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Can you smell the moon? por ShiroiWolf

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Notas del fanfic:

El fic está hecho desde la perspectiva de KyungSoo.

 

Oneshot 

'Ya no te amo'.

Esas fueron las palabras que jamás olvidaré en mi vida.

Muchas veces oí que una palabra podía destrozar tu mundo, pero jamás lo creí hasta ese día. Las palabras pueden elevarte hasta lo más alto, pero también pueden destrozarte el alma, dejarte tan abajo que no puedes subir. Las palabras crean vida y la destruyen. Las palabras... tantas palabras...

"Apúrate, llegarás tarde" dijo mi madre desde la cocina. Quería llevar lo más importante, sin embargo, estaba llevando todo lo de mi cuarto. ¿Qué te pasa KyungSoo? Eres tan idiota.

Tomé mi maleta y nuevamente tiré todo lo que estaba en ella sobre la cama. Solo llevaría lo más importante, me lo recalqué como cien veces dentro de ese día, pero siempre terminaba con sobrecarga.

Puse las prendas que más usaba, tres pantalones, cinco sudaderas y tres camisas. No, no llevaría esa camiseta que mi abuela me regaló a los 16. Nunca me la ponía... solo la tenía de recuerdo y de cariño. Tampoco llevaré esos shorts que jamás usaba por lo idiota que me hacían ver.

Allá seguramente conseguiría trabajo, o quién sabe, mi abuela se compadecería de mi precaria condición y me regalaría ropa. Bueno, en cualquiera de los casos, allá seguían existiendo prendas de vestir, no me iba al fin del mundo o algo así.

Pero ahí estaba nuevamente. Ese libro del cual no sabía si meter o no... Lo había puesto en la maleta todas las veces, pero siempre que la cerraba lo sacaba. No, no sé si quiera....

"¡KyungSoo! ¿Que no recuerdas? ¡Tienes que estar antes de las seis... y son las cinco y media!. ¡Te demoras poco menos de media hora, llegarás tarde!

"Si, si, lo siento" dije y cogí unas cuantas cosas sin mirar exactamente, cerrando la maleta. Chalecos, tres chalecos para el frío. Eso metí o eso creía. De todas formas allá me daría cuenta.

El tiempo me había dado justo, alcancé e incluso me tocó esperar un tanto. El vuelo salía a las 19:45 horas. Se retrasó media hora y yo por dentro muriendo, confundido, aturdido. ¿Por qué hacía esto? 'No seas idiota KyungSoo, ya lo pensamos muy bien'. Y así había sido, luego de tres semanas en las que lloraba cada noche, la decisión fue tomada. No había vuelta a atrás.

El reproductor estaba en mi contra. La reproducción aleatoria me lanzaba miles de dardos mientras intentaba ocultar mis lágrimas mirando por la circular ventana. Esperaba que mi compañero de viaje no se diera cuenta, pero luego de que me ofreciera pañuelos desechables era obvio que si lo había hecho. No me pude negar, los necesitaba.

 

Luego de dos horas de viaje, aquí estaba. En la casa de mi abuela. El invierno se empezaba a hacer presente, aunque no estuviéramos precisamente en aquella estación. El clima parecía estar en la misma sintonía que yo, sin sol que le diese vida a las rosas que hermosean el lugar.

 

La casa en la que me quedaba era de madera, bastante tradicional. Me quité los zapatos al entrar y ella como siempre, me recibía con los brazos abiertos.

"¡Que hermoso está mi niño!" dijo apenas me vio, y claro, mis mejillas se sonrojaron levemente ante sus palabras. Siempre sucedía eso, sin importar cuantas veces lo dijeran, mis mejillas siempre actuaban igual... tal como las veces que él me decía aquello...

No, no, no pensaré en él. Se supone que si vine hasta acá era para borrar totalmente todos sus recuerdos.

Dejé mis cosas en el cuarto destinado para mi y salí.

"Iré a tomar aire" dije, y salí hacia donde estaba el bosque. Si, si algo me gustaba en esta casa era que estaba en pleno campo y cerca de la casa había una especie de 'bosque'. La verdad solo son unos cuantos árboles juntos, pero desde pequeño siempre le vi así, por lo cual nunca le cambié el nombre. Para mi siempre será 'el bosque que está detrás de la casa de mi abuela'.

Contaba con la excusa de 'acabo tener un viaje agotador'. Aunque claro, solo habían sido dos horas... pero eso de todas formas agota. ¿No? Y bueno, eso me daba un margen de un día para adaptarme. No recibir preguntas... no recibir órdenes, solo cariño y espacio. La abuela sabía como era mi personalidad y eso me daba bastante ventaja. Siempre había sido un tanto retraído, desde pequeño prefería leer a jugar con el grupo de niños que antes se juntaba cerca de acá... Por cierto, ¿Como estarán ellos?. Hace cinco años que no venía acá en invierno, ya que en verano siempre estaban de vacaciones. Jamás les encontraba.

Y bien. Me recosté sobre la hierba apoyando mi espalda en ese árbol donde solía leer cuando venía acá.

Aún me costaba creerlo. Hace más de seis meses... mi vida era normal. No había conocido el amor. Nada de las miles de emociones que ahora tengo en mi historial existía. Pero… si tuviese una pesa ahora mismo… supongo que la parte ‘triste’ sería más pesada… ¿No? Un suspiró salió inevitablemente de mis labios, y es que era imposible que aquel aire no saliera de mi, como si quisiese escapar del dolor. ¿Acaso el aire siente el dolor? ¿Por qué siempre huye cuando lo sentimos?

Recuerdos…

Si, ahí me encontraba, lleno de recuerdos. Su nombre había quedado grabado no solo en mi piel, si no que en todas partes en donde mi vida existía. Al final… llevar a alguien en el corazón significaba traerle y mostrarle todos los rincones de tu existencia.

