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Fue en un día lluvioso. por namaru-kun

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Notas del fanfic:

Es mi primer fanfic de esta pareja :3 esper que lo disfruten XD lo acabo de escribir asi que si hay algun error es mi culpa :B

Notas del capitulo:

 

SaruMi <3

Gracias por leer :)

Espero sus rewievs onegai, no les cuesta nada y no les toma mucho

Fue en un día lluvioso.

Era un fastidio tener que hacer trabajos en un día tan hermoso como ese pero, ya que habían sido órdenes directas del rey rojo, no tuvo más opción que ofrecerse encantado a realizar la operación.  Él haría cualquier cosa por quedar bien con su jefe, no por ser un chico con un serio problema de falta de atención, más bien era por cuestión de orgullo: aquel hombre lo había acogido a él y al mono cuando se encontraban perdidos. Les había otorgado un hogar, una familia. Pero Saruhiko nunca comprendió eso y terminó yéndose lejos de todo aquello sin siquiera un “gracias” por amabilidad. Ahora Misaki se sentía obligado a pagar por todo lo que había hecho por ellos en nombre de los dos, alejando a Homra de cualquier acto que pudiera afectar la estabilidad del grupo.

Salió del bar que atendía el joven rubio con gafas y por un instante quiso cambiar de opinión. Alzó la vista al cielo y sonrió al ver como las gotas empapaban su rostro y su cabello. Había pasado mucho tiempo desde que llovía en la ciudad, la última vez había sido aquella en la que Fushimi se desvaneció de su alcance. Deseaba ver la lluvia desde la enorme ventana que había en la habitación que compartía con el mono antes de ser acogidos por Mikoto, desde allí la vista siempre era sorprendente, era como si su ventana fuera un portal hacia otro mundo en el mismo mundo, todo lo transformaba haciéndolo ochenta por ciento más bello; aunque eran solo unas pequeñas gotas las que caían de vez en cuando, estaba seguro de que al llegar la tarde-noche, la lluvia se intensificaría más de lo que podía imaginarse, después de todo eran los últimos días de agosto, septiembre era un mes demasiado húmedo y la temperatura, conforme iban pasando los días disminuía gradualmente. No faltaba mucho para que llegara su estación favorita del año: el otoño. Pero, si quería ver la hermosa lluvia desde otra perspectiva tendría que apurarse en cumplir su encargo.

No tardó mucho en realizar la labor que él mismo se había impuesto. La lluvia se había intensificado, ahora las gotas eran más finas y caían con intervalos de tiempo menores pero, no era suficiente, él deseaba ver más. Llamó por teléfono a Mikoto para avisarle que los resultados habían salido bien y que esa noche no llegaría a casa, que se había olvidado hacer algo importante y era urgente su presencia en aquel lugar. Cuando el rey rojo le cuestionó a cerca de ese asunto, Misaki solo le respondió con un: “Es cosa de hombres” como si él hombre pelirrojo fuese incapaz de entender ese tipo de situaciones. “Oye, Misaki, entonces ¿qué soy yo?” incapaz de responder algo solo se disculpó con un: “te veo mañana” y colgó.

“Mañana tendré que disculparme con él” con pensamientos de ese tipo en su mente llego casi por inercia al lugar al que había planeado ir. Era una pequeña casa a las afueras de la ciudad, contaba con dos pisos, el de abajo era exclusivamente para recibir sus presencias cuando llegasen, se suponía que de ser una casa “normal” ese lugar lo ocuparían la sala, el comedor y la cocina pero, ya que ellos no eran tenían tanto dinero como para comprar esa clase de cosas las pasaban por alto, aunque tampoco era que las necesitaran, el tiempo que pasaban en casa era relativamente corto. El segundo piso solo tenía un enorme colchón en el que ambos chicos dormían y, era en ese segundo piso donde Misaki recordaba aquellos hermosos paisajes vistos a través del ventanal.

