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INCUBUS por Kitsune Nishizono

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Notas del capitulo:

Pairing: HANCHUL (ya me conocen…)


Rating: N-17


ADVERTENCIA: Esta historia contiene altas dosis de sexo en las más diversas formas. MUY PORNO. A lo largo de la redacción podrán encontrar situaciones un tanto extremas. Si esperan que el fic esté cargado de dulzura y/o romance, mejor abstenerse. Sí, si hay ambos elementos, pero no en grandes cantidades. También, si hay alguien un tanto sensible a cosas como S&M, rimming, fisting, fetish, humillación, bondage, etc, etc, etc… absténganse de continuar. Una vez aclarado este punto (y que seguramente ignorarán por completo), disfruten de la historia. Por cierto, tiene tintes sobrenaturales…
Sinopsis: Kim HeeChul es un ganador. Siempre. De hecho, está tan acostumbrado a ganar que siente como el mundo se desmorona cuando conoce a Han Geng y este le muestra que no es más que masa para modelar en sus manos.

      Su madre siempre le había dicho que, si iba por la vida haciendo su voluntad sin medir las consecuencias, terminaría sin honor alguno; o peor aún, completamente loco. Por supuesto, él había ignorado las sabias palabras en pos de un mundo que pudiese satisfacer todas sus necesidades. Lo cual no iba a resultar fácil, por supuesto. Sin embargo, él era Kim HeeChul, y por tanto, podía conseguir lo que quisiese cuando quisiese y como quisiese.
O eso había pensado hasta un par de semanas atrás. Ahora, mientras procuraba no moverse demasiado pues el cuerpo le dolía en exceso, no estaba tan seguro de ello. Las lágrimas se le agolparon en los ojos unos cuantos segundos para luego resbalar ávidamente por ambas mejillas. No intentó limpiárselas de cualquier forma. Ahora que estaba solo, podía dejar la máscara de hombre duro y llorar por su mala suerte. ¿Cómo podía haber pasado de estar en la cima del mundo a encontrarse acostado en el frío suelo de aquél motel de quinta, con la espalda surcada por largas marcas enrojecidas, algunas de las cuales se reventaban en ciertos puntos, permitiendo que pocas gotas de sangre manasen libremente? ¿Cómo era posible que sus brazos no fuesen capaces de sostenerle en ese preciso instante para conseguir alcanzar por lo menos la cama y así permitirse descansar un poco más cómodamente? Y aún quedaba la pregunta más importante:


“¿Cómo es que lo he disfrutado tanto?”


      Cerró los ojos, frustrado, al saber que iba a pasar una de las peores noches de su vida. Las lágrimas continuaron cayendo, ajenas al hilo de pensamiento que se hilvanaba en el cerebro del de ojos almendrados.


+++


3 semanas atrás.


      Sintió la bofetada una fracción de segundo antes de que el sonido latigueante le alcanzase los oídos. Luego, por causa del sonido o como reflejo del dolor, el oído izquierdo le zumbó quedamente. Ella le miró de manera iracunda, buscando algún punto débil, alguna manera de herirle.


-¿Qué ocurre contigo? –dijo él de manera siseante, intentando no llamar más la atención de lo que ya lo estaban haciendo.


-¡Eres un maldito bastardo! –no podía contener bien la ira por más que se esforzaba.


-¿Y esa es razón para qué todos se enteren de “nuestros” problemas? –seguía con el tono bajo y monótono. Sonaba más bien aburrido que enojado –eres bastante… salvaje… -probablemente quería usar otro adjetivo pero lo sustituía para parecer una persona con tacto. Ella le miró con incredulidad, abriendo incluso un poco la boca –debí suponerlo por el modo en que caminas con esos tacones o lo corto de tu vestido… -dejó la frase colgando en el aire, aún debatiéndose en si debía lastimarle más o dejarle ahí. Los ojos de ella brillaron con indignación mientras que sentía que el aire se escapaba de sus pulmones de manera poco sutil. Por la expresión, HeeChul sabía que ella deseaba golpearle. Quizá más de una vez. No lo hizo de todas formas. Se limitó a verle con enojo.


-Tú… maldito… -los ojos se le llenaron de lágrimas y momentos después hacía una graciosa retirada entre conversaciones a medias y miradas curiosas. Él suspiró, sin darle importancia a la situación antes de girarse y distinguir a uno de sus compañeros de trabajo. Le sonrió del lado, acercándose casualmente.


-Buena noche… ¿eh? –El hombre le miró algo confundido, intentando averiguar cómo podía ser bueno recibir una bofetada –no te esfuerces tanto pensando, DongHae… te harás viejo pronto… mejor dime quien es la bella dama que te acompaña –el aludido pareció salir de su ensimasmiento y, sonriendo, tocaba un poco el hombro descubierto de la mujer.


-Se llama SooYoung… es mi prometida –lo decía recargando la palabra “prometida”, dándole a entender al mayor que en verdad no estaba disponible. HeeChul sonrió un poco, a modo burlón, antes de hacer la reverencia protocolaria. Ella también la hizo, aunque su sonrisa si era genuina –Hyung… ¿Qué ocurrió hace un momento? ¿Es tu novia? –el de ojos almendrados se echó a reír.


-Supongo que podría llamársele de ese modo… hasta hace poco…


-¿Porqué se ha enojado? –DongHae preguntaba no solo con sus palabras, si no con todo el cuerpo, abriendo mucho los ojos y moviendo un poco las manos. Al mayor le pareció divertido el modo un tanto ingenuo que el de cabello oscuro portaba para todo.


-Qué más da… -se encogió de hombros, quitándole importancia a lo sucedido. Luego tomó una copa alta que un mesero le ofrecía y le dio un trago largo –mejor terminar ahora de todas formas, en lugar de terminar cuando ya le has puesto el anillo porque la embarazaste y ella quiere la casa, el coche y el resto de tu dignidad… ¿no? –ambos le miraron de manera escandalizada por el comentario hecho -¡Oh!... ¡Perdonen!... ¡De todas formas no me refería a ustedes, en lo absoluto! –se reía sonoramente, haciendo que la chica se cruzase de brazos a modo indignado y que DongHae parpadease con rapidez sin saber exactamente qué decir. Siempre le había resultado extraño su hyung y nunca estaba seguro de si las cosas que decía eran para herir o simples comentarios –vamos… quita la cara de tonto y mejor dime cuando harán el comeback…


-¡oh!... ¡Si, ah… pues! –el menor se trababa un poco al cambiar de un tema como aquél. Sonrió bastante al pensar en el trabajo y enfocarse en el en vez de las palabras hirientes –es hasta dentro de un mes…


-Creí ver los teasers hace ya varios días… ¿los están sacando con tanta antelación?