Sabía muy bien que todo ser humano pasa por algo parecido, es parte de la vida, olvidar y ser olvidado, pero me preguntaba ansioso ¿Cuándo lo superaría? A veces sonaba frío al pensar así… pero era la única forma que había aprendido con esto. ¿Por qué tuve la mala suerte de una experiencia tan triste en primer lugar? Supongo que no todos los seres humanos viven lo mismo, quizás muchos tienen lindos recuerdos de su ‘primer amor’ y no un recuerdo tan triste como el mío. Si, porque el mío fue triste. Muy triste. ¿No? Si lo fue o no… es lo único que recuerdo ahora.

Luego de pasar unas cuantas horas solitario en aquel lugar, decidí entrar, ya estaba helando. Mi abuela me había preparado chocolate caliente y me mimó aquella noche como buen nieto único y bien educado. Me regaló un chaleco que había tejido durante el invierno pasado y me prometió que aquí me iba a despejar. Eso esperaba… sinceramente.

La noche no fue mejor que el viaje. Me la pasé llorando nuevamente. Al parecer… no resultaba mucho el plan que había tenido de despejarme en el campo. Resultaba ser todo lo contrario.

Al día siguiente me levanté temprano. Creo que jamás había dormido tanto. En la ciudad me la pasaba en el computador hablando con amigos o viendo películas, sin embargo acá no tenía nada de eso, y el sueño me había envuelto finalmente a las 10 de la noche, por lo que a las 8 de la mañana me encontraba bastante fresco. Y ahí fue cuando me di cuenta de lo que había traído en la maleta. Ese bendito libro…

No lo había querido leer desde la última vez que escribí en el. Y si, no era un ‘libro’ literalmente, solo contenía hojas que habían sido escritas a mano por mi. Aquel libro contenía mi historia, mis sentimientos… más que nada por eso le decía ‘el libro’. Últimamente me había dispuesto a verle como algo que no era real, como los cuentos de romances que leía antes de conocerle…

Con mi espíritu masoquista me llevé aquel libro a la cocina. Mi abuela me preguntó que era, yo simplemente le dije ‘un libro’ y ella se calmó. Supuso que era de los que leía normalmente, por lo que no había nada de extraño en la situación. Luego de llenarme el estómago con comida natural y deliciosa, me fui nuevamente al bosque con mi reproductor.

Si, era un idiota masoquista con todas sus letras. Sabía muy bien qué clase de repertorio tenía mi reproductor al igual que el contenido de las letras de aquel libro, pero simplemente  lo hice.

Abrí el libro en una de las hojas de adelante.

 

16 de Abril.

¡Amo primavera! ¡Es tan hermosa!

Pues, sé que es extraño que escriba algo así sobre la primavera, siendo que siempre me quejaba de ella y de sus efectos en mis alergias, pero hoy…  hoy me pasó algo muy extraño… si, tenía que contártelo.  Estaba con mi madre en la celebración de la primavera que daba la escuela de mi primo pequeño, cuando vi al chico más guapo de toda la historia. No, no, espera, te contaré desde el principio, todo, todo.

¡Ah! Lo siento, ¡Es que estoy tan emocionado! ¡Nunca me había sentido así! …

 

De pronto, aquel recuerdo se hizo presente en mi memoria.

Aquel día le vi por primera vez…

Lucía realmente guapo. Unos leggins negros, con una camiseta gris y un chaleco abierto color blanco con unas rayas azules. No sabía que hacía ahí, junto a tanta gente, se veía solitario y parecía estar incómodo. Yo me aburría sin tener con quién disfrutar aquello. Por alguna razón, necesitaba llamar su atención. Y al parecer, no era el único que tenía tal necesidad. Un grupo de chicas también intentaba lo mismo y a veces lo lograba. Ellas habían obtenido lo que yo no, una mirada.

‘Que estúpido KyungSoo, intentar hacer que un chico te mire ¿En qué mundo vives?’.

Cuando comenzaba a deprimirme, ya que no era tan difícil lograr aquello, me fui hacia el árbol de cerezo. Era hermoso, siempre me gustó, desde pequeño solía disfrutar de sus flores cuando caían. Habían dos niños jugando bajo el árbol, intentando coger las flores que caían, yo solo reía divertido. Uno de ellos me llamó y me dijo “¿No quieres atrapar las flores con nosotros?”

No sé cual haya sido mi expresión, pero de pronto sentí como el muchacho que segundos atrás ni siquiera se había percatado de mi presencia, ahora se reía de mi.

“Oh, no, no, gracias, estoy muy grande para eso” me excusé y de pronto mis mejillas se habían tornado de color carmesí.

“No es necesario ser pequeño para coger una.” Me dijo el muchacho que no aparentaba tener más de 6 años,  y enseguida me pasó una de las flores que había tomado recientemente. La acepté, claro, bastante avergonzado pero más que eso, sintiéndome ridículo. “Además, luces como un niño” agregó al momento en el que me sonreía con la inocencia que un niño nada más tiene.  Asentí mordiendo mi labio.

No estaba consciente de mis gestos, mis expresiones, sin embargo solía oír bastante seguido aquello. Al parecer, para la gente lucía como un niño.

“Kai” escuché luego. El muchacho corría hacia aquel joven que observaba la escena. No iba a negar el hecho de que sonriendo de aquella forma lucía como un ángel. “¡Kai, mira cuantas flores recogí!” le decía el muchacho.  Kai… ahora conocía su nombre y algo dentro de mi me decía que jamás lo olvidaría.

El joven sonrió y le tocó el cabello, desordenándole con cariño. 

Creo que me había deslumbrado demasiado, ya que el otro pequeño tocó mi mano.

“¿Te gusta Kai?” me preguntó. ¡Rayos! Solo eso faltaba para que toda mi cara ahora tuviese ese desagradable color rojo.