Entró con un montón de recuerdos acunados en su interior tratando a toda costa contener las lágrimas. Era solo en ese lugar donde sus sentimientos salían sin consentimiento suyo y se transformaban en líquido que brotaba de sus ojos. Lo extrañaba. Lo extrañaba demasiado pero no se lo podía decir, ya era muy tarde, él se había ido, lo había dejado y no era capaz de recamarle esas heridas del pasado. Era estúpido querer traer todo eso al presente. Muy estúpido.

Subió al segundo piso, todo estaba en penumbras. Fue capaz de llegar hacia el colchón gracias a su sentido de orientación y a unos cuantos rayos de luna que se colaban por el cristal. Se tiró encima de él y volteando hacia afuera dejo que la brisa de la lluvia, que ahora era más intensa, danzara en su rostro sonriente. Todo era como antes, la lluvia con gran intensidad, la enorme ventana abierta pero faltaba algo, algo era distinto y no se sentía bien. ¿Qué era aquello que faltaba? Estiró su brazo derecho como intentando alcanzar algo y dijo claramente:

-Saruhiko- suspiro, las palabras salieron de su boca como por arte de magia, antes de saber siquiera lo que había dicho ya habían sido expulsadas de sus labios. ¿Por qué lo llamó?

-¡Mi~sa~ki! ¿Qué es lo que quieres enano virgen?

-¿Qué haces aquí maldito mono? ¿Por qué dices mi nombre tan a la ligera?

El hombre de cabello oscuro se sentó a su lado observando hacia afuera, hacia el infinito. No respondió a las interrogantes del chico de cabello anaranjado, solo lo escuchaba sin prestarle atención. Era algo muy extraño el hecho de haberse encontrado allí, de haber pensado al mismo tiempo en llegar a esa casa, su casa, su hogar. Ambos pensaban igual. No había duda. Y esas palabras “Saruhiko”. Sonrió para sus adentros y luego de meditarlo un rato por fin habló.

-Extrañaba ver esto. No recordaba la última vez que llovió.

-Fue el día en el que desapareciste.

-¿Eh?

-N-no es nada. ¡Olvídalo!

Trato de apartar la mirada volviendo la vista hacia la lluvia pero fue en vano, las manos de Saruhiko atraparon su rostro obligándolo a verlo a los ojos. Se quedó sin habla. Esos ojos siempre provocaban un sinfín de emociones sin nombre en su interior, no le gustaba porque sentía hervir su sangre y ya entrado en el momento se aferró sin pensar al pecho del mono.

-¿Misaki?

-¡Cállate! Eres un imbécil, estúpido mono. Yo… tú.

El llanto de Misaki inundó la habitación. Un relámpago alumbro el lugar y se estremeció al escuchar el posterior ruido del trueno. Saruhiko lo aferro más a su cuerpo y al volver su mirada hacia él aprehendió sus labios con los suyos. Sus lenguas se juntaron humedeciéndose entre sí. Al separarse el rostro del chico del cabello naranja estaba encendido, jamás había experimentado algo así. La sensación de juntar su lengua con la de alguien más era tan extraña, era como sentir un pequeño animalito resbaladizo pasear por todo su interior. Bueno, solo de su boca.

-Misaki, te he extrañado.

-¡Cállate! No arruines el momento. Hace mucho tiempo que no sabía de ti, podrías haber muerto y yo no me enteraba. No es nada bueno preocuparse de esa forma por un mono estúpido.

-Bien, discúlpame. Prometo no volver a desaparecer sin decir nada. Te informare de todo lo que haga pero si quieres que haga eso debes renunciar a algo.

-¿Renunciar a algo? Oye mono, no pienso renunciar a Homra…

-¡Me vale mierda Homra!

-¿Entonces a qué debo renunciar, quieres decirme?

