[*Suspiro*] haahh…~ «estoy tan aburrido, que podría saltar de este avión justo ahora»
Los pensamientos pesimistas del príncipe ahogaban el sentimiento de decepción y al mismo tiempo conformidad que le acongojaban.
Luego de que el aterrizaje del avión se retrasara debido al mal tiempo en la pista privada del enorme castillo del reino aliado, ya llevaba 20 minutos extras en el jet privado de la familia real, solo acompañado por su padre el emperador del reino del sur y su padrino, que también era el primer ministro, y aunque ellos parecían entusiasmados por el viaje, al príncipe no le hacía ninguna gracia. EL príncipe heredero del reino del sur, Su alteza Sehfir de Naroan, de 19 años de edad, 183 cm de altura, ojos azabaches, cabello rubio lacio y largo hasta los hombros, de piel morena, e increíblemente apuesto; desde su nacimiento las personas dicen que la naturaleza decidió ser caprichosa con él debido a la extraña combinación de rasgos.
«Y siendo así fui maldecido con esta suerte que me ha tocado»— pensaba con tristeza, el motivo de su mala actitud era la misma que la del mismo viaje al país vecino, su boda.
Durante mucho tiempo ambas naciones, la del norte y la del sur, se habían mantenido en un constante y remanente conflicto armado, llegando hasta el punto de que ambos emperadores se mataron mutuamente hace ya 20 años, al tomar el poder, ambos jóvenes emperadores, artos del conflicto que solo debilitaba a ambas partes, deciden hacer las paces y fusionar ambas naciones para tratar de disipar la miseria que las batallas habían plantado en el pueblo, pero como lo manda la tradición para que esto se llevara a cabo se debían prometer en matrimonio a los primogénitos de ambos emperadores, príncipes que aún no habían nacido ni sido engendrados siquiera así que decidieron “poner manos a la obra”, por así decirlo, y esperar a que hubieran herederos; exactamente un año después nacieron “las esperanzas para un acuerdo de paz”, o al menos así les llamaron a los recién nacidos, y consigo no solo trajeron esperanza, sino también algo de preocupación.
Al fin luego de casi una hora de dar vueltas en el aire, el jet aterrizó a salvo en la pista donde un extenso y colorido comité de bienvenida les esperaba, conformado por reporteros escandalosos, ministros y autoridades oficiales representando al gobierno, y uno que otro civil agitando pancartas y lanzando pétalos de flores a los reales huéspedes.
-Bienvenido su alteza— saludaba el moreno y bajito hombre vestido de manera tradicionalmente formal, era el primer ministro de la nación anfitriona estrechando la mano del entusiasta emperador y posteriormente la del príncipe y su padrino— espero que su vuelo no haya sido demasiado tedioso.
-Bueno, situaciones como estas no se pueden evitar— decía comprensivamente el emperador, un hombre de estatura media complexión algo pasada de libras, a causa de la buena vida de un rey, y al mismo tiempo se disculpaba por la actitud desinteresada de su hijo.
Mientras se dirigían al palacio real donde serían huéspedes de honor, ya luego de terminar con el aburrido protocolo y dispuestos a descansar, el príncipe Sehfir no podía parar de reflexionar acerca de lo que avecinaba, no era que estuviera completamente en contra de los matrimonios arreglados, su padre y madre se conocieron el día que se casaron, y comprendía perfectamente el hecho de que era algo necesario para lograr la paz definitiva y su responsabilidad como príncipe se lo ordenaba, no eran esos los problemas, el problema más bien era …
«El problema es… ¡Que ambos somos hombres! »
-Hijo, deberías mostrar un poco más de entusiasmo con respecto a la boda— reclamaba el emperador sentándose en el confortable sillón que se encontraba en la sala de descanso en donde se encontraban ahora ya solos y en un ambiente más íntimo— debes estar consiente que estas a punto de dar un gran paso para tu reino.
-[*sarcasmo*] Por supuesto… ¿por qué no iba a estar entusiasmado por casarme con un perfecto desconocido, prácticamente a la fuerza y que para colmo es otro tipo? Debo estar delirante al no saltar de alegría— el tono del joven no hizo más que provocar un poco de enojo en su padre.
-¡Deberías ser más agradecido! Tú, mocoso, tendrás el gran honor de ser el Emperador que funde una nueva, grande y próspera nación, el hecho que ambos sean hombres es solo una coincidencia, el destino lo quiso así, además recuerda que el hecho que ambos son hombres es sumamente confidencial, el pueblo no puede enterarse de algo así.
-sí, si lo sé se supone que me voy a casar con la princesa heredera de este el reino del norte, aunque yo sé que solo será un tipo con vestido.
-Yate dije que este es un gran honor, tu nombre será recordado por generaciones!!
-En serio? Y entonces por qué no te casaste tú con entonces príncipe?, no era lo mismo?
-No digas tonterías!, por supuesto que eso no era conveniente.
-y por qué no? Vas a decir que era más conveniente esperar 20 años para realizar la boda del siglo?
