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Ángel Guardián por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

IMPORTANTE: En esta historia existen dos narradores (distintos puntos de vista) : Uno escribe con letra normal (Asderel) mientras que otro escribe con negrita (Eliot) 

Dioos >.< este capítulo a resultado ser muy larrrgooo asi que toménse su tiempo para leerlo , no se por que he escrito tanto pero no he podido determe ._. (mwhahaahha) 


PD1: Recuerden dejar sus reviews >_< comenten porfavor, cualquier crítica o error que noten, incluso si no notan nada y simplemente les gusto háganme saber si no les gusto también :D 

Gracias por su atención. <3

Capítulo 5: Más allá de lo físico





Me vi nuevamente en la misma azotea donde había intentado suicidarme hace casi veinte días atrás. El frío era él mismo, el graznido de los cuervos era él mismo, la luna estaba igual de hermosa como aquella noche. Todo era igual excepto una cosa, yo lo estaba observando todo desde arriba. Era extraño pero la persona que estaba a punto de saltar no era yo pero lucía como yo. Es como si me estuviese observando a mí mismo desde otro plano.

Podía ver perfectamente al otro Eliot. Me estremecí de solo pensar en todas las emociones que habían pasado por mi cabeza ese día. Recordé mis ganas de morir y mi anhelo por estar en otro lugar. Ahora no tenía nada de eso, de alguna forma desde que salí del hospital que no pensaba en morir.

Tenía que parar al otro Eliot, estaba a punto de dar el último paso hacia el vacío.

- ¡Detente! – Grité intentando contenerlo. Pareció voltear su cabeza y mirar hacia atrás, como despidiéndose, pero no me escuchó. Dio un paso más hacia adelante, corrí hasta él para tomarle y detenerle, cuando estaba a punto de tocar su hombro, desapareció de mi vista, cayendo.

Un escalofrío me recorrió por completo, el estar presenciando mi propia muerte me causaba un especial horror y un malestar en el pecho, angustiándome. Quedé frío mientras me observaba cayendo hacia el abismo, no pude hacer nada.

De pronto algo captó mi atención. Una luz brillante iba siguiendo al otro Eliot, iba rápida y fugaz, casi invisible a mis ojos, pero pude divisar una figura resplandeciente que extendía unas grandes y hermosísimas alas color negro con radiantes tonos azulados envueltos en un manto blanco. La silueta bajó lo más rápido que pudo hasta alcanzar al Eliot que iba cayendo, intentó tomarlo y atraparlo entre sus brazos pero no lo logró, entonces se apresuró aún mas llegando hasta el piso y desde allí sacudió sus alas con gran fuerza, creando una ráfaga de viento y…

El Eliot que se había lanzado había caído exactamente como lo hice yo. ¡Ahora lo había entendido! Todo lo que acababa de presenciar era justamente lo que viví realmente ese día.

El sujeto que me salvó se detuvo a un  lado del Eliot que yacía inconsciente en el piso. Luego miró hacia el cielo, justo donde estaba yo. Pude verle perfectamente. ¡Era Asderel! ¡Desde un principio fue él!
¡Por fin lo estaba recordando! 

Él me rescató y me cuidó en el hospital, él alejó mis pesadillas, él me había cuidado todo este tiempo.

Pero algo había en el Asderel que estaba mirando ahora mismo, parecía cansado. La imagen de su palidecido rostro al borde de la muerte volvió a mí, ¡Aún estaba en peligro!

Desperté en una cama de sábanas blancas. Estaba empapado en sudor, el sueño que había tenido fue intenso y desperté muy cansado. No sabía dónde estaba. Las paredes de la habitación eran color nieve y una amplia ventana abierta dejaba entrar la leve brisa, suave y refrescante. A lo lejos podía oír el chocar de las olas contra las rocas, un par de gaviotas graznaban en las afueras del lugar, intenté levantarme de la cama e ir a buscar a Asderel, pero no lo logré. Un vasto vendaje cubría mi pecho y no dejaba moverme a mi voluntad, volví a recostarme mirando al techo, suspiré.

En ese momento entró alguien. Un joven alto, pálido, de extensos rizos rojos y unos ojos grandes, color turquesa. Sonrió al verme.

- Ya has despertado – Dijo mientras se acercaba a mí con paso tranquilo. Cuando llegó a mi lado se sentó en una pequeña silla de madera que estaba a un costado de la cama.

Lo recordé rápidamente, la noche anterior, cuando Mefistófeles nos había atacado, estaba seguro, este joven me había salvado a mí y a Asderel.

