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El Rey de Egipto por Cucuxumusu

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Notas del fanfic:

Weno despues de mi ultimo fic de Bleach me senti un poco mal por las fans del Ichix hichi asique les dedico este fic, espero que les guste n.n

Los personajes no son mios son de Tite Kubo.

Notas del capitulo:

 Weno aqui les dejo el primero wapos espero que lo disfruten por que me ha costao la de dios. ¬¬

 

 

Egipto siempre había sido uno de los grandes imperios de occidente, debido a  impresionante cultura, sus exóticos productos y costumbres . La base de todo aquel imperio era el Cairo, su rica capital a orillas del rio sagrado, el Nilo. Gracias a aquel rio el imperio prosperaba y permitía a su gente sobrevivir en aquel árido desierto.

En aquellos momentos el agua del rio había disminuido lo suficiente para permitir a su querido pueblo cultivar en sus fértiles orillas y la ciudad se encontraba más activa que nunca y llena de comerciantes intentando vender sus fabulosos productos en los bazares. Las plantas y lugares de color verde esmeralda sembraban puntos de contraste sobre la amarillenta arena y refrescaban la visión de la ciudad. Aquella definitivamente era la mejor época del año.

Ichigo desde su habitación en el magnífico palacio que coronaba la ciudad sonrió sin poder evitarlo. Se acabo de vestir con la tela blanca, demasiado transparente para su gusto, atada a su cintura y las cuentas de colores colgando del cinturón y tras colocarse los brillantes collares de protocolo y las tobilleras doradas se dirigió a la puerta.

-Sig - suspiro y  tras prepararse mentalmente, salió de la habitación con paso seguro y la cabeza bien alta.

Todo aquel con quien se topaba se postraba a sus pies con palabras como “alteza” “señor” etc. Un chico de pelo blanco brillante le surgió al paso inmediatamente mientras él seguía avanzando sin inmutarse.

-Mi señor, le cuento el itinerario de hoy: después del desayuno tiene clases con el señor Ukitaque durante la mañana y…-

-Otra vez no- lloriqueo. Odiaba estudiar y mas con aquel profesor extraño y sus fanáticos ayudantes , acababa con dolor de cabeza.

- Lo lamento su majestad pero son las normas.- Le recordó el menor- Luego comerá con sus hermanas y por la tarde tendrá entrevistas con el pueblo para…- al menor le estaba costando seguirle el paso como se notaba en su respiración.

-Dime Toshiro, ¿no soy el faraón?-

-Em…si-

- Entonces porque tengo que hacer cosas aburridas, debería de organizar guerras y conquistar el mundo o cosas así-

Toshiro lo miro como si fuera un niño pequeño con una gota bajándole por la nuca. Sinceramente aunque el anterior rey hubiese sido un psicópata le prefería a él ,por lo menos tenia cabeza.

-Em…lo siento señor pero son las reglas, además todavía debería guardar luto por la muerte de su padre y comenzar una guerra no es precisamente…- Ichigo se paró en seco repentinamente mientras su cara de aburrimiento cambio a una de absoluta tristeza.

-Su señoría yo…lo siento no debería haber…-

-No pasa nada Toshiro- dijo mostrando una sonrisa falsa que al menor le partió el corazón.

-Bueno vamos con los psicópatas esos- dijo Toshiro volviendo a emprender la marcha y intentando cambiar de tema.

“ y encima lo reconoce” lloriqueaba Ichigo siguiéndole  por los grandes pasillos del palacio mientras el menor volvía a la carga.

-…Luego tendrá una entrevista con el rey de….-

 

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Ichigo acababa de comer con sus queridas hermanas que habían discutido con él sobre lo raro que era el profesor y tras bromear y reírse un rato había conseguido relajarse un poco, todavía no había superado la reciente muerte de su padre y le estaba costando adaptarse a su nueva rutina como faraón pero gracias a sus hermanas la cosa parecía mas fácil.

