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Blue Diamond por Eisheth

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Notas del capitulo:

¡¡Hola~!!

¡Feliz Halloween, día de muertos, o cualquier otra festividad que tengan!

 

Pues por más locura que considere esto, lo haré.

Con motivo a estas fechas –o más bien, como excusa–, comenzaré un  nuevo fanfic, algo raro a mi parecer xD.

Pido disculpas también a los seguidores de ‘A los quince’, pues me tomará más tiempo de lo planeado dichosa continuación. Sí, yo y mis bloqueos.

 

Por ahora, espero y sea de su agrado y bien recibido este nuevo proyecto.

Esta será una introducción, y le planeo unos 15-20 capítulos a la historia, pero lo mismo pensaba del otro FF xDU.

 

 Los personajes de Kuroshitsuji pertenecen únicamente a Yana Toboso. Esta historia salió de mi imaginación. 

 

Y sin más palabrería, bienvenidos a mi nuevo mundo (?).

 

Prólogo.

 

 

 

 

 

Nuevamente el mismo juego, todo se le tornaba aburrido. Sin embargo, se dio cuenta de que tal vez no sería así.

Se encontraba sentada en una pequeña mesa circular, tomando una humeante taza de té negro. Parecía ser una persona fuerte, pero después de observarla durante días, pudo descifrar que esa fortaleza era tan solo una máscara ante la sociedad.

Vestía un largo vestido blanco ceñido tan solo de la cintura para arriba; después, caía grácilmente sobre sus piernas cruzadas. Ese corte en el sedoso cabello ambarino no le favorecía en nada, sobretodo porque ocultaban aquellos hermosos ojos más profundos que el mar. Tal vez esa era la razón por la cual nadie en ese barco le volteaba a ver, tanto hombres como mujeres. Sonrió para sí mismo, ahora alguien estaba interesado en ella como nunca antes.

 

 

 

Cinco años después.

 

 

Abruptamente despertó y cayó en la realidad.

Se levantó de la cama y observó a su acompañante en la habitación. Corroboró que éste se encontrara aún dormido y escribió una pequeña nota para cuando despertase:

 

Siento no avisarte que me iba. Tenía cosas que hacer.

 

No necesitó escribir el destinatario o remitente, estaba seguro de que esa persona entendería. Con mucho sigilo se dirigió al gran armario que igualmente compartía con su compañero y  tomó las cosas necesarias para ese día, guardó unas más en una pequeña maleta oscura y se encerró en el cuarto del baño para arreglarse.

Un pantalón oscuro, una camisa blanca y una jersey negra bastarían para contraatacar el ligero frío que los bosques ofrecían por la mañana. Se arregló superficialmente y lentamente abrió la puerta del dormitorio para no despertar al otro ser que descansaba en la cama contigua.

Tenía que escapar antes de ser descubierto.

 

-          ¡¿A dónde crees que vas, Phantomhive?! –descubrió su acompañante al escuchar un pequeño crujido producto de la puerta de madera. Aún sin inmutarse, el mencionado se giró para verle directamente.

 

 

-          ¡Lejos de ti! –el joven se enojó ante el comentario y se deshizo del antifaz púrpura que cubrían sus ojos.

 

 

-          ¡Oh, no! ¡Eso no! ¡Prometiste que te quedarías conmigo!

 

 

-          Baja la voz, despertarás a todos. –de un brinco el sujeto de cabellera rubia se levantó de la desarreglada cama aún en el ligero camisón que portaba y tomó del jersey a su amigo para evitar su huida.

 

 

-          Pero lo prometiste –susurró suplicante. Jaló a su compañero dentro de la habitación y aseguró la puerta para no ser abierta de otra forma que no sea con la llave que guardó dentro de sus ropas.

 

Resignado más que nada, soltó un bufido de aburrimiento y se tiró encima de su propia cama, acurrucándose entre las suaves sábanas de seda en lo que su compañero se arreglaba sin pudor alguno frente a él. Probaba diversas prendas del mismo modelo en diferentes colores, decidiéndose por el mismo uniforme que su amigo, agregándole un elegante saco en color azul claro con el blasón característico del lugar.

 

-          Vamos, debes arreglarte mejor –le comentó mientras cepillaba su dorado cabello y abría las cortinas del gran ventanal.

Terminó de arreglarse con unas cuantas pulseras, un refinado reloj de diseñador y unos diminutos aretes que combinaran con sus prendas. Corrió hasta la otra cama y saltó encima de su compañero para despertarlo de la pequeña siesta que trataba de tomar, sacándole las sábanas de encima y gritándole al oído que se levante.

