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¿El amor no lastima? 2 por shi san

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Notas del fanfic:

Hallo, hallo. Espero que haya nuevos lectores y que los lectores que leian la 1era Tempora encuentren esta secuela n.n Si, pero aunque no hayas leido la 1era Temp pues, no se pierden casi nada de este Fics en el que me esfuerzo escribiendo.

 

Aqui esta el link de la 1era Temporada en Amor Yaoi: 

 

¿El amor no lastima? (amor-yaoi.com)

 

Aqui esta el link de la 1era Temporada en mi blog (Imagenes, video y mas)

 

¿El amor no lastima? (Es Maid Lolita Blogspot)

Notas del capitulo:

     Siempre me gusta detallar a los personajes, y eso es exactamente e lo que esta hecho esta Cap. asi que disfrutalo y no olvides dejarme un comentario... ^^

Capítulo 1: Conociendo a Miserere y Azul.

 

Cada día sin aliento pasa frenéticamente

En algún momento, conocerte se convirtió en un vínculo preciado

Todo el universo parecía hermoso

Llego a gustarme lo que te gustaba

En nuestros días perfectamente estables

Compartiendo nuestros sentimientos más profundos

He caído enfermo, no hay respuesta

Lo siento, lo siento adiós TOP

 

Ah, mamá, ¿qué debo hacer, mamá?

Un egoísmo más caliente que una llama me atormenta, ¡Ah Dios mío!

Ah, mamá, lo prometí mamá, ¿qué puedo hacer?

Ahora, ahora, ¡Ah Dios mío!, ¡Ah Dios mío!

 

Oh Mom ~ Big Bang

 

Miserere

 

     Mi habitación, amplia. Mi cama de frazadas grises, suave y acolchonada. Mi escritorio y mi estante de madera oscura que combina con las paredes beige crema hacen que todo luzca ordenado. Aunque todo parezca en armonía, yo…

 

—Mmm… me duele la cabeza y creo que tengo fiebre— Le musito tapándome la frente y la vista a Amiel, apenas llegue de la universidad me maree un poco y me sentí mal.

 

—Claro que te sientes así— El que está sentado al lado de mi cama y me toca la frente, es el papá más parecido a una madre que jamás haya conocido, es mi papá, o al menos uno de los dos que tengo…

 

—Tienes fiebre cielo

 

     Una vez que Amiel me pasó el termómetro digital por la frente, me dijo que tenía la fiebre en treinta siete y medio… enseguida me dio una pastilla y me dejo una compresa en mi cabeza con agua un poco templada con alcohol.

 

—Eso te pasa por garuarte ayer en el patio mientras te bañabas en la piscina. No te arropes mucho, para que la fiebre salga, ahora voy a seguir con mi trabajo en el despacho, pero voy a estar viniendo cariño ¿ok? Me llamas cualquier cosa

.

.

.

 

—¿Qué tienes peque?— Una gentil y lejana voz me preguntaba…

 

—Me duele la cabeza, Amiel dijo que tenía fiebre…— Razone algo confundido.

 

     No me había dado cuenta pero desde que tengo uso de razón, cuando me enfermo, lo mismo me pasa y aunque no le doy mucha importancia después. Definitivamente significa mucho para mí esta clase de situación.

 

—Jajaja, tus pómulos están muy rojos…— No sé, pero alguien reía suave y me acariciaba lentamente la cabeza entre su regazo, era increíble lo que su tacto calmaba el malestar de cabeza y el dolor en mis huesos.

 

—Ya pasara… ahora hay que descansar— Mis ojos trataron de abrirse a pesar de lo pesado que estaban mis parpados…

 

     Y allí estaba un chico castaño con ojos marrones brillantes, pero eso era siempre, después de lograr verle borrosamente esa hermosa sonrisa, yo despertaba. Y para mí era como si jamás me viese quedado dormido o como si jamás haya vivido aquello.

 

—Gracias— Indulgente le susurre a la nada…

 

.

.

.

 

     Estoy en la fiesta de aniversario de la corporación Klaus, la empresa de mi padre, donde los personajes públicos y privados más importantes son invitados… ya saben, en un gran salón con techo inalcanzable en colores cálidos como durazno junto a un amarillo que destellaba a naranja metalizada y las paredes de un durazno tan suave que fácilmente seria pasado como blanco. Todo, en el mejor y VIP club de la ciudad.

