Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Kaijo Complot por Tsuyume

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Disclaimer: Los personajes de “Kuroko no Basket” no me pertenecen, la trama de esta historia sí mero.

.

One-Shot

Kaijo Complot

.

Viernes a la noche.

Si durante la semana, Kasamatsu Yukio, se había concentrado sólo en entrenar y exigirse como capitán de Kaijo; éste era el momento para un merecido descanso. Sin embargo, ni bien el pelinegro salió de la ducha, pudo divisar en su cama una pequeña tarjeta azul. La misma le había llegado un par de horas atrás. Yukio se quedó mirándola un momento; suficiente para recordar qué decía, y de inmediato mirar al frente con un leve sonrojo y los labios graciosamente fruncidos.

—Idiotas —susurró, recordando porqué esa noche no podía ir a dormir después de su ducha.

.

~ Flashback ~

Habiendo pasado el medio día; el sol se encontraba en lo más alto cubriendo con su manto dorado todo el edificio de la preparatoria Kaijo. En el gimnasio de la misma, los titulares del equipo de básquet, se encontraban sentados en el piso de la cancha, alrededor de un pequeño televisor. De esta manera, todo el silencio del lugar sólo era interrumpido por los comentarios que se oían de la caja boba.

El partido de práctica se había postergado pues, increíblemente, la mayoría de los miembros suplentes habían pedido permiso para no asistir y el resto ni se apareció. Incluso el entrenador, que sólo había llegado temprano a dar algunas indicaciones al capitán del equipo con respecto al entrenamiento, para luego desaparecer del lugar. Al no tener ningún partido cercano, el capitán, de muy mala gana, les dio permiso para ver la final de los Playoffs de la temporada.

—¡Woah! ¡Esa clavada fue estupenda! —comentaba Moriyama, emocionado.

—¡INCGEIBLE!! ¡¡INCGEIBLE!! ¡¿VEGDAD SENPAIS?! —Hayakawa miraba a todos, gritando con su típica euforia.

—A estos tipos sí que les gusta lucirse —Kobori ni siquiera quería parpadear.

—Yo puedo hacer eso —decía como si nada el rubio del equipo.

—Deja de presumir, Kise… —retaba Kasamatsu, sin despegar los ojos del televisor. De pronto no le pareció tan mala idea ver la final.

Sin duda, la gran final entre Miami Heat y San Antonio Spurs tenía a Kaijo embobado. Faltando diez minutos para que termine, ninguno de los equipos se secaba gran diferencia y las especulaciones de los telespectadores no se hicieron esperar.

—Seguro ganan los Heats —sonreía Kise, después de ver un tiro de media distancia del gran LeBron James.

—Sueñas Kise. La victoria es de los Spurs —aseguraba Kasamatsu.

—Que no, senpai~

—Te digo que si, idiota… —Yukio no despegaba los ojos de aquellas jugadas.

—¡Que no, senpai! ¡Te juego lo que sea! —apostaba el rubio.

—¿Qué quieres? —aceptaba con una sonrisa desafiante.

Los ojos de Kise brillaron cual estrellas, imaginándose todo lo que podría pedirle a su senpai.

—¡Woow, ya sé! —detrás de Kise, apareció Kobori con una gran sonrisa, llamando la atención de los presentes—. Qué tal esto: si Kise tiene razón… —sonreía el castaño, mirando a todos sus compañeros— tú, Kasamatsu… tendrás que aceptar una cita con él —sonrió.

De pronto el rubio no pudo ocultar sus ojos brillando de emoción; y hasta podía divisársele una cola de perro que se movía con entusiasmo.

—¡¿QUEEEEE?! —estallaba Yukio, enojado y sonrojado. ¡¿De dónde a Kobori se le ocurría algo así?!

—¡Ajajaja! ¡Genial, Kobori! —Moriyama palmeaba su espalda con aprobación.

—Senpaaaiii —Kise apretaba sus puños contra su cara, muerto de emoción.

