Hace varios años, 15 para ser exactos, conocí a ese chico rubio. Tan solo teníamos 2 años. Nuestras madres eran amigas, por lo que nosotros comenzamos una extraña amistad, empezamos como cualquier niño de 2 años.
FLASHBACK
Él llegó en brazos de su mamá a mi casa y yo, con mucha curiosidad de conocer a los invitados, corrí hasta llegar a un lado de mi propia progenitora, la jalé un poco de su falda para llamar su atención.
- Mami, ¿quiénes son ellos?
- Sasuke-kun, ella es mi mejor amiga, Kushina Uzumaki, y el pequeño es su hijo, se llama Naruto, es solo unos meses menor que tú, en unas semanas cumplirá 2 años. – Me explicó mi madre.
- ¡Hola, Mikoto! – Saludó animadamente la mujer pelirroja a mi mamá – Y… hola Sasuke-kun, vaya que has crecido.
- Hola, Kushina-san. – Respondí amablemente el saludo. - ¿Puedo jugar con Naruto-kun? – La señora Uzumaki me miró sonriente y luego volteó a ver al pequeño rubio.
- Naru, ¿quieres ir a jugar con Sasuke-kun?
Pude observar cómo el menor se sonrojaba un poco y asentía. Por alguna extraña razón yo no podía dejar de mirar atentamente sus grandes ojos azules. Naruto bajó de los brazos de su mamá y se acercó a mí tímidamente.
- Ho-Hola… Soy Naruto. – Se presentó el chiquillo a mí.
- Yo soy Sasuke; ¿quieres venir a jugar conmigo al jardín? –Le ofrecí mientras le sonreía.
- Sí. –Accedió sin chistar.
Lo tomé de la mano y lo llevé hasta donde le había indicado jugaríamos y él solo se dejó llevar por mí. Jugamos toda la tarde hasta que anocheció y Naruto y su madre tuvieron que irse. Después de ese día los Uzumaki fueron a visitarnos casi diario, ocasionalmente mi mamá me llevaba a su casa a jugar y algunas veces salíamos al parque o algún lugar para divertirnos.
FIN FLASHBACK
Mi amistad con Naruto se tornó algo extraña, cuando comenzamos a crecer nos peleábamos por todo, o mejor dicho, por nada. Cualquier cosa es excusa para ponernos a pelear.
Debo admitir que siempre ha habido algo en Naruto que me atrae demasiado, al principio pensé que eran sus grandes ojos azules, pero luego fui dándome cuenta de que sus orbes sólo son una parte de lo que me llama la atención; todo en Naruto me agrada, su forma de ser, su manera en la que viste, incluso sus expresiones en su rostro en diferentes situaciones.
Claro que ya no es tan tímido como cuando niño, pero sé que en el fondo aún está ese pequeño niño al que hay que estar protegiendo de todo, ahora es más extrovertido y ha hecho muchos amigos, además de mí claro.
Ese rubio todavía es tierno, adorable, alegre, lindo, amable… y puedo continuar nombrando sus cualidades, pero no terminaría; mas también tiene sus defectos, los cuales casi son nulos, pero los tiene, un ejemplo es cuando peleamos: es necio y no se deja vencer por nada, pero si pierde pone esa tierna expresión en su cara.
Ahora mismo me dirijo a su casa para salir un rato a dar un paseo o comer algo en algún restaurant de ramen, por supuesto porque Naruto no vive más que del ramen.
Llegué a su casa y toqué el timbre, después de unos segundos me abrió Minato, el padre de Naruto, y me saludó amigable como siempre.
- Hola, Sasuke.
- Buenas tardes, Minato-san.
- Adelante, pasa.
El rubio me dio la entrada a su hogar y yo entré.
- Con permiso. –Me adentre en la casa. – ¿Está Naruto?
- Sí, en unos momentos baja, se debe estar arreglando, pues no tiene mucho que se bañó. Dijo que vendrías a por él para salir. – Me respondió la mujer pelirroja que salía de la cocina. – No debe tardar, siempre se pone feliz de salir contigo, Sasuke-kun.
No sé qué significó eso, pero estoy seguro que al escucharla decirlo mis mejillas se tornaron ligeramente de color rosa.
Sólo tuve que esperar unos 5 minutos antes de ver a Naruto bajar por las escaleras. Se veía realmente demasiado bien ante mi vista, llevaba puestos unos jeans de color negro de corte recto, una camiseta naranja que se ceñía bien a su delgada figura, encima una sudadera celeste con el cierre a la mitad y calzaba unos tenis converse de choclo del mismo color que su pantalón.
Creo que me quedé mirándolo bastante tiempo sin poder quitar mi mirada de su hermosa figura. Reaccioné a tiempo antes de que empezara a babear.
- ¡Teme! – Cuando me vio se acercó a mí rápidamente. – Tardaste en llegar, dijiste que estarías aquí a la 1:30 pm, ya son las 2 pm.
- Dobe, si hubiera estado aquí a la hora que dije, obviamente hubiera tenido que esperarte. No me quieras engañar, Kushina-san ya me dijo que te acabas de bañar y arreglar. – Le respondí de forma burlona, a lo que él hizo una mueca de molestia.
- ¡Okasan! – Reclamó a su madre de una forma, que para mí, fue graciosa.
- Lo siento, Naru… pero ya sabes que a Sasuke-kun nunca le miento. – Repuso la mayor con diversión y me guiñó un ojo en forma de complicidad, yo sólo reí por lo bajo.
- Bueno, teme, mejor ya vámonos. ¿A dónde me vas a llevar hoy?
- Es sorpresa. – Mencioné para molestarlo.
- ¡Ah! Teme… ya sabes que no me gusta quedarme con la duda, dime a dónde iremos. – Reclamó una vez más.
- Ya verás.
Salimos de la casa, no sin antes despedirnos de los señores Namikaze. Caminamos un rato, yo en silencio y el dobe haciendo preguntas y hablando de temas que no eran relevantes.
Llegamos a un pequeño parque y se me ocurrió una buena idea. Tomé a Naruto de la mano y lo llevé hasta el área de columpios.
CONTINUARÁ...