 

—Eres increíblemente guapa, Tina— Sí, le hablaba a una pelirroja de cabellos largos y ondulados, de piel sutilmente bronceada, cuerpo de guitarra extrafina junto con dos suvenires  que me turbaban un poco desde ese escote de vestido rojo coctel.

 

     En verdad que era hermosa, era la hermana de dieciocho años de un “amigo” mío, aunque el hermanito si me gustaba un poco más, no sabría decir si es por ser tan lindo o por tener tan poca edad (Nótese: 16 años)… ahora ni al caso porque había terminado aquella “relación” una vez que Franchesco se dio de cuenta.

 

     Cuando volteo, miro que mi papá de ojos miel, me llama con un gesto de la mano, y al parecer hasta algo emocionado. Siempre he pensado en llamarle mamá, pero si lo hiciera sé que se avergonzaría mucho.

 

—Discúlpame un momento— Me aleje lastimosamente de la chica.

 

     Me daba curiosidad con quien hablaba Amiel, fue cuando mis ojos detallaron, era una muchacha algo baja de estatura, un poco gruesa de complexión, su piel era tostada y cabellos lisos y largos, vestía de amarillo y la verdad… arrugue imperceptiblemente mi rostro.

 

—¡Oh! Hijo, ven quiero presentarte a Kassia Díaz, es la hija del ministro de educación nacional— Amiel sonreía con orgullo y yo ahora estaba en modo de hijo perfecto, la verdad es que esa señorita me parecía de lo más corriente.

 

     Si, admito lo superficial que puedo llegar a ser… estoy consciente de ello y no soy como ciertas personas que se mienten por un karma que se reduce a algo aburrido en sus vidas y almas.

 

—Un gusto Kassia, yo soy Miserere— Le cogí la mano y le sonreí esplendoroso. La chica se sonrojo y la solté sutilmente.

 

—Está estudiando finanzas, igual que tú cariño y es una estudiante de honor— Fue divertido poder descifrar lo que ansiaba  mi papá, y era que yo ligara con la chica. Sonreí divertido ante la escena.

 

—Disculpe, el señor Franchesco lo solicita en el salón de al lado— Un mozo de traje blanco y negro con una bandeja con copas en su mano izquierda me avisaba disimuladamente.

 

—Gracias, en cuanto Kassia, aquí mi tarjeta, mi padre me llama— Me retire.

 

     Veamos, ¿cómo referirme a uno de los ineptos con que mi padre mantenía las relacione más importantes de la compañía?

 

     Nunca lo sabré, en fin el sujeto en cuestión era Andybell Vasiliev quien sonreía sutilmente hipócrita ante los invitados, lo peor de todo es que físicamente me parezco un tanto a él. Miro de vez en cuando las fotos con las que él estaba con mi papá biológico muerto, y esa es la verdad, me parezco un tanto. Gracias a Dios que herede los ojos de Miserere, mi verdadero padre quien murió dándome a luz.

 

—Miserere quiero que saludes a los amigos de la corporación— Mi padre con leve barba oscura, de ojos verdes me sonreía y me pedía que saludara con orgullo.

 

—Buenas noches Director Benzner— Aunque Franchesco no pasaba a este sujeto, este era el Director de la universidad de Anaco y además ya tenía años como jefe de mi papá, Amiel.

 

—Brillante como siempre Miserere— Me contesto el sujeto.

 

     Le di la mano firme al señor primer ministro de la defesa, la señora Niara muy elegante y que a su edad de cuarenta y tres parecía celebridad con su piel morena, ojos azules y destellantes rizos bronce mieles, de ultimo le di la mano a Andy…

 

—Un gusto saludarlo— Comente solo por política.

 

—Igual a tu padre— Dijo el rubio en tono de soberbia y demasiado obvio además Franchesco no era estúpido.

 

—Si igual a mí, mi muchacho— El cabellos negros, mi padre: dijo en su tono de indiferente que tanto lo identifica y me abrazo brusco para luego soltarme y darme una copa.

 

     “Miserere ¿Qué fue lo que viste para que te enamoraras de él? A veces no me importa el hecho de no haber nacido, solo para que tu vieras seguido tu camino feliz, con esa sonrisa, y así no hubieses tenido que pasar por los daños que este tipo te hizo, papá vieses seguido tu fama como cantante”.

