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En la oscuridad del Bosque por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Aquí un nuevo capítulo, es uno de los últimos ya estoy por terminar esta historia D_D Siento haber tardado tanto en actualizar, estaba de vacaciones y no tenia internet D:

Es un poco corto, pero espero que les guste n_n dejen un lindo rw

Gracias por leer <3

Había pasado casi un mes desde el incidente con Ethan, todo había estado tan tranquilo que apenas podría creerlo, en estos días no habían vuelto a haber raptos por hombres lobos, ni gente asesinada por vampiros hambrientos. Desmond se hallaba calmado, tanto que llegué a preguntarme si acaso había dejado de beber sangre otra vez, todo era sereno. Solo había algo que aún me perturbaba.

- ¿Ojos amarillos? ¿De qué estás hablando?- De un momento a otro habían vuelto al dulce verde que los caracterizaba ¿Acaso había sido mi imaginación, nuevamente?

- ¡Soul! ¡Puedo jurarlo! ¡Estaban amarillos!-

- ¡Sasha!- Soul alzaba la voz para captar mi atención –Debes calmarte, estás muy alterado- Y tomó mis manos entre las suyas y las acarició suavemente con sus dedos –Dios… ¡Estás temblando!- Y sin aviso me estrechó fuerte entre sus brazos, su respiración aún estaba agitada por la pelea anterior y me pareció sentir como de su frente se deslizaron un par de gotas.

Suspiré al recordar eso, quizás si fue mi imaginación, quizás el éxtasis causado por el enfrentamiento con Ethan me hizo ver las cosas de otra forma. Debía calmarme.

-¿Sasha?-

- ¿¡E…Eh!?- La voz de Desmond me invadía y me sacaba de mis pensamientos, solo esperaba que no haya visto mi recuerdo.

- ¿Oíste algo de lo que te dije?- Su voz sonaba levemente preocupada y su cara reafirmaba mi pensamiento, algo andaba mal. Ladeé la cabeza, lo que significaba un ‘‘No’’.

- Hoy habrá luna roja- Dijo en voz baja, casi susurrando.

- ¿Y?- Pregunté despreocupado y algo confundido. Antes había visto la luz roja de la luna carmesí asomando en el cielo ¿Por qué esta vez había de ser distinto?

- ¿No lo sabes, verdad?-

- ¿De qué hablas?-  Desmond acercó su rostro ofuscado al mío, clavando su mirada en mis pupilas.

- Hoy es veinte de Junio…-

- ¿Y?... ¡Auch!- Desmond me había dado un pequeño golpe en la cabeza. ¡Cómo lo había olvidado! La noche del veinte de Junio era cuando la luna estaba más cerca de la tierra y cada cinco años coincidía en que la esfera pálida se manchaba de rojo. Hasta entonces no lo sabía, pero el silencioso mes tranquilo en el que habíamos estado viviendo no era más que una farsa, una máscara que intentaba cubrir lo que vendría después, lo que ocurriría esta noche.

Entre las bocas de los ancianos de la aldea corrían rumores, rumores en los que ahora creo a ciegas. Se dice que cada veinte de Junio la actividad de hombres lobo, vampiros, brujas y cualquier ser sobrenatural se duplica, pero que cada cinco años son los lobos los que dominan la noche, se cree que es por la luz carmesí, los rayos coloridos entran en sus cuerpos regalándoles una energía especial, distinta a la de cualquier otra noche.

Di una rápida mirada por la ventana. El sol se estaba desvaneciendo en pequeños resplandores amarillos y rosas, a punto de quedar completamente perdido en el ocaso, esto le daría espacio para que la tenebrosa noche hiciera lo que prometía ser una sangrienta aparición. Di un fuerte puñetazo en la pared de madera ¡¿En qué había estado pensando todo este tiempo!? ¡¿Cómo demonios había olvidado la noche del veinte de Junio?!

- Debemos…- Comencé mientras empezaba a vestirme desesperadamente, -¡Debemos prepararnos!- Una de mis botas cayó al suelo y la intenté recoger nerviosamente, no podía evitarlo, estaba aterrado.

- Sasha…- Desmond detenía mi mano contra la bota y posaba la suya sobre la mía, acariciándola suavemente y enterrando sus ojos en los míos. Miré mi muñeca, estaba temblando.

- Sasha…- Repitió en un tono más suave. Por un momento pude ver mis ojos en el reflejo de los suyos ¿Lucía así de asustado?

- Debes…Calmarte- Dijo finalmente apartando su mano y tomando mi rostro –No pasará nada malo- Sonrió.

