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El calor en el corazón en más fuerte que el calor de un día de verano (O una noche con fiebre) por Calabaza

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Notas del fanfic:

Una pequeña historia sobre la convivencia de Shino y Kiba, cundo se han dado cuenta que se gustan mutuamente.




A Aburame Shino le gustaba Kiba. Le gustaba el brillo en sus ojos cuando se entusiasmaba por algo, o como dejaba entre ver sus colmillos cuando sonreía. 


A Inuzuka Kiba le gustaba Shino. Le gustaba lo lento que podía caminar cuando estaba relajado o lo concentrado que se ponía cuando observaba algo que le parecía interesante.

  A Shino le hacia feliz mirar como Kiba corría de un lado al otro con su perro, con una energía que parecía nunca acabarse.

  Kiba sonreía cuando estando cerca de Shino, y quedándose en silencio, podía escuchar su suave respiración.

  En esas ocaciones solía recargar su cabeza sobre el hombro de Shino y besar su cuello, su mentón y finalmente sus labios.  

Y Shino se dejaba hacer, y lo rodeaba con sus brazos, atraiéndolo hacia su cuerpo.   Y se besaban.  

Muy despacio primero. Luego con fuerza, dejando que sus lenguas se tocaran. A veces Kiba no podía contenerse y lo mordía.  

  A Shino  eso no le molestaba. Le dejaría morderlo tantas veces como quisiera.

 

  Sin embargo todo  éso lo hacían a escondidas, cuando se quedaban solos, cuando nadie más los veía.  

Lo que pasaba entre ellos se había convertido en un secreto oculto al mundo.

  No por que se avergonzaran de ello, si no por que no tenían ganas de mostrarlo a nadie más. Era algo que les pertenecía a ellos dos, algo que los unía, y de lo que eran cómplices.  

Tampoco lo hablaban mucho entre ellos.  

Shino solía decirle "Me gustas" en voz baja, muy cerca del oído, cuando estaban solos. Y con Akamaru.  

Y en un par de ocasiones esas mismas palabras se habían deslizado de los labios de Kiba mientras se besaban.

  "Me gustas. Me gustas mucho, Shino"  

Pero cuando Shino le pedía que lo repitiera, Kiba fingía que no le escuchaba y se volteaba para que no viera que se le había puesto rojo el rostro.  

A Kiba no le gustaba decir esa clase de cosas. Se sentía raro diciéndolas. Se sentía sentimental y tonto.   

Shino no parecía tener inconveniente en decirlo.  

Simplemente lo soltaba, como si fuera lo mas natural en la vida."Me gustas".      

Pero aun que  él casi nunca lo dijera, pensaba Kiba, era obvio que le gustaba Shino. ¡Lo era! ¿No?

  Se lo demostraba con sus besos y abrazos.  

Se lo había demostrado dejándolo acercarse como nunca nadie se le había acercado.  

  La prueba clara de cuanto le gustaba era hacer todas esas cosas con  él, aun que fuera hombre.

  Por que a Kiba siempre le habían atraído las chicas. Todavía  le atraían. Así que en un principio le había chocado bastante la idea de que le pasara algo con su compañero de equipo. 

  No tenía nada en contra de las preferencias de nadie, pero estaba convencido de que a  él le gustaban las mujeres.   

Los hombres no eran lo suyo. 

  Cuando había comenzado a sentirse extraño respecto a Shino probó a imaginarse a si mismo con otros chicos. Las imágenes que brotaron en su cabeza le habían resultado por demás escalofriantes y desagradables.  

No.

No le gustaban los hombres.

Pero le gustaba Shino.  

Incluso muchísimo más de lo que le había gustado  alguna chica antes.

  Y aun que esa era la realidad, se sentiría muy bobo diciéndolo en voz alta.

  Así que se callaba y deslizaba su lengua dentro de la boca del chico de los insectos, y metía sus manos bajo su ropa, para acariciar su piel tibia, esperando que eso fuera suficiente para hacerle saber cuanto realmente le gustaba.  

  Y Shino parecía estar contento con  éso. 

  Y lo estaba.

  De una manera que superaba la lógica, y que lo inundaba de emociones cuya existencia le había sido  desconocida hasta entonces.

  A veces se sentía tan saturado de ellas que no podía más que quedarse muy quieto y respirar profundamente.  

-Así que es posible sentirse de esta manera...- se decía a si mismo.   

A veces le parecía estar viviendo en un mundo diferente, donde las cosas tenían significados que antes no había visto, y la luz caía sobre la tierra de una manera distinta, por que a veces todo se veía mas brillante. 

  -Shino.-  

Shino despertaba de su profunda ensoñación y miraba a Kiba que extendía hacia el un vaso de limonada fría.  

Estaban a mitad del verano, y tenían la tarde libre. 

  Shino tomó el vaso, y Kiba se dejó caer junto a  él, resoplando.  