“¡No! No, n-no como crees” me excusé enseguida ante la mirada insistente del pequeño. Y para peor, cuando volteé mi rostro hacia el recién nombrado, me di cuenta de que había escuchado todo. Estaba casi a mi lado. ¡Por dios! Lo único que quería era que me tragara la tierra. ¿Era mucho pedir?.

“Entonces… ¿Por qué tienes ese color y le mirabas de esa forma? Así le miran las chicas cuando están enamoradas” comentó inocentemente el pequeño.

Sabía que no era su culpa, todo lo contrario, el pequeño lo decía desde su perspectiva inocente, por eso la culpa caía sobre mi. No necesitaba más humillación para darme cuenta de que estar ahí era una mala idea, por lo que hice unas tres o cuatro venias y unos cuanto ‘lo siento’ antes de retirarme casi corriendo, tomando mis mejillas con mis manos. ¡Que vergüenza más grande!

Solo quería salir corriendo del lugar, no aguantaba más. Incluso mis ojos comenzaban a cristalizarse. Ahora si que aunque por casualidades de la vida me lo volviese a encontrar, él no querría acercarse nunca más. ¿Por qué no era cool como mi mejor amigo? Él siempre se comportaba genial con las chicas… sin embargo yo nunca conseguí una cita. Aún recuerdo el rechazo de una de ellas cuando le pedí que fuera mi novia.

No KyungSoo, creo que no estás hecho para eso de lo que cuentan muchos libros  y películas, aquel sentimiento llamado ‘amor’.

Y bueno, a pesar de que en ese momento me quería morir… cuando llegué a casa subí corriendo a escribirlo, describiéndolo como la experiencia más ‘real’ que había vivido en mi vida. Realmente era el chico más guapo que había visto en toda mi vida… y en ese momento creí que jamás lo volvería a ver.

 

Un suspiro acongojado salió de mis labios. ¿Por qué se había dibujado una sonrisa en mi rostro al momento de recordarle aquella vez? Si yo ahora… le odiaba. Es más… ni siquiera debería recordarle… todos sus recuerdos me traían dolor…

Todos menos este. ¿No? Porque cuando comience a recordar los malos momentos, ese odio comenzaría de nuevo.

 

Si, si, así era. Abrí el libro nuevamente, en una de las últimas páginas escritas.

 

19 de Octubre

 

Hoy… hoy es un día más.

¿Sabes? No le entiendo. ¿Por qué es así? ¿Qué le hice? ¿Amarlo tanto es el problema?

Hoy fui a verle… le llevé de esa leche de frutilla que tanto le gusta… Pero ¿Sabes que hizo? La botó a la basura. Sin siquiera abrirla. Si, mi corazón ya está roto… mi corazón no puede soportar más dolor. Y cuando me acerqué para darle un beso… él me rechazó. ¿Por qué? ¿Tan despreciable soy? ¡¿Tan despreciable soy?! Quizás tiene razón, nunca lo cambiaré, él siempre será así, yo no soy nadie para cambiarlo. No soy el amor de su vida, como él dijo. Quizás solo pierdo el tiempo… pero dime ¿Qué hago?

Lo amo… lo sigo amando y cada palabra suya me duele. Siento como mi corazón se rompe en mil pedazos y queda ese espacio vacío esperando ser llenado por algún gesto amable de su parte. No sé en qué momento cambió tanto… ¿O es que acaso siempre fue así? No, no, ¡No! Nunca me resignaré a eso.  Él no era así cuando le conocí…

Rayos… sigue doliendo como los mil demonios. Y si, estoy llorando.

Duele, duele cada vez más… siendo que pensé que sería lo contrario. ¿Y si me acostumbro al nuevo Kai? ¿Y si me acostumbro y comienzo a ser feliz con esos gestos que tiene de pronto?

Hoy… cuando llegué a casa… tenía un texto en mi celular diciendo “Lo siento”. Me sacó una sonrisa… a pesar de todo el dolor… Dime… ¿Podré acostumbrarme a esto? Quizás si… solo le daré más tiempo a esta situación y veremos como me va.

No quiero perderlo… él ha sido al único que he amado así… en toda mi vida…

 

Lágrimas…

Si, en mis ojos y en esas hojas, ahora y cuando lo escribí. Los relieves en esas últimas hojas dejaban ver que había llorado bastante…

Sequé mis lágrimas ahora con mis puños. ¿Por qué sigue doliendo?

Ese día decidí dejar la lectura hasta ahí.

Esa noche tuve pesadillas.

Al día siguiente no leí, mi ánimo había caído bastante pero mi abuela lo asumía a que extrañaba a mi madre, por lo que no fue necesario mentir. Odiaba la mentira.

A los dos días siguientes… no pude evitar llevar el libro nuevamente hasta el bosque. Me puse a leerlo.

 

11 de Mayo.

¡Qué crees! Lo volví a ver hoy. Pero no pasó nada más… solo llevaba a su hermano pequeño a la escuela como todos los días. Nunca antes había sido tan feliz dejando a mi primo en la escuela. Espero que esta vez no se haya notado el color de mis mejillas cuando nuestras miradas se cruzaron. Me dedicó una sonrisa mientras alzaba su mano para saludarme… y yo, tal como siempre, luego de saludarle, huí descaradamente. Pero mírame… solo tu y yo sabemos lo feliz que me hace solo verle… incluso de pasada. Y aún más lo feliz que me hace el hecho de que me salude. ¿Sabes? Siento que lo amo. Si, se que es tonto… pero así lo siento. Me gusta demasiado…

 

13 de Mayo

Hoy fue un día aburrido. No le vi. ¿Qué le habrá pasado? ¿Estará enfermo? ¿Habrá tenido un accidente? ¿Se habrá ido de casa? Ay diario… no sé nada de él. ¿Qué hago? ¿Debería hablarle? ¿Debería intentar acercarme a él?... Siento que moriré si no lo vuelvo a ver… ¿Cómo puedo ser tan idiota?...

 

18 de Mayo.