Si, estaba asustado, pero no era solamente el miedo lo que hacía que mis manos temblarán, lo era también las infinitas ansias que tenía de verle. Estaba seguro, completamente  convencido de que vería a aquel lobo que apareció cuando toda esta pesadilla comenzó, al que me defendió cuando una manada vino a atacarnos. No sabía por qué pero lo sentía dentro de mí ¿Iba a matarlo, verdad?

- ¿A dónde vas, Soul?- La voz de Desmond me despertaba de mi ensueño y me obligaba a mirar hacia la puerta.

-Voy a adelantarme…- Dijo con voz seca y cerró la puerta tras de él. Desmond y yo nos quedamos mirando atónitos ¿Qué diablos había sido eso? ¿Por qué estaba tan molesto?

Un suspiro leve y casi imperceptible escapó de la boca de Desmond, sus ojos mieles quedaron fijos en la puerta, como si de pronto se hubiese sentido decepcionado de algo. Quedé observándole por unos segundos, intentando que el peso de mi mirada lograra captar su atención, pero no hubo respuesta.

- ¿D…Desmond?-

- ¡Desmond!- El blondo dio un respingo y giró su cabeza hacia mí, mirándome avergonzado.

- ¿En qué piensas?- El no respondió a mi pregunta y entonces hice algo que nunca pensé en hacer, intenté leer sus pensamientos, me concentré en invadirlo y por un momento lo logré. Una imagen borrosa y confusa pero altamente familiar llegaba a mí de pronto. Di un sobresalto cuando vi los ojos amenazantes de Desmond fijos en los míos, tomando el característico marrón que aparecía cada vez que se enfadaba.

- Lo…lo siento- Dije arrepentido mientras bajaba la mirada al suelo, haber entrado forzosamente en su cabeza de pronto había sido un error, pero no lograba entender lo que había visto en la mente del cazador ¿Por qué la imagen de Soul calaba tan hondamente en sus pensamientos?

En un par de minutos nos hallábamos ambos caminando en el oscuro bosque. Hoy la aldea estaba más silenciosa que nunca, a medida que caminábamos entre sus sombríos caminos apenas iluminados por el carmín resplandor de la luna ensangrentada, veíamos como las ventanas de madera se cerraban temerosas, todo el mundo sabía lo que estaba a punto de pasar y nosotros éramos los únicos capaces de salir de la comodidad de nuestras casas.

Era justificable el miedo de la gente, algo grande iba a venir, podía verlo en el hombre que tenía a mi lado. Jamás había visto a Desmond tan armado y concentrado, con cada paso firme que daba se podía oír el chocar metálico de las armas y el crujir de su espalda topándose con esa especie de hacha que llevaba amarrada a su cuerpo. Apreté los puños algo nervioso, esta sería la noche, la gran casería.

Apenas habíamos empezado a caminar entre los frondosos árboles verdes cuando una brisa de pronto azotó el lugar, una ráfaga helada que llegaba a lo más profundo de los huesos seguido de un silencio aterrador capaz de llevar a la locura al hombre más cuerdo. Una afonía que duro apenas unos segundos, para dar paso al sonido que lograba horrorizar a toda una población. Profundo y desgarrador, fiero y agónico, no uno ni dos, si no veinte o tal vez treinta, como un gran coro, perfectamente sincronizados.

Esa noche fue llamada la noche de los mil aullidos. Pudo escucharse desde cualquier rincón de Gascogne. Sonaban hambrientos, ansiosos, fríos y salvajes. Esa noche sentí como toda la comunidad tembló, se sacudió de miedo al darse cuenta que eran dueños de la peor de las suertes, estaban atrapados, todo este tiempo lo habíamos estado.

Ellos podían venir por nosotros cuando quisieran, y comerían de nosotros y tomarían nuestra sangre hasta no dejar rastro…Ellos podrían devorarnos a todos en un abrir y cerrar de ojos.

- Sasha…- Sentí la cálida mano de Desmond sujetar la mía, no me había dado cuenta cuando había comenzado a temblar. Sus dedos suaves y firmes me invadían con su calor de pronto y me transmitían seguridad, su sonrisa dejaba relucir sus perfectos colmillos blancos, sus ojos me regalaban el cuidado de un padre. Jamás lo había notado, pero Desmond había cuidado todo este tiempo de mí como un hermano mayor.

- Gracias…- Musité apenas mientras correspondía su sonrisa, sus mejillas parecieron sonrojarse levemente y tan solo por unos momentos pude ver el bello color de sus ojos mieles, color que luego se tiñó de marrón, casi rojos al ver la silueta del primer lobo aparecer entre las sombras.



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