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In Memorian por Rea Lawliet

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Notas del fanfic:

Espero les guste!

Notas del capitulo:

Un pequeño fic... ^^

“Por supuesto, una introducción. Un comienzo.

Al principio era azul. Sus ojos y su pelo. ¿Qué cómo soy yo? Mi cabello es rubio y mis ojos azules (como él). Algo que muchos podrían calificar de encantador. Pero eso no importa.

Sólo quisiera mencionar un pequeño detalle antes de continuar.

Lo extraño.

Sinceramente, me esfuerzo por tratar ese tema con tranquilidad, aunque no suelen creerme, y piensan que lo mejor es sentir lástima por mí, por más que yo insista. Confía en mí.

Entonces, ¿eso que tiene que ver? ¿Qué rayos tiene que suceder para terminar maltrecho en un auto, dando alaridos? Todo comenzó años atrás, en la bruma otoñal que olía a azul.

Sí, era azul. Como el cielo de noche.

Aunque no era tan tarde cuando lo conocí, esa tarde de otoño que olía también a lluvia.

Estaba sentado, completamente solo, en los fríos columpios de un congelado parque. En su rostro aún se percibían las manchas amorfas de las lágrimas.

No hablé, simplemente me senté a su lado, aferrándome a las cadenas, tan frías que quemaban de ese columpio.

Ni siquiera levantó la mirada, clavando su mirada de zafiro en el piso. Tan gélida.

Me quedé a su lado bastante tiempo, hasta que despertó de su mudo letargo y me miró, con sus ojos de hielo, cortantes, distantes. Le soporté la mirada dos, tres, veinte minutos. Por más extraño que parezca, así me convertí en su amigo.

En su mejor amigo. Y poco después, en algo más.

En dos semanas, él se convirtió en la persona que yo más amaba en el mundo. Nuestro mundo. Dos semanas para crear el mundo y catorce días para destruirlo.

Por supuesto, no pasó mucho antes de saber su nombre.

-Kaito –su voz era demasiado cálida a comparación con sus ojos- Mi nombre es Kaito Shion-por primera vez apareció un hálito de brillo en su mirada- ¿Y el tuyo?

-Len –sonreí- Len Kagamine

Me devolvió la sonrisa, apenas una leve elevación de las comisuras de los labios. Pero, por su mirada, supe que era la sonrisa más ancha que se había permitido en años.

La duda creció en mi interior. La persona de la que me enamoré, ¿quién era?

Prosigamos

Lo encontré sentado en el mismo lugar de nuestro primer encuentro, pero no hacía frío, y un pequeño sol iluminaba su cara, esa cara en la que se adivinaban sus escasos trece años, pero que en los ojos perdían toda la inocencia.

-Hola, Len

-Hola, Kaito

Nos sentábamos en el pasto, él dibujaba y yo leía.

-Adiós, Kaito

-Adiós, Len

Poco a poco nos fuimos acercando más, hasta llegar a ser lo que llamamos amigos. Por supuesto, no fue una amistad común y corriente. Menos aún cuando me dio mi primer beso.

Claro que lo recuerdo. El beso, el momento decisivo de la infancia. Recostados, sobre el césped, mirando las nubes, algunas sin forma aparente, pero que aún así les buscábamos un nombre. Él se me quedó mirando por varios instantes, hasta que giré la cabeza para observarlo también. Acarició mi mejilla, casi con devoción, que por alguna extraña razón, enrojeció de golpe. Acercó suavemente su cara a la mía, entreabrió sus labios, y los posó sobre los míos. Nunca había sentido tanto calor dentro de mi pecho. Me dejé guiar por él, en ese cálido en íntimo contacto que nos unía. Nos separamos, despacio, y nos quedamos tomados de las manos hasta que anocheció.

Me acompañó hasta casa, hasta la puerta, por la cual desaparecí, no sin antes despedirme con otro pequeño beso. Dirigió una sonrisa hacia a mí, sus ojos azules ya no eran fríos. Se dio la vuelta, y se alejó, mientras las estrellas se hacían más brillantes. Nuestro comienzo.

A los once años, era lo más parecido al amor que yo podía experimentar.

Un par de años después, descubrí el significado de la dureza de sus ojos. Para ser sinceros, ya me lo sospechaba. Siempre me pareció inquietante la forma en la que lo observaba su hermano mayor, Akaito, creo que era. Pero nunca pensé que fuera algo así. Era demasiado cruel, demasiado tabú como para imaginármelo. ¿Lo digo claramente? Kaito era violado desde los siete años por su hermano mayor. ¡Su hermano! Alguien que debía protegerlo, Rin, como tú a mí.