Este es el día más feliz de mi vida.

Aún no lo puedo creer, ¿Sabes? Aún me cuesta…

¡Me habló! ¡ME HABLÓ! ¿ENTIENDES?

Siento que podría morir en este mismo instante…

 

El recuerdo comenzó a hacerse imagen en mi mente… extrañamente, recordaba ese momento como si hubiese sido ayer.

 

Estaba en aquella feria, bastante aburrido por cierto. No me gustaba ir solo… me consideraba una persona bastante aburrida y asocial por lo que jamás encajé en aquel grupo con el que fui. De pronto… decidí ir por un helado.

No había nadie más conmigo, en pocos minutos me había quedado solo. Al parecer, a nadie más le agradaba en el grupo, o quizás, mi presencia no hacía falta. Lo que haya sido, ahora ellos seguían y yo me encontraba aquí, solo, comprando helado. Había una fila de niños atrás mío… pero yo solo estaba pendiente de mi helado. Realmente quería tomar helado, me sentía como un niño mimado quizás.

Cuando al fin lo tuve, me volteé en dirección al escalón en el que estaba. Ese lugar donde estaba el único juego que no funcionaba esta noche. Pero de pronto en mi camino tuve un accidente.

¡Por qué! ¡Lo único que quería era tomarme ese helado y justamente tenía que pasar! El pedazo de crema yacía en el suelo, lleno de tierra y mi rostro observándole con tristeza.

“L-lo siento. ¡Prometo pagártelo!” comentó una voz bastante nerviosa. Apenas me di el tiempo de mirarle…

“Realmente quería ese helado…” dije con un hilo de voz. Y fue en esos momentos en el que mi mano fue sujetada. Quise interferir. ¿Quién osaba tomar mi mano? ¿Cómo se tomaba el atrevimiento? Quise gritar… pero era él. Kai…

Mi corazón se detuvo enseguida al ver el agarre de su mano con la mía. ‘Esto era un sueño’

“Lo siento, en verdad. No estaba mirando hacia adelante” se excusaba mientras sacaba su billetera. Estaba en estado de shock, ni siquiera me atreví a decir lo que siempre decía en estas situaciones: un claro ‘no te preocupes, yo me pago’. Me compró el mismo helado y de paso se compró el uno. Las primeras palabras fueron de arrepentimiento, juró tener más cuidado con la gente y estar atento… a mi ya no me preocupaba nada más.

Y esa fue la primera noche en la que hablamos.

 

Un suspiro salió de mis labios, un suspiro que se coló entre mis labios entreabiertos que formaban una sonrisa. ¿Por qué sentía cálido el pecho?

Era como si mi tristeza hubiese sido curada. Aquellos lindos recuerdos me traían ‘salvación’ de mi propia soledad y conciencia, que me repetían siempre que podían que lo lindo de él jamás había existido.

¿Acaso si seguía buscando buenos recuerdos, mi tristeza sería curada?

¿Acaso sería así?

Estaba claro que haría cualquier cosa para desechar ese dolor tan profundo que sentía en mi pecho todas las noches, así que comencé a leer las páginas siguientes… y no leí las últimas.

 

22 de Mayo.

Me invitó a salir.

¿Lo crees? Ni yo mismo lo puedo creer.

Ayer me acosté a las 6am hablando con él por el computador. ¿Sabes? Siento que este sentimiento va creciendo cada vez más y se siente… bien.

01de Junio.

Hoy salimos nuevamente…

Siento que soy la persona más feliz a su lado. Realmente, y aunque sea poco el tiempo que lo conozco… siento que lo amo.

Hace que mi corazón estalle con sus palabras… y con sus gestos.

¿Sabes? Hoy me regaló una rosa roja. Dijo que le recordaba a mi y mis mejillas evidenciaron enseguida el por qué. Hubieses visto mi cara, kk.

 

03 de Junio.

¿Se puede ser más feliz que esto?

No lo sé… solo sé que si muriera ahora mismo lo haría feliz de la vida.

Es esa sensación… de estar completo.

 

07 de Junio.

No se cuantas veces he escrito lo mismo en este diario pero… hoy definitivamente es el día más feliz de mi vida.

Kai… Kai me pidió ser su novio.

¡Lo sé, lo sé! ¡Es lo mejor que me ha pasado en la vida! Aún no lo creo. Aún no.

Señalé este día en el calendario… siempre lo recordaré. Desde ahora tendremos un aniversario… Rayos… se siente tan bien.

Jamás lo pensé… Y si, estoy llorando.

Jamás creí que me correspondiese de tal forma… en verdad…

Siento que mi corazón estalla, lo amo, lo amo demasiado. ¿Está bien amar así? No lo sé, pero por lo menos se que no estoy solo en esto… él me ama también.

¡Soy feliz! ¡Soy feliz! ¡Rayos! ¡Soy feliz!.

 

Lágrimas… nuevamente. Pero esta vez eran cálidas.

Los recuerdos volvían a mí.

 

Miraba la luna, embelesado.

“¿Has olido alguna vez el aroma de la luna?” le pregunté. Jamás había hecho esa pregunta, pero siempre lo tenía en mente cada vez que veía ese astro. Kai me quedó mirando bastante extrañado, y claro, era de esperarse. ¿Quién en su sano juicio dice tal cosa? “Mírala.” Le pedí. Él enseguida lo hizo, observándola tal y como yo lo hacía. Me era imposible no perderme en la belleza de su rostro, él era perfecto. “Ahora, aspira” le  dije. Kai al principio me miró con una leve sonrisa de esas que dicen ‘me estás bromeando’. “Confía en mi” le rogué. Lo hizo. Dio un largo suspiro y cerró sus ojos, enseguida ‘olió’ la luna. Yo solo sonreí. “¿Qué te parece?” pregunté con una sonrisa bastante infantil, él solo rió suave. “¿No crees que huele a almendras, y a mar? Huele a eso” asentí sincero. La luna me traía recuerdos… recuerdo que la primera vez que la vi lo hice en un puerto cuando era muy pequeño. Comía almendras a pesar del fuerte olor a mar que había cuando la vi. Quedé embelesado, porque jamás le había visto de tal forma. Parecía un globo enorme en el cielo estrellado. Por eso para mi la luna siempre me traerá ese olor.

