EL TANGO DEL CORREDOR
By : Alezita Depyran
Yu Gi Oh
AU, Angst, Song Fic
El abogado miro a su cliente a través de la ventana polarizada. Estaba balanceándose de manera juguetona en la silla de plástico, desafiando la gravedad, mientras distraídamente paseaba una mano por su cabello y la otra la tenía en la mesa por si perdía la estabilidad.
Lucía un cabello rubio, largo y lacio que caía sobre un par de preciosos ojos marrones grandes e inocentes y una piel blanquecina que le tapizaba el cuerpo; era de estatura promedio. Quizá con los años su complexión mejoraría, pues sus brazos ya mostraban algo de musculatura, sin embargo tenía una contextura fina y altura moderada, pero en general era un atractivo adolescente en la flor de su juventud. El chico no tenía nada que envidiarle a nadie.
Según lo que había leído en su expediente tenía 17 años, por lo cual no había sido enviado a la cárcel sino a un centro correccional para menores.
Vestía un mono azul oscuro con una camisa interior blanca y unas botas viejas de color negro.
Leyó su expediente una vez más, sería su primer cliente tras la escuela de derecho, estaba emocionado y nervioso, apenas era unos años mayor que el chico al cual según los papeles del juez, se le acusaba de homicidio en primer grado del empresario y al parecer pareja del chico Seto Kaiba.
Reviso de nueva cuenta la hermosura del joven, comprendiendo porque aquel hombre lo había preferido ante cualquier chica, guardo sus papeles en el maletín mirando con ligero nerviosismo a los guardias que le abrieron las puertas. Suspiro y entro en la habitación para encarar al joven.
El chico dejo de mecerse por un instante al verlo pasar, su boca perfecta y sensual se curvo en una sonrisa de ángel.
- Hola viejo, ¿eres mi abogado? - le pregunto casual, con la jerga del típico adolescente.
- ¡Por Dios! , si el chico ni siquiera había terminado la preparatoria y estaba cerca de estar en el corredor de la muerte.
Asintió, sentándose correctamente frente a él y colocando su maletín en la mesa
- Así es, mi nombre es Maximilian Pegasus - Se presentó mientras estrechaba su mano y le miraba a través de las cortinas de pelo platino y liso - Soy el abogado que te estableció el juzgado -le dijo soltándole despacio tras sentir la cálida y suave mano que encajaba con los finos dedos que poseía.
- Yo soy Joseph Wheeler, llámame Joey - le dijo con una sonrisa confiada mientras dejaba de balancearse, pero cruzaba sus piernas sobre la mesa en actitud desenfadada
- Bueno Joey, ¿ cómo te la estás pasando ?, ¿cómo va todo con tus compañeros de celda ? -le pregunto tratando de aligerar el ambiente con su conversación. Ganar la confianza de los clientes era algo esencial.
Joey sonrió de forma que sus armónicas facciones hacían su rostro aún más atractivo.
- Bueno me han puesto en el pabellón de los asesinos pasionales, o al menos es así como llaman a ese lugar los chicos – Respondió con una sonrisa, como si aquello le divirtiera en demasía – Puedo contártelo – Le dijo cómplice mientras cerraba por un segundo sus ojos en gesto pensativo para comenzar a relatar sus recuerdos :
***********
Había llegado a su celda, algo asustado y confuso tras una rápida sentencia de condena. El juez había dictado un fallo en su contra mandándolo directo a la correccional, donde le habían tenido despierto para interrogarlo entre abusivos golpes y palabras groseras, quitándole todas sus pertenencias de valor después de revisarlo y manosearlo a su antojo; para luego darle un uniforme azul y llevarlo a unos baños donde mangueras a presión le habían duchado frente a los ojos de los guardias que le hostigaban, para al final escoltarlo hasta el que sería su nuevo hogar.
Al cerrar la puerta de su celda, el ruido metálico hizo que un chico saltara desde la cama de arriba; tenía el cabello de un color extraño, teñido de tres colores diferentes, negro, rojo y rubio, en un estilo peculiar con picos, llevaba el mismo atuendo desabrido que él, parecía de unos 14 o 15 años por lo pequeño que era, sus ojos eran enormes y de un color violeta que reflejaban una inocencia que no había visto en mucho tiempo .
- ¿Así que chico nuevo? - Pregunto con una voz suave y dulce mientras una sonrisa de medio lado se dibujaba en sus facciones.
El rubio asintió a sus palabras aun intimidado por los rostros que le habían observado al pasar, varias caras maliciosas acompañados por una gran cantidad de gritos enloquecidos y burlones.