—¡Ni de broma!

—¡Oye! ¡No seas así, Kasamatsu! —retaba Moriyama—. Además… ¿no confías en que los Spurs ganen? —alzaba una ceja burlón—. Si ganan, tú puedes pedirle a Kise lo que sea… —miraba casi seductor.

—¿He? —Yukio entrecerraba un ojo sin entender.

—Haré lo que quieras senpai… —de la nada, Kise aparecía tomando las manos de su capitán entre las suyas, mirándolo desde abajo cual cachorro.

—¿Lo que quiera, eh? —Kasamatsu frotaba su barbilla, imaginándose los quehaceres que había dejado pendiente desde hace un mes, y que Kise podría entretenerse haciendo.

10 minutos después…

Kasamatsu veía el televisor con los ojos como platos y la boca abierta, totalmente estupefacto. Lo único que se movía en el lugar era el resto de su equipo, que acompañaba al rubio en su festejo.

—¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! —saltaban los otros cuatro, tanto por la victoria de los Heats como por la de Kise.

El capitán de Kaijo se giraba a verlos festejar, haciendo que de inmediato un tic se forme en su ojo izquierdo. Moriyama lo notó y enseguida se acercó a él, acompañado por el resto de los chicos que tapaban sus bocas para no reírse a carcajadas. Menos Kise que parecía cachorro a punto de salir de paseo.

—Kasamatsu, mi amigo —lo abrazaba pasando uno de sus brazos por la espalda del resentido capitán—. Alquílate un traje de etiqueta, porque esta noche tienes una cita con nuestro as~ —decía burlón, apuntando con su palma al aludido, que sólo alzaba las orejas y movía la cola al verse señalado.

~ Fin Flashback ~

.

Kasamatsu frotaba su cabeza con la pequeña toalla que tenía en sus manos. Incluso frotaba tan fuerte que se notaba lo molesto que se sentía. Para ser el capitán de Kaijo, sus compañeros lo tomaban para la burla. De hecho, también estaba molesto consigo mismo, por prestarse para semejante estupidez. ¿Él, teniendo una cita con Kise? ¡¿A quién rayos podía ocurrírsele?! ¡Solo al idiota de Kobori que salió ganando con apoyo del resto de Kaijo! ¡Esos malditos seguramente se complotaron en contra suyo! Y si Kasamatsu finalmente cedió a semejante disparate fue por lo que Kobori le dijo…

“Ajaja. Quita esa cara, Kasamatsu. Ni que fuera para tanto. Sólo es una cita con Kise. Ajaja. Un juego. ¿Verdad? Ni que fuera a pasar algo…”

¡Por supuesto que era un juego! Por eso aceptó formar parte de esa estupidez. Como si a Kasamatsu se le hubiera pasado por la cabeza que podría pasar algo. Era obvio que no. Yukio sabía que había caído en una broma pesada de Kaijo, y sólo le quedaba ir y terminar lo más pronto posible con ese teatro de la “cita”.

Fue hasta su armario en busca de ropa. De mala gana, dejó de mirar la remera y el pantalón viejo que usaba de piyama para buscar otras prendas. En ese momento recordó algo que decía aquel papel que le llegó. Se giró volviendo a su cama; tomó la carta y de nuevo se la puso a leer.

“Señor Kasamatsu, esta cordialmente invitado a una cena romántica con nuestro kouhai estrella: Kise Ryouta —leía, sonrojándose y formándosele un tic en el labio al releer lo de 'romántica'. ¡¿Qué mierda era eso?! Esos idiotas se estaban pasando—. Será en el gimnasio de Kaijo a las 10 pm. Por favor sea puntual. PD: Debe lucir un traje de etiqueta.”

—Hmp. No tengo y no pienso comprar uno para esta estupidez —le contestaba al papel.

