.

-          Hola Hideto –

-          ¿Gackt? – preguntó Hideto aún dudando de que la persona que estaba parada justo en la puerta de su habitación se encontraba ahí.

Se había quedado realmente pasmado, justo con todos los problemas que tenía encima ese miserable hombre se había presentado en su casa si el más mínimo aviso o invitación. ¿O acaso su padre lo había invitado? No podía ser pues su padre no se encontraba en la ciudad. ¿Sería acaso de su progenitor había notado su depresión y había mandado a ese individuo para “ayudarlo”? En esos momentos deseaba que su madre se encontrara ahí, pero desde el divorcio de sus progenitores, su madre se había ido a vivir al extranjero.

Sin embargo, Hideto no podía sentirse indiferente hacia la presencia de ese hombre, en el pasado se había enamorado de él como un verdadero estúpido. ¡Y cómo no hacerlo! Si ese hombre simplemente parecía perfecto, seguro, poderoso, sexy, elegante, terriblemente guapo con una voz tan grave y suave a la vez que cada vez que lo escuchaba su piel se erizaba y su cuerpo sufría de ligeros pero notorios escalofríos. Fue su primer amor, entrando a la adolescencia había conocido a ese sujeto debido a los negocios de su padre, y desde el primer instante había quedado enganchado a su presencia. Una presencia tremendamente enérgica, vigorosa, única y enteramente viril. Y desde entonces no había tenido ojos para nadie más, Gackt era su mundo, su todo y en sus sueños más locos, el amigo de su padre lo envolvía en sus fuertes brazos para llevarlo directo al camino de la felicidad eterna.

-¿Qué estás haciendo aquí? – preguntó nervioso Hideto, cosa que no paso desapercibida para su acompañante.

El propio descendiente de la familia Takarai había notado su titubeo al hablar, sin embargo lo adjudicaba a todos los problemas familiares y personales por lo que pasaba, y no por la presencia de Gackt, su enamoramiento había pasado, esa atracción que sentía por el joven magnate ya no estaba más presente. Y todo desde que el mismísimo Gackt Camui lo había despreciado en una de las tantas galas a las que su familia se presentaba, lo adoraba, es más lo tenía en un pedestal pero después del horrible comportamiento de Gackt hacia su persona en donde no solo lo había humillado sino que había destrozado por completo su orgullo, ese pedestal se había desquebrajado y el grandioso Gackt era para él un completo y verdadero patán.

-          Lamento decirte que mi padre no está en casa – habló tratando de recuperar la compostura – es más no está en la ciudad

-          Ya lo sé – respondió el otro con altanería – pero no vengo a hablar con Touya – san, esta vez vine a verte a ti, Hyde.

-          ¿A mí? – preguntó con miedo. Debía admitir que Gackt le daba un poco de miedo. Y sin quererlo una traicionera lágrima salió de su ojo, pero la limpió de inmediato tratando de que el otro no lo notara - ¿Qué es lo que quieres?

Gackt caminó directamente hacía él, y él caminó hasta llegar detrás del escritorio, ahí se sentía seguro de aquel hombre ocasionando que el mayor riera.

-          No pensé que algún día volviéramos a hablar – soltó al notar que Gackt seguía callado

-          ¿Y eso por qué? – preguntó sin quitar la sonrisa arrogante que lo caracterizaba cosa que hizo enfadar a Hideto

-          En el pasado dejaste claro que no querías tener ningún tipo de contacto conmigo –

El empresario soltó una carcajada burlona ante las palabras del chico que estaba frente a él, pretendía parecer enojado, furioso pero la realidad era otra y lo único que aparentaba era estar más nervioso que un cordero cuando lo llevan al matadero.

-          ¿Hablas de aquella fiesta? – preguntó – En aquella ocasión la situación era complicada –

-          ¿Complicada? – cuestionó Hideto

-          Estabas ebrio – dijo sin más

-          ¡Eso no es cierto!, solo había tomado una copa – de defendió el menor

-          ¿Una copa de cada bebida alcohólica que había allí? Así, si lo creo –

-          ¡Cómo te atreves! –

-          Pero en si ese no era el problema – habló Gackt tomando asiento en la silla en la que Hyde había estado con anticipación – el problema era que en aquel estado tu lucías descomunalmente fascinante, no te imaginas lo que me costó controlarme para no lanzarme encima de ti y quitarte esa ajustada ropa para hacerte el amor ahí mismo ¿No estabas consciente de todas las miradas que tenías encima de ti?

-          ¿Fascinante? –

¿A qué se refería a Gackt con esa palabra? ¿Era algo bueno o algo malo? ¿Eran realmente ciertas todas aquellas palabras que le estaba diciendo o su mente en colapso le estaba jugando una mala pasada?

-          ¿Estas bromeando, verdad? –

-          Por supuesto que no Hyde – levantó las manos dando a entender que de eso él era inocente – si te aleje de mí en aquel momento fue por tu seguridad.

No podía creerlo, encima de arrogante, Gackt era un perfecto cínico, mira que tratar de disculpar aquel espantoso       comportamiento diciendo que era por su seguridad.

