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Psiquiátrico YG-SM: La obsesión del Dragón. por CrawlingFiction

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Notas del fanfic:

Bueni, este fue un fanfic con el cual participé en un concurso, delcual resulté 3er lugar c:

Es una historia con final abierto. 

Notas del capitulo:

El primer capítulo. Es una historia bien extraña. Pues tomé el inicio de una historia 100% original que tenía en construcción...Pero llegó el concursó y lo tomé y adapté, y de ahí salió lo demás.

Muy a mi estilo raro xD

Graaacias por leer.

 

Psiquiátrico YG-SM: La Obsesión del Dragón.

Capítulo I: Introducción a la locura.

Viernes al mediodía, un día y una hora ideal para reposar de los agitados días que le antecedieron. Para descansar mente y cuerpo, vaguear por Internet, leer aquel libro de páginas al sepia de la edad que prometiste acabar el verano pasado, pasar canales y ojear el refrigerador a la espera de que por arte de magia un tarro de helado o una rebanada de pastel apareciera invocada por tu estomago gruñón.

Un día tranquilo, rutinariamente alejado de la rutina. Sin embargo, como los anteriores días, para Choi Seung Hyun todos los días eran viernes, desde que ese dieciséis de mayo le arrebatasen parte de sus motivos para seguir firme ante lo demás. La alarma por décima vez repicó, el joven pelinegro abrió los ojos y apagó el teléfono para alivio de sus oídos. Se quedó allí, mirando al techo. Giró la vista al escritorio donde entre una pila de platos, libretas y  armatostes varios se diferenciaba, entre ese basurero, un portarretrato. Los ojos oscuros y sombríos del chico arrasaron. Con la almohada a la cara comenzó a llorar.

Volvió a abrir los ojos.

 Luego de tanto llorar se había quedado dormido. Con la espalda acalambrada de tanto estar acostado se levantó y fue al baño. Mirando por un rincón de la ventana del baño cubierta con periódicos viejos y cinta adhesiva calculó que sería más de las tres de la tarde. Se lavó la cara y dientes. Observó con una sonrisa amarga sus profundas ojeras violáceas y su aspecto generalmente cadavérico. Dirigiéndose a la cocina abrió un paquete de galletas y acostado en el suelo las comía con excesiva lentitud. No tenía ganas de cocinarse algo decente, así que suponía, que mientras más lento comiera la sensación de llenura sería mayor y prolongada. Para sorpresa de Seung Hyunel teléfono sonó y extendiendo el pie jaló de su cable y lo descolgó.

— ¿Quién es?-Preguntó sin un verdadero interés en saber quién sería.

—Es Daesung.-Anunció una voz masculina pero suave al otro lado de la línea. Seung Hyun soltó un suspiro de fatiga.

— ¿Cuándo se supone que dejarás de molestar?-Acusó molesto.

—Sé que debes pasar por un mal momento, la ausencia y eso pero…

—Cállate Daesung. No sabes de qué mierda hablas.

— ¡Por eso mismo te llamo!-Replicó haciendo callar al pelinegro. —Llamé para pedir ayuda. Ellos vendrán a tu casa y te revisarán… por favor ábreles la puerta. Ellos sólo van a ayudarte.-Suplicó el joven de labios carnosos y cabellos blancuzcos tras la línea.

— ¿Qué? ¿Me mandarás loqueros a mi casa?-Inquirió burlón. —Maldita perra…-Gruñó en voz baja. —No pienso abrirles Daesung. Lo siento. Tengo cosas importantes que hacer que sonreírle hipócritamente a esos incompetentes.-Explicó.

— ¿¡Cosas importantes!? ¿Cuáles cosas? ¿Estar durante horas mirando a la nada? ¡Mirando ese maldito portarretratos!-AcusóKang Daesung. Éste sólo cerró los ojos con fuerza.

— ¡Déjame morir en paz!-Exclamó colgando la llamada y arrojando el teléfono contra la pared desarmándose al chocar contra el suelo. Se puso de pie y con más periódicos viejos tapó las ventadas sobrantes dejando la casa sin acceso alguno de la radiante luz del sol que tanto odiaba. Miró a su alrededor. En la sala de estar había ropas por el suelo, platos sucios apilados siendo ahora hogar de pequeñas cucarachas, las paredes sucias y descaradas de tantas veces Seung Hyun arrojar cosas contra éstas agrietándolas. —Odio esta mierda.-Murmuró para sí mismo, se volvió a acostar en el piso sucio mirando a sus muñecas todavía cicatrizando. Cerró los ojos pensando en momentos menos amargos. Momentos dónde estaban quienes ahora no presenciaban durante sus días, cargados de gritos, preguntas a la nada y mirar fijamente a cualquier rincón de esa casa deshecha.