“PD2: Por Kami-sama, Kasamatsu. Como sabemos que no te vas a comprar uno, y que eres capaz de ir como se te cante, decidimos alquilarte uno entre todos. Por favor, úsalo. ¡No nos hagas invertir en vano! Firma: Kaijo.”

—I-dio-tas —arrugaba el papel en su mano— “¿Desde cuando estos idiotas están tan interesados en que termine con Kise?” —pensaba, molestándose y sonrojándose ante su propia suposición. Luego miraba hacia su cama y caía en cuenta de que ahí estaba el traje que debía lucir para la ocasión.

El reloj marcaba las 9:55 y, pese a todo, el capitán se había puesto la dichosa prenda, que resultó ser nada más y nada menos que un smoking. Llegada la hora, Yukio bajaba del taxi que se había tomado para llegar a la preparatoria. Ya que no le hacía ninguna gracia andar por tren o autobús vestido como estaba.

Se encaminó hacia el dichoso lugar, todavía no pudiendo creer que se haya prestado para semejante payasada. De pronto, pudo divisar que las luces del gimnasio efectivamente estaban prendidas, pero la luz parecía tenue y hasta de varios colores. Sin darse cuenta dio un paso atrás, acaso queriendo huir de aquel lugar. Pero entonces él mismo se detuvo. Kasamatsu Yukio jamás daba un paso atrás. Y esa broma estúpida no sería la excepción.

Por fin llegó a la entrada del gimnasio, pero antes de que pueda tocar la manija, las puertas se abrieron dejando ver a Moriyama vestido como un elegante mayordomo.

—Lo estábamos esperando —sonríe burlón, haciendo una leve reverencia, prestándose al juego.

—Mo-ri-ya-ma... ¿Qué demonios haces? —decía, con un tic en el ojo y la mirada sombría.

—Por aquí, por favor —señalaba con la mano para que lo siguiera.

Kasamatsu lo seguía todavía sin creer todo aquello. El gimnasio efectivamente lucia raro. Aquel par de idiotas habían transformado el gimnasio de Kaijo en un salón de fiestas. Luces tenues, amarillentas, y algunas de colores, adornando todo el lugar por medio del reflejo de una gran bola de espejos en el techo. El piso del gimnasio estaba cubierto por pétalos de rosas rojas. Y globos con forma de corazón adornaban cada esquina que veía. Todo aquello dejaba al pelinegro cada vez más extrañado, y por demás irritado.

—Más les vale limpiar todo esto —amenazaba Kasamatsu.

—Kasamatsu, esos son detalles menores —respondía Moriyama como diciendo “si claro”—. Su cita ha llegado, señor Kise —hacia una reverencia frente al menor, haciendo que Yukio por fin quite la vista del lugar y la enfoque en el rubio, que ya estaba sentado en una mesa muy bien adornada.

—Gracias~ —responde el rubio, siguiéndole el juego, para luego fijar sus ojos dorados en su tan esperado pelinegro—. Hola senpai~ —saluda, entre seductor y dulce. Esa combinación loca que sólo él podía lograr en una simple sonrisa.

—Ho-Hola... —soltó Yukio, sin darse cuenta de lo extraño que sonó. Casi nervioso. Su leve sonrojo y su mirada sorprendida ponían ideas en la cabeza del rubio, que sonrió inconscientemente ante el raro tartamudeo de su senpai al verlo.

Una mirada fugaz que no pasó de un par de segundos, pero en la cual parecían haberse desnudado ante los ojos del otro. De pronto, Yukio sintió que sus ojos no querían dejar de ver a su rubio kouhai, que lucía muy bien con ese traje azul oscuro. Pero qué más podía esperarse del “señor modelo”. Kasamatsu movió levemente la cabeza, quitándose esas deducciones estúpidas a las que había llegado.

Mientras tanto, Kise sólo podía deleitarse con lo que sus ojos dorados de regalaban. Difícilmente se borraría esa imagen de su cabeza, y todo porque aprovechaba cada instante para grabarla en su mente. Kasamatsu lucía irreconocible con ese smoking. Tan apuesto. ¡Parecía galán de telenovela! Kise no podía más que sonreír al verlo así, y más al pensar que se había vestido de esa forma para él.

