Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tan sencillo como los tulipanes amarillos por Kyasurin W

[Reviews - 149]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Mi primer trabajo. Todo el contenido es de mi autoría.

-Gracias. —Le estreché la mano al sujeto de la mudanza al terminar de traer mis muebles.

Cerré la puerta y me recargué en ella de espaldas, dejándome caer hasta quedar sentado sobre el suelo.
Uf, luego de tanto ajetreo, papeleo y estrés, al fin había terminado de mudarme. Después de 21 años ya no tenía que rendirle cuentas a nadie, podía llegar a la hora que quisiera y hacer lo que quisiera. Lo tengo bien merecido, después de todo, mi esfuerzo valió la pena, ahora sólo tengo que esperar al compañero con el que compartiré el departamento. Si bien, este espacio es completamente mío, es muy grande para poder mantenerlo yo solo. Mi madre me ayudó con los trámites porque ella es agente de bienes raíces y  le hacen descuento, compró este lugar a su nombre y luego me lo traspasó, así salió barato, aunque con 3 habitaciones, 2 baños y un living enorme, sin contar la cocina, la terraza y el cuarto de lavado, es mucho para mí. Por eso mi familia  sugirió que lo mejor sería que rentara uno de los cuartos y así me llega un ingreso más y el inquilino me ayuda con la limpieza.

Lo único que sé de esa persona es que su nombre es Andrés y tiene 19 años. Viene de otra ciudad y estudia aquí porque consiguió una beca, no conozco su rostro ya que mi madre también se hizo cargo de escoger a la persona, ya que según ella, es importante con quien compartiré mi hogar y  ella era la mejor para elegir.  A mí no me molestó, así me ahorraba un trabajo más,  eso de conocer a gente y hacerles entrevistas… no es lo mío. Aparte, sé que ella no haría una mala elección.

Miré mi reloj de pulsera, regalo de mi novia, eran las cuatro con veinte minutos de la tarde, se supone que Andrés llegaría aquí a las cinco. Todavía tenía tiempo para desempacar algunas cosas y acomodarlas para que no se viera tan desordenado este lugar.

Me puse de pie y comencé a quitar todos los plásticos de los sillones, los acomodé en forma perpendicular  y en la esquina coloqué una pequeña mesa con un florero vacío que desenvolví del papel periódico, acomodé la alfombra rectangular color crema enfrente de los sillones.
Con un paño húmedo  limpié el comedor de madera y la barra de mármol así como los taburetes de ésta. Llevé unas cajas y maletas con mis pertenencias a la que iba a ser mi nueva habitación, mientras que las faltantes, las coloqué en la habitación sobrante al igual que las demás cosas que faltaban por acomodar.  Por último, acomodé unos cuadros estilo contemporáneo en diferentes puntos del apartamento, los más grandes los situé en las grandes paredes blancas del living y el resto en la larga pared del pasillo que conectaba a dos de las habitaciones.

Fui a la cocina y abrí el refrigerador, sólo tenía un par de botellas de agua dentro y una que otra fruta.  Coloqué una mano en mi frente limpiando mi sudor.


Tenía que ir a hacer las compras, debí aceptar la ayuda de mi hermana, de verdad no pensé que fuera tan abrumador  todo el cambio, aunque por supuesto valdrá la pena, esto era un paso más hacia mi madurez e independencia, y no es como si fuera a estar solo del todo. Miré mi reloj para comprobar el tiempo.
Mierda, sólo me quedaban 10 minutos antes de que llegara el ocupante. Salí corriendo, me quité la ropa lo más rápido que pude, dejándola tirada por toda la habitación; me metí en la ducha, lavé mi cuerpo y cabello deprisa. Al salir solo llevaba una toalla amarrada en la cintura. Abrí mi equipaje, saqué una playera tipo polo color azul y unos jeans, me vestí, estaba terminando de abrocharme los pantalones cuando sonó el timbre.

'Debe de ser Andrés…' suspiré algo nervioso por conocerlo, era normal, viviría con él por dos años, eso fue lo que decía el contrato que firmó. Sequé mi cabello velozmente, aunque realmente lo único que hice fue pasar la toalla por mi cabeza, me puse unas sandalias negras, de esas que usan para ir a la playa, y salí corriendo a abrir la puerta.

Me encontré con un chico de baja estatura, cabello negro, lo suficientemente largo para cubrirle las orejas, me miraba con sus ojos marrones, expectantes, como si estuviera esperando que le dijera algo.

Creí que en este edificio no podían entrar vendedores y menos niños, o tal vez esté perdido y ha venido a pedir ayuda, ¿pero por qué a mí? Vivo en el penúltimo piso, pudo haberlo pedido en la recepción, a parte ¿cómo pudo llegar hasta aquí? Después de varios segundos de mirarnos, estaba a punto de cerrar la puerta cuando él por fin habló.

-¿Sebastián? —Sonrió.

