Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Las amarras de la liberación por Shun4Ever

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Aquí os dejo otra de mis locuras mentales a modo de OneShot.

Espero que os guste. 

No recuerdo como llegue aquí ni el motivo de mi llegada. Miro a mi alrededor y reconozco a mis compañeros y entre ellos a mi hermano, que están en mi misma situación. Trato de levantarme pero me es inútil pues unas angostas y pesadas cadenas me retienen atado a la pared. La mordaza me impide llamar a mis compañeros con mi voz, por lo que intento hacerlo a través de mi cosmos…

 

¡Nada! ¿¡No está!? No consigo notarlo. Ahora sí empiezo a sentir desesperación. Lucho un poco más fuerte para quitarme las cadenas, consiguiendo con ello profundizar más las marcas de las mismas en mi piel. El ruido que estoy provocando es suficiente para despertar a Seiya y a Hyoga, voy a moverme un poco más para despertar a los demás.

 

- ¿Shun? – Me pregunta Seiya al tiempo que trata él mismo de zafarse de las hermanas de mis cadenas.

 

- ¡No siento mi cosmos! – La voz de Hyoga suena alterada, quizá la mía habría sonado igual, si mi boca no hubiera sido fuertemente tapada.

 

De nuevo intento romper las cadenas y otra vez no consigo más que intensificar mis heridas. Cierro los ojos y apenas si me concentro, no puede ser que no pueda dominar el que, supuestamente, es mi elemento. Un gemido de dolor se ha escapado de mi garganta al tiempo que mi brazo derecho comienza a sangrar debido a la herida producida por la cadena.

 

Ante tal grito ahogado, Shiryu abre los ojos y nos ve a todos. Nunca creí ver miedo en esos ojos, no lo demuestra pues sigue parado mirándonos, más yo sé que tras ellos está ese sentimiento. Intenta calmarse y comienza a moverse, como habían hecho mis compañeros incluso yo mismo, para soltarse de las cadenas que le tienen amarrado.

 

- ¿Qué coño está pasando? – Seiya comienza a entender la situación.

 

- Tranquilo Seiya, verás como todo se arregla – Si alguna vez pudo faltar fe a sus palabras era en esta ocasión. Shiryu había hablado sereno, pero a su voz no le acompañaba la serenidad que trataba de representar.

 

Entre tanto ruido de cadenas y cháchara entre mis compañeros, creí despertaríamos a mi hermano. “¡Seguro que él puede!” pensé incrédulo de mí. Una puerta se abre y comienzan a oírse pasos. Nos miramos entre nosotros y nos quedamos quietos, como si los que se aproximaban a nosotros, nos fueran a liberar por vernos así. ¡Ahora lo recuerdo! ¡Recuerdo como hemos llegado!

 

****

 

Por la tarde, como cualquier otra tarde, nos juntamos los cuatro en la mansión. Habían coincidido nuestras tardes libres, como hacia tiempo no pasaba, por lo que nos dispusimos a dar una vuelta por la cuidad, tomar algo y rondar algún bar en busca de alguna chica con la que podernos “liberar”. Aunque yo más bien lo aparentaba. Nunca había tenido interés en ese sexo. Sabe bien Zeus que lo había intentado y tanto que lo había intentado, pero no acababa de ser de mi agrado. Yo me decantaba por el otro lado.

 

En fin, cuando salimos del primer bar e íbamos camino al siguiente, notamos que nos seguían y decidimos separarnos de la gente, para evitar un posible escandalo. Al principio parecían ser dos y no nos preocupamos, más pronto se hicieron notar diez individuos más. Ahí si ya supimos que no iba a estar equitativa la pelea. Cuando llegamos a una explanada lejos de los pasos de la gente, nos pusimos espalda con espalda y les dejamos claro que sabíamos estaban allí y se mostraran para comenzar a luchar.

 

Nunca había sentido algo así, un escalofrío recorrió mi cuerpo. No puedo explicar esa sensación. No era un escalofrío normal, era como un presentimiento de que aquello iba a acabar mal. De la nada salieron unos 20 individuos, ahora sí que no iba a ser fácil el volver a la mansión enteros esa noche. Y Yo seguía sintiendo ese malestar, que en ninguna de las batallas vividas había sentido.