-¿Por qué demonios no te sacas el abrigo? Hace demasiado calor...-

  -Estoy bien así. Gracias.-   

-Nh...- el cachorro paseó ociosamente la mirada por el patio de su casa. Akamaru estaba echado a la sombra, sobre la hierba, aletargado por el clima sofocante.

  -¿Cómo puedes estar bien?... Maldito fenómeno.-  gruño, recostándose sobre la tarima de madera donde estaban sentados. 

  El se había puesto una playera de tirantes y unas bermudas, pero éso no disminuía su calor. Ver a Shino tan abrigado y aun así tan tranquilo le ponía de mal humor.

  Sentado ahí, tan cómodamente, como si estuviera en un mundo a parte a donde el calor veraniego no llegaba. Un lugar a donde nada que pudiera alterarlo podía llegar.   

Y  eso le agradaba de Shino. Pero también podía llegar a ser odioso. Especialmente cuando hacía calor y Kiba se ponía rabioso por cualquier cosa.  

Así que el pequeño Inuzuka tomó una resolución. Se levantó y fue al otro lado del patio. Volvió con la manguera en las manos y dejo salir el chorro de agua directo sobre su compañero.  

-Oh, mira eso. Estas empapado, Shino. Ahora tendrás que sacarte ese maldito abrigo.-  

Shino lo miro fijamente. No podía asegurar si se había molestado por que las gafas oscuras velaban sus expresiones.   

Pero no estaba precisamente sonriendo.  

-¿Por qué has hecho eso?-  

-Me pareció que el calor te había fundido el cerebro e intentaba refrescarte. Quítate el abrigo.-

  -No está tan mojado...-  

-¡Agh! ¡Que te lo quites! ¡Maldito demente! ¡Me enferma verte tan abrigado con este calor!-  

Kiba azotó la manguera contra el piso y le saltó encima al chico Aburame, jalándole el abrigo, desabotonándolo a la fuerza y tirando de las mangas.   Shino no se resistió.

  Al final el abrigo cayó al piso. Shino quedó en camiseta de malla. 

  -Los pantalones también se mojaron- puntuó el chico Aburame, con su tono serio y confidente.  

Sólo entonces notó Kiba la posición en la que estaba. Sentado a horcajadas encima de Shino, con las manos sobre la piel desnuda de sus hombros.   Las retiró en seguida.

  -¡Agh! Pervertido. Quítatelos tu.-

  Kiba quiso levantarse, pero Shino lo detenía. Estaba rodeándolo con sus brazos y llevándolo contra su cuerpo. Como si necesitara sentir más calor.

  -Suéltame.- intentó resistirse.

  Y Shino lo silencio con un beso. Kiba sentía su propia piel pegajosa por el calor, frotándose contra contra la de Shino, que en realidad se sentía bastante fresca.  

-Los kikai dentro de mi funcionan como un regulador de temperatura corporal. Aun si hace calor, no me afecta como a los demás. Pero gracias por preocuparte.-

  -Tks. No me estaba preocupando por ti. Pero no soporto que siempre te comportes como si no estuvieras aquí.-  

Shino alzó las cejas, por sobre los cristales oscuros de los lentes, confuso. 

  -Pero estoy aquí. Contigo. Y Akamaru.-

  -Bien. Pero suéltame.-   

-Sólo... un poco más.- Shino deslizó los dedos sobre la espalda del niño perro. Aun por sobre la tela de la playera, el cuerpo de Kiba reconoció la sensación como deliciosa.

  -Maldito gusano. Haces ...que me de más calor...-   Kiba empujó a Shino por los hombros, haciéndolo quedar recostado sobre la tarima, y  él encima, besándolo. 

  ¿Quería incitarlo? 

  Pues lo había logrado.  

Ni que fuera tan difícil.   

  Una vez que Shino empezaba a provocarlo, Kiba se dejaba seducir. Siempre pugnando momentáneamente para evitarlo, pero al final se había convertido en una debilidad en la que deseaba caer. 

  Los labios del maneja insectos contra los suyos, su lengua recorriendo su boca sedosamente, su sabor envenenándolo de un deseo incontrolable.   Eso era lo que Shino quería ¿No?  

  Volverlo una especie de adicto, envolviéndolo con sus artimañas silenciosas, pareciendo siempre tan tranquilo, mientras a Kiba le hervía el cuerpo.

  Pero le gustaba. Le gustaba mucho aquella situación. Aun si era extraño y molesto.   

- ¡Kiba! ¡Shino! -

  Al escuchar la voz de Hana, Kiba saltó hacia atrás, tratando de alejarse de su pequeño juego a escondidas. Pero tropezó, y cayó de espaldas sobre el charco de lodo que se había formado con el agua de la manguera. 