-Mmmmhhh… -asintió el de cabello oscuro –es solo que HyukJae se ha lastimado una rodilla bailando y como necesita algo de rehabilitación… la compañía ha decidido aplazar la fecha… -HeeChul no le oía, no realmente. Las confidencias del menor no le importaban en lo absoluto y, si estaba junto a él mientras fingía interés en la plática, era simplemente para poder revisar de manera discreta a las otras personas reunidas en el lugar. Actores. Modelos. Cantantes. Toda la farándula reunida en una cena de caridad.


“Hipócritas. Igual que yo. Como si a alguno de nosotros le importase la gente a la que va el dinero del evento. Tan solo se pavonean en sus mejores trajes. Por eso los amo… por eso me encanta ser quien soy”.


      Distinguió al MC Park JungSu, vestido pulcramente en un esmoquin negro con camisa color hueso y una pajarita a juego, sonriendo alegremente mientras platicaba animadamente con algunas personas conocidas. A su lado, su esposa portaba un vestido blanco con intrincados patrones en la confección. Sin duda, una pieza digna de una pasarela. Aunque de escaso buen gusto.


“Sigue sonriendo… tan feliz de la esposa trofeo que te conseguiste, cuando es obvio que el trofeo es tu fama. ¿O en verdad le crees que la pasa bien contigo? Permíteme diferir pero podría apostarte que ha pasado más noches conmigo que junto a ti…”


      Luego se giró un poco, aún fingiendo que escuchaba la cantaleta de DongHae sobre fechas para conciertos, vestuario, maquillistas y espectáculo. Ahí estaba ZhouMi, con sus piernas eternas enfundadas en un pantalón tan skinny que seguro a nadie más podría entrarle. Sonriendo alegremente mientras platica con dos chicas bastante bonitas, vestidas en trajes sencillos y juveniles.


“Y ahí está mi modelo favorito, encandilando chicas como si le gustasen. No puedes evitarlo, ¿verdad? Nunca es suficiente atención para ti. Si no fueses tan divertido e hicieses lo que sea por conseguir un poco de diversión, seguro que no me gustarías tanto”


-…y entonces tendremos en el centro del escenario esa enorme estructura… y bailarines saldrán de ella… será fabuloso, hyung… como una nave espacial que ha aterrizado y estaremos invadiendo el planeta… simplemente fabuloso…hyuuuung… -le hacía un enorme puchero porque se sabía ignorado.


-¿Qué ocurre?... –HeeChul no volteaba a verlo. En lugar de ello daba un par de palmadas a modo de consuelo, aún viendo al resto de los invitados. Midiéndoles y juzgándoles de la peor manera posible.


-¡No te importa lo que te digo y esta es la mejor parte! ¡Con lanzallamas y luces estrambóticas y bailarines enfundados en trajes de colores ácidos! –la mujer a su lado se rió por lo bajo, encantada del rostro lleno de dulzura e ilusión que esgrimía el hombre. Le pasó delicadamente la mano alrededor del brazo y lo atrajo suavemente hacia ella, en un gesto totalmente reconfortante. El mayor abrió la boca para responder de algún modo sarcástico pero alguien se acababa de atravesar en su visión periférica. Cerró la boca y observó fijamente a la figura que hacía aparición por la puerta principal del salón. No fue el único. Simultáneamente, todos en la sala se giraron a mirar.
Un cuerpo esbelto, de piernas largas y estilizadas. Nariz recta, labios finos. Unos ojos castaño oscuro formados de modo tal que podían pasar por tristes pero con un destello inusitado que más bien aclamaban cierta malicia. El cabello cortado pulcramente a los costados, un poco más largo al centro, acomodado en meticulosos picos de un color rubio blanquecino. Para rematar, aquél hombre se enfundaba en un smoking a toda regla de un color negro bruñido con solapas de satén. La corbata desanudada y una actitud más bien relajada, como si el mundo le perteneciese. HeeChul contuvo la respiración un par de segundos, analizando la situación. Observando descaradamente a aquél hombre y fijándose ya en la cabeza un objetivo. Esto se reafirmó en el instante en que vio como una chica muy bonita y de estatura pequeña se aventuraba más que el resto e iba a entablar conversación con el extraño. HeeChul frunció el ceño, para nada convencido de ese acto. En ese instante, el hombre volteó y su mirada se cruzó con la de los ojos almendrados. Las comisuras de los labios se lanzaron ligeramente hacia arriba en una mueca de sonrisa apenas perceptible, como si desafiase al otro hombre a ir por él, a ser mucho más atrevido que la chica que ya estaba saludándole.


“¿Es eso una invitación a que me porte mal con ella?...No voy a dejar que te vayas a casa con otra persona, señor listo…”


+++


      Se quitó el saco y, tras esperar a que su invitado hiciese lo mismo, colgó las prendas en el perchero ubicado muy cerca de la entrada de su departamento. Ambos se removieron los caros zapatos y, como él se deshacía también de los calcetines, el hombre de cabello teñido le imitaba. Ya descalzos, pasaron al lujoso departamento de HeeChul. Era una de esas enormes habitaciones que se extendían a derecha e izquierda sin conocer prácticamente los límites de las paredes. Uno de esos pomposos lofts en el centro de Seúl, con sus ventanas de piso a techo y sus acabados minimalistas. El invitado miró el lugar con bastante apatía. A diferencia de la mayoría de personas que solían entrar en el recinto, no parecía demasiado impactado. Eso le gustó al de ojos almendrados. Se había conseguido alguien acostumbrado al lujo. Se rió por lo bajo, yendo hasta una pequeña cava ubicada en un lado de su cocina.


-Toma asiento… en un momento te alcanzo… -sacó una buena botella de whisky. Algo fuerte para empezar. Luego tomó dos vasos anchos y les colocó hielos para preparar las bebidas.