 

     Pensé descuidadamente…

.

.

.

 

Azul

 

     Hola, soy Azul Cruz Hernández, sí, lo sé, mi nombre es común, pero no tan común, es que cuando nací, el médico le dijo a mi mamá que iba a ser andrógino, muchas madres se asustarían, pero mi madre busco el “azul” como nombre, ya que su lógica fue que yo era varón pero para que mi parte femenina no se disgustara, “Azul” como tal era un nombre, en su mayoría, de mujer. Jamás comprendí su teoría.

 

     Quiero dejar en claro que mi forma de ser es algo deleznable pero soy responsable, hago las cosas sí o sí, cuando tengo alguna responsabilidad, la cumplo. También tocando el tema de mis estados de ánimos o forma de ser, puedo ser un poco geek.

 

     En este mundo todo gira según lo visual, en su mayoría… (?) Mi estatura difiere mucho a la de un hombre promedio, con suerte y llego al metro con sesenta y cinco. Por otra parte, para que me imagines; mi piel es como la de mi mamá, es un tanto bronceada pero no exagerada, mis ojos son algo asiáticos, pero no tanto, dicen que tengo los ojos de mi madre, son azules, como el mar caribe.

 

     Mis cabellos son ondulados y castaños muy oscuros, en eso sí parezco a mi papá. Mi contextura no es tan atlética, no soy como esos chicos andróginos con cuerpos delgados y delicados, soy un poco grueso, y mi médico me advirtió que como tengo herencia de obesidad, sería mejor que no me excediera jamás con la comida, eso no es un problema porque no me gusta comer tanto, a veces si me atacan las ganas de comer dulces, eso sí amo, los dulces.

 

     Aun así, aun con eso, mis rasgos son algo suaves, no son fuertes. Mi mamá me puso en defensa personal cuando estaba en kínder, porque habían chicos que querían someterme y eso a ella no le gustaba, ella siempre me protegía y aunque no me convertí en un buen peleador, solo me supe defender, un poco, pero eso me llevo a no juntarme mucho con los otros, no quería que me atacaran o algo.

 

     Principalmente no quería que mi mamá pusiera esa expresión de rabia y tristeza a la vez cuando me vio golpeado en cuarto grado, pero sé que en esa ocasión agarre y le extendí dos dientes entre mis manitos y le dije que yo también había golpeado a aquel niño odioso y aunque me dijo que la violencia es mala, me abrazo con una sonrisa y llorando a la vez.

.

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.

 

     Mi trabajo, mi primer empleo, ya tengo seis meses aquí.

 

     Mi trabajo consiste en ser uno de los tres asistentes de Carlos; quien es un gran diseñador gráfico que trabaja en el departamento de imagen de una de las revistas de marca de ropa y accesorios más popular del país. Ni pensar que solo envié un currículo, más una entrevista, y ahora estoy aquí.

 

     Entro a través de las puertas de cristal giratorias del edificio gris con ventanas grandes y relucientes donde es cuidado desde afuera por dos grandes porteros en traje azul. Paso por una gran recepción de madera pulida con cintas de enchapados dorados con tres señoritas muy hermosas atendiendo. Justo presiono el botón plateado del ascensor y volví a presionar el botón “7”.

 

—Al fin te encuentro. Ufff, me ahorraste el viaje de irme a casa, tú me acompañaras en la junta de la empresa, porque lo que es Gracia y Grecia les dio una fuerte gripe y están en cama— Se lamentó exóticamente el alto moreno claro con corte volado y fashionista, llevándose una mano a la mejilla, mirándome desde las alturas con su ropa bien escogida, a pesar de su camisa tres cuartas amarilla, sus pantalones grises algo ceñidos.

 

—¿Y-yo?— Tartamudee.

 

—Sí, tu Azulito, tu sabes lo que estaremos lanzando en esta colección en la revista— El sujeto movió su muñeca derecha en el aire, restándole importancia a mi inseguridad y al mismo tiempo dejando ver una esclava de oro en su muñeca que decía “D&G”.

 

     No era por nada mi temor, es solo que en esas juntas se reúnen desde el presidente, gerente principal y los más importantes socios y dueños de Obra y Amor de la Corporación Klaus.

