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The call. por Lyon

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Notas del fanfic:

No me hago responsable de los ligeros desfases mentales que tuve al escribir.(?)

Homestuck pertenece a su creador, Andrew Hussie, es un web-comic desarrollado por él y yo tan solo he tomado prestado varios personajes para crear una historia, por fans y para fans.

Notas del capitulo:

Err... Cuando escribí esto estaba ligeramente mareada y aún lo estoy, creo que enfermé o algo. Pero, cuando viene la inspiración, viene y aunque uno no sepa como escribir algo, lo intenta.

Dedicado a mi hermana. Porque fue quién me pidió un fanfic de Homestuck. Se que no es lo mismo escribir una historia con personajes, que escribir esto. Y como sé que te gustan todas las parejas, te deje nada más y nada menos que un linaje de sangre x otro linaje de sangre que reconocerás. No sé porque me sigues sorportando y leyendo mis cosas, pero te quiero igual. Aw.

Supongo que hay algunas cosas sin sentido..., aunque yo se lo vea. 

Se hallaba bajo la luz de lo que parecía ser una nueva esperanza. Las cadenas infligían dolor en sus muñecas, corrompían lo que antes fue puro y destrozaba entre lastimeros aullidos de dolor su piel… la cual ya estaba quemada del roce de los forcejeos, de todo lo que solía ser inédito. Hundió sus largas uñas desesperado en su piel, la palma de su mano dejaba escapar de ella ríos de sangre, los cuales se fundían con el mismo líquido que recubría su cuerpo. Los recuerdos llegaban  y se iban entre risas que solo su mente podía escuchar, la rabia le consumía y sobre su marchita piel, la ira iba dejando sus pequeñas, pero terribles, semillas. Maldita sea, quién fuese que fuera, le odiaba, los odiaba, todos merecían… simplemente morir…

En la lejanía una voz provino de un pasado atroz, repentino como muchas cosas inesperadas suelen ser, una sombra engulló lo que quedaba de la luz. Sonrió para sus adentros si fuerzas para poder hacerlo en realidad, esa esperanza no era más que la ilusa fe que uno mantiene cuando sabe que morirá, que nadie le aclamará, que nadie le recordará, que nadie… lo impedirá. Húmedos sus parpados, cansados al igual que su vista y ya su cuerpo, observa con desesperación quien es dueño de lo que ahora se postra ante él, el viento se lleva consigo los sollozos que una vez fueron, y trae una calma utópica, inexistente. Un remordimiento, un pensamiento… Una acción. Su cuerpo trata de alejarse ante sus manos que próximas a él se acercan rompiendo la distancia que poco a poco los separaba. No le responde, no se puede alejar, no puede evitar que el contacto sea cierto y entonces…, espera.

Impaciente. Sumiso. Pero sobretodo, hastiado. Una de esas manos roza con ligereza y suavidad su mejilla, manchándose de la sangre de un rojo caramelo, y vuelven a su dueño. Quién en una risa observa tal visión que siempre en sus deseos quiso tener, quizás un poco más diferente, pero al final era lo mismo. Su lengua recorre entonces su propia piel, lamiendo el color de sangre que quedó manchado en la palma. Sus dedos…, y vuelve a posar su mirada, su autoridad, sobre el rebelde. El cual, el ver tales acciones dejó aturdido, con temor…, sabía que esto iba a pasar. Cierra los ojos, ha comprendido que le llega el final y que la ejecución será inminente.

El reloj continúa en movimiento, los segundos no traen consigo nada, ni acciones, ni palabras. Solo una mirada inquebrantable llena de algo más oscuro que el deseo de poseer. Y entonces… vuelve a mirar hacia arriba, cerca de la cara de ese ser. Se sorprende. Observa que este dice algo entre susurros lastimeros y cargados de insatisfacción, no comprende lo que oye, no lo logra escuchar…, tanto tiempo en soledad,  muriéndose apagado en una sombra sin nadie a su alrededor. A quién querer, o a quién odiar. Pero comprende…, le entiende. Ahora, cuando este sigue quieto, aún más cerca de él, sabe que tiene que hacer.