-¿S-sí? —Dije algo nervioso. Una idea fugaz de que él podía ser el dichoso Andrés se vino a mi mente, pero la eliminé por completo.

-¡Soy Andrés! —Mierda— Sé que no me conoces, pero tu mamá, que por cierto es una señora muy linda, me dijo que te hablaría de mí. Ya que de ahora en adelante viviré contigo. —Cruzó la puerta arrastrando dos maletas que casi estaban de su tamaño y dejando unas cajas afuera— Estoy muy feliz de vivir aquí… ¡wow! Este lugar es muy lindo y está en una zona exclusiva, eres un suertudo. —Salió de nuevo metiendo el resto del equipaje— Aunque, el suertudo soy yo, por poder vivir aquí contigo, por lo que me ha dicho tu madre eres una persona muy agradable y así lo parece, ¿sabes? Aparte, es genial poder estudiar en esta ciudad, ya que donde yo vivía era un  sitio pequeño y no había muchas cosas, para divertirte siempre tenías que ir a los mismos lugares, e ir a lo mismo siempre, le quita la diversión. En fin, espero poder ser de tu agrado y que nos llevemos bien.

Me quedé pasmado, decir que este ¿niño? no cumplía con las expectativas que tenía, era poco, mi madre nunca mencionó a un chico con aspecto infantil que sufría de verborrea.  Aparte, le habló de mí, ¿qué tanto sabía este chico? Lo peor es que ya no me podía echar para atrás, había un contrato y dinero de por medio, todo los planes ya estaban hechos. Él estudia y trabaja, y yo también, por lo tanto no lo veré mucho, sí, sólo seremos compañeros, no es como si tuviera que convivir con él todo el día.

Él no dejaba de verme con esa gran sonrisa enseñando todos los dientes, le sonreí de vuelta.

-Uhm… sí, te mostraré tu habitación, ¿quieres ayuda con tu equipaje?

-Sí, por favor. A pesar de que usé el elevador, fue mucho trabajo meterlas en él, no soy un chico grande y fuerte como tú. Mi mamá siempre me decía que tenía que tomar mucha leche porque así crecería grande y fuerte, pero a mí no me gusta la leche, y es por eso que no soy tan alto, y tuve que soportar el dichoso “te lo dije” de mi madre. Es gracioso, ¿no crees?

-Sí… muy gracioso… —Rodé los ojos ya de espaldas a él. Íbamos caminando por todo el pasillo, yo llevaba las cajas y él las maletas.

-Tienes buen gusto. Me gustan los cuadros, y buena elección de acomodarlos, es como si fuese una galería.

Me sorprendió su comentario, no creí que pudiera decir algo sensato, quizá no está tan chiflado.

-Me los regaló mi madre, me alegra que te gusten. Tendrás que verlos por dos años.  —Dejé las cajas en el suelo de su cuarto.

No estaba decorado aún, sólo era una cama individual, unas repisas para que colocara sus cosas, el armario, y un televisor. Su habitación era la secundaria por lo que no tenía baño, sino que se encontraba en frente de ella. Dejó todas sus cosas adentro y salió detrás de mí, ya que le pedí que me acompañara para terminar de mostrarle el resto del apartamento.

-Este es mi cuarto, por si necesitas algo. —A diferencia de los otros dos dormitorios, el mío quedaba del otro lado de la casa, eran dos pasillos que estaban divididos por la cocina.

-Ah, y el refrigerador estará dividido, ¿cuáles rejillas quieres? Están las tres de arriba o las tres de abajo, es lo mismo con la puerta y el congelador.

-Las tres de abajo están bien. Pero… ahora no tengo nada de comida para guardar.

-Ni yo. —Sonreí— Tenemos que ir a hacer las compras, pero debes estar cansado al igual que yo  ¿Te parece si vamos a comprar algo de cenar aquí cerca?

-Me parece bien. Yo no conozco muchos sitios aquí, es complicado para mí andar en la ciudad.

-Bien. Entonces me iré a cambiar y regreso cinco minutos. Puedes terminar de conocer la casa por tu cuenta, si quieres.

-¿A cambiar? Estás muy bien así.

Apreté mi mandíbula algo tenso, por su cumplido, si se le puede decir así. Sabía que venía de fuera y que no está habituado a una ciudad con mucha gente, pero, ¿así se tratan de donde viene? O quizá yo le estoy dando muchas vueltas a algo como eso. Mi mamá no mencionó nada acerca de su orientación sexual, y no es como si me molestara que fuera homosexual, pero es extraño, desde que llegó me mira de una forma algo rara y sonríe demasiado, tal vez así es él y así está acostumbrado a tratar a la gente. Sólo espero no tener problemas.

 Suspiré despejando mi mente y terminé de atar las agujetas de mis tenis, tomé una chaqueta de algodón que estaba tirada en el suelo, me la puse y salí de nuevo al salón.

