Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Claroscuro por mei yuuki

[Reviews - 16]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes de Psycho-Pass no me pertenecen ni lo haran.

Notas del capitulo:

Hola, bueno la idea para esta historia la tenia desde hace un tiempo, pero no me habia decidido sobre ke fandom escribirla, al final elegi este porque me gusta esta pareja y hay muy poquitos fics aqui de ellos todavia.

Seran 6 capitulos, y ya los tengo listos en borrador asi ke espero ir actualizando rapido^^

Claroscuro


 


   Fué despertándose sin prisas, recuperando la consciencia que el sueño se había raptado durante la noche. Se dio vuelta en la cama, estirándose y quedando así boca abajo. Ahí fué entonces cuando su mano se topó con algo suave, que no era precisamente la almohada o la ropa de cama. Extrañado, palpó aquella superficie sin ganas de abrir los ojos aún a causa de la pesadez del sueño. Era cálida y tersa. De repente se movió quedamente bajo sus dedos.


Ahora sí que tuvo que abrir los ojos, terminando por despertarse.


Lo que vio detuvo sus pensamientos durante unos momentos, y que decir de cualquier palabra que planease pronunciar.


Allí, en su cama, había un hombre de tes clara y cuyos blancos cabellos desordenados, se mimetizaban con la almohada del mismo color sobre la que descansaba su cabeza. Aún estando dormido como estaba, su atractivo y belleza no pasaban desapercibidos.


Se extrañó, sin despegar la vista de su figura desnuda cubierta parcialmente por las sábanas. La bruma del desconcierto se esfumó de su mente y reconoció de inmediato a quién tenía enfrente. Casi se cayó de espaldas.


El albino se removió y despacio, abrió los ojos.


-¿Mmm?, ¿qué pasa? -Dijo soñoliento enfocando su vista en el azabache que lo miraba entre espantado y sorprendido. -¿Por qué me ves así?


-¿Y todavía lo preguntas?  -Inquirio con actitud ahora. -¿Qué es lo que estás haciendo tú aquí, bastardo?


Él sólo continuó mirándolo, impertérrito. Pestañeó un par de veces y se incorporó con toda calma en el colchón.


-Ya veo, ¿así que no te acuerdas de lo que pasó anoche? -Alzó ambas cejas y sonrió débilmente. -¿De lo que hicimos anoche, Kougami?


Emitió un gruñido por lo bajo y redirigió su mirada del albino a su propio cuerpo. No se sorprendió esta vez. También estaba desnudo.


No lo quería creer; pero era verdad. Lo recordaba. Teniéndolo al frente era imposible no hacerlo.


Se preguntó sí, en que pudo estar pensando la noche anterior para haberse acostado con ese tipo. No. Era lo opuesto, no debió estar precisamente  pensando cuando eso sucedió.


Chasqueó la lengua con desagrado y rememoró sin gustarle mucho la idea, como era que había llegado a esa situación, y más con él, Makishima Shougo; alguien a quién poco y nada conocía, ni tenía tampoco el más mínimo interés en tratar ni conocer, por el significativo hecho de que era la actual pareja de su ex mujer, además de la razón principal de que su relación concluyera hace no mucho tiempo atrás.


¤•:.::•.•::.:•¤


Todo había sido más o menos así:


Cuando volvía a su departamento ya por la noche, se encontró con alguien a quién no esperaba ni remotamente. Allí estaba él, esperándole junto a su puerta con los brazos cruzados sobre el pecho y gesto indiferente. Al verlo Kougami, se llevó una sorpresa muy poco agradable e imágenes poco afortunadas acudieron raudamente a su mente.


-¿Qué demonios haces aquí? -Inquirio reprimiendo las imperiosas ganas de golpear a ese sujeto. -Quítate de en medio.


-Sí que tienes modales. -Contestó sarcástico. -Me violenta tu falta de amabilidad, aunque no me sorprende.


-¿A que has venido? -Volvió a preguntar haciendo caso omiso de sus anteriores palabras, mirándole fijo.


-¿Es que no puedo hacer una simple visita de cortesía? -Inquirió a su vez desprendiendo fingida inocencia. -Si después de todo somos casi familia.


Le estaba provocando y no iba tan mal encaminado en su objetivo. Apretó los puños. Cuánto deseó estampar uno de ellos en ese rostro de porcelana. Pero se contuvo. No se rebajaría a caer en su juego.