Le arregló el uniforme y agregó el mismo saco que él portaba, peinó su cabello con el cepillo de cerdas naturales que tanto cuidaba, agregó unos aretes que jugaban con el color de su cabello y aplicó el oscuro parche sobre su ojo derecho para dar por finalizada su obra.

 

-          ¡Voilá! Ahora eres la clara representación del arte mismo.

 

 

-          Alois, es sólo el primer día de escuela.

 

 

-          No, Ciel. No es ‘sólo’ el primer día de clases, es ‘el primer día de clases’. Ahora corre, tenemos un programa por transmitir.

 

Ambos caminaron hasta el armario que compartían y, haciendo a un lado la ropa que les estorbaba, abrieron la puerta que se ocultaba tras los abrigos y demás ropas que usarían a diario.

Se adentraron al interior y caminaron en ese largo y oscuro pasillo con ayuda de las lámparas que habían instalado hace apenas unos días para una mejor comodidad, llegaron al final del pasillo, hasta encontrarse con una nueva puerta que daba con el salón correspondiente y tomaros sus respectivos lugares para prepararse junto al joven estudiante que ya se encontraba minutos antes en la cabina.

Se colocaron los audífonos cada uno de ellos y la señal de su socio llamó su atención.

 

-          Estarán al aire en tres, dos uno…

 

 

-          ¡Buenos días internado Mill…! Phantom & Spider comienza con su primera transmisión especial en la mañana del primer día. ¿Qué tal su despertar? ¿Qué es lo que esperan este primer día de clases? ¡Oh, sí! Un nuevo año ha comenzado, con muchos más alumnos que el anterior, pues según nos rumorearon por ahí, este año habrán estudiantes especiales. ¡Mala suerte para quien tenía privilegios en las habitaciones! Ahora todos, absolutamente todos tendrán un compañero por defecto. ¿No es así, Phantom?

 

 

-          Hmp…

 

 

-          Grandes y sabias palabras de mi compañero. Discúlpenlo, amaneció de mal humor por culpa de su nuevo inquilino… Claude también nos acompaña el día de hoy, ¿que nos dices acerca de este nuevo comienzo?

 

 

-          Realmente podría ser interesante. Aceptar a aquellos estudiantes especiales le da más honor a un internado como Millennium.

 

 

-          Me alegra saber que pronuncies más palabras que Phantom, y sí, considero que la cosa podría ser interesante. Así que, chicos, chicas, alumnos de este honorable instituto… elijan sus mejores ropas y dispónganse a conquistar una nueva pareja este año, o simplemente a sorprender a los nuevos y decir quién manda aquí –a la señal del rubio, Ciel activó una alarma de la computadora central dejando que sonara en medio de su transmisión.  –oh, no amigos. Parece que faltan tan sólo un cuarto de hora para dar comienzo con las jornadas escolares, así que tomen sus maletas, arréglense la ropa y salgan a toda prisa hacia sus aulas designadas este año.

 

 

-          Esperamos en nuestro blog sus comentarios y sugerencias para nuestros próximos programas. Recuerden que transmitiremos los lunes y viernes de cada semana, a las nueve de la noche en punto, contamos con sus visitas a la radio por internet.

 

 

-          ¡Y les tengo una sorpresa! –exclamó, desconcertando por completo a los otros dos. No había otra cosa planeada, ¿o sí?– Mi querido amigo Phantom ha aceptado salir al baile de invierno con el chico o chica que adivine su identidad. ¡Vengan al estudio si gustan! ¡Intenten traspasar la mejorada seguridad que ha sido aplicada este año!

 

 

-          ¡Hey! –se alarmaron tanto el cobalto como el ambarino, ambos en su lugar mirando enojado a su irresponsable compañero – ¡Eso no es…!

 

 

-          ¡Somos Phantom & Spider y los esperamos en nuestra próxima transmisión! ¡Hasta la vista! –le interrumpió con una gran sonrisa en el rostro mientras que daba señal al tercero de que detenga la transmisión.

 

 

-          Están fuera del aire. –anunció y enseguida el rubio soltó eufóricas carcajadas ante la reacción de su amigo que fue justamente la que planeó. –Alois, no creo que la propuesta pública haya sido lo mejor. –le reprochó pensando en las posibles consecuencias de un impulso infantil. Miró a Ciel, menor de todos ellos, quien aún presentaba incredulidad en el rostro.