¡Asderel!

Di un salto desde la cama. La última vez que le vi ni siquiera sabía si estaba vivo o muerto, tenía que verlo.

- ¡¿D-Donde está?! –Grite exaltado, el joven que estaba a mi lado trató de calmarme, más no lo logró, mis esfuerzos por levantarme de la cama eran incesantes, sentía dolor con cada movimiento que hacía pero esto no me importaba.

- ¡Déjame verle!- Volví a gritar, estaba desesperado, necesitaba saber si estaba vivo.

- Tienes que calmarte…- Un nuevo chico entraba en mi habitación. Pálido alto, pelirrojo y de ojos escarlata rosáceos, él y el chico que estaba a mi lado eran gemelos, lo único que les diferenciaba era el color de los ojos y el corte de cabello, este lo traía mucho más corto.

- Asderel está bien…- Dijo mientras se acercaba a su hermano. –Creo que Cassiel no te lo ha explicado – Dijo sonriéndome. Quedé mirándolo perplejo, se dio entre nosotros un profundo silencio, estaba confundido.

- ¡Ah! – Dijo de pronto el chico de ojos escarlata. –No nos hemos presentado – Puso su mano sobre la mía. – Mi nombre es Azariel -

- Que nombres más extraños… - Murmuré tratando de que no me escucharan.

- … Y él es Cassiel, mi hermano- Terminó.

- Cassiel…Azariel…- Comencé a reír de repentinamente. - ¡Qué nombres tan originales! – Se miraron entre ellos y encogieron los hombros.

- No son nombres humanos…- Dijo él chico de ojos turquesa.

- ¿Entonces qué son?-  Le mire confuso.

- Ángeles – Dijo secamente el chico de ojos rojos, Azariel

- ¡¿Ángeles?!- Exclamé. Sabía que tenía que ser algo como eso, las luces resplandecientes alrededor de sus cuerpos y como espantaron a Mefisto, todo tenía sentido.

- ¿Y Asderel? – Pregunté aún sin entender. La descripción de un Ángel calzaba perfectamente con Azariel y Cassiel. Altos, pálidos, piel suave, ojos claros, cabello en rizos pelirrojo o rubio, seguramente sus alas serían color blancas, llenas de luz…Pero Asderel.

Asderel era distinto. Su cabello negro, sus ojos se parecían más a los de Mefisto, sus alas…eran oscuras.

- No te compliques tanto -  Dijo uno de ellos, como si me estuviese leyendo la mente. – Asderel es un ángel igual que nosotros, solo que…- Guardó silencio un par de segundos. –Un poco distinto-

-¡¿Cómo esta él?!- Pregunté volviendo a la realidad. Me puse de pie rápidamente y en menos de diez segundos estaba llegando a la puerta, para salir.

- ¡No! – Exclamó Azariel apareciendo delante de mí sin que yo me percatara. – No puedes verle. -

- ¿Por qué no?- Cuestioné mirándole a los ojos, desafiante. -¡Él venía conmigo, tengo derecho a verle!-

- Él no sabe que es un Ángel, no tiene idea, tu tampoco le conoces por completo y acabas de enterarte…es mejor que pasen un tiempo sin verse… No sabes lo que es ser un Ángel.-  Terminó diciendo secamente, con un leve aire de superioridad.

- ¡Sé perfectamente lo que es él!- Grite exasperado. –Él es mi ángel-

Alguna vez oí historias sobre ángeles que guardaban y cuidaban a cada uno de nosotros, nunca las creí. Pero esta vez era distinto, sabía que si Asderel era un ángel era el encargado de resguardarme y ayudarme, lo sabía, el había estado todo este tiempo. Azariel y Cassiel no tenían idea, no sabían que Asderel me había salvado de la muerte ni que estuvo conmigo mientras estuve en el hospital, ni que apartó las pesadillas de mí y me devolvió la paz.

- No lo entenderías Eliot, solo no te acerques a él…no te entrometas más -

- ¡¿Qué no me entrometa?!... ¡Ustedes dos no lo entienden!-

Si hay algo que sé es que los humanos podemos amar como ningún ángel lo haría, la conexión que había entre yo y Asderel era inconfundible y nadie más que nosotros podría comprenderlo. Él también lo sentía así, lo sabía, sus ojos me trasmitían eso cada vez que me miraban, ese hilo que nos enlazaba y nos unía era solo nuestro. Sabía que Asderel estaba mal y tenía que ayudarle.

- ¡Déjenme pasar!- Exclamé. Azariel mantenía sujeto uno de mis brazos, parecía no querer soltarlo.