Abre la boca temblando. Está entumecida, su cuerpo lo está. Y es leve la abertura que finalmente queda enfocada, pero aun así, lo hace. No pierde la mirada en los ojos de él, el que le mira, el que es libre…, el que le hizo todo esto al final. Nauseas llegan repentinas entonces, y un mareo bastante fuerte se apodera de él…, ya le había pasado antes. Pero se mantiene firme, o al menos, dentro de lo que cabe pues ya ni siquiera es capaz de hablar. Se está desenfocando, no logra ver con claridad aunque nunca lo había logrado realmente. Deja caer bruscamente su cabeza, el dolor que sentiría al estirarse así de golpe ya le era familiar…, pero no ocurre. Unas manos le sujetan, le obligan a seguir mirando hacia arriba. Escucha entonces algo, algo que no puede descifrar y antes de perder una última luz, sobre sus labios algo se posa, es dulce y a su vez salvaje, sal y azúcar. No… Es la sangre de alguien alto, con la de una miseria… Corresponde a duras penas, quemándose sus mejillas con un líquido similar al de su sangre, lágrimas.

Se despierta sobresaltado. El silencio nocturno le es incluso familiar, ya había estado aquí antes. Entonces recuerda con dificultad que se encontraba en el bosque, de acampada. Una idea que se propuso gentilmente por un par de amigos que habían invitado a otros y así… acabando en medio de… ¿quién sabe? Todo está a oscuras y se halla en un lugar cerrado, observa con curiosidad y sin moverse, una vez que se vuelve a echar, que ya la tela empieza a tomar su color, marrón. Está dentro de una de las casetas que habían com… pedido prestadas. No puede sonreír, tampoco decir nada, pues en su boca unos hilos emergen, tanto físicos como mentalmente, sin embargo no es de importancia y ahora solo está concentrado en ubicarse.

Nota movimiento a su lado, y con una mirada afilada como la de un felino; observa quién está. No recuerda haber visto a ese muchacho en su vida, suéter rojo, pelo negro como el de un troll común, y todos los comunes si quitásemos a la estirpe del pescadito ese; y finalmente unos cuernitos muy pequeños. Se para a pensar, mientras continua expectante, no logra ver el rostro de esa persona debido a que está acostada de lado y mirando hacia el opuesto a su ser… Espera, ¿quién dormiría con un suéter rojo en verano? Se ríe para sus adentros y posa, con mucha ligereza, su mano sobre su hombro. Algo le dice que en realidad ya lo conocía, que ya su sueño también,… su sueño, cierto. Era alguien parecido… ¿Qué hacia su antepasado ahí? ¿Por qué?

Nuevamente el movimiento le saca de sus pensamientos, y continua observando la figura sin apenas hacer ruido. Quita la mano, la retira, pues el joven se mueve y termina girándose hacía él. Su corazón palpita, y es una primera vez… ¿qué diablos? Se pregunta que por qué con él y así, sin conocerlo, sin saber quién es. Aún sorprendido o quizás solo desorientado, se acurruca a su lado. Pasa por encima de la cabeza de este sin tocarle demasiado un brazo y se apoya en el también. Trata con su mirada de memorizar su rostro, su expresión. Mierda, entonces este abre sus ojos y se queda, aun casi dormido, observando con curiosidad al chico de la boca cosida. Pero no dice nada, solo levanta un poco su cabeza y permite al brazo del primero pasar por debajo, que era lo que en un principio él se proponía. Hace un sonido, parecido al de un gato al ronronear y cierra los ojos…

Algo se alegra en su corazón, la calidez llega sin avisar y provoca que este se ruborice un poco, bastante perdido pues no sabe por qué ni quién es…, aunque. En su mente, un nombre y apellido se repite momentáneamente. Tira de su cabeza entonces, sin provocar daño, solo quiere acercarlo a sí mismo y por consecuencia, el chico del suéter abre los ojos, ya un poco más exaltado por la acción. Observa los ojos perdidos del primero, y comprende entonces que es lo que quería proponerse. Pero…, no hacía falta despertarle para tener que hacer eso, y sonríe al pensarlo. Cierra los ojos, se acerca… y le besa. Dificultad, sin movimiento ni correspondencia… y finalmente, el beso es devuelto. En la lejana oscuridad su nombre es pronunciado seguido de una palabra que enfoca los sentimientos más humanos, característicos, pero reales, ciertos y vergonzosos… Terminando en un, ¿vamos a dormir?

