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Arturra de Came-a-lot por nezalxuchitl

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Notas del fanfic:

Bueno, héme aqui con el tercer título que me gusta en toda mi vida como autora. Creo que mola un montón y da una idea veraz de a qué atenerse.

Es un fanfiction de Merlin en la época en la que transcurre la serie (excepto los ultimos 5 segundos del ultimo capitulo) estaria ubicada como en la temporada 2, con algunos cambios, como la aparicion mas temprana de Gwaine y, bueno, universo de solo hombres con una particular vision mia del omegaverse.

Omegaverse, en el caso de que no sepan de que va, va de chicos en celo que lubrican con una abundancia digna del hentai.

Hay un poco de parodia, las incoherencias que a veces presentaba la serie eran demasiado tentadoras para pasarlas por alto.

¡Ah! Turra quiere decir zorra, es una de mis palabras favoritas y la uso como un halago, no despectivamente.

 

Notas del capitulo:

Enjoy it!

In a land of mist and a time of magic…

El príncipe Arturo Pendragon está por cumplir los 17 años, lo que significa la entrada a ese periodo de su vida en el que será omega. Así es, ni siquiera los príncipes se salvan de atravesar esa etapa. En Camelot, en los 5 reinos, en el mundo entero, todos los varones atraviesan por esa etapa en la que son capaces de quedar embarazados, más aun, sienten la imperiosa necesidad de quedarse embarazados.

En los tiempos de la Antigua religión, cuando un muchacho cumplía los 17 años era llevado donde los druidas, quienes lo iniciaban, si no había sido iniciado, en los placeres de la carne y cada mes, siguiendo el ciclo lunar, su deseo y su capacidad de quedarse embarazado aumentaban y disminuían con la luna, hasta que su periodo de estro terminara, aproximadamente a los 25 años.

Entonces el celo cesaba, se volvía un alfa, capaz de embarazar, ya no de embarazarse. La Antigua religión se tomaba este asunto con calma, lo veía con naturalidad, sin considerar que hubiera nada de malo en que un joven varón se viera llevado por la naturaleza misma a disfrutar pasivamente y ser papá. Los druidas eran sabios al respecto. No así Uther Pendragon.

Para el rey de Camelot, todo lo que tuviera que ver con la Antigua religión era incorrecto, y era de aquellos que creían que el periodo como omega iba en detrimento del sujeto, que le hacía perder su virilidad, convertirse en un doncel. Que su hijo, el único y el amado, se acercara a esta etapa le hacía ponerse… malhumorado.

Quisiera decir que el rey habría dado cualquier cosa por evitarle el mal trago a su hijo, pero no era así. Íntimamente lo deseaba, anhelaba la llegada del decimoseptimo cumpleaños de  Arturo, cuando este alcanzaría la flor de su belleza y sería más atractivo que nunca para los alfas. Tendría una excusa para llegar hasta el final con él.

 

***

 

Arturo estaba nervioso. Mordía sus carnosos labios, parado sin camisa junto a la ventana. La clara luz de la mañana acariciaba sus pectorales bien definidos. Pequeñas sombras marcaban los músculos de sus brazos y torso. El pantalón de dormir estaba caído sobre su cadera, desigualmente, dejando apreciar más un lado que el otro de la V. Un poco de vello rubio se volvía casi transparente en su pecho y perdiéndose bajo el pantalón. Sus grandes, inocentes ojos azules miraban a la distancia. Sabía lo que le pasaría y sabía que su padre no lo aprobaba, él sí que estaba desesperado, realmente desesperado por evitar aquella etapa. Decían que la magia podía evitarlo.

-¡Merlin! – gritó a su sirviente.

El chico se apuró a comparecer con la parte de armadura que estaba puliendo.

-Consígueme un druida, ¡y pronto!

-Sí, claro, como Uther los dejó por docenas.

El príncipe se exasperó ante su respondón criado.

-¿Alguna vez encontraras fácil una tarea que se te encomiende?

-¿Para que necesitas un druida, de todos modos?

-Eso no es de tu incumbencia.

-¡Oh, claro! Iré al bosque de  y le diré al primer druida que encuentre: “el príncipe te llama, ven. Probablemente sea una trampa”

-¡No es una trampa! – Arturo se dejó caer, sentado, en la cama, e hizo puchero – La próxima semana es mi cumpleaños, y a menos que encuentre un modo de evitar… eso, mi padre estará muy decepcionado de mí.

