Hey, i'm with you
Capítulo 1
Entré a mi pequeño departamento que se encontraba a oscuras. Prendí la luz mientras me quitaba los zapatos, ayudándome de mis pies, para después adentrarme en la casa y dirigirme a mi habitación. Suspiré pesadamente, buscando algo cómodo para ponerme. Extrañaba llegar a mi hogar y ver a mi mamá en la cocina preparando una de sus deliciosas cenas, mi papá trabajando en la computadora, mi hermano menor jugando algún videojuego y Yue, mi perro, acostado en la alfombra masticando su ya muy maltratado hueso de juguete. Me quité la remera y el pantalón, completamente sudados del duro entrenamiento de esa tarde y caminé al baño con la ropa limpia en mano. Abrí la canilla de la ducha, poniendo el agua en una temperatura tibia, y me saqué el boxer para adentrarme en la bañera y darme un refrescante baño. Ese día el profesor de baile había estado extremadamente estricto, y me había obligado a quedarme dos horas extras para seguir practicando.
Era mi sueño ser un idol, pero me estaba resultando especialmente difícil lograr alcanzar el nivel de mis compañeros. Sin contar que era chino, y no sabía tanto coreano todavía. La empresa SM Entertainment podía verse muy linda por fuera, pero una vez que lo veías desde adentro podía ser un verdadero infierno. Al menos para alguien como yo, que solamente era bueno en las artes marciales. Mi baile era bastante malo pero al menos podía rapear bien, aunque no tanto como Kris.
Kris... desde el primer encuentro me había llamado poderosamente la atención. Era alto, atractivo, su cuerpo era esbelto y su espalda ancha; y su actitud seria lo hacía más interesante a mis ojos. En su momento no había querido admitir que me gustaba él, creía que simplemente me agradaba pasar tiempo a su lado porque tapaba un poco la soledad que sentía al estar en un país desconocido y sin amigos. Solía comportarse frío y distante, pero siempre me ayudaba cuando lo necesitaba, y pasaba mucho tiempo conmigo. Ahora que había aceptado que me gustaba, y mucho, me sentía más tranquilo con mis sentimientos (Al principio me había vuelto loco intentando descifrar qué era lo que me pasaba con Kris, y entender el porqué sentía mi sangre hervir cuando lo veía correr detrás de ChanYeol).
Terminé de bañarme y vestirme, y fui a la sala, donde me quedé parado mirando la vacía habitación. Pensando si prefería comer algo y mirar la televisión, o dormir. Pero el abrumador silencio hacía que los oídos me pitaran: En mi casa en China nunca había silencio, ya que siempre había alguien haciendo cosas, y sino, estaba Yue para hacerme compañía.
- Estoy solo...-susurré. Y al darme cuenta por enésima vez de esa realidad, las primeras lágrimas de soledad empezaron a caer. Desde que había llegado a Corea, hacían ya tantos meses, no había llorado ni una sola vez. Pero en ese momento mi cuerpo y mente me traicionaban y no podía evitar que el agua descendiera por mi rostro. Una vibración seguida de una música me distrajeron de mis cavilaciones y busqué mi celular en la mesa baja frente al sillón. Abrí el mensaje de texto y lo leí.
"Tao... ¿Estás en tu casa?"
Con los ojos húmedos, sonreí inconscientemente al leer el mensaje de Kris.
"Sí, ¿Por qué?"
Envié rápidamente la respuesta y, mientras me frotaba los ojos para terminar de calmar mi repentino y leve estallido de emociones, sonó el timbre. Fruncí el ceño, confundido: Nunca había tenido visitas y, según lo que yo sabía, ninguno de mis conocidos tenían mi dirección. Iba a preguntar por el teléfono del timbre quién era, pero unos golpes en la puerta me detuvieron. Caminé rápidamente y, con la cadena puesta, abrí levemente para ver el pasillo del edificio, y quién estaba ahí.
- ¡Kris!- exclamé con sorpresa al verlo -¿Qué hacés acá?- cerré la puerta para quitar la cadena y abrí de nuevo para que entrara -Pasá.
- Hola- sonrió -Traje algo para cocinar- agregó, levantando una bolsa de mercado negra que parecía estar muy pesada -Pregunté tu dirección en la empresa- explicó, entrando -Y una vecina tuya me dejó pasar al edifico.
- ¿Para cocinar conmigo?- mis ojos se abrieron grande por el asombro.
- Claro que sí, ¿Con quién más sino?- volvió a sonreír, provocando que mis piernas se tornaran débiles un momento.
- No, es que...- me sonrojé al sentirme un poco tonto por la pregunta. Pero él soltó una carcajada y me despeinó con ternura.