“Espero que sea buen bebedor… detestaría que se emborrachara rápido y luego se quede dormido o vomitando en el baño en lugar de tirármelo…”


      Sonrió ante la idea, ya envisionándose con los brazos alrededor de aquél hombre que de algún modo le volvía loco por completo. Levantó la vista y prácticamente se atragantó con su saliva al volver a verle. Estaba ahí, en el sillón de la sala, medio sentado, medio recostado; con ese aire de grandeza e indiferencia. Se había desabotonado al menos tres botones de la camisa mientras que uno de sus pies se posaba insolentemente contra el borde de la mesa baja de centro. Bajo cualquier otra circunstancia, Heechul habría dado un par de golpes a la persona que se atreviese a usar la mesita como reposa pies, pero al ver como sonreía distraídamente o como la piel expuesta parecía emitir brillos dorados que le llamaban a recorrerla con su lengua, decidió que la mesa no poseía importancia alguna. Tosió por lo bajo, intentando recomponerse antes de salir detrás de la barra con ambas bebidas en una mano y la botella en la otra. Se acercó a aquél hombre con su mejor expresión felina: los ojos brillantes, los pasos gráciles y la sonrisa maliciosa presente. Quería demostrarle que estaba en control, que él mandaba. El otro hombre le observó de manera un tanto descarada, recorriéndole de arriba abajo, hasta detenerse en los ojos almendrados para regresarle la sonrisa, cargada de lujuria y promesas. HeeChul dejó la botella en la mesita y luego le pasó un vaso antes de sentarse junto a él. Los vasos se chocaron y ambos bebieron, degustando lentamente el sabor del alcohol mezclado con el frio de los hielos.


-Y… entonces… señor “perfecto desconocido que se mezcla en una fiesta de celebridades”… dígame… ¿Cuál es su nombre? –el de ojos almendrados prácticamente ronroneaba la palabras, en una mezcla de excitación y curiosidad pura. Recordaba las risas de momentos atrás, la conversación prácticamente sin sentido, pero, de algún modo, no podía recordar que aquél hombre hubiese revelado ninguna información personal en la fiesta.


-Mmmmhh… -El hombre inclinaba un poco el rostro, acercándolo peligrosamente al de HeeChul hasta dejar sus labios a solo unos milímetros de la oreja del mismo, antes de contestarle con esa voz suave que hacía que algo se agitara en el abdomen bajo del de ojos almendrados -¿Acaso importa cómo me llamo? –sus ojos se entrecerraron al tiempo que sopló muy suavemente, produciéndole una sensación de escalofrío a HeeChul, que maldijo mentalmente. Era un truco viejo, aplicado un montón de veces por él mismo, pero no era igual. Es como si pudiese adivinar exactamente con que fuerza y en qué punto el aliento cálido de la otra persona le hacía temblar, debilitándole por completo.


-Quizá no… quizá sí… -inclina un poco la cabeza hacia atrás, exponiendo su cuello, deseando que aquél hombre lo bese y recorra por completo. La otra persona nota el gesto y sonríe un poco.


-HanGeng…pero tú puedes llamarme como quieras… -el mayor tragó con cierta dificultad al tiempo que enreda sus dedos en el cabello del hombre. Deseando. Deseando TANTO.


-Es un buen nombre… Han… Kyung… -el de ojos castaños sonrió, divertido, ante la fallida pronunciación de su nombre. No dijo nada de todas formas, se limitó a alejarse un poco para poder dar otro trago a su bebida y observar detenidamente al hombre frente a él. Este controlaba las enormes ganas de hacer un puchero al sentir que se perdía cercanía. Sin embargo, al verlo beber, le imitaba en el gesto, acabándose la bebida de un trago para poder dejar el vaso en la mesa y así tener las manos libres.


-¿Traes a mucha gente a tu departamento después de conocerlos por un par de… minutos? –también terminaba la bebida, olvidando el vaso en el suelo. La risa sonora de HeeChul no se hizo esperar aunque algo en su interior pareció alarmarse. Aquél perfecto desconocido tenía razón. Él no solía llevar a nadie a casa. Sacarlos de la misma después del sexo siempre resultaba demasiado engorroso. Y sin embargo…


-¿Por qué?... ¿Quieres saber si eres especial de algún modo? –lo era, pero no iba a admitirlo bajo ninguna circunstancia. HanGeng acercó una mano a su rostro, acariciando suavemente su mejilla.


-Quiero saber si metes a muchos posibles asesinos seriales aquí… -su dedo viajaba ahora por los labios del mayor. Este los separó un poco, para poder atrapar la primer falange del dígito con ellos. Succionó ligeramente y luego lo dejó ir para poder contestarle.


-¿Vas a matarme? –le miró fijamente, con cierto deje de reto.


-Quizá… - HeeChul empezó a carcajear, divertido de la forma en que se desarrollaban las cosas. Si HanGeng resultaba ser un asesino, valía bien la pena correr el riesgo. Sin embargo, le parecía que la plática ya duraba demasiado y él no había invitado a aquél hombre de piernas largas y mirada penetrante para entablar conversación. No realmente.


-Hazlo después del sexo entonces… antes sería un desperdicio, en serio…- y sin mayor preámbulo, le pasaba los brazos alrededor del cuello antes de girarse y subirse en el regazo del peliteñido. Este abrió bastante los ojos por un segundo, sorprendido por la rapidez del de ojos almendrados pero pronto se recuperaba. Un par de manos se acomodaban a cada lado de la cintura y principio de la cadera del mayor, como si siempre hubiesen estado ahí. HeeChul ronroneó con fuerza. Realmente deseaba a ese hombre. Es como si aquél cuerpo tonificado le llamase con fuerza, incitándole a cometer toda clase de actos impuros. Se inclinó un poco hacia delante, dejando escapar ligeramente su lengua para lamer los labios del chino. Sabían a una mezcla de alcohol, frutas y algo enteramente diferente, animalístico, que le convertía en prácticamente un manjar ante las papilas gustativas del mayor. Ambos gruñeron, deseosos, mientras los labios se reconocían. Tentativamente al principio, pero pronto perdían la delicadeza inicial para convertirse en una mezcla de saliva, quejidos y dientes. Labios suaves siendo mordidos con fuerza. Óxido inundando ambas cavidades bucales. Dióxido de carbono escapando de la boca de uno para ser ávidamente engullido por la del otro. Las manos de HanGeng zafando la camisa del mayor del pantalón para tener un buen acceso a la espalda de este mientras que HeeChul se sujeta con fuerza del cuello, sintiendo unas enormes ganas de arrancarle toda la ropa sin más. Pero aún hay un pequeño detalle. Como puede, consigue terminar el beso y gira el rostro para que el chino no pueda volver a atrapar sus labios. En lugar de ello, la boca del menor se aferra al cuello que se expone, succionando con fuerza –Ah… Kyung… cuarto… cama… -intenta hacerle entender que su sillón no está disponible para ese tipo de actos. Es de piel de verdad y no quiere estropearlo. El chino se limita a sujetarle con más fuerza, manteniéndole sobre su regazo, negándole la posibilidad de incorporarse –vamos… HanKyung… -le da unas palmaditas en el hombro pero aún así se inclina más contra él, intentando que la boca del peliteñido descienda hasta su clavícula.