 

- Esta vez serán nuestros – Una voz que no llegué a reconocer nos advirtió en ese momento. Conocía esa voz, más no recuerdo quien era.

 

Seiya, como no podía ser de otra manera, fue el primero en alzar el cosmos para acabar con el que acababa de amenazar. El individuo que no consigo identificar se agacho y deposito algo en el suelo, ante nuestras miradas incrédulas. Una corriente nos envolvió a los cuatro y nos propino una descarga, que podía haber sido digna de mi cadena de Andrómeda. Recuerdo un dolor intenso recorriendo mi cuerpo y vi a otro individuo acercarse a nosotros, cuando tras unos cuantos espasmos caímos al suelo desmayándonos casi en el acto.

 

- Ese es el que queremos – decía una voz que también me era familiar más no recuerdo el motivo ni el lugar.

 

***

 

No recuerdo nada más, pues tras eso desperté en este lugar. Los pasos se acercan más y veo a Seiya que trata inútilmente de soltarse de su agarre. Hyoga y Shiryu le miran como instándole a que se quede quieto y se calle. Miro a Seiya y se cruza con mi mirada. No soy el único aterrado en el lugar y creo ver que sus ojos se empiezan a nublar de la impotencia. Recorro a mis compañeros con la vista y compruebo que mi hermano está aun dormido, “¿dormido? ¡Por Zeus, que sea eso y no otro motivo!” Una nueva angustia se acaba de aposentar en mi interior. Ruego para mis adentros lo más fuerte que puedo “¡Despierta Ikki, por favor! ¡Por favor despierta!” más mis plegarias se quedan en mi interior. Los ojos se me nublan y comienzan a humedecer mis mejillas, espero que no sea cierto lo que presiento.

 

A cada momento se hacen más presentes los pasos y comienzan a oírse los ruidos metálicos característicos de una armadura.

 

- Son tres

 

Consigo leer los labios Hyoga mientras se lo susurra a Shiryu. Seiya cesa su empeño y se queda quieto mirándome a los ojos y yo me siento incapaz de aguantar su mirada. En ninguna batalla, pelea o entrenamiento me sentí como ahora me siento, inútil ante lo que pueda pasar. Cierro los ojos y trato de centrarme en los individuos que nos acompañan. Uno de ellos marca el ritmo mientras los otros dos le acompañan a modo de retaguardia. Ese sonido de armadura me es familiar, pero al igual que antes, no consigo averiguar ni de donde ni porque. “¡Vamos Shun! Siempre has tenido buena memoria, no puedes fallar ahora”, cierro más si cabe mis ojos y me centró en los sonidos. “¿Esa armadura? ¿Dónde la he oído sonar?” “¡Piensa, piensa, piensa!” “¡No puede ser!” Abro los ojos y busco los de Seiya que al parecer me estaba esperando y me asiente sin decir nada. “¡Mierda! ¡Ahora sí estamos perdidos! ¡Sin nuestros cosmos estamos a su merced!”. Ahí se dejan ver y me arrepiento de ello, pues son los que yo pensaba.

 

- ¡Vaya! ¡Parece que ya habéis despertado! – Pharaoh fue el primero en hablar.

 

- Parece que nos pasamos con este – Valentine se acerca a mi hermano y tirándole del pelo levanta su cabeza.

 

Me inquieto en mi lugar y trato de soltarme para ayudar a Ikki. Había olvidado que estoy atado y amordazado. Por el ruido que he producido Valentine suelta a mi hermano y se acerca a mi con paso altanero y arrogante. Extiende su mano para alzarme la cabeza sujetándome el mentón, trato de zafarme, pero es inútil.

 

- ¿Es tan importante para ti como parece, Hades?

 

- ¿Hades? – Mis amigos fueron los que preguntaron la duda que llenaba en mi interior.

 

- ¿No lo sabíais? – Ahora fue Papillon el que dejó salir su voz.

 

Se acercó y separó a Valentine de mí con un gesto un tanto bruto. Ahora es él el que sujeta mi mentón y me obliga a enfrentarme a su mirada.

 

- Es una lástima. – Se separa de golpe y se da un paseo alrededor de mis compañeros – Aún está dormido.