-Tú y yo con suerte nos hemos visto dos veces, y la última vez fué cuando te encontré en la cama con la que hasta ese momento era mi esposa. -Sacó las llaves de su bolsillo y metió una de ellas en el cerrojo de la puerta. -Así que no. No puedes.


-Vaya, pensé que eso para ti sería una especie de tabú, sobretodo el decirlo en voz alta. -Se encogió de hombros. -Pero veo que al parecer ya lo has superado. En todo caso, mejor para mí y para lo que tengo que decirte.


-No me interesa nada de lo que tú puedas decir. -Abrió la puerta y cruzó el umbral, con intención de cerrársela en la cara. Lo siento pero perdiste tu tiempo al venir hasta aquí.


El de ojos ambar detuvo la puerta con su brazo, evitando que la cerrara, y se coló dentro raudamente.


-Si lo sientes, entonces escúchame. -Dijo acercando su rostro al suyo. -Y después me iré tranquilamente.


-Dilo. -Le dio la espalda exasperado. -Pero después te largas o te sacaré de aquí yo mismo.


-Bien. -Accedió y cerró la puerta tras de sí. -Vine a pedirte que firmases de una vez por todas tu divorcio con Akane. Ya te has tardado demasiado en arreglar eso.


Le escuchó mientras encendía un cigarrillo. Se detuvo en seco y se dio la vuelta hacia él, perplejo.


-¿Qué?


-Lo que oíste. -Anduvo confiado hasta el sofá de cuero negro y tomó asiento en el, cruzando las piernas. -Porque, no es como si tuvieras esperanzas de volver con ella, ¿no?, así que dale su libertad, y tú también podrás empezar desde cero y olvidar estos malos ratos.


-Eso a ti no te concierne. -Se acercó a él, mirándolo iracundo. -Es un asunto entre ella y yo. ¿O fué ella quién te envío como mensajero para decirme esto?


-Claro que no. -Le miró hacia arriba con abismal calma. -Estoy aquí por iniciativa propia. Es cierto lo que dices acerca de que esto es entre ustedes dos, pero sin embargo -Se puso de pie y le encaró. -Ella ahora está conmigo, y por lo tanto esto también me afecta, y considerando que en un futuro quisiéramos casarnos, el que Akane se divorcie legalmente de ti es trascendental.


-¿Casarse? -Esto le sorprendió en parte. No esperaba que aquella relación fuera tan seria o fuese a llegar tan lejos, aunque bien, eso no era su problema ni debía interesarle. -Me da igual lo que ustedes hagan, pero no pienso a discutir esto contigo. Si a Akane le interesa tanto el divorciarse pronto, entonces que ella misma me llame para conversarlo. Esa es mi respuesta. Ahora vete de aquí, ya hiciste lo que viniste a hacer.


Makishima continuó observándole de cerca, en silencio. Su mirada penetrante parecía analizar los plateados ojos ajenos, como si intentase leer sus pensamientos a través de sus pupilas. Al cabo de unos minutos ladeó la cabeza y sus labios se curvaron en una suave sonrisa.


-Suponía que dirías algo como eso. Aunque aún no he logrado descifrar si es sólo por orgullo o porque todavía la ames. -Se encogió de hombros y se llevó el dedo índice a los labios, en gesto pensativo. -¿No será por ambas cosas?


-Suficiente. -Le cortó, ya perdiendo los estribos. -Es tiempo de que desaparezcas de mi vista.


Le tomó del brazo y le arrastró hasta la puerta. Sin exagerar, si pasaba un minuto más con ese tipo, acabaría por matarlo a golpes. Nunca había conocido a alguien tan malditamente insoportable como él.


-Así que acerté, ¿no? -Dijo intentando zafarse de su agarre. -Estás despechado, es lo normal. Todavía estás enamorado aunque ella te haya traicionado y dejado, puede que incluso hasta te culpes a ti mismo por ello y...


Fué interrumpido cuando el pelinegro lo tomó por los hombros y lo empujó de espaldas contra la pared. Entrecerró los ojos durante un instantea causa del golpe e hizo una mueca.


-Eso dolió. -Se había golpeado la nuca, aunque no demasiado fuerte. Enfocó la vista hacia el frente y se encontró con el amenazante rostro del moreno. -Esa expresión tuya sí que da miedo. -Dijo con ironía.


