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Quiero comerte. por Scarlett_Rose

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Notas del fanfic:

Nombre Fic: Quiero comerte.

Anime & Manga: Kuroko no Basket.

Pareja: Aomine Daiki x Sakurai Ryo.

Resumen: Estaba aburrido y hambriento, entonces su cabeza proceso una idea: “Sí Sakurai cocina delicioso, entonces él debe ser delicioso”. Y decidió comprobarlo, desde ese primer mordisco, sus ansias por comerlo no parecían querer ceder.

Notas del capitulo:

Un shot, que se me ocurrió al ver una imagen y los acercamientos dudosos de Aomine hacía Sakurai xD

Me base un poco en un Doushi con el mismo nombre que el capítulo: Tabete Shimatai -creo... arg, ya saben mi memoria no es la mejor- Era un Kagami x Kuroko, y se los recomiendo. Ahora, espero el Fic sea de su agrado.

 

S.R.

Capítulo Único: Tabete Shimaitai.

 

            —«Ahh~h, tengo tanto sueño… tengo hambre, quiero comer ¿Qué habrá hoy en la cafetería? La comida de Satsuki es horrible, sin embargo él cocina bien… —observo con la adormecida mirada al chico que se sentaba delante de él. Sakurai movía la cabeza arriba y abajo, copeando apuntes importantes. Inclino la cabeza— Sí Sakurai cocina delicioso, entonces él debe ser delicioso, ¿cierto?…»

 

Sakurai se removió incomodo, podía sentir la mirada de Aomine traspasarle, y realmente el castaño tomaba eso como una muy mala señal. Se inclinó totalmente sobre su pupitre, haciendo malabares para poder continuar escribiendo y no levantar más la cabeza para no cubrir el campo visual de su compañero. Era realmente aterrador, cuando el peliazul se enfadaba.

 

—Ey —susurro Aomine, estirando el brazo para colar los dedos dentro del cuello de la camisa escolar, jalando con fuerza de está para erguir al castaño.

 

—¡Perdóname! —chilló bajito haciendo torpes reverencias, pero en ningún momento se giró para verle. Su cuerpo temblaba de forma exagerada, Aomine arqueo una ceja, sin comprender esa reacción, no era un maldito demonio-come-almas.

 

—Shh, deja de ser tan ruidoso, es molesto. —susurro con voz aterciopelada, miró aburrido hacía la pizarra, sin sacar los dedos de su camisa. Le dio otra mirada al reloj de pared, realmente fue una jodida idea entrar a la clase de Ingles, bien ahora, podía estar durmiendo en alguna parte del campus. Bufó cansado, se levantó lo mínimo de su silla, inclinando el pecho sobre su pupitre, los dedos tiraron de la camisa hacía abajo para dejar la piel del cuello expuesta.

 

Sakurai se quedó tieso como una tabla al sentir los húmedos labios del moreno, tembló y sudo frío, estaba alucinando, sí, seguramente se quedó dormido en plena clase y ahora estaba sufriendo una terrible pesadilla.

 

Aomine abrió la boca y su lengua serpenteo alrededor, preparando el área, para después simplemente morder de lleno.

 

—¡Ahhh!

 

—¡Joven Sakurai! —gruño la maestra de Inglés, volteando a ver al chico, quién se levantó de su asiento tan rojo como un tomate maduro—, ¿Qué sucede con usted?

 

—Na-nada… u-un cala-calambre.

 

—¡Ja! Eso les pasa por entrenar hasta el límite, más tarde hablare con su entrenador. Regrese a su asiento.

 

—¡S-sí! —se sentó, llevando una mano temblorosa hasta su cuello, aún podía sentir la hilera de dientes sobre la carne, cerró los ojos con fuerza sintiendo las mejillas arder. ¿Qué estaba pasando? No, más importante aún, ¿Por qué a él?

 

Aomine saboreo sus labios, sí, Sakurai no sólo hacía de comer delicioso, sino que también él era delicioso. Volteo a ver a la maestra quien acababa de terminar de escribir en la pizarra. No quería trabajar.

 

—Realicen los siguientes ejercicios, el de adelante será pareja con su compañero de atrás y así, ¿de acuerdo?

 

Observo a Sakurai, que continuaba en su misma posición, sin intención de girarse. Bajó la mirada hacía el cuello del castaño y de nuevo, tuvo ganas de morderlo.