En aquel momento se encontraba en la sala del trono, sentado unos metros por encima de su interlocutor  en el magnífico trono escuchando como un pobre campesino le contaba sus problemas.  La fuente del centro de la habitación cantaba y refrescaba la habitación, la gran alfombra y los numerosos cojines le daban un aspecto cálido y acogedor a la sala. Sinceramente no podía estar más aburrido.

Bostezo sin poder evitarlo y el gran tigre a su lado le imito. El campesino se encontraba de los nervios, claramente intimidado y muerto de miedo, Ichigo se pregunto por qué, que el supiese no era para tanto.

El pobre hombre comenzó a tartamudear y sudar a chorros mientras retorcía entre las manos un gorro da paja. Ichigo desesperó y se levanto. El hombre asustado dio un respingo pensando que moriría allí mismo.

-Denle treinta debens a este hombre y que alguien solucione lo de su hija-

El campesino se sorprendió y luego se le ilumino la cara, treinta debens era mucho dinero.

-Muchas gracias su majestad…yo…juro que hare sacrificios en el templo por usted y…- empezó mientras se dirigía a la salida ayudado por los guardias y con cara de haberse quitado un enorme peso de encima. Ichigo volvió a sentarse en su trono cansado. Llevaba ya veinte visitas y no sabía cuántas quedarían.

-Siguiente- murmuro por lo bajo. El gran tigre a su lado se restregó contra su pierna pidiéndole mimos y el inconscientemente le acaricio el suave pelaje mientras la bestia empezaba a ronronear.

-Mi señor este el ultimo del día-murmuro Toshiro a su otro lado. Ichigo dio las gracias a sus miles de dioses. Un poco mas y seria libre.

-Hazle pasar-

-De acuerdo- Toshiro chasqueo los dedos y por la puerta entro una persona de pelo blanco.

 En la sala se hizo el silencio repentino. Llevaba un uniforme del imperio romano del norte, con una fina camisa roja bajo una armadura de cuero y hierro negros, la corta falda le llegaba hasta las rodillas revelando las largas y fuertes piernas, las sandalias de cuero negro contrastaban con su blanca piel y la desgastada espada que llevaba al cinto le daba un aire peligroso.

Avanzo lentamente por la estancia con paso firme mientras estos  resonaban contra las paredes. Un repentino viento soplo en la sala haciendo que la larga capa rojo sangre revoloteaba tras él.  Ichigo tuvo un mal presentimiento, que confirmo tras mirarle a la cara.

Sus ojos dorados le miraban fijamente como si no hubiese nada mas en la sala, era la mirada más intimidante que había visto en su vida. Aquel hombre derramaba poder y fuerza por cada poro de su piel, su mera presencia provocaba tal presión que costaba hasta respirar. La sala parecía más oscura y muerta y el incomodo silencio apocalíptico.

Finalmente el hombre se paró a unos metros del trono, seguía sin apartar la mirada de la de Ichigo. Realizo una leve reverencia y el contacto visual se rompió brevemente, Ichigo y todo el mundo pudo volver a respirar, la sala recobro su vida y la fuente volvió a cantar. Sin embargo cuando volvió  a incorporarse a los pocos segundos, la presión volvió e incluso peor que antes.

El tigre a su lado se revolvió inquieto  y empezó a lloriquear mientras el hombre le dedicaba a Ichigo una sonrisa de medio lado de superioridad como si fuese el rey del mundo y supiese lo que su mera presencia provocaba, A Ichigo que le erizaron todos los pelos del cuerpo.

Recobro la compostura a duras penas y  se cabreo sin poder evitarlo , miro a Toshiro que se encontraba igual o peor que él en aquellos momentos.

-Ejem- disimulo Ichigo, claramente cabreado con su sirviente.

-Perdón…yo- Toshiro se aclaro la garganta, respiro profundamente intentando recuperar la compostura y miro los papeles que tenía en la mano.-Este es Ogichi Shirosaki, es extranjero y al parecer tiene algo muy importante que pediros.

-¿Es eso verdad?- pregunto Ichigo apoyando su barbilla sobre el dorso de mano, intentando hacer un gesto con el que pareciese poderoso e indiferente a la vez. Quería acabar aquella maldita entrevista, se sentía demasiado incomodo.