-Y tú hablas demasiado. -Apretó el agarre sobre sus delgados hombros.


-Puede ser, pero no creo haber dicho ninguna mentira. -Aproximó su rostro lentamente y dijo en voz baja. -¿O negarás algo de lo que dije mientras me ves directamente a los ojos?


Dudó. No supo si fué porque él en algo tenía razón sobre lo que decía, o porque tenerle tan cerca sirvió para distraerle. Sus labios cautivaron su atención, siendo estos sensuales y atrayentes, quizás demasiado para pertenecer a un hombre. Y no sólo eso, sus ojos dorados y su piel también lo eran. A tan corta distancia pudo percibir también el dulce y agradable aroma que desprendía. De pronto fué consciente del calor que emanaba su cuerpo bajo sus manos.


Nunca se había sentido tentado a calificar a otro hombre como sexy o deseable, ni mucho menos llegado a experimentar esa especie de eléctrica atracción que le recorrió, hacia uno. Le llamó la atención, sí, pero estuvo lejos de espantarle.


O de detenerle.


-¿Qué pasa? -Inquirió el albino al ver que no decía nada, alzando ambas cejas. Lo escrutó de nuevo entonces, esta vez con mayor atención y detalle, y se percató del cambio en su semblante, pero más que eso, de la curiosa y significativa forma en que lo miraba ahora. Su respiración también había cambiado; más profunda y con distinta cadencia. Casi como si estuviera excitado.


Sonrió para si mismo, divertido. Así que eso era.


-¿Será que -Levantó las manos de sus costados y las apoyó en su firme torso. -te gusta lo que ves?


Seductoramente, delineó su pecho con las yemas de sus dedos, siguiendo el contorno de sus músculos a través de su camisa. Le estaba tentando. Ya que se le presentaba tan singular oportunidad, se le antojó sumamente interesante ver que tan lejos podría llegar antes de que Shinya contestara negativamente a su anterior pregunta y le  apartara, como era fácil de preveer que pasaría.


-Quizás. -Ahora fué él quien insinuó una sonrisa sardónica, previo a lanzarse a sus labios, atrapando entre los suyos su posible réplica. Salvaje y carente de sentido. Esa fué la esencia de ese primer beso, pero intenso y pasional como pocos. Estaba más que dispuesto a hacerle saber a ese engreído que no era el único que sabía como jugar.


El albino no se regodeó ni se limitó en su ávida respuesta. Rodeó su cuello con sus brazos, apretándose contra él. Tenía que reconocer que él sabía manejarse y que  logró calentar su sangre y su cuerpo con aquel ósculo. Era mucho más  y mejor de lo que esperó, se preguntó si tendría el valor para seguir hasta el final, considerando quién era él y lo mucho que debía de detestarlo por su relación con su ex mujer.


De inmediato dejó aquel pensamiento a un lado, al sentir sus manos abrirse paso bajo su camisa, suaves y con nada de recato. Le provocaron un agradable hormigueo allí, en dónde le acariciaban. Sus bocas se separaron brevemente entre jadeos compartidos. Emitió un sensual gemido.


-No creí que te atrayeran los hombres. -Dijo con una sonrisa en la voz.


-Lo mismo te digo. -Replicó en la misma sintonía.


Esta vez fué Makishima quién inició el beso con voracidad, hundiendo sus dedos en las hebras de cabellos de ébano. Kougami apretó sus nalgas, sintiéndole temblar por vez primera. El albino elevó sus piernas, y las enredó en torno a su cintura, estirando su cuello mientras el moreno se lo comía a besos.


Aprovechó de que le tenía bien sujeto y lo apartó de la pared. Anduvieron así, enfrascados en una lucha de besos y roces de distinto calibre hasta el cuarto de Shinya, en dónde finalmente cayeron sobre el lecho, quedando el albino a horcadas sobre su compañero.


Rápidamente, fué desatándole la corbata y desabotonando la camisa bajo sus dedos, mientras tanto Kougami hacía lo mismo con su ropa, desabrochando también su pantalón en el proceso.