El mago no podía resistirse a los encantos del príncipe: en cuanto este hizo puchero, su destino estaba sellado; habría ido hasta el fin del mundo a buscar no ya un druida, sino la reliquia mágica de ocasión.

Asintió vivamente y se fue, puliendo aun la armadura.

 

***

 

-Gaius, ¿existe una poción que pueda evitar el periodo omega?

El anciano médico se mostró estupefacto.

-No hay, que yo sepa. – como siempre, su memoria era prodigiosa – En cualquier caso, tú no tienes que preocuparte. Como hechicero, tienes inmunidad natural.

El chico dejó resbalar los codos para quedar con el pecho pegado al libro que revisaba sobre la mesa.

-Lo sé, es que no la busco para mí, la busco para… Arturo.

Gaius se sentó a su lado.

-Es una etapa natural de la vida…

-Pero Uther…

-Uther estuvo en celo.

Merlin hizo cara de asco.

-No quería saber eso.

-Nadie quiere Merlin, pero es así.

-Pero Arturo…

-Arturo deberá lidiar con ello.

-Mi destino es protegerlo.

-Sí, sin duda, ¡pero de cosas más graves que un periodo de libertinaje! No van a matarlo a folladas, a menos que…

-¿¡Que?! – el joven mago asió la manga del que era como su padre.

-Si cae en manos de sus enemigos. Cenred, por ejemplo. He oído que organiza bacanales en las que todo su ejército abusa de un pobre omega.

Arturo violado por cientos de hombres era una imagen que no le gustaba a Merlin.

-Tiene que haber un modo. – dijo, y salió corriendo.

 

***

 

-¡Oh drakon…

¡Ah! No, eso es para temporadas más adelante.

Merlin descendió a las profundidades donde estaba asentada la ciudadela.

-Necesito tu ayuda. – dijo al dragón encadenado.

-Ya veo joven brujo – respondió Kilgarrah poniéndose intelectual - ¿Qué necesitas saber?

-¿Hay un modo de evitar que Arturo entre en celo?

El dragon rió echando humitos.

-Me temo que el príncipe de Camelot debe vivir esa etapa como cualquier otro.

-Oh vamos! – hizo cara ratonil – Debe haber algún modo.

-Arturo debe encontrar a su alma gemela. Una vez que haya entregado su corazón a alguien deberán ir juntos al lago de Amhlaidh y hacer el amor en sus aguas. Solo entonces se aplacara el celo de Arturo, pues no necesita seguir buscando si ya ha encontrado a su verdadero amor.

Merlin tomaba nota mental. Su memoria también era prodigiosa.

-¿Y dónde está ese lago?

-Más allá de las Montañas rosadas.

Asintió con la cabeza e hizo finta de irse.

-Joven brujo, ¿no te olvidas de algo? – Merlin volteó a verlo – No tienes idea de quién es el alma gemela de Arturo.

 

***

 

Gaius había visto que la preocupación de Merlin podía tener fundamento, así que se dirigió al rey.

-¡Oh, Gaius, adelante! – este se arreglaba frente a un espejo – Justamente pensaba en ti. ¿No tienes algún tónico revitalizante?

-Os prepararé uno que sacaría de la tumba a los muertos, milord.

-Tan eficiente como de costumbre. – le palmeó la espalda.

-Milord, hay algo que me preocupa. ¿Ha pensado que hará con el príncipe Arturo ahora que… cumplirá 17 años?

Uther lo miró suspicaz por un momento. Luego se tranquilizó pensando que no había modo que nadie pudiera saber lo que tenía planeado hacer.

-¿Por qué lo preguntas?

Como siempre, ni Uther ni nadie contestaba a lo que se le había preguntado.

-Podría ser peligroso si el joven príncipe cae en las manos equivocadas.

Uther asintió.

-Ya lo había pensado, Gaius, y tengo la solución.

-¿De verdad majestad?

-Sí. Encerraré a mi hijo hasta que se le pase.

-¡Pero milord!

-Un Pendragon debe ser capaz de contenerse.

-¡Pero milord! Vos sabéis que eso es imposible. Son siete años, ¡siete años!

-Agradezco tu preocupación por Arturo pero quiero que sepas que mi decisión está tomada. Retírate.

