Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

INMORTALES por Trueno del alba

[Reviews - 12]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Primero de todo, agradecer a KING-OF-THE-DARK, autor original de ésta historia el que me permita reeditarla y finalizarla.

Los seis primeros capitulos serán los originales de esta historia, corregidos y con muy pequeños cambios realizados por mi parte.

Aclarar que los personajes de Saint Seiya no son mios, sino de su creador y que no obtengo beneficio economico de esto.

Aclarar que la historia esta basada en los POV´S de cada uno de los personajes y que por lo tanto ésta narrada en primera persona.

 

Notas del capitulo:

Espero que les guste y que si es así me dejen algún comentario.

Vuelvo a recordar que los primeros 6 capitulos son una reedición de los originales que escribió KING-O-THE-DARK (he hecho pequeñisimos cambios en ellos)

------POV KANON------

La plateada luz de la luna llena entraba por la ventana, iluminando con sus tenues rayos el cuarto que permanecía a oscuras.

No tardarías en llegar y yo era consciente de aquello; de que atravesarías nuevamente aquella ventana y todo rastro de lógica desaparecería de mi cabeza.

Por eso las sabanas estaban apartadas de la cama, sabía que antes de poder clavar mi mirada en tu persona yo ya estaría desnudo bajo tu cuerpo.

Y por eso una caja de cerillas y una nueva vela aún apagada, descansaban tranquilas en la mesita de madera caoba que conjuntaba con el cabezal de mi cama, se cuanto adoras el verme solamente iluminado por la cálida luz de la llama, se que te estremeces cada vez que mis ojos se adueñan de ese cuerpo tuyo que me hace caer rendido ante ti y por ti.

Te deseo, de eso eres tan consciente como de que te amo.

Y sin embargo, eres tú quien cada noche me susurras desesperado que me perteneces, que soy tu dueño, diciéndome esas palabras cargadas de pasión, con voz entrecortada mientras te apoderas nuevamente de mi cuerpo y lo recorres con las frías yemas de tus manos.

Soy consciente de que la ropa durará escasos segundos tapando mi piel, y sin embargo, se cuanto adoras cruzar el umbral de mi ventana y verme vestido de negro, por eso es de ese color mi camisa de seda, y por el mismo motivo son oscuros los finos pantalones que posiblemente tú desgarraras con tus afiladas uñas.

Nuevamente me rogarás desesperado para no tener que irte, para que te acompañe y deje atrás todo cuanto conozco, y sabes que cada día me cuesta más no concederte esa petición, que los hilos que me atan a este lugar son cada día más frágiles, y que yo mismo sufro cuando vuelves a cruzar mi ventana antes de que llegué el amanecer.

Que nunca has concebido el que no te tenga miedo, el que no te guarde ni odio ni rencor alguno, que la primera vez que apareciste por la ventana, yo me arrojase desesperado en busca de tus labios, de esa piel que me colmó de caricias y deseo hasta que mi cuerpo estalló en el orgasmo, y que lo único que saliese de mi boca, fuese tu nombre entre sollozos y jadeos desesperados y teñidos de lujuria.

¿Cómo podías saber tú en aquel instante que me habías calado tan profundo?, no tienes el poder de leer la mente, y sin embargo aquella primera noche desnudé completamente mi alma para ti, mostrándotela sin mentiras, haciéndote conocedor a través de mis actos de cuanto era el amor que sentía por ti, de la desesperación sufrida en el tiempo que pasó hasta que cogiste el valor necesario para meterte en la boca del lobo y venir a buscarme.

-Amor mío-te escuchó llegar, pronunciando esas dos palabras con el sonido agudo y profundo de esa voz que me cala en el alma.

Y como predije, te siento. Tus dedos hábiles apartando mi larga melena del objeto de tu deseo, y aún con mis largas hebras entre tus manos, tu aliento caliente en cada poro de mi piel, en mi nuca, instantes antes de que tus labios se apoderen de esa zona de mi cuerpo y tu mano derecha se cuele por el bajo de mi camisa y comience a explorar mi abdomen con lentas caricias.

Esta noche quieres hacerlo lento, pausado, si no fuese así, esa misma camisa que permanece intacta sobre mi cuerpo ya estaría hecha girones.