Ahora era él quién estaba siendo infiel en vez de ocupar el antiguo lugar de amante que antes poseyó. No obstante, no pensó en Tsunemori en ningún momento, ni tampoco sintió culpa por estar engañándola. Estaba cegado por esa deliciosa delusión de placer, siendo incapaz de pensar en el mañana o de sopesar las consecuencias.


Sujetó su cadera con una mano, y con la otra bajó su ropa interior y buscó a tientas su entrada. Shougo recargó su frente en la suya y gimió largamente cuando sintió sus dedos internarse en aquel sitio estrecho entre sus nalgas. Este bajó sus caderas y sus miembros erectos se rozaron. Jadearon en respuesta mutua. Cambió las tornas y quedó ahora sobre el albino. Terminaron de desvestirse con premura y ansiedad.


Apreció su rostro pintado de rubor, antes de recorrer buena parte de su inmaculado torso con sus labios y experta lengua. Obtuvo una especial reacción de su parte cuando jugó con sus pezones y rodeó su miembro con su mano.


-Ahh... K-Kougami -Sus dígitos presionaron su próstata antes de salir. Sintió un subidón de adrenalina atravesar sus venas.


Le penetró con calma, pero una vez dentro, no escatimó en esperar demasiado tiempo para que el otro se acostumbrara. Tomó sus piernas y las puso alrededor de su cadera, previo al inicio del vaivén de estocadas.


Arqueó la espalda y se aferró a los hombros del azabache. Ignoró las insignificantes lágrimas que se extraviaron de sus ojos, y se movió también, listo para todo y nada dispuesto a quedarse atrás. No le incordiaría prolongar aquello hasta la salida del sol, si él así lo tenía previsto.


 Era algo extraño y poco común, pero le pareció como si algo despertara y se encendiera en lo más profundo de su pecho, más allá de lo meramente carnal, conforme se acercaban a un clímax de magna intensidad y desbordante de sensaciones.


¤•:.::•.•::.:•¤


-¿Ya se te refrescó la memoria? -Inquirió el oji ámbar mientras Kougami le daba la espalda y se vestía sin prestarle atención. -Bueno, como sea. Me da igual de todas formas.


Terminó pronto de vestirse y entonces se volteó a mirarlo. Makishima seguía aún en la cama con los brazos recargados sobre sus rodillas. Sí, había sido un desliz de una noche, y aunque no estuvo nada de mal, no fué nada más que eso. Era ya un nuevo día y con ello regresaban a sus respectivos roles en sus vidas, y como previamente se dijo, no eran precisamente cercanos, ni menos aún, amigos.


-¿No crees que que ya es hora de que te vayas?, si de hecho me sorprende que pasaras aquí la noche entera. No me habría extrañado que te hubieses ido durante la noche.


El albino le miró entornando los ojos.


-No es necesario que lo digas. No tengo intención de quedarme por más tiempo. -Se levantó de la cama y se colocó su ropa interior tras recogerla del suelo. -Imagino que al menos me dejarás tomar una ducha antes de irme.


-Por ahí. -Le señaló una puerta del otro lado del pasillo. -Allí puedes hacerlo. Pero apurate, que voy a salir.


Pasó a su lado cuando ya se hubo enfundado sus pantalones grises. Sacudió su divina cabellera nevada despectivamente y le miró con ironía. Esgrimió una sonrisa burlona.


-Y no olvides pensar acerca del divorcio. Ni creas que lo he olvidado.


A modo de respuesta, sólo obtuvo un gruñido, mitad molesto, mitad desinteresado.


"Emancipa esa culpa de tu alma, y de paso quita esa absurda expresión de tu cara, ¿qué acaso piensas que lo hice por ti?, no me hagas reír. Sí no eres nada para mí, y si hoy fuese el último día en que te viera, más tarde incluso hasta de tu nombre me olvidaría. Sin embargo, no puedo asegurar que profesaré esto mismo también en un futuro."


¤•:.::•.•::.:•¤


Transcurrió una semana y cinco días con exactitud desde esa mañana hasta la siguiente vez que el uno estuvo nuevamente frente al otro. El patrón era el mismo; una visita inesperada, sin ninguna invitación que presupuestara nada entre ambos, como un par de extraños que chocan por mutua incuria en la noche, y que terminan, sin saberlo, cumpliendo con un suceso predestinado.