- Espero que te guste lo que traje para comer- comentó, caminando hasta la cocina. Me gustaba mucho verlo moverse por mi departamento como si fuera una costumbre para él estar ahí.
- ¿Te ayudo?- ofrecí.
- Vi que estuviste mucho tiempo extra hoy, así que sólo decime dónde está todo y haceme compañía, yo cocino hoy- desparramó el contenido de la bolsa en la mesada -Y la próxima vez cocinás vos- me guiñó un ojo, ante mi cara de bobo al saber que iba a haber una próxima vez.
Después de cenar, nos sentamos en el sillón de la sala. No esperaba que Kris fuera tan bueno cocinando, pero así era. Su comida era deliciosa.
- Siento que voy a reventar- declaré -Estoy muy lleno- apoyé una mano en mi estómago y lo miré -Gracias... Estaba realmente muy rico- sonreí cuando él lo hizo.
- Un placer cocinarte- estiró su brazo sobre el respaldo del sillón, dejándolo a centímetros de mi nuca; rozándola accidentalmente cuando se movía. Me tensé levemente y miré hacia su lado. Kris miraba al frente y yo, desde apenas más abajo, observaba su perfecto perfil y facciones. Desvié la mirada cuando giró su cabeza y notó que mis ojos estaban fijos en él.
- Tao... ¿Vas a ir al cumpleaños de ChanYeol el sábado que viene?- cuestionó, pasando su mano por la línea de su mandíbula.
- Eso creo...
- ¿Querés que vayamos juntos?- los latidos de mi corazón aceleraron el ritmo ante su invitación, probablemente inocente, que para mí significaba pasar un poco más de tiempo a solas con él.
- Sí, me gustaría- acepté, acercándome unos milímetros más a él disimuladamente. Casi parecía que me abrazaba.
- ¿Tao...?- volvió a preguntar, esta vez en un susurro.
- ¿Sí?- me acomodé para mirarlo mejor.
- ¿Te puedo preguntar algo?- asentí -Últimamente te veo algo caído. Casi triste y... Quería saber si todo estaba bien- su mirada reflejaba genuina preocupación y calidez. Y un temblor, asombrosamente agradable, me recorrió el cuerpo entero. Él me notaba, y se preocupaba por mí.
- Sí... Bah, no... no sé- admití -Es que... Extraño a mi familia y...- mi respiración empezó a acelerarse cuando la angustia chocó contra mi pecho -No quiero estar solo- me froté los ojos frenéticamente, intentando evitar que la humedad de mis ojos se convirtiera en lágrimas. Kris me acarició el pelo y me tomó las manos, separándolas de mi rostro y mirándome fijamente -Estoy cansado de sentirme solo y feo- confesé, avergonzado, y desvié la mirada con un puchero, comenzando a sollozar bajito. Kris rió y lo miré, confundido.
- ¿Feo? ¿Acaso estás loco?- fruncí el ceño.
- No, mirame, soy raro. Las ojeras, mi nariz... y no sólo físicamente. Lloro por cualquier cosa, apenas modulo al hablar, soy tímido y mi comportamiento no va con mi apariencia- él me agrarró la cara con ambas manos, obligándome a mirarlo.
- Sólo sos diferente, y eso no está mal...- bufé, giré mi rostro hacia la pared y enseguida volví a mirarlo, notando lo cerca que estaba. Me sonrojé furiosamente.
- No quiero ser diferente- declaré.
- Ser diferente te hace ver más hermoso entre la gente- abrí los ojos grande, intentando descifrar su mirada. Pero él se había acercado mucho. Demasiado. Y ya no podía pensar claramente. Sus labios rozaron con los míos, produciéndome un escalofrío. Fue algo tan breve que podría haber sido su respiración, pero la agradable cosquilla en mis labios me dejaban muy en claro que el contacto había existido.
- Tao, ¿Cuál es tu mayor deseo? Además de ser un idol...- me tomé unos segundos en responder, dudando de si decir la verdad; con miedo a quedar tonto o cursi.
- Amar- murmuré, él sonrió.
- ¿Y tu mayor miedo?- estaba seguro que esa pregunta iba a consciencia, sabiendo la respuesta. Y esta vez no dudé en responderle con sinceridad. Creía que toda esa conversación me iba a llevar a un lugar mejor del que estaba.
- Amar- repetí, observando sus hermosos ojos, que estaban muy cerca de los míos, al igual que su nariz de la mía.
- Y si dejás de tener miedo... ¿Qué pasaría?- preguntó. Me lamí los labios, mirando los suyos que se curvaban en una sonrisa.
- ¿Supongo que nada?- respondí dubitativamente.
- ¿Entonces...?- le sonreí abiertamente antes de unir sus labios con los míos, esta vez en un beso de verdad.