Uther era injusto, aunque menos que de costumbre… creía tener un as bajo la manga que evitaría que su hijo pasara siete años encerrado o pasara siete años siendo la putita de infinidad de caballeros. Esperaba que la leyenda fuera verdad, que la magia no lo engañara esta vez, y que luego de que Arturo hiciera el amor con alguien que de verdad lo amara su celo terminara.

 

***

 

Merlin encontró a Gaius revisando la tonelada de libros, anacrónicamente encuadernados, que siempre tenían a mano.

-Uther va a encerrar a Arturo hasta que pase su celo. – anunció el anciano.

La sonrisa de Merlin se borró de inmediato.

-¡¿Qué?!¡Es una locura!

-Lo sé, pero es el rey.

-He encontrado la cura para el celo.

Él solito. Con dos cojones.

Gaius lo miró sobre sus anteojos.

-Solo debo llevar a Arturo y a su alma gemela al lago de Amhlaidh para que hagan el amor en sus aguas.

-¿Sabes que si hacen eso quedaran unidos para siempre?

Merlin puso cara de estupefacción.

-¿Quedaran unidos para siempre? – adoptó una pose obscena.

-¡No! Sus almas.

-Ah… - suspiró Merlin – menos mal. – y comenzó a empacar.

-¡Merlin! – exclamó el anciano.

-¿Qué?

-Ni siquiera sabes quién es el alma gemela de Arturo. Podría no tener, o nunca encontrarla, o lo más probable, que sea un doncel, en cuyo caso, ¿Cómo va a ayudarle?

-Entonces debemos hallar el modo, ¿no? – replico sentándose y leyendo libros a velocidades mágicas.

 

***

 

Uther no celebró el cumpleaños de Arturo. Lo confinó en sus habitaciones, con guardias para que escapara, y todo el mundo en el castillo tuvo que hacer como si no hubiera cumpleaños, más aun, como si no hubiera príncipe.

Su sirviente seguía atendiéndolo y sir Leon guardaba la puerta principal. La ventana, evidentemente, no era guardada por nadie. En cualquier caso Arturo no desobedecería a su padre: lo amaba mucho, del modo correcto, lo temía e intentaba desesperadamente complacerlo, cargando siempre la culpa de haber matado a su papá. La luna se acercaba a su triada de plenilunio y Arturo sudaba en su cama, se revolvía, sin poder dormir.

Desde hacía dos años había comenzado a sentir ciertos deseos, cierto calor, pero nada tan intenso como ahora. Se frotaba contra sus sabanas, intentando que su caricia calmara la urgencia que sentía en la piel.

Se mordió sensualmente el labio inferior, y recogió las piernas, llevando la diestra entre ellas. Acarició sus bolas, pero no era de ahí de donde surgía el calor. Sentía tanto que se había desnudado y abierto la ventana, pero la brisa que soplaba no podía hacer nada por él. Comenzó a acariciarse, a tocarse ahí, lo sentía como nunca en su vida, tuvo que morder la almohada para que sus gemidos no fueran escuchados por los caballeros, que vergüenza.

Su orificio estaba húmedo, más húmedo que nunca, cuando se metió el dedo encontró que estaba por completo mojado. Mojado y resbaloso: listo, su cuerpo pedía un alfa a gritos. Desobedeció a su padre y se metió dos dedos, a pesar de que le había advertido que podría acabar con su virginidad si se metía cosas a sí mismo, no quería desobedecerlo, no quería defraudarlo, pero la necesidad era demasiado urgente: sus dedos entraban y salían con facilidad, sin ser suficientes, necesitaba algo más grande, necesitaba…

-Veo que no vine demasiado pronto.

-¡Padre!

Había parado de inmediato, sentándose y cubriéndose con la sabana. Lo miró a la luz de la luna, lo bastante intensa para distinguir cada uno de sus rasgos. Se sintió aliviado al no ver la dureza que esperaba encontrar en su gesto.

Por el contrario Uther se acercó cariñosamente, sentándose en el borde de la cama y acomodando un mechón de su pelo rubio tras la oreja.

-Arturo – le sonreía – has sido un buen hijo…

Arturo sonrió de manera angelical.

-… es hora de que yo sea un buen padre.

Uther abrió la bata que traía mostrando su torso desnudo, recio y lleno de cicatrices.

Como respuesta Arturo trató de inclinarse sobre su regazo, con la boquita dispuesta.  Uther lo detuvo, acariciándole la mejilla, rozando con su pulgar los labios carnosos, rosados.