Y no pienso detenerte, no cuando tu lengua explora mi cuello, dejando rastros de saliva mientras mi mano se alza y hace contacto con tus cortos cabellos, con los que juego, con los que me entretengo, mientras tus manos se entretienen en desabotonar despacio cada botón de la camisa, no cuando has dejado caer mi pelo sobre mi hombro y presionas tu pecho contra mi espalda.

Y te separas, apenas unos instantes, privándome del calor de tu piel para llevar esas dos manos hasta mis hombros y comenzar a despojarme de la camisa, al mismo tiempo que al caer al suelo, yo me giro lentamente y quedo frente a tu silueta, iluminada solamente por los tibios rayos de la luna llena.

-Ven conmigo-vuelves a suplicarme.

Soy consciente de que la espera te está matando, pero deseo obtener el motivo, deseo escuchar de tu boca lo que nunca he oído.

Suena egoísta cuando tus ojos brillan con la desesperación propia de quien espera una respuesta negativa, pero estoy cansado del “te pertenezco” y del “eres mi dueño” cuando jamás he escuchado un “te amo” pronunciado con esa voz suplicante.

-Hazme tuyo-te digo derrochando en mis verdes ojos todo el poder de la pasión que me embarga en estos instantes.

Desesperación.

Si, es lo que siento cuando me coges con fuerza y me arrastras a tu cuerpo, cuando clavas tus labios con los míos hasta el punto del dolor y de la sangre, dejando salir un jadeo ahogado de tu garganta.

Y te olvidas de que quieres hacerme el amor toda la noche para convertir tu desesperación en un acto del que ambos saldremos lastimados, porque mientras tu coges con fuerza mis caderas yo clavo con ganas mis uñas en tu espalda, aún tapada por la camisa color granate que llevas puesta.

Porque sin misericordia alguna me lanzas a la cama y no te molestas ni en encender la vela, directamente te pones encima de mí y te apoderas de mi cuello mientras yo enredó mis piernas en tu cintura y comienzo a desgarrar la primera de tus prendas de ropa.

-Por favor, Kanon, por favor-me suplicas en los segundos en que bajas del cuello a mi pecho, y lo haces prisionero de tus labios y tu lengua.

Y te mueves, restregando tus caderas con las mías, buscando que nuestras erecciones se encuentren por encima de la ropa, y se rocen, y provoquen nuestros jadeos mientras yo siento en mi pecho el salado liquido que sale de tus ojos.

Ya no aguantas más, soy consciente, estás cansado de esperar mi respuesta positiva, que reniegue de mi diosa y de mi hermano y me entregue a ti completamente.

Que olvide el reino marino, que olvide que fui general, que de mi memoria también se borre el Santuario, el tercer templo, y todo aquello que una vez nos enfrentase y me entregue a ti por completo.

-Te lo suplico-me dices mientras con la fuerza propia que destila tu rango te deshaces de mis pantalones, en un movimiento brusco, que hace que mi cadera golpee contra el colchón cuando me veo despojado de mis últimas prendas de ropa.

Y es entonces, ante mi silencio, cuando te alzas orgulloso y llevas tus manos hasta tus propios pantalones, y te observo poseído por la furia mientras comienzas a deshacerte de ellos sin dejar de mirar la desnudez de mi cuerpo.

Y las pieles se juntan, al igual que nuestros labios, y es cuando nuestras lenguas se enzarzan en una lucha tan épica como la que mantuvimos hace tiempo, te dejaré ganar esa batalla, te dejaré ser el vencedor de mi boca con tal de conseguir que captes la indirecta de que solo necesitas un “te amo” para que me rinda y sea completamente tuyo.

Y el dolor que siento cuando no aguantas más tu rabia y me penetras con violencia, no supera ni lo más mínimo el que invade mi mente, ¿tanto te cuesta decirme esas dos palabras?

-Ven conmigo-me ruegas entrecortado mientras comienzas con tus duras embestidas, violentas, profundas, que me parten el cuerpo a la misma velocidad que el alma.

-Dímelo-te hablo por primera vez con voz dura, mientras intento apretar mi cuerpo todavía más con el tuyo.

-Te pertenezco-me dices sollozando, casi con rabia como si yo estuviese sordo y no hubiese escuchado ya esas palabras.

-Dímelo-te ordenó nuevamente mientras con mis piernas rodeo tu cintura y consigo que entres más adentro en mi cuerpo sudoroso.