-Así es su majestad- la voz del extraño era demasiado hipnótica al igual que los ojos, grave y profunda pero de una fuerza arrolladora que revotaba en las paredes produciendo un lejano eco.

-¿De donde venís?- a Ichigo cada vez le gustaba menos aquella situación.

-De un lugar muy lejano- contesto volviendo a sonreír y mostrando su blanca y perfecta dentadura. Ichigo frunció el ceño, le tomaba por idiota.

-Ya…-se recostó en el trono de nuevo notando la firmeza de la piedra sobre su espalda y dándole la seguridad que había perdido- bueno… y ¿Qué queréis?-

-Me gustaría serviros personalmente- dijo sonriente de nuevo y con aquella mirada retadora e intimidante. A Ichigo se le acelero el corazón y se le seco la boca “Vaya, directo y al grano”.

-Y que te hace pensar que necesito mas sirvientes, ya tengo suficientes gracias- dijo intentando quitarle importancia y pareciendo indiferente cuando la verdad era que quería irse de allí.

- je…interesante- murmuro el albino por lo bajo, aquello cada vez se volvía más divertido- creo que no me habéis entendido…majestad-

Ichigo con los nervios a flor de piel cada vez estaba más enfadado e intimidado, el tono con el que había pronunciado la última palabra le hacía parecer idiota.

-Pues entonces explicaros mejor-

-Por supuesto, veras- empezó ladeando la cabeza mientras la sala se oscurecía mas y el tigre empezaba a gruñir intuyendo el peligro- yo quiero servirle a usted y a nadie más, pero no sería como los penosos sirvientes que tienes aquí- Toshiro a su lado se revolvió inquieto- yo sería más bien como un guardián, un consejero o un general- concluyo.

-Esos son puestos muy diferentes y muy importantes como para dárselos a un extranjero que acaba de llegar, simplemente porque me lo pida amablemente- Ichigo sabía que estaba cruzando una línea peligrosa aunque no sabía por qué aun así el era el faraón y no se  iba a dejar amedrentar por mucho truco de magia que hiciese.

-Oh…¿en serio?- contesto el del pelo blanco frunciendo el ceño levemente y sonriendo divertido a la vez.

 Inmediatamente se hizo la oscuridad en la sala mientras el suelo comenzaba a sacudirse primero lentamente y luego más fuerte, como un terremoto, los jarrones cayeron al suelo rompiéndose en miles de pedazos mientras, los gritos y llantos estallaban en la sala, la gente corría, en la tenue oscuridad mientras el faraón y el extranjero se miraban larga y fijamente retándose mutuamente ajenos a su alrededor.

Ichigo de repente sintió un repentino agarre en su brazo y se volvió rompiendo el contacto visual. Toshiro se agarraba a él con cara de desesperación y lagrimas asomando en sus ojos.

-Por favor…aceptad- le suplico

-No- chillo.

Una fuerte sacudida recorrió la estancia y entonces fue consciente de su entorno.

En la sala las sacudida hacían que las cosas cayesen del techo cruzándose en su descenso con la gente que allí estaba, golpeándola. Había gente inconsciente, otra sangraba y lo peor eran las lámparas de aceite que proyectaban su cálida luz por toda la sala y que se habían derramado por el suelo causando incendios que engullían todo a su paso. La fuente, rota derramaba un agua de color negro por la estancia .

 La gente chillaba y lloraba, la tierra retumbaba estrepitosamente. La densidad del aire era demasiada impidiendo siquiera respirar, las sombras en las paredes parecían criaturas vivientes que se removían y cambiaban de forma listas para atacar. Su gente estaba sufriendo, aquello no era un truco de magia, aquello era la pura realidad.

Los ojos dorados seguían mirándole en su desesperación. Frunció el ceño y miro al hombre con cara de odio. El hombre sonrió con aquella sonrisa de medio lado con claras muestras de superioridad y volvió a inclinar imperceptiblemente la cabeza.