-no seas insolente, en ese momento no teníamos ni idea de que ambos resultaría ser hombres.
-Y no les pareció algo extraño? Pudieron haber esperado un poco y así sería mi hermana menor la que tuviera el gran honor de fundar una nueva nación.
-Comprende que en esos momentos no podíamos darnos el lujo de esperar demasiado, el pueblo estaba en crisis, además la tradición dicta que sean los primogénitos los comprometidos, no específica que sean de sexos opuestos.
-A ver si entendí, dices que decidieron unir a las naciones, pero necesitaban que se solventara esa tradición, y como ustedes no querían revolcarse entre ustedes, aunque nadie iba a reclamar al respecto, decidieron esperar a tener hijos, y cuando nacieron el pueblo los estaba presionando para que el compromiso se realizara, entonces decidieron seguir adelante aunque sus dos hijos eran varones y solo lo ocultaron e hicieron como si hubiese nacido una niña y un niño, me equivoco? —el rey no pudo ocultar su nerviosismo, Sehfir había dado en el blanco.
-Bu-bueno, eso ya no tiene importancia [*se levanta*] ahora me retiraré a dormir un poco, y tu deberías hacer lo mismo, mañana es el gran día, y que ni se te ocurra llegar tarde o hacer alguna escena de berrinche— con estas palabras el padre del chico salió de la lujosa habitación y lo dejo solo para que reflexionara.
Ya en su habitación el príncipe Sed (como le diremos de cariño) estaba inclinado sobre la baranda del balcón que le daba vista a los obscuros jardines traseros, ya pasaban de la media noche pero su mente no lo dejaba descansar ni un poco, ¿es que acaso estaría destinado a pasar el resto de su vida casado con otro hombre y además fingir que era la mujer que amaba?, casi sintió el impulso de saltar del balcón y hacer lo posible por morir en la caída, pero descartó rápido la idea ya que estaba solo en el segundo piso y no moriría a esa altura, eso y porque algo llamó su atención.
Al fondo de los jardines, caminando hacia los espesos arbustos vio una silueta misteriosa, que asemejaba un cuerpo femenino cubierto con un abrigo largo que le cubría por completo, vio a la silueta ingresar en los arbustos e inmediatamente desaparecer; al principio pensó que se trataría de un ladrón o algo parecido, pero luego pensó que era raro, porque parecía ir de salida y no llevaba ningún botín consigo, además en esa dirección estaba muy seguro que no había nada más que un bosque y un ojo de agua en el centro de éste, lo habría visto desde el aire cuando estaban a punto de aterrizar la mañana de ese día; entonces la curiosidad se apoderó de él y decidió ir a investigar, podría ser la última aventura que viviría en su vida.
Sin dudar cogió un abrigo con capucha, se lo puso y sin titubeo saltó del balcón cayendo gatunamente de pie y rápido fue a la caza de la misteriosa silueta, se introdujo entre los arbustos y posteriormente los árboles, cuando llegó a cierto punto en que le perdió la pista pero solo fue por un momento ya que escuchó un ruido viniendo de adelante, entonces asechando lentamente, procurando no ser atrapado se fue acercando y cuando llegó a una buena distancia se refugió detrás de unos arbustos y se asomó a ver qué era lo que la misteriosa silueta estaba haciendo.
A la orilla del ojo de agua estaba la misteriosa persona al principio solo parecía estar allí parada viendo el agua, pero luego de unos instantes empezó a deshacerse del abrigo que escondía su identidad y fue visible un cuerpo delgado y estilizado de cabello largo que llegaba hasta la cintura, gracias a la tenue luz de la luna podía ver la hermosa piel blanca y ligeramente bronceada solo cubierta por una capa de seda que parecía caer con gracia por aquella delgada espalda, luego de dejar en el suelo el abrigo prosiguió a quitar la capa única de seda que cubría su cuerpo, empezó por las mangas lentamente, como en un juego de seducción, seduciendo al agua frente a esa persona.
Por un segundo al ver que la situación se tornaba más íntima pensó abandonar su puesto de vigilancia y retroceder para no caer en el pecado de fisgón, pero antes que pudiera actuar fe fijo en como la persona observada parecía darse la vuelta, pensó en ver su rostro antes de irse para no ver las partes íntimas de esa persona descubiertas, y así lo hizo, cuando esa persona volteo dejo en descubierto un hermoso rostro, pudo notar que se trataba de un hombre por la falta de pechos, bello con ojos claros y largas pestañas que reflejaban la luz de la luna y el reflejo de la cristalina agua y notó unos cuantos mechones de cabello que caían por sus mejillas y su frente, los deliciosos labios de su boca entre abierta.
En ese momento el cazador que observaba furtivamente pudo sentir un punzón en su corazón y su cuerpo encendido en llamas, fue tal la impresión que no pudo mantener el equilibrio y se tambaleo pero no cayo, pero a pesar de que pudo recuperar el equilibrio no evitó hacer un fuerte ruido al romper unas ramas que estaban tras él, al reponerse de la emoción volteo nuevamente hacia donde estaba el observado para saber si había sido descubierto, pero se alarmo al ver que no había nadie, se preguntó si había sido una ilusión, pero rápido esa idea se desvaneció.
