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Lemon Candy por Hyunnieyeol

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Notas del capitulo:

Una pequeña tontería. Mi única intención es contribuir al aumento del YeolJong acá c:

“Cuando tengas muchos pensamientos, come un caramelo de limón”.

 

            La frase llega vagamente a los oídos de Sungyeol, pero es lo bastante fuerte y clara para sacarlo de su ensoñación. Gira el rostro a la izquierda con suavidad, como si fuese natural el buscar con la mirada al muchacho más joven y no un desesperado intento de su parte por contemplar las mejillas rosadas del que es sólo dos años menor que él mismo. Ríe con los otros sin querer hacerlo en realidad. Sungyeol desea extender la mano y acariciar los cabellos castaños de Sungjong, para luego descansar ésta en el muslo suave de su amigo. Sin embargo, Hoya se ha sentado entre ellos y le impide cumplir lo anhelado. Sungjong baja el rostro avergonzado y aprieta el micrófono con ambas manos, y nadie está ahí para deslizar sus dedos por las hebras lacias.

 

            Sungyeol aún quiere hacerlo.

 

            Preguntas vienen y van. Las risas llenan el lugar. Sungyeol habla un poco acerca de su estadía en Belice, omitiendo sus ganas de decir que echó a Sungjong tanto de menos que de sólo recordarlo le entran ganas de llorar. Se refugió, lo hace y lo seguirá haciendo tras esa respuesta dada en el show: “No tengo conflicto alguno con él”, porque la sonrisa del maknae fue genuina y hermosa en ese momento, aunque los miembros acabasen contando su discusión más reciente para probar lo contrario.

 

            Sungyeol aún sonríe cuando se dirigen a otro programa.

 

            Los micrófonos se encienden. Sungyeol parpadea a causa del brillo de un flash. Sungjong suelta una risita a su costado, jugando con una paleta de limón dentro de su boca. Sus labios brillan a causa del caramelo, ya que tiene la costumbre de deslizarlo sobre ellos como si deseara maquillarlos de ese modo. Esta vez sí alza el brazo y posa su mano sobre la cabeza del más joven del grupo, recibiendo una de las miradas de cachorro de Sungjong.

 

— Sungjongie ~ —pronuncia con voz cantarina, un poco aguda, y tira del palito de la paleta para sacarla de la boca del maknae. Se escucha un “pop” y sonríe amplio. — Bobo ~

 

            Sungjong recupera la paleta y le mira con fingido enfado, aunque sonríe también, haciendo poco creíble lo que sus orbes tratan de mostrar. Saborea el dulce con los ojos cerrados, balanceándose sutilmente como un niño pequeño.

 

            Sungyeol aún piensa en él como un niño; como SU niño.

 

            Alguien anuncia un pequeño receso y Sungyeol suspira aliviado. Desconoce el tiempo que llevan ahí y el que aún les falta, al igual que el número de caramelos que Sungjong ha comido de esa forma que le desespera y lo lleva a pensar en otras cosas que no debe, o cuántos aún guarda en su bolso. Se estira antes de levantarse y salir del estudio para encaminarse a los servicios con el menor siguiendo sus pasos.

 

            Sungyeol aún le escucha jugar con el dulce.

 

— ¡Eh, Lee Sungjong! —habla cuando su paciencia se agota. El menor le mira con diversión, sonriendo sin retirar la paleta. — ¿Cuántas más de esas tienes?

 

            Otro “pop” y Sungjong abulta los labios rosados en un puchero.

 

— Es la última —muerde la paleta, convirtiéndola en pequeños cristales que se deshacen en su lengua. Un par queda en sus labios. — ¿Por qué preguntas?

 

            La inocencia que desprende el más chico no es algo que Sungyeol puede, debo o va a soportar. Sin previo aviso acuna el rostro de Sungjong entre sus manos, presionando ligeramente sus palmas contra las suaves mejillas. En un parpadeo, antes que alguno rompa el silencio formado, la brecha entre sus bocas se cierra. El castaño devora los labios del maknae sin permiso, porque por ahí dicen las malas lenguas que vale más pedir perdón, aunque tampoco piensa hacerlo. Lentamente Sungjong corresponde, tratando de ajustarse al ritmo de Sungyeol. Una mano traviesa se cuela bajo la camisa del más bajo y una sonrisa cruza el rostro del otro. Las manos del menor buscan un lugar en el cuerpo contrario también.

 

— ¡Un minuto! —grita Sunggyu afuera, enfadado, y ambos se esfuerzan por recuperar la respiración mientras el líder se aleja por el corredor.

 

— Podías haberme pedido un caramelo —medio se queja Sungjong, pero una sonrisa suaviza su expresión y sus dedos siguen jugando con un botón de la camisa del mayor.

 

— Podía —se limita a responder Sungyeol, acariciando los cabellos del menor.

 

            Regresan con los otros luego de eso, como si nada hubiese ocurrido. Ríen una y otra vez. Preguntas van y vienen. Están sentados lado a lado. El brazo de Sungjong roza el de Sungyeol, se encuentran hombro contra hombro, y la mano del alto descansa en la rodilla del amante de los caramelos.

 

            Sungyeol aún quiere besarlo.

Notas finales:

¿Demasiado malo? Oh, bien. Al menos lo intenté ^^


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