 

     Personas muy importante y yo solo un novato, no es por nada pero ¿Mi ropa estará representable? Al pensar eso y ver que Carlos se iba al departamento, fui apresurado al baño. Cerré la puerta y me detuve frente al gran espejo.

 

     Coloque mis manos en los lavamanos y me mire fijamente… mi camisa verde olivo, mangas largas, junto a mi suéter cuello “V” crema sin mangas se ven algo decentes, mis pantalones de vestir negros, también y mis suecos oscuros de vestir se veían ligeramente acorde, es decir; la zona en que trabajo no es de ejecutivos con trajes, así que…

 

—Creo que me veo bien para la junta— Sonreí y suspire encorvándome un poco.

 

—Sí estas lindo…— De repente una voz profunda con pizca de indulgencia y algo de soberbia se dejaba escuchar. Mientras yo no sabía de dónde provenía, que mi corazón latiera tan fuerte es de ¿sorpresa?

 

—Solo cuida tu postura— Mire el espejo, y venia saliendo un rubio chico muy elegante desde uno de los cubículos.

 

Miserere…— Musite imperceptible e inconscientemente, se parecía mucho a… eso era algo imposible. Parpadee algo descolocado, y reaccione, es que me había agarrado hablando solo y era vergonzoso la verdad.   

 

—Olvide la corbata, y las llaves de mi nueva oficina pero ya me las traen, soy el presidente, no me mires tan así— El sujeto rubio y de ojos marrones me miraba suspicazmente de brazos cruzados. Mire frente a mí y mi rostro estaba ligeramente enrojecido.

 

—No debe explicarme nada, ehm, yo me retiro— No sé si fue mi imaginación, pero apareció un puchero en ese rostro blanquecino y fino.

 

—No te lo estaba explicando, solo lo comentaba— Su rostro era inerte, aunque no sé si mi presencia le fastidiaba ahora.

 

—Lo siento— Se cerró la puerta de madera tras de mí.

 

     Bueno, para ser realista, esta era la primera vez que veía al presidente, y eso que su oficina estaba en el mismo piso. Es un sujeto realmente apuesto, con tipos como él y con mi pequeño problema de hermafrodismo mental, se me hace difícil tener a alguien a mi lado. Suspire y justo abrí la puerta…

 

     Y así transcurrió el tiempo hasta la junta.

 

     Entramos a esa sala enorme de mesa rectangular de vidrio con muchas sillas negras a su alrededor, no habían llegado muchos, cuando de pronto apareció el presidente, quien me miro pero sin ningún tono especial.

 

     Lira, una hermosa rojiza de cabellos rizados y falda negra con tacones de igual color era la chica que me gustaba… llego con café y té, ya que solo faltaba el gerente principal, la mire y le sonreí a lo cual ella me devolvió el gesto, pero de pronto el rubio alto que estaba en la cabeza de la mesa me miro penetrante con una mano en los labios para después mirar con increíble gesto “atacador” a Lira, note como se tornó nerviosa y en vez de dar una sonrisa fue más como a una mueca por lo nerviosa, suspire y me senté correctamente. Sí, era apuesto, fin del asunto, yo nunca podría competir con él y tampoco me gustaría hacer tal cosa.

 

     Ya había comenzado la junta, cuando le tocó el turno a nuestro departamento… menos mal que Carlos sabía hablar de la propuesta que le teníamos a la organización, monte la diapositiva con las encuestas que habíamos hecho, donde aclaraba que la moda coreana y japonesa estaban muy a la cabeza y esa estrategia ninguna de las demás empresas la había utilizado.

 

—Me rehusó, eso es muy… ¿Geek?— Subí mi cabeza al notar que el rubio hacia choque contra un Carlos algo impacientado, es decir; es el presidente y sí se le daba la gana de decir no, simple no, ya qué.

 

—Demonios imbécil, todo está bien estructurado, tenemos bases y un buen potencial en tendencia, Miserere deja la estupidez y concéntrate en mi propuesta— Carlos le dijo todo aquello a un imperturbable presidente. Me sorprendió, Miserere es… Miserere.

 

     Volví mi rostro algo turbado hacia Carlos que se mantenía a la defensiva y bueno, mi jefe tenía todo el derecho de pelear, habíamos trabajado tan duro.

