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La historia de un amor no correspondido por shadow_holly

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La historia de un amor no correspondido

片想い話

 

 

Jirou Akutagawa

No recuerdo exactamente la fecha cuando todo comenzó, pero si recuerdo muy bien cómo era el día. Soleado y cálido.  El sol de medio día  calentaba todo el lugar al grado de poner de mal humor a todos los jugadores. No estaba seguro si era el  el calor, o que estábamos perdiendo  en un torneo, todos se venían de mal humor. Yo prefería dormir un rato. En mi caso, descansar sonaba tentador. Tirarme bajo un árbol mientras el viento soplaba refrescantemente. Eso fue lo que hice, justo después de mi partido.  Morfeo nunca me dejaba esperar, siempre había sido favorecido por él y en cuestión de minutos y estaba tranquilamente dormido. Había terminado mi partido con una aplastante derrota. A decir verdad, me había divertido mucho. No me importó perder; aunque eso significara perder mi puesto como titular.  El nombre de ese chico era Bunta Marui,  y si me preguntaban era un genio.  Era el tipo de persona que valía la pena espiar… aprender y admirar. Después de Atobe Keigo… él era la segunda persona que me había hecho sonreír a medio partido y desear jugar con todas mis fuerzas.

El sonido del  golpeteo  de las raquetas y las pelotas  solo hacía que me relajara aún más, tal vez por eso ya estaba soñando.

Dormía mucho,  de eso a nadie le cabía duda. Pocas veces  soñaba, por eso recordarlo no me resulto difícil. 

Gakuto estaba en mi sueño,  gritaba–como siempre- a todos los chicos de nuestro salón. Tal parecía que estábamos en una obra teatral, todos con lindos disfraces coloridos y un alegre escenario en medio del salón de clases. Yo tenía el traje de un príncipe, Gakuto era el director de la obra. Ryo me regañaba por querer dormir mientras los demás parecían muy interesados en aprender sus líneas.  Vi la cabellera rosada de una linda doncella.  Me levanté y supe que ella era mi princesa.  Después de unos segundos, ya no era una obra teatral, todo parecía real. Mi linda doncella, a la cual no había visto a los ojos,  estaba frente a mí dándome la espalda.  Quise llegar hasta ella y dedicarle un gentil sonrisa, después de todo… yo era su príncipe. 

Ella caminó por delante dejándome  atrás, mi mano extendida trato de alcanzarle pero me fue imposible llegar hasta ella. Corrí tras ella pero entre más avanzaba, más lejos estaba de mi.  De pronto me sentí vacio.  

-No me dejes-

Cuando desperté los rayos de sol me estaban dando en la cara.  Abrir los ojos   fue contraproducente, aún así  algo evitaba que el sol me diera de lleno en la cara. Lo primero que vi, fueron unos ojos violetas  mirándome con  el cejo alzado.

-Perdieron- pestañeé un poco y supe de quien de se trababa.  Marui-kun, tal vez era una burla… igual le sonreí y lo miré gentil. Algo que cualquiera de mi equipo me reprocharía. Esa no era una actitud muy “Hyotei”

-La próxima vez les ganaremos- Me tallé los ojos soñoliento, miré a todas partes y supe que Atobe y los demás ya deberían estar por irse. Me levanté con desgano y lo miré de nuevo. Bunta parecía una persona amable.

- No creo que lo hagan si te quedas dormido,  la mitad de los partidos-  Sonreí ante su comentario,  todos me decían lo mismo, y al menos hasta ese día, no había perdido ningún partido.  Qué él me derrotara, solo les daba la razón.  Me rasqué la cabeza y noté su cara de circunstancia. 

-tal vez jejejeje-

- Bueno, yo me voy sigue durmiendo –

-No importa, ¡te derrotaré! eres muy fuerte y genial y eso que hiciste en la red fue sugoi…  -  el del Rikkaidai alzó una ceja y me miró sorprendido. Luego de eso infló su goma de mascar  hasta reventar.  

- Sí, claro. Por cierto, suerte con tu princesa-  Estaba por sonreír cuando terminé de escuchar la frase.  Sentí mi cara sonrojada. Había hablado dormido…  generalmente no me importaba. Cuando él dijo princesa,  y sonrió sentí un súbito saltó en mi corazón.  Miré el piso y reí avergonzado, él simplemente se dio la vuelta y se fue.

