PROLOGO
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Eran los últimos días que estaríamos juntos, yo me mudaría de ciudad y él se quedaría aquí. Siempre me ha gustado su compañía, cuando mas sola me encontraba el vino a mí y me prestó sus juguetes, desde entonces somos cercanos y nos volvimos inseparables. Cuando los demás niños me molestaban por ser extranjera, él los espantaba tirando piedras y llevándome de la mano a otro lado, limpiaba mis heridas cuando caía del columpio y compartía su lonche conmigo ya que mi padre, a causa de la muerte de mi madre, estaba en una profunda depresión y no me prestaba la atención necesaria, y pues era obvio, ya que él perdió al amor de su vida y yo a mi mejor amiga. Como soy hija única tuve que hacerme responsable de mi misma, lavaba mi uniforme de la escuela así como los trajes de mi padre. En la cocina era un desastre por lo que compraba comida instantánea en la tienda que estaba sobre la misma cuadra de mi casa, era más fácil manejar la cocina de esa manera para una niña de cinco años como yo.
Hoy es el día de nuestra graduación del preescolar y solo sé que no quiero alejarme de él. Es mi mejor amigo y la persona más importante en mi vida.
Ya estamos en la ceremonia, nos vemos muy bien con nuestra toga y birrete, la gente de alrededor nos decía que nos veíamos muy tiernos mis compañeritos y yo, pero a mí solo me importaba él, mi gran confidente, mi amigo de juegos, mi más apreciable Taeyeon.
Mi padre al terminar la ceremonia tomo mi mano y me llevo a donde mi maestra se encontraba, le dimos unas palabras de agradecimiento por su apoyo y la educación que me brindo. En ese momento, mientras mi padre aun seguía hablando con mi maestra yo buscaba a alguien más, quería verlo por lo menos una vez más antes de partir, no quería irme sin despedirme, no quería irme sin decirle lo que sentía por él.
Había demasiada gente, mas sin embargo no me rendí, solté la mano de mi padre y me lance a la multitud, tenía que encontrarlo. Mi padre grito mi nombre tratando de evitar que huyera, no le hice caso y continué. Me abrí camino entre las piernas de dos personas que interrumpían mis pasos dejando así caer el birrete que hasta ese momento traía en mi cabeza, ¡¡Taeyeon!!, ¡¡Taeyeon!!, grite con desesperación, fue en ese momento que escuche que alguien mas también me llamaba. Aun no sabía de dónde provenía la voz, volteé a ambos lados, a mi izquierda y luego a mi derecho tratando de encontrarlo pero no aparecía. De repente sentí que alguien desde atrás colocaba algo en mi cabeza, me di la media vuelta y ahí estaba él. Terminó de colocar el birrete en mi cabeza que accidentalmente había caído y luego acaricio mi largo cabello negro, mis ojos brillaron al tenerlo enfrente y de la nada se distorsionó mi vista a causa de las lágrimas que empezaban a formarse en mis ojos.
– No llores – me dijo mientras secaba las lagrimas de mis mejillas.
– Creo que esta será la última vez que nos veamos, y no quería irme sin despedirme de ti Taeyeon – le dije antes de que me interrumpiera con sus palabras.
– Quiero que sepas que siempre serás mi mejor amiga y… – lo interrumpí.
– Tú también eres muy especial para mí y nunca te olvidaré, siempre recordaré tu nombre y espero que algún día volvamos a encontrarnos – le dije con voz quebrada y le extendí mi mano antes de que mis lágrimas volvieran a salir.
Taeyeon respondió a mi mano y la agitamos así como los adultos lo hacían. Por más que intenté, no pude contener mis lágrimas mientras me despedía de esa forma de mi mejor amigo, cuando de repente, Taeyeon jalo mi mano y me abrazo. Duramos así unos diez minutos cuando él me soltó y nuevamente seco mis lagrimas para sostener mis mejillas y darme un beso en mis pequeños labios.
– Te quiero Tiffany, y si fuera adulto no dejaría que te fueras lejos – esas fueron sus palabras de despedida.
Mi padre me encontró y vio que estaba llorando, me levantó en sus brazos y sonrió a Taeyeon en forma de agradecimiento por haberme encontrado y me aparto de su lado. Esa fue la última vez que lo vi y ni siquiera pude decirle que yo sentía lo mismo.
Han pasado veinte años desde esa despedida del preescolar, después de la ceremonia de graduación, mi padre y yo tomamos nuestras maletas y regresamos a Estados Unidos, el país donde nací. Mi padre no podía soportar estar más tiempo en la casa donde vimos agonizar a mi madre y después morir a causa de una terrible enfermedad. Mi padre deseaba empezar una nueva vida y yo lo apoye a pesar de que no quería irme de Seúl. Era lo mejor que ambos podíamos hacer después de que perdimos a nuestro ser querido.
Cuando llegamos al aeropuerto en Los Ángeles, CA., mis primos y tíos nos recibieron con mucha alegría, los abrace y estuve feliz al verlos, también me emocionaba saber el estilo de vida que empezaría, pero al voltear atrás y ver como el avión se marchaba, no pude evitar llorar, pues Taeyeon estaba a miles de kilómetros de donde yo me encontraba en ese momento. Fue en ese instante en el que hice una promesa. Prometí que al cumplir la mayoría de edad y que mi país me permitiera viajar sola regresaría a buscarlo, no importaba el tiempo que tardara, quería que el conociera mi respuesta.
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