El puente esa noche parecía vacío, y luego de una larga caminata en donde hablábamos de nuestros gustos y cosas parecidas, Kai frenó. Siempre que le veía me preguntaba como lo hacía para verse seguro todo el tiempo, yo por mi parte parecía como si todo el tiempo estuviese incómodo o nervioso, siendo que en muchas ocasiones no era completamente así.

De pronto, sus ojos chocaron con los míos. Mi corazón nuevamente palpitaba a velocidades increíbles, de seguro en cualquier momento me daría taquicardia. No podía despegar mi vista de sus labios y de sus ojos. ¿Cómo podía ser tan perfecto?.

“KyungSoo… desde hace unos días hasta acá… me he dado cuenta de algo” empezó. Claro, mi estómago hizo su show. Miraba de reojo el puente y sentía que en cualquier momento me tiraba por allí. “Eres la persona más especial que he conocido” musitó. ¿Era posible que me muriera de taquicardia en estos momentos? Probablemente si, con lo estúpido que lograba ser a veces, seguramente si sucedería. Mis labios me pedían piedad, si, los estaba aprisionando demasiado en contra de mis dientes. Es que no cabía dentro de mi nerviosismo. No, definitivamente no. Sé que él notó el temblor en mis manos, por eso las tomó entre las suyas. “Quiero que seas mi novio. No quiero que mires a nadie más que a mi”.

Definitivamente aquellas palabras me hicieron volar. Sentía como todo el temor se iba de mi y así también mi valentía. Mis piernas temblaban, en cualquier momento me caía… si no fuera porque Kai me abrazó, de seguro hubiese acabado tendido en el suelo. Luego de varios minutos en silencio logré articular palabra.

“Kai” dije, y enseguida él se separó para observar mi mirada. “Si quiero” y un sollozo apareció. ¿Estaba llorando? Rayos… si, lo hacía. Mis lágrimas salían de mis ojos sin permiso. Kai sonrió y me abrazó.

“Prometo que no te soltaré” susurró.

 

Rompió su promesa.

¿Por qué lo hizo?

Ya no era necesario leer para traer más recuerdos a mi mente, comenzaban a venir solos.

Como esa vez, la primera vez que fui a su casa.

Sabía donde vivía, por lo que me atreví a darle una sorpresa. Su padre, que era con el único con quién vivía, había ido de viaje, así que no volvería en un mes.

Me hizo pasar…

Recuerdo que esa noche nos quedamos viendo películas un buen rato.

“¿Qué te gusta de éstas películas?” me preguntó mientras yo secaba mis lágrimas.

“Son hermosas Kai, ¿No te das cuenta?” Era lo único que me atreví a decir. Mis lágrimas caían rápido de mis ojos. ‘Notebook’. ¿Cómo no le daba pena que ella no se acordara de su gran amor cuando eran ancianos? Y él ¡Él la amó hasta el final! ¡Eso era tan hermoso!

Él esa noche fue por quinta vez a buscar su leche de frutilla. Ahí supe lo fanático que era de aquello. Tenía miles de envases en la nevera. Según él, se ponía más ansioso viendo películas de ese tipo, por eso había ido tantas veces a buscar leche. Y cuando le pregunté sobre por qué tenía tantas, me contestó que era porque su padre le había dejado bastantes para que no tuviese que ir al supermercado por cajas de éstas. Generalmente se compraba una o dos cajas de lechitas.

 

18 de Junio.

 

Ya no era necesario leer. Recordaba que había pasado ese día.

“T-te amo” dije tímido mientras él sostenía mi mano al caminar juntos en la calle.

“¿Qué?” me preguntó mirándome algo sorprendido.

“Que te amo…” me fue imposible no bajar mi rostro. Mis mejillas ardían bastante. Era primera vez que le decía aquello y así, de forma tan repentina. Kai frenó. ¿Por qué siempre hacía eso? Me ponía tan nervioso su actuar, tanto que sentía que mis manos y mis piernas temblaban.

“Repítelo” me pidió, mirándome intensamente, como si lo que acaba de decir era un secreto que nunca debió ser revelado, o como una ofensa quizás…

Me armé de valor, como pude, ya que esas palabras salían de mi aunque no quisiese en estos momentos debido al temor. “Te amo” susurré. Me llené de valor nuevamente “Te amo” dije más fuerte. Mis mejillas no podían estar más rojas… y mi voz ahora comenzaba tiritar. Lo había dicho, y fuerte. Me sentía victorioso. Kai sonrió y miró hacia un costado.

“¿Cuánto me amas?” me preguntó. Le observé sorprendido. ¿Por qué preguntaba aquello? Recién le decía que lo amaba… eso ya era bastante, ¿no?

“M-mucho” no podía evitarlo. Mi voz temblaba pero quería decirlo. Kai sonrió ladino y me miró nuevamente.

“Yo a ti…” susurró y se apartó unos cuantos pasos, quedando en mitad de la calle vacía “TE AMO” gritó. ¡Por dios! Me acerqué a él corriendo y casi rogándo que no hiciese eso. Quizás los vecinos se despertarían…

¿Pero qué rayos hacía preocupándome de eso? La persona que más amaba en este mundo estaba confesándome su amor a grito limpio y yo preocupándome por eso. ¿Tu idiotez podía ser más grande, KyungSoo?

Kai me miró riendo. “¿Qué?, ¿Acaso no me amas así? No tengo miedo de que los demás lo sepan. TE AMO KYUNGSOO” gritó nuevamente. No, creo que hasta el momento no conocía tal felicidad. Él me estaba entregando enormes proporciones de felicidad, tan grandes que no podía contenerlas dentro de mi. Nuevamente lágrimas caían por mis mejillas.  Corrí y le abracé, él me correspondió rodeándome con sus brazos.

