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Cuatro estaciones por IchirinNoHana

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Verano

 

Se sobresaltó al oír que golpeaban la puerta. Dejó la taza de té helado que tenía en las manos, sobre la mesita de centro y se levantó del sofá con lentitud, esperanzado de que al llegar a la entrada, aquella persona, ubicada en el otro lado, ya se hubiese ido.

Nunca tenía visitas. Su familia estaba al otro lado del país y ya habían dejado de visitarlo; una de las razones, era su condición sexual.

Su madre, ocasionalmente lo llamaba para saber cómo iban las cosas. Le repetía las mismas respuestas de siempre y colgaba.

Se sentía viejo. Con cuarenta y tres años, ¿quién no se siente viejo? Su antigua pareja lo había abandonado por una mujer. Lo había querido mucho, aunque si se preguntaba a sí mismo si lo había amado, la respuesta sería que no.

 

Se detuvo frente a la puerta y guardó silencio. Contó hasta diez y escuchó nuevamente un golpecito. Resignado, abrió cautelosamente.

 

-         ¿Si?

-         Uhm, hola señor – Tezuka lo miró de pies a cabeza. Era un muchacho delgado, veinte y tantos, ojos azules y cabello castaño. Llevaba una cámara fotográfica profesional colgada al cuello – Eh, puede que esto le suene raro pero, ¿Podría fotografiar el árbol que está en su jardín frontal?

Tezuka no respondió. ¿Para qué querría fotografiar el árbol? Su instinto de militar retirado le dijo que algo andaba mal.

-         Oh, si no quiere, no hay problema – le sonrió.

-         Si, es decir, no – balbuceó – Adelante, puedes hacerlo.

-         ¿No le gustaría acompañarme mientras tomo las fotografías?

El mayor asintió.

 

El hogar de Tezuka se ubicaba en las afueras de la ciudad, y dentro de su sitio, en el jardín delantero, había un árbol de hojas rojizas. Nunca supo el nombre, pero se adaptaba de una buena manera al resto de las flores que poseía.

 

-         ¿Por qué quieres fotografiar este árbol en particular? – preguntó con curiosidad.

-         Bueno, llevo tres años estudiando en esta ciudad, y cuando llegué aquí por primera vez, lo primero que me llamó la atención fue este árbol – dijo mientras hacía varios clic con la cámara y se agachaba buscando un mejor ángulo – y a medida que avanzaban las estaciones, iba cambiando de tonalidades – sonrió – siempre quise fotografiarlo, y recién este año tomé el valor para golpear la puerta.

-         ¿Eres estudiante de fotografía?

-         Si.

 

El muchacho se levantó, murmuró un “misión cumplida” y se volteó para ver a Kunimitsu.

-         Muchas gracias, señor – le tendió la mano y el otro se la estrechó – si no le importa, vendré en el otoño.

-         No hay problema.

-         ¡Ah! Y lamento haber sido tan grosero y no haberme presentado – sonrió – Me llamo Fuji.

-         Yo soy Tezuka.

-         Un placer, Tezuka-san. Volveré en la próxima estación.

 

Kunimitsu lo vio cerrar la cerca, le agitó la mano a modo de despedida y continuó su camino.

Una visita totalmente inesperada, pero que no le desagradaba en absoluto.

 

 

 

 

 

 

Otoño

 

Ya habían pasado casi dos semanas desde que el otoño había comenzado, y recién ahí Tezuka recordó al muchacho de ojos azules que lo había visitado hacía un par de meses.

Fuji… si mal no recordaba, así se había presentado. Dio un respingo al oír un par de golpecitos en la puerta, y de alguna forma presintió que sería el castaño.

 

Abrió la puerta y sonrió al ver que aquellos ojos azules se posaban sobre él, amistosamente.

 

-         Ha pasado tiempo, Tezuka-san.

-         ¿Cómo has estado?

-         Bien, esperé con ansias que llegara el otoño – El mayor lo acompañó, al igual que en el verano, hacia el árbol. La mayor parte de las hojas ya habían caído, formando una alfombra bajo éste, lo que le daba cierto toque especial.

-         ¿Cuántos años tienes? Creo que ya estás por terminar tus estudios, ¿no es así?

-         Así es, tengo veintiséis, éste es mi último año.

-         ¿Y has pensado en dónde trabajarás?

-         No – sonrió – en realidad, quiero viajar.

-         Ya veo.

-         ¿Y usted, Tezuka-san? – sintió que ese “usted” le revolvía el estómago - ¿Vive solo?

-         Si, soy un militar retirado.

-         ¿Retirado? No se ve como si tuviese la edad para retirarse.

-         No – rió – tengo cuarenta y tres.

-         Oh, pero eso es porque los del ejército se retiran a temprana edad, ¿no? – Kunimitsu asintió.

Fuji se puso de pie, y al igual que en el verano, le estrechó la mano para despedirse.

-         Nos vemos en la próxima estación, Tezuka-san.

 

 

 

 

 

 

 

Invierno

 

No era su imaginación, y trató de negarlo durante casi un mes, después de la última visita de Fuji, pero no pudo. ¿Cómo podía gustarle alguien que había visto dos veces en su vida?

