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El amor no es color de rosa -Kyuhae- por perv_muse

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Notas del fanfic:

Para aquellos que no les guste el Kyuna {Kyuhyun/Yoona} pueden abstenerse ya que la historia tendra un poco de contenido heterosexual. En general todo es slash/yaoi, pero necesitaba de ciertas interacciones de este tipo para darle un toque más dramatico. Espero que les agrade. 

 

Los rayos del sol apenas comenzaban a penetrar por la ventana, fuera se escuchaba el cantar de las aves y dentro de la habitación, se escuchaba la alarma, esa terrible melodía chillona que me hacía sentir ganas de levantarme a romperla en más de un pedazo. Lentamente me reincorpore y golpee suavemente el botón que la apagaba. Era sábado.

El agua caliente de la tina me relajaba cada musculo del cuerpo, mientras el vapor cubría todo el espacio a mí alrededor dejándome aislada del mundo, igual que estar en algún lugar desierto donde nadie pudiera encontrarme, en donde no existiera él, ojala ambos hubieran muerto, ese era el deseo que más me recriminaba. No me había bastado con hacerle la vida infeliz a ambos, también los quería muertos. Las lágrimas escurrían por mis mejillas como un par de llamas que me quemaban la piel ¿Por qué? ¿Por qué mi vida debía ser tan miserable? ¿Por qué no me había amado a mí?, debía alejar esos pensamientos.

Ya estaba en el auto, arreglada pulcramente, mi cabello lucia perfecto, el rojo carmín daban un volumen agradable a mis labios. Me di un vistazo rápido al espejo antes de acelerar, iría a casa de ella. Estaba gastada mentalmente, más que físicamente, tener que hacer todas estas visitas, todas las semanas me tenía harta. Él ni siquiera quería ver a su hijo, su propio hijo, prefería a otro, un niño que no entendía ni que tenía que hacer ahí, aunque no podía decir que el niño no lo apreciara, era solo que yo sentía celos, no solo como mujer, sino como madre ¿Cómo podía rechazar a su único hijo?, tal vez porque le recordaba a mí, a la persona que le había arruinado la vida por completo.

Baje del auto y llegue al recibidor, ella se había dedicado a levantar un restaurante que con el tiempo se había hecho famoso, tenía buena comida, buen ambiente y sobretodo una dueña encantadora.

Estaba observando algunas pinturas de ahí cuando sus tacones resonaron en el mármol. Llevaba un vestido corto con un saco negro, tacones altos y el cabello recogido en un chongo. Junto a ella estaba un niño de cinco años, llevaba un traje gris con corbata morada, lucia tan encantador como un muñeco de porcelana, sonreí al igual que ella.

– Bienvenida –fue lo primero que dijo antes de darme un abrazo, sentí que el corazón se me hacía pequeño. Era tan generosa, aun cuando por mis actos también había sido perjudicada –, no tienes que hacer esto.

– Sé que crees que es lo mejor, que lo deje, pero me siento en deuda con él –dije casi con un hilo de voz –. Yo…

– Ya han sido cinco años, hay cosas que simplemente no se pueden remediar –acaricio mi mejilla con sus suaves dedos, su mirada estaba cargada de preocupación y angustia –. Déjalo antes de que tú también… acabes como el, aun eres joven, hermosa, y una gran persona.

– Soy de todo menos lo que dices –a estas alturas nadie podría convencerme de tener un mejor concepto de mi misma.

– Por favor…

– Por favor, no me hagas discutir de nuevo esto, mi decisión está tomada –ella frunció los labios con frustración –, yo debí escucharte hace años, ahora estoy pagando todo con creces, es difícil… pero solo así lograre quitarme al menos un poco de culpa de lo que hice hace años.

– No todo fue tu culpa, también fue un accidente, no es como que tu planearas…

– Pero mis padres, fue culpa de ellos, todo fue por… porque yo se los pedí. Incluso a ti te quite algo que amabas ¿Cómo es que no me odias? 

– Yo… no podría, perderlo fue horrible, pero yo no te voy a echar toda la culpa en un yugo, deberías entenderlo –una lagrima resbalo por su mejilla y enseguida la quito con un grácil movimiento –, llévate a mi hijo, y cuídalo mucho.

– Está bien.

 

Ya habíamos llegado a la clínica, estaba registrando el control de visitas cuando llego la enfermera, se veía igual de amable que siempre, aunque estando en un manicomio me sorprendía que asiera fuera.

– Buenos días madame, el niño entrara ¿cierto? –su voz era suave y ligeramente aguda, asentí y enseguida se llevó al niño. Ya casi había terminado de llenar la ficha cuando regreso –, solo será un poco de tiempo.

– Si lo sé, esta vez yo entrare también.

