Un joven de cabello negro como el carbón caminaba aceleradamente por los pasillos de Hogwarts. Sus pozos negros miraban interesantemente el piso, tratando de ocultar su rostro del cual su mejilla estaba anormalmente morada y de su sien derecha también brotaba sangre a galones ensuciando su impecable uniforme escolar.
Detrás del sentía los pasos de dos personas que gritaban su nombre para que se detuviera, pero detrás de ese par de personas otros dos muchachos también lo seguían, esta vez, diciendo cosas ofensivas hacia su persona.
Aparte de la sangre que corría por su rostro, gotas saladas también se escapaban involuntariamente de sus pozos negros y hacían que acelerara su andar. Las palabras hirientes del par de Gryffindor’s le apaleaban internamente haciéndole sentir peor que miserable, aplastando su corazón aún más:
_Hey Quejecius! ¿A dónde vas? ¡Solo fue una broma!_ grito un castaño claro de ojos marrones enmarcados en un par de anteojos redondos mientras que un peli-negro azulado de mirada zafiro se reía y le golpeaba suavemente las costillas con su codo en señal de aprobación.
Escucho como su rubio amigo gritarles al par de leones de una forma totalmente furiosa mientras que el hermano del león de mirada zafiro hacia lo mismo. El peli-negro azulado esquivo a su hermano y se dirigió hacia el menor que seguía su rumbo acelerado.
_¡Snivellus, cariño! No te enojes, ¡lo siento! Te besare si es necesario pero ¡no nos delates!_ grito el león con una sonrisa cínica.
El peli-negro se volteo para ver a su emisor y mostrarle su rostro al par de Slytherin y al par de merodeadores dejando ver su estropeado rostro, lo cual dejo al de cabello oscuro y ondulado con una cara de total remordimiento:
La cara del oji-negro era un desastre, estaba golpeada y la sangre la sangre brotaba de su sien a mares, y no era lo único líquido que salía de su rostro, sino que también gruesas lagrimas salían de sus ojos.
_¡Me tiene harto Black!_ grito el peli-negro sacando la fuerza que le quedaba de su adolorido cuerpo dejando paralizado a los cuatro individuos presentes, giro sobre sus talones y retomo su antiguo rumbo pero esta vez corriendo, alejándose del grupo.
_E… espera Severus ten cuidado!_ grito el rubio viendo lo inminente.
_Snivellus cuidado!_ grito el oji-azul saliendo de su trance.
_¡Ya déjenme en paz!_ grito Severus con los ojos cerrados hasta que se estampo contra algo metálico, devolviéndole la fuerza y haciéndole abrir los ojos del susto, al notar que se dirigía hacia el piso cerro nuevamente los ojos esperando el golpe.
Se sintió fuertemente sostenido por unos brazos cubiertos casi en su totalidad por metal, su espalda estaba también contra un pecho cubierto por cuero y metal y su pecho era sostenido por unas manos más grandes que las del pero no así menos gentiles.
Se sintió levitando por un segundo por esos fuertes brazos y se dio cuenta que nunca recibió el golpe del suelo, no se había caído, sintió que sus pies no estaban en el suelo, y su cuerpo tampoco estaba de pie.
Abrió los ojos despacio y miro hacia abajo, efectivamente, estaba siendo cargado. Giro su rostro para ver el de tan confiado hombre que se había atrevido a semejante acción y lo que vio lo dejo helado. Unos ojos del color del cielo, un azul imposible, más hermoso que del su propio amado.
Ese rostro estaba cubierto por un casco de metal, parecido al de un caballero pero no ere el de tal, sino que tenía una especie de estilo vikingo, también tenía un par de cuernos en los costados del casco que lo hacían parecer un demonio, y su sonrisa… completamente sincera y conquistadora dejo las mejillas del peli-negro de un color carmesí al recordar en que postura estaban y frente a quienes estaban, en especial, al frente de su amor platónico.
_Oye, muchacho, ¿te encuentras bien?_ dijo el chico de no más de dieciocho años a la persona de entre sus brazos con otra sonrisa penetradora y hermosa, dejando a nuestro Severus sin aire y sin saber que hacer más que desvanecerse por el dolor de su cuerpo entre los brazos de su nuevo héroe.