-          ¡Oh, muchísimas gracias Gackt! – expresó con sarcasmo – No encontraste mejor manera de tenerme segura que alejarme de ti como si yo fuera un leproso. Me humillaste y después me ignoraste por completo.

-          Jamás he sido capaz de ignorarte, Hyde – negó – siempre he estado al pendiente de ti, desde que te conozco no he sido capaz de apartar mis ojos de ti, y hasta ahora no puedo evitarlo.  

Esa confesión, Gackt jamás la había hecho pero era verdad, desde la primera vez que había visto a Hyde cuando apenas tenía catorce años, no podía quitar los ojos de él. Desde adolescente, Hideto había sido una criatura con exquisita y delicada belleza, su tez blanca hacía lucir unos hermosos ojos miel que destilaban inocencia. Su preciosa sonrisa aún infantil,  solía relajarlo y llenarlo de una paz indescriptible, y la primera vez que aquel singular chiquillo lo había tocado se dio cuenta de que, por más inverisímil que aquello pareciera, se había enamorado.

Ahora ese niño se encontraba frente a él, unos años más grande y con el paso del tiempo esa belleza solo había aumentado, sus ojos miel aún mostraban inocencia y ternura, pero su cuerpo había cambiado, quizás había crecido poco pero eso no quitaba que su cuerpo fuera perfecto, un poco delgado pero perfecto, deseable y apetecible para cualquiera. El cabello lo llevaba negro y ligeramente largo dándole un toque exótico a su perfección. Por que para él, Hyde era perfecto.

-          ¡Te estás burlando de mí! – volvió a decir Hyde

-          No jugaría con algo tan serio – fue la respuesta del empresario

-          Gackt… por favor…. –

Las palabras de Gackt no podían ser ciertas, todo se trataba de una maldita broma la cual ya estaba llegando muy lejos. Pero a pesar de todo… esas palabras eran las que Hyde soñaba siempre que aquel hombre le dijera, aunque claro en otras circunstancias, pues ahora ya no tenían un valor y menos cuando eran pura mentira. Si esas palabras se las hubiera dicho cuando aún estaba enamorado de él quizás le hubiera creído.

-          ¿Por qué no quieres creerme? –

-          Por que… por que… - y en ese instante Hyde se atrevió a hacer algo que no había hecho desde que Gackt había llegado, lo miró a los ojos como tratando de encontrar la falsedad en sus palabras, pero no pudo encontrarla y se asustó más –

-          ¿Y bien? –

-          No puedes estar hablando en serio –

-          Claro que hablo en serio, Hyde –

-          No te creo – dijo y se dejo caer en la silla giratorio que era de su padre y comenzó a dar vueltas moviendo la cabeza de un lado a otro tratando de borrar las palabras de Gackt

Gackt se levantó de la silla que estaba ocupando y caminó hacía Hyde que no había notado que ese hombre se dirigía hacía él, con una mano detuvo la silla y puso sus manos en los costados de la silla, se acercó a Hyde y hablo con pausa.

-          No te miento, Hideto – habló – en el pasado lo hice, pero ya te dije que fue por tu seguridad, y por la mía

-          ¿Pasado? ¿De qué hablas? – preguntó nervioso por la cercanía del otro

-          En aquella fiesta – empezó a explicar – cuando te dije que eras un niño malcriado, que no me interesaban los mocosos, que no te quería cerca de mí…

-          ¡Basta! – gritó Hyde tratando de no recordar esa fatídica noche para él – No es justo esto que me estás haciendo

-          ¿Y qué te estoy haciendo? –

-          ¡Estás jugando conmigo! – gritó - ¡Y es un juego muy cruel!

-          Pero si te estoy diciendo la verdad Hyde –

-          ¡No te creo nada! – gritaba Hyde mientras se levantaba de la silla para alejarse de él –

-          Te estoy hablando con la verdad –

-          ¡No, Gackt por favor no! – pidió Hyde que se arrodilló en el suelo y comenzó a llorar amargamente

Gackt se sorprendió por ello, no esperaba que su confesión de amor fuera a terminar en aquello, ¿Tan malo era para Hyde escuchar esas palabras? En el pasado, Hyde se le había declarado y sin compasión, debía admitir, lo había rechazado y alejado de su vida, pero era por una promesa. Una que no podía romper.

-          ¿Qué sucede Hyde? – preguntó llegando hasta él y tomando su rostro en sus manos - ¿Por qué lloras de esa manera?

Hyde simplemente lo miró y siguió llorando amargamente. ¿Por qué Gackt se presentaba en esos momentos? Esa confesión le dolía por que aunque le creyese jamás podrían estar juntos, nunca podrían ser felices pues Hyde tenía un problema, y ese problema no tenían solución. Nadie podía salvarlo, ni siquiera todo el poder de Gackt.

Continuará…

Notas finales:

¿Le darán una oportunidad? Sus comentarios son los que me hacen seguir con las historias... así que no sean tímidos y díganme que les parece. Si no les gusta hablen para corregirme. ¿Dudas?

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Gracias por leer.


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