Además, nótese esa gran diferencia de 17 años. ¡Él ya estaba retirado! Fuji tenía toda una vida por delante.

 

Se llevó una mano a su frente, como si tuviese fiebre. En primer lugar, ¿qué hacía él comparando la diferencia de edades?

Escuchó golpecitos en la puerta y se precipitó hacia ella. Ahí estaba nuevamente el castaño, completamente empapado, pero con una sonrisa en el rostro.

 

-         Tezuka-san.

-         Fuji-kun.

Ambos sonrieron. Tezuka le ayudó a sostener su chaqueta para resguardar la cámara de las gotas de agua. El árbol, el estúpido árbol que había hecho que Fuji apareciera en su monótona vida, estaba sin hojas, como si con ese simple acto, augurara lo vacía que estaría su vida sin el castaño.

Lo miró apenado, esta sería la penúltima vez que vería al ojiazul. Éste último, estornudó con fuerza, mientras guardaba la cámara en su estuche.

 

-         ¿No quieres pasar, Fuji-kun? Puedes esperar a que pase la lluvia.

-         Oh, muchas gracias.

 

El mayor le ofreció una taza de café, y ambos se sentaron en la sala de estar, cerca del fuego.

-         Tezuka-san…

-         Espera, puedes llamarme Tezuka simplemente – sonrió algo avergonzado – me siento más viejo de lo que ya soy.

-         Oh, lo siento – sonrió – lo intentaré, ah, Tezuka – se rió bajito - ¿Por qué vives solo?

-         Bueno – dudó. Esa sería la penúltima vez que se verían, así que no había por qué ocultar nada – Soy homosexual.

-         Oh, ya veo.

-         ¿No eres homofóbico? – preguntó con lentitud.

-         No – hizo una pausa – De hecho, yo también lo soy. Homosexual, quiero decir – sonrió.

 

No hubo más palabras. Un silencio cómodo y reconfortante los envolvió a ambos.

En cuanto terminó la lluvia, Fuji se despidió, alejándose en silencio.

 

 

 

 

 

Primavera

 

Estaba enamorado. Enamorado de un muchacho joven que había aparecido en su vida como si hubiese sido obra del destino.

Se sentía ansioso, la primavera ya había comenzado y el contaba los días para que Fuji apareciera en su puerta con aquella sonrisa que de alguna forma terminó por cautivarlo.

 

Se acercó a la ventana a observar el árbol, la primavera había traído consigo las pequeñas flores rosas que lo adornaban en esa época del año.

Su corazón dio un salto al ver la silueta de alguien acercarse a la cerca que rodeaba su hogar, por lo que se allegó rápidamente hacia la puerta.

Esperó los golpecitos habituales y abrió con una sonrisa.

 

Esta vez, no hubo palabras de saludo, ni siquiera una conversación superficial. Simplemente bastaba la presencia de aquella sonrisa que ambos se dedicaban.

 

Fuji terminó de fotografiar el árbol y se paró frente a Kunimitsu. En su mirada había algo raro. ¿Era por la despedida que estaba por producirse? El mayor deseó que así fuese.

 

-         Tezuka… - dudó. Casi le agregó el “san” al final, pero se detuvo – Fue un placer – dijo sin darle la mano – hasta pronto.

-         Fuji…

 

Agachó la cabeza. ¿Qué le iba a decir? ¿Que se quedara con un extraño que apenas había visto cuatro veces en su vida? Recalcando, la diferencia de edades, claro estaba.

El castaño también agachó la cabeza, encaminándose hacia la salida. El cerebro de Tezuka le gritaba que algo tenía que hacer. Qué más daba si lo rechazaba, estaba enamorado de un desconocido, ¿y qué? Era amor, y punto.

 

-         ¡Fuji! – lo detuvo antes de que abandonara su propiedad.

-         ¿Si?

-         Yo… sé que… - se detuvo, tratando de coordinar las palabras que se aglomeraban de golpe en su boca – Sé que nos hemos visto solo cuatro veces, y que esto puede parecerte tonto, pero yo… yo estoy enamorado de ti – el castaño no pareció sorprenderse – Lamento si esto te incomoda, pero por favor, no quiero que desaparezcas de mi vida.

Fuji sonrió.

-         Estaba esperando que dijeras algo como eso Tezuka, porque creo, que también me he enamorado de ti.

 

Ambos sonrieron, mientras se fundían en un abrazo de desconocidos a punto de conocerse.

 

 

Notas finales:

You!

Tanto tiempo sin publicar de mi amada Strongest Pair! Estoy demasiado sumergida en los territorios de Konoha><

En fin, les traigo este pequeño One-shot para que lo disfruten ^^

Dato curioso: El árbol existe jiji, no sé cómo se llama, pero es como lo describo, de flores rosas en la primavera y de hojas rojizas en el verano. Y siempre he querido fotografiarlo! D: Algún día me atreveré a tocar esa puerta >3<

Espero que les haya gustado:)

Jaa Ne!

IchirinNoHana.


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