-Soy tuyo-vuelves a decirme metiéndote tan dentro de mí que me duele.

-¡DIMELO¡-te gritó desesperado mientras busco más de tu piel, más de ti y de tu cuerpo, más de tus ojos, de tus manos, de tus labios, más de ese miembro que está en mi interior, matándome de placer extremo.

-¡Te amo!-me dices finalmente, incrustando esas palabras en mi cabeza como si de una tabla de salvación se tratase.

Y entonces, olvido.

Olvido todo excepto que estoy entre tus brazos y no quiero separarme de ellos, reniego de mi hermano, de mi diosa, de mi patria y de todo……por un momento a solas contigo. Uno que dure eternamente, uno en el que seamos el uno del otro, solo nuestros, yo siendo tu dueño. Y tú, siendo mi amo.

Y entonces, te paro, consigo llevar mis manos a tus mejillas y que tu cuerpo quede estático dentro del mío, consigo que claves tus ojos en los míos y profundizo en tu mirada, en tu alma oscura que pide a gritos esa respuesta tan añorada.

-Hazlo, hazme tu esposo Radamanthis-te digo con voz segura mientras acaricio con mi mano tu mejilla.

Y abres los ojos hasta límites insospechables cuando recibes esa respuesta, porque aunque estas completamente en shock, sabes que soy sincero y que por fin te he dado la respuesta que tanto querías, que anhelabas y deseabas desde que volvimos a la vida.

Y alzo un poco mi cabeza para posar mis labios en los tuyos, esos finos labios que volvieron a la vida pero jamás recuperaron su calor, y me vuelvo a entregar a ti, que ahora con calma absoluta me correspondes mientras vuelves a moverte dentro de mí, haciéndote el dueño legitimo de mi cuerpo y de mi alma.

-Te amo-te digo preso de las caricias de tus manos en mi miembro erguido, caricias tan frías como el resto de tu cuerpo.

Un cuerpo que no volvió completo del mundo de los muertos, un cuerpo que se dejó algo en el averno, el corazón. Ese corazón que ya no late, que ya no hace que tu sangre recorra tu cuerpo y que provoca que tengas que alimentarte de la sangre de otros, esa ausencia que te robó el color de la piel y te hizo preso de una noche eterna.

Una noche que compartiré gustoso contigo, a tu lado, ambos hijos de un dios oscuro más poderoso que mi diosa de la justicia o tu dios de los muertos.

Y disfruto entonces de los espasmos de mi corazón al alcanzar el orgasmo, disfrutando de lo que se que son los últimos latidos que emitirá tan poderoso órgano interno.

Con mis manos temblando separó mi larga melena del cuello, ofreciéndote sin miedo alguno mi arteria mientras tú sigues poseyendo mi interior.

Y te aferras a mi piel mientras yo rodeo tu espalda con mis brazos, mientras acoplas tus embestidas al ritmo lento con que mis manos te acarician.

-Te amo Kanon-me dices.

Y es en ese momento, entre suaves embestidas, el frio de tu cuerpo y el calor del mío, que siento como tus colmillos atraviesan la piel que cubre mis arterias.

Sintiendo como te nutres de mi sangre al mismo tiempo que acoplas nuevamente el ritmo y lo conviertes en frenético y profundo. Provocando con ello que mi miembro roce con tu vientre y vuelva a erguirse únicamente para ti.

Gimo, jadeo, pronuncio tu nombre mientras mi sangre corre rauda por tu garganta y tú me acaricias para que olvide que me estas matando mientras me haces el amor, o me haces el amor mientras me matas.

Y entonces colapso nuevamente, mientras tú te alzas victorioso, con tus labios manchados de mi sangre y das las últimas embestidas antes de llegar al orgasmo y llenarme por completo de esa semilla que es lo único cálido que permanece en tu cuerpo.

Y sin apartar tu mirada de mí, veo como clavas tus colmillos en tu muñeca, y acomodas mi cuerpo contra el tuyo, acunándome como si fuese un bebé falto de cariño, mientras por primera vez, entra en contacto con mi lengua el espeso liquido que brota desde tus venas.

-Bebe amor mío, sé mi esposo-me dices ofreciéndome tu cuerpo como colchón, acomodando el mío mientras tus ojos se concentran en los míos, mirándome ya sin suplicas, sin ruegos, pues ahora sabes que yo soy tuyo.