 

—A-Aomine-senpai —balbuceo, girando medio cuerpo hacía el moreno, sus ojos miraban de aquí para allá, cualquier punto era bueno— ¡Perdón! No sé mucho de Ingles así que… ¡Perdóneme!

 

—Que ruidoso… sólo trabaja en silencio —susurro, suspirando con exageración.

 

—¡Sí! —dijo en tono alto, giro sólo su silla, acomodando su libro sobre el pupitre del moreno, se concentró sólo en los ejercicios, olvidado momentáneamente al joven. Aomine dejó de divagar en las manecillas del reloj, fijando atención en el castaño, sacudía la cabeza, leyendo bajito cada enunciado.

 

—Te equivocaste.

 

—¿Eh? ¿D-dónde? —balbuceo. Aomine se levantó apuntando con el dedo un enunciado que continuaba en blanco, Sakurai parpadeo confuso—, Pero esa aún no la respon—.

 

Se quedó congelado, al sentir la húmeda lengua del moreno deambulando sobre su cuello, abrió los ojos tan grande cómo pudo, y asustado, viró la mirada, rogando a Dios que nadie los estuviera viendo. No, todos estaban concentrados en su trabajo, y a vista ajena parecía como si Daiki le estuviera susurrando un regaño. El movimiento de Sakurai fue aprovechado por el moreno, saboreando más de su piel.

 

—Ao-Aomine-senpai… Es-espere… —susurro quebrado, el moreno sorbía con suavidad su piel, muy diferente al mordisco violento de antes. Entrecerró los ojos avergonzado, era muy cobarde para detenerle y era muy débil como para aguantarse el cosquilleo que recorría su cuerpo. Abrió los labios, iba a gemir, pero…

 

DingDong~~DingDong

 

—Entrenamiento —chillo feliz la pelirosa, levantándose como un resorte.

 

Sakurai se alejó rápido, sin mirarle se volteó para comenzar a guardar sus cosas y salir del salón hecho un torbellino.

 

—¿Qué demonios sucede con él? —se preguntó observando el lugar vacío del castaño—, Aún tengo hambre…

 

::: ::: ::: :::

 

Para todo el equipo era extraño verlo en el entrenamiento, pero con tal de que se quedara dejaban pasar los violentos movimientos del moreno, quién estaba fallado totalmente sus tiros. Aomine estaba furioso, era la primera vez que se sentía tan molesto y sin razón aparente. Se limpió el sudor del rostro con el brazo, buscando rápidamente otro balón para desquitar su incontrolable coraje.

 

—¡Perdón! —grito Sakurai saltando para hacer un tiro limpio de tres puntos. Aomine frunció el ceño, cada vez que veía a Sakurai quería morderle, quería comerlo entero, pero no podía, no, no podía porque Sakurai escapaba de él como un maldito roedor escapa del gato.

 

¡Había venido a entrenamiento! Y ese chiquillo bastardo, terminara entrenando con cualquiera, menos con él.

 

¡¿Qué mierda le sucedía?!

 

Corrió y con fuerza salto para encestar el balón, sosteniendo el aro y por segunda vez, lo rompió. Observo el maldito objeto, y después al sujeto de su frustración, el chico continuaba practicando tiros con el capitán. Gruñó lanzando el aro contra el suelo de madera.

 

—Oh, buen trabajo, Sakurai. Has estado entrenando mucho, eh —comento el capitán, respirando con suavidad para regularizar sus respiración. Las mejillas de Sakurai se pusieron rojas, no estaba acostumbrado a recibir halagos.

 

—Tsk… tsk… Sakurai —le llamó guardando silencio. El castaño se tensó y abrazó con más fuerza el balón que había entre sus brazos, su corazón bombeaba con fuerza, podía sentir incluso que las piernas le fallaban. Viro de forma lenta, muy lenta.

 

—¿Sí?… Aomine-senpai.

 

—Quiero hablar contigo. —gruño, tomando al chico del brazo, de fondo de podían escuchar las disculpas del menor.

 

—¡Idiota, ¿Qué demonios haces con Sakurai?! —salto el rubio intentando defender al pobre chico. Sin embargo, toda flama de pelea se apagó al ver la terrorífica mirada del moreno. ¡Lo descubrió! ¡Aomine Daiki en verdad era un demonio!

 

Al salir del gimnasio, empujó a Sakurai contra la pared, acorralando al chico con ayuda de su cuerpo. De nuevo, Sakurai temblaba indefenso y prefería ver al suelo que a su atacante.

 

—¿Por qué demonios me evitas?