 

—Y tú ¿tuviste que ver en algo de esto?— Miserere me miraba directamente con esos ojos marrones brillantes después de tantos años y como un video de alta resolución me acorde de sus palabras cuando éramos niños:

 

—… ¡pues, ahora mi mamá si está muerto! ¡Es mejor que te vayas!—”

 

—Sí señor, trabajamos muy duro durante tres meses completos— Lo mire también, pero sin duda esa sonrisa que esbozo me estremeció y rápidamente mire hacia Carlos, quien se tapaba los ojos y luego le lanzaba una mirada asesina al presidente.

 

—Mmmm, ya veo. Yo también trabajo muy duro, claro, si alguien pregunta— El susodicho se echó para atrás desde su asiento a la vez uniendo sus manos y fijando su felina mirada en un punto fijo.

 

—Miserere ya di algo, maldito imbécil— Respiraba fuerte el moreno. Pero se notaba que quizás se conocían o eran muy amigos, porque todos los demás miraban y le hablaban con extremo respeto al señor…

 

—Señor Klaus, como ya vio nuestros registros, yo me retiro junto a mi secretario y asistente— El gerente, un señor quizás italiano, bajo y robusto se dirigía al presidente que lo veía inertemente.

 

—Está bien, se pueden retirar en cuanto a su área, les daré esta oportunidad de ejecutar su plan— Esa voz, si daba algo de temor, por algo él era el presidente, pero ¿no era muy joven para eso?

 

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.

 

 

—Hola, oye te llevo— Una reluciente y encantadora sonrisa se definía al frente de la parada de autobuses, ya eran las siete y media… probablemente acepte ya que no tengo lo suficiente para pagar un taxi.

 

—¿Está hablando conmigo?— Ok, no fue muy inteligente de mi parte decir eso, cuando la parada estaba desierta.

 

—Sí, ven— De pronto él volvió a sonreír y no pude dejar de comparar su sonrisa a la última sonrisa de él que recuerdo, una diferencia, seria quizás el hecho de una fachada creada por no sé qué cosa.

 

     ¿Me recordara? No, no creo que recuerde a un niño como yo…

 

     Me monte en aquel mercedes último modelo negro, apenas cerré la puerta pude oler un magnifico aroma a hombre, era como cítrico de una manera tropical, qué tal; moras y vainilla junto con pizca almizcle y menta.

 

     Le indique donde vivía y él solo asintió con una misteriosa risa que se asomaba de vez en cuando.

 

 

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—Espero que se repitan estas cosas Azul— Ya estaba fuera del auto, pero su comentario me confundió.

 

No, pero gracias— Le di la espalda…

 

—¡Vaya! pero que malo eres… ni siquiera recuerdas a tu mejor amigo de la infancia— Me voltee y observe que se quedó pensativo luego de decirme eso.

 

No somos más niños, presidente— Solté neutro.

 

Siento haberte culpado de la muerte de mi verdadero padre, es decir, éramos solo niños y jajaja—  Rio a lo último.

 

No me había descargado con nadie ese día y cuando te vi, me desahogue— Y asomo un gesto de sus labios que ni en mil años llegaría a ser risa por lo picara. Luego se bajó del auto y se acercó a un metro mío mientras jugaba con sus llaves entre sus manos.

 

Cuando te busque para disculparme y para que me ayudaras con la angustia que sentía al saber que la relación de mis verdaderos padres fue tan… No te encontré, pensé que si tal vez vieses estado allí, un beso tuyo me hubiese hecho sentir mejor— Recordé como hizo que dejara de llorar aquella vez por mi madre.

 

     Y ni hablar de la alarma que escuche cuando el rubio alto se me acercaba cada vez más…

 

Se me ocurrió algo— Lo mire y le hable algo eufórico escondiendo todo sarcasmo, lo cual lo sorprendió de una manera positiva.

 

No te me acercas, luego tú solo eres el presidente, yo soy uno más de los empleados y solo nos hablamos a costa del trabajo— Le sonreí sinceramente. Lo siento, pero no quería verme envuelto en nada que me perjudicara sentimentalmente y menos en lo profesional.

 

¿A qué te refieres?— Me miro alzando una ceja como si mi comentario le hubiese rozado.

 

A que quiero mantenerme alejado de cosas extrañas, buenas noches y gracias señor presidente— Solté con una expresión seria y me aleje.