  -¿Qué estás haciendo?- preguntó Hana, sacando la cabeza por la ventada de la cocina. -Ya estás grande para jugar en el lodo, Kiba.-  

-Agh, cállate. Me caí.-

  -Ya estás grande para caerte en charcos de lodo. Espero que sepas que tú tendrás que lavar esa ropa.-

  -¡Si, ya lo sé!-  

-Bien. ¡Ah, si! ¿Quieren tu y Shino comer helado?-

  -Si, está bien.-

  -Bueno. Entonces ve a comprar un poco, ¿Si?-  

-Agh. Hermana.-      

 

 

 

  -¿Entonces tampoco te da frío?- pregunto Kiba, caminando delante, con Akamaru. Shino iba un poco más lento, detrás de ellos. Había vuelto a ponerse el abrigo, que ya estaba seco, por los fuertes rayos del sol.

  -Siento frío, y calor. Los kikai pueden hacer que sea en una cantidad mucho menor que para el resto de las personas.-  

-Ah. Parece conveniente...- resopló Kiba, envidiándolo momentáneamente.

-Eso explica tu forma de ser. Debe ser aburrido sentir siempre todo a medias.-  

-No es que sienta todo a medias.- replicó Shino, en voz baja.  

-¿Es también así con el dolor?-

  -También pueden reducir el nivel de dolor, cuando es necesario.-

  -Umh... Grrr, no soporto el calor. Vamos al río un rato.- 

  -Pero, el helado...-  

-Podemos comprarlo cuando volvamos.-  

 

Kiba se desvió del camino, hacia el límite del bosque que rodeaba la aldea.   Y Akamaru y Shino lo siguieron.  

 

Entre la espesa arboleda el calor se hacía más húmedo, y el olor a hierba y musgo era muy intenso. 

  En cuanto llegaron a la orilla del río, Kiba se sacó las sandalias y se sumergió hasta la cintura en el agua.  

- ¡Ah! ¡Está muy fresca!-  exclamó contento. -Akamaru, Shino, vengan.-  

-¡Waff!- Akamaru se encaramó sobre la gruesa raíz de un árbol, levantada casi un metro sobre el suelo, y la usó como catapulta, saltando desde ella, para caer en el agua.

  -Me quedo aquí.- dijo Shino, desde la orilla.  

-Como quieras.- Kiba se sacó la playera de tirantes y la lanzó sobre las ramas de un arbusto y luego se sumergió en el agua, seguido por su perrito. 

  Nadaron hacia el lado profundo, así que Shino los perdió de vista en algún punto. De todas formas había encontrado algo interesante en que entretenerse, cuando una enorme chinche acuática llamo su atención. Metió la mano en el agua para tomarla entre los dedos, y la criatura se dejó agarrar, quedándose quieta, permitiéndole observarla.

  -Un macho belostomatidae lethocerus.- 

  El insecto se animó de pronto, saltando hacia el agua de nuevo, seguramente presintiendo el peligro que se presentó como un kunai que fue a incrustarse en el tronco de un árbol, justo por sobre la cabeza del chico Aburame.  

-¡Ah! ¡Rayos! ¿En dónde cayó?-  

Una voz estruendosa rompió la atmósfera tranquila, y la persona a la que pertenecía, que parecía moverse por el bosque con la gracilidad de un elefante, apareció de pronto, saltando entre los  árboles.  

Era Uzumaki Naruto, con el rostro sonrojado, probablemente por estar corriendo bajo el sol de un día especialmente caluroso.

  -Ah. Hola, Shino... ¿Has visto un kunai pasar por aquí? ¡Ah! ¡ Ahí está! ¡Cerca de tu cabeza! Un poco más abajo y pude haberte golpeado, ¿No crees? Ahahahaha.- 

  El pequeño muchacho se acercó a donde estaba Shino, y sacó su kunai de la corteza del árbol.  

-Oye, ¿Qué estás haciendo aquí tú solo?- preguntó, curioso, como era siempre, guardando su arma en la bolsita que colgaba de la parte trasera de su pantalón.  

-Observaba insectos.-  

-Ah ¿Si?. Claro. Me lo imaginaba. Tú siempre estás rodeado de insectos.- soltó el rubio, más como una observación, que como alguna especie de crítica.

-Ya que estás aquí ¿Quieres entrenar conmigo?-   Shino miró la corriente del río, preguntándose que tan lejos había ido Kiba,y si tenia tiempo para cumplir la petición que acababan de hacerle. 

No tenia ningún interés particular en entrenar con Naruto, pero tampoco tenía una razón para negarse, aun que le parecía más atrayente observar a las chinches de agua.  

-¿Por qué  no estás entrenando con tu equipo?- indagó.  

-¿Qué? Ah...- Naruto ladeó la cabeza. -Bueno, Kakashi-sensei está ocupado. Y Sakura no quiso venir. Y de todas formas no quiero entrenar con el amargado de Sasuke... -

  Shino creyó que que el rubio iba a decir alguna otra cosa, pero en vez de  éso levantó  las manos frente al pecho, formando un sello con los dedos y gritó:  

-¡Kage Bunshin no Jutsu!-

  Un instante después una multitud de Narutos habían aparecido, desperdigándose por todos lados sobre las copas de los  árboles y entre los arbustos. 