 

—Yo… usted… ¡Perdóneme! ¡No lo hice!

 

—Lo hiciste, y no sabes cómo me fastidia —susurro, extrañamente ahora que tenía completamente a Sakurai para él, su molestia se perdía y le dejaba en un estado de indiferencia y tranquilidad. Acomodo la frente contra su hombro, respirando profundamente.

 

Los brazos de Sakurai colgaban en sus costados, pesados e inertes, incapaz de hacer algo para romper, tanto el contacto como la atmosfera.

 

—Quiero besarte.

 

—¿Eh?

 

—Quiero besarte.

 

—¡¿Eh?!

 

—¿Eres idiota? —se alejó para verle directo a los ojos, el semblante de Sakurai era tan mono, que Aomine estuvo tentando a reír. Poso una mano sobre su mejilla, acariciando sobre el pómulo. Aomine se mordió el labio inferior, buscando la palabra adecuada para lograr su proposito— ¿Puedo besarte… por favor?

 

El silencio se sitúo entre ellos, y Aomine comenzó a fruncir el ceño, frustrando ante la falta de respuesta, Sakurai lo noto.

 

—¡Sí! —chilló inclinando la cabeza en un ataque de valor, poso sutilmente los labios contra los de Aomine y presiono, se separó lentamente aun con las mejillas totalmente rojas— ¿Q-qué sucede?

 

Aomine tenía un semblante tranquilo, sin embargo sus pupilas chispeaban iracundos, estaba, totalmente enfadado, y el castaño no comprendía ahora la razón.

 

—¿Qué edad tienes? ¿A eso le llamas un beso? —siseó dejando las manos contra sus hombros, le empujo de nuevo contra la pared, atacando con voracidad su boca, introdujo la lengua, chupando, mordiendo y sorbiendo los labios y la lengua. Sakurai cerró con fuerza los ojos, intentando seguirle el paso, sentía como si el corazón le fuera a estallar.

 

Le iba a estallar si no tomaba oxígeno en ese preciso momento. Débil, intento empujar al moreno, quién continuaba reconociendo el interior de su boca, saboreando cada rincón. Aomine se separó de forma lenta del menor, permitiéndole que cogiera bocanadas de aire.

 

—¿A-A-Aomine-senpai? —balbuceo con las mejillas coloradas, llevó la mano a su pecho, pues sentía el corazón al borde del estallo. El oxígeno eran como cuchillas para sus pulmones.

 

—Deberiamos irnos, tengo hambre. —comento, tomando de nuevo la muñeca de Sakurai para llevarlo a los vestidores.

 

—Oh, Aomine —saludo el capitán terminando de cerrar su bolso—, Gracias por tú trabajo. Bien, nos vemos.

 

—¿Ya todos se fueron?

 

—Sí, mañana también ven a los entrenamientos, ¿vale? —dijo antes de irse, olvidando por completo al castaño, que permanecía oculto detrás de Daiki.

 

Daiki, cerró la puerta con seguro, pues no quería a ningún atolondrado perdido viendo desnudo a su “comida”, le volteo a ver, Sakurai, lento, muy lento se quitaba el uniforme deportivo. Su pecho era lechoso, se saboreó la boca, quería morderle… tan fuerte que dejara marcas.

 

—¿Aomine-senpai? —pregunto, levantando el rostro, Aomine apoyo la mano contra la pared, inclinándose para atrapar su boca, esta vez, Sakurai acepto ser besado de esa forma tan “experimentada”. Mordisqueo su labio inferior, acariciando con la mano libre su costado.

 

Entre besos y caricias, las prendas fueron sobrando, y la situación se puso más caliente. Le volteo, para que le diera la espalda, pegando su cuerpo a castaño, haciendo nulo el espacio, Sakurai podía sentir el calor de Aomine, la excitación de Aomine y él sólo podía suspirar sofocado, poniendo las manos contra la pared, buscando apoyo para no terminar aplastado.

 

Y es que, Aomine se le pegaba con fuerza, balanceando su cadera contra sus glúteos, creando contacto con su miembro duro. A tientas y tirones bajo sus shorts, dejando expuesto su sexo, que envolvió con su mano para masturbarle.

 

—Sakurai… —le llamó cerca del oído, atrapando con la lengua el lóbulo de su oreja, mordió sutilmente—, Abre un poco más las piernas.