Y el líquido espeso y de sabor metálico va bajando por mi garganta, empujado hacia cada partícula de mí ser por los últimos bombeos de mi corazón.

Me pregunto si alguna vez me permitirás traer a la noche eterna a la única persona que echaré de menos, me preguntó si alguna vez seré capaz de atravesar la ventana del cuarto de al lado y convencer a mi hermano de que se convierta en tu eterno cuñado.

Y sabes que soy capaz de seducir de alguna manera a su adorado Aioros con tal de que nadie vuelva a arrebatarme a Saga de mi lado, por mí, como si para conseguirles a ambos tengo que arrastrar al hermano de Sagitario en el proceso.

-Tranquilo amor mío, no estaremos solos-dices leyendo en mis ojos mientras apartas la muñeca de mi boca y me niegas el líquido espeso que me está transformando.

Vampiro.

Esa palabra resuena en mi mente mientras un extraño sopor invade mi cuerpo, y tú, con tus fríos dedos apartas el pelo de mi rostro sudoroso mientras los espasmos de dolor me indican que mi cuerpo está cambiando.

Y entonces, miro tus ojos dorados, por última vez con mis ojos humanos, y estos se cierran por mandato tuyo para que no sienta los dolores propios de la transformación.

-Radamanthis-consigo pronunciar antes de caer en la inconsciencia.

-----POV RADAMANTHIS-----

La puerta del cuarto se abre, y miro curioso a quien se acerca a nuestro lecho, no temo, sé que no va a hacernos daño.

-¿Le has dormido?-me pregunta nuestro visitante mientras con dulzura tapa tu cuerpo desnudo con una sabana.

-No permitiré que sufra-le contesto mirándole con empatía.

-Creí que nunca cedería-contesta suspirando mientras se sienta a nuestro lado y acaricia tus cabellos con dulzura.

-Él te quiere más de lo que imaginas Saga-le contestó al gemelo del hombre al que amo.

Tan iguales y tan distintos al tiempo ambos dorados.

Y ahora, tan inmortales como yo mismo y el hombre que entre mis brazos, se transforma al amparo del sueño.

-¿Y Aioros?-le pregunto.

Veo que se levanta despacio, y se encamina hacia la puerta en silencio, hasta detenerse en el marco de la puerta y mirarme de reojo.

Leo en la sonrisa de sus labios, que mi cuñado el de Sagitario, pronto será de los nuestros.

Y al cerrase la puerta y dejarnos a solas, acomodo tu cuerpo al mío y espero. Durante horas.

Contigo en mis brazos, como siempre debió haber sido.

Y ya no me importa que los dioses nos devolvieran la vida de ésta manera a los tres jueces del averno, inmortales y condenados a una noche eterna.

Se de sobras que Aiacos lleva un tiempo visitando a Ikki del Phoenix, seduciéndolo como a mí no me hizo falta contigo, atrayéndolo poco a poco a sus brazos. Pero esa, es otra historia.

Y yo sigo esperando.

La habitación está en penumbras, y con los poderes que tengo, cierro la ventana que pronto habría dejado pasar a los mortíferos rayos del sol. No despertarás hasta mañana, el precio a pagar por la transformación es la de no poder disfrutarte durante un día entero.

No me importa.

En cuanto la luna vuelva a alzarse victoriosa en el firmamento, y tú abras esos preciosos ojos esmeraldas, yo me hare dueño de tu cuerpo nuevamente.

Y solo cuando estés saciado de placer y sangre, sólo cuando estés tan manso como un gatito, me prepararé para decirte que hace más de dos años que entré una noche en la habitación de al lado, y le confesé a tu gemelo cuanto te amaba y en lo que me había convertido.

Qué estás dos últimas semanas en las que te preocupaba que tu adorado gemelo estuviese enfermo, son las que él ha tenido que ocultar que ya es un vampiro, que yo mismo le transformé a este que es nuestro nuevo mundo, con la promesa de enseñarle lo suficiente, para que él por sus propios métodos, pudiese hacerle el mismo regalo a su amado Aioros.

No sabes lo que nos ha costado que tú no te des cuenta de que tu gemelo sólo salía de noche, aunque a mí, particularmente, no me costaba nada hacerte el amor hasta dejarte tan agotado, que caías rendido al alba, y no despertabas de tu sueño hasta bien entrada la tarde.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).