-No, no – susurró con dulzura – esta vez yo voy a complacerte a ti.

Arturo asintió, obediente, y dejó que su padre lo recostara, retirando la sábana y empujándolo del pecho. Dejó que le abriera las piernas, y se intrigó cuando en vez de descender sobre su regazo Uther se acomodó sobre él, entre sus piernas.

-¿Padre? – preguntó el jovencito.

Uther lo besó en los labios como tantas otras veces desde que su cuerpo, tierno y suave, alcanzó el tamaño adulto y comenzó a oler tan maravillosamente bien.

Arturo respondió a su beso, a esa tergiversada manera de cariño que era la única que su padre le demostraba. Le hecho los brazos al cuello y se repegó a él. Esta vez Uther lo hacía sentirse mucho más agitado: sentir su dureza rozando la propia, su bajo vientre. Los vellitos dorados de sus muslos se erizaron al contacto de la mano recia y todo su cuerpo parecía derretirse bajo su padre, el calor era más intenso que nunca, casi lo sofocaba, la lengua de Uther no lo dejaba respirar.

Uther llevó dos dedos a su orificio rebosante de fluido claro, lubricante. Los introdujo en su cuerpo y Arturo se arqueó de placer, exponiendo su cuello para que se lo besara, para que se lo lamiera. ¡Que hermoso era! Tanto como Ydrahil, o tal vez más, con esa pupilas azules entreviéndose a través de sus pestañas.

La mirada afiebrada de Uther recorría las bellas formas de su hijo, tres dedos penetraban en su orificio virgen, que finalmente esa noche tendría. ¡Cuántas veces lo había toqueteado, cuantas se había masturbado pensando en él!, y ahora, finalmente, lo tendría. Volvió a besar su boca y retiró sus dedos. El movimiento instintivo de la cadera de Arturo, para que no se los sacara, termino de enloquecerlo de deseo, de convencerlo de que era Arturo y no él quien más quería eso, de que era un buen padre aliviando el sufrimiento de su hijo.

Condujo su polla a su mojado orificio y el contacto de su punta con aquella superficie suave, caliente y resbalosa, lo hizo separar sus labios para pujar. Arturo jadeó y un instante después su linda carita se torció en un gesto de dolor: Uther había penetrado hasta el fondo, abriéndolo por primera vez.

Uther gozó de su expresión virginal, grabada en sus pupilas en los tonos pálidos, azulosos, que la luz de luna proporcionaba. Sosteniéndose sobre sus fuertes antebrazos, cruzados de cicatrices, comenzó a empujar sus caderas entre los muslos de Arturo, friccionándolo por dentro, echando fuego al fuego que ya ardía dentro del jovencito en celo.

Arturo jadeó y aferró su brazo.

-Padre… - susurró.

Uther se relamió los labios e incrementó  la violencia con que lo atacaba. Estaba increíblemente caliente y resbaloso, mas delicioso que en su boquita, aunque había que ver que esos labios sensuales sabían hacer lo suyo. Se los mordisqueó  mientras aun podía concentrarse en hacer dos cosas, luego, tensándose sobre su cuerpo que se retorcía lo penetró con vigor, con furia, obteniendo la satisfacción que tanto había anhelado.

Cuando Uther terminó Arturo estaba lejos de quedar satisfecho, ni siquiera por aquella noche. Uther lo acarició cariñosamente, secando el sudor que perlaba su frente, besándolo suavemente en los labios mientras lo masturbaba, esperando que su polla volviera a estar en condiciones para darle una segunda pasada y asegurarse de que quedara curado.

 

Continuará... coming son... ;)

 

Notas finales:

Espero que no les haya parecido demasiado angst el pendragoncest (pendragoncest! otra de mis palabras favoritas :) no era la intencion en este aunque si tengo planes de hacer un pendragoncest canon angst con mi pobre turrita y su culero padre.

Arturo:

http://i1026.photobucket.com/albums/y326/NezalXuchitl/arturo_zps199a851f.jpg

uther:

http://i1026.photobucket.com/albums/y326/NezalXuchitl/uther_zps3b7595e5.jpg

video muy divertido:

http://www.youtube.com/watch?v=NBVscP7Yqs8

Gracias por leer, cualquier duda preguntenme.

Kiitos!

PD: se siente chistoso hacer fanfiction luego de tantos originales xd!


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