- La cama de abajo es tuya - dijo tranquilo mientras se apoyaba en los barrotes y miraba a los guardias. - Soy Yugi Motou, pero aquí me llaman el chico del rompecabezas - Comento con una sonrisa burlesca y un brillo de malicia en sus ojos, como si sus palabras guardaran un significado oculto aun para Joey.
El rubio no entendió bien aquello pero tomo posesión de la cama que se le otorgaba, los guardias pasaron golpeando las rejas con sus porras mientras el sonido de una sirena llenaba el lugar seguido del chirrido del resto de las puertas metálicas al cerrarse.
- Todos a sus camas, la luz se va en 3 minutos - Grito la voz masculina de uno de los guardias que pasaba revisión a las celdas antes de llegar al otro lado para cerrar.
De un momento a otro todo quedo en obscuridad, dejando a todos los presos sumidos en un momentáneo silencio, los ojos de Joey trataban de acostumbrarse a la falta de luz cuando un cerillo se prendió, iluminando la faz del chico llamado Yugi, este sostenía entre sus delgados labios un cigarro; inhalando despacio mientras sus ojos violetas se entrecerraban como evaluándole, para después soltar pequeñas bocanadas de humo blanco de manera lenta y sensual.
- Chicos.... tenemos a un nuevo – Dijo suficientemente alto para que los demás escucharan. En ese momento Joey pudo ver como de la celda frontal se encendían cerillos que iluminaban algunas caras que fumaban.
- ¿Quién es Yugi? -Respondió una voz que por el sonido, identifico se encontraba en la celda de la derecha.
- Un rubio bonito, parece un cachorro perdido, ladrón de tumbas -le dijo a la voz de Yugi mientras fumaba pausadamente.
- Un cachorro, ¿eh? - Dijo una voz distinta con una risa irónica - ¿Qué te trajo aquí chucho?, Vamos cuéntanos tu historia - le dijo otra voz desde lo que reconoció Joey como la celda de la izquierda.
- Calma Dados, lo asustas - Dijo Yugi riéndose entre dientes, mientras miraba al rubio - Pero es cierto, ¿ Joey verdad ?- Dijo para confirmar su nombre - ¿ Qué te trajo aquí ?
- A... A... Asesinato - Dijo tartamudeando súbitamente, tímido y con la lengua pastosa.
Escucho risas burlonas provenientes de todos lados y agradeció la oscuridad que no dejaba ver sus mejillas rojas de pena y enojo entremezclado.
- Todos estamos aquí por asesinato cariño - Le explico Yugi dando una nueva calada a su cigarrillo, aun riéndose de su tonta respuesta.
- Este es el pabellón de los asesinatos pasionales - Le dijo con una sonrisa de gato Cheshire*
Joey asintió, empezando a comprender la situación en la que se encontraba.
- Es todo un perro asustado con la cola entre las piernas, Un Cachorro como dijiste Yugi – Dijo la voz burlona del chico al que había identificado como Dados - Dejémosle así, Cachorro - Termino con una risilla sarcástica – ¿ Por qué no le cuentas tu historia Chico del Rompecabezas ?, así sabrá lo que queremos de el – le dijo mientras se escuchaba el chirrido de los resortes viejos del colchón.
- ¿Por qué no? No parece tan mala idea Duke – Dijo mientras suspiraba y aventaba el cigarrillo al suelo para aplastarlo con ligera furia.
Si se lo merecía, si se lo merecía, él es el único culpable de haber estado, de haberlo visto, ¡ seguro abrías hecho los mismo !
- Sabes, hay personas que tienen manías extrañas... Como Yami, a él le apasionaba el antiguo Egipto- No... No le apasionaba; era su vida entera. Mi abuelo era arqueólogo y mis padres también lo habían sido, así que en un viaje a Egipto nos conocimos y nos enamoramos al instante, teníamos muchas cosas en común y no dude al entregarme por completo a él, pero Yami hacia muchos viajes para buscar tesoros, iba y venía constantemente del Cairo a Ciudad Domino, ahí fue donde encontró a Mana y a Mahad, con quienes no solo me engañaba, si no que también organizaba tríos. Cuando me entere; decidí ser compasivo y terminar por las buenas, pero al vernos todo termino mal, muy mal--- El solo grito y exigió que le devolviera su rompecabezas del milenio. Un raro artículo que me había regalado y pues como era lo único que le importaba, decidí que lo mejor era que volviera a ser parte de el -dijo con una sonrisa retorcida - 40 pedazos... Eso fue lo que quedo del después de que tome la sierra y comencé a cortarlo en aquellos pequeños pedacitos tan parecidos a su precioso rompecabezas...