-Debes renunciar a tu libertad. No pretendo encerrarte en una jaula pero, quiero que tengas en cuenta que eres mío y que soy tuyo. De esa forma ambos estaremos más tranquilos. Prométeme que al menos una vez al mes volveremos aquí, a nuestro hogar y estaremos juntos toda la noche, observando el cielo aun si este está despejado. ¿Qué te parece?

Misaki asintió y de nuevo su boca fue devorada. Esta vez Saruhiko fue más lejos, minutos más tarde había desnudado al peli-naranja y ahora trabajaba arduamente en su miembro. Lo enrollo en sus labios mientras el skate gemía cada vez que subía o bajaba acompañando la felación con sus dedos. Misaki se corrió en la boca del chico de las gafas exhalando un pequeño grito de placer. El azabache se relamió los labios e introdujo el dedo índice y anular en la cavidad trasera de Misaki, al principio dolió un poco ya que los sonidos que se escapaban de la garganta de él eran más apegados al sufrimiento pero luego de unos momentos en los que su cuerpo se acostumbró a sentir esos extraños individuos en él, comenzó a sentir un placer exquisito que lo llevó al punto del éxtasis.

Saruhiko decidió que ya era hora y de golpe introdujo su miembro en Misaki quien dio un grito más fuerte y agudo que los anteriores.

-Saru… due… le.

-Aguanta… un poco más…

El vaivén de caderas era constante. Mientras más transcurría el tiempo la lluvia subía su intensidad. Ahora parecía una tempestad que no los dañaba en absoluto.

-Misaki, abramos un poco más la ventana.

-¿Eh?

Saruhiko interrumpió el proceso y con Misaki pegado a él se dirigió al ventanal, lo abrió de par en par y la lluvia mojo sus cuerpos. Ahora la dirección de las gotas se dirigía a donde ellos se encontraban. Parecía como si el agua quisiera ser parte de aquel acto. Con sus cuerpos mojados terminaron juntos encima del colchón húmedo. Si se quedaban dormidos en ese estado sufrirían las consecuencias de su desenfreno con un terrible resfriado. Saruhiko, con todo el dolor se su alma, salió del interior de Misaki, saco una enorme sábana blanca, la tiro en cima del cuerpo de su amante y cerró la ventana. Ahora las constantes y enormes gotas golpeaban el cristal instándoles a dejarles entrar pero el chico de las gafas no las dejaría. Misaki era de él, solo de él. No dejaría que nada ni nadie, ni siquiera la hermosa lluvia se entrometiera en el tiempo que pasaban juntos. Se recostó al encima de un Misaki que yacía boca abajo y cayó en un profundo sueño.

A mitad de la noche el ruido del cristal siendo golpeado despertó al chico de cabello naranja de su sueño. Sintió el peso del cuerpo de Saruhiko sobre él y se asustó un poco, luego recordó todas aquellas cosas vergonzosas que habían hecho y se tranquilizó. Centró su vista hacia afuera, llovía ahora mucho más fuerte de lo que recordaba, era hermoso. Más hermoso de los que había sido unas horas antes y allí fue que lo comprendió.

Todas las cosas le parecían mágicas porque el mono estaba  su lado. Desde que se había marchado todo se tornó monótono, rutinario, demasiado aburrido. No había llovido desde aquel día y, justo el día en que volvió a verlo, el cielo soltó esa tempestad sobre sus cabezas. Era como si la lluvia hubiera previsto su reencuentro haciéndolo más romántico.

Volvió a recuperar a su amigo, ahora su amante. Había recuperado sus fuerzas y sus ganas de seguir. Ahora tenía un motivo por el cual seguir adelante, por el cual debía soportar todo incluyendo la despiadada lejanía hasta el día en el que al fin pudieran estar juntos por siempre sin el temor de separarse.

Sí, todo eso paso en un día de lluvia.

 

Notas finales:

Arigatou por leer :D

Les agradeceria enromemente sus rewievs, alimentan mi alma TTwTT


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