  -¡Me haré más fuerte por mi cuenta!- clamó uno de los Narutos, saltando a las ramas más altas de un árbol, donde al no fijarse bien fue a meter un pie dentro de un panal de avispas. 

El Naruto gritó,cayendo al agua, donde su cuerpo se desvaneció.

  Los demás Narutos gritaron también, cuando un ejército de avispas enfurecidas se levantó contra ellos, como una aterradora nube oscura llena de aguijones.  

Las avispas no parecieron reparar en Shino, que se había quedado inmóvil en donde estaba, observando. Pero los clones de sombra de Naruto fueron cayendo uno a uno, victimas de los feroces ataques.

  -¡Oye, Naruto! ¿¡Qué estás haciendo!? - grito Kiba, emergiendo del agua. Al instante los insectos se lanzaron también contra él, atacándolo con mucha velocidad. -¡Akamaru! ¡ Quédate en el agua! - grito Kiba, hundiendo el cuerpo del perrito en el río para protegerlo, y sumergiéndose  él también, aun que ya lo habían recibido algunas picaduras.  

El verdadero Naruto debía haber conseguido huir, pues los últimos en caer se habían desvanecido en el aire, por que no eran más que clones.  

Las avispas continuaron su rabieta un poco más, pero al asegurarse de que no quedaba ningún blanco móvil contra el que ensañarse, terminaron por marcharse.  

-Kiba. ¿Estás bien?- pregunto Shino, cuando Kiba emergió del agua, seguido por Akamaru. El chico tosió y escupió agua antes de poder contestar.  

-Si. Aun que alcanzaron a picarme.- su torso, brazos y rostro habían quedado marcadas con ronchas rojas. -¿Qué me dices tú, amigo?- preguntó, volviéndose hacia su pequeño perrito. Pero Akamaru estaba perfectamente, sacudiendo su pelaje, intentando quedar seco.  

-¡Waff! ¡Waff!-  

-Menos mal.- Kiba se sentó en el suelo, colocándose con cuidado la playera y las sandalias -Duele más de lo que imaginaba.-

  -¿No te habían picado antes?- Shino se puso en cuclillas junto a  él, observando las ronchas.    -

No. Había logrado evitarlo hasta ahora. Ese torpe de Naruto...-  

-Empezarán a hincharse muy pronto. Debemos ir a atenderte.-  

-Estoy bien. Hay que ir por el helado de Hana.-  

-Kiba...-  

-No es nada. Demonos prisa, ¿Si?- 

  El chico se puso de pie, de vuelta hacia la aldea.   

-¿Cómo te sientes?-

  -Estoy bien. Preocúpate por ti. También te atacaron. ¿No?-  

-No.- 

  Y era cierto. Shino no parecía llevar encima una sola picadura. Al menos no en un lugar visible.

  -Ah, claro. Le gustas a los insectos.-  

-Kiba, déjame curarte. Te picaron muchas veces.-

  -Ah, ya cállate. Te dije que no es nada.-  

-¿Qué ganas con ser tan necio?-

  Akamaru también protestó, chillando débilmente para hacer saber a su amo que estaba preocupado por  él.  

-Les digo que estoy bien.- gruñó Kiba. La tienda de helado estaba a un par de calles. Luego eran cinco cuadras para volver a casa. Le dolía bastante todo el cuerpo, pero había tenido dolores peores antes, y no iba a dejarse ganar por unos cuantos piquetes. Mucho menos frente a Shino, el señor amo todo poderoso de los insectos.

  Eso no.  

Aun cuando a momentos sentía que se quedaba sin fuerza, bajo el sol, con el dolor, con una jaqueca que le hacia sentir mareado. 

  El cumplir con su objetivo resultó mucho más difícil de lo que esperaba. Le pareció que había atravesado un desierto inmenso antes de llegar a casa con el paquete de helado, pero en cuanto cruzó el umbral cayó inconsciente al suelo.

 

 

 

  Cuando por fin pudo abrir los ojos, de lo primero que tuvo consciencia fue la comprensa fría que tenia en la frente. Se sentía extremadamente bien esa frescura contra su cuerpo afiebrado y dolorido.

  -Waw...- Akamaru lamió sus dedos. Estaba junto a  él, sobre su cama. Reconocía el techo de su habitación.  

-Kiba ¿Cómo te sientes?-  

-Ah. Hermana. Apaga la luz. Me molesta.-

  Hana fue a apagar la luz. Por la ventana entraba apenas un leve resplandor, así que ya debía estar anocheciendo.   

-Me duele.- se quejó  él, con voz débil.  

-¿Qué te duele?- preguntó ella, acercándose de nuevo a la cama.

