Los personajes no me pertenecen, son propiedad de su respectiva creadora/or; sólo la historia es mía.
Tú, otra vez.
“Guárdame en tu corazón
como tu sello o tu joya,
siempre fija a tu muñeca
porque es fuerte el amor como la muerte,
y la pasión, tenaz como el infierno;
sus flechas son dardos de fuego,
como llama de Yavé.”
El cantar de los cantares.
Había esperado por él, soñado con su sonrisa, con su boca y su aroma. Todos eran recuerdos lejanos, pero volvió a mí, volvió a buscar la compañía de la obscuridad por la necesidad de una nueva venganza. Un dolor profundo lo atraviesa y no es por el rencor que clama el daño ajeno. No, es su memoria la que lo tortura a cada segundo. Has regresado en otro cuerpo con la misma alma que tanto me fascina, de la cual me enamoré. De ti… todo de ti.
— Bocchan ¿Se encuentra bien?— Pregunto mientras toco su frente perlada de sudor.
— Estoy bien… sólo tuve una pesadilla— respondes jadeante.
— Las pesadillas son perturbaciones de la conciencia- Me mira desconcertado, como buscando un respuesta inmediata, me dedico a cerrar los ojos y pensar ¿No será que tu memoria regresa? Nunca se lo diría en voz alta, ¿por qué? Sigues siendo tú, sigo estando a tu lado. Los demonios no deberíamos sentir amor, es algo tan humano que casi podemos entenderlos por completo.
— ¿Qué significa eso, Sebastian? ¿Tratas de decirme que aún hay cosas que me perturban?… — Una frase queda olvidada en su garganta- Puede ser… Quiero un baño, esta sensación es desagradable.
— Yes, my lord.
El agua se desliza por su piel y lo acaricia, tiene el color y la sensación de un marfil bien labrado por las manos de un artista divino. Mi boca se siente seca, mis ojos son los de una bestia. Lo deseo como la primera vez que lo probé; antes de su regreso, antes de ver su cuerpo de nuevo envuelto por las sombras, brillando.
— ¿Sebastian?— Salgo de la ensoñación con el timbre de su voz, aún de un niño.
— Mis más sinceras disculpas ¿ya desea salir?— Pregunto apenas capaz de respirar.
— No, pero tu mirada…— un color carmín permea sus mejillas ¿vacila? ¿acaso no soy esclavo de su voluntad, de nuevo?
Fuera de la bañera seco su piel de las gotas traviesas que no pudieron desprenderse de su figura; sueño mientras lo hago: Mis labios se deslizan por su cuello y vibras entre mis brazos, acaricio su vientre y sus ojos anhelan más, más exploración de mis manos. Su aroma es embriagante y, su voz se quiebra cuando se acoplan nuestros cuerpos en un juego sensual de toques azarosos, examinando las curvas de la complexión del otro. Sus manos carentes de la experiencia, tiemblan. El placer del contacto tan íntimo nos lleva a la finalidad del éxtasis. Vuelves a ser el primero y eres Ciel Phanthomhive al mismo tiempo. Eres tú.
— Todo listo ¿desea algo más, bochan? – Le digo con la voz de un profesional ¡No te quiebres! Me grito
— Es todo. Volveré a dormir— dice con tranquilidad. Una calma que perturba mi máscara de mayordomo perfecto, de demonio cruel.
— Buenas noches, my lord— Deslizo las sabanas sobre él y envidio la tibieza que le brindarán a su cuerpo frágil.
— ¿Sebastian?- Me acerco un poco más; me da un suave y torpe beso, tan breve como un suspiro, susurra— Buenas noches.
Caes en un sueño profundo, me quedo inerte, sin palabras, con deseo de más, de ti, en cuerpo y alma. Odio mis sentimientos hacia ti, odio el olvido de tu conciencia, pero amo las reminiscencias que surgen espontáneamente en pequeñas acciones inocentes. Tan propias de tu edad actual y de ti mismo.