Así fué como el albino acabó llegando finalmente a su puerta otra vez. Y eso que apenas fué consciente de adónde era que le dirigía el camino que tomó esa tarde después de salir de casa, cuando estuvo a sólo unas cuadras de su departamento. Tal vez todo era culpa de esa espina de curiosidad incrustada en algún lugar de su mente, más allá de su alcance y control. De cualquier forma, le importaba bastante poco. Si estaba él, de seguro podría divertirse un rato. A su costa.


Y porque no, de paso acallar esos pensamientos.


-¿Tú de nuevo? -Dijo enarcando una ceja con desagrado. -¿Qué quieres esta vez?


-No quiero nada. -Contestó con honestidad. -Estaba aburrido y la vez pasada me di cuenta de lo fácil que es fastidiarte. Tal vez se convierta en mi nuevo pasatiempo. -Añadió medio en broma al tiempo que entraba, pasando a su lado.


-Si esa es tu intención, no gracias. Vete. -Le respondió sarcástico a sus espaldas. De nuevo le nacía el deseo de decorar ese cuerpo delgado con unas cuántas lesiones. -No voy a lidiar contigo de nuevo.


-No es en serio, idiota. -Se dio la vuelta y le sonrió divertido. -¿De verdad crees que vendría todo el camino hasta aquí sólo para molestarte?, no. Vine a ver si seguías vivo y a pasar el rato.


-Lo que es casi lo mismo, y no deja de ser estúpido. -Replicó Kougami luego de cerrar la puerta. No tenía ni remota idea de por qué le seguía la corriente a ese tipo, bien podría sacarlo a rastras en ese mismo momento y todo terminaría. No tendría que continuar soportándolo por más tiempo, y regresaría a su solitaria paz. Sonaba perfecto, pero la realidad no podía ser nunca tan fácil ni ideal. Porque lo idóneo no es siempre lo que se espera y se necesita.


-No subestimes a la estupidez. -Dijo Shougo sacándole de sus cavilaciones, sentándose en el brazo de un sillón. -No puedes saber a ciencia cierta si algo que en un principio consideraste estúpido, acabará no siéndolo y teniendo sentido después, o desde otro punto de vista diferente al tuyo. Todo puede ser muy relativo. Incluso las mentiras pueden acabar siendo verdades eventualmente.


-Interesante. -Demás está decir que no depositaba en él ni una sola gota de confianza. -Que tú insistas en venir aquí, eso si que no tiene sentido para mi.


El albino se encogió de hombros con indiferencia y se puso en pie nuevamente, quedando a su misma altura.


-Yo no lo veo así. No me parece tan ilógico, si tomamos en cuenta que tenemos varias cosas en común. Los dos nos enamoramos de la misma persona, por ejemplo. -Remarcó a propósito cada palabra. Se dio la vuelta y se encaminó hacia la cocina. -Eso indica que al menos en lo referente a gustos, en más de algo tú y yo debemos coincidir.


Sí, Kougami pensó también en que ese razonamiento no parecía estar del todo errado. La idea no pudo irritarle más de lo que lo hizo. Casi tanto como esa aura de arrogancia y autosuficiencia que Makishima emanaba por los poros a cada paso que daba. La otra noche cuando lo hizo suyo tuvo la oportunidad de verlo lucir de una manera completamente diferente, vulnerable pero desinhibido. Esa era una combinación nada frecuente. Dos características opuestas -o al menos en apariencia- fusionadas en un solo ente. Le surgió la tentación envuelta en curiosidad de descubrir con cuántas otras facetas podría llegar a verle. Qué otras podría tener la oportunidad de provocarle.


Reprimió una ligera sonrisa antes de que el oji ámbar fuere a verla.


-¿Tienes algo de beber? -Inquirió este abriendo el refrigerador. Sin esperar a que le respondiera, rebuscó hasta que dio con algo que fuese de su interés. Sacó una lata de cerveza, la abrió y llevó hasta sus labios. -¿Qué? -Preguntó al sentir la mirada de Kougami sobre él.


-Eres un entrometido. Ni siquiera te invité. -Dijo sacando otra para sí mismo. -¿Y no se supone que ahora vives con ella?, si es así, ¿entonces que estás haciendo aquí, hurgando en mi cocina?