-No… -murmura el menor, con tono desafiante –Hagámoslo aquí… -remarca sus palabras con un buen agarre a los glúteos de HeeChul, atrayéndolo contra sí para que ambas erecciones se friccionen entre sí, aún atrapadas por el textil del pantalón. El de ojos almendrados se arquea, desesperado por un mayor contacto.


-N…no… en el sillón no… aah… -la boca de HanGeng se aferraba contra la camisa del mayor, a la altura de un pezón, para humedecer la tela y dedicarse a succionar. Los labios carnosos se partían para gemir sonoramente. Aún así intenta resistirse un poco. El maldito sillón le ha costado una pequeña fortuna, con sus formas redondeadas y diseño italiano exclusivo. Se agita levemente, esperando que la boca libere esa parte de su anatomía para poder girarse. Lo único que consigue es que el chino apriete el abrazo y le muerda con fuerza -¡AAAAHH!... –le golpea en la frente, obligándole a soltar su pezón. Luego, enojado, le toma la mandíbula con fuerza y hace que voltee a verle. Unos ojos castaño oscuro le regresan la mirada desafiante con una mezcla de burla y dominancia que HeeChul no había conocido hasta ese momento –EL… SILLÓN… NO… -nadie va a venir e intentar ganarle en una batalla de poder.


-Yo creo que sí… -le sonríe maliciosamente, al tiempo que su mirada se vuelve más penetrante. Y de pronto, HeeChul siente que le falta el aire. Se pierde en la profunda oscuridad en que se han vuelto ese par de ojos. Es como si toda la luz hubiese sido robada por los ojos, y junto con ella, la voluntad del mayor. Hace demasiado calor como para resistirse, demasiado calor para pensar con claridad. Los vellos de la piel se le erizan, sus pupilas se dilatan, la respiración se agita. Es como estar colocado sin estarlo realmente. Le es imposible pensar con claridad. El sonido de su corazón retumba por toda su cabeza, la visión se le nubla y el deseo es tan fuerte, que bien podría terminar ahí mismo, derramándose violentamente en espasmos irregulares contra los pantalones de ambos. Y cedía. No había forma alguna en la que él pudiera negarse por más tiempo. Pronto HanGeng lo reacomodaba contra la superficie del sillón, suave y a la vez caliente, para llenarle de besos el cuello. Cerró los ojos, limitándose a sentir. Los labios del chino se aferraban nuevamente a su clavícula, succionando con fuerza mientras que los dedos se movían de manera hábil, liberando cada botón de su ojal, permitiendo exponer libremente la piel de su vientre.


-… Kyung… -enreda sus dedos en el cabello corto -… tan solo… más… - la voz se escuchaba desesperada, permeada por completo por la lujuria. No podía recordar el sillón o los motivos por los cuales debían de ir a la cama. El otro hombre terminaba de zafarle la camisa y ahora seguía con el pantalón. Arrancaba el botón sin más. El mayor gimió, urgiéndole a ir más rápido, también olvidando que el traje que usaba era de marca y que dañarlo de ese modo debería estar prohibido. Luego bajaba el cierre con premura mientras que su lengua recorría el vientre plano debajo de él -…ahh… así… baja más tu boca… -HanGeng sonrió entre lamidas, contento de tener completamente rendido al mayor. Le quitaba los caros pantalones y ropa interior de un par de tirones, aventando las prendas a algún punto perdido de la habitación. Por excepción de la camisa abierta, ahora tenía completamente desnudo a HeeChul.


-Vaya… -había cierto deje de burla en su entonación extranjera –me parece que estás bastante feliz de verme… -le acariciaba la entrepierna a modo de reafirmación de sus palabras. El mayor se mordía el labio inferior, intentando no gemir demasiado, de no sonar tan desesperado como lo estaba. Pretendió contestar con palabras afiladas, pero el chino tomaba en ese momento la base de su erección y presionaba con fuerza. Tan solo escapaba un grito estrangulado, deseoso, que le dejaba rendido y expuesto –Esto es fantástico, ¿no? –asintió débilmente, dando largas bocanadas de aire, intentando controlarse porque ya sentía un nudo gigante desde el vientre bajo hasta la entrepierna y no podía permitirse semejante humillación ante un hombre como aquél –separa más las piernas… quiero verte bien… -HeeChul cierra sus delgados dedos alrededor de la piel del sillón que encuentra mientras que de inmediato una pierna viaja por el respaldo para colocar el pie sobre el mismo. La otra pierna se posiciona en el suelo, tan separada como puede de la primera. HanGeng sonríe, encantado con las reacciones del cuerpo frente a él. El mayor no deja de temblar ligeramente, ansioso, al tiempo que el pecho sube y baja rápidamente –eres todo un exhibicionista… -se inclinó para besarle el cuello. Una mano de HeeChul se aferraba de inmediato al dorso de la cabeza del menor, sujetándole con fuerza, manteniéndole pegado a él, exigiéndole.


-Shhh… aah… -no quería que HanGeng se distrajese de lo que estaba haciendo. Cada caricia que le dispensaban los labios del peliteñido se convertía prácticamente en latigazos de placer. De haberlo analizado, notaría que eso carecía de sentido, pero le era imposible meditar en aquél momento –más… quiero más…


-¿Más?... –sonreía del lado, casi como si se tratase de un espasmo, antes de sacar su lengua y recorrer de manera prácticamente religiosa cada milímetro de la piel expuesta ante él –No te preocupes… claro que voy a darte más… y vas a aceptarlo todo… -le lamía un poco los pezones, haciendo llorar de placer a HeeChul -… y para cuando termine contigo, va a dolerte tanto que no podrás caminar correctamente por una semana… -toma el pequeño pezón derecho, ya completamente duro y erecto, entre sus labios y se dedica a succionar hábilmente. El mayor grita del placer y se arquea contra el cuerpo encima de él, buscando todo el contacto posible.