“Te amo, te amo, te amo, te amo, te amo, te amo” dije con un hilo de voz. Podía sentir la risita musical de Kai cerca de mis oídos, yo solo permanecí con mis ojos cerrados. Nuevamente ese abrazo era tan reconfortante… ya que no me podía mi cuerpo. Mis piernas temblaban.

Y nunca supe si despertamos a alguien en aquel vecindario. Nadie reclamó. Eran las once de la noche cuando esto pasó… lo recuerdo muy bien ya que había visto la llamada perdida de mi madre segundos atrás en mi celular.

La misma sensación de felicidad de ese momento, ahora mismo llenaba el vacío que segundos atrás se había resistido a salir. ¿Cómo era posible que aún me hiciera sentir así? Kai aún tenía ese efecto  en mí, aunque sus palabras solo sean… del pasado.

Cerré el libro.

Mis ojos estaban rojos de tanto llorar y se había hecho de noche. Mi abuela seguramente notaría aquello si me iba enseguida por lo que dejé que el aire secara todo vestigio de dolor y emoción en mí.

Esa noche volví a tener pesadillas, no pude dormir durante toda la noche.

Creo que el plan iba asquerosamente mal. En vez de olvidarle… le recordaba con más ganas.

Nuevamente a los siguientes días, me encontraba allí, en el bosque, recostado sobre un árbol mientras leía aquel libro.

¿Cómo es que no recordaba todos esos momentos? Habían sido tan lindos… Es más… cada uno de esos momentos me hacía pensar que el final en realidad nunca llegó. ¿Cómo podía ser que de pronto todo haya cambiado tanto?

Ese Kai que amaba… era distinto al que odié. Ese Kai… me amaba.

 

14 de Agosto.

Tengo un secreto que contarte… si.

Hoy… hoy fue el día.

Hoy fui de Kai…

 

Una sensación aguda traspasó mi pecho. Ese día…. Ese día había sido el día más hermoso de mi vida.

“¿Me amas?” Le pregunté buscando su mirada. Él tenía eso que… por mucho que le mirase siempre, jamás me acostumbraba a sus ojos, siempre me ponía nervioso cuando esos orbes se encontraban con los míos.

Me miró seguro y algo serio. “Demasiado” respondió con certeza. Sus palabras siempre hacían que mi corazón volcase dentro de mí. ¿Era brujo, o algo así?

Esa noche… no quise llegar a casa…

En esa cama donde ambos nos encontrábamos, me acerqué a su lado y puse mis dedos en su torso, haciéndolos caminar, como si se tratase de una araña. Kai solo me miraba. No sé por qué mis mejillas se tornaron rojas en ese momento, si no pensaba nada más que en su mirada.

Kai había llegado agotado de la escuela ese día, por lo que se dirigió a su cuarto. Yo también, pero había salido más temprano esa vez… recuerdo que me había dedicado a cocinar unos muffin ese día, pero como le extrañaba, me fui a acostar con él un rato. Jamás pensé que terminaría así…

Tocó mis mejillas, como le gustaba hacerlo cada vez que se sonrojaban… pero esta vez me dio un beso distinto al que me había dado antes. Un beso profundo, lleno de pasión, tanto que tuve que separarme para respirar. Comenzó a tocar la piel debajo de mi camiseta. Era la sensación más… placentera que había sentido antes en mi vida. Él tenía ese poder, el de estremecerme por completo, erizar toda mi piel, volverme completamente loco.

Esa  noche… jamás la olvidaré.

Dejé a mi madre tranquila con la excusa de que estaba en casa de un amigo. Y pues, no era mentira, lo estaba.

 

¿Alguien puede mentir por todo ese tiempo? ¿Incluso cuando lo miras a los ojos?...

Cerré el libro. Nuevamente ese dolor punzante en el pecho comenzaba a dejarme sin respiración. ¿Por qué hacía esto? ¿Por qué quería recordarle? ¿Por qué comenzaba a amarle de nuevo?

Estaba claro que jamás le olvidaría. Fue mi primer amor, fue el primero con el que las palabras “te amo” salieron de mis labios. Fue el primero que tocó mi piel, que tomó mis besos. Al primero al que le entregué todo… ¿Así me pagaba la vida? ¿Por qué tenía que ser tan injusto todo? ¿Por qué?

Lagrimas nuevamente…

Lágrimas que sequé rápido con las mangas de mi chaleco. Todo era tan doloroso… recordar siempre era tan doloroso…

No, no podía amarle nuevamente. Me fui a la última página escrita.

 

11 de Noviembre.  

Todo terminó.

Si, no hay más. Todo acabó.

El amor no debería existir… el amor es para todos menos para mi.

¿Qué hice para merecer esto?... ¿Acaso hice algo mal en mi vida que el karma me devuelve esto? ¿Por qué?...

Creo que no soy capaz de escribir más…

Esta será la última página que escribiré. No quiero seguir dejando acá mis lágrimas, debo continuar… por mucho que duela. Este es el final.

 

 

Ese día…

Y para colmo… las nubes estaban tan oscuras que sabía que pronto llovería, como si hubiese escogido teatralmente el día perfecto para leer esto.

 

“P-pero… pero por qué haces esto Kai” murmuré con aquel dolor tan profundo que apenas me permitía respirar. Kai me decía que se iría de viaje dejándome aquí. De un día para otro… “P-puedo acompañarte… p-puedo ir contigo” le rogué. Él seguía con ese rostro inescrutable, sentado en ese sillón en donde muchas veces estuvimos abrazados, compartiendo besos y caricias. “Kai… ¿Por qué no hablas?” Parecía un niño pequeño rogándole a su madre que no lo dejase solo en casa. “Kai… ¿Por qué haces esto?”

