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Otro mundo de Fairy Tail por Akemi D Monkey

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Notas del fanfic:

Notas: ¡Hola a todos! Ahora mismo éste es mi primer proyecto, una traducción del fic "Another world of Fairy Tail" de LolyGothica. Tengo los respectivos permisos, y espero que disfruten de este fic tan bueno. Por favor, lean las cositas que voy a poner a continuación :3

 

Título original: Another World of Fairy Tail.

 

Autora: LolyGothica

 

Título de la traducción: Otro mundo de Fairy Tail.

 

Traductora: ¡Yo! O sea, Akemi D. Monkey o WeAreStoneAgeD

 

Advertencias: Es un fanfic Yaoi (boyxboy) no tiene lemon, es mas bien un shonen ai, pero igual si no te gusta el género por favor retírate. Ah, y tiene algunas palabras fuertes. Es MPreg.

 

Parejas: NatsuxGray  LyonxGray y LaxusxFried 

 

Disclaimer: Ni Fairy Tail, ni este fic me pertenecen a mí. La traducción no tiene fines de lucro.

 

 

Notas del capitulo:

Bueno, creo que después de las notas de la historia, no tengo nada más que añadir. (He subido este fanfic también a Fanfiction.net) Si me olvido de algo, ya lo pondré en el capítulo 2. ¡Disfruten!

Fried entrecerró los ojos sin ánimos de intimidar. Lo que sucedía es que estaba tremendamente molesto, ya que estaba en un desesperado intento por evitar que su hijo Natsu se fuera con su abuelo y se convirtiera en un mago.

–Me  niego, Maestro. –dijo de nuevo.

–¿Cuántas  veces debo decirte que me llames viejo –dijo Makarov con una mueca cómica mientras miraba a los otros dos ocupantes de la habitación-, como  estos dos de acá lo hacen?

Natsu, pequeño como era, estaba emocionado con la idea de convertirse en un mago y ser miembro del famoso y prestigioso gremio de Fairy Tail. Pero al ver la reacción de su madre, sus esperanzas empezaron a desvanecerse. Miró a sus dos papás y a su abuelo y entendió que le iba a costar mucho convencer a Fried. Se enfurruñó y empezó a balancear sus piernas bajo la mesa del comedor, y Laxus, que estaba detrás de él,  empezó a leer el periódico de pie mientras sonreía pretendiendo que no le importaba la situación en lo más mínimo. De hecho, Laxus estaba de acuerdo con la decisión de Makarov y Natsu, pero la mirada que le lanzaba Fried le advertía que no debía involucrarse, y bueno, lo estaba intentando. Palabra clave: intentando.

–¡Papá! –le dijo Natsu al rubio- ¿Qué crees tú? Soy lo suficientemente fuerte para ser un mago, ¿No?

Laxus dejó su periódico sobre la mesa. –Nunca has sido entrenado apropiadamente. –dijo lanzando una mirada furtiva a Fried.

–Pero el viejo puede entrenarme. –argumentó Natsu, saltando de su silla y yendo hacia su abuelo. –Correcto –dijo Makarov- . Además, ese espíritu no debería ser desperdiciado.

–Pero yo puedo  enseñarte magia. –Sugirió Laxus, sin mucha intención de realmente convencer a su hijo de quedarse.

–Pero papá, tú siempre estás ocupado. –Se quejó el pequeño, negando la cabeza con mucha fuerza.

–Bueno, en ese caso, Fried puede enseñarte también. –Intentó una vez más el rubio.

–¡No! –saltó- ¡No quiero que un submissive me enseñe!

–¡Natsu! Vigila lo que dices. –le advirtió Laxus.

–No. –Fried interrumpió a su marido, y luego suavizó el tono. –No te preocupes, no me ofende. Da igual, sólo tiene 5 años. –el de cabello verde terminó su taza de café y miró fijamente a la mesa.

–¡Pero está bien! Mientras más joven aprenda magia, puede ser mejor en el futuro –chilló Makarov, mirando fijamente a su yerno.