 

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—¿Qué te parece si vamos a almorzar juntos?— Me sobresalte, llevándome una mano al pecho, eran las once de la mañana, como Carlos estaba trabajando en “no sé qué proyecto en un hotel”, en el taller no había mucho que hacer, solo trabajar editando imágenes y más nada, por eso me encontraba “ido” mirando mi monitor plano.

 

—¡Señor p-presidente no me asuste!— Me aleje en mi silla.

 

     El rubio miro el techo cruzándose los brazos y llevándose una mano a los labios, esto era ridículo pero me sentía un poco nervioso, ya tenía que superar este recuerdo de mi infancia sin importancia.

 

—El taller está muy bien, tenía meses que no entraba aquí— Sonrió, en tono iba observando alrededor.

 

—Encontramos la revista de ese día, Azul— Gracia la de piel canela con vestido negro cóctel de plataformas negras, de cabellos castaños largos y rizados, se calló abruptamente al ver al de ojos marrones caramelos.

 

—Si— Guardo silencio Grecia rápidamente la de tez blanquecina, quien alumbraba con su short a la cintura vino tinto y guardacamisa elegante blanca con tacones de igual color que su prenda baja, de cabellos cortos y rubia. Ella que venía con una sonrisa, esta se le había resbalado del rostro.

 

—Buenas señoritas, espero no haber interrumpido, ahora Azul ¿aceptas o no?— Se giró exclusivamente para mirarme, admito que eso no me dejaba tranquilo, más bien podía sentir nítidamente los pálpitos acelerados en mi pecho.

 

—Sí señor— Suspire.

 

—Entonces esta dicho— Esbozo satisfacción en su boca, curveándola. —A propósito, espérame frente al ascensor, ya quiero el almuerzo que tendremos a costa del trabajo

 

—Está bien— Dije notando claramente el sarcasmo en su oración.

 

     Ya había salido y yo no dejaba de ver por donde se había ido…

 

—Oigan chicas ¿Por qué se quedaron pasmadas al ver al presidente aquí?— Pregunte sinceramente, las mencionadas se fueron a sus asientos.

 

—Es muy apuesto y muy difícil de tratar de “amigo”— Hablo Grecia como hablando de un dulce caro.

 

—Su verdadero padre es un hermoso empresario Ruso aw~ Andybell Vasiliev y además de lo rico que es al igual que su padre adoptivo, un italiano de rango en el mundo de los negocios, no sé si por eso tiene los zumos tan altos también— Dijo la de pelo largo y rizado sonriendo.

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—Hola, gracias por aceptar— El rubio me sonreía desde lo alto, lo cual me sofocó un poco y junto con ello dirigí mi dedo al botón del ascensor.

 

     Ambos entramos y justo el silencio jugaba con mi sistema racional… comencé a darme cuenta de cuando tenía nueve años corrí a la cocina tras la barra donde mi madre estaba cocinando y le confesé que amaba a mi y mejor amigo, hoy por hoy no comprendo como mi madre logro reírse y luego mirarme como la muñequita que era diciéndome tan tranquilamente aquellas palabras:

 

—Si tanto le amas, espera un poquito para que puedas definir tus sentimientos no te apresures ante nada para que no salgas herido… y en sí aun no sabes si te gustaría una novia o un novio ¿pero sabes? yo sabía que ibas a ser un varoncito pasara lo que pasara, aunque recuerda que no por eso reprimirás tus sentimientos ¿está bien?

 

     No sabía de dónde había salido tal memoria, pero cuando estaba en séptimo grado comencé a ser alejado de todo siendo un varón y me obligue a enamorarme de chicas, de las cuales jamás tuve un noviazgo, me “enamoraba” de las bellezas más inalcanzables del liceo solo para no tener una. Ahora aparece Miserere y es un poco inquietante.

 

—Desde que salimos de la oficina no has dicho ni una sola palabra— El rubio me miraba desde el frente de la mesa blanca, de aquel elegante restaurant italiano.

 

—Lo siento

 

—No te disculpes, detesto eso…— Acomodo su saco y llamo a un mesero con un gesto de mano.

 

     Comimos pasta a la boloñesa, vino blanco y con suerte, creo yo, pedimos torta fría de chocolate.

 

     Los días fueron pasando y las salidas a almorzar se tornaban un tanto seguidas y termine siendo otra vez relativamente amigo de Miserere.

 

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—¡Fiesta en el mejor club campo abierto de la ciudad!— Carlos vestido con lo último de Armani levantaba sus brazos y tomaba a Grecia y bailaba improvisadamente.