- ¡No puedes!- Gritaba mientras me presionaba cada vez con más fuerza, apretó tan fuerte mi brazo derecho que pareció quemar mi piel, dejando extrañas marcas, me dolió inmensamente pero no me quejé. Mi mirada se clavó directa y profundamente en sus ojos, vi como los suyos se abrieron un poco, asustados.

- Déjalo pasar, Azariel – Cassiel entraba en el momento justo. Pensé que iba a tener que luchar contra Azariel para poder llegar hasta Asderel.

Cassiel puso su mano suavemente por sobre la de su hermano. –Tranquilízate- Sonrió. –Deja que lo vea- Inmediatamente como un perro que obedece una orden de su amo, me soltó sin antes murmurar.

 –No te gustará lo que verás- 

Avancé a ciegas por los largos pasillos de toda casa, no sabía por dónde iba pero si sabía a dónde me dirigía, iba directo hacia Asderel. Sin haber estado antes en la morada sabía perfectamente por dónde ir.

Una habitación llamó mi atención, sus puertas eran de mármol. Entré sin vacilar si quiera, allí encontraría a Asderel.


Estaba sobre una cama que estaba salpicada de sangre. Un ventilador  mecánico estaba conectado a él. Su piel lucía más pálida de como la vi la última vez. Estaba a torso desnudo, en su pecho aún estaba la herida hecha por el puñal de Mefisto, estaba aún sangrando, extrañas marcas con forma de hilos negros se desprendían de ella dirigiéndose hacia todas las partes del cuerpo, como venas, contaminándolo.

Quedé inmóvil apoyado contra el marco de la puerta. Azariel tenía razón, no me gusto en absoluto lo que vi, Asderel no respiraba por sí mismo. ¿Estaba en coma? Avancé lentamente hasta él.

-Esas cosas…- Un escalofrío me recorrió por completo - ¿Esas marcas negras…que le están haciendo? – Pregunté mientras tragaba saliva.

- Es azufre – Dijo Cassiel mientras ponía su mano sobre mi hombro, en señal de apoyo.

- El azufre es el veneno más letal para los ángeles, lo está contaminando…Es solo cuestión de tiempo-
Su voz parecía triste. De los dos hermanos el de ojos turquesa me parecía el más sensato, pero no podía creer lo que me estaba diciendo.


- Él no morirá – Dije seguro. Había tanta certeza en mi voz que sentí el cuerpo de Cassiel estremecerse por un segundo.

- Lo siento Eliot…pero no he conocido ningún  ángel que haya sobrevivido a una herida tan profunda hecha con una arma de azufre -

No me importaba en absoluto lo que pensara Azariel o Cassiel, yo sabía en mi interior que Asderel seguía vivo y seguía luchando en su interior, en lo más profundo de su conciencia podía sentirle, llamándome.

- Déjenme a solas con él – Dije como si estuviese dando una orden. Azariel intentó negarse, pero su hermano se adelantó.

- Déjale, Azariel – No sé que había en Cassiel pero él sabía entenderme perfectamente, él y su hermano se retiraron pronto de la habitación, dejándome a solas con Asderel.

Me senté a su lado y tomé una de sus manos, no perdía nada con intentarlo.

- Vamos Asderel…- Comencé mientras agachaba mi cabeza y lo miraba de reojo – Tienes que recuperarte… – No parecía escucharme en absoluto, pero no importaba. Me quedaría con él hasta que despertara.



- ¿Dónde estoy? –
Todo es confuso y oscuro, apenas puedo divisar una tenue luz asomarse en la lejanía. Estoy sentado, intentó ponerme de pie  y avanzar hacia el albor pero no puedo, algo sostiene mis pies y los enreda en el suelo. Un par de pesadas cadenas me mantiene preso y no permite moverme. Me siento cansado, sin fuerza alguna, apenas puedo mantenerme despierto.

Intento tocar algo, pero no hay objeto alguno cerca de mí, es como si estuviese en la nada. No recuerdo como llegué aquí.

Mis fuerzas no darán para mucho más, intento librarme otra vez, trato de tocar las cadenas que me mantienen preso pero no logro sentirlas. Comienzo a fatigarme otra vez, el cansancio me devora lentamente, hasta quedar dormido.


