Un día despertó sabiendo que iba a morir, fue algo así como un presagio. Luchó con todas sus fuerzas, pero solo consiguió adelantar lo inevitable y se fue... se fue a otro espacio, abandonando atrás todo lo que tuvo en vida, es decir, lo único que de verdad le perteneció y pudo llamar suyo: su niño pequeño, su hijo.
Era un niño frágil, dulce y hermoso, y lo había abandonado para siempre; lo había dejado a merced del mundo, de una sociedad maldita y corrompida que es capaz de aprovecharse de la inocencia de los seres mas puros. Y así fue, ese ángel quedó solo, inmerso en un mundo cruel. Tuvo que aprender a vivir cargando sobre sus hombros un manto de tristeza y dolor. Creció solo, estudió y se recibió a muy temprana edad. encontró al poco tiempo un trabajo ideal para él: comandante del departamento de policía. sus subordinados le respetaban, otros le temían, y a él le importaba poco: no dejaría que nada ni nadie traspasara esa muralla invisible de madurez e indiferencia que había construido para protegerse. Un día llegó al cuartel un nuevo policía, un joven de unos 27 años y de cabello y ojos castaños. se sorprendió al enterarse que su superior era un niño de 14 años, y más aún al verlo en persona; se había enamorado a primera vista, un flechazo instantáneo. quiso acercarse, conocerlo y hablar, pero se dio cuenta de que el joven rechazaba cualquier contacto que no tuviera que ver con el trabajo. Pasó un tiempo hasta que por fin se animó a encararlo. Fue en un pasillo vacío: llamó su nombre varias veces, pero el niño lo ignoraba, corrió entonces y lo sostuvo fuertemente del brazo derecho, impidiéndole escapar. - ¿por qué eres así?- le había dicho con tono serio. - ...- intentaba escaparse pero no lo lograba. - no puedes guardar todo tu dolor, necesitas expresarte- lo miró con ternura. El niño tembló fuertemente al sentir esas palabras traspasar su muralla. - no me gusta verte así- soltó su brazo, pero lo sostuvo por los hombros, - sé que debajo de esa máscara de indiferencia hay un ángel frágil y dulce, esperando que alguien venga y lo ame- Satoshi intentó escapar de vuelta, pues había comenzado a llorar, pero no pudo porque el mayor lo atrapó de la cintura. - sé que te escondes para que nadie te dañe pero...- lo acercó hasta su pecho, - déjame ser tu dueño y te juro por mi vida que no dejaré que nadie te vuelva a hacer daño- secó esas lágrimas nerviosas con extremo cuidado - déjame calmar tu dolor-. Dijo eso y lo soltó, esperando una respuesta. El menor se quitó los anteojos para secar una nuevas lágrimas. Se sintió desnudo, ese hombre había logrado destruir en un minuto la muralla que había tardado años en construir, ahora se encontraba totalmente indefenso. Asintió levemente con la cabeza y en ese momento el mayor lo besó con ternura, sellando en ese beso una promesa de amor eterno. Esa noche, el adulto se encargó de borrar con amor todas las heridas que cubrían el cuerpo y el alma de aquel ángel que, ahora, le pertenecía para siempre.Amor Yaoi
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