¿Como hermanos?
Abrí los ojos de golpe, repentinamente sorprendido por el giro que había tomado mi sueño. El corazón latía frenéticamente dentro de mi pecho, sentía mis mejillas enrojecidas y estaba seguro que mi mirada reflejaba la esperanza que me embargaba cada mañana. Hoy es el día, me animé, aunque sabía que toda valentía desaparecería al llegar al instituto. Como siempre ocurría. Aparté las sábanas y comencé a prepararme para, el que supuse, primer día de algo nuevo.
Me detuve antes de doblar en el pasillo, como lo hacía cada mañana, sólo para observarle unos instantes. Su perfil era demasiado perfecto, todo él lo era. Había tardado en darme cuenta de mis sentimientos, que esa ansiedad por contemplarle no era una simple admiración, que mis nervios no eran porque fuese mi superior. No, no era nada de eso. Me había enamorado de él como el mayor de los estúpidos. Y eso no me preocupaba ya, pues estaba dispuesto a arriesgarlo todo para estar a su lado.
-Hola, baby~- agitó su mano en el aire, dejándome ver aquella sonrisa que me enloquecía.
-Buenos días, hyung.- su mirada coqueta, sus sonrisas sensuales, como se mordía el labio. Dios, ¿podía ser más encantador?
-Luces cansado, Taemin.- pronunció con preocupación, acariciando mi mejilla con sus dedos delgados. -¿No estás durmiendo bien?-
-No es nada, Kibum-ah.- me sonrojé.
-Eres tan lindo~- sonreí como bobo, deseando acortar la distancia que separaba nuestros rostros.
El timbre sonó, recordándonos que debíamos ir a clase. Revolvió mis cabellos una última vez y se alejó con la promesa de buscarme durante el almuerzo. Permanecí inmóvil algunos minutos, observándolo alejarse sin mirar atrás, hasta que otra figura se posó junto a él y pasó un brazo por sus hombros. Jonghyun. Me mordí la lengua para no gritarle que se alejase. Ese chico siempre estaba pegado a él y, aunque sólo conocía su nombre, comenzaba a aborrecerle con toda mi alma.
Las primeras clases pasaron con una lentitud desesperante. No presté atención a ninguno de mis profesores, pues me resultaba imposible. Estaba demasiado nervioso por la confesión que llevaba planeando desde la noche anterior. Cuando por fin llegó la hora esperada, me dirigí al lugar donde solía reunirme a comer con mi hyung. Pero él no se encontraba solo. Reconocí a Jinki-hyung, el presidente estudiantil y a ese tal Jonghyun, quien abrazaba a Key mientras los tres reían. Nuestras miradas se cruzaron y el de mechas rubias le susurró algo al oído a Kibum, quien lo golpeó juguetonamente.
Me dirigí hacia ellos, quienes dejaron de reír al verme. –Hola.- saludé educadamente, mostrándole una pequeña sonrisa a Jinki. Después de todo, yo era ahí el más pequeño y les debía respeto. Aunque podía olvidar eso si veía a Jonghyun tocar a Kibum una vez más.
-Taemin, estos son Onew y Jjong.- los presentó Kibum-ah, sonriéndome como sólo él podía hacerlo. Me sorprendí, pues parecían bastante unidos si se llamaban de manera tan poco formal. –Chicos, éste es my baby.- me miró coquetamente y guiñó uno de sus ojos. Me sonrojé.
-¡Wow!- murmuró Onew, alborotando sus cabellos castaños. –Si no supiera que eres hijo único, Key, pensaría que este pequeño es tu hermano.-
¿Key? Kibum sonrió tímidamente, apartando algunos mechones rubios de sus ojos. Me miró y se mordió el labio, noté algo extraño en sus ojos, pero no pude identificar a ciencia cierta lo que era.
-Y lo quiero como a uno.- respondió sin mirarme. Jinki revolvió mis cabellos rubios al ver mi cara de desconcierto. Hasta ese momento no había reparado en la certeza de sus palabras. Después de todo, Kibum y yo teníamos un corte similar y el mismo tono de cabello, la piel clara y los ojos oscuros. Y yo seguía siendo dos años menor que él. Suspiré.
Minho-hyung apareció en ese momento, buscando a Jinki-hyung. No había nadie que no le conociese, era el mejor deportista de la escuela. Aún así, Kibum-ah me lo presentó y él repitió lo mismo dicho por Onew. Y jamás, jamás, un “parecen hermanos” me dolió tanto. Quizá porque yo no quería a mi hyung como hermano, sino como algo más.
-¿Ocurre algo, Taemin?- preguntó Kibum, mirándome aún más preocupado que esa mañana. –Has estado muy callado desde el almuerzo. Traté de sonreír, pero aquello sólo logró incomodarnos más a ambos.
-Realmente…- comencé, algo dudoso. -¿Me quieres como a un hermano?- lo pregunté, ya no había vuelta atrás. Él me miró, un adorable tono rosado se posó en sus mejillas y finalmente se mordió el labio, dedicándome una de sus miradas coquetas. Aparté mis ojos de su rostro.
-Acaso…- acercó peligrosamente su rostro al mío. -¿Tú me quieres de otra manera?-
Ese era el momento que había estado esperando todo el día. Quizá no fuese ni la mitad de romántico que deseaba, pero bien podía contar como una linda declaración. Contrario a la costumbre, esta vez no me alejé, sino que desaparecí aún más la distancia entre nosotros, dejando mis labios a escasos centímetros de los suyos.
-Sí…- me limité a susurrar, para luego besarlo de la manera más dulce y lenta que pude hacerlo. Había soñado con este momento demasiadas veces, y hasta ahora todo era perfecto. Me correspondió al instante, acariciando mi rostro con sus dedos, adentrando su lengua en mi boca, pegando nuestros cuerpos. –Te amo, hyung.- me di la vuelta, dispuesto a irme, pero su mano me detuvo.
-¿No esperarás mi respuesta?- su mirada felina estaba de vuelta, tan agresivo como siempre. Tan sensual.
-Sé que estás con Jonghyun-hyung, sólo deseaba que lo supieras.- lo escuché reírse y abrí la boca, sorprendido. Acaso, ¿se burlaba de mí? -¿Qué es lo gracioso, hyung?-
-Jjong y yo no estamos saliendo.- volvió a reírse, llevándose una mano a la boca. –Jonghyun y yo somos primos, nuestros padres son hermanos.- mi boca formó una perfecta “o”, aquello no lo esperaba. –Además, Onew y él están saliendo desde hace un año.- me sonrojé. Había hecho el ridículo durante demasiado tiempo.
-Oh.- quizá no fuese la mejor respuesta, pero no sabía que más decir.
-Taeminnie.- sus dedos rozaron mi mejilla. –También te amo, baby.- depositó un tierno beso en mis labios y revolvió mis cabellos. – Y no como hermanos.- me guiñó un ojo coquetamente y solté una pequeña risita.
Este día había sido diferente para ambos. Y, definitivamente, el primero para algo nuevo. Con este día se marcaba el inicio de lo que sería nuestra historia.