*

Un nuevo día, luminoso y de fuerte viento chocando contra los grandes ventanales corredizos del acogedor departamento. El hombre, de cabellos cafés ondeados cuan olas de mar y ojos oscuros terminaba de vestirse. Abotonando la camisa de manga larga rosa suave, ajustando su corbata marrón y poniéndose la bata impoluta bata blanca que indicaba que era doctor. Cho Kyuhyun ya estaba listo. Tomó sus gafas de lectura de la mesa ratona, los puso en un bolsillo de su maletín y despidiendo de la ama de llaves se marchó rumbo a su trabajo. Duro, pesado e insoportable como muchos comentaban, pero un sueño hecho realidad, que mantenía y forjaba día a día entre extenuantes horarios corridos e investigaciones. Psicólogo del Hospital Psiquiátrico YG-SM.

— ¡Buenos días Krystal! ¿Qué tenemos hoy?-Saludó el joven y apuesto psicólogo a la secretaria que distraída se limaba las uñas.

— ¡Oh! Buenos días Señor Cho. ¿Amaneció bien?-Preguntó la joven castaña con una sonrisa cálida.

—Sí, Buen clima, fresco y no muy helado.-Decía Kyuhyun mirando embelesado a la ventana.

—Sí, un gran día. Eh, me acaban de informar que tendremos un nuevo ingreso.-Comunicó la secretaria de nombre Krystal, cómo decía su broche dorado sobre la solapa de su abrigo. —Un joven, la edad todavía no la han reportado, vive en las afueras de la ciudad.

—Hmmh. Se ve interesante.-Murmuró para sí mismo el castaño. — ¿Motivo de internación?-Preguntó inquisitivo.

—Un amigo cercano del chico lo solicitó. Lleva un mes sin comer bien, sin asistir a clases y que la casa está vuelta un desastre, vecinos se quejan que un chico dentro esa casa no para de gritar.-Contaba. Kyuhyun asintió.

—Vaya, vaya. Llevábamos meses sin traer pacientes a la fuerza aquí.-Observó Cho Kyuhyun intrigado. —Bueno, voy a mi oficina. Cualquier cosa me lo reportas ¿Bien?-Indicó el psicólogo.

—No se preocupe señor. Yo le informo.-Despidió Krystal mirando como el hombre se dirigía a las escaleras ir al primer piso del edificio y por ende a su oficina.

 El Hospital Psiquiátrico era un laberinto de amplios pasillos y habitaciones. Primer piso se localizaban las oficinas del personal de trabajo como médicos, nutricionistas, psicólogos y psiquiatras. Segundo la zona recreativa del Hospital y comedor donde los pacientes internados despejaban sus ya frágiles mentes, tercer piso las habitaciones de los pacientes, separados en dos alas, ala este y oeste. Este para pacientes desórdenes alimenticios, depresiones suaves, trastornos de personalidad y paranoia. Ala oeste para pacientes peligrosos, capaces de abrazarte y apuñalarte en la misma fracción de segundo, recluidos del resto por bien propio y ajeno. Planta baja; recepción y oficinas centrales para las consultas generales. Éste era el Hospital Psiquiátrico YG-SM.

*

—Buenos días, ¿Cómo amaneció?-Preguntó con voz excesivamente amable una joven rubia de cabello corto frente a la puerta de metal con una amplia rendija removible. La puerta trancaba la madriguera de un peculiar paciente. Quien desde niño habitó y caminó los recién pulidos pisos del Hospital, sin que gran parte del personal médico y paciente tuviese idea. Dentro de la oscura recamara que no era más que cuatro paredes con el papel tapiz desgarrado, un colchón en el suelo y una maleta abierta con la ropa por todos lados, acurrucado en un rincón estaba un chico menudo y de aspecto frágil pero encantador, de ojos oscuros y piel clara, cabello lacio rubio alborotado y varias perforaciones en las orejas. Éste muchacho respondía al nombre de: Kwon Ji Yong, mejor conocido como G-Dragon. Ji Yong se puso de pie de golpe, rompiendo  su apacible estado, corrió hacia la puerta y la pretendió tumbar con fuera bruta y patadas sin ton ni son. La enfermera suspiró resignada. —Nunca cambiarás tus actitudes de troglodita ¿No, G-Dragon?-Preguntó para sí misma la enfermera. G-D Gimió ruidosamente.

— ¡Noona, Noona!-Gimoteaba arañando la puerta metálica con sus largas uñas descuidadas. — ¡El reflejo me sigue! ¡Me sigue a todas partes! ¡Es como mi sombra! ¡Me dice que vaya afuera!-Gritaba cuan niño asustado el joven de dieciocho años. — ¡Noona! Déjeme salir, quiero salir, quiero salir. ¡Afuera tengo luz!-Exclamaba Ji Yong. La enfermera metió la mano dentro la rendija, el rubio la tomó y besaba con ansiedad causada por su miedo. La rubia abrió el puño y le entregó tres pastillas de distintos tamaños, pasó un vasito de agua y una piruleta.

—G-D, Hoy habrán nuevos ingresos, tu sabes que cuando hay chicos nuevos no puedes salir.-Contaba con pesar la rubia acariciando las mejillas llenas de puntitos rojizos, pues, el rubio tenía el hábito nervioso de pellizcarse la cara. —Hoy no puedes salir de tu habitación.