 

—Se acuerdan de lo ocupado qué estaba, pues, era porque yo soy el organizador de la fiesta, fueron las cuatro semanas más largas de mi vida incluso temí por mi vida— Coloco gesto de vida o muerte, exagerado.

 

—No seas exagerado— Le decía una Gracia sin gracia, cansada porque habíamos estado muy estresados y dudosos sin nuestro jefe.

 

—La fiesta será en unas semanas así que preparaos vestimentas elegantes para disco, ¡ah! También unos trabajitos extras para cada uno, detalles solo detalles— Lo último lo musito cantando.

 

—¿Disco?— Gritamos todos a la vez.

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—Carlos, qué buscamos específicamente— Ya fatigado, con cuatro bolsas de ropa y zapatos en mis manos, le pregunte a un muy ansioso y feliz diseñador gráfico que solo cargaba una bolsa en sus manos… el centro comercial no era muy relajante que digamos.

 

—Azulito, está bien, detengámonos aquí y comamos helado de yogurt— Me sonrió el moreno y al voltear, me di cuenta que había un kiosco rosa con carita feliz, donde vendían los helados y por detrás habían muebles cuadrados, muy cómodos.

 

—Azul ¿De qué vas a pedir tu helado?

 

     Medite mi respuesta, habían muchos sabores...

 

—De oreo— A lo último me fui a sentar y deje todas las bolsas debajo.

 

—El tuyo, el mío de parchita… ¡oh por Dios! Mira quien viene allí— No sé si la mirada de baboso derretido era por su helado o por ese “alguien”.

 

     Mi sorpresa fue ver a un rubio, alto, maduro con un poco de barba pero que no le exageraba nada. Vestido con botas negras, jeans oscuros y camisa azul muy oscura. El señor se veía muy elegante, guapo… y no sé si mi imaginación me estaba jugando sucias bromas, pero me vi en el futuro con Miserere ¡es que se parecía!

 

—Que sorpresa, ¿a quién tenemos aquí?— Se sobresaltó emocionado mi jefe.

 

—Hola Carlos ¿Cómo estás? Al menos miro que estas en buena compañía— Musito el señor mirándome de arriba hacia abajo, eso me hizo sentir incómodo.

 

     Una vez que se saludaron de la mano, otra vez sentí una peculiar grisácea mirada sobre mí… y ni pensar que lo único que quería era terminar mi helado que estaba tan sabroso.

 

—Él es Azul, trabaja conmigo y es un excelente aprendiz de diseñador gráfico aunque algo lento— Lo último lo dijo bajo, pero lo pude oír y le vi a los ojos con signo de interrogación.

 

—Oh, solo divago, no te enojes Azulito— Me pico el ojo el moreno.

 

—Un placer en conocerte, Azul— No sé cuándo, pero el sujeto me sostenía la mano como ya para besarla, no pude controlarme y me puse tan rojo como los suecos que Carlos recién había comprado.

 

—Soy Andybell Vasiliev, pero me puedes llamar Andy— Me soltó la mano delicadamente sin dejar de mirarme, como buscando algo.

 

     ¡No podía ser cierto que era el padre biológico de Miserere!

 

—Tus ojos son hermosos…

 

—G-gracias— Le hable directo, como pude.

 

—Ten, mi tarjeta, estoy a la orden, cualquier cosa no dudes en comunicarte conmigo— El rubio sonrió y yo solo lo imite.

 

—Bueno, Andy lo espero en la fiesta de disfraces que hará la compañía

 

—¿Azul estará allí?

 

—Claro que sí, no se preocupe, y sí quiere se lo pongo como anfitrión privado— Sonrió Carlos, solo poniéndome en aprietos.

 

—Carlos, tantas veces te sonsaque para que trabajaras en mi compañía pero bueno, la organización Vasiliev tiene sus puertas abiertas para ti y para ti, Azul

 

—G-gracias— Demonios, solo había dicho dos palabras, y repetidas.

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Notas finales:

Ufff ese Andy mayor me enloquece waaaa ENLOQUECE es una palabra muy cliche! TuT espero tu coment a ver como te parecio n.n/

PD: Estare trabajando en mi blog montando las portadas que he hecho de: ¿El amor no lastima? 2

Los quiero ~kisus!


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