Desperté otra vez ¿Cuánto tiempo había pasado? Días tal vez, por cada segundo que pasa la oscuridad se torna más negra, más densa. Tengo miedo. La luz en el horizonte esta cada vez más débil. Por más que intente liberarme de las cadenas no puedo siquiera moverlas, por cada minuto que pasa me vuelvo más frágil, ya no tengo fuerzas, creo que moriré aquí ¿O acaso ya estoy muerto? Por algún motivo tenía la convicción de creer en el Cielo y el Infierno, pero ahora estoy en la nada, estoy en el limbo, no veo, no siento, no puedo oír nada, ni siquiera la voz de mí conciencia.

Me estoy volviendo loco.

Cada vez que abro los ojos nuevamente parece haber pasado una eternidad. Perdí por completo la noción del tiempo y el espacio, no sé cuanto más dure esto, yo solo quiero salir de aquí.

¿Dónde está Eliot ahora?

- ¿No crees que ya es suficiente? – Cassiel se acercaba lentamente a mí, su rostro me demostraba que sentía lástima, por mí y por Asderel. – Él…no se ha movido si quiera, y ya ha pasado una semana – Dijo mientras acariciaba la cabeza inmóvil de mi amigo y lo miraba misericordioso. – Y tu… ni siquiera has dormido- Dijo apoyando su mano en mi hombro.

- No dormiré hasta verle despertar – Dije seriamente. Mis ojos estaban llorosos, ya no lo soportaba, veía morir a Asderel día a día y yo moría junto a él, sin poder hacer nada.

- ¿Y si no despierta jamás? – Su voz parecía entristecida, sollozó. Le miré perplejo.

- Incluso yo…- Comenzó lamentándose. –Yo no he podido curarlo… ¿Sabes cómo se siente eso...?- 

- Cómo si fueses un inútil –
Lo interrumpí. Yo sentía lo mismo, no podía hacer nada por Asderel, nada por salvarle, nada por ayudarle, solo lo veía ahí dormido, sin que pudiese despertar.

- Me siento igual – Terminé triste.

De pronto la puerta se abrió, Azariel entraba en silencio. Desde que decidí sentarme junto a Asderel a esperar que despertase que no veía a Azariel. Me saludó torpemente con la mano.

- Aún no ha despertado…- Dijo de pronto.

- ¡Y eso que importa!- Grité exasperado, ya no daba más. Las lágrimas comenzaron a brotar de mis mejillas sin control, estaba angustiado.

- ¡Me quedaré esperando! – Grité aún más fuerte mientras negaba con la cabeza. - ¡Incluso si la vida se me va en ello!- Ahora que lo sabía todo, que Asderel me había salvado y cuidado por tanto tiempo, no estaba dispuesto a abandonarlo.

- Eres justo como el, chico – Murmuró Azariel.

- ¿Huh…a que te refieres? – Pregunté perplejo mientras con mi brazo izquierdo secaba las lágrimas.

- ¿Sabes por qué Asderel cayó a la tierra?– Preguntó con una pequeña sonrisa, un poco irónica dibujada en sus labios.

- N…No…- Tartamudee torpemente.

- Por salvarte, por involucrarse contigo- Sus ojos carmesí me miraron con rencor. –Si él no hubiese querido salvarte, tal como tú lo estás haciendo ahora, él no estaría pasando por todo esto-

- ¡¿Puedes entenderlo?! –
Gritó furioso.

Ahora lograba comprender ese enojo que a ratos sentía de Azariel en contra  mía. El estaba enfadado, porque Asderel se arriesgó por mi culpa y terminó desterrado.

Un profundo silencio, casi eterno se fundió entre nosotros. Pude sentir una pequeña brisa, casi imperceptible pasar por la habitación.

- Ahora con mayor razón quiero ayudarlo – Dije mirando a Azariel fijamente a los ojos. Él sonrió.

- ¡Eso era justo lo que quería oír, chico! -

-  ¿Alguna vez has oído hablar del Plano Astral? -  Dijo casi susurrando, como si se tratase de un secreto.

- N...no – Lo mire perplejo. Jamás en mi vida había escuchado hablar de eso, ni si quiera tenía una mínima idea de lo que se pudiese tratar.

- Humanos ignorantes…- Murmuró entre dientes. Hice una mueca de molestia.

- P...Perdón – Dijo mientras tocía. – Te lo explicaré…-  Invitó a que me sentara junto a él, yo accedí obedientemente.

- El mundo en el que tu vives es solo parte de lo que realmente es…- Comenzó, mis ojos confusos parecieron asustarle un poco. – Te lo explicare mejor…- Dijo como si tratase de buscar las palabras para exponer la idea.

- El Plano Astral… es… ¡como otra dimensión!- Gritó de pronto. Comenzaba a comprender. Respiró profundo para seguir.