—Bueno, ¿vas a sentarte o qué Kasamatsu? —decía Moriyama, para luego taparse rápidamente la boca al haberse salido de su papel—. Lo siento, digo: siéntese señor —sonreía educadamente, acomodando el asiento que estaba frente al rubio.

—Tsk. No creas que lo voy a olvidar, Moriyama —susurraba, mirándolo sombríamente con una sonrisa terrorífica.

—No sé de qué habla... —decía fingiendo demencia.

—Me las vas a pagar te-me...

—Oh, vamos. Tómalo como un "empujoncito", Kasamatsu —decía en voz baja, mientras sonreía levemente.

—Qué demo- —estaba por protestar cuando Moriyama lo sentó, y en ese momento llegó Kobori con la cena.

—Aquí está la cena —apoyaba la bandeja de plata que estaba tapada—. La especialidad de la casa… —abría la tapa— grande de mozzarella con jamón —terminaba de decir con una sonrisa nerviosa.

—Oi, Kobori ¿Y dónde está el sushi? —retaba Moriyama, ante la incredulidad de los presentes. Mientras, Yukio veía aburrido que tanto escándalo para comer una pizza.

—Bueno, Moriyama... Es que la tienda ya cerró y sólo pudimos conseguir esto —se rascaba la cabeza—. ¿Verdad, Hayakawa?

—¡SI! ¡NO MENTIMOS SENPAAAIII! —gritaba a todo pulmón, después de quitarse la cinta de la boca que tan precavidamente habían puesto sus sepáis para que con sus gritos no acabe con el romanticismo de la velada.

—¡Ya entendí! —Moriyama volvía a poner la cinta adhesiva en su lugar, para luego servir las porciones en los platos—. Que... disfruten la velada... —sonreía, todavía algo incómodo, mientras se alejaba—. ¡Vamos, vamos! ¡Al menos pongan la música! —se oían de fondo los retos de Moriyama.

Kasamatsu entornaba los ojos bajo una mirada sombría. El lío en el que lo habían metido sus compañeros, les valdría caro. Más caro a sus traseros, que juraba dejar planos a puras patadas.

—¿Comemos, senpai?

—¿He? —volvía a prestar atención al elegante rubio que lo acompañaba. Y, de nuevo, esa incomodidad hacia que quiera tirar de su corbata para no sofocarse—. S-Sí... —bajaba la mirada a su pizza y luego, cuando estaba a punto de metérsela a la boca, alguien lo detuvo—. ¿Qué? —alzaba una ceja, molesto. Pese a todo, estaba hambriento, ya era la hora de la cena.

—Maldición, Kasamatsu, toma los cubiertos —retaba en voz baja Kobori, que se había acercado a llevarles champagne.

—¿Cómo rayos quieres que coma pizza con cubiertos? —protestaba más alto que él, obteniendo como respuesta que el castaño le señalara con la cabeza al rubio, haciendo que Yukio vea como Kise, cubiertos en mano, cortaba un pedacito de pizza para metérsela en la boca. Ese idiota, sin duda, comía como nena, pensó Kasamatsu. Un tic se formó en el labio del pelinegro al verlo comer así. ¿Una pizza con cubiertos? ¡¿Dónde se ha visto?!

—Ashh —protestaba imitando al rubio.

—Sí. Y no te manches... —advertía—. Que si no, no nos devuelven el depósito de ese traje —se lamentaba, haciendo que Yukio preste atención a sus palabras.

—¿Que si no, qué? —decía con una sonrisa maliciosa.

—¿Qué…“qué”…? —se hacía el demente.

—Te escuche, Kobori —casi cantaba Yukio, como señal de venganza.

—Senpai, se te enfría —hablaba Kise.