  -Ah... todo.-  

-Eso es por que el veneno y las picaduras inflamadas. Kiba, debiste venir a casa enseguida.-  

-Si sé...-  

-Pudiste morir.-  

-No exageres. Son sólo picaduras de insecto.-  

-Pero resulta que tuviste una reacción alérgica . Y te picaron muchas veces.-

  El chico cerró los ojos. La cabeza le punzaba.  

-¿Y Shino?-  

-Se fue.- la muchacha le retiró la comprensa de la frente y le colocó una nueva, más fría, que se sintió incómoda contra su piel al principio, pero después se volvió un contacto delicioso.

  -Ah. Bien. Mejor que no me vea así.-  

-Bueno. Te vio. Fue quien te subió hasta acá luego de que te desmayaras en la entrada. Y luego  él se encargó de aplicarte medicina en todas las picaduras.-  

-¿Eh?-   

-Trajo una pomada medicinal de su casa. Dijo que te ayudará a eliminar el veneno más pronto y a bajar la hinchazón. Tienes mucha suerte de que tu compañero sea un experto en insectos.-  

-Eso es por que el es un insecto.- murmuró el chico. Ahora se sentía peor, pues también su orgullo estaba resentido.  

-Y dijo que Naruto Uzumaki también había sido picado, así que fue a verlo para asegurarse de que no tuviera también una reacción alérgica.-

  -Nh.-

  -Tiene un buen corazón. ¿No lo crees, Kiba?-

  Pero el muchacho guardo silencio, prefiriendo fingir que estaba dormido. No tendría que fingir mucho. El agotamiento se estaba apoderando de  él, jalándolo hacia una dulce inconsciencia.  

Claro que creía que Shino tenia un buen corazón. 

  Eso también le gustaba de  él.  

 

 

 

    Naruto debía tener una enorme resistencia al veneno de avispa, pensó Shino, fascinado luego de ir a verlo y comprobar que estaba bien. De las picaduras no quedaba ni un sólo indicio en el cuerpo del chico, ni una sola marca. Ni dolor, ni ninguna otra clase de síntomas. Era casi como si no lo hubieran picado. 

Aun que Naruto aseguraba que si, y muchas veces, y que había dolido un montón.  Así que al final Shino volvió a su casa con el frasco de pomada medicinal que había pensado en darle Naruto. Había dejado otro en casa de los Inuzuka.  

Esperaba que la medicina lograra mejorar la condición de Kiba.   ¿Por qué debía ser Kiba tan imprudente?   

Podía lidiar con que se comportara de esa forma normalmente, pero no bajo situaciones que ponían en riesgo su vida.

  Una presión fue creciendo su pecho al pensar en que a Kiba pudiera ocurrirle algo malo. Era una angustia muy onda. Y muy fuera de lugar. Por que Kiba, al igual que  él era un ninja. Su vida estaría amenazada en todo momento siempre. Esa era la realidad shinobi. Su realidad, la  de su familia, de sus amigos y de casi todos a los que conocía. Lo había aceptado desde que era un niño. Pero algo dentro de el parecía rebelarse a aceptar ese destino para Kiba también. 

No. 

No quería que nada malo le ocurriera a Kiba. 

Esa idea le llenaba de una forma de temor que no habia experimentado antes.   Fue éso mismo lo que le impidió dormir esa noche. Metido en la cama, intentando conciliar el sueño,la sensación desagradable en su pecho le impedía respirar con libertad, como si el aire en sus pulmones se volviera cada vez más pesado. Así que decidió ponerse en pie y salir a caminar. Eso pareció calmarlo. Recorrer aquella calle lentamente, sintiendo como con cada paso que daba se aligeraba su tensión. Y luego, cuando finalmente llegaba a su destino, respiraba profundamente, sintiéndose ligero.

  Estaba frente a la casa Inuzuka de nuevo. Las luces estaban apagadas, lo que era lógico, por que a esa hora debían estar durmiendo, como hacia la gente normalmente.  

Rodeó la cerca, saltó suavemente sobre el tejado a dos aguas y se asomó por una de las ventanas. La del cuarto de Kiba. 

  El cielo despejado permitía que hubiera suficiente claridad de luna para conseguir ver dentro de la habitación. Kiba dormía. Su respiración parecía suave y acompasada, así que debía estar mejorando. 

  Akamaru,acostado junto a Kiba, levantó la cabeza de entre las mantas. Se había percatado de la presencia del chico Aburame.  

Le saludó agitando el rabo, y Shino le respondió con un leve movimiento de mano.   Luego bajo del techo y volvió a la calle.   

Kiba estaba bien. Podía volver tranquilo a casa por esa noche.    

    -¿Cómo te sientes?- preguntó Hana, sentándose a la orilla de la cama.   Kiba entre abrió los ojos y la luz del día le obligó a cerrarlos de nuevo. 