-  Es una dimensión, a la cual no puedes llegar físicamente… - De nuevo empezaba a confundirme. – Solo a través de tu espíritu o alma -

- ¿De mi espíritu? – Pregunté perplejo.

- ¡Claro!...- Siguió. –Por eso los ángeles que somos seres más espirituales podemos movernos fácilmente en el Plano Astral…-
- Ve al grano…-  Interrumpí casi desesperado, tanto rodeo comenzaba a angustiarme.

- Los humanos también tienen la posibilidad de viajar allí – Continuó mientras clavaba sus ojos en los míos. – A través del sueño…o lo que a veces ustedes llaman Desdoblamiento –

Alguna vez había oído hablar sobre el desdoblamiento, personas que aseguraban haberse visto a sí mismos durmiendo desde el techo de su habitación o historias por el estilo, jamás las había creído.

Hasta ahora.  

- ¡En fin! – Dijo con desaire. – Aunque Asderel se maneja a la perfección en el Plano Astral, es muy fácil perderse, sobre todo si no recuerda que él es un ángel. Creo que está atrapado -
 
Le quede mirando aún sin comprender.

- Quiero que tu vayas a buscarle…- Terminó secamente.

- ¿
¡Qué estás diciendo!? – Cassiel interrumpía drásticamente. – ¡Un humano también puede perderse! – Gritó mientras acercaba su rostro al de su hermano, amenazante. – Y sabes lo que puede pasarles a los humanos que se pierden allí -

- ¿Qué…Qué puede pasar? – Pregunté asustado.

- Morirías…o algún otro espíritu o demonio tomaría tu cuerpo – Dijo aún sin apartar sus ojos de los de su hermano Azariel. – Podrías terminar como Mefisto…Los demonios como él tienen la capacidad de tomar los cuerpos de otros humanos – Sus ojos voltearon hacia mi rostro atemorizado.

 – A eso ustedes llaman Posesión Demoniaca –

 Todo mi cuerpo se estremeció. Si me perdía allí moriría o aún peor, me transformaría en una bestia como Mefistófeles. Recordar los ojos malignos de Mefisto hizo que mis manos comenzaran a temblar sin que yo pudiese controlarlas.

Azariel se apartó del lado de su hermano y se dirigió a mí, envolviendo mis manos en las suyas, el calor que estas transmitían logró calmarme un poco. Miró fijamente a mis ojos.

- Tú eres el único que puede encontrarlo…-  Dijo casi suplicándome.

 –Si es cierto… eso de la conexión entre los ángeles guardianes y sus protegidos…tú sabrás donde hallarlo. –

 
Tenía sentido. Yo sabría donde encontrar a Asderel y estaba dispuesto a asumir cualquier riesgo con tal de salvarle. Vi como Cassiel separaba sus labios para protestar, pero interrumpí.

- Esta bien, Cassiel – Dije sonriéndole. Sus ojos turquesa se veían más azules de lo normal, se estaban llenando de lágrimas. Sabía que Cassiel  no quería que me arriesgara, pero tenía que hacerlo.

- Tranquilo…- Dije mientras me ponía a su lado y ponía mi mano en su hombro.

- ¡Verás como traigo a Asderel de vuelta! -  

Esta vez un fuerte dolor de cabeza me despertaba, estaba abatido y apenas podía abrir los ojos. Ya ni si quiera me quedaban fuerzas para querer ponerme de pie y nuevamente intentar forcejear con esa invisible cadena que me mantenía atado. Mantuve mis ojos cerrados y sin saber cómo ni tener recuerdo de haberlo hecho antes, comencé a rezar.

-Pater Noster, qui es in caelis…sanctificétur nonem tuum…- De pronto enmudecí, asombrado.

¡Estaba orando en latín! Sin nunca antes haber tenido una clase de esa lengua, la conocía y la pronunciaba a la perfección. ¿Cómo era posible?

- Adveniat regnum tuum… fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terr... -   Una fuerte jaqueca me interrumpió. Tomé con ambas manos mi cabeza y la sacudí, no podía manejar el dolor. Grité lo más fuerte que pude pero no lograba calmarlo.

De pronto, una serie de imágenes comenzaron a aparecer rápidamente ante mis ojos, como una película.
Me vi a mí, junto a otra persona, hermosa. Estábamos discutiendo. Los rayos del sol pegaban en su piel blanca y en sus cabellos rubios sin dañarlos, sus ojos grandes y azulados me miraban con ira. Me mantenía sujeto de una especie de túnica que llevaba puesta. No sé qué fue lo que nos dijimos, pero me dejó caer al vació.

