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Lo siento por Scarlett_Rose

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Notas del fanfic:

Nombre Fic: Lo siento.

Anime & Manga: Kuroko no basket.

Autor: Tadatoshi Fujimaki

Pareja: Aomine x Sakurai.

Resumen: Sakurai aprenderá a no siempre disculparse por todo.

Notas del capitulo:


Hola!  Sé qué hace mucho que no me paro por acá pero he tenido mucho, desde mi servicio por las mañanas, mis clases por las tardes y los montones de tarea por la noche, además, ya salgo de bachiller y las materias se han puesto pesadas, y mi graduación se acerca, pronto seré toda una universitaria, sí aunque me digan enana.

Bueno mi otra explicación es que, por cuestiones del destino no tengo internet en casa y odio los cybers así que en verdad tardare mucho en actualizar, pero lo haré no pienso dejar mis Fics, no cuando me quebré la cabeza recordando mi puta contraseña. Mile-nee, Dore-nee, no tengo ni zorra idea si verán esto, pero les amo y lamento haberlas dejado botadas, algún día abriré mi Face.

Ahora dichas mis razones y las que no lo eran, les dejo mi nueva obra, producto de la obsesión que me dejo mi amada Mile-nee.

S.R.

 

 

Capitulo Único. Acercamiento.

 

            Miró discretamente a su alrededor, de nuevo aquella imponente figura no estaba, entrelazó los dedos alrededor del balón y flexionando las rodillas, brinco lanzando un tiro de tres punto. Suspiró quitando presión a su persona, corrió detrás del rebote del balón.

—¡De nuevo! —chilló el rubio—, El maldito de Aomine está faltando. —busco al jugador estrella, antes de la generación milagrosa, ahora de ellos, sin embargo por más que buscara, estaba claro que no iba a localizarlo—, Capitán debería sacarle. Debe aprender a no hacer lo que quiere.

Sakurai gimoteo, eran compañeros de clase, entonces suponía que era su obligación persuadirle un poco para que asistiera al menos una vez por semana a los entrenamientos. Aomine fue la razón para entrar al equipo de baloncesto, le admiraba tanto, pero antes de su admiración para con el moreno, estaba su pavor hacía el mismo, había presenciado aquellos arranques de enojo hacía aquellos que le invadían.

—Sakurai. —le llamó con suavidad el capitán, su cuerpo se tenso como una tabla.

—¡L-lo siento!.

El pelinegro ensancho su sonrisa, suavizando sus facciones para que el menor tomara confianza, sin embargo, contrariamente, unas agresivas reverencias se sumaron a su penitencia de perdón.

—¡Lamento existir!. Lo siento, lo siento.

—¿E-existir?, calma, calma, Sakurai, no es para tanto. —suspiro acomodando sus lentes—, Sólo quería que le sugirieras a Aomine-kun, el asistir a los entrenamientos.

Las disculpas se le quedaron atoradas en la garganta, aquello era imposible, pero aquella socarrona sonrisa le corto cualquier protesta, además no es como si pudiera negarse a algo, afirmo pesadamente con la cabeza.

 

Las clases corrían a un ritmo muy lento, miró absortó el pupitre vació del moreno, ¿dónde podía buscar?. El timbre resonó por los pasillos y él fue el último en dejar el salón, revisó la pantalla de su celular. No tenía su dirección, dudaba que alguien aparte de Momoi-san, la tuviera. Bueno, aunque la llegara a tener, no lograría nada, Aomine nunca se tomaría la molestia de atender su móvil. Hizo una lista mental de los posibles lugares donde podría estar, comenzando con la escuela, el parque. Sus pies le llevaron hasta el solitario gimnasio, guardó su móvil, abriendo con lentitud la puerta.

—¡Ah!, estoy cansado, no quiero moverme, hace calor. Tengo calor, sí, quiero dormir.

La voz cansina de Aomine más que gozo le produjo terror, pasó saliva y a traspiés corto poco a poco la distancia. Aomine entreabrió los ojos, pero no le miró era más como si hubiera escuchando un ruidito sin importancia.

—¿Buscabas algo? —preguntó aburrido. El silencio se situó entre ellos, Aomine viro, su mirada le analizaba como si fuera la primera vez que le veía, y pudiera ser que así lo era.

—A-Aomine-san. E-el capitán… él quiere que usted… ¿S-sabe? Es un buen jugador pe-pero debe… Equipo. —tartamudeaba con el corazón desbocado. Las frases incoherentes salían de su boca sin detenimiento, intentaba formar una oración coherente pero las que decía se cortaban. Tembló al ver el delgado cuerpo del jugador estrella de la generación milagrosa levantarse y caminar hacía él—, ¡Lo siento!.

Su mano le tomó del cuello de la camisa escolar, empujó el cuerpo ajeno con brutalidad, que termino de bruces contra el encerado suelo. Abrió los ojos, Aomine estaba de cuclillas en medio de sus piernas flexionadas, suspiró con pereza.

—Lo siento, Aomi-

Los ojos chocolates se agrandaron, el moreno tenía sus labios sobre los de Sakurai sin cortar el contacto visual. Era sólo la suave presión, no parecía necesitado de profundizar aquel contacto, sólo un mero roce delicado. Delicadeza que nunca creyó que su compañero podía llegar a tener. Se separó y con agilidad nata de él, giró para tumbarse sobre sus piernas, las mejillas del menor estaban pintadas de un sutil rojo.

—L-lo siento.

—Cállate. Estoy fastidiado de escuchar siempre tus disculpas. Pasó de ellas.

Tuvo que morderse la lengua para evitar decir otra disculpa innecesaria, miró a su alrededor, apoyando los brazos sobre el suelo de madera para inclinar un poco la espalda hacía atrás. Era totalmente absurda la situación, bajó la mirada para observar con cuidado y discreción al que usaba sus piernas como almohada, parecía diferente, alguien accesible y calmado.

—A-Aomine-san, mañana… ¿puede asistir al entrenamiento?.

El moreno se removió suavemente, pero no abrió los ojos, y eso calmó al castaño, no quería incomodarlo, no ahora, que extrañamente agradaba de su presencia.

—¿Estarás?

—¿Eh? A-ah, sí.

Siempre iba a los entrenamientos, pues se consideraba incapaz de evadirlos al menos de ser bien justificados.

—Entonces iré, pero quiero un Obento.

 

 

Omake.

De nuevo… había faltado, pero al menos había asistido tres días seguidos en la semana, eso ya era un gran avance. Sonrió sutil antes de lanzar.

—¡Estúpido Aomine! —se quejo el rubio con una toalla con hielo contra la mejilla—, Bestia sin cerebro. ¡Todo tiene que ser violento con él!.

—Eso no es tan cierto —hizo una breve pausa para tirar—, Aomine-san puede ser gentil en algunas ocasiones.

Las mejillas de Sakurai se sonrosaron al recordar el beso entre ambos, y por primera vez, falló su tiro. El rubio boqueo mirando con recelo al menor. Algo muy raro estaba pasando entre esos dos.

Primero, Aomine asistía a los entrenamientos, pero sólo para jugar uno a uno con el castaño. Era un juego demasiado bajo para las habilidades del moreno, sin embargo parecía descender al ritmo del castaño, como dos iguales. Segundo, ¡Sakurai le estaba defendiendo!, diciendo que ese idiota podía ser gentil.

¡Que estupidez!

Notas finales:

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