-aaah… si… por favor… hazlo… Kyung…. Te necesito… usa tu lengua… tu boca… tus dedos… aaah… empálame… -los dedos del extranjero se aferran a la base del pene, dándole un par de tirones agresivos. Es más que suficiente para que HeeChul vea puntos blancos. La visión se le nubla, los espasmos comienzan y se derrama contra el vientre cubierto de HanGeng. Este, deja las ministraciones contra el pezón para reírse un poco, divertido de lo fácil que le ha resultado rendir a aquella persona –aaah…. Aaah… -el mayor da bocanadas largas, intentando aprisionar un aire que parece no querer entrar en sus pulmones. Ha sido el mejor orgasmo de su vida y ni siquiera le ha tomado algo de tiempo conseguirlo -Wow... -Se queja suavemente por la falta de calor que ahora siente. El otro hombre recarga su oreja contra el pecho del de ojos almendrados, escuchando el palpitar desenfrenado del corazón. Y mientras eso ocurre, a cada segundo HeeChul siente más y más frio. Sin atreverse a abrir los ojos, que ya siente como si el humor vitreo estuviese cristalizándose, se abraza con fuerza al cuerpo que le cubre parcialmente, deseando ese calor tan delicioso que parece emanar de cada poro de piel ligeramente apiñonada. HanGeng, que ciertamente no está ahí para complacer momentos cursis ni románticos, se limita a besarle un momento en los labios antes de obligarle a que le suelte. El mayor frunce el ceño, completamente molesto de la actitud que despliega el de ojos castaños -¿Qué te ocurre?


-Puede que tú estes contento, pero yo no... -Se bajaba el cierre del pantalón para luego posicionarse encima del mayor; este, indignado, le soltaba un rodillazo en el costado, no lo suficientemente fuerte para lastimar pero si para recordarle que no va a dejarse amedrentar por nadie.

-Quítate la ropa... no soy una puta para que simplemente saques la verga a pasear... -HanGeng se rie con esa risa dulce y suave que no pareciese concordar con su apariencia. Besa muy suavemente los labios del de ojos almendrados, haciendo que este ronronee del placer.

-Eso es justo lo que eres, tontito... ¿Por qué dejar pasar a un perfecto desconocido a tu casa? Porque no eres mas que una puta... -Cerraba una mano alrededor del cuello del mayor y ejercía algo de presión . Las manos de HeeChul viajaban de inmediato hasta aferrarse contra los dígitos del otro hombre, intentando quitarlos de su garganta. El extranjero continuaba sonriendo mientras miraba fijamente al de ojos almendrados -Shh... no te preocupes, no voy a matarte... no hago ese tipo de cosas, tan solo te daré placer, lo prometo... esto es justo lo que deseas... -La sensación de calor intenso comenzaba a regresar al cuerpo de HeeChul. Este ya no sabía bien si la abrasión en los pulmones se debía a la falta de oxígeno o simplemente era el resultado de el incremento de líbido. Volvía a desear al hombre que le tenía atrapado contra el sillón. Y el deseo era mayor que en la ocasión pasada, si es que eso resultaba posible. Percibía un calor ácido proveniente de HanGeng que le incitaba a dejarse llevar. Su mente se volvía un charco de emociones y confusión y, finalmente, soltaba aquella mano que le aprisionaba duramente. El menor le sonreía y luego, sin preparación alguna, le penetraba sin más. El grito que salía del interior de HeeChul escapaba de manera parcialmente bloqueada por la mano que le impide respirar correctamente. Los ojos almendrados se llenaban de inmediato de lágrimas pero, en lugar de intentar atacar al otro hombre para que le suelte y le deje en paz, se aferra como puede al sillón mientras que rodea la estrecha cintura con sus piernas, atrayéndole con fuerza, invitándole a continuar del mismo modo brutal. Y es que, sin importar si los movimientos son más bien bestiales al grado en que el sillón cruje ante el maltrato al que esta siendo sometido, la sensación de infinito placer que envuelve a HeeChul es tan grande que el dolor pasa a ser una parte enferma y deliciosa que comienza a desear con cada embestida. La mano alrededor de su cuello se aleja del mismo tan solo para poder sujetarse de una porción de sillón y, práctcamente doblando por la mitad al de ojos almendrados, continuar empujándose violentamente. Ahora es la boca la que se aferra a la base del cuello del más delgado y, sin más, le muerde con fuerza, clavándole los colmillos en el proceso. La sangre comienza a escurrir en pequeñas gotas, resbalando lentamente por el pilar que representa el cuello del mayor.

-¡Ah! ¡Duele! ¡Más! -Cerraba los ojos, apretándolos con el esfuerzo mientras que sus caderas continuan moviendose intempestivamente en un intento de prácticamente fusionarse con aquél hombre que le lastima y complace del mismo modo. Los dedos se encajan con fuerza en sus caderas, enterrando las uñas para formar medias lunas perfectas contra la piel, enrojeciendo hermosamente todo el cuadro. Serán unas marcas dignas de verse al día siguiente -¡Mmmh... ah, ah, ah, ah! -No puede evitar los sonidos de placer cada vez que las caderas de HanGeng golpean contra sus gluteos porque la erección del mismo conecta habilmente y sin excepción contra su próstata, haciéndole perder la visión y la realidad de tanto placer -¡carajo! ¡Kyung! ¡Así, justo así! -El calor se volvía insoportable, provocando que la piel se impregne de un sudor pesado que no cesa de salir copiosamente por cada poro existente. Los espasmos regresan. Las contracciones involuntarias de su esfinter se intensificaban y, por segunda ocasión en la noche, alcanzaba un orgasmo perfecto, cubierto de blanco y rojo y el resto de los colores del arcoiris, como si la felicidad absoluta estuviese al alcance de sus manos. Los chorros de un blanquecino transparentoso escapan profusamente, una y otra vez al ritmo en que su próstata es abusada por las embestidas del menor. Cierra los ojos, cansado y adormecido, mientras que HanGeng se limita a salir un momento de su interior para, sujetándole de la cadera, poder girar su parte inferior a la altura de la cintura y, acomodándole del lado, volver a penetrarle con brusquedad. Puede percibir el infinito calor de un orgasmo placentero y de la sonrisa suave que emite HeeChul. Le parece dulce. Quizá demasiado dulce para su propio bien. Continúa con un ritmo veloz y furioso hasta que, finalmente, él también consigue alcanzar el orgasmo. Para ese momento, los ojos almendrados se abren ligeramente, llenos de felicidad, tan solo para poder observar las hermosas facciones que el otro hombre posee. Acaricia la mejilla del extranjero y luego le sonrie con dulzura -Ven acá... -Le pasaba los brazos por el cuello, atrayéndole sin más. El otro hombre regresaba el beso de manera juguetona, disfrutando de sobremanera las cálidas sensaciones que le rodean.