Después salté a otra escena. El dolor de cabeza se hacía cada vez más insoportable.

Estaba yo apoyado contra una muralla blanca. Mucha gente vestida del mismo color níveo pasaba a mi lado, pero parecían no verme. Estaba vigilando a algo…o a alguien. Había una cama frente a mí, me acerqué a ella. Pude reconocer a una persona, es más, reconocí unos ojos grisáceos profundos y puros, reconocí la tez pálida y los cabellos claros caídos por el cansancio, lo reconocí inmediatamente.

¡Era Eliot!

Abrí mis ojos aturdido, el dolor había cesado. ¡Lo había recordado todo!

Estaba feliz, realmente feliz, yo era un ángel y Eliot mi protegido. Por fin podía comprenderlo, el cariño que sentía por Eliot no era algo al azar.

¡Lo había amado desde siempre!

Sentí como de nuevo las fuerzas volvían a mi cuerpo. Me puse de pie casi de un salto y con facilidad me solté de las cadenas que me habían mantenido preso. La pequeña luz comenzó de nuevo a brillar tenazmente en la lejanía, tenía que dirigirme hacia ella.

No avancé más de dos metros cuando algo me detuvo. Unas manos grandes y toscas me tomaron por la espalda y me sujetaron fuertemente, como si estuviesen abrazándome.

- No iras a ninguna parte – La voz malévola de Mefistófeles resonaba en mis oídos como un molesto ruido.

- Mefisto…- Susurré intentando apartar sus brazos de mí. - ¡Suéltame! – Me había topado antes un par de veces a Mefistófeles mientras viajaba en el Mundo  Astral, pero jamás nos habíamos tocado, eso estaba prohibido entre Ángeles y Demonios.
- ¡Jamás!- Gritó. - ¡Lucifer quiere que te traiga junto a él! – Dijo riendo. - ¡Y si te resistes, te mataré lentamente!- Sus gritos parecían bordear la locura. Esa es la verdadera naturaleza de los Demonios, inconscientes, como máquinas asesinas que no tienen piedad.

- ¿Lucifer?- Pregunté con voz temblorosa. ¿Para qué me quería Lucifer?  Yo no era más que un Guardián, no era un guerrero, ni mucho menos un Arcángel.

- Yo soy solo un ángel –

- ¡Oh no, cariño! –  Comenzó sarcástico. - ¡Tu eres mucho más que eso!- Dijo mientras acercaba su rostro a mi nuca, pasando su lengua por mi cuello y parte de mis mejillas. Un escalofrío me recorrió por completo, era repugnante.

- ¿Te has puesto nervioso? – Rió mientras aparecía frente a mí, me tomó por los hombros y me empujó, caí al piso.

Aún estaba débil y no sabía si podría luchar contra Mefistófeles, lo mejor que podía hacer era intentar escapar. Aproveché la oscuridad y gateé lentamente, haciéndome a un lado.

- ¿Donde estas, Asdi? – Su voz parecía alejarse de mí, estaba escapando. Me estaba acercando a la luz. Los gritos de Mefisto cesaron, cuando pensé que por fin lo había logrado.

- ¡Te encontré!- Sus ojos dorados, casi amarillos aparecían frente a mí, como los de un felino a punto de saltar sobre su presa. Sobre la mano de Mefisto, una llama. ¿Cómo no lo pensé antes?

Con un solo chasquido de sus dedos todo el lugar comenzó a arder en llamas.
Dí un paso hacia atrás, pero él estaba atrás mío. Tomó mi rostro y lo acercó al suyo bruscamente.

- No sé por qué el Amo te quiere junto a él – Dijo con voz molesta. Seguramente sentía envidia, los demonios luchan constantemente por agradarle a Lucifer. Quedó en silencio un rato, observándome.

- ¡Ah, si… ya lo recordé! – Dijo acercándose aún más a mi rostro, tanto que podía sentir su respiración entrando en mí y quemándome los pulmones.  Sus ojos parecieron vacilar un momento, se acercó aún más a mí, hasta que sus labios quedaron a milímetros de los míos, sin pensarlo más, me besó.
No era un beso común. Sabía que los demonios algunas veces cerraban un pacto o anunciaban la muerte a través de un beso, nosotros lo llamábamos El Beso de Judas.

Su boca estaba fría y seca. Tomó mi cabello y lo jaló juguetonamente, separándome de él y volviéndome a besar. Yo estaba helado, el tacto de la piel de Mefisto me causaba un gran dolor, más si eran sus labios los que me tocaban, tal como si fuesen veneno para los míos.

