Dangerous
—Está bien, está bien—. ¿Ya cuántas veces había repetido lo mismo?
Sólo un sollozo era su única respuesta. Sólo eso y aquel mantra.
“Lo siento, lo siento” repetía sin cesar. Las lágrimas caían copiosamente. Y francamente temía que nunca fuese a detenerse.
“Lo siento, lo siento” repetía sin cesar, a veces tratando de intercalarlo con palabras incomprensibles. Era desesperante y tan desgarrador.
Enredó sus dedos en aquellas suaves hebras, mirando su rostro de cerca. Rodeándolo cuidadosamente con su otro brazo, mientras el mayor forcejeaba, sin ganas, tratando de deshacer su agarre.
—Todo está bien—, repitió pegándolo a su pecho.
—De verdad, lo siento…
—Lo sé, lo sé.
—No quería… No pude…
—Fue mi culpa. Está bien.
—No, no—. El llanto se volvió más desesperado y tan insoportable. Aquel cuerpo temblaba contra el suyo, aunque, quizá, ambos temblaban. Y el mayor trataba, en vano, de alejarse de él otra vez. Trataba pero no quería hacerlo realmente, de haberlo querido hace tiempo que lo habría hecho.
Sentía los ojos húmedos, tan húmedos como su ropa. Verlo así le desgarraba. Con cada sollozo que escuchaba, con cada lastimero gemido se obligaba a retener las lágrimas. Debía aguantar. Debía seguir repitiendo que todo estaba bien, aún si no lo estaba. Debía repetirlo hasta convencerlo.
Estaba temblando por el esfuerzo de contener el llanto, la desesperación y el miedo que pugnaban por apoderarse de sí, por convencerlo de alejarse del hombre hermoso entre sus brazos.
¿De verdad un monstruo podría lucir así de angelical?
No, él no era un monstruo, jamás podría serlo. Depositando un beso en su frente trató de convencerse. No era un monstruo, ni jamás podría serlo. Tan sólo era Jin Ki. Sólo Jin Ki y no Onew.
Era Jin Ki y no aquel hombre que pretendía ser amable, encantador. No aquel que se llamaba a sí mismo “Onew” con la esperanza de persuadir a sus víctimas. No aquel de voz aterciopelada y sonrisa que pronosticaba problemas. No aquel seductor al que era imposible desobedecer. Era Jin Ki, el chico que contaba chistes malos y era tan torpe que de alguna forma resultaba adorable. El de la sonrisa encantadora y tan inocente. Precioso y gentil Jin Ki.
Regalando besos por su rostro mientras se le saltaban las lágrimas, buscaba consolar al mayor.
—Todo está bien—. Su voz sonaba temblorosa y rota, pero, por alguna razón, también más convincente. Los ojos del mayor lo contemplaban aun acuosos. De esa manera tan única que le hacía temblar de pies a cabeza. No destilaba peligro como la primera vez que lo conoció, como cuando se topó con Onew en busca de una presa. No había rastro de eso, sólo esa infinita ternura, esa adoración. Como si jamás hubiese visto algo más hermoso, más perfecto en su extensa vida.
Un escalofrío lo recorrió por completo, su precioso “ángel” mantenía los ojos cerrados mientras presionaba suavemente sus labios contra su herida. La hemorragia había parado hacía un rato, pero ¿realmente era buena idea?
Y quizá fuera idiota, tan idiota como solía hacerlo parecer Ki Bum, pero a Jong Hyun no le importaba, no mientras pudieran curarle con besos.
“Lo siento, lo siento” repetía entre beso y beso. Y Jjong también lo sentía. Porque no había forma de alejarse el uno del otro, no ahora, no a estas alturas.
Jin Ki no destilaba peligro como Onew, pero eso no significaba que no fuera peligroso.