-Mmmmh.... deberías dormir...

-¿Tú crees? -Le lamía los labios , pidiéndole silenciosamente por un momento más de pasión y romanticismo. En cambio HanGeng susurraba algo que HeeChul no alcanzaba a comprender y, un instante después, se desplomaba en el sillón, completamente dormido.

+++

      El primer pensamiento que le crepita por la mente es un "¿De dónde viene ese ruido?" seguido por un muy atinado "Abre los ojos, lo que escuchas es tu timbre". HeeChul, por arco reflejo, se sentaba de golpe, notando que debe abrir la puerta. O al menos intenta incorporarse de ese modo por que, la verdad es que, al sentarse, el dolor en su trasero, caderas, muslos e interior le hacen volverse a recostar sin más. Gruñe completamente descorazonado, sintiendose debil y miserable e intentando recordar que demonios ocurrió la noche anterior. El timbre no deja de sonar. Se detiene durante uno o dos minutos pero, pasada esa breve tregua, reanuda su maldad con un sonido chillante que le hace desear morir.

"¿Qué ocurre?... ¿Dónde estoy?"

      Vuelve a intentar abriendo los ojos y, al girarse, descubre aterrorizado que ha estado a punto de caer de su sillón. Parpadea confundido por un total de diez segundos y, solo entonces, los recuerdos se le agolpan en la parte frontal de su cabeza, recordándole lo ocurrido de una manera tormentosa.

"¡Carajo! ¡Cojimos en el sillón! ¡En mi sillón! ¡¿Cómo demonios lo permití?!"

      Se sienta y gime intensamente, deseando soltarse a llorar aunque sea un poco. En verdad le duele todo. Incluyendo la espalda que se queja sin miscericordia de la posición en la que ha pasado la noche. Su mirada se atrapa en las marcas rojizas y rastros de sangre seca por todas partes. Abre un poco la boca, completamente sorprendido del estado en el que se encuentra. Por supuesto, una parte muy pequeña de su cabeza recuerda el dolor y el abuso al que ha sido puesto su organismo la noche anterior pero, la gran mayoría de su cerebro tan solo recuerda que ha disfrutado cada minuto como si se tratasen del tesoro más maravilloso con el que la vida le ha obsequiado. Se lleva la mano al cuello al sentir una rigidez inusual en el y descubre, con muy poco placer, que tiene al menos dos costras gigantezcas en una parte del mismo. La mordida ha resultado mucho más fuerte de lo que puede recordar.

"¿Dónde está esa basura? ¡Me va a oir!"

      Pero es más que obvio que aquél hombre ha huido sigilosamente de su casa mientras él dormía. Como el timbre sigue sonando, apoya las manos en el sillón y se impulsa hacia arriba, levantándose con mucha menos agilidad de lo que hubiese deseado. Daba un paso, dos. La sensación pastosa en su interior le hacía detenerse nuevamente. Esgrimía una actitud completamente sorpresiva, no pudiendo creer el como ha obviado una de sus principales reglas para acostarse con alguien.

"¡SE VINO DENTRO DE MÍ! ¡¿CÓMO PUDE NO EXIGIRLE EL CONDÓN?!"

      Sentía que los nervios iban a fallarle de un minuto a otro. La cruda moral le acometía de pronto, intentando poner su mente en orden. Él no era el tipo de persona tonta que descuidaba su salud. Al menos no en el ámbito sexual. Uno nunca podía saber que enfermedades raras portaba un hombre como HanGeng, que sonreía encantadoramente y se movía con una experiencia de nivel completamente diferente al resto de los mortales. Deseaba soltarse a llorar. Abatido. Engañado. Burlado. Pero HeeChul no es una víctima. JAMÁS. Se convence en una fracción de segundo que todo ha ocurrido tal y como él deseaba que ocurriese y, trás encontrar su saco y ponérselo de manera descuidada, va hacia la puerta. No se preocupa demasiado por su apariencia. Sabe de quien se trata. De la única persona que puede ir a molestarle con tanta insistencia un sábado por la mañana. ZhouMi. Con desgane abre la puerta, medio escondiéndose detrás de la misma. El chino le observa con cuidado, intentando no parecer demasiado interesado en el modo que su cabello se esponja y enreda por todas partes. El porta una sonrisa cansada, claramente falsa pero que intenta animarle un poco. Por lo demás, luce impecable.

-¿Puedo pasar? -HeeChul se quita de la puerta y camina hacia el interior de su departamento, yendo a la cocina por un poco de agua y un par de pastillas para el dolor. El chino le sigue, cerrando la puerta con cuidado -Gege... ¿Qué ha pasado contigo? ¿Te has acostado con una jauría de lobos? -La preocupación es genuina, obviamente. No necesita mucho para serlo. El saco cubre tan solo hasta la cadera, dejando bien visible las nalgas del mayor, que se encuentra dándole la espalda en ese momento, en busca de las aspirinas que tanto desea. Pero, aunque ese no fuese el caso, aún quedarían las piernas, llenas de marcas y pequeñisimas costras que corren a lo largo y ancho de las mismas. HeeChul gruñe, molesto.

-Podría decirse... -Encuentra su objetivo y sin pensárselo dos veces, decide que dos pastillas no son suficentes. Se traga tres de golpe, obviando las indicaciones del empaque. Luego, deseando algo más fuerte, saca alguna botella debajo de la barra y, abriéndola, da un trago largo. El líquido ambarino le quema la garganta de una manera poco usual pero para ese momento lo esperaba, habíendo escuchado lo ronco de su voz tras haber gritado, al parecer, con una intensidad poco acostumbrada en él.