Sentí como sus labios bajaban por los míos, quedándose  en el inferior, mordiéndome, cortando un trozo de piel y retirándolo con una de sus manos. Luego se apartó, dejándome caer de rodillas al suelo.

- Te quiere porque eres especial – Terminó. Luego lamió sus dedos y el resto de sangre que había en ellos. – La sangre de ángel es deliciosa… ¿no lo crees? – Preguntó con ironía mientras me observaba retorcerme en el suelo.

No quedaba más remedio, si quería salir tendría que esforzarme por vencer a Mefistófeles. No tenía posibilidad alguna de ganarle pero lo intentaría, afuera estaba Eliot y estaba seguro que estaba esperándome.

- ¡Miren eso! – Todos miramos asombrados, de pronto de los labios de Asderel comenzó a correr un riachuelo de sangre. Estaba en peligro.

- De prisa…- Azariel me recostaba sobre una cama, mientras posaba su mano sobre mi cabeza.

- Toma esto…- Dijo mientras ponía en mi bolsillo una cruz. –Está bendita por un arcángel, es lo suficientemente fuerte para aturdir a cualquier espíritu o demonio -
 
- Y recuerda, Eliot – Comenzó en un tono casi paternal. – Solo tienes que desear ir con Asderel, en el mundo Astral todo es posible. – Asentí con la cabeza.

El acarició mis cabellos y comenzó a pronunciar palabras que no alcanzaba a escuchar en una lengua que yo no entendía, entonces sin siquiera quererlo, me dormí.


Volví a abrir los ojos al rato y me levanté de la cama. ¿No había funcionado? Miré hacia atrás, allí estaba yo, completamente inconsciente. ¡Lo h
abía logrado!

No sé como lo conseguí, pero al cerrar mis ojos y desear hallar a Asderel me transporté, en menos de un par de segundos, a un lugar desconocido, que jamás había visto.

Era seco, como un desierto y el frío parecía romper todos mis huesos, tendones y músculos. Estaba de noche pero no había ni luna ni estrellas que iluminaran el cielo negro. Avancé casi a oscuras, mi única luz la pequeña cruz que me había dado Azariel, brillaba con un intenso resplandor blanco lo suficientemente lúcido como para guiarme. Recorrí por un camino abierto por más de veinte minutos, hasta llegar a un laberinto.

¡Como odiaba los laberintos!

Me adentré en él sin pensarlo más, sabía que si lograba atravesarlo podría encontrar a Asderel. No fue tan difícil como lo pensaba, mis piernas comenzaron a moverse por sí solas, cincuenta metros hacia el norte y veinte hacia la izquierda, luego doblé hacia mi derecha y avancé unos doscientos pasos y ya había encontrado la salida.

Una gran mansión se alzaba imponente frente a mí, era antigua y su techo y su fachada estaba a punto de derrumbarse, unas maltrechas escaleras me invitaban a entrar. Cuando me hallé en su interior todo era oscuro, el hedor a azufre comenzó a entrar en mis pulmones, sentí nuevamente ganas de vomitar, pero resistí. Tomé entre mis manos la pequeña cruz y la mantuve cerca de mi pecho, seguramente algún demonio asechaba la casa. El frió se volvió más helado de lo que estaba afuera, incluso me causaba dolor al respirar. Escuché un ruido en las escaleras y subí apresuradamente, tratando de guardar silencio. Parecía como si estuviesen estrellando un saco de tierra contra las murallas, el sonido venía desde una habitación, que tenía un pequeño agujero en su puerta. Antes de abrir pegué mi cabeza en la madera, tratando de oír algo. Escuché gritos y gemidos de dolor.

- ¡Debería asesinarte aquí mismo!-
Pude reconocer esa voz, los gritos eran de Mefisto. ¡Mefistófeles tenía a Asderel!

Irrumpí en la habitación sin pensarlo dos veces. El lugar estaba cubierto por las llamas, justo en el medio de la recámara vacía estaban los dos. Mefisto yacía sobre Asderel  apretando con ambas manos su cuello, estrangulándolo, mientras que mi amigo mantenía los brazos de Mefistófeles sujetos, forcejeando.

Sin pensarlo corrí hacia ellos y me lancé contra Mefisto, derribándolo.

-¡¿Eliot?!- Exclamó Asderel. - ¿Cómo llegas…?-

- Eso no importa – Interrumpí mientras lo levantaba. Se veía muy débil, su respiración era entrecortada y profunda, el latir de su corazón era frágil y enfermo, sus pupilas estaban casi por completo dilatadas, era cuestión de tiempo para que el cansancio lo venciera.