-Si yo soy un entrometido, entonces tú también lo eres. -Respondió saliendo del lugar, de vuelta hacia la sala de estar. -Es verdad que vivimos juntos, pero Tsunemori está de viaje ahora. Fué a visitar a sus padres y no regresará hasta dentro de dos días. No conosco los detalles, pero al parecer a su familia no le hace nada feliz el que ustedes se estén separando y que esté conmigo ahora. Sus padres deben de creer que estoy desviando a su hija del buen camino o una tontería por el estilo, por eso ella fué a visitarlos. -Dijo tomando asiento en la orilla del sofá. -Aunque en realidad a mi eso no me importa. No me afecta lo que el resto pueda o no pensar de mi.


-Así que hasta tú tienes problemas. -Añadió el moreno sentándose a su lado.


-No son problemas, pero no te diré nada más sobre eso. -Dijo mirándole de soslayo dando un sorbo a su cerveza. -Entiendo que debe ser un tema incómodo y hasta doloroso para ti, ¿no es así?, no es mi intención venir a echar sal en tus heridas.


-Gracias por tu consideración. -Contestó sarcástico. Sin embargo pensó acerca de ello. Él tenía razón, debería causarle profundo desagrado e incluso dolor el tratar tan a la ligera un tema sensible como su separación, y más aún con nadie más ni nadie menos que con el culpable de tal infortunio en su vida. No. Eso no estaba del todo bien. Porque, por mucho que el hombre a su lado hubiese interferido -y sin duda lo hizo- en su relación, tampoco era como si pudiera pasarle a él toda la culpa, por mucho que quisiera. Entendía racionalmente, que para que un extraño se inmiscuyera en una relación de dos, en esta debía de haber una fisura prexistente que le permitiera entrar. Algo se rompió, pero no pudo percibirlo hasta que ya fué demasiado tarde. Era eso o ponerse a cuestionar la calidad moral de Tsunemori, cosa que no era muy justa. Todo humano existente está destinado a incurrir en errores de mayor o menor magnitud desde el día de su nacimiento, y ella no era ninguna excepción especial a este dogma.


Pero regresando a la idea original de por qué ya no sentía un particular escozor o rencor respecto a este asunto, como sí había sentido hace no mucho tiempo atrás, posiblemente fuera porque había dejado de sentir amor po ella; y por consiguiente, el impacto de su traición ya no le afectaba con toda la fuerza de antaño.


O tal vez porque el conocer a Makishima, su contraparte, había cambiado su perspectiva e influido en su juicio. Más de lo que podía imaginar.


-¿Sigues ahí? -Inquirió el albino en tono de burla, volteándose hacia él completamente. -¿Puedo preguntar en que es lo que tanto piensas?, me ha dado curiosidad.


-Puedes, pero no voy a decirte. -Dijo cortante, pero con una amago de sonrisa colgándole de los labios finos. -No tengo porque hacerlo, aparte de que no tenemos tanta confianza después de todo.


-Tch, eres aburrido. -Hizo un mohín, pero tras una fracción de segundo su rostro se iluminó y su expresión cambió. Esbozó una sonrisa de medio lado. Redujo a nada la nimia distancia que le separaba de Kougami y se inclinó hacia él. -¿No estarías pensando en nuestra noche de la otra vez?


Tan cerca como estaba, su aliento dulce chocaba con el suyo. Fué consciente del traviose brillo que refugió en los almendrados ojos ambarino. El entorno de su departamento se desvaneció en la infinidad de la desaprensión y la atracción, dejando sólo su figura y rostro al alcance de sus ojos. Se descubrió de nuevo queriéndole besar. Un capricho dulce y egoísta más que una verdadera necesidad.


-Puede ser, pero -Llevó su mano a la nuca contraria, entre los suaves cabellos blancos. -¿Para qué recordar eso cuando podemos repetirlo?


-Ciertamente. Por fín dices algo en lo que estoy de acuerdo. -Sus labios se encontraron con vehemencia y el calor se propagó con indecible velocidad. Sus lenguas se probaron en un tácito acuerdo de dejarse caer y arrastar por esas seductoras olas de imperiosa lujuria, sin que nadie ni nada pudiese detenerlos en ese afán.


Recargó sus manos en los anchos hombros y se arrimó a él, tocándo y dejándose tocar.


-Mmm hueles a tabaco. -Masculló jadeante contra su cuello entre un millar de suspiros ataviados de placer que no acababa por proferir.


Por segunda vez sus intereses confluían en un mismo y único objetivo: el tenerse el uno al otro.