—Si... —Yukio no dejaba de mirar malvado a Kobori, que se iba asustado a contrale a los demás.

De pronto, mientras estaba a punto de meterse el trozo de pizza a la boca, comienza a sonar música demasiado...

—¡¿Qué demonios es eso?! —salta Yukio, golpeando la mesa al escuchar, nada más y nada menos, que un clásico lento de los de antes.

—¿No te gusta? —a lo lejos, se oía el grito de Moriyama.

—¡Quita eso, Moriyamaaaa! ¡¿Qué te piensas que es esto, idiota?! —gruñó sonrojado y furioso, escuchando de fondo a George Michael con “Careless Whisper” ("Susurro Descuidado") y un solo de saxo demasiado sugestivo.

—Senpai, tranquilízate. Es sólo una canción —trataba de contener Kise; pero, en verdad, el rubio estaba disfrutando del romanticismo del ambiente.

—Malditos idiotas... —apretaba sus dientes mirando hacia donde los demás estaban; todos vestidos de mayordomos y haciendo señas de besos.

La velada seguía su cauce. Kaijo había logrado que Kasamatsu tenga una cita con Kise. Sin embargo, el paso del tiempo sólo hizo que Kasamatsu se sienta más cómodo con su papel.

—¡Kobori, trae más! —ordenaba el capitán, ya que: si querían hacer de mayordomos, harían de mayordomos.

—Sí, señor...

—Je. Y trae gaseosa. No me gusta el champagne.

—Sí...

—Ah. ¿Hay postre?

—Sí.

— ¿Y que estás esperando? ¡Tráelo!

—Ya voy… —Kobori caminaba a más no poder. Se había pasado toda la cena recorriendo el gimnasio de una punta a la otra.

—Es hora del brindis —aparecía Moriyama, trayendo la gaseosa y sirviendo ambos vasos—. Espero sea de su agrado. Es una selección de nuestras mejores bodegas —sonreía.

—Esto es gaseosa, Moriyama idiota —decía Kasamatsu, mirándolo con aburrimiento.

—Bah. ¡Pero qué poca imaginación tienes, eh, Kasamatsu! ¿Y así de aburrido te gusta? Pobre de ti Kise... —decía entre resignado y burlón, mientras se iba dejándolo solos.

—¡Oi! ¡¿Qué estás diciendo baka?! ¡Ven aquí, Moriyamaaaa! ¡Te voy a-!

—Senpai, tranquilo. ¡Sólo está jugando! —se paraba, poniendo las manos en los hombros de Yukio para sentarlo, y cuando lo logró siguió hablando—. Además... a mí me gustas tal y como eres senpai... —confesaba, con su sonrisa seductora, mirando a Yukio fijamente, sin darle oportunidad a esos ojos azules metálicos de esconderse.

—Ki-Kise, idiota —su sonrojo comenzaba a notarse, por lo que se vio forzado a girar el rostro. Sólo dejando ver su vena en la frente.

—Hm. ¿Brindamos, senpai? —Kise tomó las copas de ambos, pasándole una a Kasamatsu, que la bebió sin más. Prácticamente haciendo fondo blanco—. ¡Senpai! ¡No te lo bebas tan rápido! ¡Espérameee! Haaa… —suspiraba derrotado—. Bueno, brindo... por la noche más perfecta que he tenido en toda mi vida... —decía, mirando cálidamente a su mayor.

—Veo que ya venías tomando desde antes que llegara —acotaba Yukio, mirándolo con notable incredulidad.

—¡Senpai! ¡Te estoy diciendo la verdad! —protestaba, sonrojándose al momento.

—Baka, es obvio que estás más borracho que aquellos —señalaba al grupo de "idiotas", que bailaban los lentos entre ellos mientras atacaban otra pizza.

—¡No miento! ¡Me gustas mucho, senpai! —confesaba, dejando atónito a Yukio.

—Pero qué…

—Incluso… eso suena demasiado poco comparado con lo que siento por ti... —seguía Kise, sin dejar de mirarlo con esa calidez que abrigaba el pecho de Kasamatsu.