– ¿Disculpe? –su sorpresa se reflejó completamente en su tono –, señora sabe lo peligroso que es eso. Él no la reconocerá y aun si lo hace es probable que trate de…

– ¡Es mi esposo! –grite casi con desesperación, era verdad, era mi esposo, pero me odiaba más que a nadie en el mundo. El solo quería verme de una forma, muerta. No me importaba, tenía que ser fuerte –, ah estado así cinco años, ya es suficiente, no puedo seguir huyendo.

– No es por huir, es por su propia seguridad… –insistía, pero no cambiaría de opinión, estaba decidida. La mire con fiereza, bajo la mirada casi rendida –. Usaremos sedantes, no puede verlo en un estado de completa conciencia, sería más peligroso. Solo así podrá verlo.

– No, quiero que esté completamente consiente de lo que sucede –pedí con un tono más amable, pero lleno de autoridad, la enfermera no tuvo más elección que aceptar.

Mientras esperaba me senté en un sofá de la sala de espera, recargando mi cabeza en el respaldo, retomando fragmentos de aquel doloroso pasado que habíamos compartido, dejando que las lágrimas afloraran y resbalaran por mis mejillas, limpiándolas rápidamente con la manga de la blusa.



–Y así están oficialmente casados –se anunció y yo voltee a ver su rostro, estaba vacío, rencoroso y perdido en alguna parte del salón. Todos nos felicitaban, me abrazaban, reían, he incluso lloraban, pero yo, yo no tenía ninguna emoción dentro de mi ¿acaso era eso lo correcto? ¿Estaba bien que ahora fuera yo su esposa, después de aquel incidente? 

-No sabes que feliz nos hace pequeña –me felicitaban mis suegros mientras caminábamos al auto. Pero sin prestarles atención, me dedicaba a observar ese rostro lleno de tristeza, el rostro de aquel que sujetaba mi mano sin mirarme, sin quererme y sin amarme –… nosotros necesitamos un heredero – fueron las únicas palabras que escuche antes de pararme en seco y mirarlos ¿heredero? ¿Un hijo?

-¿Mío? –dije casi con terror, fue lo único que alcance a decir antes de darme cuenta que ahora estábamos en un enorme cuarto. Era la noche de bodas, estaba segura de que él no querría, no un hijo mío. Mi suegra estaba junto a mí, él estaba sentado en la cama y las sirvientas le daban algo de beber.

-No tienes de que preocuparte querida, ya todo está arreglado, aun cuando él no te desee como mujer, ahora bebe un afrodisiaco para ello –me informo mi suegra y yo sentí un escalofrió recorrer mi columna-, él te dará un hijo
mis suegros, ambos estaban al corriente de que no me amaba, ni yo podría amarlo ahora.

-¿Pero a la fuerza? Eso es…

-No digas nada – me interrumpió – ambas sabemos que su estabilidad mental no es buena y pronto lo alcanzara la locura, así que… cumple tu promesa y danos un heredero.

Un pavor enorme se apodero de mí en cuanto las puertas se cerraron, trague saliva y me dirigí a la cama, ahí me senté junto a él mirando fijamente al piso, ¿realmente funcionaria el afrodisiaco? ¿Sería eso lo correcto? ¿Qué debía hacer?, Todo cruzaba por mi mente en ese momento. De pronto sentí como me iba de espaldas, quedando completamente sobre la cama, él  quedo sobre mí, mire su rostro, estaba lleno de amor y ternura pero a la vez ese brillo se opacaba por la tristeza y soledad.

-¿Eres tu cierto? –me pregunto con la voz quebrándosele, frunció los labios, evitando llorar –, no te fuiste, sabía que no me abandonarías –acaricio mi cabello lentamente, una lagrima resbalaba desde su ojo hasta la punta de su nariz –, prometiste nunca dejarme y lo cumpliste, ahora estas aquí conmigo… tú mi amor, tú vida mía, tú mi amante.

-¿Es… estas… confundiéndome con él? – pregunte y un enorme toque me paralizo, debía salir de ahí, eso no era lo correcto. 

Trate de levantarme desesperadamente, pero él me detuvo aprisionándome con su cuerpo y a la vez tomando posesión de mis labios. Me besaba con frenesí, con necesidad, yo quería apartarlo, mostrarle que no era quien pensaba, comenzó a desgarrar mi ropa con tanta urgencia que empecé a llorar, había tomado la decisión equivocada.

¡Déjame! –grite una vez que dejo de besarme pero siguió tocándome rasgando por completo mi fino vestido de seda blanca, me sentía sucia, eso era lo peor que podía haberme pasado - ¡Basta! ¡Por favor no hagas esto! ¡No me toques!  

-¡Eres mío! –me reclamaba y seguía tocando mi cuerpo con frenesí – nos amamos… y no dejaremos que nada… nada nos separe…

Notas finales:

Bueno espero que les haya gustado, este es un proyecto que empece hace... dos años para una amiga. Lo retome porque me gusto mucho la idea que habia hecho y bueno espero que ustedes lo disfruten tanto como yo disfruto escribirlo. Que tengan un bonito fin de semana. 


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