¤•:.::•.•::.:•¤


Así pues, esa noche compartieron nuevamente la cama y cuando todo fogoso encuentro hubo ya cesado, Makishima no hizo ningún ademán de irse, justo como la vez anterior. Siendo consciente de esto, Kougami todavía despierto, tampoco le pidió que se fuera. No lo creyó necesario, porque por ridículo que sonase, su presencia y compañía no le resultaba ya molesta ni incómoda. De hecho, comenzaba a acostumbrarse a ella, con facilidad absurda.


¿Sería bueno permitirse ese lujo?, ¿Qué podría llegar a pasar si luego terminaba extrañándole, o mucho peor, amándole ?


Eso sería un peligroso incordio. El que no sucedería, porque la posibilidad de sentir algo más que atracción por él y terminar enamorándose le era tan remotamente lejana como descabellada. Enamorarse nuevo no figuraba entre sus planes a futuro, y menos aún, el hacerlo del amante de su ex, de la que ni siquiera terminaba todavía por divorciarse.


Eso estaba vetado. Tanto por su propio sentido común, como por toda premisa moralmente aceptada.


Shougo se estiró entre las sábanas desarregladas y fijó su vista en el pelinegro a su lado. Su perfil era en parte difusamente iluminado por la luz esquiva de la luna, a través de la ventana descubierta. Tuvo una epifanía. No supo por qué, pero tuvo la sensación de que sería un inmenso desperdicio el que esa noche fuera la última que pasara con él. Una parte suya se rehusaba a que así fuese.


Demasiado como para dejarlo ir. Inclusive aunque con ello estuviera condenando a su idilio con Akane, y a sí mismo a vivir una mentira.


-Seamos amantes. -Dijo en voz alta y clara, incorporándose. Con tanta seguridad que hasta el mismo se sorprendió. Más que a pregunta insegura como en su mente se imaginó, fué una afirmación.


-¿Qué? -Se incorporó y se giró hacia el en el acto. De paso también encendió la lámpara del velador. Se encontró con esos dos luceros de diáfano ámbar que le contemplaban inexpresivamente. -¿Qué es lo que acabas de decir?


-¿Estás sordo? -Contestó ocultando la repentina vergüenza que sintió le erizaba la piel, pero contradictoriamente a la vez, le coloreaba los pómulos. -Dije que me gustaría que tú y yo fuéramos amantes a partir de ahora. En secreto, por supuesto.


Le miró extrañado un par de tensos e incómodos segundos. El silencio era espantoso. Makishima terminó redirigendo su mirada hacia el cubrecama. Suspiró.


-No lo entiendo, ¿por qué querrías tú seguir viéndote a escondidas conmigo si estás con Tsunemori?, y no creo que a ella le guste mucho esto si se entera.


-Eso ya lo sé, no tienes que decírmelo. -Dijo mirándole molesto. -Ella no se enterará, y sólo será hasta que uno de los dos se aburra de acostarse con el otro o tú firmes el divorcio con Tsunemori.


Después de decirlo, sintió como si hubiese sonado más a excusa que a propósito. Incluso el mismo llegó a dudar de la naturaleza de ello. Dejó de pensar en eso de inmediato y optó por tomar otra estrategia.


-Es que tú y yo -Se aproximó a él. Le rodeó el cuello con sus brazos desnudos y terminó de decírselo junto al oído. -Nos la pasamos tan bien cuando estamos juntos, que no volver a hacerlo sería una pena. Aunque esto sea sólo por un tiempo, aprovechémoslo.


Sonrió tenuemente yle envolvía con sus brazos lentamente. Acarició la piel impoluta de su espalda con el tacto de una pluma.


-Por mi está bien. Yo no tengo nada que perder con esto. -El albino levantó la cabeza de su hombro y le miró con ojos dilatados. -Eres tú el único que se arriesga.


-Puedo vivir con eso. -No le causó gran pesar tomar esa decisión. Fué como adquirir un compromiso más que un riesgo. Uno con él. Las comisuras de sus labios se elevaron imperceptiblemente , poco antes de ser cubiertos por los de Kougami.


¿Esto era el inicio de algo o por el contrario, el final?, saberlo aún, no podían.

Notas finales:

Grcaias  x leer n_n

espero ke les gustara ;D


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).