–Igual, quiero esperar hasta que tenga 10 años. –dijo obstinado él, mirando directamente a Makarov con sus ojos color miel. Él sabía que el anciano había tenido interés en Natsu desde siempre, gracias a su fuerte espíritu y a que siempre se mostró interesado en la magia.

–¡Pero mamá! ¡Te digo que ya estoy grande para aprender magia! –Natsu golpeó sus pequeños puños en la mesa.

–¡No, te digo que eres muy pequeño! –insistió Fried tercamente, con un tono que significaba fin de la discusión.

–¡No, no lo soy! –gritó Natsu en una perfecta imitación de Fried. –¡Eres insoportable!

Y dejó la habitación, dejando el comedor en un abrupto silencio. Makarov se disculpó, y Laxus esperó a que algo pasara, lo que sea. Fried negó con la cabeza, y su bonito cabello verde cayó de su hombro a su pecho. Frunció el ceño

Después de dos días de ruegos y berrinches por parte del niño, Laxus convenció a Fried de aceptar dejar ir a Natsu con Makarov a Fairy Tail. Cuando el chico de pelo rosado se despidió, fue con una gran sonrisa y un beso a sus dos padres. Y el viejo y el niño se fueron, y así fueron también pasando los días.  Pero una semana después, Makarov volvió junto a un Natsu que estaba ardiendo por la fiebre. Apenas puso sus pies en su casa, el chico corrió a los brazos de Fried, quien lo abrazó mientras el pequeño  sollozaba. Laxus quiso contactar inmediatamente a un doctor, pero Makarov se lo impidió alegando que Polyushka, una amiga suya de la infancia, había dicho en su experta opinión que Natsu sólo extrañaba a sus padres. Fried miró a Makarov, con una mirada que claramente decía ¿Ves? Es por eso que no quería que se fuera.

Un par de semanas después, Natsu, totalmente recuperado, estaba paseando alrededor de su casa. Por lo menos eso era lo que le había dicho a sus padres, pero en realidad él ya tenía cinco años, era todo un hombre e iba en busca de aventuras. Porque ahora estaba detrás de una montaña, que estaba bastante alejada de su hogar. Solía emocionarse cuando veía algunos animales extraños, y los cazaba con una sonrisa en el rostro; en un momento tropezó y, afortunadamente, cayó de una altura no muy grande. Natsu resopló cuando al pararse, vio sus ropas sucias y rotas. Fried iba a matarlo.

–¿Quién eres tú?

Una voz profunda lo llamó desde atrás de él. La voz asustó a los animales, que huyeron despavoridos. Natsu se volteó lentamente, y la criatura frente a él le robó el aliento. Ahí, había un gran dragón. Una criatura muy extraña, incluso en ese mágico mundo. –Tú… tú eres…

 –La pregunta es quién eres tú. –replicó el dragón.

Natsu miró fijamente al gran animal hasta que sacudió la cabeza, para quitarse el asombro, y sonrió salvajemente. –¡Soy Natsu! –gritó con todas sus fuerzas, para que el dragón pudiera escucharlo.

La reacción del niño estaba lejos de ser la que el dragón esperaba; asumía que el chico se iría llorando con su mamá. El dragon sonrió. Le gustaba.  –Y yo soy un dragon de fuego.

–¡Eres genial! -dijo Natsu mientras lo miraba. Estaba fascinado. –¿Puedes volar? ¿Y escupir fuego? –Natsu saltaba de arriba a abajo. –¡Muéstrame! ¡Muéstrame!

El dragón sonrió nuevamente. –Sólo no le digas a tus padres.

 

 

–Natsu, ¿A dónde va… –Fried fue interrumpido a la mitad de su frase por el grito de su hijo. –¡Voy a ver a un amigo! – y empezó a sacudir entusiasmado la mano de su papá, quien sólo lo miró no muy convencido.