 

Una carcajada proviene de Pharaoh  - Pues haremos que despierte.  

 

Se acercaron a mi Pharaoh y Papillon para ponerme lo que parecían unas esposas, por más que intento zafarme, las dichosas cadenas no me dejan moverme, aunque no sé si para bien o para mal, me desatan las cadenas y comienzan a tirar de mi, por las esposas que me habían puesto. De nuevo intento zafarme más lo único que consigo es empujar a Pharaoh, cosa que fue peor. Papillon utilizo una de sus técnicas para dejarme sin movimiento. “¡Ahora sí estoy a su merced!”. Me llevaron al centro de la habitación, donde me ataron a unas cadenas que colgaban del techo y bien se aseguraron que mis amigos miraran la escena. Ya podían gritar, que parecía que los espectros eran sordos. Ahora si entre tanto griterío, mi hermano se despertó, me incrementaron las esperanzas, pues pensé que él podría ayudar. Trato de llamarlo en vano, pues aun llevo la mordaza atada fuertemente en los labios. Me mira y juro que palideció por un segundo al verme en tal estado.

 

Valentine tan solo reía ante el patético intento por zafarse de mis hermanos. Supongo que a su vista fue realmente divertido, ver como aquellos que los habían abatido ahora no podían librarse de unas tristes cadenas. Por lo visto, lo mismo pensó Valentine, que tras reírse, se acercó a mis compañeros.

 

- ¿Qué os pasa? ¿No os podéis librar de unas cadenitas? – Se agacho hasta quedar a la altura de la cara de Seiya y tiró de su camiseta – Sois tan patéticos. - Se alejó un poco y le pego una patada en el estomago. No le fue difícil, pues sin poder moverse y sentado en el suelo como estaba, lo tenía a la altura.

 

- Cobarde. No estamos en igualdad de condiciones – Fue Shiryu quien hablo.

 

Creo que se arrepintió de sus palabras y yo comencé a temer por sus vidas, sin pensar siquiera en lo que iban a hacer con la mía. Valentine un tanto enfurecido se dirigió a Shiryu y levantándolo del cabello, le propino un puñetazo en la cara. Algunos de sus cabellos quedaron en la mano de Valentine y el labio de Shiryu comenzó a sangrar debido al golpe. Por lo que pude apreciar, tenía un buen corte. Mientras tanto, aunque comenzaba a poder moverme un tanto más libremente, Papillon no me soltaba de su agarre y pude ver como empezaba a impacientarse. No fue para menos, pues por lo visto esperaban que algún espectro más viniera a la “fiesta” que habían organizado.

 

Mi hermano era el que más empeño hacia por zafarse y cuanto más lo intentaba, más parecía divertir a los espectros.

 

- ¿Qué ocurre ave inmortal? ¿Has perdido las alas y no puedes volar? – Pharaoh se le había acercado quedando a escasos metros de mi hermano.

 

Ikki no tiene paciencia, eso es un hecho conocido por todos, por lo que se quedó callado mirando como Pharaoh se le acercaba sin mediar palabra y cuando estuvo suficientemente cerca, utilizó la cabeza para arrearle un golpe en la cara del espectro, haciéndolo retroceder. Al parecer le había roto la nariz, con su cabeza siempre dura. Hyoga no pudo evitar decir lo que a mí y seguro a mis amigos les rondaba la cabeza.

 

- Al fin la cabeza te sirve para algo.

 

Sé que no era el momento para reír, pero no lo pude evitar. Menos mal que estaba amordazado y no se escucho mi risa, sino se habría enfadado conmigo y eso si no lo hubiera soportado.

 

- ¡Cállate pajarraco helado! – Fue la contestación que recibió Hyoga de mi hermano.

 

Cuando consiguió reponerse del golpe, Pharaoh salió de la habitación haciendo que Papillon retomara la conversación.

 

- Ahora si os vais a enterar. No quisiera estar en vuestro pellejo – Dijo mirando a mis amigos, que le miraron con miedo, intuyo en sus ojos. Se volteo y dio dos pasos hacia mi.