-Vi como te venías ayer a la casa con ese hombre de cabello teñido... -No agregaba más. Tenía curiosidad pero no podía simplemente preguntarle.

-Cállate... y no te sientes en el sillón... -había percibido que el menor pretendía hacerlo y, a pesar de lo divertido que aquello podía terminar resultando prefería que no lo hiciera. Ese sillón iba a necesitar una lavada a consciencia, de esas que él no dominaba y por las cuales el servicio de lavado de muebles se iba a quedar con muchas preguntas (y con la convicción de cobrarle el doble). ZhouMi se detenía de inmediato, dejando de rodear el sillón para limitarse a apoyar una mano en el respaldo del mismo -Voy a meterme a bañar... siéntate en la cama o algo...

-Yo, en realidad, solo quería un poco...

-Y lo tendrás después de que me bañe. No soy un humano en este momento ¿de acuerdo? -El de piernas eternas gemía un poco, siendo miserable. Se metía al cuarto junto con HeeChul de todas maneras y, mientras que este terminaba encerrándose en el baño, ZhouMi se sentaba en una cama pulcramente tendida. Claramente el mayor no la había usado en toda la noche. Fijaba la vista en el estampado del edredón, grueso y confortable, apropiado para la época de frío. Luego, a modo distraido, se dedicaba a admirar cada uno de los cuadros que el mayor posee en su habitación. Todos son premios por actuación o fotografías de él posándo para la cámara. No hay nada que pueda relacionarlo con otra persona, con alguna afición o algo realmente personal. Al fondo de la habitación hay un librero repleto de libros que tan solo acumulan polvo pues están más bien ahí con el fin de decoración y no de ser realmente utilizados.

      ZhouMi está en la interesante tarea de admirar al gato de HeeChul dormir plácidamente en el balcón del departamento cuando la puerta del baño se abre. De ella emerge el de ojos almendrados, envuelto parcialmente por una bata mientras que se seca el cabello con una toalla corta. El chino se giraba de inmediato, dejando de ver al felino felizmente acostado al sol sabatino de la mañana. Ahora que el mayor se ha duchado, luce un poco más vivo. Quizá también se deba a que las aspirinas y el alcohol le han hecho efecto ya y no se siente TAN miserable. Como sea, por excepción de las marcas y cicatrices por todo el cuerpo, vuelve a parecerse bastante al Kim HeeChul que conoce.

-Bummie es tan feliz... a veces quisiera ser él...

-¿Algo qué desees contar, gege?

-Nada que te importe, condimentado... Te vi anoche en la fiesta ¿Cómo te fue en la sesión de fotografías? ¿Lograste perder todo el peso que querías? Me parece que sí, te ves cadavérico... -ZhouMi suspiraba pesadamente, dejando que su cabeza colgase como si se encontrase avergonzado consigo mismo.

-Perdí incluso un kilo extra... pero ahora me han dicho que no me veo bien... quieren que conserve este contorno de cintura pero que me crezcan los músculos... -HeeChul arqueaba una ceja. Resultaba una petición estúpida si pensaban sacarlo en el próximo número de la revista.

-¿Para cuándo te han pedido los músculos?

-Para la siguiente semana... -El mayor se tragaba la risa burlona con mucho trabajo, no pudiendo creer que siquieran hayan hecho semejante petición.

-¿Ya empezaste a tomar los esteroides, chico rudo? Porque te vas a poner bien loco si los combinas con estas bebés... -Sacaba de una cajonera un par de bolsas con algunas pastillas en su interior -Dicen que no se mezclen con alcohol tampoco pero, en lo personal, a mi me funcionan bastante bien de ese modo... -ZhouMi prácticamente le arrancaba las bolsas de la mano.

-No es momento para los consejos gege... -Se metía una pastilla a la boca y salía del cuarto para conseguirse un vaso con algún líquido que ingerir. HeeChul se reía, divertido. El chino siempre le producía dos emociones encontradas. Por un lado, le daban ganas de abrazarle y protegerle de todo mal. Había llegado varios meses atrás desde su país en un intento por sobresalir como cantante. Fallaba al grado de que la compañía en la que estaba terminaba por rescindir el contrato sin más. Y luego, mientras se pretendía ahogar en alcohol y tristeza, el de ojos almendrados le conocía en uno de los bares más finos de la ciudad. Desde entonces llevaban una relación un tanto extraña de apadrinado / ahijado en la que el mayor se divertía a costa de ZhouMi y este tan solo se hundía en una vida más depresiva cada vez.

-¡Sirveme una a mi también! -Se dejaba caer contra la cómoda cama, permitiendo que cada articulación crujiese y se acomodase del mejor modo posible. Una mano viajaba instintívamente al cuello, sintiendo las costras alrededor de las heridas. De pronto quería arrancarlas y verse sangrar nuevamente, aunque sea para recordarse de manera más vívida lo tonto que ha resultado su comportamiento la noche anterior. El enojo le bulle por cada poro y es justo ahí cuando la segunda emoción hacía ZhouMi se manifestaba: usarle del mejor modo posible. Por que, no importa cuanto tiempo lleve el de piernas eternas viviendo dentro del mundo del espectáculo, continúa siendo una buena persona. Y como tal, resulta fácil aprovecharse de él. Además, HeeChul no necesita más que un poco de perspectiva para llegar a la conclusión de que él es de las pocas personas que ayudan en algo al chino. La mayoría exige sin dar nada a cambio. Pero él, siendo tan magnificente como siempre, no solo le consigue droga que le ayude a mantenerse a flote, si no que además, le proporciona trabajos ocasionales en alguna sesión fotográfica o en una colaboración para cantar coros en el disco de algún amigo suyo. Y es que Kim HeeChul conoce a todo el mundo (para bien o para mal) y no duda en forjar alianzas con quien convenga. Por supuesto, la ayuda que presta no es gratis pero ¿Quién da algo gratis en esta vida? Y al menos, gracias a ello, ZhouMi sigue sin aventarse de algún puente y tiene para comer y vivir. O lo que sea que el menor haga.

-Aquí tienes gege... -Abría los ojos al sentir el filo frío del vaso lleno de whisky y hielos. Daba un largo trago antes de indicarle al de piernas eternas que se suba a la cama junto a él. El chino obedece, cerrándo sus cansados ojos. Permanecen un buen rato de ese modo, hombro contra hombro, sin decir nada, hasta que ZhouMi comienza a ponerse algo nervioso e hiperactivo con las drogas que ha tomado ya cerca de un cuarto de hora atrás. Se ríe con fuerza, finalmente encontrando absurda la situación en la que se encuentra -Odio al mundo, odio a todo el mundo... gege... también te odio...