Las sacudida aumentaron y la gente chillo aun mas, el rugido de la tierra era insoportable. Finalmente Ichigo sin saber que mas hacer cerró los ojos con fuerza y grito.

-¡¡ESTA BIEN, BASTA!!- y todo paro como si no hubiese pasado nada.

Ichigo abrió los ojos para saber sino estaba soñando y se topo con aquellos ojos dorados que le miraban divertidos. La sala estaba destrozada, y curiosamente en silencio.

-Como ordenéis majestad- dijo el albino haciendo una leve reverencia.

 Ichigo no pudo contenerse, se levanto y bajo los escalones con dos zancadas hasta llegar al extraño levanto el brazo y le cruzo la cara con una fuerte bofetada. Toshiro detrás suyo gimió de terror.

-A partir de ahora serás mi guardaespaldas y obedecieras cualquier orden que se te dé, si desobedeces una sola de ellas por muy ridícula que te parezca, se te condenara a muerte, ¿entendido?-

-Por supuesto mi señor- los ojos dorados seguían mirándole divertidos e intensamente.

-Bien ahora arrodíllate y júrame lealtad- dijo ya fuera de sí, los guardias del castillo habían entrado en la sala y estaban formando alrededor suyo un cerco, preocupados por el estado en el que se encontraba. El hombre inco una rodilla en el suelo y aun sonriendo como si todo aquello le pareciese divertido y no fuese del todo con él, recito.

-Juro solemnemente que yo, Ogichi Shirosaki, os protegeré y velare por vuestra salud y intereses, si es necesario con mi vida hasta el final de esta. Juro que os serviré de la mejor manera que pueda y que en caso de desobedeceros mi traición sea pagada con la muerte.- la sala seguía en silencio y Ogichi al acabar volvió a levantarse y a mirarle a la cara.

 Entonces Ichigo se sorprendió de la repentina seriedad que habían adquirido sus facciones y de la intensidad de sus ojos. Algo en su interior se revolvió. Sin embargo seguía enfadado.

-Bien pues entonces, iros a poneros algo decente y esperadme en mis habitaciones ¿tengo muchas preguntas que haceros?-

La sonrisa socarrona volvió a aparecer en la cara de Ogichi que sin más demora se volvió a inclinar.

-Como ordenéis majestad- y dándose la vuelta salió de la habitación con los mismos pasos lentos con los que había entrado y con la capa ondeando tras él.

Nada más salir Ichigo volvió a respirar con normalidad y el mundo pareció volver a ser el mismo. Rápidamente organizo la sala, ordeno que atendiesen a los heridos y se reparase lo que se había roto. Al parecer el terremoto solo había sido en la sala del trono y el resto del castillo y la ciudad seguían intactos, finalmente cuando todo estuvo organizado se dirigió a ver a sus hermanas para ver que estuviesen bien.

-Señor- le llamo una débil voz. Al darse la vuelta se encontró con Toshiro mirándole avergonzado- Señor…yo..lamento lo de antes, debí comportarme más firmemente pero…-

-No te preocupes no pasa nada- su voz sonaba firme y potente, parecía realmente el rey de Egipto. Toshiro recordó todo lo que había pasado, y como él mantuvo la sangre fría, sin saberlo empezó a sentir respeto hacia él joven inmaduro que tenía delante.

-Señor, podría decirle una cosa- empezó mientras seguían caminando dirigiéndose hacia los aposentos de las hermanas.

-Dime Toshiro-

- Disculpar la osadía pero no me parece buena idea…que hayáis acogido a esa persona extraña señor-

Ichigo se paro delante de la puerta de la habitación y suspirando inclino la cabeza y miro a Toshiro con una triste sonrisa en su rostro.

-A mi tampoco-

 

 

Notas finales:

Weno gente pos ya esta, si quieren mas dejen Reviews para que me motive y escriba mas. Si no pos adios al fic 

En el siguiente cap comenzara la convivencia (con sus consecuencias >///<) y el siguiente problema para que Ichigo sufra mas MUAJAJA

Bueno pues eso un beso y no se olviden los Reviews que os conozco ¬¬


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