Kai me miró… aún recuerdo la frialdad de su mirada, fue tanto así que provocó un escalofrío tan fuerte que me hizo tiritar por bastante tiempo. No, no quería saber eso, pero yo como idiota le seguía preguntando… hasta que finalmente me dio su respuesta.

“Porque ya no te amo”.

 

No, no, no. “¡No!, ¡NO! ¡NO! Sé que eso no es verdad, ¡Lo sé! ¡LO SÉ! No me mientas Kai… por favor… no lo hagas.” Como niño pequeño me aferré a sus piernas. La parte de mi orgullo que me decía ‘no actúes tan degradante’ estaba totalmente rendida a ‘no puedo dejarlo ir’. ¿Por qué hacía esto? Hace unas semanas atrás… hace unas pocas semanas atrás me decía que me amaba… ¿Por qué me mentía de esta forma? Claro… la mentira era la que me estaba diciendo ahora… eso quería creer. “Kai por favor… recapacita. ¿Qué pasará con nuestro futuro juntos? ¿Qué pasará con nuestro perro, con nuestros sueños… con todo lo que habíamos planificado?” Quizás… y solo quizás… me traté de convencer que en sus ojos había un atisbo de tristeza… pero quizás solo fue mi imaginación. “¿Hay algo malo en mi? ¿No es así? Si es así… juro que puedo cambiar… lo juro. Kai… mírame.” Le rogué nuevamente y me puse en frente, aún con las rodillas en el suelo. Su mirada se caló en la mía… “Te p-prometo… lo p-prometo… c-cam-mbiaré si así lo quieres… Te prometo que seré el chico que quieres… solo no me dejes. No sé que haría sin ti… no sé….” Logré decir antes de estallar en llanto. Cubrí mi rostro totalmente avergonzado. Si no hubiese sido por mis lágrimas hubiese podido seguir rogando…  eso pensé en ese momento.

¿Dónde estaba ese abrazo que me reconfortaba cada vez que salían lágrimas en mis ojos? ¿Dónde está ese abrazo que me sostenía cuando mis piernas flaqueaban? Ahora era cuando más lo necesitaba… pero no estaba. Era un témpano de hielo que quemaba junto a mí.

Kai se levantó, se puso su chaqueta y se fue.

Yo… a pesar de que estaba en su casa… me quedé ahí en ese lugar por horas, llorando. Jamás había llorado de esa forma…

Esa noche… recuerdo que llegué a mi casa sin frenar mis lágrimas. Pasé directo a mi habitación y no salí de ahí hasta el día siguiente. Y así fueron todas mis noches.

Un día donde mi dignidad nuevamente había desaparecido, me fui a dar una vuelta por la casa de Kai… pero no encontré nada. Se habían mudado. El padre de Kai casi ni pasaba en casa por lo que seguramente se quedó en uno de sus viajes… pero Kai, no sé a donde se fue.

Esa es la razón del por qué estoy acá y por qué no puedo amarlo. Porque él no me ama.

Lloré y lloré… y el clima me acompañó.

Desde donde estaba se podían escuchar los gritos de mi abuela llamándome preocupada. Más adelante le pediría disculpas…

Perdí la noción del tiempo al momento en el que escondí mi cabeza entre mis piernas. Creo que hasta me quedé dormido. Si, pescaría un resfriado enorme, tan grande que de seguro tendría que estar en cama con fiebre. Me levanté y me fui enseguida a la casa.

Las tres de la mañana…

Me acosté sobre mi cama… ¿Qué importa si muero ahora?

 

Dos días han pasado desde aquel día y yo sigo en cama. Fiebre, dolor de garganta, de cuerpo, de cabeza. Si, prefería estar muerto mil veces.

Y así siguieron los días… me gustaba el pretexto de estar enfermo para no levantarme de la cama ahora… No había necesidad de hacerlo ¿Para qué? El mundo ya había perdido sentido… hasta ese día.

Ese día.

 

“KyungSoo… mira. Te llegó esto esta mañana” dijo mi abuela entrando con un sobre. “Llegó a tu casa… pero como no estás viviendo allí tu madre la mandó para acá”.

Era… la letra de Kai. La podía reconocer donde fuera… estaba seguro.

El dolor punzante en mi pecho nuevamente se hacía presente…

Tomé la carta entre mis manos mas no fui capaz de leerla. Esperé al día siguiente, haciendo mi agonía profunda y dolorosa. Con manos temblorosas la abrí… con el corazón saliéndose de mi pecho. Si, tenía hasta su aroma… era él.

 

KyungSoo.

¿Cómo estás? ¿Sigues odiándome? Porque desearía que no fuese así… el odio es un sentimiento demasiado feo como para que lo sienta una persona tan pura como tu.

Bien… te preguntarás ¿Por qué escribo esta carta? ¿No?

Pues… es porque tengo algo para ti. Tienes que venir a buscarlo… está en la dirección escrita al reverso de esta hoja.

Nunca he sido bueno escribiendo… por eso… lo que quiero decirte realmente está “dicho”. Tienes que venir a buscarlo.

 

                                                                                                                             Kai.

 

 

Nuevamente, lágrimas.

 

 

Flor de Cerezos.

 

Esperó recuperarse y luego dos días más… una semana completa antes de atreverse a ir.

No sabía definitivamente con qué se encontraría.

 Había llorado en el avión nuevamente, y camino a la dirección que le indicó. Al llegar, y solo a llegar, se percató que la dirección daba justo con un hospital. ¿Era correcto realmente?

No, seguramente estaba mal.

Todas las personas a las que les preguntó le dijeron lo mismo. La dirección era correcta.

Entró al hospital y le encontró sentido ahora al número “45” al final de todo. Era su sala.

¿Kai estuvo aquí?...

Preguntó a todo el mundo que encontraba cerca ‘¿Dónde estaba la sala 45?’. Finalmente llegó.