 

- Más lo siento por ti, pequeño cachorrito – Dijo mientras le levantaba la cara por el mentón – Es una pena con lo guapo que eres. – me dejó el mentón y me quitó la mordaza de golpe, haciendo que me quemara el roce de la tela. - ¿De verdad vas a permitir que hagamos esto Hades? - Ahora si mi hermano se había quedado blanco. Creo no le gustó escuchar de nuevo dicho nombre, pero aun así trató de zafarse nuevamente, sin conseguir nada.

 

- ¿Hades?-  Fue lo que les dije. Comenzaba a sentir una congoja como ninguna otra. Ahora creía entender las cosas y mi cara debió ser un poema y decirlo todo, pues la reacción de Papillon no se hizo esperar

 

- ¿Acabas de caer pequeño? ¡No es a ti a quien queremos!

 

Bajé la mirada, como buscando respuestas en el suelo, aunque mi cabeza ya empezaba a encajar lo que querían y porque estábamos en ese lugar.

 

- ¡Suéltalos! ¡Déjalos marchar! – Le suplique a Valentine que era el espectro más cercano a ellos, pero lo único que conseguí fue que se rieran de mí.

 

- ¿A cambio de que? ¿Vas a hacer lo que te ordenemos sin rechistar? – Valentine se acercó a mí de nuevo, más se quedo esperando mi respuesta.

 

“¡No puedo hacerlo! ¿Qué hago?” No sabía que hacer. Era una decisión que no quería tomar. Debía ganar tiempo y pensar en como sacar de allí a mis amigos sin tener que confesar el paradero de Hades. Porque sí, sabía donde se encontraba Hades, más que eso, nos veíamos con frecuencia, tanta que diríamos que somos amantes. Pero, ¿para que querían a Hades? Si ya todos ellos estaban vivos y el orden restablecido.

 

- ¿Qué queréis de Hades? – Fue lo siguiente que pregunté. Por encima del hombro de Valentine pude ver el asombro de mis compañeros y la desilusión de mi hermano, que no solo desconocía mi declinación, sino que también que Hades y yo éramos pareja.

 

- Eso no es asunto tuyo. – Pharaoh volvió a entrar en la sala, con la que fuera la espada de Hades. Comencé a sentirme mal y desee que pudieran salir del lugar. Si tenían que hacer daño a alguien, era mejor que fuera yo pues era el único que conocía su ubicación. Un tanto desesperado por ver a mis hermanos lejos de aquel día, me dejé llevar.

 

- ¡Hare lo que queráis, pero dejarlos lejos de esto! ¡Ellos no tienen nada que ver! – Pharaoh paró su caminar en seco y se acercó a mí.

 

- ¡Vaya! ¡Veo que por fin has decidido colaborar!  - Suspiró y se acercó más a mi - ¡Lástima que sea tarde! – Me clavó la espada sin pensar y de una sola estocada.

 

Escuché a mis hermanos gritar, más solo recuerdo una sombra negra que aparecía tras los espectros y los abatía de un solo movimiento.

 

- Hades – fue lo único que alcancé a decir.

 

Me faltaba el aire y cada respiración era un suplicio. La sangre comenzaba a manchar el piso y me costaba mantener los ojos abiertos, más en un momento y sin saber como, estaba en brazos de Hades, que tras sacarme la espada había comenzado a curarme. Traté de hablar para decirle que sacara a mis hermanos, más para asombro de todos, me calló con un beso en los labios.

 

- Shh, no hables ahora Shun. - Y siguió con su labor

 

- ¡Suéltalo!¡Aléjate de Shun! – Entre todo mi dolor, escuché a Ikki suplicarle que me soltara.

 

- ¡Cállate!¿No ves que estoy tratando de curarlo? – Fue el tono autoritario que siempre usa con sus espectros, más me miró de nuevo y me beso en la frente - ¡Vamos Shun!¡No puedes dejarme! – Y ahí estaba el tono dulce y protector que siempre usa conmigo. Me abrazó más fuerte, si era posible y comenzó a mecerme como si de un bebe me tratara.

 

Cerré los ojos y me dejé llevar por su cosmos. Ese cosmos que me acompañaba cada noche. Ese cosmos que me hacia estremecer como si fuera una débil flor bajo el trato del viento azotador. Ese cosmos que me llenaba las entrañas, haciendo que mi corazón latiera como nunca lo había hecho. Tanto me relajaba estar con Hades, que acabe durmiéndome en su regazo.