–¿Así que, con un amigo? –preguntó Fried mientras abría un frasco lleno de galletas. –Síp. –y metió la manita en el frasco con una sonrisa, para comerse una. –¿Y quién es él?

–Se llama Igneel. –dijo Natsu nervioso. No le quería mentir a Fried, así que rogaba por que no siguiera preguntando. Se alivió cuando no dijo más, pero no pudo relajarse mucho tiempo.

–Así que, ¿Quién es ese Igneel? –preguntó un recién llegado Laxus.

–Uhm –dijo el pequeño despreocupadamente-, no habla mucho sobre sí mismo. Sólo dijo que su padre era un granjero.

Tal vez no podía mentirle a Fried, pero a Laxus, le importaba muy poco. –¡Papá! ¡Te comiste todas las galletas! –gritó exasperado el pobre niño al ver el plato de galletas vacío salvo por unas migajas.

–¿De qué hablas? –lanzó en respuesta el padre con una mueca inocente. –¡Papá!

Y luego, empezaron a discutir como siempre.

 

 

Ya habían pasado cinco años desde de su primer encuentro con Igneel, y Natsu descubrió que el dragón se había ido. Esperó y esperó día tras día, pero él nunca regresó. Con diez años el niño estaba más triste que nunca; había perdido no sólo a un gran maestro, sino también a su único amigo. Natsu cogió la bufanda que él le había dado con fuerza, y abrió los ojos con determinación. No, no había perdido a Igneel. Definitivamente lo buscaría, aunque tomara para siempre. Y con esa determinación volvió a casa.

 

 

Era un hermoso domingo, que Natsu amaba porque Laxus podía estar todo el día en casa. Corrió de su habitación después de tomar un baño y vestirse. Laxus y Fried estaban en el comedor, con los panqueques ya servidos.

–El desayuno está listo. –Fried le sonrió. Estaba usando una camisa color carmesí  y pantalones negros, y  se había remangado graciosamente las magas hasta el codo.

–Padre –llamó Natsu mientras caminaba hacia Laxus. El rubio estaba sentado en la cabecera, con los dos primeros botones de su camisa desabotonados. –¡Quiero enseñarte mi magia!

–¿Magia? –preguntó Laxus, algo extrañado porque sólo le había enseñado a su hijo lo básico de ésta, y nunca lo había entrenado, pensando que Makarov podría hacerlo mejor que él.

–¡Sí! Mi magia es increíble, tienes que verla. –Natsu empezó a mover los puños en el aire.

–Primero a desayunar. –dijo Fried mientras le daba un golpecito en la cabeza, un poco demasiado fuerte. –Bueno, está bien. –refunfuñó Natsu mientras pinchaba su panqueque con el tenedor.

–¿Tú lo entrenaste? –susurró Laxus cuando su pareja se estaba sentando. –¿Yo? Pensaba que tú lo habías hecho. –respondió éste, igual de confundido.

–No, solo le enseñé cosas básicas, pero nada como un entrenamiento real. –Murmuró Laxus mientras miraba en dirección de su hijo. –No, definitivamente nunca lo he entrenado, se pasa todo el día jugando.

Los dos padres se le quedaron mirando. Con un encogimiento de hombros, ellos también empezaron a comer.

 

 

Cuando el desayuno terminó, Natsu llevó a sus padres afuera; estaba emocionado por mostrarles lo que había aprendido. Cuando llegaron al jardín, Natsu se detuvo.

Laxus se cruzó de brazos, con una curiosa expresión de orgullo en el rostro, y su abrigo puesto despreocupadamente sobre los hombros. Fried estaba parado unos pasos atrás, y Natsu se acercó a sus padres.

–Muy bien, muéstrame lo que tienes –anunció Laxus-, atácame.

–¿Eh? –Natsu parpadeó y lo miró a los ojos. –¿Seguro, papá?

–Sí. Dame lo mejor que tengas, hijo. –el hombre lanzó una media sonrisa feroz.