Andrés estaba recargado sobre la pared junto de la puerta,  mirando como las pequeñas tiras que adornaban  sus botas se zarandeaban al mover sus pies, parecía un niño pequeño.

-Ya está, vamos.

Él sólo me sonrío.

Salimos del apartamento y bajamos por el elevador, llegamos a la recepción, saludé al portero. Un hombre viejo, canoso y con barba, lo conocía, al igual que mi padre, ya que él fue el arquitecto que llevó la construcción de este edificio hace unos 5 años, y de vez en cuando solía acompañarlo a ver cómo iba el proyecto. La esposa de don Ignacio era la responsable de hacer la comida para alimentar a los trabajadores de la obra y él era el que siempre la traía y así se fue amistando con varios obreros y con mi padre que era el encargado. Al morir su esposa, mi padre lo recomendó a la empresa dueña de la construcción, como carecía de estudios y experiencia, lo contrataron como portero.

-¿A dónde iremos?

-A dos cuadras venden hamburguesas, ¿te gustan?

-¡Sí! Mucho. —Sonrío ampliamente.

¿Por qué tiene que sonreírme de esa forma? Madre mía, sólo me pone nervioso. No puedo preguntarle si es homo y mucho menos si le gusto, al menos no ahora. Vale, estaba actuando demasiado presuntuoso, sólo era un chico, además es pequeño, no me puede atacar.

Entramos al lugar que por suerte no había mucha gente, ordenamos dos hamburguesas con papas fritas, yo una soda y él un jugo. No sabía que las hamburguesas iban bien con el jugo. Nos sentamos en una mesa, quedando frente a frente.

-Ah, por cierto. —Me incliné hacia atrás sacando un par de llaves del bolsillo de mi pantalón y se la entregué— Una es del portón de la cochera, por si algún día tienes coche o si de casualidad el portero no llegara a estar, puedes entrar por ahí y la otra, es la llave del apartamento.

-Gracias. —Guardó la llave en su pantalón y le dio un sorbo a su bebida—Tu mamá me dijo que eres estudiante de diseño gráfico, supongo que debes tener mucha imaginación y ser muy creativo, ¿no?

-Hmm… —Terminé de masticar mi hamburguesa— Bueno, no sé si muy creativo, pero si tengo mucha imaginación y eso es lo que me ha ayudado en mi carrera.  Lo más difícil es plasmar lo que tienes en mente.

-¡Te debe de ir muy bien! ¿Cuándo te gradúas?

-El próximo año. ¿Qué hay de ti?

-Mi beca es en la universidad en el área de psicología, en una semana empiezo las clases.

-Que bien, ¿a qué universidad irás?

-A la Hoc Lux. —Se llevó una papa a la boca.

Sentí como el gas de la soda se me iba por el lugar equivocado y comencé a toser. ¡Mierda! También lo iba a ver en la universidad, de tantos colegios tenía que parar en el mío, ¿él sabrá acerca de esto? no ha mencionado nada.

-¿Estás bien? —Sus ojos se veían tristes y preocupados.

-Eh… sí, no es nada. —Miré a través de la ventana, el aire soplaba con fuerza. El invierno estaba cada vez más cerca— ¿Ya has terminado? Parece que hay mal tiempo.

-Síp.

Nos levantamos llevando las charolas con los restos de la comida y papeles  a la basura. Salimos del local y una ráfaga de aire frío golpeó mi rostro, me estremecí. Las ramas de los árboles crujían por el movimiento y las hojas resecas revoloteaban por todo el asfalto levantando tierra con ellas. Miré mi reloj, las siete de la noche. Las calles estaban tranquilas al igual que todo el vecindario, el cielo estaba oscureciendo conforme cada minuto pasaba, los postes de luz alumbraban las calles con una tenue luz que se iba dispersando conforme la distancia, se podía notar los insectos revolotear alrededor de ella.

Escuché un jadeo y recordé que venía acompañado. Andrés se frotaba los brazos desnudos, estaba temblando, y sus dientes castañeaban. Joder, se está congelando. Me quité la chaqueta rápido y se la coloqué en sus hombros. Me miró desconcertado, sus mejillas y nariz estaban completamente enrojecidas. Me aturdí al ver su expresión, se veía tan… adorable.

-N-no, te d-dará frío. —Comenzó a quitarse la prenda y lo detuve. Aún me sentía avergonzado, no podía creer que había utilizado aquella expresión para un chico.

-No creo que me dé más frío que a ti. Será un problema si te resfrías.

-G-gracias. —Me sonrío. Volteé la cara al verlo, me sentía tonto, más bien, él me ponía tonto.

Comenzaba una nueva etapa de mi vida, viviendo al lado de alguien que me parecía muy… singular, hasta el momento no lo considero alguien malo, creo que es muy amable y alegre, tan alegre que me parece raro.

Notas finales:

Ojalá haya sido de su agrado :)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).