  -Todavía me duele.- respondió con voz pastosa, poniéndose el dorso de la mano sobre los ojos.-¿Qué hora es?-  

-Casi las 5. Has dormido todo el día.-

    -Ah, el entrenamiento.-  

-Vamos, el entrenamiento ya debe haber terminado. Kurenai-sensei entenderá que no hayas ido.-  

-Agh, rayos.-

  -Deja las rabietas. Ten ponte esto.- le arrojó un pequeño bote, que Kiba alcanzo a tomar con las manos antes de que le golpeara la cabeza.  

-¿Qué es?-  

-El  ungüento medicinal que trajo Shino. Aplícala sobre las picaduras.-

  -Umh.-Kiba abrió el frasco y lo olió. Por inercia, como hacía con todo lo que provocaba su curiosidad. Después de todo el olfato era su sentido más desarrollado. Pero retiró el bote en seguida, con una mueca de desagrado.

  -¡Argh! ¡Esto huele horrible!-

  -Si. Pero funciona. Para que ya estés gritando debe ser que estás mucho mejor.-

  El chico frunció el ceño.  

-Estoy bien, hermana.-

  Hana le tocó la frente.

  -Aun tienes algo de fiebre.- le acarició  con suavidad el flequillo y se levantó. -Voy a traerte algo de comer.-

  Cuando ella salió de la habitación, el chico procedió a aplicarse la hedionda medicina. Las picaduras aun estaban  inflamas y enrojecidas, y dolían.

  No era que no supiera que había sido muy terco y estúpido al no dejarse atender pronto. Aun que tampoco se imaginaba que iba a resultar ser alérgico al veneno de las avispas. 

  Al ponerse la pomada sobre las picaduras, la piel le escoció, pero casi en seguida la sensación se fue convirtiendo en un agradable frescura que aminoró el dolor al instante.  

Tendría que agradecerle a Shino.  

Tendría que disculparse con  él.

 Se había portado bastante tonto sólo por orgullo. No quería que lo viera débil, sólo por las picaduras de unos insectos. Y al final no habia hecho mas que empeorar las cosas. Y Shino había tenido que ir hasta su casa a traerle medicina.   

Shino que era tan paciente con  él.  

Y de pronto se dio cuenta que estaba añorando verlo. 

  -¡Kiba! ¡Tienes visitas!- grito Hana. Y el primer pensamiento que invadió la mente del  chico Inuzuka es que se trataba de Shino. Quizá lo había invocado por estar pensando en  él. Aun que tampoco es que lo estuviera pensando tanto.   

¿Se estaba poniendo nervioso?

  No podía percibir ningún otro olor ademas del de la medicina, así que no podía saber quien era su visita misteriosa.

  Y entonces ella apareció en la puerta del dormitorio. Era Hinata, con su sonrisa pequeña y tímida.   

-Hola.-  

-Ah, pasa, Hinata.-

  Después de todo se había equivocado, pensó, sintiéndose un poco decepcionado. No por que no quisiera ve a Hinata, si no por que, aun que no iba a aceptarlo ni para si mismo, estaba esperando que fuera alguien mas.  

-¿Cómo te sientes?- preguntó ella.  

-Seguramente mejor de lo que luzco.- respondió, dejando el frasco de pomada en la mesita de noche.

  -Shino me contó lo que pasó. Ah, también a Kurenai-sensei. Ella dijo que... espera que te repongas pronto.-  

-Ya estoy bien. Mañana iré al entrenamiento.-

  -Shino también te mando saludos. Tenia cosas que hacer... así que no pudo venir...-

  -Ah.-

  Así que "cosas que hacer".  

 

La niña se acercó a la cama y observó a su compañero de equipo, con una expresión algo impresionada.  

-¿Tan mal se ve?-  

-Ah...n-no... es que, te picaron mucho.-  

Kiba se llevó una mano a la cara, donde tenia varias picaduras en la frente y en las mejillas. Sus brazos y manos también tenían pequeñas ronchas rojas.  

-No es nada.-  

-Eres ...muy resistente...-

  -Pues claro que si. ¿Qué esperabas?-  

 

 

    Después de que que Hinata se hubo ido, y luego de la hora de la cena, Kiba se quedó profundamente dormido, sin enterarse de que Shino había ido a visitarlo, pero como dormía, Hana y el habían convenido que lo mejor seria  dejarlo descansar.  

Así que Shino volvió a su casa, entro a su habitación, se sentó en la cama y se dio cuenta que pasaría otra noche sin poder descansar. La conocida opresión en el pecho había regresado.   

Quería ver a Kiba. Sólo verlo. Un momento. Aun que durmiera.  

Así que volvió a la calle, sobre sus paso, de vuelta a la casa Inuzuka.    Subió al techo y se acercó a la ventana de Kiba.

  El pequeño Inuzuka dormía. Akamaru estaba con el en la cama. 

  Todo en orden.    