Son las tres de la mañana y ya no puede aguantar más. No le deja dormir, entonces agarra enfadado y harto de la situación una de las botellas favoritas de su acompañante nocturno. Gritando cosas algo incomprensibles, se la tira mientras le dirige una mirada de odio, correspondida por una realmente tranquila… Está perdiendo la compostura, si es que no la había perdido ya. Agarra su camisa, en la que reflejada se puede ver un símbolo gris, parecido a un sesenta y nueve acostado; trata de ponérsela, pese a que es ridículamente irrumpido por su amigo que igual tenía antes puesta una de color púrpura. Este insiste, dice cosas que no tienen sentido, sin coherencia. Y finalmente se rinde pues, él es mucho más fuerte de lo que el chico inicial podía ser. Le lanza la camisa a la cara y huye al baño, su excusa es clara, necesita refrescarse.

Los minutos que cada uno pasa solo, son dedicados a aclararse, uno porque no entiende las acciones del otro, otro, porque no entiende porque actúa así. Llegando a una pequeña conclusión, similar y casi igual realmente. Mientras que el más pequeño está en el baño aún, el otro aún tiene la camisa en la cara… Puede sentir su olor, los rasgos que le caracterizan, las pequeñas memorias que llegan a su cabeza, escenitas, peleas, reconciliaciones, risas… Sí, risas. No es sorprendido, le escucha pasar por el pasillo, las tablas de madera delatan al pequeño, de verdad que una vez las quiso cambiar y no pudo.

El menor se acerca dubitativo al chico que parece pintarse como un payaso. Todo está silencioso, a oscuras, tranquilo y agitado a su vez. Se sienta a su lado, encima de una cama que se suponía que a esa hora ambos compartirían para dormir… El cansancio se refleja en su rostro, más no consigue ganar su mente y por ello permanece despierto. Sin saber que decir, que hacer, como actuar…, se deja caer sobre el pecho del mayor, el cual solo se estira un poco hacia atrás, para poder estar más cómodo; le acaricia la cabeza y susurra disculpas, incoherentes, pero disculpas. Finge aceptarlas, sonríe un poco y le agarra de la barbilla, pero no le puede atraer hacía sí mismo, además… antes se había negado ante eso. Así que gira su cabeza, irrumpiendo las caricias, pero quedando cara a cara.

Su mirada lo dice todo, y el fuego que empieza a crecer en su interior procede a impulsar sus pensamientos a una irrevocable confesión, o algo así diría él. Gritando, pero lo diría. Se levanta. El otro solo puede observarlo, no lo comprende… Así que desvía la mirada asimilando para sí mismo que lo había destrozado todo, su relación y etc., con un pequeño acoso que realmente no sabía cómo llevar, sí. Acoso, o algo así.  Es empujado contra el colchón, parpadea un par de veces… y se lo encuentra encima. Sonriendo con algo de timidez, pero mirando con sus ojos entrecerrados los suyos, y el contacto visual es respondido.

Una mano es posada en su espalda, arañando, acariciándola…, le atrae. Le empuja hacia él, ambos cierran los ojos entonces, para cometer un pequeño error, unen sus labios. Es simple, suave… y comienza a volverse más violento con un pequeño par de juegos, ocupados con ese beso, las manos del mayor comienzan a dibujar círculos en la espalda de este, baja por ella… la descubre, la explora. Provoca que el cuerpo de este experimente…, placer. Correspondido, varios gemidos, suspiros son lanzados al aire, si bien antes solo quería evitar esto, era debido a la confusión, al no saber qué hacer y el miedo a que, conociéndole, todo fuese nada más que un juego. Un aburrido y cruel juego.

No vuelve a amanecer nunca más, es eterna y a su vez efímera la noche, como sus emociones y sensaciones, nada más que deseos al igual que sus corazones se desean a ellos. Aún no hay luz en el cielo, ni en las calles, ni en esa casa. Solo dos personas están abrazadas mandando a dar un paseo al mundo y a los demás, teniendo miedo de cómo explicar esto, pero la seguridad de estar juntos. Una promesa es escuchada, respondida, acatada. Finalizada. Se sueltan palabras en el aire, el sueño les consume poco a poco… Y se abrazan finalmente.

Notas finales:

¡Gracias por leer! (No supe bien como acabar al final, pero quería llegar a que fuesen 2000 palabras justo, y lo logré, con ello estoy bien.)

Nos vemos.


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