- ¡De verdad no lo entiendo!- Gritó riendo Mefistófeles. - ¡¿Cómo un humano ha llegado hasta aquí?!-

- Intuición…- Dije apoyando a Asderel sobre uno de mis hombros.

- Oh no ¡Tu no irás a ninguna parte!- Gritó acercándose rápidamente a nosotros. Asderel se soltó de mí y apareció a tras de él, dándole un golpe en la nuca, mareándolo. Mefisto giró y saltó sobre Asderel. Desde allí comenzó una gran pelea. Mientras giraban por la habitación se iban llenando la cara de puñetazos, una pequeña luz brotaba de ellos al momento de cada impacto y el sonido de estos era tal cual como si estuviesen golpeando un metal. De pronto Mefisto voló por los aires, una onda expansiva salida de las manos de Asderel hizo que saliera disparado. Mefisto respondió nuevamente con una ráfaga color negra que Asderel esquivó aireado, pero sin darse cuenta el demonio aparecía nuevamente a su lado y le daba un fuerte puñetazo en el estómago, tirándolo al piso, propinándole una serie de patadas.

- Creo que esto te gusta…- Decía mientras veía sádicamente como la sangre de Asderel comenzaba a brotar de sus labios. Se detuvo y se arrodilló junto a él, jalándolo del pelo y acercando su rostro al de mi amigo.


- ¡Oh, Asdi!- Dijo mientras acercaba su boca a la oreja derecha de Asderel. – Serás un buen premio cuando te lleve con Luu – Luego pareció morderle, porque un espasmo incómodo recorrió todo el cuerpo de Asderel. No sé por qué pero esta escena me causó cierta molestia, me acerqué rápido por la espalda de Mefisto y sin pensarlo apoyé la cruz que me había obsequiado Azariel sobre su cabeza. La cruz se iluminó de repente y pareció quemar a Mefistófeles,  quien dejó escapar un horrible grito, soltando a Asderel y cayendo al suelo, inconsciente.

En ese momento tomé a Asderel y lo abracé, le abracé tan fuerte que pude sentir como su cuerpo frío comenzaba a avivarse por el calor que yo le transmitía.

- Cierra tus ojos, Asderel- El obedeció rápidamente y sin protestar. No pude resistirme, verlo ahí tan indefenso, sentí otra vez el sentimiento de querer protegerle, estaba tan agradecido por lo que él había hecho por mí que necesitaba demostrárselo. No me resistí y besé su mejilla derecha, suave y gentilmente, giró un poco su rostro dejándome besar su otro pómulo. Soltó una pequeña carcajada.

- Me haces cosquillas – Rió mientras abría los ojos. Sonreí. Estaba feliz, me hacía feliz saber que estaba bien.

Él repitió mi acción y acercó sus labios hasta mi mejilla, besándola suavemente mientras su boca descendía hasta casi rozar mis labios. Juguetonamente yo hice lo mismo con él, besé su mejilla y descendí hasta muy cerca de su boca, allí me quedé un par de segundos. Un cómodo silencio se produjo entre nosotros. Mi corazón comenzó a acelerarse, rápido y agitando como si quisiese salir disparado por mi garganta, creo que él lo sintió, porque yo pude sentir el de él, sacudiéndose veloz al igual que el mío. Clavó su mirada en la mía y volvió a cerrar sus ojos, yo hice lo mismo. Luego terminé de descender mis labios hasta los suyos, topándonos. Eran cálidos, húmedos y suaves como el algodón, irresistibles para mí, dulces como el más sublime de los caramelos, esos labios eran mi amparo y mi destrucción.

- Te amo, Eliot- Le escuché murmurar a mi oído. Jamás había escuchado palabras más bellas, sentí ganas de llorar.

- Yo también te amo, Asderel – Dije mientras acariciaba suavemente su cabello. Después de oír eso suspiró y se dirigió nuevamente a mis labios, sin vacilar volvió a darme un plácido beso que yo correspondí con ternura. Luego apartó su boca de la mía y cayó profundamente dormido, apoyado en mis hombros.


Notas finales:

Ha sido un capítulo intensoo o_o  (Y largo ewe) espero que les haya gustado :D 

PD: Si alguno-a de uds quedó interesado en todo el tema del mundo astral aquí les dejo un buen link 

http://www.leycosmica.org/page/el-plano-astral

Es bueno siempre aprender cosas nuevas :3 saludos


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