Natsu hizo un gracioso morrito antes de mirar al peliverde. –Mamá, tal vez deberías alejarte…

Fried sacudió su cabeza. –Yo también fui un fuerte miembro de Fairy Tail. También soy un mago, así que estoy bien.

–¡Bien!¡Listo! –exclamó el pequeño.

Laxus y Fried lo observaron de cerca. Lució concentrado durante unos segundos, antes de tomar una bocanada de aire y calmarse a sí mismo.

–¡Aquí viene! –gritó.

Natsu juntó sus manos antes de respirar profundamente. –Fuego del Dragón... –una mágica flama roja apareció frente a su rostro- ... ¡ROAR! –gritó él, expulsando su aliento de fuego.

Laxus se tomó unos segundos para darse cuenta de qué tipo de magia usaba su hijo. Reaccionó rápidamente y empujó a Fried lejos de la trayectoria del ataque. Un rayo de electricidad emergió de su mano, y repelió el fuego en tiempo récord.  Respiró profundamente después de que el humo se hubo disipado. Natsu corrió hacia su padre, con una sonrisa salvaje en el rostro.

–¿Cómo estuvo eso? –Natsu empezó a agitar sus bracitos de arriba a abajo. Laxus miró a su hijo y le devolvió la sonrisa,  pero aún con todos los sentidos abrumados. –Eso era…

 –¡Ouch! ¡Mamá! –gimoteó Natsu mientras volteaba. Vio los ojos humedecidos de Fried, y bajó la cabeza.

–¿No sabes lo peligroso que fue eso? –preguntó él con enfado en su voz. –Di-discúlpame –dijo el niño mientras palidecía. Fried sólo suspiró  mientras volteaba a ver a Laxus. –Y tú, ¿estás bien?

–Sí, estoy bien. ¿De verdad pensaste que este niño podría hacerme daño? –dijo juguetonamente.

–No me subestimes, papá. -interrumpió Natsu.

–Sí, sí, como sea. ¿Dónde aprendiste magia de Dragon slayer? –preguntó el rubio mientras ponía una mano sobre la cabeza del pequeño

–¿Dragon slayer? –inquirió Fried, sin entender del todo.

–Lo aprendí de Igneel. –respondió. Igneel le había enseñado esa clase de magia. De pronto se sintió culpable, porque ahora sus padres sabían que les había mentido. –¿Es un Dragon Slayer? –preguntó Laxus poniéndose en cuclillas para estar a la altura de su hijo.

–No, los Dragon Slayer no le pueden enseñar a los demás su magia. –Explicó Natsu, recobrando un poco de seguridad.

–Bueno, ya me perdí. –murmuró suavemente Fried.

–Así que, ¿es correcto si digo que Igneel es un dragón? –intentó nuevamente el rubio. Natsu asintió, con la mano de su padre aún en su cabeza. –Sí, es un dragón de fuego.

–¿Y dónde está ahora? –lo presionó un poco Laxus. –No lo sé –Natsu bajó la mirada–. Se fue sin avisarme.

Laxus procesó la información dada por su hijo y decidió que le preguntaría más después. –Bueno, como sea. ¿Quieres pelear? –ofreció él mientras se sacaba el abrigo y se lo alcanzaba a Fried.

–Laxus –dijo su esposo en tono de advertencia, pero igual tomó el abrigo grande y pesado.

–¡Claro que sí! ¡Claro que sí! –exclamó feliz el pequeño mientras tomaba posición.

Fried suspiró ligeramente mientras miraba a padre e hijo. Eran tan propensos a las discusiones… Él se alejó, no sin antes poner muchas runas para que ninguno de esos dos dañara su jardín.

 

 

Un año después, Makarov fue a visitarlos. Para ese momento Fried y Natsu se habían preparado para que Natsu deje la casa rumbo al gremio de Fairy Tail.

Ese sería el primer día de Natsu como un mago oficial.

Notas finales:

Gracias por leer! pronto subiré el próximo capítulo!


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