Si se lo merecía, si se lo merecía, es el único culpable, de haber estado, de haberlo oído, seguro que abrías hecho lo mismo
Yugi rio asustando al chico rubio que atónito le miraba, pero no tuvo mucho tiempo de analizarlo porque enseguida la voz del chico llamado Dados a su izquierda comenzó a hablar.
- Ahora te contare yo Cachorro- le dijo -Soy Duke, pero aquí todos me llaman chico de los dados o dados- Noto como este se pegaba a los barrotes de su celda, extendiendo su mano para mostrar como jugaba con unos dados en su mano.
- Conocí a Tristán hará cosa de dos años; me dijo que era gay y los dos congeniamos enseguida, así que comenzamos a vivir en mi departamento al poco tiempo. El trabajaba en una empresa que ensamblaba motocicletas, tenía ese aire de chico malo y pandillero que me volvía loco.
Pero lo descubrí... ¿Gay me dijo?, Si como no... Tenía a una hermosa chica en su trabajo, con la cual se acostaba... Una tal Serenity... Pelirroja con ojos de perrito bajo la lluvia - Dijo malicioso mientras removía una vez más los dados. - Un día llego a casa. Sabía que había estado con ella, así que le hice la cena y bebimos, en algún punto le propuse un juego de dados; cubilete, si es que lo conoces- Dijo con aquella voz sarcástica y sensual. Cada vez que alguien ganaba puntos podía quitar una prenda al perdedor, la meta era terminar en la cama; donde en medio del ardor pasional me permitió atarle de manos y pies. Ahí fue donde moví su cabeza hacia atrás para concederle el placer de disfrutar de un buen vino, mientras le introducía uno a uno los dados del juego... Comenzó a ahogarse; mientras yo seguí metiéndolos, uno tras otro... Hasta que la botella quedo vacía y el... El dejo de moverse - Finalizo su relato con una risa estridente que llenaba el pasillo, mientras los dados caían de su mano resonando en el piso.
¡Si se lo merecía!, ¡si se lo merecía!, tomo a un chico en la flor de la vida, y lo uso, y hasta abuso, fue un asesinato, pero no un crimen.
0
Cuando comenzó a hablar el chico de su derecha, al que apodaban: Ladrón de Tumbas, su atención volvió a centrarse.
- Nosotros fuimos el dúo perfecto: Bakura y yo éramos los ladrones más hábiles; no había fortaleza ni cerradura que no pudiéramos doblegar. En ese entonces estábamos en nuestro refugio, yo me encontraba revisando la artillería cuando de repente apareció; venia como loco, apuntándome con un arma gritando " te has robado mi dinero ¿eh?, ¡te has robado todo!” estuvo a punto de dispararme pero fui más rápido. Le había envenado un par de horas antes con arsénico en su comida y para ese entonces su efecto paralizante comenzó su función haciéndole caer de bruces contra el suelo. Tome todo y lo lleve conmigo fuera de la guarida, estábamos en unas viejas criptas de un cementerio en ruinas, así que cave un pozo y lo metí en una caja mientras miraba el terror en sus ojos - " Buenas noches Bakura cariño mío " - fueron las palabras con las que me despedí de él, antes de cerrar la caja y enterrarlo vivo... - Rio como los otros; con petulancia, mientras un Joey asustado se tapaba la boca para reprimir la exclamación de asombro que estuvo a punto de salir de sus labios.
De haber estado, de haberlo visto, seguro que abrías hecho lo mismo
Poco a poco los relatos continuaron, todos los presos parecían dispuestos a contar sus historias con cierto placer triunfal al exponer el por qué estaban ahí, porque sus actos, habían sido justificados.
- ¿ Que hago aquí ?... Según la policía de Domino; mate a mi Seto... - La desesperación al escuchar esos relatos, comenzó a hacerse presente en ese pequeño y frágil joven rubio - Pero yo no fui, no soy culpable... No puedo creer que la policía diga eso cuando en realidad soy inocente - Dijo Joey deslizándose por la pared entre sollozos.
- Eso dicen todos los que vienen aquí - Respondió Yugi - Yo no fui... El se merecía lo que le paso... El tiene toda la culpa, no yo- dijo burlón a sus palabras.
- ¡Hey cachorro! - Dijo una voz de las celdas del frente, de donde apenas pudo distinguir una piel bronceada y unos cabellos rubios cenizos, impresionantemente acompañados de unos ojos violetas que relucían misteriosos en la oscuridad - Es mi turno - Le dijo mientras escuchaba como Joey controlaba su llanto. Y entonces, comenzó a relatar su propia historia :
- Fui miembro de una numerosa familia, donde Marick, Odion e Ishizu fuimos integrados rápidamente a : " Los guardianes de la tumba del faraón", un servicio de seguridad privada que se encargaba de resguardar; arte, joyas o documentos, muy al estilo de los bancos. Y aun cuando éramos hermanastros, siempre fuimos muy unidos. En especial Marick y yo que éramos mellizos, nuestro lazo era tan fuerte que nos enamoramos, de manera que manteníamos una ardiente relación incestuosa, donde él se quedaba a dormir en mi cuarto, se bañaba conmigo y teníamos sexo todas las noches.