 

Soñé no, más bien recordé como, tras la última guerra santa y tras separar el alma de Hades de mi cuerpo, sentía que me faltaba algo.  No quería continuar viviendo a sabiendas que me faltaba mi otra mitad. Un frío día de invierno, salí a dar una vuelta a pasear y sin más, no sé ni como, me encontré en un parque solitario y oscuro, más sentía una presencia y quería averiguar de qué se trataba. Seguí su llamado y en un banco sentado, me encontré de nuevo con Hades, pero bien camuflado. Al principio sentí un poco de miedo, más con solo mirarme quedé completamente relajado. Me senté junto a él en el banco y le pregunté como había estado, muy osado por mi parte, sabiendo que era uno de los que le habían dado muerte. Pero no se lo tomó a mal y me contesto sereno sin apartar su mirada de la mía.

 

- Te he echado de menos.

 

No me hicieron falta más palabras ni más miradas. Me levanté del banco y le tiré del brazo para hacer que se colocara a mi altura y me lancé a sus labios. Esos labios que siempre habían sido míos y siempre me habían pertenecido, él me abrazo y profundizó el beso.

 

Así fue como comenzamos a ser un ser de nuevo, aunque siempre a escondidas y sin cosmos de por medio, por miedo que Atenea se enterara y me diera castigo o más bien por miedo a ser rechazado por mis amigos. A veces me llevaba a lo que fuera su castillo en Alemania, donde podíamos dejarnos llevar sin importar que se nos alteraran los cosmos y otras las pasábamos en un hotel, de esos que llaman “de amor”, donde jugábamos a ver quien era el rey león. Obviamente sabiendo el humor que se gasta, yo hacia de presa para que él fuera el depredador.

 

Algo me sacó de mi ensoñación y abrí los ojos encontrándome en mi habitación. “¿Ha sido todo un sueño?” Traté de levantarme y noté que me dolía el cuerpo a la altura del esternón.

 

- ¡No te muevas! Aún es pronto para hacerlo – Ikki fue el que hablo.

 

No me había dado cuenta, no estaba solo en mi habitación. Ikki estaba en una silla a la derecha de mi cama, mientras a la izquierda se encontraba Hades, allí sentado como si nada hubiera pasado. Atenea entró en la habitación seguida de Hyoga, Seiya y Shiryu. Me sorprendí al ver al dragón, se había cortado el pelo y menudo corte más drástico, ni un solo mechón sobresalía de la nuca. Me sonrieron y se quedaron de pie a los pies de la cama. Saori fue la que hablo.

 

- Hades nos ha contado todo. Ahora solo falta que te cures del todo y podrás salir de nuevo, a dar una vuelta por la ciudad.

 

Me giré a ver a Hades y me mostró esa sonrisa encantadora que siempre me hipnotizaba. Como si hubiera adivinado mi duda, que de seguro era así, comenzó a hablar.

 

- Todo este tiempo me he encargado de restructurar el inframundo. Hay ciertas influencias que prefiero no tener cerca y otras, sin embargo – Se acercó y me cogió la mano izquierda, besándola tiernamente – que no quiero apartar de mi lado.

 

No pude hacer más que sonreír. Había sido un mal trago, que ya se había acabado. Solo faltaba aclarar las cosas con mis hermanos, aunque una vez más, mi prioridad era Ikki, mi hermano carnal.  No me fue necesario articular palabra, pues también debió adivinar que iba a decir.

 

- No digas nada. Si para ti está bien, para mí también. – Miró a Hades un tanto cabreado y prosiguió – Pero como ya te dije antes, una sola lagrima y te juro que me va a dar igual que seas el Dios del Inframundo.

 

El resto de los presentes se rieron y yo lo intenté, más me detuvo el dolor que sentí al hacerlo.

 

Todo había acabado y ahora podría estar, de nuevo, no solo con mis hermanos sino con la mitad de mi alma, que fue duramente arrebatada hacía ya tantos años.

Notas finales:

Muchas gracias por leer el fic.

Cualquier comentario, duda, tomate, etc será bienvenido ^_^


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).