Vitae
Prologus
Prólogo
23 de julio. Odiaba y amaba esa fecha. Era en todo caso un día muy especial. Así como esperaba cada año para que ese momento llegara, una vez que era 23 comenzaba a sentir rechazo y desprecio.
23 de julio….
Tantas cosas pasaron en su vida que ya no podía separar lo que era verdad y lo que era mentira. Aun así, continuaba adelante, impulsado por una fuerte obsesión, que lo cegaba, pero que lo ayudaba a seguir viviendo el día a día. Estaba tan cansado de todo, pero tan vivo a la vez.
Y las cosas se dieron de tal manera que él se encontraba allí, parado y cargado de sentimientos y emociones.
Todo a su alrededor era pura y absoluta oscuridad, no existía nada más, ni luces ni sonidos, absolutamente nada, para sus ojos negros solo constaba una figura delgada y alta completamente quieta frente a él. Era una persona que lo miraba fijamente en completo silencio. Ambas visuales chocaban con fuerza, cargadas de emociones profundas e intensas.
El joven de cabellos oscuros y cortos sostenía con tanta fuerza el objeto en sus manos que comenzaba a temblar entre sus dedos. Su rostro solo demostraba dos sentimientos: Odio y resentimiento. Sus ojos dilatados eran lavados por las más amargas y amenazadoras lágrimas de su vida. Comenzaba a faltarle el aire y no podía compensar el oxigeno que necesitaba por mas rápido que respirara.
- ¡CABRON! - gritó arrebatado por la bronca y la desesperación. Su cuerpo tembló y sus piernas firmes por momentos perdían fuerza. Tantas emocionar a flor de piel comenzaban a afectarle y le era difícil aclarar su mente. - ¡Me has mentido toda mi vida! - Estaba perdiendo el control. El objeto entre sus dedos estaba frio, el metal apuntaba directo a la otra persona. Un solo movimiento y todo terminaría.
El sujeto escuchó cada palabra que le gritaba, con su pecho contraído por la angustia y la desesperanza de un error que había cometido hace muchos años atrás. Quería llorar como un crio, pero no podía, su rostro era un bloque de hielo que solo veía sin mirar al que lo apuntaba con aquella arma. Tan profundo era su dolor que por momentos creía que su corazón se detenía. Y el nudo en su garganta le impedía gesticular palabra alguna. Aunque dudaba que las palabras pudieran calmar el mar de sufrimiento que el otro joven estaba sintiendo, seguramente era más doloroso para el otro. Pero aun así, su alma estaba oprimida y por sus venas solo corría angustia y congoja.
- Te voy a matar. - Susurró bajando levemente la cabeza. Eso era lo que quería, se sentía tan traicionado, tan dolido y con una gran carga de odio y venganza que su dedo fue cerrándose lentamente. Quería hacerlo… pero no podía. Una pizca de lamento calló por su rostro en forma de lágrima.
- Lo siento tanto, Sasuke…
Lo único que se escuchó en ese momento fue un estallido estruendoso desvaneciendo por completo cualquier otro sonido. La bala recorrió a gran velocidad e impactó sin piedad.