El rubio bajó la vista afligido. Se tomó las medicinas y de golpe apartó la mano de la enfermera y cerró la rendija con brusquedad. Se tiró al suelo. No obstante escuchó a la rubia quejarse y se regresó cuan niño entusiasmado.

— ¡Noona, noona!-Exclamó nuevamente el rubio con una sonrisa a la par de sus brillantes ojos infantiles. — ¿¡Quiénes vendrán!? ¿Un amigo nuevo para mí? ¡Podré hablarles! —Preguntaba atropellado a la silueta que se alejaba a cada paso. La rubia ignoró al chico y se fue. No obstante, este la llamaba a gritos agudos que retumbaban por toda el ala oeste. — ¡noona! ¡Noona!-Gimió. —Yo quiero conocer a los nuevos.-Murmuró para sí mismo con una sonrisa infantil metiéndose la piruleta a la boca continuando en su labor de arañar la puerta.

*

— ¡Personal del Hospital Psiquiátrico YG-SM! ¡Estamos pasando!-Gritó una voz demandante abriendo la puerta de la recamara de una patada cuan requisa policial. En total, los tres hombres fornidos observaron el estado desagradable en el que se encontraba el departamento. Paredes con tapices rasgados y esquinas agrietadas, pisos sucios y objetos—o lo que quedaron de ellos al chocar con las paredes—dispersos por todas partes. Comida putrefacta, una pecera con peces muertos flotando, consecuencia de la negligencia, las ventanas tapadas con papeles. Los tres hombres abrían una a una las puertas del departamento buscando a su chico. Más este no aparecía.

— ¿Dónde está ese mocoso?-Bufó un hombre, calvo y con barba.

—Aigo…No lo encontramos… ¿Y se escapó antes de que entráramos?-Preguntó un pelirrojo de aspecto irlandés, era de hecho el hombre que tumbó la puerta al allanar la morada.

—No creo, está por aquí. Huelo su miedo.-Susurró un pelinegro de cresta y aspecto más musculoso que los demás. Sigilosamente, cuan cazador fue dando pasos hasta entrar al lavadero, ropa sucia mezclada con la limpia regada por el piso, las cestas dadas vueltas. El pelinegro sonrió. Miró la puerta de la secadora. — ¡Aquí  estás!-Exclamó abalanzándose hacia la secadora abriendo la puerta y tomando al menor de los brazos de inmediato.

— ¡Suéltame, delincuente con sueldo!-Gritó el pelinegro más joven forcejeando, pateando, empujando y arañando cuan zorro con la pata presa. — ¡Suéltame! ¡No iré con ustedes! ¡No dejaré sola mi casa!

— ¿Casa? ¡Esto es un cuchitril!-Exclamó mofándose el pelirrojo sacando de un bolso una camisa muy parecida a las que muchos han visto en la televisión, una camisa de fuerza. Tomaron al chico e inmovilizaron. —Hacemos esto por tu bien.-Susurró burlesco.  Seung Hyun cerró los ojos con fuerza y mordiéndose la lengua soportaba la impotencia y rabia.

—No seas rustico Jack, recuerda, como dice ese fulano Kyuhyun: “La violencia es el camino de los débiles”.-Citó el calvo de ojos rasgados riendo con estridencia. Jack sonrió.

—Ese incompetente…cree que las cosas se resuelven con pláticas y charlas…-Bufó el pelinegro de cresta que cargando al “paciente” cerraba la puerta.

—Ojala hubiese sido así cuando nos tocó atrapar a ese enano del demonio…-Gruñó el irlandés abriendo la portezuela trasera del auto, el calvo y Seung Hyun entraron. El peli naranja tomó el copiloto y siguió parloteando. El pelinegro de diecinueve años cabizbajo escuchaba la conversación que se volvía más interesante. El pelirrojo narraba como, hace muchos años atrás, él junto a otro colega se vieron en la obligación de capturar a un niño pelinegro que con tal de no ser atrapado les atacó con una olla de ramen hirviendo para después lanzase de una ventana, desde un segundo piso. Cayó sobre el techo del auto patrulla que fue de refuerzos. Luego de una convalecencia en el Hospital de la ciudad fue enviado al Psiquiátrico y más nunca se supo de él…

El pelinegro interesado dejaba de lado sus mismas preguntas, sobre, ¿Hacia dónde iría? ¿Por qué le hacían eso? ¿Por qué estaba inmóvil cuan loco dentro esa camioneta hacia un rumbo para él desconocido? Ahora sólo podía pensar y sacar conclusiones sobre ese niño que años atrás se vio con el mismo miedo que tuvo él encerado dentro esa secadora. ¿Ese chico estuvo o estará toda su vida allí? ¿A él le pasaría lo mismo?

 

Notas finales:

Holu, deja un comentario *se va bailando Fantastic Baby*


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