Fue la primera vez que lo vi llorar. Se deshizo en lágrimas, mientras yo lo abrazaba.  Habíamos tenido la primera discusión seria en todo lo que llevábamos de relación. Me dijo que estaba sucio. Que no merecía estar conmigo. Lo obligué a contarme lo que le sucedía. Su respuesta me cayó como un balde de agua helada. Me dolió a mí casi tanto como a él casi tanto como a él. Pero no me permití llorar, no aún. Primero debía consolarlo. Lo único que supe después de ese jaleo de policías y papeles, fue que Akaito estaba en la cárcel. No volvería a hacerle daño nunca más.

Después de eso, nuestra relación mejoró muchísimo. De tomarme la mano, de darme un beso. No necesitaba nada más, con ese pequeño toque hacíamos nuestro mundo.

Un año después le entregué mi virginidad, como si se la regalara para ponérsela a manera de abrigo, por su precoz pérdida. No era precisamente un niño, pero tampoco era tan mayor. Él nunca me hizo daño, y no me lo haría nunca.

Los dos años siguientes fueron como la seda. Felicidad límpida y cálida, con algunos altibajos, pero casi perfecta. Solíamos ser tan felices…

Pero todo terminaría en un accidente de coche.

No lo olvides.

Todo iba bien, hasta el décimo cuarto día después de mi cumpleaños número dieciséis.

Es decir… si tan solo no me hubiera dado migraña, tal vez no habría volteado, tal vez hubiese visto es autobús… y probablemente no habría muerto.

Una sola acción

Salvas a alguien

Lo matas

¿Cómo podría saberlo yo?

Tal vez sea morboso contarlo, pero es necesario para la historia.

Sólo me toqué la sien con un gesto de dolor. Me miró, preocupado. Y después, un estallido. Luego el dolor, en las costillas y en un tobillo. Tardé unos segundos en comprender lo que pasaba, hasta que pude levantar el torso entra gemidos de dolor. Y lo vi, con la cabeza contra el volante,  con un enorme trozo de vidrio en el estómago y en la espalda. Creo que grité.

Volteó a verme con sorpresa, sus ojos cerúleos sobre los míos. Después sonrió, y alargó una mano ensangrentada a mi mejilla, en la cual quedaron las marcas rojizas de sus dedos. No, no quería aceptarlo. Esto no, ¡no podía estar pasando! Pero justo en ese momento estaba mirando la realidad directo a los ojos.

Un último suspiro, una exclamación ahogada se hicieron presentes en sus labios, mientras su mano caía desde mi rostro, y la atrapé al vuelo. ¿Todo el mundo parece más joven cuando duerme? Porque en este momento, Kaito bien podría ser el chiquillo del parque de antaño. Pero no dormía. Me aferré aún más fuerte a su mano, gritando. ¡No! Era lo único que salía de mi garganta. Estaba tan frenético, que ni siquiera escuché llegar a las ambulancias, y un par de paramédicos me sacaron a rastras de ahí. A pesar del tobillo destrozado, y las costillas rotas, clavándose furiosamente en mi costado, me debatía por regresar junto a él. La gente hablaría mucho tiempo de un chico rubio que gritaba furiosamente el nombre de un tal Kaito. También correría el rumor de que, ese mismo día, había escapado del hospital, corriendo hacia un parque abandonado y había dicho algo muy extraño.

Algo sobre una bufanda

Algo sobre un beso

¿Cuántas veces tendría que despedirme?

Esta sería la última, una constancia de que pronto me reencontraré con él. Sé que eres mucho más fuerte que yo, y que no te desmoronarás, como me pasó  a mí. Lo lamento mucho, Rin. Te quiero, nunca lo olvides, te quiero, hermanita.”

Len

Firmó con los labios temblorosos, la mano ligera, y el corazón anegado de lágrimas hasta los bordes. Sin embargo, sonreía.

Sacó un frasco lleno de píldoras bicolores, se puso más de la mutad en la mano, miró al cielo por última vez, y se las metió a la boca. Un trago de agua fue suficiente para empezar con su ominoso destino.

Murió con una sonrisa en los labios.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Encontraste mi carta, un poco larga para ser sólo una nota de suicidio, la leíste en voz alta, abrazándome, con las lágrimas cayendo a ríos por tus mejillas. Pero sonreías. Siempre me has conocido demasiado, sabes que ahora soy dichoso.

Y sí que lo estoy. Junto a Kaito, donde habitan las quimeras, donde el aire huele a púrpura. Al principio pensé que estaría enojado conmigo, por mi cobardía al negarme a vivir. Pero sólo me regaló la mejor de sus sonrisas y me estrechó entre sus brazos.

Ahora podemos estar juntos. Al principio tenía mi destino incierto, pero este momento, aquí y ahora, sólo somos capaces de sentir felicidad. Y libertad.

Notas finales:

Bueeeno... no soy buena con los finales .-.

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http://rea-the-girl-with-the-books.tumblr.com/

Okya, German moment *0*

Sayonara!! ♣

Rea~la que extraña a KuroNe y a Lena :cc


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