-No te muevas, o te corto la garganta— escucho esa voz aguda pero masculina que venía detrás de él y luego sintió un cuchillo que efectivamente amenazaba con atravesarle el lado derecho de la garganta y desistió de hacer cualquier movimiento— quién rayos eres y cómo llegaste aquí?
-yo debería hacer esa pregunta— dijo lo más calmado que pudo, justo en ese instante se ojo un bullicio venir en dirección del palacio, ante el ruido el portador del arma rápidamente se retiró y corrió a desaparecer entre los árboles.
Los provocantes del bullicio eran el primer ministro, su padrino, junto a unos sirvientes con linternas que, al darse cuenta de la ausencia del príncipe en su habitación fueron en su búsqueda, para encontrarlo sentado y con cara de susto a unos metros del ojo de agua.
-¡¿Qué crees que haces aquí a esta hora?! ¡Nos tenías preocupados! —con la voz serena y pausada el apantallado príncipe solo pudo divagar acerca de sus pensamientos.
-Creo… ¡que me he enamorado…! —Su padrino se sorprendió y luego suspiro resignado, para luego responder racionalmente a la irracionalidad de su ahijado.
-Pues yo creo que ya es tarde para que estés fuera, ¿has bebido?
Luego de ayudar a levantar al joven novio, lo llevaron de regreso al palacio para que durmiera un poco y descansara para su boda, que se realizaría ya dentro de pocas horas.
Era la mañana del gran día y el padre le daba los últimos consejos a su hijo, o algo así…
-Papá te lo digo!, Era El ser más hermoso que jamás haya visto!!, Me enamore de él a primera vista!! — decía emocionado mientras su padre lo observaba como pensando “por qué no lo abortamos cuando pudimos”
-Deja de decir esas tonterías!, un novio no debe hablar así y menos en el día de su novia estas alucinando, y aunque ese “ser hermoso” sea real, debes olvidarlo ya, no te traerá más que problemas.
Sabía que lo que su padre le decía era sensato, tal vez solo fue una ilusión, un sueño, ahora se casaría y no lo podía evitar, sería mejor olvidarlo pero… como olvidarlo si era en lo único que podía pensar?
Ya en la ceremonia, las flores adornaban el altar construido especialmente para la ocasión frente al palacio, una decoración colorida y lujosa, Sed, es decir, El Príncipe Sehfir vestido con la tradicional ropa de fiesta colorida y llena de joyas y jemas, esperaba ante el altar la llegada de su “novia”, pero lo único que llenaba su mente era la imagen de aquella hermosa silueta, la piel clara, el cabello cenizo cayendo de esos sensuales hombros, pensaba resignarse a dejar su sentimiento únicamente en la fantasía y mantener lo ocurrido como un sueño distante, un delirio.
Entonces regresó a la realidad, las flores y los listones empezaron a caer anunciando la llegada de la “novia”, detrás del muro de flores vio acercarse una silueta muy familiar, ¿¿estaría soñando?? ¿¿Acaso era un producto de su imaginación??
Frente a él se acercaba la misma silueta que había visto la noche anterior mientras anunciaban la llegada de la “princesa” Jun Oiham, esta vez cubierta de seda y finas telas de un brillante color rojo y adornado con collares, pulseras y lo que parecían kilos de joyería sobre el velo que le cubría el rostro. El corazón de Sehfir latía con locura ante la angustia de querer saber si sus sospechas eran realidad.
Teniendo ya enfrente a la delgada “novia” vio como esta pareció sorprenderse de velo también y el novio pudo oír entre los aplausos como le susurraba algo así como “Qué demonios… ¿Tú aquí?”
Y entonces la ceremonia se completó con ambos en silencio, los ahora esposos y nuevos emperadores fueron dejados a solas en la habitación principal del palacio para “consumar el matrimonio” el joven ahora esposo se retiraba de encima el pesado e incómodo ropaje, algo nervioso, pensaba en que ahora se suponía que “lo harían” pero, no paraba de darle vueltas al asunto en su cabeza; de repente la puerta del baño se abrió y dejo salir a una hermosísima creatura, con una bata de fina y casi translucida tela blanca y su cabello atado en una coleta y cayendo sobre su pecho, se le quedó mirando a Sehfir unos minutos con cara algo … ¿disgustada?
-¡Escúchame pedazo de pendejo, si intentas algo extraño no creas que dudaré en cortarte los huevos y lanzárselos a los perros!
Estaba totalmente perplejo, ¿cómo es que aquellas horribles palabras habían salido de tan hermosa boca? ¡¿Y cómo era posible que se comportara de una manera tan hostil?!
-Eh… lo siento pero, yo creí que luego de la boda… —fue interrumpido.
-¡Me importa un pepino lo que creas!, y si Tú, hijo de Puta, te atreves a querer pasarte de listo, ¡Te muelo a golpes!
Parece que la vida de casados no es como Sehfir la imaginaba…