 

—S-sí —balbuceo, puso más fuerza sobre sus temblorosos brazos, crispando los dedos en la pared, abrió los pies hasta donde el elástico del short le permitió, la mano de Daiki deambulo sobre su pecho—, Nhh… Ammm…

 

Golpeó la frente contra la pared, gimiendo quedamente ante la atención que recibía su sexo, inconscientemente movió la cadera, creando un nuevo contacto con el abultado sexo de Aomine, quien ronroneo, complacido.

 

Besó el área entre su cuello y hombro. Respiró profundamente, arrastrando los dedos hasta sus glúteos, el primero acaricio con la yema el ano, en una pequeña caricia, uno a uno, los dígitos se fueron internando en su interior. Cabe decir, que a Aomine le sorprendió la falta de quejas en su pareja, dada su naturaleza imagino que se quebraría en quejas y lagrimeos, sin embargo no lo hizo, sólo apretó los dientes.

 

—Sakurai —gimió, embistiendo con sus dedos su interior. Adentro era cálido y le apretaba, se le antojo imaginar su sexo en lugar de sus dedos, y tuvo una profunda necesidad de penetrarle con fuerza, hasta llegar a lo más profundo de su ser.

 

Bajó su shorts, tomando su miembro para acomodarlo en la entrada del castaño, volvió a besar su hombro, mientras empujaba su sexo, que se abría paso dificultosamente. Sakurai jadeo encajando con más fuerza las uñas contra la pared.

 

—Hngh… Ao-Aomine-senpai —ronroneo con la voz quebrada. Entreabrió los ojos, podía sentir perfectamente como el moreno le comenzaba a llenar, lento, iba lento y Sakurai se lo agradecía.

 

—Cuando terminemos, vayamos a mi departamento. —le dijo al oído, sostuvo la cadera del menor, empujando su pelvis con suavidad, un ritmo pausado, permitiendo que el castaño se acostumbrara a la sensación.

 

—¡Ah!, Nghm. Ao… ine-senp… ¡Aomine-senp…!

 

Su escuchaba tan sensual su nombre en boca de Sakurai, chasqueo la legua y en un abrir y cerrar de ojos, el ritmo cambio drásticamente, eran estocadas fuertes y certeras, creando un sonido hueco y excitante entre sus cuerpos.

 

—Aomi… —le volteo a ver por encima de su hombro, el rostro sudoroso, los ojos aguados y las mejillas coloradas. El moreno, se inclinó para atrapar su boca, en un hambriento beso.

 

Quería devorarlo, comer todo de él, cada parte quería probarla.

 

::: ::: ::: :::

 

—Pasen las copias al que está detrás de ustedes. —ordeno la maestra.

 

—¿Mmm? —Aomine dejó de ver hacía la ventanilla al no recibir su copia—, ¿Está dormido?

 

Entrecerró los ojos admirando la espalda de Sakurai, quizá ayer había “comido” mucho, sin embargo ahora, al verle así de tranquilo…

 

—«Tengo hambre de Sakurai, de nuevo. Clase… termina rápido o le comeré aquí mismo»

 

 

Sakurai: Omake… ¡Perdón, Aomine-senpai!

 

Venía bajando las escaleras con un compañero, ya que hoy no tenían entrenamiento, podía ir temprano a casa, o ir con Aomine. Ante el pensamiento del moreno, sus mejillas se colorearon inevitablemente.

 

—Sakurai, ¿Estás enfermo? —le pregunto su compañero preocupado, arqueando una ceja.

 

—¿Eh? ¡No! ¡Perdón por preocuparle!

 

Aomine, contrariamente, venía subiendo las escaleras, ante su presencia su amigo se detuvo y en reflejo, el castaño también. Sakurai le observo en silencio, y tan tieso como un soldado ante su general. Podían tener “algo”, pero Aomine continuaba siendo alguien de temer.

 

Al pasar a su lado, el moreno le susurro un: “Nos vemos en la salida”.

 

—¿No crees que da miedo? —susurro el chico con tono bajo, temeroso de que el moreno le pudiera escuchar.

 

Sakurai sonrió, entrelazando los dedos detrás de su espalda, mirando de reojo al chico.

 

—Quizá. Es imponente y a veces da miedo acercarte, pero ahora… —hizo una pausa, acentuando más su sonrisa—, Creo que es muy adorable.

 

Arriba, Aomine se tambalea, queriendo estrellar la cabeza contra la pared, sus mejillas estaban rojas de vergüenza y enojo. Definitivamente, iba a matarle.

 

Notas finales:

Gracias por leer, y espero les haya gustado


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