Pero un día, salimos de viaje al hotel Cizaro- dijo relatando mientras sus manos se aferraban a los barrotes - Esa vez; a diferencia de lo común, nos dieron un cuarto con varias camas, donde bebimos, estábamos realmente alcoholizados; pero yo debía salir a checar un paquete de un cliente importante... Así que cuando regrese, encontré a mis queridos hermanastros teniendo sexo entre ellos. Fue tanta mi sorpresa que mi mente se bloqueó por completo y no supe que paso sino hasta la mañana siguiente, cuando sus cuerpos aparecieron amontonados en las cajas fuertes de la empresa y yo... Yo, estaba bañado con su sangre....- Cuando termino apretó los barrotes como quien quiere retorcer una garganta y soltó una risa estridente y fría -Así que... Cachorro - retomo su tono muerto al hablar - Cuéntanos la verdad, di que ha pasado contigo - pregunto, mientras se lamia los labios como dispuesto a devorar un gran festín.
Se lo merecían, ¡Se lo merecían!, ¡hacía tiempo que se lo merecían!, yo no lo hice, y si lo hice ¿quién puede decirme que estaba equivocado?, ¡se lo merecían!, ¡se lo merecían!, ¡hacía tiempo que se lo merecían!, yo no lo hice y si lo hice, ¿quién puede decirme que estaba equivocado?
- Quería a Seto más de lo que podría expresar - Inicio su relato el rubio - El era muy inteligente, un genio empresario que necesitaba encontrarse a si mismo, así que salía todas las noches a buscarse. Así fue como me encontró a mí; un pobre chico de la calle repartiendo periódicos y tratando de ir a la escuela
.
Nos conocimos por estar en clase juntos y entre peleas me enamore de él, hasta que en alguna de ellas las cosas nos llevaron a más de un roce y termino haciéndome suyo. Yo fascinado con él, deje que siguiera convencido de que esa sería la única vez que podríamos estar juntos, pero él dijo que me amaba y me llevo con él.
No dejo que saliera nunca más, me encerró y lo hicimos tanto tiempo y estuve tan lejos de todo que perdí la cuenta de los días, no volví a saber de mis amigos, familia, escuela o incluso de mí mismo... Y entonces tan pronto como ocurrió todo termino. Seto ya no iba a mi cuarto, ya no me hablaba, no me miraba; le rogué que no me dejara, pero dijo que quería botarme al lugar de donde me había sacado como el perro callejero que era. Había conseguido a alguien nuevo, Una tal Kisara... – ¡Ja!, se burló con rabia de lo que aquellos recuerdos le causaban - Porque ahora quería ser hetero y formar una familia.
Se podría decir que rompimos por nuestras diferencias sexuales, así que decidí que sino seria para mí... No sería de nadie.
Cuando la llevo a la casa, me saco de los cabellos de mi habitación, tenia mis cosas en la entrada, listas para tirarlas al igual que a mi, me estaba humillando enfrente de ella, exhibiéndome, le rogué y suplique que no me hiciera eso, y entonces saque el arma que había tomado de su cuarto, le advertí que lo haría…se lo dije…-soltó un suspiro cansino –pero no quiso escucharme…así que dispare dos tiros de aviso….justo en su cabeza…
Ese animal!, ese animal! Ese animal!, ese animal!,
- Se lo merecía !- grito furibundo el rubio.
- Sí que se lo merecía !- secundo en un grito Yugi.
- Se lo merecían desde hacía tiempo ! - Chillo Duke.
- Nos usaron- Dijo Ryo resentido.
- Y hasta abusaron- Completo Malik con un golpe a las rejas que le apresaban.
- Quien puede decirnos que nos equivocamos ? -dijo desquiciado el rubio mientras las risas de cinco chicos se fundían en una hasta la locura.
**************************
El peli plata miro a Joey boquiabierto, impresionado por lo escuchado.
Mientras relataba lo sucedido en la pasión y entrega que le secundaban, el rubio se había levantado de golpe y con sus puños machacaba la mesa una y otra vez desquitando en ella su ira.
- Se lo merecía !... Si, se lo merecía... Es el único culpable…. De haber estado, de haberlo visto... Seguro que abrías hecho lo mismo.... - declaro al final antes de que entraran los guardias para llevárselo de nuevo.