-Gracias Mi... -Rodeaba casi con delicadeza una de las muñecas del menor con un par de dedos largos para acariciarle de manera suave -Deberías regresarte a tu pueblo, casarte con alguien sencillo y abrir una tienda de abarrotes. Ser tan anónimo como el resto del mundo... Hay gente que nació para ser ganado... no eres mas que ganado, Mi...

-Quiero tu vida... quiero tu fama y tu dinero... lo tienes todo...

-A ti no te importa nada de eso realmente; bueno no, la fama si, eres un adicto a que las personas te vean... bueno... realidad eres un adicto a muchas cosas -Ambos se reían ahora, encontrando demasiado extraña su situación actual.

-Púdrete, gege...

-Un deudor como tú no debería decir esas cosas... mejor págame de una buena vez...

-Sabes que estoy quebrado... vivo de ti y de la "caridad humana" -HeeChul asentía un poco, entendiendo perfectamente a que se refería el menor. Y es que, por caridad, se entendía al círculo de personas que el de ojos almendrados le había hecho "favor" de presentarle. Hombres de negocio, celebridades que nadaban en dinero e hijos de padres millonarios que se podían dar el lujo de recibir las atenciones del chino.

-No estoy pidiéndote dinero...- ZhouMi dejaba que su mano se desllizase por entre los pliegues de la bata que porta el mayor para poder empezar a acariciarle suavemente la entre pierna. Luego, rodeaba con sus dedos largos el pene de HeeChul, que ya se mostraba un tanto interesado en la acción próxima a realizarse. A la mano se unía rápidamente la boca del chino, permitiendo que su lengua recorra el glande paulatinamente, cubriendo cada milímetro de piel con saliva. El mejor aliciente son los pequeños sonidos aprobatorios que gime el de ojos almendrados cada vez que ese músculo húmedo cubre otra zona de su erección. Finalmente lo tomaba entre sus labios y, relajando la garganta, se permitía aceptarle por completo en su interior -Mi... mmmh... no está mal pero... más rápido... -El de piernas eternas obedecía de inmediato, succionando ávidamente, moviendo la cabeza con suficiente rapidez para hacerle sentir ligeramente mareado. Se reacomoda para poder acariciarle los testículos mientras que sus labios se afianzan a la base del pene.

      Para cuando HeeChul le sujeta del cabello, incitándole a que su nariz se restriegue contra la parte superior del púbis, ZhouMi ya siente los primeros escozores de una garganta que promete irritarse irremediablemente. El orgasmo resulta prolongado, con el menor tragando lo mejor que puede para luego limpiar los restos que hayan podido quedar en la piel que lame lentamente. En cuanto termina, el chino se levanta para meterse al baño a lavarse los dientes y, para cuando ha salido, se encuentra con que HeeChul duerme plácidamente, con un Heebum que ha entrado sigilosamente del balcón y se acurruca en el pecho de su amo. Con decisión, cruza de un par de zancadas el cuarto, sintiendo que la euforia le palpita dentro del cuerpo. Sale sin más. Si el de ojos almendrados abre los ojos, le pedirá que le prepare el desayuno y que sea su esclavo parte del día y, ciertamente, si puede evitarlo, lo hará.

+++

      HanGeng continúa con una cara de completa satisfacción a pesar de que se ha alimentado hace más de 12 horas. Nunca le había parecido que el calor que emana de una persona en estado postorgásmico pueda resultar tan delicioso. No lo entiende realmente. Lleva suficiente tiempo de vida como para que un simple mortal le resulte un manjar tan delicioso. Siempre le ha gustado rodearse de víctimas pedantes. Hombres y mujeres que se sienten demasiado valiosos para ser verdad. Personas que miran hacia abajo al resto. Le gusta fastidiarles un poco, humillarles por un par de horas, dejarles a su merced y luego abandonarles para que continuen con su vida mientras él se busca a alguien más para jugar. Pero, en todos esos años de rutina, jamás había percibido tanto placer como al momento de estar entrometiéndose con HeeChul. Quizá es porque el de ojos almendrados parece tener más espíritu de pelea que el resto.

-Pareces feliz... -El otro "hombre" tomaba una revista de la mesa. Ambos comparten departamento en una zona bastante elegante de la ciudad de Seúl. Tienen además otro compañero, que de momento se encuentra fuera del lugar.

-¿Por qué no estarlo, SiWon? ... Ir a esa cena de gala fue maravilloso...

-¿Buena cena?

-La mejor... de mi estatura, complexión algo delgada, piel suave y sonrisa burlona... me lo monté 5 gloriosas veces, aunque no creo que logre recordar más de tres...

-No deberías cansar tanto a los humanos... no se supone que se den cuenta de los diferentes que somos... quedamos en ser cuidadosos desde esa vez que casi conseguimos que nos quemen... SungMin todavía tiene una cicatriz en el hombro...

-Tranquilo... hay una razón por la que desaparecemos de sus vidas... él me olvidará en un par de días y solo le quedará la certeza de haber tenido una buena noche. No voy a saltarme las reglas y a ponernos en peligro... -SiWon asentía, dejando que su espalda se recargue en el sillón al tiempo que se relaja, dando por terminada la plática. Para su desgracia a pesar de las palabras que emitía, HanGeng no estaba en lo absoluto pensando en cumplirlas. HeeChul se trataba de un magnífico platillo y tenía pensado alimentarse de él mientras le fuese posible. El solo pensarlo le hacía sonreír marcadamente.
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Notas finales:

¡¡¡HOLAAAAAAAAAAAAAA!!!

 

Si, merezco la horca por limitarme a seguir subiendo fics nuevos en vez de continuar los anteriores... pero este fic era uno que les debía desde hace años y que había dejado super abandonado. Finalmente me decidí a acabar el capítulo... que por cierto, por ser el primero, será el más ligero de todos... conste que arriba dejé las advertencias...

 

Muero de sueño, cuidense.. 

LES QUIERO!

Y me ire a seguir buscando GunChul en el universo... XD... (ya, debo costumbrarme a la nueva pareja.. U____U) 


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