Una enfermera se encontraba mirando por la ventana, se veía distraída.

El muchacho con cara de asustado, carraspeó para hacerse oír a lo que la enfermera reaccionó.

-Oh… ¿Usted es KyungSoo? –preguntó la señorita. El muchacho abrió aún más los ojos, totalmente sorprendido. ¿Por qué ella sabía su nombre?

-Si… yo soy. ¿Por qué? –contestó rápidamente KyungSoo. La enfermera dio un suspiro bastante triste y fue por algo en un armario. Estaba protegido en una bolsa negra…

Se la pasó.

-Jong In dijo que vendría.  Le dejó esto… -musitó con cariño, como si le tuviese lástima. Y eso tenía justamente, lástima.

Luego de entregarle aquel paquete, se marchó. Quería dejarle solo ya que sabía que sucedería. Sabía que nadie más ocuparía esa sala por hoy y ella vendría a verle en un rato más.

KyungSoo tomó la bolsa en sus manos.

Se apoyó en la cama que allí estaba y sacó, poniendo sobre ésta, todo lo que encontraba.

En total, tres cosas. Una flor de cerezo disecada, un peluche y una nota.

La nota decía “Presiona el vientre del oso”.

KyungSoo sin entender del todo, lo hizo.

La voz de Kai comenzaba a salir de aquel peluche.

“¿KyungSoo? ¿Estás oyéndome? Pues si, soy yo. Kai. ¿Recuerdas esa vez que fuimos a la tienda de peluches y grabamos en dos peluches ‘Te amo’ para cada uno? Jaja, como olvidarlo ¿No? Yo… no he olvidado ningún momento de los que pasé junto a ti.”

La grabación no paraba, sin embargo KyungSoo comenzó a llorar descontroladamente. El simple hecho de escuchar su voz lo hizo estallar por dentro.

“Pues bien, compré uno para ti, ahora. Supe que tenían la capacidad de grabar 20 minutos, así que usaré bien estos minutos. –Kai suspiró- Hace… unos cuantos meses antes de que nos conociéramos… yo no era un buen chico. Y  eso me trajo consecuencias hasta hoy… Pero te juro que cuando te conocí creí que era una nueva oportunidad para el chico malo, y la tomé. Me hiciste muy feliz KyungSoo… demasiado. –luego de un silencio, carraspeó.- Pero bueno… pasó que… un día, mi padre tuvo un accidente. Ese día corrí al hospital para darle de mi sangre… pero la rechazaron.  ¿Qué crees?... Pues tengo VIH. –se escuchó un silencio doloroso.- Ese día que estuvimos juntos… usé protección. Pero de todas  formas deberías ir a hacerte el examen. Espero tu no tengas nada… Sinceramente espero eso…”

Esta vez el llanto de KyungSoo fue más fuerte, dejando escapar pequeños gemidos. Sentía un dolor indescriptible en el pecho, solo podía llorar.

“Y bien… a pesar de eso… no quería separarme de ti, aunque sabía que te condenaría a algo… terrible. Cuando te dije ‘te amo, espero que nunca lo olvides’ realmente esperaba que así fuera. Pero esa vez que te dije ‘ya no te amo’ tu expresión fue tan… terrible, que entendí que no te habías creído mis palabras. Fue doloroso para mi hacer eso… pero tenía que hacerlo. Quizás así tu te darías cuenta de que no podías estar conmigo y te buscarías a alguien mejor. Pero por lo que supe…-suspiró- si, tu madre me mantenía informada. Ese día en el que lo nuestro terminó… tenía que viajar a Estados Unidos con mi padre. Él prometía ayudarme… pero eso no pasó. Hubieron varios problemas y en fin, me devolví acá. A Corea. ¿Sabes algo? Los días sin ti son difíciles. Yo… yo… -se escuchó un silencio- yo un día salí a buscarte. Llegué a tu casa, estaba lloviendo, pero tu madre me dijo que no estabas allí, que te habías mudado a donde tu abuela. Me comentaste de ella, sin embargo, no sabía donde vivía exactamente. Y esa noche… recorrí el puente donde te pedí ser mi novio ¿Lo recuerdas?. Si, fue estúpido. Gracias a eso me resfrié, agarré pulmonía… Y… no sé si sobreviva. Si tienes en mano este peluche… es porque no lo hice.”

¿De qué le servía a KyungSoo cubrirse el rostro ahora? Nadie le veía. Lloraba y lloraba, esta vez dejando salir esos gritos desgarradores que rompían el alma.

“De todas formas… quisiera que sepas que… Te amo… y siempre lo hice desde que te conocí ese día bajo el árbol de cerezos. Esa vez… cuando mi amigo pequeño atrapó una flor para ti, tu la dejaste tirada cuando escapaste. Pues… yo la tomé y la guardé. Es la que está ahí contigo… Y tal como esa vez que me dijiste acerca del aroma de la luna… Para mi la luna huele a ‘sakura*’. Porque esa noche tú me hiciste oler la luna… y tu estabas a mi lado, y tu siempre oliste a ‘sakura’. –el último suspiro de la grabación.- Y bien… deseo que seas feliz. Deseo que encuentres a alguien que logre conocer el hermoso ser que eres. Soy feliz… soy feliz porque a pesar de lo joven que soy, viví el amor más hermoso de mi vida junto a ti. No necesito mas… Te amo KyungSoo… te amo.”

 

El eco de los gritos de KyungSoo se escuchaba por todo el cuarto.

KyungSoo nunca más encontró un amor como Kai… y todas las noches, la única manera de quedarse dormido era oyendo esa grabación, una y otra vez. A veces lograba soñar con él, como si lo que dijese en aquella grabación se lo dijese en vivo, y a veces las pesadillas le abordaban. De igual manera, KyungSoo era feliz aunque sea teniéndole en sus sueños...

 

 

 

*Sakura= Flor de cerezos. 


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