 

 

-          Tranquilo, Clau. Desde el año pasado que comenzamos el programa, nadie ha podido descubrir la identidad de Ciel. –comentó en lo que se sentaba entre las piernas del mayor. –Además, no creo que él guste de ir a esos eventos y en caso de ser descubierto, al menos asistirá de esa forma. –insinuó en lo que recorría un camino desde el cuello al vientre de su adorado.

 

 

-          De prisa, Alois. –le llamó después de cobrar la compostura orgullosa que lo caracterizaba, pero aun completamente fastidiado por su actitud tan liberal. –Las clases están por comenzar.

 

 

-          Adelántate Phantom. –le dijo. –Me quedaré unos minutos con Claude. –susurró y, en un último vistazo, vio como el rubio procedía a devorar los labios de su socio. Bufó molesto al ser literalmente ignorado y tomó una de las barras de cereal de la cabina y dio un gran mordisco.

 

 

-          Como quieras… –regresó por el mismo canal que lo condujo a la cabina y una vez en su habitación, se detuvo frente a uno de los grandes espejos. No estaba mal, lo sabía. Tal vez era más bajo que algunos de sus compañeros y tal vez estaba incompleto, pero no estaba mal. Eso era lo que intentaba creer. Arregló nuevamente su  cabello, asegurándose que su compañero no le pillara en el acto y soltó un gran suspiro. Tomó su maletín y salió hacia los pasillos de los dormitorios.

 

Los alumnos salían de sus respectivas habitaciones, unos más alterados y ansiosos que otros. Él estaba tranquilo, sabía que era un día más en su vida, un día más en el encierro del internado.

El año pasado había ingresado gracias a sus padres que terminaron siendo contratados como profesores de biología y literatura, respectivamente. Todos sus compañeros estaban enterados de este hecho, pero nadie más que Alois y Claude sabían su identidad en el programa de radio que conducía.

El mismo año en que entró, Alois Trancy, alumno popular en ese gran internado, lo había recibido de manera especial y forzó una amistad entre ellos. Era un hiperactivo amigo, así que en una visita a su habitación, ambos descubrieron ese conducto a un aula vacía, y después de convencer a su padre y algunas autoridades más, consiguieron crear tan exitoso programa con ayuda de un alumno especializado en computación.

Usaron algunos programas de audio para cambiar la voz de Phantom por si acaso, y ambos terminaron por crear una amistad verdadera y algo fastidiosa a su parecer. Así que en cuanto se enteró de que ahora todos los alumnos compartirían habitación, sin pensárselo dos veces eligió al rubio como su compañero, aunque con el tiempo se arrepintió.

Pero claro, le era preferible tener a un hiperactivo y destructivo amigo que a un total desconocido de extraña actitud.

 

Comenzaba su segundo grado en la preparatoria del internado junto a su amigo. Si bien y era orgulloso y de gran madurez, el estar en un aula llena de gente descocida le intimidaba un poco. No era débil, pero tampoco era un sin corazón.

El año anterior había tenido la suerte de encontrarse junto a su prima, pero cada año, como costumbre del internado, cambiaban a los alumnos a aulas distintas. Esta vez ella quedó en un salón alejado, pero seguramente ello no sería obstáculo para la rubia. Afortunadamente, como intentaba convencerse a sí mismo el de ojos cobaltos, Alois Trancy convenció a los directivos de dejarle junto a él por el bien de su programa.

De esa manera, Ciel Phantomhive se había condenado a un año entero junto a su infantil, inmaduro y precoz, precoz en demasía, mejor amigo.

 

Caminó lentamente entre los pasillos saludando a unos cuantos conocidos a su paso. Gente sin importancia, se repetía. Quedando ya frente al aula que sería la primera del año escolar, soltó un grave y largo suspiro y tomando el gélido picaporte dorado, abrió las puertas que daban comienzo a una nueva clase.

 

-          Buenos días, pequeño –le saludo desde el escritorio la alta mujer de cabellos rojos al igual que sus labios y ropas que conformaban el traje de profesora que portaba.

 

Se obligó a forzar una sonrisa ante la mujer con un leve gesto de respeto hecho con la cabeza y tratando que su voz no sonara tan áspera, saludó a su conocida y familiar.

 

-          Buenos días, madre.

 

 

 

 

 

Notas finales:

 

Acepto críticas, sugerencias, indicaciones en cuanto a horrores de ortografía, llamarme loca, incoherente, blah, blah, blah… [<

 

Apreciaría mucho sus review`s. Ya saben, cosas de inspiración y demás (?)

Y… Eso es todo por hoy. Contaré con su apoyo igualmente para esa historia ;DD.

 

Arrivederci~


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