Atobe estaba esperándome, todos los demás se habían ido. Su cara revelaba  lo que ya sabía, el equipo había perdido. No le mencioné nada, ya se veía bastante molesto y decir algo solo sería molesto para el capitán.

El siguiente día supe que, para mejorar mi juego tenía que aprender del mejor, y para mí el mejor era Bunta Marui.

 

Treinta días, cuatro semanas, un mes; el tiempo que fuera… todos los días del siguiente mes estuve observando su entrenamiento. Ni siquiera me habían notado, a pesar de los gritos histéricos que a veces solía dar. Verlo me encantaba y más allá de eso, su estilo de juego me fascinaba.  Sentarme frente a las canchas, después de salir de clases era lo mejor del día.   No me importaba tener que tomar un bus todos los días.

Fue así comenzó la historia, cuando él, después de un mes decidió notarme; caminar hasta donde yo estaba del otro lado de la reja de su escuela y decirme un simple. –después del entrenamiento… ¿quieres ir conmigo por dulces?-

-o-o-o-o-o-o-o-o-

Bunta Marui

 

Decir que no lo había visto era una mentira, pero era bueno fingiendo indiferencia. No me interesaba que los otros titulares se enteraran que, ese pequeño rubio se había convertido en  mi top five de pensamiento matutinos, principalmente  por Niou.  Él siempre encontraba la forma de burlarse de los demás y ser parte de las burlas no estaba entre mis planes.

Desde aquel primer partido lo había notado, la verdad no me había aprendido su nombre.  Solo recordaba sus rubios cabellos, su mirada brillante y esa gran sonrisa que adornada peculiarmente su rostro.

Ir con él a comer dulces… fue el pretexto perfecto para conocerlo.   No tenía idea en ese entonces que, si hubiera llevado por un camino diferente  esta historia de amor hubiera evitado bastante dolor  innecesario. La verdad era que, me daba vergüenza admitir ante todos los demás que… tal vez, solo tal vez me gustaba el. No era porque fuera hombre o porque fuera de otra escuela…  era solo porque era él.

-¿Cuál es tu sabor favorito? – fue la primera frase con la cual el rubio rompió el silencio,  después de eso vino una charla amena.

 No era la gran cosa, solo estábamos en una pequeña tienda de conveniencia comprando dulces, que nos llevo a hablar  más y más sobre este asunto.

No era una plática muy elaborada, pero sí bastante entretenida. Jiroh era simple y dulce. De alguna manera terminaba siempre haciéndome un cumplido.  Pensé que alguien así sería fastidioso, pero en él sus halagos e interés eras simplemente adorables. Muy tierno, y al mismo tiempo  tenía un  encanto para descolocarme. Un ejemplo  eran sus frases sin nada de malicia que soltaba de un momento a otro.

-¿Bunta-san, cómo haces eso con la boca?  -   Su mirada sobre mis labios me dejó sin aire unos momentos. Había pasado de una charla sobre  chicles a ver mis labios detenidamente, sentí mis mejillas arder de vergüenza-  ¿cómo haces burbujas con los chicles?- solté un bufido y luego le contesté.

-Con la lengua y… soplando ¡todo el mundo lo sabe hacer!- estaba pensando en mostrarle cómo hacerlo, pero su mirada había logrado que mis pómulos se encendieran de nuevo.  Miré al piso y escuché su voz suave.

-En el Hyotei no nos dejan mascar chicle-

-toma, es mi favorito; para que practiques… en tu casa-   le había dado una pequeña caja de mis  chicles favoritos sabor fresa,  nunca había compartido con alguien más. Él no debía de saberlo. No tenía que saber que, de alguna manera era especial.

-¿podemos intercambiar de números?-

-claro… por qué no hacerlo-

-¿Te puedo ver después Bunta-san?-

-siempre lo haces de todas formas-

-Bueno… si.

Esa noche había recibido 2 mensajes suyos, el primero era para decirme que la había pasado muy bien, el siguiente era para darme las buenas noches.  Esa noche dormí con el celular en mi mano… vi más de 5 veces sus mensajes, pero no le contesté ninguno de ellos.

 

-o-o-o-o-o-o-o-o-


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