—Idiota... —Yukio bajaba la cabeza sonrojado; queriendo mostrarse molesto, pero no sabía cómo ocultar lo incómodamente sorprendido que se sentía—. Va a ser mejor que me vaya —decía poniéndose de pie, tirando la servilleta que tenía en sus piernas sobre la mesa—. Ya estás hablando boberías Ki- —no pudo continuar alejándose, pues Kise se acercó a besarlo, dejándolo estupefacto.

—¡Woooww! ¡Miren! ¡Ya lo beso! —avisaba Kobori, sorprendido y entusiasmado.

—¡Waaauuu! ¡Creí que tardarían años! —Moriyama no lo podía creer— ¡Rápido! ¡Trae la cámara, Hayakawa!

—¡¡WOOOO!! ¡¡NO LA ENCUENTGO MOGIYAMA-SENPAI!!

—¡¿Queee?! ¡Búscala bien! ¡Esto vale oro!

—Rápido. Kasamatsu no aguantará demasiado —advertía Kobori.

—¡¡Busca bien, Hayakawa!! ¡¡La deje por allí!!

—¡¡NO ESTAAAAA!!

Kise apenas se alejo un par de centímetros para verlo y volverlo a besar ante la inacción del pelinegro. Kasamatsu quedo congelado ante su tacto y, paradójicamente, en llamas ante su beso. Sus mejillas le ardían y estaba seguro de que patearía un par de traseros Kaijo por eso. Sin embargo, sentir una y otra vez, los finos labios de Kise besar los suyos, lo habían dejado sin aliento.

Tan solo sus ojos, de un único color azul, estaban abiertos con asombro, viendo los ambarinos de Kise cerrados, entregados al beso. Tan cerca suyo. De pronto, lo inesperado. Yukio cerró fuertemente los ojos y, sin percatarse, entreabrió su boca, haciendo que el rubio se anime a mucho más. Kise tomó su rostro con ambas manos, y lamiendo sus labios entre el beso, pidió permiso para adentrarse en su boca y así fundirse en un beso más profundo, hambriento. Ese que tanto soñó darle a su senpai, mientras notaba como Yukio aferraba las manos a su ropa.

—Wooow. Kise no pierde el tiempo —Kobori miraba la escena desde lejos, junto a sus compañeros.

—¡¿Todavía no?! —Moriyama pedía por la cámara.

—¡¡AQUÍ NO ESTÁ!!

—No puede seeeerr —se lamentaba Moriyama, pasando pesadamente las manos por su rostro. Resignándose a conseguir esa foto, por la que Kise seguramente pagaría mucho, y por la que Kasamatsu seguramente se convertiría en su sirviente mientras no sea divulgada.

—Que... romántico... —soltaba Kobori, viendo a lo lejos al par de tórtolos besándose con la música de fondo. En una cena romántica, con velas, luces, esfera de espejos y pétalos de rosas esparcidas por el suelo.

—¡Ah! Nos estamos olvidando de lo mejor —recordaba Kobori, corriendo hacia el escenario y tomando una cuerda para tirar de ella.

De pronto, caían cual lluvia, cientos de pétalos rojos sobre las cabezas de ambos jóvenes. Senpai y kouhai se fundían en un deseoso beso, bajo la lluvia de pétalos que comenzaba a cubrirlos, sobrevolando por el aire.

Porque cuando un compañero necesitaba que lo animaran, ahí estaba Kaijo. Cuando un compañero necesitaba apoyo, ahí estaba Kaijo. Y cuando un compañero, digamos cierto Kise Ryouta, acudía a ellos para que le den una mano con cierto senpai que necesitaba darse cuenta de su “profundo amor” hacia su esplendorosos kouhai; ahí Kaijo no podía creer que Kami-sama fuera tan generoso.

.

.

.

Notas finales:

¡Gracias por leer!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).