 

 -¿Qué demonios haces?-

  Escucho detrás de  él, cuando ya se había dado la vuelta para empezar a marcharse.   

Kiba acababa de abrir la ventana y asomaba medio cuerpo, frotándose los ojos adormilados.  

-Lo siento.- musitó Shino. -¿Te desperté?-  

-Si. ¿Qué querías?-  

-Quería ver que estuvieras bien.- respondió el chico Aburame, tratando de hablar lo más bajo posible para no importunar a nadie.

  -Umh. Debiste venir en la tarde, en horas de visita. Pero claro, siempre tienes que hacer todo a tu manera rara. -  

-Tenia algo que hacer. Vine mas tarde, pero ya estabas dormido.-  

  -Oh, y por eso decidiste pasearte frente a la ventana a la mitad de la noche, maldito acosador.-

  -Si te molesta no volveré a hacerlo.-

  -Lo que me molesta es que te quedes a observar desde afuera como un fantasma.- dijo, haciéndose a un lado -Entra ya.-  

Shino se sacó las sandalias y las dejó bajo la ventana antes de entrar.     Akamaru se le acercó, olisqueando y meneando el rabo, y el genin se inclinó para hacerle un mimo en la cabeza.  

-¿Cómo te sientes, Kiba?-  

Kiba no respondió. Fue a cerrar la ventana y corrió las cortinas. 

    En la oscuridad Shino sintió el calor de Kiba, y percibió notó las manos del chico sobre  él, que se movían por su pecho, empezando a desabotonarle el abrigo  

-¿Qué haces?-  

-Estoy contento de verte. ¿No se nota?-

  Kiba tiró del abrigo, haciendo que cayera al piso y buscó los labios de Shino.  

Shino tomó de la cintura a Kiba, y lo empujó sobre la cama. Kiba se quejó levemente por caer en una posición incómoda, pero enseguida enredando sus brazos al rededor de Shino y busco sus labios.  

-Esto... es lo que venias a buscar. ¿No?-  

-No.- jadeó, Shino, metiendo las manos bajo la playera de su compañero.   -¿No?-preguntó Kiba, mordisqueándole suavemente el labio inferior.-¿Entonces me detengo?-

  Shino soltó un gemido bajito y grave, al sentir uno de los muslo de Kiba frotarse entre sus piernas, no a propósito, al principio, pero al darse cuenta, el  cachorro se movió suavemente contra la entrepierna de Shino.

  Pero Shino si lo hizo detenerse, y Kiba le miró, desconcertado.  

-¿Qué?- 

  Shino le tomó el rostro entre sus mano y apoyó su frente contra la del cachorro.     

-Tienes fiebre, Kiba-  

  -Estoy bien-

  -Es mejor que descanses.-

  -No. Estoy bien.- intentó besarlo de nuevo, y su compañero le correspondió con un beso corto y rápido, para después ponerse de pie, tomar su abrigo y caminar hacia la ventana.  

-Shino...-  

-Nos veremos mañana.-  

El pequeño Inuzuka pasó de la sorpresa a la furia en un segundo.  

-Bien, lárgate.- escupió Kiba con amargura. -Si tanto te apetece irte, anda ya. ¡ Márchate! ¡Y no vuelvas! No se a que demonios vienes en primer lugar... Sólo das problemas.-

  -Buenas noches.-  

Cuando Shino se alejó de la casa, Kiba todavía estaba soltando improperios. Estaba furioso. O confundido. O excitado. O todo eso al mismo tiempo.  

- ¿Para qué diablos tiene que venir a mitad de la noche? ¿Por qué mierda tiene que ...? ¡Agh!- golpeó una almohada, tratando de saciar con ella su frustración. Pero no funcionó. La terrible tormenta de emociones dentro de el crecía a cada momento.   

-Waaw.-

  -Akamaru... voy a salir. Quédate aquí.-    

 

 

 

  Al volver a casa, el muchacho Aburame se tumbó en la cama, sin tener si quiera el cuidado de sacarse la ropa o acomodar las mantas. Se rodó hacia un lado, y suspiró pesadamente. Le había costado mucho dominarse allá en el dormitorio de Kiba, y deseaba no haber tenido que hacerlo. 

  Ahora su cuerpo se había quedado a mitad de algo, y el calor que sentía resultaba tan incómoda como la opresión en el pecho que había tenido antes de salir de casa un rato antes.

  Y luego tuvo una sensación de alerta que le hizo levantarse y al mirar hacia la ventana vio a Kiba, que se metía a su habitación.  

-¿Qué demonios pasa contigo, Shino?-gruñó, en voz baja y con una mirada muy seria en sus ojos feroces. -Explícame... ¿Es qué a caso te doy asco con la piel llena de picaduras? ¿Ya no te gusto así? ¿Ah?- se iba acercando lentamente a la cama, con los puños tensos, como si fuera a golpearlo en cualquier momento. Pero Shino no se alarmó.

  -Me gustas.-

  -Tks... Entonces ¿Por qué? ¿Será que no te gusto para tener sexo?-  

El silencio que siguió le pareció al cachorro una especie de afirmación.  

-Ya, es eso.-  

-No es eso. Aun no te recuperas del todo...-  

-¡Deja..! - el chico se detuvo y se forzó a si mismo a bajar la voz, para no despertar a nadie -Deja de preocuparte. No me voy a romper. Estoy perfectamente. Lo suficiente como para venir a buscarte.-

  Shino se lanzó sobre él, abrazándolo con fuerza, y Kiba se dejó envolver por su familiar calidez, olvidándose momentáneamente de su enojo.   

-No quiero que te ocurra nada malo, Kiba.-

  -No ...digas tonterías...-   

-Lo siento.-

  -Deja de preocuparte ¿Quieres? No soy ningún débil, puedo cuidarme-

  -Lo sé. Pero eres imprudente y obstinado, y no escuchas lo que otros te dicen, aun si es por tu bien-

  -Ya. - gruñó el cachorro.-Si es por lo de ayer lamento haber sido tan necio. Y también gracias... por ayudarme y por esa horrorosa medicina.-

  -No ha funcionado bien. Todavía tienes fiebre.- señalo, al notar que la temperatura corporal de Kiba seguía elevada.   

-Bien. Eso tal vez sea por otra cosa...- respondió, buscando su boca.

Shino le acarició los labios, y los sintió secos.   

-Tu rostro esta enrojecido.-  

-Es... por que me gustas... Shino... mucho.-  

-Ven. Acuéstate.-   Kiba se dejó conducir a la cama.

  -¿Estás escuchando? Me gustas.- repitió, mientras lo arropaban.  

-Te escucho.- 

  Para que Kiba estuviera diciendo eso tan fácilmente debía ser que la fiebre le estaba afectando.

  -Gracias por decirlo.- respondió, inclinándose para besar su frente. -Tendrás que pasar la noche aquí.-  

-Por eso vine.- el cachorro levantó los brazos para abrazarse a su cuello. -Por que quiero pasar la noche contigo. Por que me gustas.-  

-Trata de dormir.-  

-No me crees. ¿Ah? ¿Crees que lo digo por que tengo fiebre? No es así. Me gustas. Más... que ninguna... otra persona.-  

Al final el malestar hizo caer a Kiba en un sueño profundo. Shino pasó el resto de la noche, velándolo,  sentado a su lado, poniéndole compresas frías para bajar su temperatura  

 

    Cuando Kiba despertó, muy temprano en la mañana, no reconoció el techo bajo el que estaba. Un techo blanco, al igual que las paredes, desprovistas de algún tipo de decoración.   

 Había un pequeño librero del otro lado de la habitación, con libros, si, y una granja de hormigas, y una fotografía en donde aparecía el y Akamaru, Hinata, Kurenai-sensei y Shino.

  Shino.

  Todos los recuerdos de la noche anterior saltaron a su mente.

    -¡Diablos!-

  Salió de la cama, sintiéndose perfectamente. La hinchazón de las picaduras se había ido.  

-Buenos días. ¿Te sientes mejor?-  

Al darse la vuelta se encontró de frente con Shino, que estaba en la puerta del dormitorio, con una bandeja con el desayuno en las manos.  

-Ah... si.-  

-¿Tienes hambres?-  

-No. Me voy a casa o Hana se ponga histérica al no verme.-   Shino dejo la bandeja sobre un pequeño buro.  

-Siento lo de anoche.-  

-No importa.-  

-Espero que tus papas no se hayan despertado por mi culpa.-  

-No. Están en una misión. No hay nadie mas en casa.-  

-Oh...-  

-Por eso estuve ocupado ayer en la tarde, ayudándolos a prepararse.-  

-Si estas sólo puedo quedarme a desayunar contigo.-

  -No hace falta. Ve a tu casa para que Hana no se preocupe. Nos veremos mas tarde en el entrenamiento.-

  -Si.-

  Kiba se dio cuenta que estaba caminando hacia la ventana, y se detuvo. Había entrado por ahí la noche anterior, pero podía salir por la puerta.

  La noche anterior...   

-Lo que anoche dije era cierto.- soltó, de espaldas a Shino. Aun asi podía sentir su mirada clavada en la espaldas, e imaginar la expresión calmada que tendría. y que tanto le agradaba.    

 

-Vine por que quería pasar la noche contigo, por que me gustas... Quiero que lo entiendas, aun cuando no te lo digo siempre.- dijo, dándose la vuelta, para mirarlo.   

-Lo entiendo.-  

-Bien.-  

-Puedes venir a pasar la noche aquí hoy, si aun quieres...-  

-Si. Quiero.-

  Kiba se acercó. Sus manos sobre los hombre de Shino. Las manos de Shino sobre su espalda. Y se besaron.  


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